Caballos de carreras

I
Dándole un margen de confianza a la Iglesia, todos los hombres descendemos de uno mismo: Adán.
La historia de la Biblia es bastante oscura. En ella sólo se menciona que Adán y Eva tuvieran tres hijos: Caín, Abel y Seth. Si esto fuera cierto, la pobre de Eva cayó en un incesto de dimensiones colosales, que deja el pecado de la manzana en casi venial.
Una hipótesis afirma que no se mencionen las hijas de Adán porque la Biblia se limita a narrar lo absolutamente necesario. Lo fantástico de la Biblia es que lo que está escrito admite interpretaciones tanto literales como figuradas, y lo que no está escrito admite infinitas interpretaciones absolutamente libres.
La versión libre es la que más me gusta. Cuando Dios creó a Adán no creó a un hombre concreto, sino “al hombre”, como especie en el Jardín del Edén. Del mismo modo ocurrió con las mujeres. Así, aunque la Biblia luego se centre en la vida de unas pocas personas, se refiere a unos elegidos de entre todos los que había, no a los únicos hombres de la Tierra.
En el segundo siglo después de Cristo, apareció el Libro de los Jubileos. También llamado “pequeño Génesis”, parece que es una extensión a ciertos textos, de aproximadamente cuatro siglos antes, de los míticos manuscritos del Mar Muerto.
El libro tiene como principal objetivo establecer una cronología diferente a la que se indica en el Antiguo Testamento. Para lo que nos interesa, también se centra en algún detalle más sobre la vida de los hijos de Adán y Eva. En ese libro – que no reconoce la Iglesia Católica pero sí la judía – aparecen dos chicas estupendas; Azura, que se casó con Seth (no había mucho donde elegir) y Auán, que no tuvo más opción que hacerlo con Caín.
Aún cuestionando la existencia de Azura y Auán, y dado que el pobre Abel duró demasiado para disfrutarlo, de lo que no cabe duda es de que todos los hombres descendemos de Caín, de Adán y de Seth.

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Pagar por Gmail

La vida de cada uno a lo largo de direcciones de correo no es más que la historia misma de Internet. Empecé usando una cuenta de ole.com antes de que Terra incluso existiera. Luego me pasé a diversas cuentas, y como todo hijo de vecino tuve mis cuentas de hotmail. Hasta que finalmente acabé probando Gmail.
Mis opiniones sobre Google siempre fueron muy desafortunadas. La primera vez que me hablaron de Google como buscador dije “una empesa que haya elegido un nombre tan malo no va a ninguna parte”. Ni siquiera me preocupé de usarlo como buscador. Sería con el tiempo, cuando ya estaba en boca de todos, cuando me di cuenta de que realmente aquello era otra cosa. Mucho mejor que lo existente.
Cuando comencé a usar la cuenta de Gmail pensé “menudo agobio, esto está lleno de links y de botones, no hay quien se entere de nada”. De nuevo les presagié un amargo fracaso, por todo aquello de la usabilidad.
Sin embargo, un coche que tenga más funciones que otro tendrá que tener, por fuerza, más botones y mandos que el otro. Y es lo que ocurre con Gmail. La competencia tiene cuatro o cinco funciones (enviar, recibir, reenviar y borrar), Gmail está de nuevo a otro nivel.
Con el tiempo, de usar una cuenta pasas a tener algo más. De enviar y recibir correos, aquello acaba siendo un gran almacén de tu vida en la red. Cuando quieres guardar algo, aprovechas el espacio “ilimitado” de la cuenta para crearte un borrador de correo. Es una especie de disco duro en la red. También puedes reenviarte correos de otras cuentas a la de Gmail y administrarlos desde allí. Se acabó tener que visitar un reguero de direcciones. Así, llega un momento en que tienes algo más que una cuenta de correo. Tienes algo que te gusta y que necesitas. Y encima es gratis.

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España – Francia

España se enfrentará a Francia en los octavos de final de la Copa del Mundo de Alemania, en 2006. Los precedentes son terroríficos: nos hemos enfrentado en cinco ocasiones y hemos perdido en cuatro. Y empatado en una. Mal pinta el futuro.
La última ocasión en que nos enfrentamos fue en la Eurocopa del 2000, en que Raúl falló un penalti en el último minuto, lo que desembocó en el definitivo 2-1 que nos eliminó en nuestros habituales cuartos de final.
Quizás sean Raúl y Cañizares, ambos suplentes hoy en día, los únicos jugadores que, tras perder aquel partido, permanecen en el equipo nacional. Muchos de los franceses siguen siendo los mismos, aunque más viejos y cansados. Los entrenadores son otros. En realidad, la única similitud entre aquel partido y el que se jugará ahora son lo gritos con que las aficiones jalearán a sus equipos. Once nuevos jugadores contra otros once totalmente distintos. ¿Qué sentido tiene apelar al histórico de los encuentros entre selecciones?
Si Nadal ha ganado los tres últimos partidos jugados a Federer, se entiende que este tenga algún miedo a volver a jugar contra el español. Se entiende la rabia de Federer en su habitación de hotel con el trofeo al segundo en Roland Garros. Todo eso se acumula en la mente, haciendo que, en la próxima vez en que se enfrenten, parte de la historia siga pesando sobre ellos. Mientras Federer se toma un plátano y se prepara para sacar recuerda los jaboncitos de su habitación en París, y la cena de perdedor que le tocó tomar. Y falla en el primer saque.
Cuando Torres, en el partido contra Francia, pierda su primer balón, no se acodará del que perdió Santillana en los 80. Torres se habrá topado con Santillana en algún acto oficial con futbolistas retirados, pero no lo conoce de nada más. No habrá visto sus partidos, de los que quizás no hay mucho que resaltar. El fallo de Arconada contra Francia es un ejemplo de manual que Casillas, nuestro actual portero, ha debido aprender hace muchos años. Para él, Arconada era un mediocre portero.
La España actual no tiene nada que ver con la de aquellos encuentros. Lo mismo ocurre con Francia. Mirar el pasado de los encuentros anteriores sólo tiene sentido para las mentes fanáticas de las estadísticas pero ajenas al sentido común.

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Beta permanente

Los que hablan de Web 2.0 dicen que las nuevas “páginas” de Internet, las modernas, en vez de ofrecer un contenido ofrecen un servicio. Un contenido es que puedes ver las noticias de tu ciudad, un servicio es que te seleccionan automáticamente las noticias que te interesan. Esto en sí puede ser estupendo. Lo que es una enorme tontería es aquello de que el servicio está en Beta permanente. En informática, un programa beta es aquel que está en periodo de pruebas. Cuando terminan las pruebas, se tiene una versión (1, 2, 3…). Por ejemplo, el famoso navegador Firefox está en la versión 1.
Que un programa siga en pruebas, significa que no está del todo bien, o que el desarrollo no está finalizado. Normalmente, un equipo se encarga de probar que todo funciona correctamente y es entonces cuando se saca una versión al público, que usualmente ha de pagar por ella.
En estos casos de Web 2.0 (el término 2.0 se refiere a su vez a un número de versión) se ha tenido todo el descaro de ahorrarse ese problema liberando un producto no terminado al público y esperando que este lo corrija. Es como si Ford creara un nuevo motor, y en vez de probarlo en sus fábricas, lo lanzara al mercado. Si recibe muchas protestas porque consume mucho, trabaja para mejorar eso. Si la gente se queja porque cuesta arrancar en frío, los técnicos arreglan ese aspecto.
Pensando en Ford parece que esa empresa se cavaría su propia tumba de cara a los clientes. En Internet, la actitud tiene sentido cuando no hay competencia. Sin embargo, muchos lo intentan en mercados que están casi saturados. Con el fracaso asegurado. Por ejemplo, un nuevo navegador, que aún no funciona bien, pero que tiene tres o cuatro utilidades nuevas. Carne de quiebra.
Los usuarios que se las dan de modernos están encantados de la beta permanente. Se sienten importantes al poder corregir algo que funciona mal. Se sienten parte de una comunidad y del proceso de corrección. Le están siguiendo el juego a las empresas.
Lo que se esconde realmente bajo la beta permanente son dos aspectos un tanto sinestros.
Por un lado, es colgar un enorme cartel de “Se vende” en Internet. La mayoría son empresas sin intenciones de ir más allá del producto creado, que apenas tiene utilidad comercial o al menos sus autores no saben dársela. Los creadores quieren que Yahoo, Google, Ebay o Microsoft les compren el invento. Están dando duros a cuatro pesetas, esperando que llegue alguien dispuesto a comprarles todos esos duros por diez o doce pesetas.

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Absurdo

En los primeros puestos de cualquier ranking de mujeres españolas más deseadas o más atractivas siempre aparece Carmen Alcaide, presentadora del programa de televisión “Aquí hay tomate”.
En el camino de casa al trabajo siempre me encuentro a diez o doce mujeres distintas mucho más atractivas o deseables. En una semana he podido ver una centena larga de mujeres que la superan infinitamente. ¿Qué clase de enfermos votan por esa mujer?
[Nota. No cuestiono que sea o no atractiva. Que pueda gustar o no. Estamos hablando de la mujer más deseada de España, un país con más de 15 millones de mujeres.]

Billetes grandes

I
Aún no he tenido un billete de 500 euros en mis manos. En realidad, apenas si he tenido unos pocos billetes de 100, todo lo más. El cambio del euro a la peseta nos ha hecho desempolvar la aritmética de los decimales. Las cantidades que manejamos aún son bastante pequeñas.
II
Cuando la economía de un país se degrada mucho, aparece el fenómeno de la hiperinflación: Los precios no cesan de subir y es casi imposible para las autoridades monetarias controlar dicha escalada.
En países afectados por una inflación galopante, hay que pensar de forma relativa. Lo que hoy vale diez, en un mes puede valer cien.
Un caso dramático es el de Perú. Cuando estudiaba en Primaria, me enseñaron que la moneda del país era el Sol. El Sol nació como una moneda “fuerte”. En sus orígenes, un sol valía tanto como 5 francos franceses. Así, en sus orígenes, allá por 1931, un Sol estaba dividido en cien céntimos. Con el devenir de los tiempos, se llegó a 1985, año en que existían billetes de 100.000 soles.
No sé exactamente si se hace con algún tipo de picaresca, por comodidad, o para parecer que el país dispone de una moneda fuerte, pero cuando se llega a cifras tan altas, lo que suele hacerse es cambiar la moneda, en cierto modo “simplificarla”. Se le quitan un montón de ceros a todos los billetes y ya está.
En el caso peruano, optaron por cambiar de moneda, al Inti. Un Inti eran 1.000 Soles de los antiguos. Así, al comienzo sólo había billetes de 50 y 100 Intis.
Pero la inflación crónica de un país no se soluciona cambiando el nombre de la moneda. Con el tiempo, empezaron a surgir nuevos billetes, de los 100 Intis se acabó llegando a los 5.000.000 de Intis en un billetito.
La solución fue fácil: volver a cambiar de moneda. Ahora el nuevo nombre es el de Nuevo Sol. 1.000.000 de Intis equivalen a un Nuevo Sol. O sea que un Nuevo Sol equivale a mil millones de Soles antiguos.
La situación de Perú no es tan excepcional. En muchos otros países se ha optado por medidas similares. Turquía es el caso más claro. En el año 2004 la lira turca y el Inti eran las dos monedas más devaluadas del mundo. Hoy en día, tras el cambio que han realizado los turcos (1.000.000 de liras turcas antiguas = 1 lira turca nueva) el título estará en disputa, pero está claro que cuando alguien lleve mucho tiempo con la peor moneda del mundo acabará cambiándola.

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Puntos de vista

Alquilado:

Pues yo pienso vivir holgadamente hasta que me jubile, y después, ya veremos como me las apaño.

Hipotecado:

Pues yo voy a ver como me las apaño hasta la jubilación, y cuando llegue, viviré holgadamente.

(Dicho por el usuario conversación el sábado 17 de junio a las 12:10 en el foro de Idealista.)

Cosas que no entiendo de los blogs

Desde luego, el mío no es un blog ejemplar. Pero hay cosas que veo en otras partes y que no me entran en la cabeza. Por ejemplo:
a) La gente que pone al final de cada entrada unos botoncitos de “enviar a delicious” o “enviar a menaeame“.
Está claro que ellos no lo ponen cada vez, sino que es algo que han incluido en la plantilla de su blog. Sin embargo, lo normal es que lo que se haya escrito no tenga el más mínimo interés y sólo excepcionalmente mereciera la pena ese botoncito.
El envío a del.icio.us se puede realizar con un botoncito que la mayoría de los usuarios tenemos en la barra del navegador. Si uso del.icio.us tengo el botón y si tengo el botón no necesito que tú pongas uno en tu blog.
b) La gente que resume “superblogs”. Los de Microsiervos suelen hacer entradas bastante cortas. Son el blog más leído en español. Sin embargo, hay cientos de personas que toman sus entradas, las resumen, y las incluyen en su blog. ¿No tienes una opinión que dar al respecto? ¿No puedes aumentar alguna información? Imagina que en el mundo real hubiera un canal de televisión que diera un resumen del telediario de Antena3, ¿Quién vería ese telediario?
Si no hay nada más que añadir, se indica la historia y se le añade un link.
c) Las superbarras. Normalmente los blogs tienen una barra en el lateral indicando otros blogs. En los orígenes, se trataba de que esas páginas representaran recomendaciones del autor. Hoy en día hay un grupo de personas que deja decenas, casi cientos de enlaces. En muchos casos, cuando pinchas esos links, te llevan a páginas que ya ni siquiera existen. Eso se lo he visto hacer hasta a los blogs más “importantes”.
En realidad hoy en día son como una mafia de links que se crea con el objetivo de mejorar el posicionamiento en los buscadores. Un autor de blog honesto debería, en tal caso, poner un encabezado del tipo “no pinches aquí” ya que esa sección no está pensada para los lectores sino simple y llanamente para Google.
d) Las reuniones de bloggers. Cuando se realiza una convocatoria para un evento, o se realiza una reunión de bloggers, se lanzan consignas del tipo “podéis bloggear desde allí”, “el sitio tiene Wi-fi”. En el caso de presentaciones más o menos oficiales, y para blogs más o menos importantes, puede tener algún sentido, desde el punto de vista periódistico.
Cuando se reunen diez o doce personas a tomar cervezas, ¿Qué necesidad hay de estar narrándolo en tiempo real? Si te reunes con bloggers no necesitas escribir un tu blog para demostrar que lo tienes. Sería un momento estupendo para aprovechar la propia reunión.
e) Las sindicaciones. Cuando escribes un blog puedes tener un botoncito que informe de algo. Por ejemplo, diciendo “Usa firefox”. O “Internet libre”. O “blog sin publicidad”. Hay gente fanática que tiene cientos de botones así, dando una imagen grotesca. “Blogs de Antequera”, “Me gustan los Serrano”, “No al spam”. La cantidad de tonterías posibles aún no ha tocado techo.
f) La barra de recomendados. Es muy normal que cuando lees un blog de vez en cuando, te encuentres con que su autor suele citar con frecuencia ciertas fuentes. Sin embargo, en su barra de “recomendados” nunca aparece ese sitio. Y otros muchos que están muy bien vistos (el caso más claro es el de Boing-Boing, un blog que, por tener tantas entradas diarias, algunas buenas y otras no tanto, acaba exasperando y la gente se harta de leerlo) siguen ahí. Es como ocurre con las televisiones: todo el mundo ve el programa de “Aquí hay tomate” pero a la hora de recomendarte una cadena, sin lugar a dudas te dicen “nada mejor que La 2”.

Clasificaciones en grupos de cuatro

Inmersos como estamos en la Copa Mundial de fútbol, ante los previsibles excesos del pseudoperiodismo deportivo, sería necesario que nos convenciéramos de una cosa. En un grupo de cuatro equipos, del que han de clasificarse dos equipos, como es la situación actual, un equipo no podrá asegurar la clasificación tras los dos primeros partidos. Dependerá de los otros resultados para que sea así.
Supongamos que ese equipo consigue ganar sus dos primeros encuentros. Tiene seis puntos. ¿No está acaso ya clasificado? Pongámonos en el peor de los casos, tras sus brillante comienzo, llevando a los suplentes y tras una mañana de resaca de todos los jugadores perderán su último partido. En resumen, han obtenido 6 puntos.
Dado que en el último partido se pueden dar las goleadas necesarias, ningún equipo puede dormir tranquilo pensando que tiene el desempate ganado contra los demás. Nuestro equipo favorito, aún cuando comenzó con 6 puntos, siempre puede perder los desempates contra sus rivales.
Así, en el cuadro de encuentros entre los cuatro equipos tenemos un total de seis partidos. De los cuales ya conocemos tres resultados. Supongamos que nuestro equipo es el A. Que ganó en la primera ronda a B y en la segunda a C. En el partido final, puede haber o ya ha perdido contra D.

A B C D Total
A X 3 3 0 6 puntos
B 0 X ? ?
C 0 ? X ?
D 3 ? ? X

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Piraha

El estudio de la cultura de tribus perdidas a lo largo y ancho del planeta, además de para alimentar soporíferos documentales, tiene un fin último: descubrir qué es intrínseco al ser humano.
Todas las tribus con que los investigadores se han encontrado tienen ciertas cualidades comunes. Comen casi a diario. Beben agua. Tienen hijos y cuidan de ellos. Los miembros de la tribu se comunican entre sí. Conforme abandona uno lo trivial, se va dando cuenta de que algunas cosas que entendemos como humanas no tienen por qué serlo. Y eso es interesante.
Los distintos lenguajes desarrollados por el hombre, suelen tener ciertas características comunes, que fascinan a los lingüistas y aburren a los que no lo son. Una de ellas, es la recursión gramatical, o sea, el uso de frases relativas. Por ejemplo esta frase que estás leyendo es relativa. La palabra “que” indica que el resto de lo que se dice se refiere a lo antes dicho, y permite una enunciación de la información de forma secuencial.
Algo tan absurdo, sin embargo, es sujeto de estudio y discusiones profundas. ¿Es la recursión gramatical intrínseca al ser humano? Algunos peces gordos de la lingüística, así lo han afirmado, indicando que es una propiedad del lenguaje humano.
Este tipo de teorías no admiten discusión posible, hasta que te encuentras con una raza que tiene un lenguaje que no la cumple. En este caso, estamos ante la tribu Pirahã. La tribu Piraha vive en el Brasil amazónico, en las orillas del río Maici. Dicen que tan sólo quedan unos 200 de ellos.
Es quizás la tribu más extraña del mundo y han pasado especialmente a la fama porque no conocen las matemáticas.

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