En la Sinquefield Cup de septiembre de 2022, un torneo de ajedrez que se celebra en Estados Unidos, Hans Niemann ─un chico de 19 años─ le ganó su partida al campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen.
La entrevista posterior ─el ajedrez se ha convertido en un deporte más que se retransmite a través de internet y a veces tiene audiencias de cientos de miles de personas─ nos abrió una ventana a un personaje totalmente surrealista, que parece sacado de la época de la guerra fría. Lejos de ser el típico ajedrecista gris, tímido y con dificultades para comunicar y relacionarse con otros, se nos mostró a una persona interesante, divertida y con capacidad para narrar. Quizás estaba viviendo el momento más feliz de su existencia, y describiendo las sensaciones casi en vivo. Para su desgracia, el peor día de su vida estaba a punto de llegar. Y no tendría que esperar mucho: menos de 24 horas.
El campeón del mundo, Magnus Carlsen, se retiraba del torneo de ajedrez y dejaba un mensaje crítico en su cuenta de Twitter, indicando que no podía contar todo, si no quería meterse en problemas.
Inmediatamente estaba abierta la veda para atacar a Niemann. Y lo haría todo el mundo y por todos los frentes imaginables: en la vida real, en internet y hasta en el plano imaginario. De repente todo el mundo sabía, pensaba o sospechaba que Hans Niemann, el chico de pelo y lengua descontrolados, era un tramposo.
La historia escalaría por derroteros grotescos, una ficción de Reddit acabaría divulgada por Elon Musk ─sin indicar que era algo hipotético o inventado─ y pocas horas después, los medios de comunicación generalistas conseguían que todo el mundo “supiera” cómo se habían hecho esas trampas.
La historia consiguió una repercusión extraordinaria, impropia del aburrido ajedrez, y los que se dedican a divulgar contenido sobre ajedrez pronto aprendieron que la mejor forma de mejorar las audiencias era hablando más y más sobre ella.
Se han grabado cientos de horas de vídeo sobre el tema, todos los periódicos han publicado este drama por entregas. No voy a volver a escribir después de un año para contar más de lo mismo. Detrás de la historia de las trampas en el juego hay algo aún más interesante: el mundo del ajedrez y cómo ha ido evolucionando en los últimos años. La historia de Niemann, en la que él no es más que un personaje secundario, muestra todos los claroscuros de esa transformación.
¿Cómo llegó Hans Niemann a enfrentarse contra Magnus Carlsen?
En una entrevista posterior a su magnífica victoria, Hans Niemann relata una mítica anécdota. Cuando él era pequeño, Magnus Carlsen, el ya entonces campeón del mundo de ajedrez, viajó hasta su ciudad para dar una sesión de partidas simultáneas. Fascinado con la idea de poder participar en ella, Hans le pidió a su madre que le inscribiera para poder jugar una de esas partidas. Su madre se informó al respecto y vio que para ello había que pagar 2,000 dólares. Era mucho dinero, pero ella entendió que sería un sueño cumplido para su hijo, así que le dijo “es mucho, pero sé que tienes muchas ganas así que te lo voy a pagar de todas formas”. Y el hijo, que quería superar el gesto de madraza, se revolvió con una respuesta aún mejor: “No te preocupes mamá, algún día jugaré contra Magnus Carlsen, pero lo haré gratis”.
Y el tiempo nos trae de vuelta a septiembre de 2022, donde efectivamente, Niemann está cumpliendo la promesa que le hizo a su madre. Pero ha decidido mejorarla un poco: le están pagando por jugar contra él, y además, va a ganar la partida.
Esta anécdota, oculta la complejidad de cumplir ese simple sueño. Hans no quería ganar al campeón del mundo, sólo quería poder enfrentarse a él alguna vez en su vida.
Como cualquier disciplina deportiva, los aficionados no tienen opciones reales de luchar contra los profesionales. A veces lo hacen, de forma puntual, contra profesionales de segunda fila. En un torneo Open, cualquiera puede jugar contra un Gran Maestro, si tiene suerte en los emparejamientos iniciales.
Del mismo modo, los Grandes Maestros (un grandilocuente título que tiene demasiada gente, casi 2000 personas) aspiran a enfrentarse a los jugadores de super élite, entre los que se encuentra Magnus Carlsen, el tope de la pirámide. Pero a diferencia de los aficionados, que pueden hacerlo con algo de suerte, los Grandes Maestros tienen que aspirar a coincidencias aún mayores. Por ejemplo, La Olimpiada de Ajedrez, un torneo bianual por equipos nacionales, donde Noruega, el país del Campeón del Mundo, no es ninguna potencia y a veces se arrastra jugando contra países que no tienen a jugadores de élite entre sus filas.
El encuentro entre un jugador de super élite, y uno que simplemente es un profesional es bastante infrecuente en ajedrez. No es como el tenis, donde aún hay que batir a rivales muy inferiores en las primeras rondas del Grand Slam. Es algo más parecido a una Champions League, casi siempre son los mismos equipos de Italia, Inglaterra, España, Alemania o Francia. Y de vez en cuando algún exótico equipo de Rumanía, Holanda o Croacia. Pero siempre los mismos sospechosos habituales.
Como ocurre en el ´fútbol, la diferencia entre jugadores de super élite y profesionales no es tan grande. El igual que el Alcorcón le puede ganar una vez al Real Madrid, un profesional puede hacerlo ante alguien teóricamente muy superior. En general la diferencia entre estos jugadores está en que el de élite es capaz de jugar bien en todas las posiciones y el profesional sólo en aquellas que conoce bien. Ahora, bien, en un campo nevado, ¿Apostarías por el Real Madrid o por un equipo ruso?
Así, en el mundo del ajedrez, se ha creado una especie de élite, que va a los torneos por invitación. Siempre son los mismos nombres: Carlsen, Caruana, Giri, Aronian, Vachier-Lagrave, Firouzja…La lista tiene algunos nombres fijos y otros que van cambiando. Es una especie de club de élite, con muy pocos miembros, donde todos se conocen entre sí. Carlsen y Giri jugaron entre sí al menos 6 veces en 2015, las mismas que Caruana contra Giri y en los mismos super torneos.
La Sinquefield Cup es uno de esos super torneos. Al conseguir su invitación en 2022, Niemann logró acercarse a uno de estos torneos tan exclusivos. Un buen resultado, le podría acercar al sueño de ingresar en dicha élite. ¿Qué mejor que ganarle al campeón del mundo ahí? ¿Un incentivo para hacer trampas?
La acusación contra Niemann no vendría de su victoria contra Carlsen, sino por su camino hasta llegar ahí. ¿Cómo había conseguido subir todos los peldaños necesarios para acercarse al grupo de la élite?
Ajedrez online
El confinamiento global encerró a todo el mundo en casa ─a unos más que a otros─ durante bastante tiempo. Fue un boom para las empresas de reparto de comida, pero también para las plataformas de ajedrez. El juego al ajedrez online se multiplicó y con él la organización de torneos y la retransmisión de las partidas. Una partida de ajedrez es aburrida hasta para el que la está jugando, pero se puede animar mucho con comentarios jocosos, con análisis de opciones y con historietas más o menos relacionadas con la partida y los jugadores que la están luchando.
Servicios que llevaban décadas existiendo, de emisión de competiciones, se fueron profesionalizando y mejorando, hasta el punto de dar una calidad totalmente equiparable a la de las televisiones (y con un contenido totalmente adaptado a su público).
Al mismo tiempo, el boom de Twitch y Youtube creó un nuevo tipo de producto: la emisión de partidas de ajedrez en directo. Podías ver comentarios jocosos de un jugador de élite mientras jugaba su partida contra otros rivales.
Al igual que los blogs, que nacieron hace más de 20 años, nos mostraron que había aficionados que escribían mejor que profesionales (o que si no lo hacían mejor, al menos resultaban más interesantes y de paso, más exitosos) la emisión en vídeo de ajedrez creó nuevas estrellas. Una de las más inesperadas fue Hikaru Nakamura.
Nakamura un jugador americano, estuvo en la élite mundial durante más de una década. En algún momento quedó claro que era bueno, pero no tanto. Como tantos jugadores de tenis que siempre han estado en el circuito, pero nunca han ganado, ni ganarán, un Grand Slam. En algún momento empezó a resultar una broma para Magnus Carlsen, el campeón omnipotente, que casi siempre le ganaba, y nunca perdía contra él. Nakamura tenía un pie fuera de la élite cuando empezó a crear su personaje en Twitch. Ahí explotaba una cualidad de segunda fila: su habilidad en las partidas rápidas.
Aunque Nakamura no tenía opciones reales al campeonato del mundo, en las partidas rápidas si era uno de los indiscutiblemente mejores. Y en las partidas ultra rápidas (en las que apenas tienes un minuto para toda la partida) era─y probablemente todavía es─ el mejor de todos.
Las partidas rápidas siempre son más divertidas que las lentas. Ver jugar al mejor del mundo, mientras dice tonterías y entra al trapo en memes y challenges, todo unido a una forma de narrar que funciona bien en Internet ─pero que hasta entonces sólo le había servido para tener pocos amigos en el mundo real─ originó un cóctel explosivo que simplemente funcionó a la perfección. Nakamura se convirtió en una estrella.
Con millones de seguidores o suscriptores, Nakamura pronto escalaría en popularidad e ingresos, en algún momento superando al mismísimo Campeón del Mundo. Posiblemente sea ahora el ajedrecista mejor pagado, y puede que de largo.
Paradójicamente, su carrera ajedrecista seria vivió una especie de renacimiento. Como era famoso por Twitch, los organizadores lo querían de vuelta en los super torneos. Y como no se lo tomaba tan en serio, además de que sus rivales lo consideraban una presa, tuvo una serie inesperada de éxitos. Hasta el punto de acabar jugando el torneo donde se elije al candidato que desafiará al Campeón del Mundo. Para él era una situación surrealista: no podía dejar pasar la oportunidad, pero cada día que pasaba esforzándose en dicho campeonato, estaba perdiendo dinero de sus retransmisiones.
Con el confinamiento se suspendió toda la actividad de torneos de ajedrez. Pero gracias entre otros a Magnus Carlsen, se consiguió crear una serie de competiciones online con partidas rápidas. Y lo que nació como una especie de sustituto barato del ajedrez de verdad, se acabó convirtiendo en el nuevo centro del juego. Cuando Netflix estrenó su exitosa serie sobre una Campeona del Mundo (en realidad basada muy libremente en la historia de uno de los campeones del mundo más machistas que han existido jamás) todo el mundo se volcó en el ajedrez, descubriendo un mundo floreciente en las redes. Plataformas de juego online, torneos de élite comentados por los mismos medios y emisión de partidas rápidas con bromas por Twitch.
En este mundo en transformación se ha criado Hans Niemann, nuestro anti héroe de pelo encrespado. Un jugador que ve a Kasparov como un tipo viejo y malencarado y a Fischer o Capablanca como personajes en blanco y negro de la historia. Para él, el mundo del ajedrez está lleno de partidas rápidas, ordenadores y emisiones por Twitch.
Los ordenadores
¿Cómo se puede hacer trampas en ajedrez? El simple hecho de hacer la pregunta, muestra un amplio desconocimiento sobre el estado del juego. Desde hace muchos años, los ordenadores son muy superiores a las personas. La superioridad es total: un ordenador, pensando durante un sólo segundo, da una propuesta muy superior a la del campeón del mundo pensando durante una hora.
Los programas de ajedrez están por todas partes, son gratuitos y pueden emplearse de todas formas: con aplicaciones en el móvil, conectados a la nube, desde el PC. Hay formas de la vieja escuela que pueden funcionar, pero son todas ineficientes y arcaicas, comparadas con algo tan simple como conseguir una ayudita del ordenador.
Los torneos de ajedrez nunca han sido lugares glamurosos y las medidas de seguridad se han movido entre lo escaso y lo inexistente. No se puede usar el teléfono móvil, y es obligatorio tenerlo apagado. Pero en las competiciones entre aficionados, es frecuente que los jugadores mantengan su teléfono en el bolsillo. Lo único que les separa de hacer trampas es su propia moral.
Además, no hacen falta trucos muy elaborados. Una única consulta en el momento crítico de la partida puede ser suficiente para dar la vuelta al resultado. Imagina un examen de oposición donde pudieras simplemente revisar online una cosa, pero la que tú quisieras, después de haber revisado las preguntas. Una visita al cuarto de baño mientras el rival piensa, es todo lo que hace falta para tener un conocimiento muy superior de la posición y sus posibilidades.
Pero volvamos a la historia de Hans Niemann. Un joven que se ha criado con el ajedrez por internet. Con dos mundos paralelos pero relacionados: el de los torneos de élite presenciales y el de los torneos por internet. Desde luego en los primeros, hacer trampas es más difícil y arriesgado, pero jugando en pijama desde internet, engañar es demasiado fácil.
Las principales plataformas de ajedrez son tres: lichess.org, chess.com y chess24.com.
La primera es, de momento, una plataforma sin ánimo de lucro, elaborada con código abierto y sin mucho dinero, pero que funciona muy bien. Llena de funcionalidades ingeniosas, es demasiado buena para ser verdad.
Luego vienen chess.com, un sitio web americano muy bien financiado y muy profesional, que ha sabido conectar con el público de una forma seria y lucrativa. Y luego chess24.com, la versión europea, que como en todas las cosas relacionadas con internet, siempre es un poco más libre, pero menos rentable y a la larga, acaba siendo engullido por la versión americana (que está en trámites de comprarla).
Así, chess.com es el centro de todo el ajedrez online, donde está todo el dinero y donde todo el mundo quiere estar. Las partidas que se emiten por Twitch son de allí, los torneos con premios son de chess.com. Nakamura, la estrella online, tiene un contrato con ellos. Quien quiera triunfar en el juego online, tiene que hacerlo desde esa plataforma.
Title Tuesday
Chess.com organiza todo tipo de torneos online. Muchos restringidos a la élite de siempre, pero algunos también abiertos a todo tipo de competidores. A veces se realizan torneos clasificatorios masivos, donde cualquiera puede participar y tener su opción de llegar a enfrentarse contra la élite.
Los incentivos son muy grandes y la gente está en casa con el pijama puesto. Al igual que en los torneos de aficionados, la única limitación es su propia moral. Aunque ahora, el riesgo es casi cero. Nadie puede verte, nadie tiene por qué sospechar.
Y esto me retrotrae a mi época del instituto, donde los laboriosos profesores de inglés nos intentaba convencer de que tuviéramos un penpal una persona del Reino Unido con la que podíamos intercambiar correspondencia (por carta, con sellos) para mejorar nuestro inglés. Pocos lo intentaban siquiera, menos eran los que perduraban. Y algunos de los que más lejos llegaban en la correspondencia eran aquellos que se inventaban una vida mejor. ¿Para qué le voy a contar una vida de mierda a un piojoso de Belfast, cuando la puedo edulcorar y adornar tanto como quiera? Además, es más fácil escribir en inglés “I was working in my startup and in the beach last weekend” que “I was at home most of the weekend, scrubbing toilets for some money”.
Este género tan bizarro, el de la vida inventada escrita en inglés, siempre terminaba de la misma forma: en algún momento, antes o después, nos dábamos cuenta de que la otra persona llevaba el mismo rollo que nosotros. También él se estaba inventando sus barbacoas de los fines de semana, sus novias portada de playboy y la riqueza de sus padres. Y aún a pesar de haber estado fingiendo durante meses en cartas mentirosas, nos sentíamos engañados por el otro. Esto solía terminar de la siguiente forma: exagerábamos nuestras mentiras durante unas cuantas cartas más, para tratar de quedar por encima del otro. Y en algún momento, se interrumpía la comunicación por completo.
¿Y qué tiene esto que ver con el ajedrez? Pues en que en los torneos de ajedrez por internet, todo el mundo tiene la sensación de que el otro se está inventando cosas con ayuda del ordenador. Y entre profesionales, o aspirantes a serlo, va cundiendo la idea de que la única forma de estar a la altura, es igualando la apuesta. Recurriendo a trampas similares.
El principal torneo de chess.com es el Title Tuesday, un torneo que sólo pueden jugar personas con un título (semi-profesionales). En él juega toda la élite mundial y es una gran oportunidad para enfrentarse a los mejores jugadores. Los jugadores titulados tienen algunos privilegios en la plataforma, como la opción de acceder a utilidades que sólo los usuarios de pago tienen. Pero para ello tienen que identificarse. Puedes llamarte bombegranate pero a nivel interno queremos saber que en realidad eres Fabiano Caruana, el ex-subcampeón del mundo.
En estos torneos juegan cientos de jugadores, la élite del ajedrez presencial y por internet. El jugador que más veces ha ganado esta competición ha sido Hikaru Nakamura, antes mencionada estrella de Twitch y las retransmisiones online.
Durante dichas partidas, la sensación de que tu rival “va dopado” es muy común. Alguien como Nakamura o Carlsen sólo espera ser derrotado por rivales de super élite, gente que conocen desde hace años. Cuando el que les gana es un rival a priori inferior, o desconocido, la primera impresión es que ha habido algún tipo de trampas.
El brasileño Luis Paulo Supi, un Gran Maestro alejado de la super élite, ganó a Magnus Carlsen con un remate muy espectacular en una partida rápida por internet. Mientras los aficionados nos alegrábamos por su proeza, la super élite se mesaba los cabellos con la sospecha de siempre: esté habrá tenido una ayudita extra.
¿Cómo se controlan las trampas?
Las trampas en el ajedrez online han sido una constante desde sus inicios. La única forma que existe para tratar de controlarlas es mediante algoritmos. Se compara las jugadas realizadas por el jugador con las sugerencias del ordenador. Demasiadas coincidencias, despiertan una sospecha que puede provocar una inmediata suspensión del jugador. En otros casos, se crea una duda razonable, que puede ser analizada a posteriori con la ayuda de una persona. Hay jugadas muy buenas pero muy fáciles de encontrar, pero otras que son geniales jamás se le ocurrirían a una persona. Algunas veces el tiempo de reflexión puede indicar una pista: una jugada muy compleja encontrada en demasiado poco tiempo.
El método está lleno de claroscuros, porque no deja de ser una heurística con algo de probabilidad pero un mucho de intuición y opinión. No es sólo qué jugada hizo esa persona, sino saber cuál es su nivel (todos los jugadores tienen un rating, más alto cuanto mejor es un jugador) y en función de eso, establecer si se han hecho trampas o no.
Por lo general, no se puede saber si alguien hace trampas de forma puntual. Puede detectarse si se hace de forma frecuente y retirada, a través de una muestra de datos lo suficientemente amplia. Así, no puede precisarse si una persona ha hecho trampas tres o cuatro veces, sino que lo ha hecho en un rango de varias partidas.
El sistema también funciona como las validaciones de Instagram o Youtube sobre qué es contenido aceptable y qué no. El algoritmo puede detectarlo por sí mismo, pero puede recibir un empujoncito por parte de los usuarios, que a veces reportan comportamientos sospechosos. Y al igual que en esas plataformas, a veces una acción conjunta de sospecha es ya una prueba en sí misma. Si todo el mundo denuncia a un canal por homófobo, no hace falta ni revisar el contenido: el pueblo ha hablado, el contenido es censurado.
En ajedrez, el sistema de validación de trampas, siempre ha sido muy laxo. Las sanciones siempre llegan a posteriori (no se analizan rigurosamente todas las partidas de todos los jugadores, pero si ganas el torneo y nadie te conoce, se mirarán una a una y con lupa) y además se hacen en silencio. Aparte de que la gente no se identifica con su propio nombre, los jugadores sancionados no son expuestos públicamente. Todo ocurre por la puerta de atrás. Un día pierdes contra drdrunkenstein y meses después contra manwithavan y nunca imaginaste que eran la misma persona. Tampoco sabrás si algún día el Doctor Drunkestein es alguna vez sancionado.
DrNykterstein
En todo este entramado con millones de jugadores de ajedrez no todo el mundo tiene los mismos privilegios. Encima de la pirámide, a cientos de metros de altura, se encuentra Magnus Carlsen. A veces se hace llamar el DrNykterstein pero todo el mundo sabe que es él. No es solo el Campéon del Mundo. Es el jugador con más rating de todos los tiempos y el jugador con más rating del mundo desde hace más de una década. Tal vez haya sido el mejor jugador de la historia del ajedrez.
Pero con el confinamiento pudimos ver otras facetas suyas, no tan obvias para el gran público: es el principal accionista del portal chess24.com (que recientemente anunciara la intención de ser comprado por chess.com). Es una celebridad de primer nivel en su país, Noruega, donde sus partidas se retransmiten por la televisión. Un super torneo de ajedrez no puede llamarse como tal si no tiene a Carlsen entre sus participantes. Y las audiencias online de los torneos pueden caer a la mitad, dependiendo de si el campeonato tiene a Carlsen o no.
Estamos ante una estrella del nivel de Maradona, pero que al mismo tiempo es el principal accionista de la principal fuente de información sobre el juego. Si Carlsen se diera un fuerte golpe en la cabeza y olvidara cómo se juega por completo, todavía sería la persona más importante del mundo del ajedrez, algo así como el Harvey Weinstein del deporte. Nadie puede jugar ninguna cosa importante si él no está de acuerdo. Una mala palabra suya, basta para arruinar cualquier vida.
El peor día de su vida
Así, toca volver a la historia de Hans Niemann, ahora que están puestas, de verdad, todas las piezas sobre el tablero.
Niemann ganó a Carlsen e inmediatamente se desencadenó una tormenta. No es la primera vez que pierde ante un jovencito. Pero nunca antes lo había hecho contra alguien que le era totalmente desconocido.
Bueno, no del todo. En el mundo del ajedrez, todo el mundo se conoce. Y antes de enfrentarte a un rival, tienes que ver sus partidas, para tratar de encontrar sus puntos débiles. Carlsen ya tenía una impresión de Niemann, de que era un jugador de una categoría inferior. Pero sobre el tablero se encontró a una persona con la autoestima de un narcisista, tan limitado en sus conocimientos que jugó por encima de sus posibilidades sin darse cuenta. Nunca podrá saberse (o sí, más sobre esto abajo) si Niemann hizo trampas en esa partida. Pero en caso de que lo hubiera hecho, el riesgo hubiera sido demencial, casi suicida.
Un jugador que llevaba toda su vida preparándose para llegar a esa partida, para jugar contra Magnus Carlsen sin pagar, ¿Qué incentivo tenía para ganarle haciendo trampas?
En cuanto terminó la fatídica partida, comenzó una preparación hacia atrás, como en una compleja película de Christopher Nolan.
De inmediato se activaron todos los protocolos de alerta. Como cuando algo terrible le pasa a un político español, inmediatamente todos sus hooligans se encargan, sin que nadie les diga nada, de encontrar las explicaciones, los culpables, los fallos en el relato. No hay que pedir nada, simplemente dejar que los demás lo hagan por iniciativa propia.
Pronto se supo que Niemann estaba en las listas de sospechosos de las torneos online, listas que circulan en petit comité entre la gente que tiene acceso a información privilegiada. Y claro está, todo el que quería congraciarse con Magnus Carlsen (básicamente el mundo entero del ajedrez) trató de ayudarle como pudo. Unos acusando, otros difamando, otros bromeando. Y chess.com dando a su futuro accionista el bien más preciado: información confidencial sobre el jugador y su historial dentro de la plataforma.
Las insinuaciones de trampas pronto escalaron a una denuncia clara y abierta por parte del Campeón del Mundo, que anunció que no jugaría jamás en un torneo donde lo hiciera Hans Niemann. Y la plataforma chess.com preparó un dossier explicando todo lo que sabían sobre Niemann y que este nunca había contado.
El informe Niemann
Semanas después de que el escándalo sobre Niemann ocupara todos los medios de comunicación, chess.com lanzó un informe tratando de ser exhaustivo con el alcance de las trampas que Niemann había hecho en el pasado. El informe fue muy duro con el jugador, pero al mismo tiempo, casi sin darse cuenta, expuso todo tipo de vergüenzas internas de la plataforma. Estando todo el mundo obsesionado con Niemann, estas han quedado un poco en segundo plano.
Al parecer, Niemann hizo trampas en numerosas partidas jugadas en la plataforma. Como habíamos mencionado más arriba, las trampas no pueden valorarse sobre un movimiento en concreto o tan siquiera una sola partida. La sospecha siempre irá sobre un volumen de partidas.
Mientras le incriminaban sobre más de 100 partidas jugadas en chess.com, abrían una parte siniestra al mundo de las trampas online. En dicho informe explicaban cómo era su sistema de detección de trampas. Y para hacerlo, tenían que ir exponiendo a más jugadores, no sólo a Niemann. De hecho 4 jugadores del top 100 mundial figuran en sus informes (anónimos, aunque los nombres circulan por todo Internet y uno de ellos, como no, tenía que ser español).
Según su propio informe, cientos de jugadores titulados habían sido descubiertos haciendo trampas en el pasado. Pero su forma de tratar con las trampas, es, cuanto menos, sorprendente.
El jugador es expulsado de la plataforma y recibe un aviso donde se le indica que hay razones de peso para pensar que ha hecho trampas. Se le ofrece, no obstante, un camino de redención: que lo reconozca.
En tal caso, todos sus pecados se le perdonan. Se le permite crear una cuenta nueva, con todos los privilegios de los jugadores titulados. Y aquí no ha pasado nada.
Así, los jugadores tienen dos opciones: ser expulsados para siempre de la prácticamente única plataforma online de ajedrez. O aceptar cualquier tipo de acusación con tal de volver a tener todas las posibilidades del resto de jugadores.
Además, en dichas comunicaciones se menciona la respuesta de alguno de estos jugadores, donde claramente menciona que el motivo por el que hizo trampas fue para subir en el rating de la página y tener más opciones de jugar contra rivales superiores, para así obtener mayores audiencias de Twitch y más ingresos.
Se ha creado un mundo oscuro donde la gente ya no quiere ser mejor jugador, quiere tener más seguidores y para tenerlos, tiene que aparentar ser mejor jugador. Y qué mejor forma de llegar a aparentar eso, que jugando “con ayuda”.
También recuerda un poco al mundo del fitness, donde todo el mundo trata de ganarse la vida recomendando planes de entrenamiento y dieta. Pero la única forma de llamar la atención de los demás es teniendo un cuerpo muy por encima de la media. Y para hacer eso, llega un momento en que la dieta y el entrenamiento no son suficientes: hace falta una ayudita extra en forma de química.
La lista de cientos de jugadores “dopados” con ayuda del ordenador está sólo en manos de chess.com. Se han filtrado algunos nombres, pero mientras no sea algo oficial, la imagen de estos jugadores no se verá del todo dañada. La lista es enorme, y Niemann es simplemente un nombre más.
Desafortunadamente para Niemann, cometió el error de ganar al campeón del mundo. Para entrar en la élite, hay que hacerlo dando pasos pequeños. Inmediatamente toda su carrera, sobre torneos presenciales u online, se ha puesto en entredicho. Vivimos en un mundo tan absurdo, que tanto valora la fama, que hasta un daño tan grande le puede resultar beneficioso. Con la salvedad de que Carlsen no va a querer jugar en un torneo que tenga a Niemann, cualquier organizador puede conseguir un montón de atención simplemente contratando al polémico jugador.
Pero el establishment del ajedrez está en tan pocas manos (fijaos que en ningún momento he mencionado a la Federación Internacional de Ajedrez) que si Niemann quiere jugar con las reglas del juego, tiene que plegarse a los designios de Twitch, chess.com y Magnus Carlsen. Una confesión de que hizo trampas para ganar al Campeón Mundial sería suficiente. Lo sancionarían unos cuantos meses, daría un buen ejemplo y volvería a los torneos, conservando su fama. La verdad es secundaria, aquí todo se mueve por incentivos. Y esos los deciden los que mandan.