Una aversión del lenguaje es el uso que se hace de la palabra “homófobo” (parecido ocurre con “racista” o “xenófobo”), tratando de establecer una dualidad: eres homófobo si no aceptas, mentalmente o en tu comportamiento, la igualdad absoluta entre personas que tienen una determinada tendencia sexual.
El diccionario no es tan radical, o más bien exige que para ser homófobo uno debe tener una postura radical, definiendo homofobia como:
Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.
Con ese significado, uno puede odiar a todos los homosexuales y casi no ser homófobo, basta con que ese odio apenas ocupe un espacio de tiempo en la mente de esa persona.
No me gusta ni un extremo ni el otro en las definiciones. Pero creo que en los medios se abusa del término con el significado de aceptar la igualdad absoluta, tratando de hacer sentir mal a los que han cometido el error de tener un comportamiento homófobo.
En derechos y deberes, la igualdad es innegociable, de ahí que las bodas de homosexuales sean incuestionables – los homosexuales tienen derecho a cometer los mismos errores que los demás. Pero en mi opinión, es perfectamente aceptable y sano que haya personas que no acepten esa igualdad en su interior, sin causar mal a nadie por ello. Resulta que todas las tendencias sexuales son válidas, pero las opiniones o sentimientos no pueden serlo.
Todos tenemos sentimientos y opiniones totalmente equivocados, no hay más que ver los patéticos patinazos que se cometen en nombre del amor. Peor persona es quien se enamora de quién está claro que es una mala persona, que aquel que no abraza la absoluta igualdad entre condiciones sexuales. Porque ese rechazo se suele vender siempre como una muestra de odio, cuando en muchas ocasiones – quizás no la mayoría – es algo instintivo y sin ningún tipo de maldad, no es más que una conclusión a la educación que uno ha recibido toda su vida.
Siempre he pensado que en la homofobia se pueden establecer niveles y siempre se llegaría a un punto en que uno se baja del burro y no es totalmente igualitario. Posibles niveles, sin pensarlo mucho:
1) Desear que no exista persona homosexual alguna y en caso de que las haya, desear su muerte, incluso a ser posible causarla uno mismo.
2) Desear que no existan, sin mancharse las manos.
3) Desear que no existan, pero que no mueran los que ya hay, pero mostrar ese rechazo siempre que se pueda, incluso de forma activa.
3) Desear que no existan, pero no hacer nada al respecto.
4) Pensar que son peores personas, desear que se les trate peor y tratarlos peor.
5) Pensar que son peores personas, desear que se les trate peor, pero no hacer nada malo al respecto.
6) Pensar que son peores personas, pero no desearles mal.
7) Pensar que son iguales para casi todo, pero que una persona (jefe, vecino, amigo), mejor si es heterosexual. Mostrar esta opinión en público.
8) Pensar que son iguales para casi todo, pero no atreverse a reconocer en público que mejor si es heterosexual. Mentalmente preferirías un vecino heterosexual, pero nunca lo dirás tal cual a otros.
9) Pensar que son iguales en todo, pero preferir que tus hijos nazcan heterosexuales.
10) Pensar que son iguales en todo, no tener ningún tipo de preferencia sobre tus hijos.
El punto 10) demuestra una actitud guay – que no gay – que muchos se atreven a decir, pero que con un poco de honestidad uno debe darse cuenta de que tal vez tenga alguna preferencia.
Gracias al Couchsurfing uno se enfrenta ante ese tipo de debates. Si tuvieras que alojar a una persona de la que a priori no conoces casi nada, ¿Qué preferirías?
a) Que sea un chico homosexual.
b) Que sea un chico heterosexual.
c) Que sea una chica lesbiana.
d) Que sea una chica heterosexual.
Es increíble la cantidad de gente que responde “cualquiera por igual” pero luego se atreve a decir “pero yo nunca alojaría a nadie desconocido”. Ese ejercicio mental demuestra que no somos honestos con nosotros mismos, en gran parte porque la sociedad nos bombardea con mensajes del tipo “tienes que evitar ser homófobo”. Para mi, es peor una persona que no es honesta consigo misma, antes que alguien que no es capaz de aceptar plenamente a un subconjunto de los demás.
Del mismo modo, uno puede pensar en elegir alojar:
a) Una persona de raza negra.
b) Una persona de raza asiática.
c) Una persona de raza blanca.
O también:
a) Una persona de Estados Unidos.
b) Una persona de Rusia.
c) Una persona de Alemania.
d) Una persona de Turquía.
Todo el mundo suele fingir con eso del “me da igual”. Y digo fingir porque a mi sí que me da igual lo que cada uno opine de los demás, siempre que no tenga posturas extremas. Igual que respeto a los homosexuales, respeto a los homófobos moderados.
En mi opinión, una persona madura tiene que tener posicionamientos y preferencias, ser capaz de decidir entre A ó B, igual que en el menú de un restaurante. Porque cuando digo elegir una cosa, no significa que se rechace la otra.
Otro ejemplo chocante: imagina que vas a hacer un viaje en avión bastante largo. ¿A quién preferías de compañero de asiento?
a) Que sea un chico homosexual.
b) Que sea un chico heterosexual.
c) Que sea una chica lesbiana.
d) Que sea una chica heterosexual.
Ahora para mi, que soy un hombre, la peor opción de todas es el chico heterosexual.
¿Cómo te gustaría que fuera el taxista que recoge a tu novia borracha a las 4 de la mañana?
a) Que sea un chico homosexual.
b) Que sea un chico heterosexual.
c) Que sea una chica lesbiana.
d) Que sea una chica heterosexual.
Hay que ser muy deshonesto con uno mismo, o muy simple, para no tener preferencias.
Como este artículo no habla a favor de los homosexuales, ni es neutral, no queda otra que sea calificado de homófobo. Seguramente cause inexplicables molestias. Así que quiero tratar de buscar un motivo.
Recientemente nos hemos encontrado con dos noticias importantes sobre homofobia: por un lado Rusia, que aplicó unas nuevas leyes que no son igualitarias con los homosexuales, por otro, el presidente de una compañía de alimentación, dijo que no saldrían parejas homosexuales en los anuncios de su empresa.
En ambos casos se ha manipulado exageradamente la información. Las leyes aplicadas por Rusia son:
Prohibir la “propaganda homosexual”
Prohibir la adopción de niños rusos por homosexuales extranjeros
Pero en las noticias que se han dado al respecto, se ha malmetido, mezclando actos de grupos neonazis con la postura del gobierno. Es como si en España mezclamos información sobre la Ley Wert con estudiantes agredidos por los Latin King. Está relacionado en parte, pero una cosa no tiene que ver con la otra.
El caso del anuncio de Barilla se ha cogido totalmente por los pelos, exagerando hasta niveles delirantes. Se ha pedido un boicot, aún cuando lo único que dijo el presidente fue lo del anuncio, y aún se disculpó por ello. La misma gente que no mueve una ceja por la corrupción manifiesta de su gobierno, se lleva las manos a la cabeza y dedica valiosos minutos de su vida a tratar de hundir a Barilla.
Lo mejor de todo es que el foco de atención ha salido de Rusia en cuanto se ha podido, buscando un rival mucho menos culpable, pero también más débil. Porque todos sabemos que si vas a Rusia a protestar, las cosas pueden salir muy mal.
En resumen, no creo que haya dicho nada malo, ni tan siquiera polémico. Lo triste con la homofobia es que no se acepta ninguna opinión que no sea anti homófoba. Y digo yo que alguien tendrá que contar algo de la realidad. Personalmente soy muy tolerante con las personas homosexuales. Pero si tuviera un hijo, a priori preferiría que fuera heterosexual.