Sortear

El hecho de sortear, no es tan trivial como pueda parecer. Para un sorteo de magnitud nacional como el de la ONCE hay una infraestructura notable. En primer lugar, las bolas de los bombos han de ser fabricadas especialmente, pues han de pesar todas exactamente lo mismo. Los bombos también son, o deben ser, de notable exactitud. Para un sorteo puntual, como puede ser el del un premio de un concurso sobre llamadas recibidas, la empresa no contará con todos estos medios.
Técnicamente es fácil realizar un sorteo equilibrado. Con un ordenador, se asigna un número a cada persona, se elige un número aleatorio entre 1 y el número de concursantes y santas pascuas. El problema, para un notario, estaría en revisar la fiabilidad del sistema. Tendría que considerar la codificación del sencillo programa, cerciorándose que la aleatorización es correcta. Para ello, sería necesaria la colaboración de un científico(no de la NASA, precisamente).
En mi opinión, la oposición a notario es la más difícil que se realiza en toda España. El simple hecho de preparárselas es toda una declaración de competencia o de confianza en uno mismo. La temática es abismal y la exigencia altísima. Estas personas, ante las que me quito el sombrero, sin embargo, tienen ciertas notables lagunas en simples aspectos del oscuro mundo de los números.
El origen de todo este post está en la noticia que da el País dominical, acerca de cómo se realizó el sorteo de unos premios de Halcón Viajes. Según afirman, el notario en cuestión dijo unos números “al azar”, que resultaron los premiados. Este sistema es altamente ineficiente. Según narran, había premios de mayor y menor cuantía, pero el notario los fue asignando conforme daba los números, que iban en orden creciente. Así, los números mayores tenían nulas posibilidades de obtener un buen premio.