No me gusta criticar a un colectivo, primero porque suele ser fácil y gratuito, y segundo porque me se va la pinza. Lo bueno de tener una página personal es que te puedes permitir excesos, como el siguiente:
Bajo la etiqueta de “escépticos” comienzo a ver un colectivo de personas heterogéneo que se autodefinen como abanderados de la lucha contra las patrañas, la religión y las supercherías de la abuela.
Ante esta definición, me atrevo a afirmar que no son unos quijotes salvadores del mundo, sino unos abusones de colegio público. Porque en el siglo XXI, aunque sigue habiendo personas que creen en la lectura de los posos de café, en la quiromancia y en la sábana santa, son pocos y cobardes. Además, la batalla está ya ganada por parte de la ciencia, así que lo único a que se dedican es a hacer leña del árbol caído. Nunca me gustó esta gente sin escrúpulos que pega al más débil, y hoy les echaré un cable a esta panda de perdedores que son los jugadores de guija.
El primer mandamiento de los escépticos es que Dios no existe. Suele ser un punto sobre el que comenzar el derribo de los argumentos de sus rivales. Sin embargo, algunos de estos autodefinidos como escépticos suele olvidar que la existencia o no de Dios es un principio indecidible, a menos que un día aparezca un tipo de barbas blancas de diez metros de alto en el paseo de la Castellana. De lo contrario, la ciencia no puede afirmar nada sobre la no existencia de Dios – sólo puede hablar de que quizás no exista. Ese quizás no debe entenderse en términos probabilísticos, Dios existe sí o no; no puede pensarse siquiera en que es más probable que exista o que no exista.
La punta de la lanza se clava en que los argumentos que esgrimen los amantes de lo paranormal no tienen fundamento científico. Si lo pensamos un poco, es cuanto menos ridículo acusar a tu rival de que no sigue las reglas porque no sigue las reglas. Precisamente lo paranormal no suele seguir las reglas de la ciencia; en su momento las tormentas y los eclipses fueron sucesos paranormales. Cuando la ciencia fagocita un suceso, antes desconocido o inexplicado, deja de entrar en el ámbito de lo paranormal, y se realizan estudios infumables de miles de páginas que no interesan a nadie.
Categoría: ladrillazo
Evolucion
Fas est et ab hoste doceri.
Ovidio, Metamorfosis, IV 428.
Es lícito aprender hasta del enemigo, una grandísima frase, que con frecuencia se le atribuye al Evangelio de San Mateo, lo cual es un error, pues como puede comprobarse esa frase no aparece por ninguna parte.
I
Muchas sentencias memorables pertenecen a la Biblia, el libro entre los libros. Con el paso del tiempo, su prestigio ha decaído hasta ponerse en entredicho cada una de sus palabras.
Resulta cómica la situación actual, en que los libros que defienden teorías de conspiración por parte de la Iglesia católica tienen tanto éxito. Muchas de esas teorías se basan en los llamados Evangelios Apócrifos. Estos textos, posteriores en su mayoría a lo escrito en la Biblia, son interpretados al pie de la letra. En base a dichos textos, se refutan numerosos contenidos de la Biblia.
Si tenemos en cuenta que, históricamente, dichos textos fueron rechazados sistemáticamente por la Iglesia, nos encontramos con la curiosa situación de que, a día de hoy, se da más crédito a unos textos más modernos – que fueron escritos bajo el conocimiento de lo que figura en la Biblia – y que nunca antes habían sido reconocidos como de valor, salvo por el puramente histórico.
Es como si dentro de dos mil años, un blog que tratara sobre el cine de Amenábar alcanzara más prestigio que el propio director de cine. Y que se cuestionen los argumentos de sus películas basándonos en comentarios y entradas de dicho blog.
La forma de refutación es divertida. Se parte de una condicional (si el Evangelio de Judas es cierto, entonces…) para sacar una serie de conclusiones – Judas no fue un traidor, Judas fue el verdadero Mesías, Adán nunca existió – y luego, se olvida que estábamos ante una condicional, y que todo esto no deja de ser una suposición, quedándonos tan sólo con las conclusiones obtenidas.
Éxitos en video
Frank Darabont y Cadena Perpetua.
Sinceramente, no encuentro explicación a por qué le dejaron dirigir la película “Cadena perpetua” (The Shawshank Redemption) a Frank Darabont.
Frank Darabont tuvo que pelear muy duro dentro de Hollywood para conseguir sus primeros trabajos. Comenzó su carrera con brillantez, en 1983, con el corto “The Woman in the Room”, adaptación de un relato corto de Stephen King. Por este trabajo llegó a las semifinales en la lista de los Oscar. Pero luego le tocó trabajar en el equipo de vestuario mientras intentaba conseguir establecerse como escritor. Hasta 1987 no consiguió aparecer como co-guionista de Pesadilla en Elm Street 3. A partir de ahí consiguió algún tipo de éxito, con otras adaptaciones como en La Mosca II (también compartida). Llegó a dirigir una mala película para la televisión en 1990.
Así, la carrera de Frank Darabont era demasiado corta para emprender una película del calado de Cadena Perpetua. Es cierto que actores hoy en día muy reconocidos como Tim Robbins o Morgan Freeman, en aquella época no eran tan famosos como ahora, pero ya el segundo poseía dos nominaciones a los Oscar y Tim Robbins arrastraba buenos papeles en buenas películas y algunas actuaciones suyas habían recibido el elogio de la crítica.
Posiblemente Darabont estaría ahora planchando una camisa para un extra de una película de segunda categoría si no fuera por la sorprendente flexibilidad de Stephen King.
Muchos escritores basan su carrera en una continua lucha por los derechos de autor de sus obras, reclamando mucho dinero por cada uso de lo que ellos han escrito.
Ajedrez y ordenadores
Hombres contra máquinas.
En 1994, quien tenía un ordenador, alardeaba gustosamente de ello. Cuando uno de mis compañeros de clase se enteró de que me gustaba jugar al ajedrez, me comentó que él tenía un juego de ajedrez en su ordenador, y que era muy bueno.
A mi amigo le sorprendió que le dijera, con una absoluta indiferencia, que yo era mucho mejor que su juego de ajedrez. En realidad, nunca había jugado contra un ordenador, pero eran conocidos los muchos defectos que tenían las máquinas jugando al ajedrez. En especial, se hablaba mucho del efecto horizonte.
Aún cuando el ordenador es capaz de calcular muchas más jugadas que una persona, en algún momento del proceso debe detener sus cálculos. Ahí, es donde el ordenador actúa mucho peor que una persona y pierde su ventaja.
El efecto horizonte puede entenderse con este ejemplo: supongamos un hombre y una máquina que se encuentran en la ventana de un rascacielos, digamos en el piso 46. Una persona, podría considerar el tirarse por dicha ventana. Sus cálculos serían muy simples: al principio caería a la altura del piso 45. Eso no sería grave. Pero a partir de ahí, dada la altura a la que se encuentra, y la presumible aceleración, el resultado apunta a que sería muy doloroso.
El ordenador iría más lejos en sus cálculos. Consideraría la situación de caída, a la altura del piso 45. No le parecería preocupante. Luego vería que se llegaría a la altura del piso 44. Y luego al 43. En principio, calcularía la velocidad creciente de caída, pero no detectaría ningún peligro. El ordenador podría continuar sus cálculos hasta llegar al piso 20, o al piso 10 y ahí detener sus cálculos. Su conclusión final sería: una sensación muy fresca, del viento en la cara. Y saltaría.
Así, en el juego de ajedrez ocurre lo mismo. El ordenador calcula muchas jugadas – pero matemáticamente es imposible calcular hasta el final. En algún momento detiene su cálculo y se pone a mirar. Y ahí, los ordenadores eran muy malos, a decir verdad, ridículos. Mi amigo no pareció entender eso y se ofendió ante mi actitud chulesca. Durante mucho tiempo me insistió con apostar a ver quién ganaba. Finalmente, fui un día a su casa a jugar esa partida.
Aunque mi historia sucedió en 1994, una apuesta similar, a nivel más académico, había tenido lugar en 1968, entre David Levy, un maestro de ajedrez, y John McCarthy, un eminente investigador en Inteligencia Artificial de la prestigiosa Universidad de Stanford. Fueron 3.000 dólares, que era bastante dinero en la época. En este caso, la apuesta se hizo a largo plazo. Levy afirmó que nadie en el mundo sería capaz de tener una máquina que pudiera ganarle en diez años. Para un investigador, parecía plazo suficiente.
No recuerdo muy bien como fue mi partida contra el ordenador. Jugó la apertura con mucha corrección, hasta el punto de preocuparme por primera vez. Sin embargo, en cuanto salimos de la teoría de aperturas, comenzó a jugar como un niño pequeño, y le gané con suma facilidad. Más que lo mal que jugó, me sorprendió lo sorprendido que estaba muy amigo. Al fin y al cabo no tendría más que un costosísimo 486, con una potencia de cálculo similar a la de mi lavadora.
Mayor decepción debió sentir John McCarthy cuando, diez años después, tuvo que presentarse a jugar contra Levy. Él sabía que el programa que habían desarrollado no era lo suficientemente bueno. Efectivamente, Levy ganó con suma facilidad y se embolsó los 3.000 dólares.
La actitud de Levy también había parecido chulesca. Tras su victoria, la revista científica Omni ofreció un premio de 5.000 dólares al primer programa que fuera capaz de ganar a Levy. Hicieron bien en no establecer otro plazo de diez años, porque fueron exactamente once los años necesarios para que Deep Thought, el primer programa de ajedrez potente, le venciera en 1989.
Mientras los programadores informáticos se afanaban en pulir sus algoritmos de juego al milímetro, bebían la triste decepción de que sus resultados sólo mejoraban conforme la industria del hardware iba sacando mejores productos.
Al fin y al cabo, la dificultad mayor para un ordenador es saber cuando hay que dejar de calcular.
Para un hombre, es relativamente sencillo, pero para uno ordenador es algo demasiado complejo. Pensemos en que tenemos 20 euros que gastar en las rebajas. Hay para comprar una prenda. El ordenador tendría tiempo físico de mirar todas las prendas de la tienda, cosa que las personas no podemos – algunas mujeres sí podrían. Sin embargo, el ordenador tendría problemas para saber cual le queda bien. Tendría que probárselas todas. Hacer combinaciones con diversos pantalones y camisas, mirar los zapatos. Al final, elegiría sin mucha seguridad, por falta de tiempo. Los humanos no compraríamos la prenda idónea pero nos calentaríamos la cabeza mucho menos y elegiríamos mejor que el ordenador.
El trabajo de los programadores era inculcarle un gusto al ordenador. Sin embargo, cuando el hardware se mejoraba, esto no hacía tanta falta. Antes el programador ahorraba tarea suponiendo que los zapatos eran negros. Con procesadores más potentes, se podía probar con todos los modelos de zapatos del mundo y combinarlos con calcetines en el mismo tiempo que antes con los zapatos negros. Realmente frustrante.
Caballos de carreras
I
Dándole un margen de confianza a la Iglesia, todos los hombres descendemos de uno mismo: Adán.
La historia de la Biblia es bastante oscura. En ella sólo se menciona que Adán y Eva tuvieran tres hijos: Caín, Abel y Seth. Si esto fuera cierto, la pobre de Eva cayó en un incesto de dimensiones colosales, que deja el pecado de la manzana en casi venial.
Una hipótesis afirma que no se mencionen las hijas de Adán porque la Biblia se limita a narrar lo absolutamente necesario. Lo fantástico de la Biblia es que lo que está escrito admite interpretaciones tanto literales como figuradas, y lo que no está escrito admite infinitas interpretaciones absolutamente libres.
La versión libre es la que más me gusta. Cuando Dios creó a Adán no creó a un hombre concreto, sino “al hombre”, como especie en el Jardín del Edén. Del mismo modo ocurrió con las mujeres. Así, aunque la Biblia luego se centre en la vida de unas pocas personas, se refiere a unos elegidos de entre todos los que había, no a los únicos hombres de la Tierra.
En el segundo siglo después de Cristo, apareció el Libro de los Jubileos. También llamado “pequeño Génesis”, parece que es una extensión a ciertos textos, de aproximadamente cuatro siglos antes, de los míticos manuscritos del Mar Muerto.
El libro tiene como principal objetivo establecer una cronología diferente a la que se indica en el Antiguo Testamento. Para lo que nos interesa, también se centra en algún detalle más sobre la vida de los hijos de Adán y Eva. En ese libro – que no reconoce la Iglesia Católica pero sí la judía – aparecen dos chicas estupendas; Azura, que se casó con Seth (no había mucho donde elegir) y Auán, que no tuvo más opción que hacerlo con Caín.
Aún cuestionando la existencia de Azura y Auán, y dado que el pobre Abel duró demasiado para disfrutarlo, de lo que no cabe duda es de que todos los hombres descendemos de Caín, de Adán y de Seth.
La trampa estadística
Martingala, según el diccionario de la RAE, no es más que un truco con apariencia de verdad para engañar a alguien. Así, “La Martingala” con mayúsculas no sería más que el padre de todos los trucos, una ingeniosa idea que se sostiene en un resultado científico erróneo y que, por lo tanto, no puede funcionar.
Así, quizás el término de Martingala con mayúsculas resulte algo impreciso, aunque es indudable que en muchos lugares se le llame así al engaño por excelencia: aquel que sugiere apostar reiteradamente al rojo o al negro, doblando sucesivamente la apuesta para vencer a la banca en el juego de la ruleta.
En esta página han dado una explicación bastante acertada de por qué el método no funciona. Lee esa página antes de continuar si no estás muy familiarizado con la Martingala.
La Cuarta Dimensión
Imagina que el mundo fuera como una infinita hoja de papel. Cada uno de nosotros sería un dibujo dentro de esa hoja. Podría concebirse un universo bastante similar al nuestro. Dispondríamos de las mismas posibilidades que en el mundo real, pero circunscritas a la hoja de papel. Resulta difícil de imaginar, pero no tanto. Nuestro aspecto sería como el de un personaje de comic, pero podríamos desplazarnos a lo largo y ancho de la hoja. Hablaríamos con otros dibujos que compartieran nuestro sitio. Podríamos tener dinero y medios de transporte, se celebrarían partidos de fútbol y la gente tendría que morir. Todo sería más o menos igual que aquí, sólo que en un mundo de dos dimensiones.
Si llegar hasta aquí te ha resultado complejo, es el momento de abandonar. Porque si hemos intentado abstraernos realizando un viaje imaginario desde el mundo de las tres dimensiones hacia el mundo de las dos dimensiones, ahora lo haremos al revés. ¿Cómo imaginaría el mundo real un personaje de dos dimensiones?
La pregunta es menos trivial de lo que pueda imaginarse. En realidad, ocupa un lugar fundamental en el conocimiento científico y filosófico.
Resulta aventurado afirmar que el individuo de la hoja de papel sería capaz de imaginarse a sí mismo con una tercera dimensión. Todo lo más, podría realizar una aproximación a una realidad tridimensional, pero siempre pensando en una mente concebida en el mundo de las dos dimensiones.
Sesquicentenario
Hablan en el siempre brillante blog de Juegos de Ingenio del término sesquicentenario.
Puede definirse como el 150 cumpleaños de algún suceso.
La primera vez que oí el término sesquicentenario fue relativo a la fecha de fundación de Buenos Aires ( en realidad debió ser el neologismo tri-sesquicentenario ).
Desde entonces, juraría que nunca he oído esa palabra si no es relacionada con algo de Argentina.
El blog comercial
Creo que el futuro nos llevará, de forma indudable, hacia los blogs comerciales. Defino blog comercial como “el blog creado exclusivamente para vender productos de una o varias empresas”.
Y razono del siguiente modo:
Soy el director de publicidad de una empresa enorme E. Se me ofrecen diversas formas publicitarias en internet – evidentemente el medio por excelencia para la publicidad, en el futuro. Actualmente, la oferta es más o menos limitada:
a) De fuera del PC a mi página. A través de otros medios, publicito enlaces en mi página para aumentar el número de clientes expuestos a mi publicidad. Obsoleto.
b) Ventanas pop-up. Hasta Internet Explorer, SP2 las bloquea ya. Obsoleto.
c) Links desde otras páginas. Publicidad intrusiva Flash y multimedia. Si Firefox incluye bloqueadores de objetos – Adlock – entre sus extensiones, es cuestión de tiempo que, en breve, todos los navegadores los traigan de serie.
d) Publicidad contextual. Igualmente, puede ser bloqueada con dichas utilidades. Además, resulta, visualmente, muy poco llamativa.
Es cuestión de tiempo que surjan nuevas posibilidades. Se me ocurren las siguientes:
Promesas electorales
En plena campaña política uno se harta de oír cómo nos prometen siempre las mismas cosas. Bueno, las mismas no son. Lo que hacen es que toman un listado con los resultados de la última encuesta del CSIC y dicen que van a arreglar los 5 problemas que más preocupan a los españoles.
Luego, nunca explican cómo lo van a hacer. Por un lado, porque es algo que ni siquiera se han planteado. Por otro, porque saben que es lo de menos. Como dice el refrán, prometer hasta meter. Y una vez metido, olvidar lo prometido.
Actualmente los asuntos que más preocupan son el terrorismo, el paro, la inmigración y la vivienda. Es en esos temas en los que unos y otros hacen promesas imposibles.
Como ciudadano, me hago la pregunta de si yo podría aportar alguna solución. Cuando veo que no, comienzo a preocuparme, pues entiendo que si no se me ocurre nada a mí, tal vez sea porque no haya solución. Además, hay que tener en cuenta que una vez sales elegido eres deudo de promesas y pactos previos. De ceñirte a presupuestos y de quedar bien con casi todos.
Personalmente no me preocupa el terrorismo. En tanto y cuanto tengamos unas fuerzas de seguridad mínimamente honestas no alcanceremos situaciones tan salvajes como las de Irak. Un atentado de vez en cuando es un riesgo mínimo comparado con la mucha gente que muere por otros motivos, por ejemplo,los accidentes de tráfico.
Además, pienso que el peligro de morir es secundario ante la necesidad de vivir bien. Es por eso que pienso que los otros tres aspectos son mucho más importantes.
De la vivienda no hablaré ahora. Y creo incluso que el paro y la inmigración son un mismo problema y que, solucionando uno, podría arreglarse el otro. Los inmigrantes vienen a España a trabajar, ante promesas de éxito y dinero fácil. Promesas que muchas veces son dadas por familiares sin ánimos para explicar su fracaso a esperanzados compatriotas.
Es absurdo que España, con uno de los índices de desempleo más altos de Europa tenga tantos inmigrantes. En realidad ellos vienen a España por otros motivos. En el caso de sudamérica, por la facilidad del idioma. En el caso de África, por cuestiones geográficas. En ningún caso porque sea este el país ideal para ellos.
Es como cuando conoces a una chica en un bar y acabas casándote con ella. No es la mujer de tus sueños, pero coincidió que estaba en un sitio accesible a tí y que te dió la oportunidad de hablar con ella.
Para España, la universalidad del idioma supone más un problema que una ventaja. Nuestros empresarios tratan de dar el golpe maestro en Sudamérica, que es como jugar a la ruleta rusa, pues un cambio de gobierno, una mala cosecha o quién sabe qué dan la vuelta a la situación económica de la noche a la mañana. También ellos han optado por ese mercado por el idioma, no porque sea más atractivo que otros. Casi nadie mira hacia Asia, que parece confirmada como el futuro. Sin estudiamos las inversiones de las principales empresas españolas(Telefónica, Endesa, BBVA, BSCH, Repsol…)todas han apostado fuerte por sudamérica. Con la reciente crisis perdieron mucho dinero, pero de todos modos no se les abre la esperanza de un crecimiento brutal a medio plazo.
Mientras, los sudamericanos vienen aquí un tanto engañados. No sé hasta qué punto compensa cobrar 10 veces más que en tu país cuando no te sientes valorado ni en tu trabajo, que es de mínima cualificación y retribución. Cuando la mayoría de la gente que conoces está en tu país. Cuando ves que todo lo más que ganas ahora lo estás gastando en el nuevo way of life del consumismo.
Sí, pero aquí tienen derechos. La esclavitud de occidente es mucho más sutil que la anteriormente conocida. Te atrapan en una red, de la que puedes salir cuando quieras. Pero te han enseñado a no querer salir. El mundo que nosotros tenemos no es mejor que el de ellos. El sufrimiento de un niño que trabaja 12 horas al día es menor que el de un niño de escuela bilingüe que sufre el escarnio de sus compañeros por ser el menos pijo de la escuela. El hambre del que no tiene qué llevarse a la boca es menor que la del que no puede cenar en un buen restaurante un sábado por la noche.
Por todo eso, estoy en contra de la inmigración. Porque ellos pasan a estar peor, aunque los más crean que han mejorado. Y por encima de todo porque su miseria aceptada sin reparos hace que el padre de familia, trabajador acostumbrado a hacer fuerza con huelgas, sea un cero a la izquierda, que no tenga más opción que aceptar lo que se le ofrece, o marcharse.
Así, creo que el problema del paro es el problema de la inmigración. Otra cosa es decir que la culpa es de los inmigrantes. No, la culpa es de los que han permitido que vengan con esas condiciones. De la indolencia de la policía a la hora de pedir papeles. Y por encima de todo, de los despiadados empresarios que hacen contratos basura, a veces no escritos, para beneficiarse de la situación.
En España no falta trabajo, faltan sueldos. Si me van a pagar poco más que el sueldo mínimo, me compensa no trabajar y cobrar el sueldo mínimo. Así de fácil. La medida propuesta por el PSOE es más que necesaria. Subir el sueldo mínimo para que los contratos siempre sean al alza. Y así, la gente gana más y es más feliz. Era fácil, pero nadie lo había hecho hasta ahora. En realidad, tampoco ellos, pues se han conformado con decir que lo van a hacer.