El dilema del prisionero reloaded

El dilema del prisionero, más que un problema matemático, es un concepto filosófico de consecuencias muy profundas. Traté sobre él en el siguiente post: El dilema del prisionero.
Básicamente, se refiere a la forma de comportarse en una situación en que la cooperación entre dos personas es la mejor opción para el bien común, pero el comportarse egoístamente puede resultar lo más positivo para tus propios intereses. Un ejemplo del dilema del prisionero es cuando compras tu primer libro en Amazon. Si decides rechazar el cargo que hagan en tu tarjeta no pasará nada. Tendrás el libro y el dinero. Pero no podrás comprar en Amazon nunca más.
En aquel post se comentaba el experimento en que se sugirió a ciertos científicos que prepararan un programa informático que jugara bajo los parámetros del dilema del prisionero.
El programa ganador fue el más simple, el que se limitaba a colaborar con el rival siempre, salvo en los casos en que el rival nos hubiera engañado la última vez.
Estratega, blog del Sr. Martínez trata en un post muy ingenioso sobre las consecuencias de las distintas estrategias.
Algunos años después, sin embargo, con motivo del 20º aniversario de tan famosa competición, se volvió a convocar el concurso sobre el dilema del prisionero. Como ocurrió en Big Brother, de la primera edición a la segunda había un mundo. No es lo mismo ir a un concurso en que no sabes nada a irlo sabiendo quiénes participaron antes y qué estrategias usaron.

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Dios y el principio de inducción

Una de las cosas que más me sorprende de la Biblia es la torpeza con que se trata al personaje de Dios. Suele ser apasionado, colérico y un poco hijo de puta. Nunca entenderé como la iglesia cierra los ojos ante eso, a las malas hace uso del siempre flexible “no hay que interpretarla en sentido literal”. He aquí un ejemplo.
Abraham está hablando con Gehová, el discurso de Abraham es excelente y es capaz de convencer a Dios como un hábil vendedor de alfombras de zoco. Dios, apenas razona y muestra ostensiblemente su mala leche.
Génesis 18:

Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,

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Hacerlo a lo grande

Una de las características que he encontrado en todos los hombres grandes es su tendencia a pensar a lo grande. Cuando el padre de la cadena Mac Donald’s – que fue quien compró el modesto negocio de los hermanos Mac Donald’s – entro en el primer Mac Donald’s, entendió aquello como una forma de negocio que podía tener muchísimo más éxito. Mientras los hermanos veían que tenían un próspero negocio de carretera, el futuro dueño veía Mac Donald’s por todos los Estados Unidos. Y vaya si lo consiguió.
Mientras las empresas se beneficiaban del muy lucrativo negocio de hacer coches, Henry Ford pensaba en un coche que pudiera tener cualquier americano. Las empresas pensaban en miles de coches caros. Él, en millones a precios asequibles. Una idea tan a lo grande tuvo también éxito.
Pueden citarse muchos casos más. Por actualidad citaré dos casos en España.
Ahora está en boca de todo el mundo el director Alejandro Amenábar. Desde que vi Tesis, me di cuenta de que estaba ante otra persona que pensaba a lo grande. Lejos de ajustarse a una modesta película con medios deficientes, ya en su primera obra realizó una producción por todo lo alto. Para ello, a diferencia de otros directores, no escatimó en ambiciones, a falta de dinero pulió el guión tanto como pudo. Sacó lo máximo de los desconocidos actores que tenía. Hizo de casi todo. La película consiguió un taquillazo y arrasó en los Goya. Con las demás pasaría algo parecido. Nada de minucias, de caer en rutinas, Amenábar ha estado haciendo cine por todo lo alto – y no me refiero con esto a cine caro si no a cine a conciencia – desde entonces.

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¿De qué te ríes?

Cuando hacemos una broma tenemos varias actitudes:
Normalmente, esperamos a ver la respuesta del oyente y luego, nos reímos con ellos. Esto es correcto y muy humano.
Si nos reímos antes que quienes nos oyen corremos el riesgo de que ellos no lo hagan. Mucha gente hace un chiste y cree que es tan divertido que comienza a reír. Es patético, aunque fuera algo muy gracioso, ese no poder contener las emociones ni un segundo.
La tercera actitud es la más brusca, no reír. Entonces se crea un conflicto en el público. No estando seguro de si se trataba de una broma, se ponen a la defensiva, es como si les das una moneda y les surge la duda de si es falsa. No solo no se alegran, sino que se enfadan.
Estos tres comportamientos se refieren a tres tipos de personas distintas.

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Sudamericano

Frecuentemente incurrimos en la expresión “los sudamericanos”.
Trabajos como la construcción o el cuidado de ancianos y niños están frecuentemente realizados por sudamericanos. Sin embargo, el concepto es tan equivocado e incierto como sería hablar de los europeos. Decir que los trabajos en la administración pública los realizan europeos suena ridículo. Pero es así.
A un venezolano le fastidia infinito sentirse en el mismo saco que los ecuatorianos. Los mejicanos, que a veces van dentro del paquete sudamericano, son norteamericanos. Cuando nos comparan con rumanos o albanos vemos que el concepto europeo es demasiado general y ambiguo. Del mismo modo se sienten ellos. Sin embargo, algún término habrá que dar para referirse a ellos. Así, cuando se habla despectivamente de la gente de sudamérica, hay quienes no se lo toman a mal. Porque piensan que se refieren a gente de otros países. En cierto modo, la palabra sudamericano ha pasado a definir a un ciudadano de segunda.

No hay bien que por mal no venga

Con mi reciente entrada en el mundo de Gmail pensé que, por una vez, iba a poder acceder a una dirección de correo fácil de recordar. Nada de Maria333@gmail.com o ma-ri_a3@gmail.com. Lo que no había pensado es que eso se podía volver en mi contra. Quien tenga la cuenta maria@gmail.com recibirá miles de correos diarios. Gente que se da de alta en sitios con direcciones imaginarias, spammers que van sobre seguro, degenerados que intentan incluirte entre los contactos de Messenger. La lista de inconvenientes por tener una cuenta de mail fácil de recordar supera, con mucho, a las ventajas.

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Dios me lo dio, Dios me lo quitó

Aparte de las innumerables ventajas por todos conocidas de Internet, como permitir un acceso a mayor cantidad de información de baja calidad o facilitar las tareas a criminales de salón con los bancos on-line, hay notables colectivos que han resultado beneficiados con el invento.
Personas tímidas en el cara a cara, con dificultad de socialización han encontrado en los chats y numerosas variantes una forma de conseguir pareja y amigos que el mundo real hasta entonces no podía aportarles. De tener que bailar con la más fea, con no pocos remilgos, a poder elegir entre muchas que no lo eran. Personas de brillantes mentes y opacos cuerpos han hallado que algunas de sus virtudes podían ser suficientes para conseguir pareja o ser aceptados por la sociedad. Que el físico y lo de siempre no servían de nada en el ciberespacio. Han logrado un inesperado éxito.
En este club hay gente de todos los tipos y colores. Los inmigrantes que se veían marginados por ser de distinta raza, los mudos, sordos y sordomudos. Los que están en silla de ruedas. Madres solteras y jóvenes viudas con niños. Feos de nacimiento y por accidente, enanos y adolescentes alopécicos. Todos los marginados por la sociedad de los Beckham han encontrado su espacio en Internet. Muchos que se preparaban para ser unos desgraciados han tornado su suerte gracias a este extraño medio. Ahora tienen cientos de amigos, frecuentes parejas, autoconfianza que les hace ser más atractivos. Han salido adelante.

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Gracias

Cuando alguien nos beneficia en alguna forma, lo normal es responder dando las gracias. La expresión “gracias” tiene la doble función de hacer entender al benefactor que hemos entendido el suyo como un gesto amable y la de recompensar a esa persona, aun cuando no sea más que con palabras.
Con el tiempo y las convenciones sociales, dar las gracias se ha convertido en parte de la rutina de todo diálogo cotidiano entre personas. – ¿Me pasas la sal? – Gracias. – Me pasas el pan – Gracias. En una simple comida de trabajo pueden darse las gracias 20 veces sin problemas.
En su novela “Los asesinos”, Hemingway indica que existen tres niveles de agradecimiento: “gracias”, “muchas gracias” y “mil gracias”. Esto permite precisiones, así, cuando, por convencionalismos nos vemos obligados a agradecer algo, usamos la primera, la más simple. Cuando realmente alguien nos está aportando algo, podemos utilizar, a libre disposición, cualquiera de las otras dos.
Un problema que surge es el de las personas que no dan las gracias. En casos como el de pasar el pan puede tratarse de mala educación o desprecio por manidos convencionalismos. Sin embargo, en otras muchas ocasiones es toda una grosería. Si le cedo mi asiento a una anciana y no me da las gracias me sentiré ofendido. No olvidemos que el agradecimiento forma parte de un quid pro quo, espero mi parte tras la buena acción, quiero las palabras mágicas. Algo tan simple como una reiterada negación por los demás a soltar la frasecita tiene consecuencias realmente negativas pues redunda en que la gente disminuya el número de favores que hace. Así, si frecuentemente no escucho respuesta ante insistentes cesiones de asientos acabaré optando por no dejarlo más. Pensaré que si la gente no entiende que le estoy haciendo un favor en realidad no lo estoy realizando y, puestos así, no haciendo nada, mi sitación personal mejora. Me quedo en el asiento.
Otras personas, peores si cabe, son las que apenas aciertan a agradecer del todo. Por un lado saben que tienen que decirlo pero por otro no querrían hacerlo. Ahora encuentran la salida del inglés. Vengo observando que en un amplísimo porcentaje la gente opta por decir Thank you o similares cuando en realidad querrían no decir nada. Es una vergüenza como se ha llegado, desde la época de Hemingway de las mil gracias a media o, las más de las veces, a ninguna.

The Prodigy

Nunca había reparado en que una de las principales deventajas que posee el Top Manta sobre el comercio habitual es que tienen retraso en la colocación de los Hits. Con las películas es fácil: se las bajan de Internet y pueden vender mientras la película está en los cines. Con la música suele ser más complicado, pues tienen que esperar a que salga el disco a la venta, realizar la copia masiva, que el vendedor vaya a reponer existencias, que el vendedor exponga los nuevos productos.
Este retardo les depara pérdidas que su estatus de ilegalidad les impide poder reclamar. Muchos fanáticos de grupos musicales no podrán esperar un par de semanas a que el negro saque el CD y acabarán pasando por el aro de las discograficas.
Si no fuera por mi paciencia infinita, ya habría caído en la tentación con el último disco de Prodigy. Y es que cuando un grupo tarda 7 años en sacar disco, crea una expectación sin límites entre sus seguidores. Contaba los días hasta que saliera en la tienda y luego empecé mi tournee por las mantas de toda mi ciudad, buscándolo. Me di cuenta de que no era posible encontrarlo. Al principio lo achaqué al retardo antes citado. Luego pensé más bien que han dejado de ser un grupo de primera fila para pasar a ser casi música alternativa. Y es que el top manta huye de todo lo que no sean superventas, el disco que no quieran miles de personas no será vendido. Y contra dichos discos no queda más que pagar. Así le ocurre a la música clásica, al Jazz, al flamenco auténtico, a los grupos que hacen más arte que dinero.
The Prodigy fue toda una sensación durante los 90, vendían discos como churros, su provocadora puesta en escena y sus controvertidos videos musicales alimentaban a la prensa rosa en alas de vender más y más discos. Era la época de la música dance (o el bakalao, nunca entendí bien a qué se refería cada término) y ellos dieron una patada al género, renovándolo y enriqueciéndolo por completo. Detras de unos chiflados llenos de piercing estaba un buen hacer musical, con canciones muy trabajadas y de gran calidad. Algo parecido a Marylin Manson, un cantante que, cuando se quita el disfraz de pirado, es una persona del todo razonable e inteligente, pero sabe que para vender discos no basta con hacer buena música.
Pero The Prodigy ha dejado pasar demasiado tiempo entre disco y disco. Supongo que lo que ocurrió en realidad es que, forrados de pasta, se separaron y, ahora que algunos de los componentes necesitarán dinero, han vuelto a unirse. Las canciones que he oído son realmente buenas, pero ahora la gente no quiere oírles. Al menos tanto como antes. Porque una gran parte de la cuota de mercado que antes abarcaban se ha pasado al Hip-Hop o al Rap. Algunos, sin saber quiénes eran estos pirados ingleses. Esto, al final, está redundando en que el top manta rehuya el disco y yo no tenga más remedio que comprarlo en la tienda. Todo un abuso.

Windows y los piratas

Me pregunto si habré visto demasiada ciencia ficción o es que el mundo es así de raro. Pero la actitud americana ante la vida, tan valiente pero desconfiada, me lleva a pensar en la siguiente teoría:
Supongamos que el Ejército americano quisiera defenderse de sus múltiples enemigos potenciales. Sean éstos gobiernos u organizaciones criminales. Sabemos que todas estas sociedades usan y necesitan las nuevas tecnologías.
También sabemos que en la informática Microsoft siempre está al borde del monopolio. El porcentaje de usuarios de Internet que no usa el Internet Explorer es menor al 2%. Además, seguramente menos de un 5% de la gente sabe que hay otros navegadores. Algo parecido ocurre con el sistema operativo, Windows by default.
En fin, no sería aventurado sugerir que es más que posible que el gobierno U$A haya obligado/sugerido/acordado con la ovejita de Windows el incluir algún código malicioso para que EEUU tenga una posición de mayor superioridad en caso de una guerra contra un rival digno, como pudiera ser Europa, China o Rusia.
Código malicioso, para que nos entendamos, es algo así como una función que se ejecuta cuando alguien la ordena. Como incluir un botón en el mando del televisor que nadie ve, pero que si lo pulsas escacharra el televisor. Para pulsar ese botón basta con saber que existe y dónde está. Esto, en informática, se consigue con una condición que puede estar siendo validada todo el tiempo.
Imagina que enciendes tu ordenador. Windows empieza a mirar donde tienes los archivos, a pintarte los accesos directos, a ejecutar programas secundarios… en todo ese tiempo podría hacerse la pregunta de si es el momento de romper el ordenador. No lo notamos, porque nadie le ha dicho que lo rompa, todavía.
Pero ahora supongamos que el gobierno dice que hay que romper todos los ordenadores de China. Basta con codificar eso, colocarlo en Internet. Ahora pensemos en un ordenador chino con Windows. Nos conectamos a Internet y Windows comprueba si ha llegado el día del juicio final. Si es así, ordena que se rompa el ordenador. Como nadie sabe el código de Windows, no sabemos las instrucciones que él está pensando, con lo que esto podría pasar.
Una seria objeción contra esta hipótesis está en el hecho de que gobiernos fiables e importantes compañías han exigido y poseen, por su propia seguridad, el código fuente de Windows. Sin embargo, este código fuente puede estar completamente suavizado. Continuando el anterior ejemplo, es como si repartieran las instrucciones del mando del televisor, pero no dijeran nada del botón maldito. Y en los planos del mando indicaran el de otro, exactamente igual que el nuestro, pero sin el botón oculto. No notaríamos la diferencia.
El gobierno podría estar seguro si realizara los mandos a distancia con dichas instrucciones. Pero en la práctica nadie hace esto, porque sería un gasto enorme para hacer algo que ya hace Windows por algo menos de dinero, y Windows no entregaría las instrucciones para perder cuota de mercado.
En resumen, no sería imposible que Windows, en connivencia con el ejército, haya incluido alguna puerta secreta para tener libertad de bloquear a una compañía/gobierno, siempre bajo condiciones extremas que, como todos sabemos, cuando se tratan de EEUU, podrían alguna vez darse.