William Lawrence Bragg

William Lawrence Bragg es la persona que ha ganó el Premio Nobel siendo más joven, con tan solo 25 años.
Ganó el Nobel de Física, compartido con su padre, por sus pioneras investigaciones de estructuras cristalinas empleando rayos X .
Los Premios Nobel más jóvenes de la Historia han sido todos de física:
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Así visto, parece como si fuera el premio Nobel más fácil de conseguir.

Tacos JUMPER

Ahora hasta la comida viene con instrucciones de uso. Muchos alimentos tienen pequeñas recetas sugeridas o sencillamente te explican el único plato que se puede preparar con lo que compraste.
Frecuentemente estas recetas incluyen otros ingredientes que también comercializa la empresa fabricante de ese producto. Y entonces SIEMPRE ocurre lo mismo. Si compraste tacos Jumper, así es la receta:

Para preparar los tacos corte una cebolla mediana y un pimiento rojo en trozos. Saltee un poco de pollo cortado en trozos pequeños mezclado con tomate triturado JUMPER. Tras quince minutos, quitar el pollo y el tomate triturado JUMPER de la sartén. Volver a mezclarlo todo, esta vez a fuego fuerte. Incluir arroz blanco o judías JUMPER a la mezcla. Remover todo (especialmente el tomate triturado JUMPER). Cuando la mezcla tenga un tono dorado apartarlo y dejarlo reposar 15 minutos.
Enrollar los tacos con la mezcla anterior (que contiene tomate triturado JUMPER y judías JUMPER) y ya está listo para servir.

Puntualizaciones:
a) No soy tan subnormal como para creerme que en esa receta el tomate triturado o las judías tienen que ser forzosamente de la marca JUMPER. Así que podías obviar la mención.
b) Si indicas la primera vez que el tomate es JUMPER ya ha quedado clara la idea, no hace falta usar constantemente la construcción tomate triturado JUMPER.
c) Podrías poner la marca de la empresa en letras minúsculas.
d) ¿Por qué todo el tiempo se mencionan los otros productos con la marca (en mayúsculas) y sin embargo el producto ya comprado simplemente se menciona por su nombre, sin especificar marca?
e) Todo parece como pensado para Internet. El no usar pronombres, el repetir cadenas de texto, usar mayúsculas, como si fuera para posicionar una página de cara a buscadores.

1552

I

Mi primera cuenta bancaria la abrí con unos catorce años. La beca de estudios te la daban en una cuenta del Estado, a través de su banco, Caja Postal. Tenías que ir al banco con un papel y allí te abrían la cuenta y al mismo tiempo te ingresaban el dinero. Eran 72 euros que en cuanto tuve mi primera cuenta fueron sacados íntegros y guardados en mi bolsillo.
No volví a ir a pasar por el banco hasta el año siguiente. De nuevo una beca por una cantidad similar, algo superior por las generosas revisiones del IPC. Antes de ir al banco tuve que remover tierra, mar y aire para encontrar la cartilla pero una vez localizada pude volver a recuperar el dinero que me había ganado a fuerza de no estudiar. Se suponía que ese dinero era para comprar libros pero para cuando te lo ingresaban hacía tiempo que usaba los libros que habían comprado mis padres. Por eso el dinero de la beca servía para mis modestos gastos.
Al tercer año empezaron a llegar las becas gordas, la Ayuda Compensatoria, divino concepto. Pasé de cobrar menos de 90 euros a recibir más de 600, todo un dineral para la época y mi tren de vida de aquel entonces. En este caso continué con el ritual y extraje todo el dinero que guardé con grandes dosis de temor en mi cartera y me lo llevé a casa para allí ocultarlo en la quietud de mi habitación. Ese dinero me dio para varios meses de vida aceptable.
Cuando entré en la Universidad, en 1995, la beca ya era de más de 1.000 euros. Era una inyección de capital extraordinaria para una economía en continuo precario. En algún momento del proceso la Caja Postal pasó a llamarse Argentaria con la privatización del Gobierno. En algún momento dejé de sacar todo el dinero para pasar a extraer las cantidades que iba necesitando. Porque con mis ingresos podía tener una tarjeta de crédito y con ella se acabó el sistema de ahorro del calcetín.

II

Estaba a punto de terminar mis estudios, el tiempo de becas. La que fuera Argentaria pasó a llamarse BBVA pero mi cuenta seguía allí, sólo cambiaba el diseño de mi cartilla de ahorros. Con el dinero que obtenía de la beca y mis ingresos irregulares pero frecuentes con el juego tenía para vivir ascéticamente todo el año y permitirme algunos caprichos modestos como el viajar por España en una época en que ninguno de mis amigos lo hacía – los defectos de vivir en una ciudad turística con playa.
La peor época del año era el otoño, justo con el comienzo del curso escolar. La beca la solían ingresar a primeros de año y cuando éste estaba llegando a su fin uno estaba muy justo de dinero.
Recuerdo un año en que por noviembre apenas me alcanzaba el dinero. A pesar de todo las cosas me habían ido bien y durante muchos años siempre había tenido algo de dinero ahorrado en el banco. Ahora tenía gastos fijos como el transporte o las perpetuas fotocopias de la universidad, o los bocadillos del bar cuando me quedaba a estudiar. Eran pequeñas cantidades pero que necesitaba con regularidad. Y mi dinero venía a menos irremediablemente.
En el verano todo habían sido pérdidas. Me encontraba en una situación intelectual delicada, el mundo se ponía cuesta arriba. Y el dinero se acababa. Me quedaban menos de 15 euros para aguantar dos meses.
A primeros de noviembre fui a sacar dinero del cajero automático. Me quedaban 1552 pesetas en el banco (unos 9 euros). Para mi sorpresa vi que casi no había cajeros automáticos que dispensaran menos de 2.000 pesetas (12 euros).
Una de las peregrinaciones que más se han marcado en mi memoria es aquella en que tuve que recorrerme la ciudad buscando uno de esos escasos cajeros. El aprendizaje de ese suceso, de que no había cajeros que dieran menos de 2.000 pesetas, mediante una experiencia extrema como la mía, que sólo disponía de poco más de 1.000, me hizo pensar que hay muchas enseñanzas disponibles al alcance del pobre pero que su situación es tan precaria que no está en condiciones de aprenderlas.
Finalmente conseguí ese billete. Y poco tiempo después tuve que afrontar el más amargo trago: puesto que la unidad mínima era el billete de 1.000 pesetas y sólo tenía 552 pesetas en el banco tendría que ir a él para sacar mi dinero.
Hacía años que no pisaba la oficina bancaria. Una parte de mí sintió vergüenza de otra parte por tan deshonrosa extracción. Saqué hasta la última peseta del banco, dejando la cuenta a cero.
Me había acostumbrado al dinero. Tantos años de becas me habían convertido en un adicto al billete verde. Cuando era más joven vivía la escasez con resignación pero ahora en las puertas de la vida adulta la pobreza me causaba desesperación.
Recuerdo que fui a una competición escolar de matemáticas cuando estaba en el instituto y no tenía dinero para tomar el autobús. Así que fui andando desde casa dando un paseo de más de una hora. En la competición de matemáticas hice un resultado para olvidar pero me sentía orgulloso de ser posiblemente el único que había tenido que esforzarse físicamente sólo por participar. Pero en el momento en que saqué mis últimos ahorros del banco sentía la pobreza como algo intolerable y degradante.

III

Algunos años después comencé a trabajar. Entonces abrí una cuenta por decisión propia en un banco que me convenía. Y preocupado por los riesgos posibles de tener dos cuentas en dos bancos diferentes me acerqué a mi anterior banco – BBVA – a cerrar mi cuenta con ellos.
Para ellos debía resultar molesto que un joven que les había visto pasar por tres nombres de entidad diferentes, que no había tenido que pagar comisiones durante casi diez años, se marchara justo en el momento en que iba a ser sangrado como un cerdo en la matanza. El hombre de la oficina se sentía extraño ante el hecho porque debía resultar inusual que alguien quisiera cerrar una cuenta.
Con mi cuenta se cerraba mi primer ingreso de 72 euros, mi vida de pobre, el día que saqué las 552 pesetas en la oficina. Para él era una molestia más mientras que a mí, esperando a que se terminara el papeleo, los recuerdos me invadían.
Cuando terminó me entregó la libreta con la banda magnética rota. En ese momento pensé que mis 552 pesetas, la historia de mi pobreza, no quedaría reflejada en ninguna parte. Hacía años que no actualizaba la libreta, siempre había usado la tarjeta de crédito como resguardo de la cuenta. Así, le pedí al hombre del banco un última consulta de movimientos.
Pero el cajero no quiso dármela. “Usted ya no es cliente nuestro”, fue su respuesta. Tuve que marcharme.
Al menos los recuerdos siempre se pueden imprimir en papel.

Hockey checo

Hasta hace cuatro días, como quien dice, el Deporte Nacional en la República Checa era el hockey sobre hielo.
Hoy en día ese título es para el fútbol, pero el hockey sobre hielo permanece en un holgado segundo puesto. El hockey sobre hielo es uno de los pocos deportes realmente importantes, que pueden atraer masas hasta el punto de convertirse en el deporte más practicado en un país o región. En este caso es lo que sucede con Canadá. Más del uno por ciento de los canadienses está federado en hockey sobre hielo.
La situación de la República Checa como potencia mundial de hockey sobre hielo escapa a mi comprensión. El hockey es uno de los deportes más atomizados que existen. Aunque se juega hasta en países de África, sólo hay un puñado de países que hayan sido alguna vez buenos:

  • Canadá
  • Estados Unidos
  • Rusia
  • Finlandia
  • Suecia
  • República Checa

Salvo estos países (antes de Rusia estaba la URSS, antes de la República Checa estaba Checoslovaquia) sólo Suiza, Alemania y Reino Unido han sido capaces de obtener medallas olímpicas (cuatro entre los tres) y todas antes de 1977.
El club del hockey sobre hielo es inmensamente selecto y en él se encuentran países de climas muy fríos (el que se extrañe por los Estados Unidos que piense en Buffalo o Milwaukee en vez de Miami) donde hay hielo natural para aburrir. Y la República Checa.
No sólo los checos tienen una presencia inexplicable, sino que además son muy buenos. Sólo ganaron la medalla de oro en las Olimpiadas de invierno de 1998, pero se han aburrido de obtener medallas de bronce. Siempre eran el tercero en discordia, tras Canadá y la URSS. Luego llegó Estados Unidos para animar la competición.
La única explicación racional a la afición de los checos por el hockey sobre hielo es la de que son muy buenos. Normalmente se piensa al revés: si te gusta algo mucho, acabas siendo bueno en ello. Pero también funciona en el otro sentido. Si eres bueno en algo, creas afición fácilmente y la gente se motiva más sabiendo que puede ser Campeón del Mundo que aspirando a ser el mejor de tu país en un deporte minoritario.
Es por eso que el fútbol ha conseguido llegar al primer puesto entre los checos: ahora que tienen una selección nacional competitiva, ahora que se clasifican para las competiciones internacionales, es cuando a la gente le gusta más ese deporte. Pues me imagino que con el hockey sobre hielo ocurrió algo parecido.

Cinco años

La primera entrada surgió de una horrible errata en la edición impresa de un periódico importante: alguien escribió “cavallo”.
Desde entonces hasta ahora han pasado unos cinco años. Al principio pensaba que esto no daría para mucho. Tenía unas diez o doce cosas que podría contar. Eran ideas que yo pensaba que eran nuevas sobre temas cotidianos.
Un poco de historia
A finales de 2003 los blogs eran muy diferentes de los de ahora. Poca gente escribía y menos aún tenía cierta audiencia. Por supuesto existían cientos de blogs de noticias (chorradas) tecnológicas, pero tenían que competir con algunos autores muy buenos. Era gente que no sabía mucho de tecnología pero que tenían mucho ingenio. Muchos murieron en el camino incapaces de controlar los ataques de spam y las intromisiones en su vida privada. Otros hicieron bien: se aburrieron y lo dejaron.
Pero su muerte no fue en vano, dejaron un listón muy alto para todo aquel que quisiera contar algo. Y era difícil contar las cosas bien. La Wikipedia existía pero la inglesa tenía menos entradas que las que ahora tenga la Wikipedia en latín. Y el nivel y la extensión de las mismas no eran ni de lejos el actual. Uno buscaba la información por la red y encontraba cosas sueltas, muchas veces de foros en inglés. Era más fácil inventar sin que te descubrieran en un error.
La cifra de cinco años es altamente inexacta, ni mucho menos empezó la página como un propósito de año nuevo. Estuve desde Septiembre recopilando información para hacer una página y tres o cuatro ideas hubo que descartarlas porque ya existían. Pensaba que había que tratar sobre un tema en concreto y especializarse lo máximo posible. Al final no encontraba nada sobre lo que realmente me viera capacitado a escribir varias entradas por lo que empezó como lo que es: un cajón de sastre. Nada del típico blog que dice “tecnología y chorradas que me encuentro por Internet” y luego se pasa semanas hablando de un terremoto que hubo en Marruecos o de camisetas de la serie Héroes.
La idea inicial de cajón de sastre se mostró sobre todo en el título inicial (tan provisional como desafortunado: Cosas Raras mías (http://www.zonalibre.org/miscosas).
Pronto quise cambiar de nombre y tener mi propio dominio, pero no se me ocurría ninguno bueno. Estuve más de un año dispuesto a cambiar pero sin hacerlo, hasta que se me ocurrió lo de asinorum que sin ser la mejor idea de mi vida, me parece aceptable.
Con el tiempo han cambiado muchas cosas, estoy orgulloso de reconocer que ahora escribo mejor que antes. Eso sí, las frases están llenas de repeticiones y conjunciones, dobles y triples negaciones y oraciones interminables. De faltas de ortografía mejor ni hablar. Me consuelo pensando que eso es un estilo propio.
Hace cuatro años pensaba que me costaría escribir doce o quince artículos. Hoy ya van por más de 900, y hay 100 entradas que se han quedado sin publicar pendientes de retoques o del momento adecuado para salir a la luz. El sistema dice que se acaban de cumplir los mil artículos.
Esto suman un total de 3.357.370 letras. Al ritmo medio de lectura en castellano de 150 palabras por minuto, o 900 caracteres para leerse todo esto harían falta más de dos días y medio. Al ritmo rápido con que se leen los blogs, por lo menos un día entero. No merece la pena hacerlo.
La selección
Mientras seguía tratando de mejorar el formato quise hacer una selección personal de mis diez entradas favoritas. Me resultó imposible seleccionar menos de veinticinco. Al final casi todas son recientes, eso me consuela, lo mejor está aún por llegar. Este es un buen resumen del blog:

Incluso he preparado un .pdf de 64 páginas con esta lista de artículos, tratando de aprovechar el espacio al máximo, letra pequeña y pocos márgenes. El que lo quiera puede acceder a él desde aquí. Es una perfecta lectura de WC.
A pesar de ser esta una selección no creo que sean los mejores estrictamente hablando. Simplemente muestran los que han sido los temas estrella durante la existencia de esta página. Algunos artículos son muy originales, en el sentido de que son materias que no se habían tratado hasta ahora, al menos que yo sepa. Son lo suficientemente superficiales como para que no tengan valor científico o literario de ninguna clase.
Quizás en eso hay que quedarse: sin ser demasiado vulgar, todo a base de copiar y pegar, sin caer en la glosa: unir textos de la Wikipedia con dos enlances mal avenidos. Intentar ir un poco más lejos, pasar el puente de los burros.
Hay trabajos ingentes, como el del día más importante del año, que causan un total desinterés mientras que artículos escritos en quince minutos tuvieron muy buena acogida.
No quiero engañar a nadie. Escribo lo que me gustaría que otros escribieran y lo sigo haciendo en tanto en cuanto veo que no hay nadie que se decida a hacerlo. Para los lectores esto tiene una indudable ventaja: los temas cambian a menudo aunque reciben un tratamiento uniforme. Se puede hablar de Peter Cech, de Roosevelt o de Miss Canadá en igualdad de condiciones.
Todas las respuestas a Pons Asinorum
En fin, que esto se vuelve autocomplaciente, pero creo que por respeto a la gente que lleva mucho tiempo aquí, vamos a seguir en el esta celebración, total, esto ocurre con menos frecuencia que las Olimpiadas.
¿Por qué el autor firma como Zrubavel?
¿De dónde proviene la frase de cabecera del blog?
¿Y por qué se llama este blog Pons Asinorum?
¿Por qué este blog no tiene publicidad?
¿Por qué no puedo enviar los artículos a Meneame?
¿Cuándo terminará este blog? Empezó con el desánimo del principiante y como la prolongación de una broma, pero cumpliré mi idea inicial de terminarlo con un post que se llama el compañero de estantería, que no es más que una historia sobre una extraordinaria coincidencia que me ocurrió hace varios años, antes de empezar la página. Asín que si veis ese título, no hará falta dar más explicaciones.
Los comentaristas
No quisiera terminar sin dar mi agradecimiento a los comentaristas, habituales o no. Sois vosotros los que regaláis contenido a la página. Vuestras opiniones ayudan a corregir errores. No me importa corregir errores o párrafos enteros cuando estoy equivocado. Incluso me han hecho correcciones eruditas y me alegro de haber tenido lectores tan cultos. La ventaja de un blog sobre un libro es que se puede corregir casi instantáneamente. No me da vergüenza estar equivocado.
Quiero también agradecer a mis antiguos compañeros de hosting en zonalibre, que muchos me han seguido como lectores durante muchos años. Así podemos incluso recalcar a uno: Trokkes:
Dejó su primer comentario el 8 de diciembre de 2004 y el siguiente casi tres años después: el 15 de diciembre de 2007. Su poca locuacidad sólo es superada por su fidelidad, al ser el lector que lleva más tiempo leyendo la página. Gracias por estar ahí Trokkes.
También gracias a los que comentan mucho, las diez personas que más veces han comentado:

  • mced/Raúl
  • Hugo
  • Dos_Unobe
  • David Llada
  • Naide
  • David C.
  • lendermain
  • shevek
  • Superverde
  • el hombre máquina

El comentario más largo que me han escrito nunca es este.
Y más gracias a los que nunca comentan: no comentar es lo normal.
Los visitantes
Afortunadamente esta página sigue siendo considerablemente marginal. El número de lectores crece menos que el promedio de nuevos usuarios de Internet.
Las estadísticas que tengo dicen que hay:
79,872 usuarios únicos (cuando estaba alojado en Zonalibre)
509,962 usuarios únicos (desde que está en Asinorum.com)
Eso dicho de páginas de Internet parece poco. Pero en personas, que es lo que suele haber detrás de una visita, son más visitantes que los que tiene el Museo de Arte Contemporáneo de Castila y León, en sus cuatro años de existencia.
En general respeto mucho a la gente que llega de buscadores, porque son la mayoría de los visitantes de esta página. Al final muchos acaban guardándose la dirección y volviendo de nuevo (muchos es uno de cada 10.000).
Estadísticamente hablando los 133 suscritos a la página a través de Google Reader son pocos, comparados con otras páginas. Pero me parece una burrada que haya 133 personas de todas partes del mundo interesadas en leer esta página.
133 personas visitas o lectores es un número pequeño pero considerados como seres humanos son mucha gente. Todos los invitados a una boda de tamaño medio. Cuando tienes que pagarles un cubierto a cada uno de ellos, te das cuenta de cuántos son.
En general los visitantes que se repiten (returning visitors, gente que ha estado en la página más de una vez, que gracias a los lectores de feeds no son una medida del todo fiable) son unos 500 al día.
Estos datos a veces me dan miedo. Afortunadamente sé qué tengo que escribir para no aumentar demasiado las visitas. Tengo aparcada una serie sobre la Erie Railroad para cuando necesite desmoralizar a los buscadores de curiosidades fáciles y de dudosa veracidad.
A todos nos gusta que nos lean, que nos visiten, que nos admiren. Pero prefiero que me lea un profesor de latín antes que todos sus alumnos suspensos, que serán muchos más.
Parte del relativo éxito de esta página se debe a la suerte. Aunque muchos digan que “lo bueno acaba triunfado” es mentira. Hace un par de años empecé otro blog y no hubo forma de conseguir lectores. A pesar de cuidar mucho más detalles como el diseño, las fuentes, hacerlo más visual. El contenido era parecido a este.
Los que empiecen ahora lo tendrán infinitamente complicado, salvo que tengan un padrino famoso o se arrastren por las páginas de promoción mendigando links. En cierto modo, ya está todo el pescado virtual vendido.
El anonimato
Desde el principio esta fue una página anónima. Creo que es una sabia decisión. Una vez mi mujer descubrió en delicious que tenía una página sobre el suicidio y me tocó dar innecesarias explicaciones. Si cada vez que hubiera escrito sobre ese tema un conocido mío me hubiera llamado, habría tenido que desistir de hacerlo. Tampoco habría podido poner ejemplos de personas que conozco, aunque cambiara los nombres. De mi trabajo sólo podría haber dicho maravillas.
Me molesta la gente que dice que los anónimos son cobardes, no dan la cara para insultar con libertad. El anonimato es una postura que te aísla del “mundo real”. Puedes decir más cosas que lo demás, pero no tienes esperanzas de recibir nada por lo bueno que hagas.
Si arriba del todo apareciera mi nombre y apellidos quizás podría encontrar un trabajo relacionado con el mundo de Internet o podría escribir gratis para un periódico cutre o la gente me compraría libros de mi wishlist de Amazon, o me enviaría regalos por Navidad. También he renunciado a todas esas ventajas, para poder seguir diciendo lo que me parezca.
Quinto centenario
Con motivo de este aniversario y de los propósitos de año nuevo, he decidido darle un pequeño empujón a la página. El último año ha estado muy descuidada. He conseguido por fin que la columna de la derecha no se superponga sobre el texto en la página principal para los usuarios de Internet Explorer. He migrado a la última versión de Movable Type (Movable Type es a Worpress como Apple es a Windows, que lo sepáis).
Pero sobre todo voy a intentar escribir algunas entradas buenas. Espero que sigáis ahí para disfrutarlas. Gracias.