Censo público

Me preguntaban al hilo del anterior artículo sobre las mesas electorales si hay alguna forma de conocer los nombres de las personas que formaron parte de las mesas en las votaciones.

He estado buscando por Internet y aunque se supone que es un proceso de enorme apertura y publicidad, la realidad es que en Internet no hay nada de nada.

Se publica el censo en papel y puedes ir al lugar correspondiente en las fechas señaladas y leer los murales empapelados con nombres. Cualquiera puede hacerlo. Pero no se pueden leer en Internet.

Tiene su parte de lógica, los murales se pueden leer, lo de Internet se copia, pega y procesa en pocos minutos y tienes publicidad no deseada en el correo a la voz de ya. Pero hay un punto importante y es que ya no sirve decir que la información está disponible para quien la quiera.

Tienes la información, pero en formatos no digitales. Puedes ver en el tablón del colegio electoral la fecha de nacimiento de tu vecina o la dirección exacta del otro Ramírez de tu mesa de votación, pero no esperes que eso esté disponible en formato digital.

Y no es porque no haya medios para hacerlo, es probablemente para nuestro bien. El censo electrónico lo tienen todos aquellos que se hayan inscrito como partidos políticos. Pero los ciudadanos dudo mucho que puedan conseguirlo.

En cualquier caso quería escribir para celebrar otro avance en la informatización de la Administración Pública. La página del Insituto de Estadística donde puedes comprobar tus datos censales (si tienes certificado electrónico) se puede consultar en catalán, gallego y vasco, pero por fin ¡Existe también la opción de valenciano! Ni qué decir tiene que los mallorquines estarán pronto en la cola de las discriminaciones.

¿Administración en inglés? ¡Pero si los guiris no tienen que hacer trámites administrativos!

Presidente de mesa en elecciones

Preámbulo

Ante todo quería felicitar a los que me desearon de pensamiento o de palabra que me tocara de presidente de mesa en las próximas elecciones, tras aleccionar sobre formas imaginativas de ejercer el voto nulo. Vuestra petición fue oída por el Altísimo. Ahora sólo os sugiero que os pongáis metas más altas y provechosas, que vuestras plegarias vayan orientadas a tareas más necesarias para el bien común. Tenéis un don que merece ser usado para el bien.

El caso es que en estas elecciones Europeas del 2009 me tocó ser Presidente de Mesa, ni suplente ni vocal venido a más. Presidente de primeras. La notificación es un excelente ejercicio de persuasión. Apenas si te dan más datos que los siguientes:

a) Tienes que estar allí a las ocho de la mañana.
b) Si no vas, penas de prisión de 14 a 30 días.
c) Si quieres poner una excusa, esta tiene que ser muy sólida e ir acompañada de documentación muy concluyente.

Antes de empezar

Es la típica situación en que una persona de extracción social baja recibe la notificación, la tira o la rompe en el acto y luego no le pasa nada. Pero el ciudadano de poca monta entiende que no tiene otra que ir. Asín que me tocó contar con que el domingo siete de junio era un día que tendría que destinar a otros.

El primer debate de interés es qué sentido tiene que un país, que puede estar orgulloso de tener un potente ejército de desempleados, emplee para uno de estos trabajos a los pocos que aún conservan su empleo. Y por si la productividad española estaba en tela de juicio, al día siguiente las empresas que los contratan tienen que regalar cinco horas libres porque sí. Eso si los miembros de la mesa electoral no trabajan en domingo porque en tal caso también tienen que regalar el día completo.

La causa de que en España no se pueda hacer algo así es que las listas del censo no tienen relación ni se cruzan con las del Ministerio de Trabajo o el de la Seguridad Social. Nuestra obsesión por la seguridad de la información sólo sirve para que cada cual tenga su archivo propio de datos. En cierto modo hay que entenderlo, si para realizar la selección de la mesa se dispusiera del dato de que un elector está parado o no, se podría realizar un cálculo del número de desempleados en el que el Gobierno no podría influir. Porque ese dato, al formar parte del censo, estaría accesible para cualquier partido político que lo solicitara. La oposición podría ajustar las cifras hasta el céntimo de parado. Y eso no es bueno.

Además, se podrían hacer envíos de publicidad electoral personalizados, al parado prometiéndole que recuperaría el trabajo y al trabajador prometiéndole que no perdería el suyo.

La información censal es mínima. Nombre, apellidos, edad, dirección y nivel de estudios. Cuando te preguntan el nivel de estudios lo hacen única y exclusivamente para saber tus opciones de cara a ser elegido en las mesas electorales. Porque para ser Presidente de Mesa tienes que tener algo más que la enseñanza escolar mínima. No mucho más.

En otros países la opción empleada para seleccionar a los miembros de la mesa es permitir que puedan asistir voluntarios. Aunque el sueldo es propio de un McDonald’s de países en vía de desarrollo, siempre habrá alguna persona que esté interesada en hacer el trabajo voluntariamente. Y luego, si quedan vacantes, se puede recurrir al censo.

Pero si cruzar los datos del censo con los del Ministerio de Trabajo puede ser útil, hacerlo con los de la Seguridad Social es ya casi imprescindible. No se puede hacer, lo entiendo. Pero se debería.

Las primeras horas del día

Porque llega el día de las elecciones y el Presidente de Mesa, los Vocales y los numerosos suplentes se presentan en el colegio electoral. Los primeros resignados; Los segundos rezando por no tener que cubrir la vacante.

La situación es extraña. En cuanto te presentas en la mesa junto a la caterva de suplentes deja de haber orden alguno. Tú pasas a estar al cargo de toda esa gente y de organizar las cosas. Y es un problema porque en menos de una hora estarán votando los primeros jubilados.

No quiero hacer una crítica destructiva, todo lo contrario. Quizás el punto más débil de todo el proceso de las elecciones sea este punto. Un hombre un voto. Vale. Pero el sistema asume que cualquiera puede formar parte de una mesa electoral.

Aquí entramos en disquisiciones sobre los propios ideales de la democracia y aquello de los derechos y deberes. Te toca estar en una mesa y lo asumes: deberes. Pero al mismo tiempo tienes el derecho a formar parte de este circo. Y claro, eso no admite ningún tipo de exclusión.

Volvemos a lo de antes. El censo electoral es una lista de nombres, niveles de estudios, edades y direcciones. Sólo las personas mayores de 65 años se libran de formar parte de una mesa electoral.

Pues bien, esa exclusión es una auténtica aberración. Es decir, que basándote en la poca información que aporta el censo sólo puedes determinar que ciertas personas no están en condiciones de realizar ese trabajo por la edad (los mayores no forman parte de las mesas) o por el nivel de estudios (los iletrados no pueden ser Presidentes de Mesa). Ahora bien, en cualquier actividad del planeta tierra se sabe que existen muchos otros condicionantes que excluyen a una persona de realizar estos trabajos.

Una mujer embarazada de 8’9999 meses tiene el derecho y el deber de estar en la mesa, si tiene la suerte de que le toque. Pero si tiene un bebe de días también podría tener que realizar estos trabajos.

Un tetrapléjico tiene la posibilidad de no participar en las elecciones, pero no es una exclusión inmediata. Es decir, él tiene que solicitar antes de las elecciones el ser excluido de la mesa. Si no lo hace, tiene la opción de presentarse en la mesa.

Cualquier persona con algún tipo de minusvalía considerable: un ciego, un sordomudo, un deficiente intelectual, un loco, todos tienen la opción de excusar su participación pero es simplemente una opción.

Porque ellos pueden decidir que es más engorro solicitar varios certificados y asistir a la Junta Electoral para demostrar su incapacitación que la propia asistencia a las elecciones en un domingo.

Y aquí llega el punto más importante. El Presidente de Mesa no puede decidir que una persona no está en condiciones para realizar ese trabajo. Es decir, te toca capitanear un barco y la tripulación la eligen al azar.

Desde luego el trabajo no es complejo, pero está claro que hay personas que no pueden hacerlo. Tener en la mesa a alguien que se pase las horas sentado sin hacer nada, porque mejor que no lo haga, es absurdo y contradice todo el sentido de las elecciones. Hacen falta tres personas en una mesa. Si no vas, prisión al canto, pero luego si no haces nada, no importa. Se supone que tu no asistencia es un grave perjuicio para la democracia y bla,bla,bla, pero luego si tu única misión es cumplir el onceno mandamiento: no estorbar, no hay de qué preocuparse.

Pues bien, esto es sólo una opinión personal, no hay que entenderla de otra forma, ni en modo alguno como una sugerencia. El único riesgo de ser imputado por esos 14 a 30 días es que no se pueda constituir la mesa. Hay un montón de suplentes y suplentes de suplentes. Nueve personas para tres puestos. Allí nadie pasa lista con lo que si falta uno, se corren los puestos de acuerdo al orden que cada uno tenga. Si el segundo suplente de segundo vocal no se presenta y no es requerido nadie se va a dar cuenta ni siquiera de que existía.

No se rellena una lista de presentados, simplemente se eligen a los tres miembros o miembras y el resto que se marche para casa. Ahora bien, si por un enorme cúmulo de desaciertos no se llega a las tres personas, tierra trágame.

Lo más normal es que esa mesa no se pueda formar, salvo que el Estado tire de funcionarios contratados de emergencia. Según la Ley, esa mesa tendría que votar el día siguiente al de las elecciones y claro, en un colegio. Sería como meter una gran piedra en un engranaje. Si todo va bien, va como la seda. Pero si se bloquea el mecanismo, todo se va al garete. Tienes a toda España votando menos a unos pocos de un barrio, al colegio que no sabe que hacer, los niños quizás tengan que faltar a clase. Costaría mucho dinero y entonces alguien tendría que dormir a la sombra unos días por culpa de ello. Pero esto ocurrirá en un caso entre un millón.

Como Presidente de Mesa mi primera labor fue reconocer a mis vocales. El primer vocal era el toxicómano del barrio. Vamos, el yonqui que todo el mundo ha visto una y otra vez por el barrio. Me estuvo contando que si no estaba en condiciones de hacer su trabajo, que estaba en tratamiento psiquiátrico, que si no sabía leer ni escribir. Todo el mundo sabe que eso es mentira, pero también que es un hombre de 45 que aparenta 75.

Mi primer error en el cargo de Presidente fue decidir que esa persona no estaba en condiciones de ejercer ese trabajo. Lo mandé para casa y me quedé con la primera suplente. Con la Ley en la mano, no estaba facultado para hacer eso. Porque se supone que es un trabajo que cualquiera puede hacer.

En realidad todo el mérito fue de las suplentes que eran dos mujeres muy comprensivas y entendieron que ese hombre no contaba para el puesto. La segunda suplente de vocal aceptó y luego cuando vimos que la primera suplente también estaba le consulté y ella aceptó quedarse.

Es una situación interesante que merece ser pensada para futuras elecciones. Hice lo correcto pero tal vez legalmente obré incorrectamente. Aquí usé el sentido común pero eso a veces te lleva a la cárcel. Pues un problema de las elecciones es el que estás metido en las entrañas de la democracia. Puedes descargarte la discografía completa de Telemann de internet y es más grave que si te la robas del Corte Inglés, pero es que si cometes un “delito electoral” pasas a la misma categoría delictiva que personas que han dado un golpe de Estado, políticos con niveles de corrupción extraplanetarios y falsificadores de moneda y timbre.

Cuando estás en una mesa tienes que cumplir aquello de “El desconocimiento de las leyes no exime de su cumplimiento” pero sabiendo que los desconocimientos pueden tener consecuencias muy graves. No es lo mismo cometer un error que se cita en un anexo a una Ley que es una enmienda de otra Ley que cometer un error que afecta a un artículo de la Constitución Española.

El caso es que acepté las excusas del vocal y me quedé con la primera suplente. En otra de las mesas no sucedió esto. A la Presidenta le tocó lidiar con dos personas que aparentemente eran normales pero que luego se vio que una no oía ni veía casi nada y la otra no sabía apenas leer o escribir. Para ella las elecciones fueron una pesadilla pues tuvo que hacer casi todo el trabajo. Estuvo al borde del síncope y el ataque epiléptico durante doce horas de trabajo. Eso no está pagado.

La jornada electoral

Mi mesa electoral fue un lujo. Mis dos vocales eran personas encantadoras, entretenidas, trabajadoras y eficientes. Sólo el recuerdo de lo que podía haber sido hacía la jornada mucho más llevadera. Pero es que eran como dos compañeros de trabajo estupendos, como cuando llegas a una oficina y al cabo de unas semanas te das cuenta de que sólo hay dos que trabajan de verdad. Pues a mi me tocó con esas dos personas.

El trabajo en unas elecciones consiste en lo siguiente. Llega un individuo, normalmente un ser humano. Te entrega la documentación y compruebas su identidad. Buscas su nombre en una lista del censo y si lo encuentras haces una señal de que ya ha votado y escribes en otra hoja el orden de ese votante. Esa lista es muy curiosa, pues te permite saber no sólo quienes votan sino en qué hora (aproximadamente) lo hacen.

Este dato es tan significativo que incluso los partidos políticos tienen a interventores que se pasan la jornada copiando la lista de votantes, como los números de la lotería de Navidad. Copian por orden los números de votante, sin llegar al detalle de la hora. Imaginaros 4.847 mesas electorales en que un interventor del Partido Popular y otro del PSOE tienen que localizar el número correspondiente al votante y apuntarlo en una casilla, así durante once horas. Volveremos a esto un poco más abajo.

A mi me gustó formar parte de la mesa electoral. Era entretenido, muy pesado por el total de horas pero es como trabajar en una tienda. Hay ratos en que no hay clientes y otros en que llegan todos de golpe.

Los votantes

Y es que no deja de ser un baño de realidad. Es uno de esos sitios de los que escribí una vez, llamándolos lugares democráticos. Un lugar que te devuelve al mundo real, dejas de ver a personas iguales que tú, de tu misma clase social, ves la media desde dentro.

Me sorprendió la cantidad de personas que están hechas polvo. Mayores que son vegetales con ruedas, que están vivos porque votan. Muchas personas con retraso mental (o el eufemismo que prefieras usar) que normalmente no ves por la calle. Gente que está muy mal y no sabes exactamente por qué.

Pero ya digo que me gustó la experiencia, porque a veces se pierde un poco el contacto con la realidad y qué mejor manera de hacerlo que esta. Cada persona llegaba de una forma distinta, pero todos a hacer lo mismo. Siempre trato de aprovechar lo bueno y lo malo y pensé que si pasaba un montón de horas ahí sentado podía hacer unas pocas de encuestas a pequeña escala.

Las personas con problemas graves suelen no votar. Vienen con alguien y ese alguien hace todo: enseña su documentación y entrega su voto. El votante virtual queda como un monigote sin voluntad. Teóricamente el voto lo tiene que entregar cada persona de su mano, pero no hay que ser más papistas que el papa.

Luego me sorprendió que había hombres de mediana edad que no llevaban su propia documentación. Que la mujer con el superbolso llevaba todos sus papeles. En general los hombres son unos parias en todo lo que tiene que ver con el trato administrativo. Lo veo a menudo en los hoteles del extranjero, cuando una pareja viaja a un país en el que usan otro idioma, es casi siempre la mujer la que saca las castañas del fuego, aunque sea en un castellano gesticulante. Otra de las secuelas de un país volcado en la construcción.

Las mujeres, siempre con esas carteras gruesas como el tomo de Guerra y Paz. Llevan toda su vida en ella, sin darse cuenta de lo inútil que es pasear las tarjetas del Ikea, Carrefour, Fnac, tres tarjetas de crédito, fotos de la familia, billetes de metro de cuando lo inauguraron, recuerdos de la Alhambra, amuletos, cartas del Tarot, teléfonos útiles y otros no tanto, recibos de haber sacado dinero y facturas. Vas paseando toda tu vida en un bolso y luego si te lo roban, te lamentas de haberlo perdido casi todo.

En la cartera hay que llevar lo justo. El DNI (documento de identidad) apurando, una tarjeta de crédito como mucho y el efectivo que necesites. Porque luego te pasa lo siguiente que noté en las elecciones:

Mucha gente va con documentación falsa. Tuve que mandar para casa a una señora que sólo tenía una fotocopia en color de su DNI. Pero también tuve que lidiar con un señor que tenía un DNI que a todas luces parecía falso. Y no digo que fuera otro elector, pues la foto era la suya sin dudarlo, sino que hay gente que hace fotocopias en color de su DNI y lo plastifica a conciencia de forma que aquello parece un DNI pero le faltan los rasgos de relieve y marcas especiales. Y si haces un documento que parece verdadero pero no lo es, entonces es un documento falsificado. No importa que tú seas el dueño del documento original, la falsificación es independiente del poseedor de la misma.

La señora que no votó decía que había perdido el DNI hacía años y ya no se planteaba el sacárselo de nuevo. Es decir, asumía que a partir de ahora tendría una falsificación de su documentación, para siempre.

Los que asistían con carnés de identidad caducados eran los menos, pero alguno apareció con uno que llevaba veinte años caducado. Eso es legal, la fotocopia en color no. Me llamó la atención que las personas mayores tienen ya carnés de vigencia perpetua, para ahorrar esas molestias. En los carnés más modernos el sistema asocia una fecha de vigencia hasta el año 9999 (cómo se nota la mano informática) mientras que en el formato anterior figuraba la palabra “perpetua”. Y es en el penúltimo de los formatos en el que no se recogía esta posibilidad y donde se encuentra uno las caducidades de récord.

Me estuve fijando en los nombres y apellidos de la gente, algunos muy curiosos e interesantes. Un señor mayor llegó contándonos un ingenioso monólogo sobre su genealogía, pues su madre tenía el inusual nombre de Leona. Estas personas resultan entrañables, sabes que han contado eso mismo un montón de veces, sin cambiar una coma, y la ilusión con que lo cuentan te contagia y te hace sentir feliz.

La estadística no falla. Por la mañana sólo votan las personas mayores. Al medio día los matrimonios, por la tarde los jóvenes. En general, en mi barrio, la población joven es muy escasa. O bien porque son la mitad que no vota, o bien porque la pirámide de población ya no tiene forma de pirámide.

Mejorando el sistema

Me he quejado de algunos aspectos que creo que deberían cambiarse, pero tengo que reconocer que el sistema electoral me pareció un diseño muy eficiente. Tenía claro que en lugar de quejarme iba a tratar de pensar en cada momento qué cosas podrían mejorarse y cómo. Cuando llegas a las 8:00 ya está todo montado, hay gente que ha estado trabajando desde mucho antes de que tú llegaras y mientras se realiza el recuento hay otros que van recogiendo. No son los clásicos diez operarios en que trabaja uno y el resto mira. Eran dos personas que trabajaban con conocimiento y eficacia, desmontando las cabinas de votación y recogiendo urnas y papeles.

Los policías estaban siempre presentes y hacían su trabajo como mejor sabían. Había una funcionaria del gobierno que estaba para atender cualquier consulta (no tenía ni idea pero por lo menos podía llamar a alguien que supiera y te alegraba la vista de vez en cuando). Un cartero pasó a recoger la información necesaria, dos veces en la jornada electoral. Otra persona llegó a medio día para pagar la compensación a los miembros de la mesa. Otra funcionaria apuntó el recuento parcial y final para enviarlo de inmediato al centro de estadísticas central y que los telediarios tuvieran cosas que contar.

Me pareció que estaba todo bien pensando, no había desperdicio de funcionarios o de gorrones. Felicito a los que hayan dedicado su tiempo a perfeccionar el proceso porque es casi impecable.

La única opción de mejora es la informatización y siendo racionales encarecería el sistema, lo haría más complicado de usar y menos confiable. No es lo mismo manejar una caja llena de papelotes que tener que preparar terminales, terminales suplentes, buscar enchufes en colegios que no los tienen, personas que sepan usar el ordenador, etcétera.

La misma esencia de las elecciones es el localizar a una persona en la lista, indicar su número de orden de votación y que ya ha votado. Esto se hace con Excel casi por defecto. Para un programador informático sería trivial hacer una aplicación que hiciera lo siguiente:

Escribes las primeras letras del apellido y te va mostrando coincidencias en ese censo o en otros de ese mismo colegio. Si la persona está en otra mesa el sistema indicaría el número de dicha mesa y si está en la correcta, con un click se acepta el nombre y se tiene apuntado el orden de votación, la hora de votación y que esa persona ya ha votado.

Como esta información es pública y no tiene misterio alguno, podría actualizarse en tiempo real y se podría hacer una gráfica continua de participación, sin los arcaicos saltos de “recuento a las 12:00”, “recuento a las 16:00”, “recuento a las 18:00”. El problema estaría en que serían necesarios terminales portátiles para los miembros de las mesas y eso sería muy caro.

La modernización podría llegar por parte de los interventores. Ellos copian esa misma información para los partidos políticos. Es un trabajo engorroso, molesto y muy sujeto a errores. Si lo hicieran con un programa informático para móvil les resultaría sencillísimo y podrían enviar los datos con cualquier periodicidad en tiempo real. Los partidos políticos podrían implementarlo en algunos teléfonos, como sistema de prueba, para los interventores que fueran personas jóvenes. Cuando los teléfonos se conecten a Internet con normalidad y sin mecanismos ortopédicos sería posible realizar algo así de forma muy sencilla.

Y sería entonces cuestión de meses que la Junta Electoral, al encontrar un sistema que reduce el tiempo de recuento de votantes a menos de la cuarta parte, lo emplease de forma masiva. Pero insisto que el sistema actual es muy eficiente, dentro de las posibilidades que permiten el papel y el lápiz.

Otra posible forma de mejora es el uso de las personas en la Mesa Electoral. En realidad toda la carga de trabajo está al principio y al final. La figura de miembros de la mesa a tiempo parcial sería interesante. Si no fuera por el final, que tiene que agilizarse al máximo para tener el recuento lo antes posible, se podría hacer el mismo trabajo con la mitad de gente, aunque puntualmente se formarían colas.

Gentes de la política

Los interventores son personas de los partidos que se incrustan en la mesa para comprobar que todo va bien y se realiza con legalidad. Es una figura interesante y respetable. Pensaba que eran veteranos con gran conocimiento del proceso electoral. La verdad es que saben más bien poco y a veces dan datos equivocados. Llevan mucho tiempo sentándose y apuntando pero no están seguros del funcionamiento de las elecciones y te sacan de pocas dudas. Dentro de sus limitaciones, el manual que te dan junto a la funesta carta de nombramiento como miembro de la mesa está muy bien redactado y es de gran ayuda. Es un ejercicio de concisión y dice lo importante en pocas páginas. Buen trabajo.

Los interventores son la esencia de la política. Los que yo vi eran la base verdadera de toda esa maquinaria que a veces nos repugna. Vemos al bronceado político de bolsillos llenos y sentimos asco. Pero en la base de la escalera se encuentran mucha personas que con cierta candidez defienden unos ideales que a veces saben que tienen mucho de ideales y poco de posibilidad de llegar a la práctica. Gente que se alegra de recibir una carta genérica firmada por el Presidente del Partido en el que les agradecen su trabajo. Que con chocar la mano de un político de regionales se dan por satisfechos. Los que envuelven los bocadillos que se reparten en los mítines. Puedes no estar de acuerdo con lo que hacen, como con los editores de la Wikipedia en castellano, pero siendo personas animadas por valores te despiertan simpatía y admiración.

Entre partidos rivales se llevaban como lo que eran, compañeros de trabajo en distintos departamentos. Me gustó lo que oí por parte de uno de los del Partido Popular, hablando con los del Socialista. Decía que las campañas habían sido nefastas y un cúmulo de insultos. Que le sorprendía cómo el Partido Socialista no había aprovechado o por lo menos intentado aprovechar que su candidato era una eminencia (varias carreras universitarias, doctorados por todo lo alto, premios extraordinarios). Y es verdad, uno ve a un político canario o andaluz y siempre se queda con la idea de persona dicharachera y se olvida que en muchos casos es alguien con una formación impresionante.
Que yo me enterara por boca de alguien del PP, el mismo día de las elecciones, de todo esto, es señal de que algo se ha hecho malamente.

El recuento

Contar los votos es la parte más importante. Las cuentas tienen que cuadrar: número de sobres, número de papeletas y número de votantes de la lista que se va rellenando durante todo el día. Con un equipo ejemplar hicimos el recuento de una forma metódica, alemana y casi suiza. Cuando sacamos el último sobre estaban todos en sus montoncitos bien ordenados, cuadrados como las papeletas que se presentan para elegir el voto. La mesa daba gusto verla. Todas las cuentas cuadraron al detalle. Es cierto que los votos nulos causan molestias a la mesa. El resultado parcial fue una victoria del Partido Socialista, por pocos votos.

La parte del recuento se hace con presión para dar los datos lo antes posible. Y todo el mundo quiere copia de todo, por lo que hay que rellenar un montón de hojas. En mi mesa todo fue sencillo. En la mesa en que una compañera se encontró con dos pesos muertos como vocales, hubo un descuadre de votos gigantesco (de más del 20%). Es lo malo de que cualquiera pueda estar en una mesa electoral. Al final la pobre presidenta tuvo que hacer todo el trabajo para conseguir tener las cifras bien.

En una hora ya tenía el recuento realizado y la documentación preparada. Faltaba la parte final, en que el Presidente de la Mesa tiene que entregar un par de sobres en el Juzgado. Este es el segundo pie de que cojea el sistema electoral. Puedes convencer a un funcionario de que pase un domingo en un colegio a cambio de una gratificación. Y a un cartero. Y a los policías. Pero a los jueces no. Porque no hay tantos y porque su trabajo no es ese. Ellos trabajan en el juzgado, un domingo por la noche. Y te toca ir allí a darles la documentación.

El punto es que la documentación que entregas no sirve para nada. Son originales de documentos que nadie va a exigir porque lo que cuenta, que es el recuento, se lo ha llevado un cartero a las nueve de la noche y la copia la ha presentado la funcionaria para que se pueda hacer el recuento de la televisión. Lo otro es “la parte oficial” de este circo. Para que en caso de una reclamación se pueda localizar el documento original.

Pero es que se hace el recuento en una hora y sin embargo tienes que esperar durante más de una hora (hora y media en mi caso) a que vengan a recogerte para ir al juzgado con la documentación. Teóricamente no puedes ir por tu cuenta, te tiene que llevar la policía. Y no lo hace en un coche patrulla, lo hace en un autobús escolar que va realizando una ruta por un montón de colegios. Esto en Madrid significa que tienes que perder un montón de horas, tras un día de mucho trabajo, para entregar un par de sobres que no sirven para nada.

Y esto desquicia a muchas personas que están deseando cerrar ese día. Tras haber pasado por tanto, toca esperar durante horas muertas sin la certeza de cuándo llegará ese autobús. Pero bueno, que al final llega. Y en el juzgado está todo muy automatizado y hay que esperar poco para entregar los sobres, que nadie abre.

Esta es la otra parte que habría que mejorar, pero no sé muy bien cómo. Supongo que el cartero es confiable sólo hasta cierto punto y por eso uno debe realizar el envío de la documentación por sí mismo. Los jueces no pueden desplazarse, eso es lógico. La policía no puede poner un coche patrulla por cada Presidente de Mesa, porque la mitad de la policía está ejerciendo labores de escolta para los políticos y sus familiares. No hay medios para la fiesta de la democracia, sólo para los feriantes de la misma.

Resumen

No es una experiencia que se desee repetir, pero es como la mili, con el tiempo se recuerda todo mejor y te hace un hombre. Tiene aspectos positivos, te reconcilia con tu barrio. Me gustó ver la mesa de al lado, que tenía a un toxicómano rehabilitado y que terminó con todo antes que mi propia mesa, que trabajaba como un consulado suizo. Ahí se ve lo idílico del reformar a una persona, ver que alguien así trabaja codo con codo con personas “normales” y puede sentirse bien haciendo correctamente un trabajo valioso.

Tiene alguna ventajas estar en la mesa, al día siguiente te dan cinco horas libres en el trabajo. Yo he gastado la mitad en contar mi experiencia. También te dan un bolígrafo, un fluorescente y una regla numerada. Menos da una piedra.

Un mes con WordPress y sin Movable Type

Después de más de cinco años trabajando con el gestor de páginas de Movable Type el salto a WordPress me echaba para atrás. Los motivos que tenía eran:

a) Perder lo que ya sabía. Después de muchos años con un sistema uno lo conoce y sabe usarlo con bastante soltura. Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.
b) La seguridad del segundón. No hay nada como usar un sistema que no es el que usa todo el mundo. Las vulnerabilidades, sistemas de spam, ataques, todo está pensado para WordPress que es el número uno de la lista. Por eso ir con el segundo tiene muchas ventajas, te puedes despreocupar.
c) El cambio siempre es traumático. Se rompen links, se pierden páginas, Google se vuelve loco, tú te vuelves loco.
d) Hay que cambiar el diseño. Aunque haya plantillas de diseño, siempre hay cosas que quedan regular y toca el ingrato trabajo de mejorarlas o adaptarlas.
e) Ancho de banda. Lo buenísimo de Movable Type es que genera páginas estáticas y eso se traduce en tiempos de respuesta más rápidos (la página se carga antes) y en menor consumo de ancho de banda.

De un modo u otro, tras un mes de experiencia, casi todos esos aspectos están totalmente superados.
a) Aprender lo desconocido. En poco tiempo de uso ya sé más WordPress de lo que conocía Movable Type. Y es que Movable Type se ha quedado atrapado en su propia ingeniería y ahora mismo es un producto ortopédico. Todo lo que quieras hacer es más o menos complicado. Me parece una opción inaceptable para los usuarios poco avanzados. WordPress está diseñado con mucho conocimiento y es un producto sorprendentemente sencillo.
b) Seguridad. Esto es algo que nunca se sabe cuando te puede tocar. Hasta ahora no ha habido problemas con el spam, sólo con Askimet se paran todos los bombardeos de publicidad.
c) El cambio de links era quizás lo que más me preocupaba. El sistema de direcciones de Movable Type era del tipo asinorum.com/blog/2008/03/buenos_dias.html; WordPress se puede adaptar a seguir ese mismo sistema de direcciones pero era dar un paso atrás.

Quería pasar a un sistema de direcciones orientado a los buscadores, con las palabras importantes. Ahora las direcciones son del tipo asinorum.com/buenos-dias/333, mucho más cortas e interesantes. Pero para mantener los enlaces antiguos y adaptarse a la situación actual no quedaba otra solución que la de hacer una redirección manual, para cada link.

Es decir, que tengo un fichero enorme con cada dirección antigua y al lado cuál es la dirección moderna con la que se corresponde. Para hacer esto más cómodo me fue de mucha ayuda esta utilidad para Movable Type.

Como aún asín esto no era del todo seguro, implementé una idea interesante que era preparar un sistema que me avisara de cada link roto con que se encontraran los usuarios. De esa forma cuando alguien tropezaba con un link roto a mi me llegaba un email indicando la dirección desde la que se venía y la dirección no encontrada. Con eso pude ir reparando los pequeños errores sueltos que aún van quedando. Simplemente en la página de error 404 se incluye el código:

if (substr($_SERVER['REQUEST_URI'],-4)!=='.css' and substr($_SERVER['REQUEST_URI'],-4)!=='.gif' and
substr($_SERVER['REQUEST_URI'],-3)!=='.js' )
{

if (!isset($_SERVER['HTTP_REFERER'])) {
} elseif (isset($_SERVER['HTTP_REFERER'])) {
#this will help the user find what they want, and email me of a bad link
$failuremess = "A user tried to go to $website"
.$_SERVER['REQUEST_URI']." and received a 404 (page not found) error. ";
$failuremess .= "It wasn't their fault, so try fixing it.".
"They came from ".$_SERVER['HTTP_REFERER'];
mail($adminemail, "Bad Link To ".$_SERVER['REQUEST_URI'],
$failuremess, "From: $websitename "); #email you about problem
}
}

Tras las primeras semanas ya casi no recibo ningún email de aviso, lo cual quiere decir que todo está en orden.

d) El cambio de diseño era lo más sencillo. Encontrar un buen diseño con Movable Type era un infierno y trabajar en eso requiere medios o paciencia. Si lo bueno de Internet es que tomas las cosas sin preguntar y no pasa nada. Creo que todavía no les he dado crédito, pero el diseño actual es tomado de esta página.

Las imágenes de arriba algún día las cambiaré. El diseño es extraño, en blanco y negro. Es como vería las página un perro. Los daltónicos no son marginados estéticamente.

e) Ancho de banda. Pues hoy en día la verdad es que servir contenido es algo que no cuesta problemas. Las ofertas ya no son tan ratoneras como antes en que había páginas que dejaban de estar operativas a día 20 de mes. El tráfico web se ha duplicado, en gran parte debido a que ahora hay una imagen en cada página, cosa que antes no ocurría.

trafico-asinorum

Me imagino que aunque una página llegase a hacerse popular de forma temporal, no habría ningún problema en servirla. Aún estoy usando una parte insignificante del tráfico que tengo pagado.

En resumen, estoy muy satisfecho con el cambio. Prácticamente todo es para mejor. Movable Type se ha quedado totalmente atrás, cuando sacan un plugin nuevo lo celebran con una fiesta y luego para instalarlo necesitas casi tener un master en Sistemas y Tecnologías de la Información. En WordPress es fácil instalarlos, modificarlos y hasta crearlos y cualquier cosa que necesites ya está inventada.

Con el cambio en las direcciones, más orientadas a buscadores, he notado un incremento en el número de visitas en por lo menos un 20%. Sin hacer nada más, ya llegará el tiempo de crear Etiquetas, entradas relacionadas y todo tipo de truculencias.

Nombres disputados

Si llevas algún tiempo leyendo por aquí habrás visto que uno de los temas más frecuentes es el por qué las cosas se llaman de una determinada manera. Y por qué a veces se trata de luchar porque un nombre no se asocie con una definición o directamente no se llegue a adoptar.

En lo que a geografía se refiere, son frecuentes las diferencias por rencillas históricas. Desde el nombre de una calle en honor a un general franquista hasta el nombre de un país entero.

Se entiende que el tener cierto nombre sólo puede ser posible como forma de reconocimiento. Alejandría o América son nombres de lugares en homenaje a personajes que causaron pocas antipatías. Mientras que algunos como Stalingrado o Turkmenbashi lo hacen como honor a antiguos dirigentes absolutistas y saben que sus nombres no permanecerán en el tiempo.

Siempre llega el momento de revisar cuentas, de actualizar la memoria histórica. Es entonces cuando los lugares pierden sus referencias consideradas inadecuadas.

Una excepción notable y de considerable interés son los territorios compartidos. Cuando una región es parte de dos países, que tal vez sean enemigos, a veces existe la imposibilidad de ponerse de acuerdo con los nombres.

Los Pirineos son franceses y españoles (y andorranos y catalanes) pero no sentimos problema alguno en llamarlo de la misma forma, aunque cambie ligeramente por las características propias de cada lengua. Pero esto no sucede entre países que aún no han curado sus heridas de guerra. Veamos algunos ejemplos:

Mar de Japón.

Hay mares como el Mar del Norte que con el tiempo han ido perdiendo referencias geográficas. Hubo un tiempo en que se llamó Mar Alemán. Estas alusiones suelen acabar molestando a los vecinos que comparten las aguas, pues consideran ese mar tan suyo como del dador del topónimo.

En el caso del Mar del Norte, fue cuestión de tiempo que ni siquiera los alemanes llamasen a su mar con el nombre de su país. Pero hay casos en que parece que falta mucho tiempo para llegar a una decisión.

El Mar de Japón es el ejemplo más claro. El mar es compartido entre Japón, Corea y Rusia. Sin embargo recibe el nombre del primer país.

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Ni qué decir tiene que los japoneses llaman a ese mar “Mar de Japón”. Los coreanos sin embargo prefieren el nombre de Mar del Este, que llevan usando desde hace 2.000 años.

Para los japoneses la disputa no tiene sentido, puesto que todo el mundo conoce a ese mar con el nombre de Mar de Japón. Pero los coreanos alegan que la prevalencia del nombre del mar se debe al expansionismo japonés, y que el nombre que ellos le han dado desde siempre tiene mucha más antigüedad.

El asunto se llevó a la Comisión de las Naciones Unidas, que acabó archivándolo y decidiendo que no había razones suficientes para cambiarlo por el de Mar del Este. Y ahí quedó la cosa.

Cada país aporta sus mapas históricos en defensa de su nombre, pero los japoneses lo tienen todo bajo control. Incluso en los antiguos mapas europeos ya figura el nombre de Mar de Japon.

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(Este es uno de los mapas coreanos en defensa de su causa).

Si Corea triunfase, los japoneses tendrían la molestia añadida de tener al oeste de su país al Mar del Este.

Golfo Pérsico.

Un combate titánico al que permanecemos ajenos los Mediterráneos es la lucha entre árabes e iraníes por el topónimo del llamado por nosotros Golfo Pérsico.

Aunque es una región mencionada desde los mismos orígenes de la escritura, el nombre oficial se convirtió en un conflicto semántico a partir de 1960, en que los países árabes decidieron llamarlo Golfo de Arabia.

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En este caso la postura más fuerte es la persa, pues cuando tienes a Ptolomeo de tu parte – que ya lo llamara Golfo Pérsico en sus escritos – no hay nada que hacer.

Pero los árabes son mayoría en torno a dicho golfo y su creciente interés en defender todo lo árabe, les ha llevado a recurrir al novedoso nombre de Golfo de Arabia. También ellos tienen sus mapas antiguos que aportan como prueba.

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La posición iraní es fácil de defender, pero a diferencia del conflicto entre japoneses y coreanos, aquí casi todos los vecinos están de acuerdo en cambiar el nombre.

Es una lucha realmente interesante por lo desigual. Los iraníes tienen todo el peso de la historia y la costa este es suya. Los países árabes tienen la oeste y son muy insistentes en sus reivindicaciones. Hasta ahora no han conseguido atraer hacia su causa a ningún país importante. El Golfo Pérsico es el Golfo Pérsico. Pero los americanos, siempre deseosos de estar en buenas relaciones con los países árabes, tratan de usar el topónimo árabe cuando están en alguno de los países defensores del Golfo de Arabia.

Incluso la Guerra de Golfo tiene un nombre ambiguo, capaz de agradar a todos. Es lo romántico de los americanos, que hasta son capaces de hacer la guerra complaciendo a sus enemigos.

El combate es muy duro en todos los frentes. Los iraníes saben que en estas riñas cualquier concesión puede ser una muestra de debilidad.

Así que incluso el Gobierno iraní llegó a impedir la distribución de un atlas de National Geographic que mostraba el golfo de la discordia con el nombre de Golfo Pérsico y en pequeño una indicación entre paréntesis que decía Golfo de Arabia. National Geographic acabó enmendando el atlas y dejando este dato sólo como una nota aparte.

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También desde internet se potencia la lucha y en su momento se realizó un Google bombing para que las búsquedas en Internet de los términos “golfo de Arabia” arrojaran como primer resultado este:

The Gulf You Are Looking For Does Not Exist. Try Persian Gulf.

The gulf you are looking for is unavailable. No body of water by that name has ever existed. The correct name is Persian Gulf, which always has been, and will always remain, Persian.

La Guerra del Guión.

Uno de los combates toponómicos más virulentos a la par que surrealistas es el que se desencadenó en Checoslovaquia tras la caída del Muro en Noviembre de 1989.

El país se llamaba entonces Czechoslovak Socialist Republic, República Socialista Checoslovaca. Ante el sin sentido del término Socialista, se decidió cambiar el nombre oficial del país. Y entonces, se abrió un extraño debate de enorme interés lingüístico.

Los checos lo tenían fácil, pero no tanto los eslovacos, que querían marcar una distinción en el nombre del país. Querían dejar de ser Czechoslovak para pasar a convertirse en Czech-Slovak (Chequia-Eslovaquia). Y lo que parecía que no era más que una sugerencia, pasó a convertirse en una pequeña guerra.

La reivindicación eslovaca trataba de restablecer la situación existente entre 1918-1920 y entre 1938-1939. Parecía una solicitud poco seria pero los parlamentarios eslovacos no daban su brazo a torcer: querían el guión.

La primera solución de compromiso fue salomónica. Los checos mantenían el nombre del país en su versión del nombre oficial: República Federal Checoslovaca. Y en la versión oficial en eslovaco, aceptaban partirlo: República Federal Checo-Eslovaca. Eso sucedió a finales de Marzo de 1990.

Pero tampoco el nombre gustó. Apenas un mes después, se volvía a debatir el nombre oficial del país. Los eslovacos insistían en que querían el guión y los checos no estaban del todo de acuerdo. Entonces llegó la siguiente sugerencia por parte de los checos: usar los dos nombres separados: República Federal Checo Eslovaca. Este nombre fue aprobado por el parlamento el 20 de abril de 1990.

El acuerdo incluía un apaño no evidente. En la versión original el nombre era Česká a Slovenská Federativní Republika. Ahora bien, según la gramática del checo y del eslovaco, los topónimos como este tendrían que escribirse con la primera de las letras en mayúscula y el resto en minúscula.

De cumplirse lo estrictamente correcto, Chequia quedaría en mayúsculas y Eslovaquia en minúsculas. Para evitar una infinita discusión, se optó por hacer todas las letras mayúsculas, también para Federal y para República.

El conflicto fue incluso más complejo. Pues aunque los medios de comunicación hablaron de “La Guerra del Guión” en realidad la distinción que exigían los eslovacos era más sutil. Existen dos caracteres diferenciados: el guión y la raya.

Para casi todos nosotros, son el mismo signo, el que hay en el teclado debajo de la ñ. En checo existe una distinción pero al igual que en castellano, es más teórica que práctica. Para el idioma eslovaco, sin embargo, los dos caracteres tienen un sentido muy diferente.

Lo que realmente querían los eslovacos no era un guión sino una raya. El guión sirve para distinguir dos términos relacionados, como hispano-americano. La raya establece alguna forma de separación entre ambos.

La discusión duraría poco más, pues al final de las palabras se llegó a las fronteras. Ambos países decidieron escindirse al final de ese mismo año, haciendo efectiva su separación el 1 de enero de 1993.

La Wikipedia tiene una lista de otros casos singulares de conflictos por nombres. Junto con el de Macedonia, ya tratado, creo que estos tres son los más interesantes.

Fuentes:

Renombrado de territorios, en la Wikipedia.
El mar de Japón, conflicto nominal, en la Wikipedia.
Defensa japonesa de su postura en el conflicto.
La disputa del Golfo Pérsico, en la Wikipedia.