Tengo una corazonada

Hay que ser flexible, y no confundirlo con tener poca personalidad o ninguna opinión. Igual que criticaba y rezaba porque no saliera la elección de Madrid para las Olimpiadas de 2012, ahora me gustaría que Madrid saliera elegida para las elecciones de 2016.

Eso sí, sus posibilidades de ganar frente al resto de rivales son insignificantes. Así que no tengo una corazonada ni voy a ir a un concierto de Bisbal, aunque sea gratis y repartan cartulinas de colores.

Sobre lo que es conveniente y lo que no, se suele hablar de forma categórica, olvidando siempre el factor tiempo. Pensemos en la faraónica obra de la remodelación de la carretera de circunvalación M30. Todo el mundo decía si era bueno o no hacerla. Ahora es el momento de pensar. Con la situación económica actual, si el Ayuntamiento de Madrid no tuviera la deuda que tiene, el iniciar la obra de la M30 sería un revulsivo genial, y económicamente una jugada perfecta: se podría hacer lo mismo que se hizo en su momento, pero pagando menos intereses, menos por la mano de obra, sin molestar tanto al resto de ciudadanos y tirando un salvavidas a los parados de la construcción y sectores relacionados.

Hacer la M30 en la cúspide de la bonanza económica del ciclo era una decisión de descerebrados. La idea, muy buena, el momento, muy malo. Lo terrible es que para un político el único momento bueno es aquel en el que hay próximas elecciones. No se actúa por lógica ni por interés de las personas, sólo por pasar el máximo tiempo posible calentando el sillón.

A falta de una M30, lo mejor que puede hacer Madrid es tener unas Olimpiadas, y salvar al menos a la región de la crisis que nos espera (no la actual, que ya tiene tela de por sí).

El hecho de que la elección sea en Copenhague es una gran noticia. Como los políticos suelen ser personas que viajan poco, por lo menos que lo hagan a ciudades modélicas como esta. Ahí puede tomar nota el alcalde de la ciudad de los sistemas de bicicletas, masivos. Y no empleado por pobretones o linuxeros, sino que lo habitual es ver a personas con traje, hombres y mujeres, que van en bicicleta. Ahora que se pondrán de moda las tonterías ecológicas, nada más verde que una bicicleta. En Madrid ahora mismo el que va en bicicleta es que es un suicida, ya yendo en coche te juegas la vida, no te digo nada sin carrocería.

Lo increíble de la elección de la ciudad es ver los factores tan “importantes” a la hora de elegirla. Obama va a Dinamarca y de repente la candidatura de Chicago se vuelve una de las favoritas. Es decir, que el hecho de que el presidente se persone en la votación ya convierte a la ciudad en “mejor preparada” para vencer. La votación es un sistema arbitrario y del que creo que he dicho, o sino lo digo ahora, que es el sistema de elección más injusto que existe.

Desde las preliminares hasta la última votación un delegado de los Juegos puede cobrar comisiones de decenas de candidaturas, sin fallar a ninguna. Por ejemplo, cobra de Móstoles, como ciudad candidata, y aunque un delegado vote a tan insigne ciudad, queda descartada de la ronda preliminar. Pero que le quiten lo cobrado. Segunda ronda de votaciones, ahora cobramos de Sevilla. La vuelven a eliminar, pero con el voto positivo del delegado. Tercera ronda, ahora toca cobrar de Barcelona. Y así sucesivamente, hasta la última elección en que sólo hay dos candidaturas a las que votar. Es de risa.

Según los importantísimos trabajos de Jane Jacobs, que no he leído pero cuyos resultados he visto en Toronto, una ciudad tiene que reinventarse a sí misma continuamente, tener un dinamismo que resulta necesario no ya para triunfar sino sólo para sobrevivir. Ejemplos de ciudades que se durmieron en los laureles son Detroit, Berlín o la misma Barcelona. Que tuvieron un buen empujón y no supieron progresar, entrando en una suerte de deterioro que se puede convertir en irreversible.

Lo triste es que en España no se nos ocurra otra forma de dar dinamismo a una ciudad que organizando unas Olimpiadas o una Exposición Universal. Si no hay otro camino, habrá que pasar por el aro.

El internet q keremos

Antes de empezar a escribir sobre algo, para que parezca que lo que digo es verdad, trato de buscar ejemplos que apoyen mi argumentación. En este caso tengo tantos que me cuesta por donde empezar, pero qué mejor manera de empezar que usarme a mi mismo como muestra y luego saltar a casos por todos más conocidos.

Como algunos habréis notado, cada vez hay menos artículos. Va por rachas, pero haciendo las cuentas se puede notar que el número de artículos puede haber caído a menos de la mitad que en años anteriores. Y en muchos casos, no hay artículos extensos. Y no es por falta de ideas, lo que ocurre es que a veces me doy cuenta de que iniciar según que artículos puede ser meterse en una labor de varios días.

Por otro lado mientras tanto tengo algunas páginas de contenido que es pura basura. Unos textos breves, aderezados con palabras en negrita, tags, categorías, fotos que se llaman con nombres meditados. Lo que en el internet de la gente puntera se llama “blog temático” y los que tienen más honestidad se atreven a llamar splogs.

Por ejemplo, un artículo más o menos elaborado podría ser este sobre la compra de Alaska. Según Word, tiene 1.320 palabras.

La versión splog, o blog temático, de este artículo, sería más o menos del siguiente modo:

Compra de Alaska

En 1867 Rusia vendió Alaska a Estados Unidos por 7.200.000 $.
Esta cantidad, actualizada con la inflación, sería de unos 60 millones de euros. Lo que cuesta la clausula de rescisión del jugador del Sevilla Luis Fabiano.
¿Por qué Rusia vendió Alaska?

Seguir leyendo…

Rusia hizo un buen negocio con la venta de Alaska. Porque era una fuente de problemas.
Eduard Andreevich Stoeckl, fue el encargado de realizar la venta de Rusia a Estados Unidos a encargo del Zar Alejandro II.

Fuente: Wikipedia.

Tags: Rusia, Alaska, EEUU, e-bussiness, web 2.0, Luis Fabiano, Sevilla, Betis, Recreativo de Huelva, Jamones de Huelva, Champions

Está claro que el segundo artículo se detiene en menos detalles que pueden ser poco relevantes o curiosos. Al fin y al cabo lo más importante está contado: que Alaska costaba menos que Luis Fabiano.

Ahora bien, la página del “blog temático” se posicionaría mejor en las búsquedas de Google, mediante artimañas como la de los tags y sobre todo los enlaces mutuos masivos. Si alguien busca información sobre la compra de Alaska, encontrará el artículo del “blog temático” antes que mi propio artículo. Y quizás no busque más.

No me quejo de que existan los “blogs temáticos”. Como dice la frase, El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas. Asín que he preferido cortar por lo sano: ajustar velas y hacer blogs de calidad más que dudosa.

¿Qué utilidad tiene hacer blogs de pacotilla? Obviamente ganar dinero con la publicidad. Cuanto peor sea el contenido de una página, más dinero puede ganar con la publicidad. En dos páginas que tengan el mismo número de visitas, la más cutre tendrá más ingresos.

La reflexión que pocos quieren ver es esa: que en Internet menos es más, o está siendo más. En el tiempo que puedo tardar en escribir un artículo sobre la construcción de trincheras en la Primera Guerra Mundial, puedo escribir 20 de temas chorra, en páginas chorra, que me darán unos ingresos que aunque no muy altos, al sumarlos me permiten comprar todo tipo de bienes, desde latas de atún hasta libros sobre la Primera Guerra Mundial.

Cuando se establece un debate en Internet sobre cómo debería ser, hablan de un lado los que escriben artículos extensos, y los intermediarios que consiguen sacar un beneficio a esos artículos. Y del otro, los que consumen esos artículos – que siempre querrán cuantos más y más baratos mejor – pero también los que crean sus blogs de contenidos tan superficiales como indexables por Google.

El eterno debate de la música pirata, la música legal, la música gratis y los intermediarios que se enriquecen. En este caso, a mi, habitual del Emule, lo que me preocuparía es que Antón García Abril ganase más tocando en el metro tonadas de Ecuador que componiendo en su despacho insoportables matracas contemporáneas. Aunque por el camino se lucren veinte.

Ahora se debate que si los periódicos quieren cobrar por los contenidos. Mientras que los “medios alternativos” se frotan las manos ante la eliminación de la competencia.

Mucho se ha hablado de la revolución de Internet, pero lo cierto es que alguien como yo puede escribir un artículo decente al mes, mientras que un profesional puede hacerlo casi a diario. No hay más que ver a Manuel Vicent o Juan José Millás. Se puede seguir 100 blogs y al final uno tiene su dosis diaria de contenido decente. Pero para eso hay que ojear otras 99 infamias.

A mi el internet que me gustaría tener es de los artículos extensos, mejor o peor documentados. El de los profesionales que se dejan sus horas para hacer algo digno. Aunque tuviera que pagar. Pero como mi opinión aquí no cambiará nada, me cambiaré progresivamente de bando. Escribiré sobre Luis Fabiano, artículos de tres párrafos y dos docenas de tags.

La opinión es que a pesar de los pesares, la calidad gratuita sigue existiendo. Y es cierto. Pero también se va agotando. La Wikipedia cada vez tiene menos nuevos bibliotecarios, los artículos se estancan. Estupendas páginas de diseño viejuno desaparecerán de la red dentro de pocos meses – las Geocities. Los catedráticos eméritos que escribieron una página que no visita ni Dios olvidaron el medio, y con motivo. Que una página llena de imprecisiones se lleve todas las visitas, ignorando la suya, desespera al más paciente.

Que cada cual defienda lo que quiera, pero sabiendo hacia donde se encamina todo. La red será más social, más interactiva, más lo que quieras, pero empiezo a pensar que habrá una época dorada de los contenidos, que ya la hemos vivido, en que las mejores páginas eran las primeras.

Si toda la información sigue estando ahí, pero la que se añade nueva es cada vez de peor calidad, enterrará a lo poco de mérito que exista. Pensar en que los que puedan hacer algo bueno lo seguirán haciendo, “adaptando su modelo de negocio” no va a funcionar siempre. A veces la adaptación consiste en bajar la calidad en pos de la cantidad.

Ve al medico no a Internet

Uno de los tópicos, quizás el principal, de la desinformación en internet, es el del paciente que se informa en la red sobre su hipotética enfermedad.

La medicina es la ciencia que conocen los médicos. Uno que consulte en la red, sin saber lo que hace, corre enormes riesgos.

Si esto mismo lo dijéramos de cualquier otra disciplina científica que no fuera la medicina, muchos responderían violentamente. No es así. Todo el conocimiento está en la red. Puedes aprender más sobre cualquier tema usando exclusivamente Internet, y eligiendo bien, que asistiendo al mejor master del mundo (y sin poder usar Internet). Y la medicina no es, ni mucho menos, una excepción.

Claro está que si tengo un tumor, no voy a aprender a extirparlo consultando páginas web. O aunque lo hiciera, lo suyo sería que un médico se dedicara a tan peliaguda tarea. Tampoco voy a elegir la medicación contra el SIDA basándome en lo que lea de la Wikipedia. Mejor consultar a un médico.

Pero hay muchos casos en los que el conocimiento real está en Internet, no en el médico. Y no estoy hablando de excepciones raras, sino en la medicina de andar por casa, la que nos afecta a diario.

Pensemos en el siguiente caso. Todos sabemos de los peligros del sol. Sus rayos pueden castigar nuestra piel y causarnos daños graves, no sólo estéticos, sino de salud a corto, medio y largo plazo. Todos sabemos que hay que usar crema protectora contra el sol.

Así que vamos a la farmacia o al supermercado. Compramos la crema y nos la aplicamos, y sobre todo a nuestros hijos que son siempre los más vulnerables. Hemos actuado responsablemente y sin embargo surge un imprevisto: nuestro hijo tiene una alergia, presumiblemente a la crema solar.

El padre modélico, de libro, acudiría a su médico de cabecera, que tal vez le daría cita para el dermatólogo. Y lo que el dermatólogo le sugeriría es que probara con otra crema.

– ¿Qué crema?
– Otra, hasta que encuentres una que no de alergia.

El sistema es rudimentario, caro, pero funciona. Uno va probando con distintas cremas solares, hasta encontrar la adecuada, la que no da alergia y permite a nuestro hijo jugar con tranquilidad en la playa.

Ahora bien. El padre moderno e irresponsable que hubiera consultado en Internet, se habría encontrado con muchos otros casos como el suyo. La crema X causa alergia a mi hijo. Foros enteros dedicados a la alergia a la crema solar.

La solución final habría resultado la misma. Comprar otra crema, ver el resultado y si no es satisfactorio, ir por la siguiente.

Hay una enorme diferencia entre el tratamiento del médico y el de Internet. En el primer caso, uno actuaría a ciegas. Con Internet, uno podría saber fácilmente qué cremas resultan más alérgicas y cuáles han funcionado en otros casos.

La solución de Internet es la más barata, y por lo tanto la menos traumática. Siempre que se hubiera usado con un poco de cabeza, se habría encontrado una crema adecuada en menos tiempo.

¿El problema verdadero sabéis donde está? Pues en que ese médico probablemente tenga otro caso de alergia a la crema solar en todo el año. Y le dará la misma solución. Al ser una enfermedad rara y tener las mismas preocupaciones que una persona cualquiera, el médico daría la solución, que es correcta, y pasaría al siguiente paciente.

Cuando vas al médico a contarle que le diste la crema X a tu hijo y le dio alergia, y luego la crema Y y también, el médico no apunta X e Y en ninguna parte, ni siquiera en su memoria. Así, si dentro de un año le llega un paciente que ha sufrido alergia con la crema X, el médico sería capaz de sugerirle la crema Y.

Pero peor aún. Imagina que llevas a tu hijo al dermatólogo dentro de un año. Por un problema totalmente diferente. En este caso, si falla la memoria, no falla el historial. No es sólo cuestión de que los médicos tengan a muchos pacientes o que dispongan de pocos recursos. En una consulta privada ocurriría lo mismo. El médico nunca te preguntará que crema solar fue la que acabó funcionando con tu hijo.

Es decir, que después de la mala experiencia con el sol, tú sabes más sobre cremas solares y alergias que el médico. Y lo que es lo mismo, si alguien en un foro pregunta por una alergia a la crema, tu respuesta será más válida y más interesante que la de tu médico.

Por todo ello, es una temeridad y una exageración decir que Internet no es un sitio donde acudir a por información médica. El que tenga pocas luces será engañado, estafado y maltratado. Pero quien sepa distinguir el polvo de la paja, puede y debe acudir a este medio a informarse.

Otra limitación de la medicina está en los tratamientos. Contra la gastroenteritis, en España, hay un tratamiento sota-caballo-rey. 24 horas sin comer, beber mucha agua, dieta blanda y vuelta a la normalidad. Cualquier médico de España te dirá siempre lo mismo.

En este caso, es un problema sencillo. Pero en otros, la receta mágica puede no funcionar. O que no nos venga bien porque nos da asco el arroz y la patata cocida. Una consulta en Internet y uno se topa con la receta que emplea otro país europeo: hartarse de coca-cola. De nuevo Internet nos está resolviendo una papeleta.

Notas:

La idea del médico que no aprende de sus pacientes, es de Seth Roberts, el creador de la dieta Shangri-La. En su caso, perdió una enorme cantidad de kilos y el médico, al que se supone que debes acudir cuando tengas sobrepeso, cuando se lo encontró tan mejorado, ni siquiera le preguntó, por curiosidad, cómo había perdido todo ese peso.

Los médicos, en general, sólo aceptan la ciencia que llega de la publicación científica. Han olvidado que el método científico nace de la observación. Como ese dermatólogo del ejemplo no pensaba escribir ningún artículo sobre la alergia a la crema solar, descartó cualquier posibilidad de aprendizaje del mundo real. Algo que no está bien, por cuanto la ciencia está dándonos respuestas parciales e inexactas. Constantemente se retiran del mercado medicamentos que estaban más que probados y con una eficacia científicamente demostrada.

En este foro hablan sobre la alergia a la crema solar. Es la antítesis a lo que te diría un médico o farmacéutico (estos sí que están más acostumbrados a aprender de los pacientes). Por un lado, recomiendan las cremas más “ratoneras”. Nivea, que es una de las más baratas, entre las que mejores resultados da a aquellos que sufrían alergia con marcas más estilosas.

Por otro lado, hablan de un producto ¡Que venden en Ebay! que es la panacea contra los casos más recalcitrantes. Lo último que esperarías oír de tu doctor.

Relacionada:
Viagra falsa.

Danone

Preámbulo

Ahora que con la crisis todos somos menos ricos que antes, se ha iniciado una verdadera cruzada en defensa de las marcas blancas.

Una marca blanca es la propia de una cadena de supermercados. Solían ser productos fabricados por empresas desconocidas. Con el tiempo, cada vez más empresas grandes y conocidas empezaron a fabricar algunos de sus productos para dichas cadenas de supermercados, con nombres encubiertos. Pasó un poco más de tiempo y esto se convirtió casi en la norma.

Antes las marcas blancas eran garantía de producto cutre, ahora suelen luchar de igual a igual con las marcas que se publicitan. Hay productos en que marcas blancas son mejores que conocidas (como los yogures griegos de marca DIA%, las cuajadas de DIA% o la crema catalana de Hacendado) mientras que en otros casos hay empate. Y también hay situaciones en que las marcas conocidas son mejores (como la deleznable tónica marca DIA% o la repugnante crema catalana marca DIA%).

Lo ridículo es que para mucha gente esta idea no se ha considerado hasta que se han visto económicamente apurados. Qué triste es ahorrar por necesidad, no por la lógica del concepto.

En internet uno ve a gente que escribe indignada ante la campaña “manipuladora” de las marcas que no son blancas. Ante su pérdida de cuota de mercado han hecho lo lógico: pelear por recuperarla. Y una forma clara de hacerlo es de la manera más coherente posible: diciendo que son productos diferentes.

Y es que el esconder el verdadero origen de las marcas blancas, normalmente indicando el fabricante mediante el registro sanitario o el NIF, no por el nombre, ha llevado a todo tipo de leyendas urbanas. La primera marca que recuerdo que me contaron, como en confidencia, fue el Whisky marca DIA% (“tengo entendido que es J&B”).

A partir de ahí, todo tipo de creencias, más o menos verdaderas, han pasado de boca en boca, llegando a comparativas difíciles de valorar. En Internet hay listas muy completas de marcas blancas y el nombre de su fabricante.

Al proliferar las marcas blancas, mucha gente ya ha llegado a pensar que todas las marcas que se publicitan se dedican a producir también marcas blancas, lo cual no es siempre cierto. Así, por lógica, ante la rumorología, han optado en algunos casos por decirlo claro: nosotros no fabricamos para marcas blancas.

Danone no fabrica marcas blancas

Entre todas estas marcas, Danone se ha erigido como principal abanderada. Cuando destapas uno de sus yogures, te lo encuentras en el mismo reverso explicado. Es cierto que no fabrican para otras marcas y se nota en el sabor. No que sea mejor ni peor, simplemente es diferente, como el sabor de la Pepsi y el de la Coca cola.

Hay sin embargo quienes se sienten agredidos por la campaña publicitaria y empiezan a atacar a Danone. Al fin y al cabo sus yogures son mucho más caros que los del resto de marcas. En Internet se encuentran muchos artículos de blogs que indican que productos de Danone anunciados casi como “medicamentos” no hacen nada más de lo que hace un yogur natural. Que es un timo, etc.

Al final han atacado a Danone porque era el que tiene las campañas de publicidad más visibles en televisión y porque parecía justificado que algunos de sus mensajes publicitarios eran exagerados.

En cierto modo es una reacción de despecho. Tantos años tomando sus yogures para ahora darme cuenta de que los que valen casi la mitad no están tan mal. Y en lugar de abrazar la nueva religión, se ataca a la antigua con extraña saña.

Lo que me sorprende de todo esto es que Danone, de entre todas las empresas que no fabrican marcas blancas, es posiblemente la empresa que se publicita más honorable que existe. O sea, que se ha atacado a la que menos motivos tenía de ser atacada.

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Los orígenes de Danone

La historia de Danone comienza con Isaac Carasso, un judío de una importante familia bien situada entre Turquía y Grecia, en la ciudad de Salónica. Isaac acabaría viviendo a Barcelona en 1916 donde fundaría la famosa empresa de yogures.

Su negocio no podía ser más curioso. Se estableció en Barcelona a inicios del siglo XX. Allí se dio cuenta de que muchas personas sufrían afecciones intestinales, sobre todo los niños. Y que contra ellas, uno de los remedios más habituales en los Balcanes era recomendar el consumo de yogur. Esos yogures que ahora aparecen en los anuncios, como si los más auténticos fueran los griegos o los búlgaros.

Pues lo cierto es que hasta el siglo XX no había yogur en España y Danone fue el que lo introdujo. No como postre, sino como medicamento. Fue su hijo pequeño, de nombre Daniel, con el sobrenombre en catalán de Danon, el que ayudó a dar nombre a la compañía Danone que fundó en 1919 en Barcelona.

Y el hijo, Daniel Carasso, sería el que levantaría de una modesta empresa todo el imperio que ahora conocemos.

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Voy a repetir esto porque puede quedar desapercibido: en 1915 el yogur era un producto desconocido en España. En el mundo global en que vivimos nos cuesta entender que algo que se llevaba siglos consumiendo en otros países del mismísimo Mediterráneo, no existía en el nuestro.

El yogur inició entonces su andadura española como producto farmacéutico. Lentamente fue ganando su lugar en los hogares, esta vez como derivado lácteo que no se echaba a perder tan fácilmente (una gran virtud de los productos fermentados).

Desde siempre la empresa Danone fue una compañía innovadora. Lejos de tratar de vender más, sin ton ni son, estudiaron el producto al máximo, tratando de sacar sus mejores cualidades. Todo se había iniciado con la idea del premio Nobel Élie Metchnikoff que recomendaba el lactobacillus como uno de los métodos más sencillos de mantener la salud y prolongar por tanto la vida. En 1923 Daniel Carasso marchó a Marsella para estudiar en la escuela de negocios y para asistir en el Instituto Pasteur a un curso sobre las bacterias (el componente activo del yogur no es más que bacterias “buenas”).

Con estos conocimientos, de vuelta a Barcelona expandió el negocio familiar, abriendo sucursales en Francia en 1929. El negocio comenzó a prosperar, pero con el estallido de la II Guerra Mundial, la familia emigró a Estados Unidos, salvándose del Holocausto. En Estados Unidos relanzaron su negocio, con la colaboración de otros miembros de la familia (los judíos siempre han sido muy colaborativos en sus negocios, algo que a muchos les causa rechazo).

En Estados Unidos, compraron una pequeña compañía de Nueva York, le cambiaron el nombre con la versión americanizada de Dannon y empezaron a vender sus yogures naturales en botellas de cuarto de litro.

Las declaraciones de uno de los socios, Joe Metzger, en esta nueva empresa demuestran hasta qué punto era marginal el consumo de yogur por aquel entonces:

Los empleados pagaban 11 céntimos (y 3 céntimos de depósito) por los yogures. Joe lavaba los recipientes que devolvían. Sólo vendíamos unos 20 dólares al día, pero incluso asín éramos la compañía más grande de las dos que operaban en ese negocio.

La empresa estuvo operando en pérdidas hasta que en 1947 las autoridades sanitarias permitieron la comercialización de una mezcla de fresas con yogur, creando lo que ahora conocemos como yogur de sabores. Este producto simplemente explotó en el mercado, en poco tiempo pasaría a venderse casi solo. Este salto de lo casi farmacéutico hacia el consumo como producto de buen sabor es el mismo que transformó a Coca-cola en lo que es hoy en día.

La empresa de yogures, gracias a la popularidad creciente, fue prosperando a pasos agigantados. En 1959 Beatrice Foods compró Dannon y los fundadores volvieron a España con los bolsillos llenos y la sencilla idea de volver a fundar Danone. El negocio que había funcionado perfectamente en Estados Unidos, prosperó por España y en una expansión salvaje, se extendió por Francia y Alemania.

La empresa fue creciendo más y más hasta que en 1981 Danone ¡Compró Dannon! consolidándose como el mayor distribuidor de yogur en todo el mundo.

Como muestra de las propiedades saludables del yogur, tener en cuenta que toda esta historia es un resumen de la necrológica de Daniel Carasso, el alma mater de Danone, que murió en mayo de 2009 a la edad de 103 años.

En resumen, Danone es una empresa nacida en España, con un compromiso inicial en la salud, que nunca han abandonado. Siempre volcados en la investigación y el desarrollo de nuevos productos. Pensando en fabricar postres pero también en crear medicamentos fáciles de tomar.

Great Place to Work

Uno de esos premios que aparecen de año en año es de la consultora Great Place to Work. Se trata de un ranking de empresas, entre las que se valora las que mejor tratan a sus empleados. Obviamente el ranking tiene un sesgo y es que para participar en él, una empresa tiene que inscribirse. Así, los primeros puestos de esta lista sólo significan “las empresas mejor valoradas por sus empleados, de entre aquellas adscritas a la campaña”.

Cada vez más empresas se apuntan a este carro, que consiste en pagar a la consultora y pasar una serie de test a sus empleados. La idea de “ser un buen sitio donde trabajar” empieza a ser un sinónimo de buena empresa. Google ha explotado esta imagen hasta la saturación, con sus famosas oficinas con toboganes y comedor gratis.

La lucha por los primeros puestos es en algunos casos una lucha despiadada. Las mejores empresas de esa lista tienen flexibilidad horaria, incentivos, guarderías, empleados y empleadas atractivas, salarios competitivos, todos los contratos indefinidos, bonos de restaurante, descuentos en productos que fabrican y un largo etcétera. Pero para arañar las décimas que distinguen al primero del segundo, hay quienes se lanzan en mimar al empleado. En los meses previos a la encuesta, los departamentos de recursos humanos tienen la misión de hacer felices a sus empleados.

Los primeros puestos de esta lista suelen oscilar. En el 2008 algunas de las mejores empresas para trabajar eran financieras (American Express, Bankinter, La Caixa). Con la llegada de la crisis, los sectores más afectados han replegado filas, se acabó el buen rollo de oficina y las palmaditas en el hombro. Estas empresas han desaparecido de los primeros puestos.

Pues bien, no importa en qué año estemos, no importa la crisis o bonanza económica que atravesemos, Danone siempre ha ocupado los primeros puestos de esos rankings.

Es decir, que Danone es una empresa famosa por no hacer contratos basura, por pagar bien a los empleados, por tratarles bien, por estar bien con ellos. Año tras año (en 2009 por primera vez no está entre los primeros puestos).

Lo que me llama la atención sobre la absurda cruzada contra Danone. Una de las pocas empresas españolas innovadoras, exitosas, modernas y que encima cuidan de sus empleados. Y a la gente le da por atacarla, por criticarla, por menospreciarla.

Si prefieres los yogures DIA% pues los compras. Si sabes que el Actimel no es más saludable que el yogur natural caducado un día marca DIA% pues no lo compres, pero encima de que sostienen el maltrecho mercado publicitario, ¿Vas a criticar a esa empresa?

Lo más abochornante de todo este asunto es que algunos de los que la critican echan de menos el tobogán de las oficinas de Google en Mount View. Sin darse cuenta de que Danone es una empresa española donde se trabaja aún más a gusto. Estos amigos de deslizarse en el trabajo merecerían ser lanzados al vacío desde el viaducto de Millau.

Nota absurda: Este artículo no lo ha patrocinado Danone. Ojalá las grandes empresas me propusieran esos chanchullos promocionales, aceptaría encantado.
Fuente: Casi toda la información sobre la historia de Danone ha sido tomada de la indicada necrológica de Daniel Carasso en el New York Times.

Féretros

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Do-It-Yourself Coffins: For Pets and People.
Hágalo Usted Mismo Féretros: Para Mascotas y Personas.

Lo mejor no es que el libro esté de oferta, ni que el autor haya escrito otro libro sobre el tema, sino que las opiniones que dan sobre él en Amazon son pésimas (y no son de broma).

Por lo visto las medidas que se dan en el libro están llena de errores, y el que las siga se arriesga a no completar correctamente el féretro.

Las exposiciones

Una de las cosas que más me llaman la atención de Madrid es la asistencia masiva a las exposiciones temporales de los museos.

En muchos casos se trata de exposiciones sin valor añadido alguno. Por ejemplo, una exposición sobre Velázquez por fuerza tendrá como grandes atractivos los cuadros del Museo del Prado. En general, de los mejores cuadros del autor, digamos que de sus diez mejores creaciones, ocho están en el museo (y bien puede que me quede corto).

Entonces, ¿Para qué asistir a una exposición en la que las mejores obras pueden verse cuando uno quiera en el Museo del Prado? ¿Para ver esas dos obras menores?

Obviamente el caso más flagrante de todos es la exitosa exposición sobre Sorolla, que estos días se cierra en el Museo del Prado. Sorolla es un pintor que no le gusta a casi nadie y que permanece en el más triste anonimato, a pesar de que sus cuadros atiborran las salas de los museos españoles. No es que sea un desconocido, simplemente que en cualquier museo ocupa un lugar secundario ante otros pintores más apreciados por el público. Es lo que se diría, una cola de león.

Es más, Sorolla tiene incluso su propio museo en Madrid, del que mucha gente no tendrá ni constancia. Aparte está ampliamente representado en el Museo Reina Sofía, también de Madrid.

Sin embargo basta con que se cree una exposición sobre el autor para que la gente forme largas colas para asistir maravilladas ante la obra del pintor valenciano.

Las exposiciones temáticas de un pintor suelen ser, salvo excepciones, de interés moderado. No es lo mismo mostrar una exposición de Boticelli en Madrid (del que hay pocos cuadros) que una de Picasso en París (que está abarrotada de cuadros suyos) o una de Velázquez o Goya en Madrid (que estaría formada casi en exclusividad por cuadros del Museo del Prado). Lo que llama la atención es eso, que muchas de las exposiciones de más éxito están compuestas por cuadros que pueden verse a diario, y hasta todos en el mismo museo.

Pero para eso está ese defecto o virtud de los madrileños, y los turistas habituales de la ciudad, que asisten con estoicismo a las más temibles filas y esperan que llegue su momento. Para ellos una fila no es un defecto, sino la señal de que ahí se esconde una virtud.