El ajedrez ruso durante la guerra fría/

El éxito de la serie de Netflix Queen’s Gambit (Gambito de dama) —que trata sobre la ficticia vida de una ajedrecista americana en los años 60— ha despertado el interés por el ajedrez de la época en que la URSS era la incuestionable dominadora.

Aunque la serie tiene muchos errores, son muchos más los aciertos y se ha respetado la realidad llegando a unos niveles de veracidad jamás logrados en ningún relato sobre el ajedrez. En un momento de la serie la protagonista tiene que marchar a un torneo en Rusia, donde se enfrentará a la élite mundial. Creo que puede ser interesante hablar un poco sobre cómo era ese mundo de verdad y las opciones narrativas que se abren de cara a la segunda temporada de dicha serie.

Paradójicamente, aunque los mejores jugadores del mundo vivían casi en su totalidad en la URSS, los principales torneos se solían celebrar en otros países. Basta revisar los lugares donde se celebraron los Torneos de Candidatos (el previo para la elección del rival que desafía al Campeón del Mundo) o La Olimpiada de Ajedrez (una competición por equipos en que se enfrentan 4 jugadores de cada país contra otros 4 rivales).

Candidatos: 1950: Budapest, 1953: Zürich, 1956: Amsterdam, 1959: Yugoslavia, 1962: Curaçao

Olimpiadas: 1950: Dubrovnik, 1952: Helsinki, 1954: Amsterdam, 1956: Moscú (la excepción), 1958: Munich, 1960: Leipzig, 1962: Varna, 1964: Tel Aviv, 1966: La Habana, 1968: Lugano, 1970: Siegen.

Aunque la URSS tenía todo el derecho del mundo a declarar su supremacía ajedrecista, no podía decir lo mismo de su poderío económico. No disponía de mucho dinero para organizar las competiciones —de las que al mismo tiempo podían ausentarse los participantes extranjeros, dada la dificultad burocrática para viajar a la URSS por aquel entonces— a la vez que muchos de sus mejores jugadores conseguían su principal fuente de ingresos de dichos viajes. Un muy buen jugador era pagado con la opción de viajar al extranjero y ahí ganar dinero que valía muchísimo más de vuelta en su país.

El nivel de pobreza era surrealista: el Campeón del Mundo podía viajar a Estocolmo a competir en una Olimpiada de Ajedrez, ser la mayor celebridad de la competición y, al mismo tiempo, no poder permitirse hacer una llamada de un minuto a casa o tomar una bebida en el bar del hotel—o considerar lo mismo que cualquiera de nosotros pensaría de pedir una botella de champán, sin preguntar el precio antes, en un restaurante de Dubai.

Así, aunque los torneos no se solían celebrar en la URSS, a veces ni siquiera en países del bloque comunista, su supremacía era incuestionable. En el torneo de Candidatos de Curaçao 1962, donde se elegiría al rival del campeón del mundo (que ya era soviético), participaron 8 de los mejores jugadores del mundo. Dos eran estadounidenses, uno checo y los otros cinco, soviéticos. Uno de los americanos había ocupado su puesto porque el jugador clasificado, Leonid Stein, era también soviético y se había impuesto una norma que limitaba el número de jugadores de un mismo país que podían participar.

Pero es que en el torneo previo, del que se habían extraído seis de esos ocho mejores jugadores, Estocolmo 1962, donde figuraban jugadores españoles, argentinos, colombianos, sólo habían tomado parte cinco jugadores rusos, de los que se habrían clasificado cuatro, quedando fuera el quinto por la limitación antes indicada.

Si los rusos hubieran podido enviar 20 jugadores, habrían acabado entre los 18 primeros lugares. Si fueran 50 jugadores, hubieran copado la mayoría de los 60 primeros puestos, sin el menor atisbo de duda. En el torneo de élite de Curaçao había jugadores peores que jugadores rusos que jamás abandonaron su ciudad natal para jugar una competición.

En dicho torneo de Curaçao uno de los jugadores participantes fue el brillante jugador americano Bobby Fischer, que acabaría logrando la proeza de ser Campeón del Mundo. La serie The Queen’s Gambit está parcialmente basada en aspectos de su vida, su genialidad y capacidad de lucha. Asímismo el hecho de aprender ruso como paso previo a mejorar su capacidad ajedrecística. Afortunadamente la serie es una ficción y usa una protagonista más ejemplar: la vida de Fischer está plagada de aspectos poco edificantes, como su obsesión patológica contra los judíos.

Como aparece en la citada serie, ganar a los rusos, aún cuando fuera puntualmente, era difícil, pero posible. Lo que resultaba totalmente imposible era intentar arrebatarles el título de Campeón del Mundo.

La ruta era simplemente demasiado difícil. Uno debía ganar el campeonato nacional, para después competir en un torneo continental. Los mejores de cada continente se enfrentaban luego en el torneo de Candidatos, donde ya había un par de jugadores clasificados del ciclo mundial anterior (el perdedor del anterior Campeonato del Mundo y el subcampeón del anterior torneo de Candidatos) . Estos dos jugadores, casi con toda seguridad, iban a ser soviéticos.

En el citado torneo de Curaçao de 1962, Fischer criticó la actitud de los jugadores rusos. Según él, al tener tantos jugadores del mismo país, y tener que enfrentarse todos los jugadores entre sí, cuando había un jugador ruso que ya no tenía opciones matemáticas de quedar en los primeros puestos, este se dejaba ganar fácilmente contra los rivales rusos que iban mejor clasificados, mientras ofrecía la máxima oposición posible al resto de rivales.

En un ejemplo futbolístico, imaginad que los equipos de Madrid jugaran pensando en el bien común de la región. Si el Atlético de Madrid hubiera empezado muy bien la liga, ver como Real Madrid o Getafe se limitan a jugar con suplentes contra ellos, mientra que intentan destruir con todas sus fuerzas al Barcelona, Real Sociedad y Sevilla. En una liga con pocos equipos y con muchos más equipos de Madrid, puede verse como esa actitud pondría las cosas muy fáciles para hacer ganador al Atlético de Madrid.

La acusación de Fischer era en gran parte teoría de la conspiración, pero tenía su parte de verdad. Los rusos eran muy superiores a sus rivales, pero al mismo tiempo tenían órdenes expresas de pensar en el bien común de su gran nación, lo que los hacía aún más difíciles de superar.

Cuando un jugador no soviético tenía una partida aplazada, tenía que estudiarla precariamente por sí mismo, a veces restándole horas de sueño a su ya larga jornada. Los soviéticos sin embargo trabajaban en equipo. Mientras el jugador se dedicaba a descansar, el resto trabajaban de forma coordinada en encontrar los mejores planes para la continuación de la partida.

Muchos años después, en Sevilla 1987, Kasparov y Karpov se enfrentarían por el Campeonato del Mundo. Uno de los factores decisivos para la victoria de Kasparov sería, en sus propias palabras, disponer de un mejor equipo de preparadores para las partidas aplazadas, en particular al genial Sergey Dolmatov.

En la época de los años 60, los soviéticos eran los únicos que contaban con ayuda para las partidas aplazadas. Efim Geller, un fortísimo jugador que nunca llegó a Campeón del Mundo, era mucho mejor en esa faceta del juego que durante las partidas. En la Olimpiada de Varna de 1962, el vigente campeón mundial Botvinnik aplazó una partida contra la estrella americana Fischer. La posición de Botvinnik parecía desesperada, pero un desquiciado Geller, trabajando en ella durante toda la noche, fue capaz de encontrar un plan salvador para su compañero.

Todo eran dificultades para conseguir apenas acercarse a desafiar al Campeón Mundial para alguien que no fuera soviético. Incluso Fischer, durante algunos años, descartó la idea, al considerarla imposible. En 1970 ni tan siquiera tomó lugar en el torneo nacional, primer paso para poder llegar a ser un aspirante al campeonato mundial. En un gesto muy cinematográfico, su amigo Paul Benko le cedió su plaza para que Fischer viajara a Palma de Mallorca en el torneo Interzonal, torneo que ganaría el americano.

Aunque la victoria de Fischer en el Campeonato del Mundo pudo explicarse en la URSS como un fallo de Matrix su supremacía se acabaría resquebrajando desde dentro. Era tal su superioridad que muchos jugadores muy buenos veían pasar su vida y sus opciones sin siquiera tener la oportunidad de competir en Torneos Internacionales. El pastel se cocinaba en la URSS, pero sólo podían comer de él unos pocos privilegiados. El resto se fueron marchando lentamente, en la medida de sus posibilidades. Muchos marcharon a los Estados Unidos, cuando les dejaron.

Un ejemplo es el de Boris Gulko, hijo de un soldado ruso destinado en la Alemania del Este. En 1977 ganó el Campeonato de la URSS, una de las competiciones más complicadas que uno pueda imaginar. Tras esta victoria, ante la ausencia de invitaciones para torneos internacionales — la URSS no andaba corta de otros jugadores talentosos que promocionar antes que a él— solicitó abandonar el país, permiso que no le fue concedido hasta 7 años más tarde, en 1986. Durante todo ese tiempo, su carrera quedó en suspenso. Aceptado en Estados Unidos, allí sería uno de sus principales jugadores, también ganando el Campeonato de EEUU. Gulko, Shabalov, Alburt, Yermolinsky, serían los nombres más comunes de los jugadores de Estados Unidos en la Olimpiada de Ajedrez. Rusia B, como se la solía llamar, de forma peyorativa. Una puntera selección nacional hecha con jugadores sobrantes.

Los jugadores que abandonaban la URSS dejaban de existir. Genna Sosonko, uno de ellos que marchó para Holanda, cuenta muchas de esas historias en su interesante libro Russian Silhouettes. En la URSS, cuando daban las noticias sobre un campeonato, no mencionaban a los disidentes. Y cuando digo que no los mencionaban es literal. Si daban la crónica de un torneo que había ganado Sosonko, el recorte de prensa del diario ruso narrando la crónica de la competición, sólo mencionaba al segundo y tercer clasificados, con total normalidad.

De todos los jugadores exiliados de la URSS, el más pintoresco de todos fue Viktor Korchnoi. Con 10 años se vio atrapado en 1941 en el asedio de Leningrado, viviendo con su abuela y la hermana de esta. Fue esta una experiencia parecida a nuestro actual confinamiento, sólo que sin internet, prolongado durante 3 años ininterrumpidos, sin comida ni calefacción y con continuos bombardeos. Korchnoi tuvo que convivir con el cadáver de su abuela parcialmente congelado durante más de una semana, porque intentar salir a enterrarla era una sentencia de muerte. Para Korchnoi la nueva normalidad era no comer y tuvo que ser tratado por su desnutrición de esos años tan duros.

Con una infancia así, Korchnoi no tuvo tiempo de ser un niño prodigio del ajedrez. A todo llegó tarde. Si Kasparov jugó su primer mundial con apenas 21 años y Magnus Carlsen con 22 años, Korchnoi tuvo su primera final por el Campeonato del Mundo con 45 años. Luego llegaría a los 70 años conservando un temible nivel de juego, algo a lo que no se ha acercado ni los campeones del mundo más laureados.

En la época del americano Bobby Fischer, Korchnoi era uno de sus principales rivales. Cuando Fischer ganó el torneo de Palma de Mallorca, pasó al sistema de eliminatorias que dirimiría el aspirante al Campeonato Mundial. Ese sistema se había creado, sustituyendo al antiguo torneo de Candidatos, en gran parte por las peticiones de Fischer, que argumentaba, con motivo, que un torneo con tantos representantes soviéticos era imposible de vencer para un jugador que no lo fuera.

Fischer fue eliminando a todos sus rivales, de forma despiadada, hasta llegar a la final. En la otra parte del cuadro, Korchnoi se enfrentaría a Petrosian, duelo de soviéticos. Las autoridades rusas plantearon la cuestión abiertamente: ¿Cuál de los dos sería un rival más difícil para Fischer? Petrosian fue mejor vendiéndose como un candidato más complicado y las autoridades, muy probablemente, sugerirían que ese era el resultado deseable de su semifinal. En aquella época, la diferencia entre recibir órdenes y sugerencias no era tan clara. Una sugerencia mal entendida podía llevarte a la cárcel.

Así, Korchnnoi perdió ese encuentro (y más tarde, Petrosian perdería contra Fischer) pero empezó a darse cuenta de que estaba malgastando posibilidades profesionales simplemente por estar en el país equivocado. La URSS tenía tantos buenos jugadores, que no podía promocionarlos a todos. Siempre tenía un joven talento y un ex-campeón que había caído en gracia a las autoridades. No había sitio para tanta gente, Korchnoi no era ni joven ni simpático y acabaría exiliándose de forma bastante tormentosa para su familia.

Para pesadilla de las autoridades de la URSS, tras el torbellino Fischer —que se retiró del ajedrez tras ganar el Mundial, quedando para siempre con un aura de leyenda — el siguiente rival externo por el título Mundial acabaría siendo Victor Korchnoi, un exiliado demasiado fuerte para ser ignorado de las crónicas periodísticas. Así, en los artículos detallando su lucha por el Campeonato Mundial contra Karpov (spoiler: ganaron los rusos) en lugar de su nombre se decía ‘El Innombrable’.

En conclusión, la época del ajedrez soviético de los años 60 y 70 fue muy interesante, aunque la mayoría de sus deportistas individuales sólo tuvieron uno o dos momentos apasionantes. La superioridad de este país era tal, que resultaba imposible simplemente intentar plantarles cara. Eran muchos, muy buenos y encima estaban bien organizados. Podían dedicarse al juego profesionalmente y tenían auténtica devoción en su propio país. Tenían tantas ventajas que no consideraron seriamente a los rivales como Fischer, al menos al principio, y no volcaron todos sus recursos políticos. Su apabullante superioridad acabó volviéndose contra ellos, porque muchos de sus jugadores terminarían marchándose y convirtiéndose en sus propios enemigos.

Extra:

Me ha gustado este vídeo similar hablando sobre el tema:

Es un claro ejemplo de la batalla ganada por Youtube a los blogs.

Expertos

Estos días se ha puesto de moda el término experto. Según el diccionario, un experto (o experta, o quién sabe si experte dentro de poco) es una persona práctica o experimentada en algo. Pero en la segunda acepción ya se habla de alguien que está especializado o tiene muchos conocimientos sobre determinada materia.

Como podemos ver, la propia definición se encarga de ir rebajando el listón poco a poco.

Navegando por otros diccionarios, la bajada a los infiernos se va haciendo más y más profunda. Wiktionary, menciona:

Una persona muy capacitada o erudita.

Como suele pasar con este tipo de términos, uno presenta la definición más elogiosa en su currículum y se defiende esgrimiendo la menos amable cuando la vida real empieza a pedir acreditaciones.

Cuando oigo la palabra experto, se me viene a la cabeza el personaje de Sherlock Holmes, uno de los más carismáticos de la historia de la literatura. Según la descripción que de él hacía su compañero Watson, era lo menos parecido que existe al concepto de experto.

Holmes abundaba en muchos conocimientos, pero de forma poco sistemática. De su sabiduría sobre botánica, Watson diría:

[Conocimientos] desiguales. Al corriente sobre la belladona, opio y venenos en general (puede distinguir el lugar de cultivo de la planta, día y tiempo de consumo estudiando una colilla de cigarro). Ignora todo lo referente a los cultivos prácticos y jardinería.

¿Era Holmes un experto en botánica? Desde luego que no. ¿Sabía mucho sobre botánica? Desde luego que sí, pero sólo sobre ciertos temas: los que le interesaban. Ahora bien sobre esos temas, ¿quién sabía más, Holmes o un experto?

Un experto en botánica, al menos en el siglo XIX, y desde luego viviendo en Inglaterra, sabría mucho sobre un amplio rango del mundo vegetal. Para poder ser experto en ese tema se le exige que su formación no tenga lagunas. Pero posiblemente no sepa demasiado sobre ciertos temas, como aquellos por los que Sherlock Holmes se declaraba un gran conocedor. Y aunque el personaje de Conan Doyle solía drogarse de forma habitual, el conocimiento de ese tipo de venenos era debido a sus necesidades prácticas como detective.

Cuando uno busca a los mayores expertos en temas concretos con utilidad práctica, pronto se da cuenta de que desaparecen los perfiles técnicos, científicos, de la universidad, y empiezan a aparecer personajes extraños, con carreras poco convencionales. Como muy bien detalla Nassim Taleb en su libro Skin in the game las personas realmente relevantes en un campo de conocimiento o experiencia son aquellas que han profundizado jugándose algo más que un prestigio teórico.

Uno de los ejemplos más claros de su libro es la historia de dos cirujanos: tienes que elegir quién te realizará una peligrosa operación. Ambos tienen una categoría similar dentro del mismo hospital.

Visitas al primero y ves que va impecablemente vestido y tiene diplomas de prestigiosas universidades colgados de su despacho. Sus modales y vocabulario son intachables. Parece un médico de una serie de televisión sobre médicos ─antes de que se rodara la serie con el doctor Gregory House.

Luego vas a ver al segundo y es todo lo contrario: pinta desaseada, nada en su despacho hace ver que se trata de un médico, ni siquiera su aspecto, que es más propio de un carnicero o cocinero de bar de la mala muerte.

Sin embargo, ambos tienen una categoría profesional similar. ¿A cuál escogerías para tu operación?

Todos hemos conocido a cirujanos como ese. Sólo unos pocos han tenido la oportunidad de escogerlos para una operación. Pero abundan en todas las profesiones: siempre hay alguien impopular, que llega tarde y no cumple las reglas, que causa conflictos con el resto de compañeros. Pero que a la hora de la verdad, cuando hay problemas, situaciones delicadas, es la persona en que se posan todos los ojos y esperanzas.

Ahora estoy leyendo una espesa narrativa sobre el final de la I Guerra Mundial, With our Backs to the Wall: Victory and Defeat in 1918. La batalla criptográfica en la Primera Guerra Mundial es mucho menos conocida que en la de la Segunda, con las famosas máquinas enigma alemanas y la omnipresente figura de Alan Turing capaz de descubrir su cifrado. En la Primera gran batalla mundial los medios eran mucho más rudimentarios y al mismo tiempo excitantes. Se usaba el telégrafo y el teléfono y mientras algunos países enviaban mensajes con complejos cifrados, otros usaban teléfonos ─que estaban pinchados─ con una inquietante inocencia.

Una de las personalidades más brillantes de aquella guerra fue el francés Georges-Jean Painvin, del que se sabe demasiado poco. Antes del comienzo de la guerra no era más que un profesor universitario de paleontología y geología, que también tocaba el violonchelo. Por pura casualidad se enteró de la problemática con los mensajes por telegrama encriptados, según le contó un capitán amigo suyo.

Uno de los aspectos más interesantes de la I Guerra Mundial es que fue una contienda donde se mezclaba la seriedad y formalidad de los tiempos modernos con una actitud bastante desenfadada ante nuevas ideas. Básicamente ambos bandos se habían enfrentado en el frente Occidental empleando todas las estrategias que conocían y habían llegado a una especie de bloqueo de varios años, en que no había ningún tipo de progreso. Tarde o temprano los dos frentes entendieron que había que pensar creativamente y aceptar distintos enfoques, darles una oportunidad a todo tipo de ideas.

Así, si un profesor universitario sugiere ponerse con algo en lo que es cualquier cosa menos un experto se le permite la oportunidad, por un tiempo limitado. Al tratarse de un tiempo de guerra lo único que importa son los resultados. Hoy en día, hay una enorme dependencia hacia las apariencias: se suelen tomar medidas, contratar a personas que, a priori, parezcan adecuados. Si luego no funcionan, nadie podrá acusar al responsable de esas medidas o esos empleados: parecía una buena idea.

En un tiempo de guerra auténtico ese tipo de medidas de relaciones públicas no importan nada. Buenas intenciones, buenos estudios previos, dan igual. La única pregunta es sobre los resultados.

Painvin, el profesor de geología, se volcó con una pasión totalmente desmedida en la tarea de intentar descifrar los distintos cifrados alemanes, dedicándole casi todas las horas del día y obteniendo como resultado final el descodificado de los sistemas ADFGX y ADFGVX. Painvin no era un experto en criptografía, pero tenía una habilidad especial para combinar nociones de la misma con inteligencia social: sabía que las claves cambiaban a menudo, pero que mensajes en fechas y lugares similares tendrían un cifrado común, lo que le serviría para descifrar los mensajes de un día en concreto.

Se suele exagerar mucho el alcance de los logros conseguidos por la descodificación de las Máquinas Enigma con códigos alemanes durante la II Guerra Mundial, algunos llegan a decir que gracias a ello se consiguió ganar la guerra. A la hora de la verdad, la Wikipedia se rinde y se limita a reconocer que:

fue una ayuda sustancial al esfuerzo de guerra de los Aliados.

Los trabajos de decodificación de Georges Painvin tuvieron un resultado muy claro, concreto e importante. Gracias al mismo, los franceses pudieron saber mucha información secreta sobre los planes de Alemania, en particular sobre el punto exacto donde comenzaría una de las batallas más importantes para el desenlace final de la contienda. De haber estado menos preparados, los franceses podían haber terminado con París invadido, lo cual a su vez hubiera tenido un efecto psicológico trascendental. Del citado libro:

Además, esta vez los franceses no fueron pillados por sorpresa. Los vuelos de reconocimiento reportaron movimientos y preparativos ferroviarios en el sector, y el 3 de junio los franceses descifraron una comunicación por radio que detallaba un ataque para el 7 de junio, mientras que un repentino aumento de desertores era una señal segura de que una operación era inminente, y éstos a su vez revelaron la fecha y hora exactas. La advertencia permitió a los franceses colocar protección anti aérea sobre sus posiciones, mientras Pétain y Fayolle, el comandante en jefe del ejército, prepararon dieciséis divisiones para la intervención y preparación de un contraataque.

La importancia de esa batalla tiene cierta controversia. El ataque sobre la zona próxima a Reims formaba parte de una maniobra de distracción. Los alemanes golpearon sobre la zona belga del frente occidental, en Flandes, donde se encontraba el ejército inglés. Una vez los franceses mandaron tropas para reforzar el sector, los alemanes golpearon sobre la zona central de Reims, dando la impresión que el primer ataque había sido una maniobra de distracción, para centrarse en la ciudad que llevaría a París.

En un giro propio de un buen thriller, lo que en realidad planearon los alemanes era que el segundo ataque fuera la auténtica maniobra de distracción, para volver a golpear donde lo hicieron inicialmente, en Bélgica, una vez las tropas volvieran a la defensa del sector francés.

La maniobra, en caso de tener éxito, hubiera encumbrado al general Ludendorff como uno de los mayores estrategas de todos los tiempos. Pero la I Guerra Mundial era muy complicada, las victorias a veces se lograban con mayores pérdidas que el ejército derrotado. El golpe sobre la zona de Reims tuvo un éxito inesperado y a los alemanes, les pudo la glotonería. ¿Por qué no ahondar en la herida y profundizar en ese ataque de distracción? Esa sería la batalla que, gracias el mensaje desencriptado por Painvin, los alemanes no ganarían.

Por sus logros como criptógrafo, Painvin serían nombrado Caballero de la Legión de Honor en julio de 1918. Su situación posterior resultaría paradójica: había logrado uno de los mayores honores militares posibles, pero no podía hablar a nadie sobre ello ─su trabajo se mantuvo tan en secreto que aún hoy en día sabemos muy poco sobre él.

Al terminar la guerra, Painvin no volvería a dedicarse a la criptografía, ni tampoco terminaría sus días con la aburrida enseñanza en la universidad. Un no experto como él terminaría fundando una de las principales empresas siderúrgicas francesas y volviendo a triunfar en algo para lo que no tenía ningún tipo de experiencia inicial.

Así, cuando pienso en expertos, me gusta imaginarlos como Painvin. Aunque en mis días pesimistas me imagino a los compañeros de departamento de Painvin, que probablemente nunca cambiaron de profesión, nunca corrieron ningún riesgo y aún así, mantuvieron su prestigio y sus sueldos a lo largo de una peligrosa época de la historia.

Coronavirus en China

Un artículo muy interesante de Peter Hessler nos cuenta cómo ha vivido el confinamiento en Chengdu, una región de China y cómo está siendo la vuelta a la normalidad. Una lectura interesante como ventana al futuro que nos vamos a encontrar cuando esto termine. Algunas secciones que he resaltado de su artículo:

Sobre las limitaciones del confinamiento:

La mayoría de mis amigos en otras partes de China estaban restringidos a una persona por hogar saliendo cada dos días, y a menudo esa persona tenía que informar a las autoridades previamente de a dónde iba.

Sobre las máscaras, que en España se ha dicho que no sirven para nada, o sólo sirven para los profesionales de la salud. Tras el final del confinamiento:

Llevar mascarilla se ha convertido en algo totalmente obligatorio, cuando se está en público.

La actitud de los gobiernos será juzgada con el paso del tiempo, al menos en los países donde haya alguna independencia judicial. Se insiste mucho en decir que las medidas de China no pueden ser aplicadas en Europa, porque tenemos otra cultura. Ahora bien:

Las acciones del gobierno chino previnieron cientos de miles de casos y miles de muertes.

Sobre el confinamiento y las fechas que se implantaron en China:

No se hizo ningún anuncio sobre por cuánto tiempo estarían las escuelas cerradas, o cuándo se levantaría el confinamiento. Muchas medidas tenían pinta de quedarse por un tiempo indefinido.

Sobre la aceptación del encierro.

Todo el mundo se queja un montón, pero todo el mundo cumple las reglas estrictamente. Es muy contradictorio, pero así es China.

Hay mucho miedo en la prensa de nuestro país sobre la posible transmisión por parte de las personas sin síntomas. Aparentemente hay dos situaciones. Si estás asintomático (y así te quedarás con la enfermedad) no eres un gran riesgo de trasmisión. Es posible, pero no probable que contagies:

Aunque hay evidencia de trasmisiones asintomáticas, éstas son infrecuentes y, según los análisis de la OMS, no han jugado un papel importante en la transmisión de la enfermedad.

Otra cosa es cuando ya estás infectado pero aún no has empezado a desarrollar los síntomas:

Parece que a un pequeño lapso de tiempo – quizás dos o tres días – en los que la gente puede estar contagiada, pero sin todavía mostrar síntomas. Según me contó Gabriel Leung, decano de medicina de la Universidad de Hong Kong.

Sobre el papel de los niños en la transmisión de enfermedades, todos tenemos claro que éstos apenas si sufren los efectos de la enfermedad. Pero además:

El rol que juegan los niños en este proceso todavía está poco claro. Fisher señala que no hay pruebas de que hayan ayudado a extender la enfermedad, ni en China ni en ninguna otra parte. LA OMS indica que, en los 90 días de misión a lo largo de su viaje [ a través de China], ninguna persona del personal médico entrevistado pudo citar un solo caso de transmisión de un niño a un adulto.

Sobre el cierre de las escuelas.

Leung me indicó que, en ausencia de datos científicos claros, las presiones políticas han tenido mucha influencia en cerrar las escuelas.

La vuelta a la normalidad, después del encierro, no suena tan divertida como imaginamos, nada de inundar las playas o celebrar la Semana Santa y las Fallas simultáneamente, con partidos de fútbol de fondo.

Tras 45 días de encierro, nuestra familia salió por primera vez a cenar fuera. Poco a poco, los negocios habían vuelto a abrir , según la lógica del Partido Comunista. Las peluquerías fueron de los primeros en hacerlo, probablemente porque no tienen una alternativa online. Luego vinieron los bancos, y finalmente los restaurantes.

Pero la experiencia del restaurante no es como la recordamos de hace apenas dos semanas:

En el restaurante, la camarera disparó a las niñas con la pistola de infrarrojos, luego a mi mujer y a mi. En un cuaderno apuntó nuestros nombres y las temperaturas: Ariel, 36.5; Natasha, 36.2; Leslie, 36.2; yo, 36.0. Nos sentamos, y nos quitamos las máscaras.

Confinamiento y prostitución

Aviso: esta entrada está llena de textos de anuncios de páginas de sexo, por lo que puede resultar desagradable, ofensiva u otras cosas a los lectores habituales. Buen momento para dejar de leer…¡Ahora!

Aviso: Desde esta página estamos totalmente de acuerdo con cumplir las medidas del Estado de Emergencia Sanitaria y recomendamos a todo el mundo cumplirlo a rajatabla en todos sus puntos. Así mismo recomendamos NO acudir a prostitutas ni tener encuentros sexuales extraños en estos días.

Me preguntaba cómo se habría adaptado el mundo del sexo de pago a la nueva situación, que tiene a casi todos los españoles confinados en sus casas y sin opción de salir bajo pena de severas multas. Un mercado camaleónico y muy despierto, suele ser muy original y adaptarse a los nuevos tiempos con más habilidad que muchos otros negocios. Nada como navegar por las páginas de contactos sexuales para tener una buena idea de cómo se ha acondicionado este sector.

Para mi sorpresa y tranquilidad, sin embargo, he encontrado que la inmensa mayoría de las menciones al virus son para decir bien claro: cerrado por vacaciones y hasta nuevo aviso. Incluso hay docenas de mensajes de personas avisando que no son buenos tiempos para la jodienda, que los contactos son todos de riesgo, y mejor quedarse en casa. Así, he encontrado poco material relevante, y estuve tentando para no publicar nada. Sólo el hecho de que todos estamos necesitados de historias divertidas me ha llevado a publicar este resumen. Algunos anuncios están editados para simplificarlos o corregir la ortografía. Por razones obvias, no pongo enlaces a los artículos. Tendréis que comprender que mi imaginación no da para tanto como lo que vais a leer a continuación, son todos textos reales.

El pivote claro del modelo de negocio ha evolucionado hacia las videollamadas. Pagas una cantidad por dinero (Paypal o Bizum) y entonces tienes tu llamada con el o la profesional.

Al coronavirus hay que tenerle miedo y yo no soy una scort irresponsable que ponga en riesgo la salud de todos como las demás, para esta época de estado de alarma que vivimos ofrezco servicios de videollamada para aliviar tensiones de 15 euros 15 minutos si estás interesado contáctame y te informo gracias y feliz cuarentena

Esta chica se ha revuelto y ha creado un modelo de negocio de la nada: una originalidad que no podía pasar desapercibida:

PLACER ON LINE
Ofrezco vídeos personalizados y videollamadas por WhatsApp. El contenido que puedo incluir en ambos formatos es el siguiente: striptease con baile, jugar con mis juguetitos, masturbación y sobretodo mucho morbo ?? Puedes escribirme un WhatsApp y te daré toda la información encantada. Entre los dos haremos más llevaderos estos días de cuarentena ?? del coronavirus pago por bizum o. Edad 34 años

El pagafantismo también tiene su espacio en estos nuevos tiempos.

Española. Normal y corriente. A causa de esto del CoronaVirus no puedo quedar con nadie y hasta ahora he ido pasando pero ya me he quedado sin nada. Busco chico que pueda pasarme por Bizum o Bbva 50€ para poder hacer la compra por internet. Soy legal y agradecida y cuando pase esto podríamos quedar, no digo para sexo pero sí para tomar un café y darte las gracias en persona. Anuncio serio, no aprovechados. En cuanto consiga los 50 quitaré el anuncio. Manda mail y te contesto al momento. Edad 36 años

La inmensa mayoría de los anuncios que no echan el cierre se refieren a la versión de videollamadas. No obstante, aquí nos encontramos ante lo que en Forocoches denominarían un plan si fisuras:

Soy domina financiera con años de experiencia. La dominación es mi vida no solo mi profesión. Sino te quieres exponer a pillar el coronavirus la dominación financiera es tu mejor opción. Pagafantas, human atm os estoy esperando. . . . Escríbeme y cuéntame porque te debería aceptar en mi cuadra.

Suena todo tan lógico, que no creo que requiera de más explicación por mi parte.

Son tiempos difíciles para todo, los contactos de riesgo, para otro momento. Como este señor de 70 años, que alerta de su retirada temporal del mercado:

Por exigencias del guión , dejo de mamar polla a xavales . cuando termine la crisis del corona virus volveré a mamar pollas a los xavales . a cuidarse y suerte !!venga solo quedan 20 dias ánimos . . ver mucho porno hacerse muchas pajas es lo mejor para no pillar el corona virus . animos , ser buenos !! las manos limpias sobre todo !!

Cierto que el coronavirus es una enfermedad a temer, pero la idea de quedar anónimamente con xavales tampoco suena como una práctica muy sanitaria.

Pero luego llega la parte menos divertida: los que deciden que hay que encontrar una forma de seguir trabajando. Una forma muy clara de hacerlo es negando la existencia de la enfermedad.

No tengo miedo a virus yo no lo vi ni ningún afectado con mis ojos propios, pues menos mentiras. . hombres con dinero y solventes busco quien me de dinero tengo sitio. en me casa precios económicas no me gusta que nadie se entere lo que hago. abstenerse niñatos, o gente de mal rollo fotos son reales. […]

Hay que reconocer que el virus es difícil de ver, pero llegar a decir eso…

En este club de carretera dan un paso más, en una situación de emergencia donde una persona con claros síntomas de estar enfermo no recibe un test del coronavirus —estando reservados para futbolistas y políticos — aparentemente toda las empleadas del local disponen del suyo propio y pueden demostrar que no tienen la enfermedad.

El 55 (libre de coronavirus demostrable) Servicio Videollamama Siempre novedades hoy somos 4 señoritas nuevas jovenes guapas sexys cariñosas aqui puedes elegir y no fallar hoy estamos: Sandra, karen, Diana y Alexandra fotos reales así puedes elegir aquí no fallas donde hay solo una chica te comes las sobras de los demas todos los servicios total implicación fiesta blanca discreción seguridad higiene absolutas 24 horas

“Higiene absolutas”. Y eso que proviene de una de las regiones con menos incidencia.

Esta persona parece haber encontrado el remedio para no contraer la enfermedad y seguir trabajando:

Vivo solo. 180, 85, barba, tatuajes, 18 de rabo, activo. Ven a mi casa y me comes la polla hasta que me corra y adiós. No cobro, no pago. Pásate que el corona no se contagia por la lefa. Te la echo en la cara, en la boca, donde quieras, o te la tragas. Sanote. No cobro, no pago. Edad 35 años

El detalle ‘sanote’ es totalmente delirante. Otro, en la misma línea, ofrece desinfección garantizada:

Seguro 100%, libre de coronavirus, desinfección. servicio con discreciòn absoluta en gloryhole. estoy sola. soy trans española, muy educada y tal cual ves en mis fotos reales. ofrezco este servicio por 15 euros (frances natural hasta el final) / griego 15 euros. ni teveo ni me vès, un servicio muy econòmico, ràpido y anònimo para descargar y seguir con tu dia con una sonrisa : ) con total anonimato. prùebalo, solo 15€.

Hay quien sabe ver el aspecto cómico de la situación y consigue publicar un anuncio original y divertido:

LLEGA EL CORONAPOLVO
Hola, me pongo en contacto contigo, voy a tu casa te follo y te pago. . es el nuevo virus que ataca a mujeres maduras que necesite estar contagiada de un buen polvo, virus totalmente legal, discreto y divertido y si no queda satisfecha te vuelvo a contagiar. Edad 37 años

Finalmente llegan los que juegan con la picaresca que usa la gente para salir a la calle más de lo normal: comprar en el supermercado a todas horas o ir a pasear al perro.

Hola chicos. . . soy rusa VICTORIA . tengo 35 años. soy muy cariñosa. Muy limpia, me cuido mucho mi salud. . aprovechar solo HOY un francés natural hasta final por 20 euros. puedes correr donde tu quieras , un servicio completo, por el tiempo de coronavirus media hora . por40€ Puedes venir con el perro, te lo cuidan aquí. Edad 30 años

No sé, pero simplemente leer ese anuncio justifica toda el artículo. Menuda situación delirante, ir a visitar a una prostituta con un perro. Pero Victoria no es la única:

CROSSDRESSER HORMONANDA Estoy atrapada como todos por el coronavirus pero podemos salir a comprar. Estoy 100% sana. Si no puedes salir a follar scorts voy yo a tu casa. Me desplazo a un super cercano a donde vivas y subo a que me folles. Servicios desde 50€.

Chicos, el confinamiento es duro, y va a ser más largo de lo que pensamos, pero no creo que subirse a casa a una desconocida Crossdreser (transexual) con las hormonas disparadas sea el mejor plan para pasar el encierro.

Coronavirus

No soy muy fan de escribir sobre temas de actualidad, porque son comentarios que suelen envejecer muy mal. Pero como ya no soy tampoco muy fan de escribir en general, supongo que la regla dejó de tener sentido.

Cuando pensaba en cómo podría ser el mundo en el futuro —asumiendo un escenario pesimista— nunca imaginaba el colapso del peak-oil, o la gente muriendo envenenada por plásticos. Tampoco una Guerra Mundial o que fuéramos sojuzgados por las máquinas inteligentes. Siempre veía un escenario similar al que ahora se está viviendo con el coronavirus, sólo que con una enfermedad más seria y resistente. No una plaga apocalíptica, sino algo mucho más moderado, digamos que con un índice de mortalidad del 5 al 10 por ciento.

El proceso sería bastante parecido al que ahora se nos presenta, sólo que exacerbado y persistente en el tiempo es muy posible que nunca más volvamos a saber de este virus después del verano.

Los países cerrarían fronteras, y ciertos países, como ahora lo son Corea del Sur o Italia, se convertirían en apestados: nadie querría saber nada de sus nacionales. Este desprecio, más o menos motivado, generaría diferencias que serían irreconciliables en el corto y medio plazo.

La economía mundial se iría al garete lentamente. Desaparecería la globalización por medios naturales: si dependes de un proveedor en Corea del Sur, mejor que te busques otro. Y no es muy realista elegir Tailandia cuando sabes que la situación con ese otro país puede acabar siendo similar. Mejor cerrarse en uno mismo. Habrían un colapso de las monedas nacionales y la deuda de los países: casi todos los países tendrían deudas impagables con el resto y sería complicado volver a un patrón común.

Sería un apagón lento y en parte inexplicable en la perspectiva de los libros de historia. Vivimos en un mundo tan perfecto, que cualquier riesgo nos vuelve inmensamente vulnerables.

Pero esa era mi visión imaginaria de un futuro peor al actual, que nada tiene que ver con la situación que ahora estamos viviendo. El coronavirus es como una gripe común, o no, mejor aún que ella.

Sobre la gestión de la crisis sanitaria por parte de España se insiste en el adagio de que tenemos la mejor sanidad del mundo. O al menos la mejor europea. O una de las mejores. No es algo que cuestiono, pero lo que sí me resulta sorprendente es que se intente convencer que en caso de que lo fuera, esto significa que la gestión de la crisis sanitaria iba también a ser la mejor del mundo.

Esta crisis es, ante todo, un insulto a la estadística (como ciencia). Se puede tener la mejor sanidad del mundo (en promedio) y no ser el mejor país para el tratamiento del cáncer, ni tener las listas de espera más cortas del mundo, ni los mejores médicos, ni los mejores hospitales. Es como en la competición del decatlón: uno puede ser el mejor del mundo en ese deporte y seguramente no sea el mejor del mundo en ninguno de los diez deportes que lo componen.

Probablemente un país con una sanidad deficiente, pero acostumbrado a problemas, pueda gestionar mucho mejor una crisis así. Mención aparte a los países más totalitarios, como Rusia o China, que están dando un tratamiento a veces brutal, pero indudablemente mucho más efectivo.

Con la mascarilla de la autocomplacencia y seguros de nuestra capacidad de respuesta, no queda otra que cometer muchos errores.

La situación actual de España (276 afectados) es similar a la que tenía Italia el día 24 de febrero. Es razonable esperar que la situación española dentro de 11 días sea exactamente la misma que tiene ahora Italia: 3.800 casos y tomando medidas de emergencia, como el cierre de colegios.

Si la medida es adecuada una vez se llegue a ese volumen de casos, será mucho más adecuada (y producirá menos pérdidas) si se produce 11 días antes.

Sólo se me ocurren dos motivos por los que esto no debiera hacerse: que sean medidas antes las que no se ve final (colegios cerrados hasta el verano) y ante las que uno sólo puede enfrentarse cuando sea la opinión pública la que las solicite. O que se piense que Spain is different, y no hay ningún motivo para esperar que nos va a ocurrir lo mismo que Italia. Esa segunda explicación es, lamentablemente, bastante probable. Y muestra hasta qué punto nos hemos desconectado de la realidad algo por cierto presente en nuestras noticias desde mucho antes de que el virus existiera.

Las opiniones de personas relacionadas con pacientes en España muestran un escenario patético: no se realizan pruebas, salvo que la situación sea más que obvia. Incluso entre familiares muy próximos a enfermos, ni insistiendo se les hace una analítica. Hay gente a la que no se le ha detectado el virus hasta después de muerta. Los pasajeros provenientes de los países con más afectados se pasean por los aeropuertos con total libertad. Está bastante claro que los casos reales en España están muy alejados de las estadísticas oficiales. No creo que haya ni el doble ni el triple, será otro orden de magnitud mucho mayor.

El recuento de enfermos recuerda al cálculo del IPC en los tiempos en que había mucha inflación, en que se trataba de maquillar el número, a veces retirando productos muy consumidos de la cesta de la compra. También recuerda al dato de desempleados que se recorta de forma desesperada con todo tipo de artimañas. O el cálculo del déficit que tenemos que rendir ante la Unión Europa. En España siempre hemos sido muy buenos maquillando cifras.

El mapa de contagios a lo largo del mundo muestra una sorprendente imagen: a diferencia del ébola, el zika o incluso el sida, estamos ante una enfermedad que está golpeando más fuerte en los países más desarrollados. Los países pobres no se salvan porque tengan la mejor de las sanidades posibles, ni porque sean más resistentes. Simplemente están obteniendo un inesperado beneficio de su propia miseria: muchos menos viajes comerciales. Y aún en el caso de tener infectados, la tranquilidad que brinda el desconocimiento. Como hemos visto en España, test que no sea hace, enfermo que no existe.

La gran ventaja que está salvando a los países pobres es la extraña regla de que cuanto peor sea el clima de un país, mayor nivel de vida suele tener. Noruega, Canadá o Nueva Zelanda tienen inviernos severos, pero economías sólidas. Docenas de países africanos estarán relativamente inmunes al coronavirus por el simple hecho de que están ya viviendo en el verano que acabará con el virus de España o Italia.

Decenas de miles de cancelaciones de viajes, destinos habituales dejan de ser seguros. Los pesos pesados del turismo europeo: Francia, Italia y España, están entre los países con más afectados. Una segunda oportunidad para destinos que habían sufrido mucho en el pasado: la gente vuelve a pensar en Túnez, Egipto o Turquía. Estos destinos no tienen nada que envidiar a los europeosen tanto en cuanto sigan siendo seguros y en el momento en que los turistas empiecen a probarlos, les costará volver a la rutina de nuestras playas, más que vistas.

Se suele manipular mucho con la mezcla de argumentos cuando se habla del coronavirus. Para intentar justificar la inacción, se habla de que la enfermedad es muy leve, apenas como una gripe. Hay dos aspectos muy diferentes. La enfermedad en sí misma no tiene nada que temer. Pero la crisis sanitaria sí es muy grave. Si el gobierno de turno dijera: señoras y señores, no vamos a hacer nada, no habría muertes masivas ni repetiríamos escenas de The Walking Dead sobre las playas de Benidorm. Moriría mucha gente, si se la compara con los feminicidios o los accidentes de tráfico. Pero un número razonable si se hace el paralelismo con las muertes por enfermedades comunes.

El verdadero problema serían las consecuencias indirectas. Italia ya está considerado un país insalubre. No creo que sea buena idea hablar en italiano en el metro de Moscú. Nadie se plantea visitar ese país en el medio plazo. Seguramente hasta la gente estará dejando de comer pizza. La imagen del Eat, Pray, Love, del país donde se puede ser feliz, se desvanece. Conseguir una buena reputación cuesta años de esfuerzo, perderla, apenas unas cuantas malas decisiones.

En Irán, la situación alcanza niveles dramáticos. Se trata de un país con lo peor de varios mundos. Sometido a creencias casi infantiles por la enorme influencia de la religión, con un gobierno tiránico pero incapaz. Se oculta información de forma sistemática y tienen un sistema sanitario bastante deficiente. Un país pobre donde nieva mucho. ¿Qué puede salir mal?

La gestión en Irán ha sido tan nefasta que puede equipararse con el ejemplo de no hacer absolutamente nada. Los hospitales están sólo para los pacientes VIP. Las cárceles están llenas de enfermos, que nadie quiere cuidar. Prácticamente todo el mundo está infectado, una gran parte de los miembros del Parlamento lo está ya de forma oficial. Pero como es una enfermedad leve, muchos no tienen síntomas y pasarán el trance sin enterarse.

En general no se tolera hablar negativamente de la situación. No se critica a los sanitarios, porque al fin y al cabo, son los que están en la primera línea de fuego. Pero eso como decir que no se debe criticar a los políticos porque son ellos los que nos gobiernan. La crisis sanitaria muestra muchas de nuestras vergüenzas: diagnósticos superficiales y paracetamol. Falta de medios, docenas de organismos y administraciones peleando entre sí. Enfermeros sin medios y Wallapop lleno de mascarillas robadas por médicos y de gente que regatea y marea con mensajes sin intenciones reales de comprar: eso somos.

Relacionado: Las mentiras del gobierno y las autoridades sanitarias españolas respecto al coronavirus

Aquí mando yo

Aquí mando yo: Historia íntima de Podemos, es un libro del periodista Luca Constantini publicado a finales del 2019. En él se narra la historia del partido político español Podemos.

No se trata de un libro al uso. Asume que el lector dispone de un conocimiento avanzado sobre los protagonistas de la historia y evita por tanto entrar en presentaciones a los personajes o introducciones a algunos de los elementos principales de la trama. Me imagino que el autor, al escribirlo, estaba pensando dos cosas: quiero escribir un libro que me hubiera gustado leer a mí, y quiero escribir un libro que pudiera interesar leer a Pedro Sánchez.

Para más inri, el libro trata sobre Podemos y no trata de ensalzarlo (libro patrocinado por Podemos) ni de destruirlo (libro patrocinado por la derecha o izquierda antagónica). Pero además el autor no tiene ningún escrúpulo en mostrar su opinión honestamente: se trata de un periodista especializado en Podemos y que al mismo tiempo no comulga con las ideas del partido.

Con todas estas características tan infrecuentes (libro avanzado, libro bastante imparcial, sin segundas intenciones ni patrocinadores, libro honesto y nada tibio) ni que decir tiene, estamos ante una gran lectura que recomiendo plenamente.

En lo estilístico, se nota que el autor no es español y puntualmente aparece alguna construcción extraña o el doloroso el racimo de uva como nombre de uno de los capítulos. Aún así, mucho mejor que otros libros escritos con más presupuesto.

El libro narra el nacimiento de Podemos, a través de las experiencias políticas de algunos de sus más destacados personajes. Un hecho que desconocía ─ y que posiblemente le ocurra a otros─ es cómo comenzó la carrera en política de Podemos. Pablo Iglesias era un tertuliano brillante que con sus intervenciones a otro nivel irrumpió en la televisión con un rotundo éxito, hasta tal punto que en pocos meses se convertiría en una de las imágenes mejor valoradas de la izquierda.

Por aquel entonces militaba en Izquierda Unida y simplemente aspiraba a ser el cabeza de lista del partido para las Elecciones Europeas. Izquierda Unida, un partido de pobres donde los puestos son tremendamente luchados y competidos, no le permitió saltarse la fila. Ya había muchos otros políticos que llevaban tiempo esperando para esa oportunidad.

En un movimiento tan valiente como eficaz, aupado por algunos sectores de Izquierda Unida y utilizando todos sus contactos, monta el proyecto de Podemos en tiempo récord. Consigue presentarse a las Elecciones Europeas, y para sorpresa de todos, consigue un excelente resultado. El resto, es historia.

A lo largo del libro aparecen muchas figuras importantes: Tania Sánchez, Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, Manuela Carmena, Ada Colau, Irene Montero. Las endogamias recuerdan a los tiempos en que se casaban entre familias para estrechar relaciones profesionales. Los novios y las novias cambian de mano entre unos y otros, parece que un político de Podemos sólo puede salir con otro (o con un asistente).

El autor da mamporros a diestro y siniestro y no deja títere con cabeza. Lo que comenzó como un grupo de jóvenes lleno de buenas intenciones, a poco que sus dirigentes comenzaban a tocar poder ─y las gloriosas nóminas que le suelen acompañar─ su máxima preocupación pasaba a ser sobrevivir en los puestos a cualquier precio.

Pablo Iglesias sabía que superar a Izquierda Unida, para luego fagocitarla, era algo totalmente dentro de sus posibilidades. Pero con una ambición desmesurada para alguien proveniente de Izquierda Unida ─que siempre ha tenido mentalidad de pobre─ veía posible dar el famoso sorpasso al Partido Socialista, algo que el tiempo demostró que era perfectamente posible. De no ser por un Pedro Sánchez que se creció en la adversidad y consiguió ganar la dirección del partido cuando parecía que estaba ya dado por muerto políticamente, seguramente lo habría conseguido. Es posible que ese adelantamiento a los socialistas habría causado dimisiones, cambios de chaqueta y mucho dolor al tradicional partido líder de la izquierda. Pero en vista de los acontecimientos que hemos visto con el tiempo, hubiera sido cuestión de tiempo que todo hubiera vuelto a su cauce.

Ahora el autor habla de un Pablo Iglesias cansado y que está pensando en una retirada digna que le permita vivir cómodamente el resto de su vida ─como tertuliano o incluso presentando un programa de televisión─ antes que con la tediosa vida de los políticos, que no trabajan mucho pero tienen que vigilar cada palabra que dicen y cada foto que se dejan hacer.

El partido, como su líder, está prácticamente agotado. El barco no admite muchos más parches sin que se hunda. Está lleno de enemigos internos, externos, facciones y divisiones. Sus propuestas políticas se mueven entre la fantasía, la improvisación y el absurdo. Sólo el disponer de un líder extraordinario ─brillante en las segundas elecciones de 2019─ les ha permitido llegar tan lejos con tan poco.

A lo largo del libro Costantini desgrana las contradicciones y mentiras de muchos de los dirigentes. Por supuesto deja en muy baja consideración a Errejón, pero por contra de lo que la mayoría pudiera pensar, uno de los personajes más siniestros es, en su opinión, Manuela Carmena, la ex-alcaldesa de Madrid.

Con la imagen de bonachona y amable, es cierto que el periodismo ha evitado los ataques más directos a su gestión o sus desaciertos, prefiriendo centrarse en un blanco más fuerte que pudiera responder mejor a los golpes.

Ante los problemas, su estrategia consistía en ponerse de perfil, hasta que el asunto dejara de ser de actualidad. «Ella es como Messi en el Barça, que si pierde es culpa del equipo y si gana es mérito suyo»

Hoy en día parece que las campañas políticas se ganan en Facebook con dinero de Rusia, pero también los políticos guays pagan por los anuncios de las redes sociales. Refiriéndose al Ayuntamiento de Madrid:

Disparó el gasto en Facebook y otras redes sociales un mil por ciento, hasta un desembolso anual que superó los cinco millones de euros.

Por contra, el libro acaba dibujando, casi sin querer, a una protagonista inesperada. Rodeada de oportunistas, chaqueteros, tránsfugas y políticos malintencionados, aparece la figura de Irene Montero, como una de las pocas personas que es 100% Podemos. Aunque posiblemente su imagen pública esté muy deteriorada, y se presente como una aprovechada que ha explotado la posición personal dentro del partido, en el fondo es una de las pocas personas que se mueven por las mismas ideas con las que entraron en el partido.

Así, estamos ante una rareza: periodismo de calidad en España (tiene que venir un italiano a hacerlo) una historia interesante, llena de contradicciones, siendo sus protagonistas políticos que provienen de la izquierda. Y hay villanos y héroes donde no lo esperas. Tienes que leer ese libro.

Manual de resistencia

Ante el incontestable éxito electoral de Pedro Sánchez Pérez-Castejón en las elecciones generales de 2019, no me quedó más remedio que leer su libro para intentar entender las bases en que se sustenta dicho triunfo.

El libro, criticado en prensa por cuestiones superficiales ─me imagino que por periodistas que se lo leyeron en diagonal─ es una descripción personal de los últimos acontecimientos en España, partiendo de su nombramiento como Diputado del Congreso en 2013 hasta sus primeros días en la Presidencia del Gobierno tras la exitosa moción de censura a Mariano Rajoy en 2018. Es tal el volumen de noticias falsas (o manipuladas, o interesadas, o contadas antes de saber la verdad, en un entorno en que los desmentidos no existen) que una parte importante de esa narración llega hasta a sorprender: Ya sea por su personal punto de vista ─que aporta información de primera mano y desconocida─ o simplemente por rememorar aspectos que la prensa había contado de otra forma.

Aunque el autor del libro es Pedro Sánchez, está escrito íntegramente por Irene Lozano. Jamás he leído un libro así. Es lo suficientemente interesante como para que me lo haya leído entero, lo que lo pone en el top 20% de los libros que llegan a mis manos. Pero al mismo tiempo, tratándose de un libro profesional y llamado a ser un super ventas, es de una escritura chapucera y un trabajo de adaptación tan pobre, que causa verdadero bochorno.

En el libro casi se puede oír la voz de Pedro Sánchez. Tal y como él mismo ha contado, está basado en largas conversaciones con Irene Lozano, que ésta ha trascrito desde las grabaciones de voz, en demasiadas ocasiones con una total literalidad. Se siente casi como un audiolibro. No hay síntesis, no hay traducción del lenguaje oral al escrito. Supongo que se habrá limitado a corregir repeticiones, ampliar mínimamente el vocabulario y ordenar las conversaciones. Tengo un profundo sentimiento enfrentado, porque por un lado se percibe la poca profesionalidad de la adaptación y al mismo tiempo es un libro que se lee con interés.

Siempre me había parecido que Pedro Sánchez era el político con más inteligencia política del panorama español. Quizás Mariano Rajoy fuera el político más astuto, por su capacidad para hacer no haciendo. Pablo Iglesias tiene algo de líder mesiánico, capaz de empatizar con las masas que le siguen hasta la muerte. Albert Rivera me parece el político más profesional de todos: todo terreno y uno de los más hábiles en casi cualquier cuestión. Santiago Abascal es un personaje que simplemente cae bien, al margen de sus ideas, defiende una de las posturas más complicadas con una sonrisa en la cara y dando un enfoque positivo. Pero Pedro Sánchez tiene algo más. ¿Qué tiene Pedro Sánchez?

Siempre había pensado que era pura estrategia. Se mueve por el tablero político como una rubia polioperada que parece que no sabe lo que hace y a la que nadie tiene en cuenta. Hasta que ocurre algo inesperado…que le favorece. Una y otra vez, la suerte parece perseguirle. Que sus ideas y su equipo a veces me causen rechazo ─o directamente repulsión─ no resta ni un ápice mi admiración hacia él y su capacidad política. Al igual que los otros líderes de la política española, se trata de una persona que ha llegado a un puesto muy complejo que no está al alcance de cualquiera. En España es muy común menospreciar a los políticos del bando que no te gusta. Eso le ha sucedido mucho a Mariano Rajoy, del que casi todo el mundo se cree más inteligente. No deja de ser fascinante cómo personas que no han llegado a nada en la vida se ven muy por encima de alguien que ha dirigido un país. A veces basándose en un simple aspecto, como su inexistente nivel de inglés o sus habilidades para el baile. La ignorancia es muy atrevida.

Una y otra vez a lo largo del libro, Pedro Sánchez consigue quitar mérito a cada una de sus más acertadas decisiones. La ascensión a Secretario General partiendo de ser un total desconocido, su valiente dimisión cuando el PSOE aceptó investir a Mariano Rajoy a través de un voto de abstención. Su vuelta a la dirección de su partido, cuando todo el mundo lo daba por desahuciado políticamente. Y finalmente la exitosa moción de censura, la primera que funciona, conseguida en apenas un par de días. El factor que se repite siempre es que la gente a su alrededor le empujaba a tomar las decisiones que el tiempo ha mostrado como estratégicamente brillantes. En algunos casos, casi contra su propia intención inicial.

Así, después de leer el libro he reemplazado una virtud con otra. De considerarlo un excelente estratega, su verdadera virtud en realidad es otra: una gran capacidad para tomar el pulso de la calle. Aunque casi con toda seguridad tiene un Master que no debería tener, eso no quiere decir que no tenga capacidad más que de sobra para obtenerlo. Precisamente su magistral inteligencia social, para percibir qué está demandando la sociedad española, sus militantes, o sus compañeros de partido, entre cientos de mensajes contradictorios, aduladores, manipuladores o intrascendentes. Una habilidad extraordinaria que combina con un perfil suave ─que no blando. Es un político con una dilatada trayectoria del que, sin embargo, apenas si hay dónde criticar. Su “polémico” Master, que aún es menos cuestionable que los títulos conseguidos por el líder de la oposición, Pablo Casado. Los vuelos privados en el avión que tiene por ser Presidente del Gobierno. Hasta Pablo Iglesias, que probablemente nunca llegue a nada importante políticamente, está muchísimo más erosionado, sin haber tocado poder jamás en su vida.

Unido a su atractivo físico y su perfil de político preparado, con idiomas y conocimientos de economía, con una familia de libro, es el candidato que todo partido querría tener. Si no fuera porque le toca defender las ideas del Partido Socialista.

Cuando durante el libro se enfrasca en explicaciones de la problemática española, recalca con firmeza problemas que realmente son de los más importantes:

Un país que pierde a su juventud es un país sin futuro. Una de las grandes quiebras de nuestro tiempo es que se está incumpliendo la promesa según la cual cada generación viviría mejor que la anterior.
Si no restablecemos ese contrato, si convivir no significa ningún compromiso intergeneracional, corremos el riesgo de que la sociedad se fragmente hasta tal punto que no sea sostenible.
Hoy día ser joven en España implica tener un salario bajo, un trabajo precario y una extrema incertidumbre respecto al futuro. Por eso una de las primeras medidas en las que nos pusimos a trabajar como Gobierno fue un plan contra la explotación laboral.

En el plano económico estamos inmersos en un mundo de bajo crecimiento, precarización de los salarios y una deuda que no cesa de crecer.

En la ruptura del discurso lógico, esencia fundamental de la izquierda, enuncia un punto de partida irrefutable y llega a un destino razonable, sin creer que sea necesario que ese camino tenga que sustentarse en la lógica.

Si esa revolución tecnológica se desarrolla políticamente como lo ha hecho la globalización, habrá grandes avances, pero no se beneficiará de ellos toda la sociedad, sino solo unos pocos. Que esto se haga de otra forma y que la revolución robótica beneficie a toda la sociedad no es un problema que vaya a resolver la tecnología: ha de hacerlo la política. Lo mismo sucede con los problemas medioambientales o la discriminación de las mujeres: hace falta poner el feminismo y el ecologismo en el centro de las políticas, pues solo de ellas vendrán las soluciones.

Comienza expresando los grandes retos del futuro de forma sucinta y muy lograda, para luego dar un triple salto mortal y ofrecer su desquiciada solución: si no hay trabajo (ni futuro) para los jóvenes, tenerlos entretenidos con las luchas feministas y medioambientales. Creo que en todo el libro no menciona las pensiones ni una sola vez ─y si lo hace es de pasada.

En España las pensiones tienen dos caras terribles: son un problema actual en sí mismas, pero al mismo tiempo destruyen cualquier posibilidad racional de solucionar las demás dificultades: la más preocupante es la menguante perspectiva personal y laboral para los jóvenes del país.

Tras leer su libro, me ha sorprendido descubrir que se cree (casi) todas sus ideas. El discurso de la izquierda es tan ilógico, que es complicado de asimilar para personas con cierta inteligencia. Hay que tener una especial habilidad en mirar para otro lado en determinados momentos de la exposición. Pedro Sánchez tiene tal facilidad para conseguir esa suspensión de la lógica, que no me extraña ahora que haya llegado tan lejos. A diferencia del discurso de Podemos: con enemigos, revanchista, de quitárselo a los culpables (ellos) para dárselo a los inocentes (nosotros), el socialista es casi impecable, si aceptas que el razonamiento sólo tendrá un pequeño paso por la ficción.

Otra habilidad extraordinaria de Pedro Sánchez es su adaptación a los nuevos tiempos políticos. A pesar de venir de la vieja política y haberse encontrado con los terremotos de Ciudadanos y Podemos, ahora no cabe duda de que es el político que mejor entiende el nuevo escenario alejado de los gobiernos monocolor. Dispuesto a pactar con quien haga falta, a pactar abiertamente o de forma subrepticia, a proponer acuerdos sin ofrecer casi nada a cambio y a hacerlo a veces sin reconocer concesiones. Se mueve como pez en el agua en el mercadeo de votos y favores, una virtud que Ciudadanos supo iniciar pero que con el tiempo ha renunciado a ella, obteniendo una imagen más coherente pero mucho menos práctica. Pedro Sánchez además es muy hábil tratando de vender méritos ajenos como propios y de gestionar los medios del Estado a su mayor conveniencia ─como decidiendo la fecha de las elecciones en el momento más propicio a su partido.

Una de las frases más interesantes del libro es cuando se cuestiona por qué la derecha no tiene esa misma facilidad que ellos para atraer al votante. Y es que el socialismo que ellos defienden tiene algo de lo que carecen el resto de partidos, en especial Ciudadanos: tienen una ideología detrás. Para colmo de males, la frase no es ni siquiera suya:

En realidad, como ha dejado escrito Jordi Sevilla, se trata de la única ideología existente hoy en día. El neoliberalismo no existe como ideología, ha resultado ser un sumatorio de retales que carece de estructura y de una visión de la sociedad.

Ser progresista, es tener una ideología, mientras que escoger a cualquier partido de la derecha, aunque probablemente sea una mejor elección, carece de la fuerza que da tener un conjunto de ideas coherente (principios que suenan bien, ideas que suenan bien y una suspensión en la lógica para que todo cuadre). El paquete “vegano/feminista/bienvenido sean los inmigrantes/ayudar a los necesitados/que pague más quien más tiene/derechos para las minorias” es impecable, mientras que en el extremo de la derecha hay un batiburrillo confuso que no hay forma de pegar: “religión/derecho a la vida/penas más fuertes para criminales/toros/menos impuestos a empresas/la familia”. En unos tiempos en que la gente navega perdida por la vida, disponer del cemento de la ideología no tiene precio.

En resumen se trata de un libro mucho más interesante de lo que esperaba. Los últimos capítulos se hacen insoportables (muy largos e interminables) pero tiene cierta frescura para ser un libro que cuenta una historia que ya conoces. Pedro Sánchez es un brillante encantador de serpientes, va mordiendo aquí y allí y sólo con un poco de cuidado eres capaz de leer entre líneas. Sin una sola mala frase es capaz de contar como el Partido Socialista estaba (y probablemente aún esté) totalmente prisionero de las opiniones y el poder de los barones (líderes territoriales) y expresidentes nacionales (Felipe González y Zapatero) con los que nunca se acabó de llevar bien. Se atreve a mencionar la corrupción del PP y sin temblarle el pulso te dice que el PSOE no tiene nada parecido a eso en ninguna parte.

Finalmente, Pedro Sánchez se ve a sí mismo casi como un miembro de la clase media, una absoluta desconexión con la realidad exactamente donde hace falta. De alguien que se despidió a su mismo, no que recibió un despido improcedente, dice:

Tenía algo de dinero ahorrado, más lo que me correspondía como indemnización del Congreso. Alguna gente cree que los diputados salimos de allí con pensión vitalicia y la realidad es que ni siquiera tenemos una prestación por desempleo. Nos corresponde un mes de sueldo por cada año que hemos estado en el Congreso y eso cobré.

Empresas petrolíferas

Hace unos meses se puso de moda invertir en empresas de transporte de petróleo. Puede que la tendencia sólo se debiera a que todo lo demás “estaba muy caro”.

La apuesta por muchas de estas empresas no está saliendo bien, al menos de momento. Esa es la gráfica de Teekay Tankers.

Antes de meterme en una inversión así hice un poco de introspección. ¿Qué sé del negocio en torno al petróleo? ¿Dónde está el dinero? ¿Es de repente el transporte la parte más rentable de todo el proceso?

Entre mi desconocimiento del sector y el inminente apocalipsis del Peak Oil (se acaba el petróleo y la humanidad se convierte en una película de Mad Max) y los coches eléctricos que tendremos que aceptar como el no va más del progreso, no me dio por otra cosa que intentar leer algún libro interesante sobre la industria del petróleo.

Para mi sorpresa no hay tantos libros sobre el tema. Y los que hay, tienen precios prohibitivos. Así que os paso a sugerir que leáis, los que seáis usuarios de Amazon Kindle, el capítulo de prueba del libro The Global Oil & Gas Industry: Stories from the Field.

El libro cuesta 79 dólares, que no es el típico precio de un café. Pero tiene la interesante cualidad de que la muestra de prueba que se envía al Kindle presenta dos capítulos largos enteros, y son bastante interesantes como lecturas aisladas.

En esos dos capítulos se narra la intra historia de dos macro proyectos relacionados con la creación de grandes infraestructuras energéticas. Por un lado la creación de una central eléctrica en la India (con la energética americana Enron como principal implicada) y por otro sobre un proyecto de transporte de gas para el gobierno de Bolivia.

Son dos historias muy marginales, y bastante antiguas (tienen casi 20 años) pero hoy en día es difícil leer narrativa de no ficción que tenga una compleja historia sin buenos y malos definidos.

La lectura arroja una visión muy interesante del mundo empresarial a alto nivel. Se trataba de dos proyectos costosísimos en que tanto las empresas como los gobiernos tenían mucho en juego. Con miles de millones de euros en cada presupuesto, todos los actores se arriesgaban a tremendas pérdidas o ganancias.

En televisión normalmente se muestra a las grandes empresas como feroces depredadores que entran en proyectos a tiro hecho y con ganancias garantizadas. Esta lectura ayuda a mostrar un mundo complejo donde cada euro se tiene que sudar antes de que llegue al bolsillo.

Los amantes de las lecturas difíciles agradecerán esta recomendación, insisto, sólo sobre el capítulo de prueba.

Rebuscando entre el resto de libros, aparece uno muy famoso: The Prize: The Epic Quest for Oil, Money, and Power, gigantesco libro de Daniel Yergin que ganaría un Premio Pulitzer, al mismo tiempo que sería un superventas y la base para una serie de televisión.

Publicado en 1990, el libro es una extensísima historia de la industria petrolífera, que en cierto modo es una historia reciente de la Humanidad a través de los ojos de las compañías de extracción, transporte y comercialización.

El libro es muy largo ─908 páginas─ y llega un punto en que se vuelve tedioso, por la insistencia en el tema. Así, me he leído una gran parte del mismo (la primera mitad y capítulos sueltos de las partes más interesantes) pero no he sido capaz de leerlo completo. Ese es el mundo en que vivimos ahora, en que la gente se atreve a recomendar un libro que no ha leído completo y el capítulo de prueba de Amazon de otro.

Al margen de una historia muy interesante, el libro muestra un trasfondo de empresarios hechos de otra pasta. Nada de los típicos burócratas perfectamente delineados por la extrema izquierda en su discurso para subir los impuestos. Se trata de personajes valientes, multidisciplinares y que se juegan el cuello en sentido literal en muchas ocasiones.

Veamos algo de la historia de Calouste Gulbenkian, un personaje secundario en esta historia, pero tal vez por eso un muy buen ejemplo de este tipo de empresarios.

Calouste era hijo de una familia acaudalada de origen armenio, aunque vivía en la actual Estambul. Un muy buen estudiante, sin embargo disfrutaba con el mercadeo del Gran Bazar, donde pasaba la mayor parte de su tiempo libre.

Como hijo de una buena familia, fue enviado a estudiar a Marsella, para mejorar su francés, y al King’s College, para aprender ingeniería de minas, donde escribió una tesis sobre el petróleo.

Graduado en 1887, con tan solo 19 años, con la máxima nota, un profesor universitario del King’s College sugirió que el tan talentoso joven armenio fuese a Francia a licenciarse en Física, pero su padre rechazó la idea por completo, idea que calificó de “gilipolleces académicas”. En su lugar, el padre lo mandó a Bakú [capital europea del petróleo en la época], donde se había forjado la mayor parte de la fortuna familiar.

Y esta es la historia de muchos de estos personajes. Gente inteligente, que podía haber tomado el camino fácil e indolente de vivir del cuento, pero que se atrevió a luchar por más. En este caso se convertiría en un negociador fundamental en todos los acuerdos sobre petróleo en Oriente Medio. Y no, no se limitó a quedarse en la comodidad de la casa familiar, viajó incansablemente, viviendo en Estambul, París, Londres y Portugal por largos periodos de su vida.

Considerando que fue por aquel entonces cuando se produjo el genocidio armenio de manos de Turquía, que un armenio, viviendo en Turquía, se mantuviese en su fortuna, no debió resultar tarea sencilla.

Gulbenkian tenía otra característica. Él era total y absolutamente desconfiado. “Nunca he conocido a nadie tan desconfiado”, diría Sir Kenneth Clark, el crítico de arte y director de la National Gallery de Londres, que ayudó a Gulbenkian años después a forjar su colección de arte. “Nunca me he tropezado con nadie que llevara las cosas tan lejos. Siempre tiene a gente espiando para él”. Contrataba a dos o tres expertos diferentes para estimar una obra de arte y decidir si la compraba o no. De hecho, conforme se iba haciendo mayor, Gulbenkian se obsesionó con superar a su abuelo, que había vivido hasta los 106 años, y para ello, contrató dos equipos médicos independientes, de forma que pudiera contrastar las opiniones de un grupo con el otro.

De una persona así, podría pensarse que era un descastado que había renegado por completo de su país de origen, Armenia. Pero en su testamento legó una partida de 400.000 dólares para renovar la Catedral de Etchmiadzin, la más importante de Armenia “cuando la URSS lo permita”.

En una típica surrealista crítica que enfurecería a Nassim Taleb , un crítico literario critica de la biografía sobre Calouste la ausencia de libros entre sus bienes preciados:

Siempre llevaba consigo todo lo que necesitaba en sus viajes: pasaportes, material para escribir y enviar cartas, libros de códigos telegráficos, vinos y champanes, medicamentos, café, miel (un tipo específico), gafas de sol y prismáticos (para practicar ornitología).

Y como digo, no es más que un personaje secundario de esta historia, donde el gran protagonista no es otro que John D. Rockefeller. Se hizo el hombre más rico del mundo comerciando con petróleo en la época en que aún no se había inventado la gasolina: sólo se usaba el queroseno para la iluminación y el resto de subproductos de la gasolina ─los realmente valiosos hoy en día ─ se tiraban.

En este sentido, hay una paradójica relación con el coche eléctrico. El gran negocio del petróleo era el queroseno para iluminación. Cuando irrumpió la electricidad y la bombilla de Edison, los empresarios del petróleo tuvieron que pivotar hacia otro sector. Justo entonces se estaba desarrollando el automóvil. Al tener la gasolina precios mínimos ─por estar el queroseno perdiendo demanda de forma continuada─ resultó la mejor opción como combustible.

Así, puede decirse que los coches no nacieron eléctricos de serie por el simple hecho de que la electricidad estaba matando al negocio del petróleo en la iluminación. Un poco como el caso de Apple, que tuvo que volcarse en los dispositivos móviles, porque tenía perdida la batalla de los ordenadores. Con el tiempo, el nuevo negocio resultó ser infinitamente más lucrativo.

Por qué es bueno tener hermanas

En su extenso e interesantísimo libro Gladiadores, El gran espectáculo de Roma, Alfonso Mañas cita un texto clásico que nos muestra lo duro que era viajar en la antigüedad. ¿Te han robado el bolso estando de viaje? ¿La cartera en Barcelona? ¿Has perdido las maletas? En la antigüedad, si te robaban en tierra extraña, simplemente te dejaban en la mendicidad para el resto de tu vida, y así el protagonista, tras sufrir un hurto, entiende que matarse es casi la opción más sensata.

También el texto nos traslada a una época de amistades inimaginables hoy en día, en la época en que los amigos se han convertido en seguidores.

Escribe Luciano de Samósata en su libro Toxaris:

Movido por el deseo de conocer la cultura griega, partí de mi casa (en Escitia) camino a Atenas. El barco puso destino a Amastris, ciudad a la orilla del [pontus] Euxinus (el mar Negro) y que está en la ruta natural desde Escitia, no lejos de Carambis.

Sisinnes, que era amigo mío desde la infancia, me acompañaba en este viaje. Habíamos sacado todas nuestras pertenencias del barco y las habíamos dejado en una pensión cerca del puerto. Mientras estábamos en el mercado, sin sospechar que nada fuese mal, unos ladrones forzaron la puerta de nuestra habitación y se lo llevaron todo, sin dejarnos siquiera con qué pasar ese día. Bueno, cuando regresamos y vimos lo que había ocurrido consideramos inútil pedir indemnización legal a nuestro posadero o a los vecinos; había muchos de estos, y si hubiésemos contado nuestra historia —que nos habían robado 400 dáricos y nuestras ropas y mantas y todo— la mayoría de la gente habría pensado que estábamos montando un alboroto por una nimiedad.

Así que nos pusimos a pensar qué debíamos hacer; ahí estábamos, sin absolutamente nada en un país extraño.
En cuanto a mí, pensé que bien podría meterme una espada entre las costillas en ese mismo momento y lugar, y poner así punto final a todo, antes que soportar la humillación que el hambre y la sed podría hacer caer sobre nosotros. Sisinnes adoptó una visión más optimista y me imploró que no hiciera eso: “Pensaré en algo” dijo, “y seguro que nos irá bien”.

Hasta entonces había hecho lo suficiente como para conseguirnos un poco de comida, dedicándose a traer madera desde el puerto. A la mañana siguiente dio una vuelta por el mercado, donde parece que vio un grupo de jóvenes bien formados que, como resultó, estaban alquilados como gladiadores e iban a luchar dos días después. Lo averiguó todo sobre ellos y entonces regresó donde yo estaba. “¡Toxaris!”, exclamó, “¡Da por terminada tu pobreza! ¡En dos días te convertiré en un hombre rico!”.

Pasamos esos dos días como pudimos, hasta que llegó el del espectáculo. Cuando tomamos asiento como espectadores Sisinnes me dijo que me preparase para todas las novedades de un anfiteatro griego. Lo primero que vimos al sentarnos fue a varias bestias salvajes: algunas estaban siendo abatidas con jabalinas, otras cazadas con perros y otras eran soltadas sobre hombres atados de pies y manos, los cuales nosotros supusimos eran criminales. Tras esto aparecieron los gladiadores. El heraldo llevó hacia delante a un joven fornido, y anunció que quien estuviese dispuesto a luchar contra él bajara hasta la arena y tomara su premio, 10.000 dracmas (unos 500 €). Sisinnes se levantó de su asiento y saltó a la arena, expresando su voluntad por luchar, y pidió las armas. Le dieron el dinero y él me lo entregó a mí. “Si gano”, dijo, “regresaremos juntos y no nos faltará de nada.

Si caigo me enterrarás y volverás a Escitia”. Yo quedé muy conmovido. Entonces él recibió las armas y se las puso, a excepción del casco, pues él combatía a cabeza descubierta. Fue el primero en ser herido; la hoja curva de su enemigo* le hizo sangrar en la ingle. Yo estaba medio muerto de miedo. Pero Sisinnes estaba preparando su momento: el otro le atacó entonces con más confianza y Sisinnes arremetió contra el pecho de él y le hundió la espada limpiamente, de modo que cayó sin vida a sus pies. Él mismo, exhausto por la pérdida de sangre, cayó sobre el cadáver y la vida casi le abandona. Corrí a asistirle, le levanté y le dije palabras de ánimo. Había conseguido la victoria y era libre de marcharse. Por tanto lo recogí y lo llevé a casa.

Al final mis esfuerzos tuvieron éxito: él se recuperó y vive en Escitia hasta el día de hoy, tras haberse casado con mi hermana, aunque, sin embargo, aún está cojo por la herida.

Pasta de dientes


Si por algo destaca la pasta de dientes Elmex es por la sobreingeniería en el diseño del tubo. Primero tienes que usar el tapón para quitar el precinto, una extraña argucia que demuestra que en esa compañía se respeta más a los ingenieros que a los dentistas. Luego incluye la extraña peculiaridad ─que algo tiene de inquietante─ de que el bote siempre se apura hasta el último milímetro, sin tener que retorcerlo hasta la extenuación. Parece como si hubieran pensado mucho el cómo empezar y terminar con la pasta, y eso crea incertidumbre sobre si han trabajado tanto para fabricar una buena pasta de dientes.

Aún así, con el uso frecuente me había acostumbrado a la pasta de dientes Elmex y para comprarla siempre me tocaba ir a la farmacia y pagar un exagerado sobreprecio. Un auténtico drama personal que de haberlo conocido, podría haber inspirado una novela a Dickens.

Intentando ahorrarme el sobreprecio de la venta en farmacias, buscando como un mendigo por internet, acabé con la idea genial de buscar la pasta en el Amazon alemán y encontré una oferta brutal: menos de la mitad del precio de España. La única pega: que tendría que comprar ocho tubos. Ningún problema para un preparacionista aficionado. Y es que aquello, más que un chollo increíble, parecía una anomalía de Matrix.

Lo que aparentemente no daba ni para escribir un twitt de los inicios de Internet ─en que la gente anunciaba cuando se acababa de levantar─ con el paso de los meses se convertiría en una extraña maldición. Llámalo karma llámalo una energía, como diría el personaje de Fermin Trujillo. Pero aquella oferta de ocho tubos de pasta de diente Elmex colgaba del árbol del conocimiento del bien y del mal y no podía disfrutarse sin pagar un precio muy elevado.

Todavía disfrutando de mi primer tubo empezaron los problemas dentales. Un modesto pero constante sangrado matutino. Como buen paciente de la Seguridad Social, la primera medida siempre es evitar ir al médico. Decidí dejarlo hasta que tuviera la siguiente revisión con el dentista. Igual pasaron un par de meses hasta entonces.

La primera vez que fui a ese dentista, hace años, lo hice recomendado por terceras personas. El odontólogo no era ni bueno ni malo, pero el ambiente que allí se vivía, parecía más propio de las escenas introductorias de una película pornográfica. Y por eso, seguí yendo mucho años. Supongo que angustiado por la discriminación que sufre la mujer en el ámbito laboral, ese dentista había decidido que en su clínica sólo trabajarían mujeres. Concienciado con los problemas de empleo juvenil que vive nuestro país en la actualidad, optó porque no hubiera ninguna de más de 30 años. Tratándose de una profesión muy relacionada con la estética, por motivos profesionales las eligió a todas guapas.

Más que una clínica, tenía un aire de mansión playboy de barrio, o al menos así me lo parecía a mí que arrastro problemas con la imaginación. Las había rubias, morenas, latinas, de países del este. La única pega era que la mayoría de las asistentes tenían poca experiencia, poco sueldo y pocas esperanzas de seguir trabajando en una puesto donde no parecía que la gente se jubilara. En mi revisión una de las más expertas y veteranas me avisó de que tenía una dolencia en las encías. Me dio un mensaje preocupante a la vez que no me aportaba una solución clara. Unos productos para intentar atajar el problema y de vuelta para casa y mirarlo mejor en Google, que es el médico de verdad. Cuando me marché de la clínica sabía que ese paraíso para los ojos e infierno para la boca no me volvería a ver jamás.

El cambio fue traumático: una argentina que hablaba más que un sacamuelas y más que un argentino. De edad próxima a la jubilación y con una asistente de la misma generación. La experiencia del dentista en su máxima expresión. No quiero cerrar el párrafo sin mencionar algún aspecto positivo del cambio: era una excelente dentista y muy comprometida con sus pacientes.

Tras el diagnóstico de mi problema la solución pasaba por usar un tipo de pasta de dientes especial para encías. Siete tubos de pasta almacenados cuidadosamente y me tocaba comprar una marca nueva…que sólo se vendía en farmacias. Y sí, con un enorme sobreprecio.

Pero la maldición era más profunda que todo eso. Por alguna extraña razón, siempre que hacía un viaje pequeño, se me acababa olvidando la pasta de dientes. En las vacaciones, además, se me cayó el tubo dentro del váter. ¿Quién necesita dos tubos de pasta de dientes para un viaje de una semana? Empecé a acumular botes prácticamente enteros de todas las marcas imaginables. Los cajones de mi cuarto de baño empezaban a apuntar costumbres bizarras de potenciales psicópatas. Luego tenía botes pequeños de muestra que me daban los dentistas ─fascinante que te recomiendan una marca pero te dan de otra porque es gratis. Llegó un momento en que opté por ir guardando los envases en lugares diferentes de la casa, para evitar sentir la desazón visual causada por tan involuntaria colección.

La puntilla me la daría un viaje a Asia. Ahí encontré en los supermercados la pasta de dientes que me habían recetado a un precio razonable. Me traje dos tubos para España. Una vez abrí el primero, pude comprobar que tenía un sabor muy diferente al de España, con el consiguiente dilema: ¿Me habrán dado gato por liebre, y tendré una pasta de dientes de ínfima calidad, o es simplemente que allí la hacen de otra forma? Como buen muerto de hambre, me creí la opción que más me convenía, y la seguí usando, imaginando esta vez que allí tenían una fórmula mejorada.

Ahora tenía dos docenas de botes en casa, de todas las marcas, algunos con la etiqueta en alemán, en ruso, otros en chino o tailandés. Cuando algún extranjero se olvidaba la pasta de dientes en mi casa, la tiraba sin pensarlo dos veces. Tenía pasta como para dos vidas.

He ido regalando botes sin empezar, deliberadamente olvidando en hoteles algunos de las marcas menos atractivas. Vivo una guerra contra la pasta de dientes que sólo ahora parece que estoy empezando a ganar. He querido escribir este post para explicar un aspecto que podría quedar poco claro si alguna vez muero y mis herederos se ponen a hacer inventario de los cajones. Tengo muchas costumbres raras, algunas perversiones inconfesables, pero lo de la pasta de dientes, ha sido una batalla librada directamente contra Dios.