Alerta climática

Recientemente leí el libro Falsa alarma: Por qué el pánico ante el cambio climático no salvará el planeta de Bjorn Lomborg. Publicado en 2021, el libro trata de dar una aproximación racional hacia el enfoque que estamos dando al problema del cambio climático.

Acostumbrados a la polarización, los efectos de la actividad del hombre sobre el clima se han convertido en otro foco de división. Como el tema se aborda de forma dogmática y con más ferocidad que si se tratase de una nueva religión, la batalla gira en torno a argumentos absurdos: el cambio climático existe o no existe.

Ambas posturas son defendidas numantinamente. De un lado, los no creyentes (gran atisbo de que el cambio climático se trata como una pura religión) que están equivocados en la base misma. Si partes de una premisa falsa, puedes demostrar cualquier cosa. Pero los defensores de que el cambio climático es real lo hacen con tanto fervor, que se limitan a eso: demostrar que existe. Acumulan una enorme pila de datos científicos, pruebas y consensos sobre el tema.

Si conseguimos trascender de la superficialidad ─un debate que no nos solemos permitir─ podemos hacer como Bjorn Lomborg en este libro, intentar discutir sobre la solución que estamos dando, o tratando de dar, al problema del cambio climático.

Muchos de los que niegan la existencia del cambio climático lo hacen porque quieren seguir contaminando con su coche diésel. O auténticos bárbaros que comen chuletones. En el fondo de sus cabezas, estos degenerados sospechan algo que casi todos, de forma más o menos consciente, imaginamos: que por comernos un chuletón más o menos, por tomar un vuelo más o menos a París, por que una vaca se tire más o menos pedos, no vamos a salvar al planeta.

En el libro, Lomborg empieza a desgranar las estadísticas de la verdad de una forma que a veces resulta casi dolorosa.

Partamos del hecho de que la Unión Europea, respecto a las emisiones de CO2, es un actor irrelevante. Si un meteorito borrara a Europa de la faz de la tierra, el problema de las emisiones mundiales seguiría prácticamente igual. Hasta qué punto esto es así, Lomborg lo resalta con el caso de EEUU. El problema de las emisiones de CO2 es un problema de tres países: China, India y Estados Unidos.

Puesto que Estados Unidos emite cerca del 40 por ciento de las emisiones de CO2 de los países ricos, en un escenario ideal en que los Estados Unidos pasaran a no consumir combustibles fósiles a partir de hoy mismo, la reducción de las temperatura global sería de aproximadamente 0,16° en 2100.

LAMENTABLEMENTE, LA GRAN MAYORÍA de las acciones que las personas pueden tomar al servicio de la reducción de emisiones, y ciertamente todas aquellas que se pueden lograr sin interrumpir por completo la vida cotidiana, harán una pequeña diferencia práctica. Eso es cierto incluso si todos los hacemos.

Simplemente, haciendo un cambio absolutamente drástico (no bajar un 10% el consumo, bajar el 100% y para siempre) aún así sólo supondría una mejora mínima en un plazo larguísimo.

El aumento de la temperatura va con cierto retraso. Si de repente desapareciera la humanidad entera y con ella todo tipo de emisiones, el planeta se seguiría calentando. Obviamente el aumento se ralentizaría e incluso detendría con el tiempo.

Lamentablemente, para algunos “defensores” de las políticas de defensa del medio ambiente, este escenario sin humanos en la tierra, no resulta tan traumático. Las políticas anti CO2 se han convertido en un fin en sí mismo, por encima de todos los problemas de la Humanidad. Todo el mundo occidental se muestra muy preocupado con la situación del planeta. Pero esta preocupación acaba en el momento en que le toca el bolsillo.

Una encuesta del Washington Post de 2019 mostró que, si bien más de las tres cuartas partes de todos los estadounidenses piensan que el cambio climático es una crisis o un problema importante, la mayoría no estaba dispuesta a gastar ni siquiera $24 al año para solucionarlo.

Del mismo modo, cuando se le pregunta a la gente sobre los problemas reales:

Una encuesta global de la ONU de casi diez millones de personas encontró que el clima es la prioridad política más baja, muy por detrás de la educación, la salud y la nutrición.

Al margen del grave problema que es el cambio climático, cualquiera con un poco de sentido común estará de acuerdo en que el asunto se trata de una forma dogmática y fanática. Hay una narrativa única que se tiene que aceptar en bloque.

Uno de los puntos más absurdos es aquel que defiende que el cambio climático perjudica a todos, que no puede haber beneficiados de que algo así ocurra.

A nivel geográfico, Rusia sería uno de los países más beneficiados de que el planeta se calentase un poquito más. No sólo porque gran parte de su negocio gira en torno a la venta de combustibles fósiles, sino porque tiene encima de sí un enorme océano que se pasa la mayor parte del tiempo congelado. Los osos polares que mueren por culpa del cambio climático (spoiler: no solo no mueren sino que está aumentando su población) no son una gran preocupación para los rusos. Tener una vía de comunicación marítima gigantesca los convertiría, de la noche a la mañana, en una potencia marítima. Del mismo modo, sus gastos de transporte de mercancías se reducirían colosalmente. No es de extrañar que se pasen los días rezando por que el cambio climático vaya lo más rápido posible.

La mayor beneficiada del cambio climático, sin embargo, es la flora. Gracias al aumento del CO2 y de la temperatura, las plantas crecen más que si este problema no se hubiera producido.

Es bastante notable que durante unas pocas décadas obtuviéramos el equivalente a dos nuevos continentes completamente verdes debido al dióxido de carbono, y prácticamente nadie ha oído hablar de eso.

Otro detalle siniestro es el de las muertes. Aunque se producen muertes por el aumento de la temperatura, es el frío el que causa muchas más muertes a nivel global. Pero como este dato no interesa, se quita de la narrativa “cambio climático = todo mal”.

Los científicos encontraron que el calor causó casi el 0,5 por ciento de todas las muertes, pero más del 7 por ciento de todas las muertes fueron causadas por el frío.

En el mundo en que vivimos, todos sabemos que el dinero gastado por los políticos se mueve entre la ineficiencia más absoluta y el derroche total. Pero creemos que el problema del cambio climático, que mueve cantidades del orden de los billones, se va a solucionar de una forma óptima. Para los defensores de la naturaleza, es un problema tan grave, que no deberíamos hablar de dinero. Pero sin embargo, el dinero sí que es importante. Se está gastando a toneladas, en muchas medidas cuestionables, casi todas muy deficientes.

Es este malgasto el que despierta las conciencias de los “escépticos” que tienen dudas muy razonables sobre el sentido de lo que está ocurriendo. Las políticas de subvenciones a coches eléctricos, energías renovables, el castigo a los coches contaminantes ─coches de pobres─ a las calderas antiguas ─de casas pobres─ dinero que va a comprar paneles solares que se han construido, en gran parte, usando carbón super contaminante. El limitarse a mirar una parte de la ecuación, el resultado final, ignorando todo el proceso hasta llegar ahí “porque eso mata el relato”.

Lomborg es especialmente crítico con las energías renovables. Este es un tema interesante pero complejo. La inmensa mayoría de la población cree que las fuentes de energía son intercambiables. Lo que se hace con petróleo, se puede hacer con energía solar. No sólo esto no es así, sino que nunca podrá ser así, al menos con la tecnología que tenemos en estos momentos. Pero es un asunto complejo de explicar (sobre el que no hay polémica alguna). Tenemos la tendencia a pensar que los problemas son escalables. Ahora tenemos motos eléctricas, pronto tendremos coches eléctricos (estamos en ello) pero cuando empezamos a pensar en camiones, vemos que se empieza a complicar el asunto. Y luego vienen los aviones y barcos.

La postura del autor del libro es que estamos gastando ingentes cantidades de dinero en una serie de tecnologías que no tienen mucho más recorrido posible. En España misma, la instalación de placas solares y molinos de viento ha ido tan lejos que ya tenemos el 100% de lo que objetivamente podemos aprovechar. Si tuviéramos el doble de placas que ahora no podríamos generar el doble de energía, o al menos no sin cambiar completamente el sistema de transporte de la misma.

Está claro que tenemos un problema, pero las soluciones que estamos poniendo sobre la mesa no tienen un recorrido viable. Hay que pensar que el presupuesto que estamos empleando en “arreglar el cambio climático” no lo estamos empleando en otros problemas. Es significativo el caso de los países del tercer mundo. Antes pedían dinero para mejorar sus infraestructuras, su educación y su sanidad. Pero ahora sólo reciben fácilmente el dinero para combatir el cambio climático. El 20% de las ayudas que se conceden son para eso. Tratándose de países pobres hacen lo que la misma España ha hecho recientemente con los Fondos Europeos: enmascarar políticas ecológicas y luego gastar el dinero como buenamente puedan.

Un punto básico, muy recalcado a lo largo del libro, es el de las medidas para paliar el cambio. Está ocurriendo, ya no se puede evitar eso. Pero en lugar de gastar toneladas de billetes en “detener el cambio climático” deberíamos empezar a gastar más en protegernos contra los efectos inevitables (efectos que van a suceder aunque el planeta dejara de emitir para siempre). Los daños en la costa, los efectos de la subida del nivel del mar, incluso el aumento de la temperatura en las casas, deben ser combatidos inmediatamente. A nivel personal, casi todos lo hacemos: compramos aparatos de aire acondicionado, mejoramos el aislamiento de nuestras ventanas. Pero a nivel gubernamental, está mal visto gastar en paliar las consecuencias.

Quizás también crean que reconocer la necesidad de adaptación es admitir la derrota en la batalla contra el cambio climático.

El autor no se limita a pintar un futuro negro sobre lo que estamos haciendo y el sinsentido de gasto que no lleva a ninguna parte. Trata de dar soluciones. Una de las más inesperadas es el enfocarse en ayudar a que los países más pobres salgan de la pobreza. Podríamos sacar a todos los países del mundo de la pobreza extrema por una fracción del coste que estamos empleando en políticas ineficaces contra el cambio climático. Estos países, con más dinero, podrían protegerse de los daños mucho mejor y podrían contribuir a implementar las políticas globales de una forma más eficaz.

Otro de los problemas es el tecnológico. Nos estamos empecinando en tecnologías que no pueden solucionar el problema. Los coches eléctricos, los paneles solares, llegan hasta donde llegan, luego no tienen más recorrido. Tienen que aparecer nuevas tecnologías, mucho más drásticas. Y hay que invertir en ese tipo de investigación, improductiva en gran parte.

El problema de fondo con el cambio climático es el dogmatismo y el fanatismo de la gente. Todo es cuestión de grados. Podríamos vivir en un mundo mucho mejor, con muchas menos muertes, en el que la temperatura suba 5ºC para el 2100, pero estamos obsesionados con conseguir que sean 4ºC para el 2100, cuando ese grado de diferencia puede implicar millones de vidas de personas y animales. No tenemos que obsesionarnos por un mundo “menos caliente” sino por un mundo mejor.

Los activistas preferirían que redujéramos las emisiones de dióxido de carbono a toda costa antes que invertir en una solución que pudiera permitir que las fábricas siguieran arrojando dióxido de carbono al aire. Los activistas están menos preocupados por reducir el aumento de la temperatura que por reducir el uso de combustibles fósiles. Esto parece irrazonable.

Para los activistas de salón, la mayoría de los gestos heroicos que realizamos para limitar nuestra huella de carbono se pueden igualar comprando derechos de emisión de CO2. Puedes elegir entre viajar en bicicleta a todas partes, no comer carne, no tomar aviones a lo Greta Thumberg, puedes tomar cada una de las medidas que imagines “por un mundo mejor”. Pero lo que estás restando del CO2 del planeta se puede igualar simplemente comprando derechos de emisión de CO2 por aproximadamente 1,5€ al año.

El escándalo Niemann

En la Sinquefield Cup de septiembre de 2022, un torneo de ajedrez que se celebra en Estados Unidos, Hans Niemann ─un chico de 19 años─ le ganó su partida al campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen.

La entrevista posterior ─el ajedrez se ha convertido en un deporte más que se retransmite a través de internet y a veces tiene audiencias de cientos de miles de personas─ nos abrió una ventana a un personaje totalmente surrealista, que parece sacado de la época de la guerra fría. Lejos de ser el típico ajedrecista gris, tímido y con dificultades para comunicar y relacionarse con otros, se nos mostró a una persona interesante, divertida y con capacidad para narrar. Quizás estaba viviendo el momento más feliz de su existencia, y describiendo las sensaciones casi en vivo. Para su desgracia, el peor día de su vida estaba a punto de llegar. Y no tendría que esperar mucho: menos de 24 horas.

El campeón del mundo, Magnus Carlsen, se retiraba del torneo de ajedrez y dejaba un mensaje crítico en su cuenta de Twitter, indicando que no podía contar todo, si no quería meterse en problemas.

Inmediatamente estaba abierta la veda para atacar a Niemann. Y lo haría todo el mundo y por todos los frentes imaginables: en la vida real, en internet y hasta en el plano imaginario. De repente todo el mundo sabía, pensaba o sospechaba que Hans Niemann, el chico de pelo y lengua descontrolados, era un tramposo.

La historia escalaría por derroteros grotescos, una ficción de Reddit acabaría divulgada por Elon Musk ─sin indicar que era algo hipotético o inventado─ y pocas horas después, los medios de comunicación generalistas conseguían que todo el mundo “supiera” cómo se habían hecho esas trampas.

La historia consiguió una repercusión extraordinaria, impropia del aburrido ajedrez, y los que se dedican a divulgar contenido sobre ajedrez pronto aprendieron que la mejor forma de mejorar las audiencias era hablando más y más sobre ella.

Se han grabado cientos de horas de vídeo sobre el tema, todos los periódicos han publicado este drama por entregas. No voy a volver a escribir después de un año para contar más de lo mismo. Detrás de la historia de las trampas en el juego hay algo aún más interesante: el mundo del ajedrez y cómo ha ido evolucionando en los últimos años. La historia de Niemann, en la que él no es más que un personaje secundario, muestra todos los claroscuros de esa transformación.

¿Cómo llegó Hans Niemann a enfrentarse contra Magnus Carlsen?

En una entrevista posterior a su magnífica victoria, Hans Niemann relata una mítica anécdota. Cuando él era pequeño, Magnus Carlsen, el ya entonces campeón del mundo de ajedrez, viajó hasta su ciudad para dar una sesión de partidas simultáneas. Fascinado con la idea de poder participar en ella, Hans le pidió a su madre que le inscribiera para poder jugar una de esas partidas. Su madre se informó al respecto y vio que para ello había que pagar 2,000 dólares. Era mucho dinero, pero ella entendió que sería un sueño cumplido para su hijo, así que le dijo “es mucho, pero sé que tienes muchas ganas así que te lo voy a pagar de todas formas”. Y el hijo, que quería superar el gesto de madraza, se revolvió con una respuesta aún mejor: “No te preocupes mamá, algún día jugaré contra Magnus Carlsen, pero lo haré gratis”.

Y el tiempo nos trae de vuelta a septiembre de 2022, donde efectivamente, Niemann está cumpliendo la promesa que le hizo a su madre. Pero ha decidido mejorarla un poco: le están pagando por jugar contra él, y además, va a ganar la partida.

Esta anécdota, oculta la complejidad de cumplir ese simple sueño. Hans no quería ganar al campeón del mundo, sólo quería poder enfrentarse a él alguna vez en su vida.

Como cualquier disciplina deportiva, los aficionados no tienen opciones reales de luchar contra los profesionales. A veces lo hacen, de forma puntual, contra profesionales de segunda fila. En un torneo Open, cualquiera puede jugar contra un Gran Maestro, si tiene suerte en los emparejamientos iniciales.

Del mismo modo, los Grandes Maestros (un grandilocuente título que tiene demasiada gente, casi 2000 personas) aspiran a enfrentarse a los jugadores de super élite, entre los que se encuentra Magnus Carlsen, el tope de la pirámide. Pero a diferencia de los aficionados, que pueden hacerlo con algo de suerte, los Grandes Maestros tienen que aspirar a coincidencias aún mayores. Por ejemplo, La Olimpiada de Ajedrez, un torneo bianual por equipos nacionales, donde Noruega, el país del Campeón del Mundo, no es ninguna potencia y a veces se arrastra jugando contra países que no tienen a jugadores de élite entre sus filas.

El encuentro entre un jugador de super élite, y uno que simplemente es un profesional es bastante infrecuente en ajedrez. No es como el tenis, donde aún hay que batir a rivales muy inferiores en las primeras rondas del Grand Slam. Es algo más parecido a una Champions League, casi siempre son los mismos equipos de Italia, Inglaterra, España, Alemania o Francia. Y de vez en cuando algún exótico equipo de Rumanía, Holanda o Croacia. Pero siempre los mismos sospechosos habituales.

Como ocurre en el ´fútbol, la diferencia entre jugadores de super élite y profesionales no es tan grande. El igual que el Alcorcón le puede ganar una vez al Real Madrid, un profesional puede hacerlo ante alguien teóricamente muy superior. En general la diferencia entre estos jugadores está en que el de élite es capaz de jugar bien en todas las posiciones y el profesional sólo en aquellas que conoce bien. Ahora, bien, en un campo nevado, ¿Apostarías por el Real Madrid o por un equipo ruso?

Así, en el mundo del ajedrez, se ha creado una especie de élite, que va a los torneos por invitación. Siempre son los mismos nombres: Carlsen, Caruana, Giri, Aronian, Vachier-Lagrave, Firouzja…La lista tiene algunos nombres fijos y otros que van cambiando. Es una especie de club de élite, con muy pocos miembros, donde todos se conocen entre sí. Carlsen y Giri jugaron entre sí al menos 6 veces en 2015, las mismas que Caruana contra Giri y en los mismos super torneos.

La Sinquefield Cup es uno de esos super torneos. Al conseguir su invitación en 2022, Niemann logró acercarse a uno de estos torneos tan exclusivos. Un buen resultado, le podría acercar al sueño de ingresar en dicha élite. ¿Qué mejor que ganarle al campeón del mundo ahí? ¿Un incentivo para hacer trampas?

La acusación contra Niemann no vendría de su victoria contra Carlsen, sino por su camino hasta llegar ahí. ¿Cómo había conseguido subir todos los peldaños necesarios para acercarse al grupo de la élite?

Ajedrez online

El confinamiento global encerró a todo el mundo en casa ─a unos más que a otros─ durante bastante tiempo. Fue un boom para las empresas de reparto de comida, pero también para las plataformas de ajedrez. El juego al ajedrez online se multiplicó y con él la organización de torneos y la retransmisión de las partidas. Una partida de ajedrez es aburrida hasta para el que la está jugando, pero se puede animar mucho con comentarios jocosos, con análisis de opciones y con historietas más o menos relacionadas con la partida y los jugadores que la están luchando.

Servicios que llevaban décadas existiendo, de emisión de competiciones, se fueron profesionalizando y mejorando, hasta el punto de dar una calidad totalmente equiparable a la de las televisiones (y con un contenido totalmente adaptado a su público).

Al mismo tiempo, el boom de Twitch y Youtube creó un nuevo tipo de producto: la emisión de partidas de ajedrez en directo. Podías ver comentarios jocosos de un jugador de élite mientras jugaba su partida contra otros rivales.

Al igual que los blogs, que nacieron hace más de 20 años, nos mostraron que había aficionados que escribían mejor que profesionales (o que si no lo hacían mejor, al menos resultaban más interesantes y de paso, más exitosos) la emisión en vídeo de ajedrez creó nuevas estrellas. Una de las más inesperadas fue Hikaru Nakamura.

Nakamura un jugador americano, estuvo en la élite mundial durante más de una década. En algún momento quedó claro que era bueno, pero no tanto. Como tantos jugadores de tenis que siempre han estado en el circuito, pero nunca han ganado, ni ganarán, un Grand Slam. En algún momento empezó a resultar una broma para Magnus Carlsen, el campeón omnipotente, que casi siempre le ganaba, y nunca perdía contra él. Nakamura tenía un pie fuera de la élite cuando empezó a crear su personaje en Twitch. Ahí explotaba una cualidad de segunda fila: su habilidad en las partidas rápidas.

Aunque Nakamura no tenía opciones reales al campeonato del mundo, en las partidas rápidas si era uno de los indiscutiblemente mejores. Y en las partidas ultra rápidas (en las que apenas tienes un minuto para toda la partida) era─y probablemente todavía es─ el mejor de todos.

Las partidas rápidas siempre son más divertidas que las lentas. Ver jugar al mejor del mundo, mientras dice tonterías y entra al trapo en memes y challenges, todo unido a una forma de narrar que funciona bien en Internet ─pero que hasta entonces sólo le había servido para tener pocos amigos en el mundo real─ originó un cóctel explosivo que simplemente funcionó a la perfección. Nakamura se convirtió en una estrella.

Con millones de seguidores o suscriptores, Nakamura pronto escalaría en popularidad e ingresos, en algún momento superando al mismísimo Campeón del Mundo. Posiblemente sea ahora el ajedrecista mejor pagado, y puede que de largo.

Paradójicamente, su carrera ajedrecista seria vivió una especie de renacimiento. Como era famoso por Twitch, los organizadores lo querían de vuelta en los super torneos. Y como no se lo tomaba tan en serio, además de que sus rivales lo consideraban una presa, tuvo una serie inesperada de éxitos. Hasta el punto de acabar jugando el torneo donde se elije al candidato que desafiará al Campeón del Mundo. Para él era una situación surrealista: no podía dejar pasar la oportunidad, pero cada día que pasaba esforzándose en dicho campeonato, estaba perdiendo dinero de sus retransmisiones.

Con el confinamiento se suspendió toda la actividad de torneos de ajedrez. Pero gracias entre otros a Magnus Carlsen, se consiguió crear una serie de competiciones online con partidas rápidas. Y lo que nació como una especie de sustituto barato del ajedrez de verdad, se acabó convirtiendo en el nuevo centro del juego. Cuando Netflix estrenó su exitosa serie sobre una Campeona del Mundo (en realidad basada muy libremente en la historia de uno de los campeones del mundo más machistas que han existido jamás) todo el mundo se volcó en el ajedrez, descubriendo un mundo floreciente en las redes. Plataformas de juego online, torneos de élite comentados por los mismos medios y emisión de partidas rápidas con bromas por Twitch.

En este mundo en transformación se ha criado Hans Niemann, nuestro anti héroe de pelo encrespado. Un jugador que ve a Kasparov como un tipo viejo y malencarado y a Fischer o Capablanca como personajes en blanco y negro de la historia. Para él, el mundo del ajedrez está lleno de partidas rápidas, ordenadores y emisiones por Twitch.

Los ordenadores

¿Cómo se puede hacer trampas en ajedrez? El simple hecho de hacer la pregunta, muestra un amplio desconocimiento sobre el estado del juego. Desde hace muchos años, los ordenadores son muy superiores a las personas. La superioridad es total: un ordenador, pensando durante un sólo segundo, da una propuesta muy superior a la del campeón del mundo pensando durante una hora.

Los programas de ajedrez están por todas partes, son gratuitos y pueden emplearse de todas formas: con aplicaciones en el móvil, conectados a la nube, desde el PC. Hay formas de la vieja escuela que pueden funcionar, pero son todas ineficientes y arcaicas, comparadas con algo tan simple como conseguir una ayudita del ordenador.

Los torneos de ajedrez nunca han sido lugares glamurosos y las medidas de seguridad se han movido entre lo escaso y lo inexistente. No se puede usar el teléfono móvil, y es obligatorio tenerlo apagado. Pero en las competiciones entre aficionados, es frecuente que los jugadores mantengan su teléfono en el bolsillo. Lo único que les separa de hacer trampas es su propia moral.

Además, no hacen falta trucos muy elaborados. Una única consulta en el momento crítico de la partida puede ser suficiente para dar la vuelta al resultado. Imagina un examen de oposición donde pudieras simplemente revisar online una cosa, pero la que tú quisieras, después de haber revisado las preguntas. Una visita al cuarto de baño mientras el rival piensa, es todo lo que hace falta para tener un conocimiento muy superior de la posición y sus posibilidades.

Pero volvamos a la historia de Hans Niemann. Un joven que se ha criado con el ajedrez por internet. Con dos mundos paralelos pero relacionados: el de los torneos de élite presenciales y el de los torneos por internet. Desde luego en los primeros, hacer trampas es más difícil y arriesgado, pero jugando en pijama desde internet, engañar es demasiado fácil.

Las principales plataformas de ajedrez son tres: lichess.org, chess.com y chess24.com.

La primera es, de momento, una plataforma sin ánimo de lucro, elaborada con código abierto y sin mucho dinero, pero que funciona muy bien. Llena de funcionalidades ingeniosas, es demasiado buena para ser verdad.

Luego vienen chess.com, un sitio web americano muy bien financiado y muy profesional, que ha sabido conectar con el público de una forma seria y lucrativa. Y luego chess24.com, la versión europea, que como en todas las cosas relacionadas con internet, siempre es un poco más libre, pero menos rentable y a la larga, acaba siendo engullido por la versión americana (que está en trámites de comprarla).

Así, chess.com es el centro de todo el ajedrez online, donde está todo el dinero y donde todo el mundo quiere estar. Las partidas que se emiten por Twitch son de allí, los torneos con premios son de chess.com. Nakamura, la estrella online, tiene un contrato con ellos. Quien quiera triunfar en el juego online, tiene que hacerlo desde esa plataforma.

Title Tuesday

Chess.com organiza todo tipo de torneos online. Muchos restringidos a la élite de siempre, pero algunos también abiertos a todo tipo de competidores. A veces se realizan torneos clasificatorios masivos, donde cualquiera puede participar y tener su opción de llegar a enfrentarse contra la élite.

Los incentivos son muy grandes y la gente está en casa con el pijama puesto. Al igual que en los torneos de aficionados, la única limitación es su propia moral. Aunque ahora, el riesgo es casi cero. Nadie puede verte, nadie tiene por qué sospechar.

Y esto me retrotrae a mi época del instituto, donde los laboriosos profesores de inglés nos intentaba convencer de que tuviéramos un penpal una persona del Reino Unido con la que podíamos intercambiar correspondencia (por carta, con sellos) para mejorar nuestro inglés. Pocos lo intentaban siquiera, menos eran los que perduraban. Y algunos de los que más lejos llegaban en la correspondencia eran aquellos que se inventaban una vida mejor. ¿Para qué le voy a contar una vida de mierda a un piojoso de Belfast, cuando la puedo edulcorar y adornar tanto como quiera? Además, es más fácil escribir en inglés “I was working in my startup and in the beach last weekend” que “I was at home most of the weekend, scrubbing toilets for some money”.

Este género tan bizarro, el de la vida inventada escrita en inglés, siempre terminaba de la misma forma: en algún momento, antes o después, nos dábamos cuenta de que la otra persona llevaba el mismo rollo que nosotros. También él se estaba inventando sus barbacoas de los fines de semana, sus novias portada de playboy y la riqueza de sus padres. Y aún a pesar de haber estado fingiendo durante meses en cartas mentirosas, nos sentíamos engañados por el otro. Esto solía terminar de la siguiente forma: exagerábamos nuestras mentiras durante unas cuantas cartas más, para tratar de quedar por encima del otro. Y en algún momento, se interrumpía la comunicación por completo.

¿Y qué tiene esto que ver con el ajedrez? Pues en que en los torneos de ajedrez por internet, todo el mundo tiene la sensación de que el otro se está inventando cosas con ayuda del ordenador. Y entre profesionales, o aspirantes a serlo, va cundiendo la idea de que la única forma de estar a la altura, es igualando la apuesta. Recurriendo a trampas similares.

El principal torneo de chess.com es el Title Tuesday, un torneo que sólo pueden jugar personas con un título (semi-profesionales). En él juega toda la élite mundial y es una gran oportunidad para enfrentarse a los mejores jugadores. Los jugadores titulados tienen algunos privilegios en la plataforma, como la opción de acceder a utilidades que sólo los usuarios de pago tienen. Pero para ello tienen que identificarse. Puedes llamarte bombegranate pero a nivel interno queremos saber que en realidad eres Fabiano Caruana, el ex-subcampeón del mundo.

En estos torneos juegan cientos de jugadores, la élite del ajedrez presencial y por internet. El jugador que más veces ha ganado esta competición ha sido Hikaru Nakamura, antes mencionada estrella de Twitch y las retransmisiones online.

Durante dichas partidas, la sensación de que tu rival “va dopado” es muy común. Alguien como Nakamura o Carlsen sólo espera ser derrotado por rivales de super élite, gente que conocen desde hace años. Cuando el que les gana es un rival a priori inferior, o desconocido, la primera impresión es que ha habido algún tipo de trampas.

El brasileño Luis Paulo Supi, un Gran Maestro alejado de la super élite, ganó a Magnus Carlsen con un remate muy espectacular en una partida rápida por internet. Mientras los aficionados nos alegrábamos por su proeza, la super élite se mesaba los cabellos con la sospecha de siempre: esté habrá tenido una ayudita extra.

¿Cómo se controlan las trampas?

Las trampas en el ajedrez online han sido una constante desde sus inicios. La única forma que existe para tratar de controlarlas es mediante algoritmos. Se compara las jugadas realizadas por el jugador con las sugerencias del ordenador. Demasiadas coincidencias, despiertan una sospecha que puede provocar una inmediata suspensión del jugador. En otros casos, se crea una duda razonable, que puede ser analizada a posteriori con la ayuda de una persona. Hay jugadas muy buenas pero muy fáciles de encontrar, pero otras que son geniales jamás se le ocurrirían a una persona. Algunas veces el tiempo de reflexión puede indicar una pista: una jugada muy compleja encontrada en demasiado poco tiempo.

El método está lleno de claroscuros, porque no deja de ser una heurística con algo de probabilidad pero un mucho de intuición y opinión. No es sólo qué jugada hizo esa persona, sino saber cuál es su nivel (todos los jugadores tienen un rating, más alto cuanto mejor es un jugador) y en función de eso, establecer si se han hecho trampas o no.

Por lo general, no se puede saber si alguien hace trampas de forma puntual. Puede detectarse si se hace de forma frecuente y retirada, a través de una muestra de datos lo suficientemente amplia. Así, no puede precisarse si una persona ha hecho trampas tres o cuatro veces, sino que lo ha hecho en un rango de varias partidas.

El sistema también funciona como las validaciones de Instagram o Youtube sobre qué es contenido aceptable y qué no. El algoritmo puede detectarlo por sí mismo, pero puede recibir un empujoncito por parte de los usuarios, que a veces reportan comportamientos sospechosos. Y al igual que en esas plataformas, a veces una acción conjunta de sospecha es ya una prueba en sí misma. Si todo el mundo denuncia a un canal por homófobo, no hace falta ni revisar el contenido: el pueblo ha hablado, el contenido es censurado.

En ajedrez, el sistema de validación de trampas, siempre ha sido muy laxo. Las sanciones siempre llegan a posteriori (no se analizan rigurosamente todas las partidas de todos los jugadores, pero si ganas el torneo y nadie te conoce, se mirarán una a una y con lupa) y además se hacen en silencio. Aparte de que la gente no se identifica con su propio nombre, los jugadores sancionados no son expuestos públicamente. Todo ocurre por la puerta de atrás. Un día pierdes contra drdrunkenstein y meses después contra manwithavan y nunca imaginaste que eran la misma persona. Tampoco sabrás si algún día el Doctor Drunkestein es alguna vez sancionado.

DrNykterstein

En todo este entramado con millones de jugadores de ajedrez no todo el mundo tiene los mismos privilegios. Encima de la pirámide, a cientos de metros de altura, se encuentra Magnus Carlsen. A veces se hace llamar el DrNykterstein pero todo el mundo sabe que es él. No es solo el Campéon del Mundo. Es el jugador con más rating de todos los tiempos y el jugador con más rating del mundo desde hace más de una década. Tal vez haya sido el mejor jugador de la historia del ajedrez.

Pero con el confinamiento pudimos ver otras facetas suyas, no tan obvias para el gran público: es el principal accionista del portal chess24.com (que recientemente anunciara la intención de ser comprado por chess.com). Es una celebridad de primer nivel en su país, Noruega, donde sus partidas se retransmiten por la televisión. Un super torneo de ajedrez no puede llamarse como tal si no tiene a Carlsen entre sus participantes. Y las audiencias online de los torneos pueden caer a la mitad, dependiendo de si el campeonato tiene a Carlsen o no.

Estamos ante una estrella del nivel de Maradona, pero que al mismo tiempo es el principal accionista de la principal fuente de información sobre el juego. Si Carlsen se diera un fuerte golpe en la cabeza y olvidara cómo se juega por completo, todavía sería la persona más importante del mundo del ajedrez, algo así como el Harvey Weinstein del deporte. Nadie puede jugar ninguna cosa importante si él no está de acuerdo. Una mala palabra suya, basta para arruinar cualquier vida.

El peor día de su vida

Así, toca volver a la historia de Hans Niemann, ahora que están puestas, de verdad, todas las piezas sobre el tablero.

Niemann ganó a Carlsen e inmediatamente se desencadenó una tormenta. No es la primera vez que pierde ante un jovencito. Pero nunca antes lo había hecho contra alguien que le era totalmente desconocido.

Bueno, no del todo. En el mundo del ajedrez, todo el mundo se conoce. Y antes de enfrentarte a un rival, tienes que ver sus partidas, para tratar de encontrar sus puntos débiles. Carlsen ya tenía una impresión de Niemann, de que era un jugador de una categoría inferior. Pero sobre el tablero se encontró a una persona con la autoestima de un narcisista, tan limitado en sus conocimientos que jugó por encima de sus posibilidades sin darse cuenta. Nunca podrá saberse (o sí, más sobre esto abajo) si Niemann hizo trampas en esa partida. Pero en caso de que lo hubiera hecho, el riesgo hubiera sido demencial, casi suicida.

Un jugador que llevaba toda su vida preparándose para llegar a esa partida, para jugar contra Magnus Carlsen sin pagar, ¿Qué incentivo tenía para ganarle haciendo trampas?

En cuanto terminó la fatídica partida, comenzó una preparación hacia atrás, como en una compleja película de Christopher Nolan.

De inmediato se activaron todos los protocolos de alerta. Como cuando algo terrible le pasa a un político español, inmediatamente todos sus hooligans se encargan, sin que nadie les diga nada, de encontrar las explicaciones, los culpables, los fallos en el relato. No hay que pedir nada, simplemente dejar que los demás lo hagan por iniciativa propia.

Pronto se supo que Niemann estaba en las listas de sospechosos de las torneos online, listas que circulan en petit comité entre la gente que tiene acceso a información privilegiada. Y claro está, todo el que quería congraciarse con Magnus Carlsen (básicamente el mundo entero del ajedrez) trató de ayudarle como pudo. Unos acusando, otros difamando, otros bromeando. Y chess.com dando a su futuro accionista el bien más preciado: información confidencial sobre el jugador y su historial dentro de la plataforma.

Las insinuaciones de trampas pronto escalaron a una denuncia clara y abierta por parte del Campeón del Mundo, que anunció que no jugaría jamás en un torneo donde lo hiciera Hans Niemann. Y la plataforma chess.com preparó un dossier explicando todo lo que sabían sobre Niemann y que este nunca había contado.

El informe Niemann

Semanas después de que el escándalo sobre Niemann ocupara todos los medios de comunicación, chess.com lanzó un informe tratando de ser exhaustivo con el alcance de las trampas que Niemann había hecho en el pasado. El informe fue muy duro con el jugador, pero al mismo tiempo, casi sin darse cuenta, expuso todo tipo de vergüenzas internas de la plataforma. Estando todo el mundo obsesionado con Niemann, estas han quedado un poco en segundo plano.

Al parecer, Niemann hizo trampas en numerosas partidas jugadas en la plataforma. Como habíamos mencionado más arriba, las trampas no pueden valorarse sobre un movimiento en concreto o tan siquiera una sola partida. La sospecha siempre irá sobre un volumen de partidas.

Mientras le incriminaban sobre más de 100 partidas jugadas en chess.com, abrían una parte siniestra al mundo de las trampas online. En dicho informe explicaban cómo era su sistema de detección de trampas. Y para hacerlo, tenían que ir exponiendo a más jugadores, no sólo a Niemann. De hecho 4 jugadores del top 100 mundial figuran en sus informes (anónimos, aunque los nombres circulan por todo Internet y uno de ellos, como no, tenía que ser español).

Según su propio informe, cientos de jugadores titulados habían sido descubiertos haciendo trampas en el pasado. Pero su forma de tratar con las trampas, es, cuanto menos, sorprendente.

El jugador es expulsado de la plataforma y recibe un aviso donde se le indica que hay razones de peso para pensar que ha hecho trampas. Se le ofrece, no obstante, un camino de redención: que lo reconozca.

En tal caso, todos sus pecados se le perdonan. Se le permite crear una cuenta nueva, con todos los privilegios de los jugadores titulados. Y aquí no ha pasado nada.

Así, los jugadores tienen dos opciones: ser expulsados para siempre de la prácticamente única plataforma online de ajedrez. O aceptar cualquier tipo de acusación con tal de volver a tener todas las posibilidades del resto de jugadores.

Además, en dichas comunicaciones se menciona la respuesta de alguno de estos jugadores, donde claramente menciona que el motivo por el que hizo trampas fue para subir en el rating de la página y tener más opciones de jugar contra rivales superiores, para así obtener mayores audiencias de Twitch y más ingresos.

Se ha creado un mundo oscuro donde la gente ya no quiere ser mejor jugador, quiere tener más seguidores y para tenerlos, tiene que aparentar ser mejor jugador. Y qué mejor forma de llegar a aparentar eso, que jugando “con ayuda”.

También recuerda un poco al mundo del fitness, donde todo el mundo trata de ganarse la vida recomendando planes de entrenamiento y dieta. Pero la única forma de llamar la atención de los demás es teniendo un cuerpo muy por encima de la media. Y para hacer eso, llega un momento en que la dieta y el entrenamiento no son suficientes: hace falta una ayudita extra en forma de química.

La lista de cientos de jugadores “dopados” con ayuda del ordenador está sólo en manos de chess.com. Se han filtrado algunos nombres, pero mientras no sea algo oficial, la imagen de estos jugadores no se verá del todo dañada. La lista es enorme, y Niemann es simplemente un nombre más.

Desafortunadamente para Niemann, cometió el error de ganar al campeón del mundo. Para entrar en la élite, hay que hacerlo dando pasos pequeños. Inmediatamente toda su carrera, sobre torneos presenciales u online, se ha puesto en entredicho. Vivimos en un mundo tan absurdo, que tanto valora la fama, que hasta un daño tan grande le puede resultar beneficioso. Con la salvedad de que Carlsen no va a querer jugar en un torneo que tenga a Niemann, cualquier organizador puede conseguir un montón de atención simplemente contratando al polémico jugador.

Pero el establishment del ajedrez está en tan pocas manos (fijaos que en ningún momento he mencionado a la Federación Internacional de Ajedrez) que si Niemann quiere jugar con las reglas del juego, tiene que plegarse a los designios de Twitch, chess.com y Magnus Carlsen. Una confesión de que hizo trampas para ganar al Campeón Mundial sería suficiente. Lo sancionarían unos cuantos meses, daría un buen ejemplo y volvería a los torneos, conservando su fama. La verdad es secundaria, aquí todo se mueve por incentivos. Y esos los deciden los que mandan.

Tuberculosis

En la novela que estoy leyendo, me encuentro con estos párrafos que os paso a traducir.

Vacunaciones. De vez en cuando hacían vacunaciones masivas en prisión. Un equipo de sanitarios del Ministerio de Salud ─como el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, excepto que no tan profesionales y casi nunca de forma gratuita─ llegaba y simplemente inyectaba a todo el mundo. No era obligatorio, pero te presionaban mucho para que te pusieras estas inyecciones. Tenía mucha desconfianza hacia estas “vacunas” porque realmente no sabías lo que te estaban inyectando, si funcionaría o si lo necesitabas.

Muchos de los sudamericanos hacían cola porque pensaban que valía la pena tener cualquier cosa gratis, y muchos de ellos nunca habían recibido vacunas o inoculaciones contra nada. Normalmente me negaba a ponerme las inyecciones, lo que a menudo resultaba en discusiones acaloradas con otros reclusos del ala, quienes veían mi negativa como un riesgo para ellos. Creían que si no me ponía la inyección, fuera por lo que fuera, me enfermaría y los contagiaría. Por supuesto que nunca lo hice, hasta la única vez que cedí y acepté ponerme una inyección contra la tuberculosis, bajo la amenaza de ser expulsado del ala. Esto habría significado perder mi teléfono móvil y probablemente todas mis posesiones.

Estaba seguro de que viniendo de un país europeo me habrían vacunado en la infancia contra enfermedades como esta. Traté de explicárselo al cabo ya otros que se quejaban de mi negativa, pero no lo aceptaron.

‘¡O tienes la inyección o te echamos de la celda!’

‘Oh, a la mierda, hazlo entonces’.

Todavía lamento intensamente esas palabras. De hecho, lo haré por el resto de mi vida, que sin duda se ha visto acortada como resultado de tomar esa inyección.

El libro se llama “El Infierno” y narra la experiencia de un inglés, Pieter Tritton, cumpliendo una condena de 12 años por tráfico de drogas en una cárcel de Ecuador.

El escepticismo ante un tratamiento tal vez innecesario, o cuando menos redundante, la superstición con que muchos aceptaban todo tipo de medicamento y la desconfianza que despertaba en los compañeros por no querer vacunarse, muestran el ambiente que uno puede encontrarse en una cárcel así: rodeado de personas sin ningún tipo de formación, violentas y habitualmente drogados a todas horas.

I don’t want to live in America

Hace diez años os contaba sobre la letra de la famosa canción “I want to live in America”.

Hoy he escuchado con algo más de atención la famosísima canción del musical West Side History, I want to live in America.

La canción es una apología de las maravillas de vivir en América (Estados Unidos), y suele reproducirse cuando se trata de ensalzar el sueño americano. Se trata de un diálogo entre dos chicas, emigrantes de Puerto Rico. Una es la gran asimilada al país de acogida, que se dedica a elogiar al país de las barras y estrellas. La otra defiende el país de sus recuerdos, con imágenes positivas.

Aunque es una especie de dialéctica, la realidad es que la pro-americana destroza a su compatriota en el debate de las ventajas o desventajas de Puerto Rico. Y por lo tanto la canción tiene muchas líneas que ridiculizan por completo al Estado de Puerto Rico. Hoy en día no se podría haber producido un texto tan ofensivo hacia un país o región. Un musical excelente como West Side History se habría tenido que cancelar sine die por cuestiones morales.

Diez años después, en 2021, se ha estrenado una nueva versión del musical, esta vez dirigida por Steven Spielberg. Como cabía esperar, el texto de esta canción no podía quedarse así.

Ahora Estados Unidos vive en un mundo lleno de arrepentimiento y sentimiento de culpa. La idea de ofender a un colectivo minoritario no sólo está totalmente descartada, sino que suscita la respuesta contraria: hay que ensalzar todo lo que no sea mayoritario.

El giro de guion es sutil, prácticamente invisible para cualquiera que no conozca este oscura historia de tercera fila. La canción, que originalmente caracterizaba a San Juan, capital de Puerto Rico, como un lugar infame del que emigrar sin mirar atrás, ahora lo ensalza como una ciudad encantadora. Es Nueva York la que tiene que justificar que es un lugar mejor, y no esta claro que lo consiga.

(Letra obtenida de este vídeo):

[ANITA]
Puerto Rico
You lovely island
Island of tropical breezes
Always the pineapples growing
Always the coffee blossoms blowing
And the money owing
And the babies crying
And the people trying
I like the island Manhattan
Smoke on your pipe and put that in!

[GIRLS]
I like to be in America
Okay by me in America
Everything free in America

[BERNARDO]
For a small fee in America

[ANITA]
Buying on credit is so nice

[BERNARDO]
One look at us and they charge twice
[ROSALIA]
I have my own washing machine

[INDIO]
What will you have though to keep clean?

[GIRLS]
Skyscrapers bloom in America
Cadillacs zoom in America
Industry boom in America

[BOYS]
Twelve in a room in America

[ANITA]
Lots of new housing with more space

[ALL]
Lots of doors slamming in our face

[ANITA]
I’ll get a terrace apartment

[BERNARDO]
Better get rid of your accent
[GIRLS]
Life can be bright in America

[BOYS]
If you can fight in America

[GIRLS]
Life is all right in America

[BOYS]
If you’re all white in America

[BOYS]
La la la la la la, America
America
La la la la la la, America

[ANITA]
America

[GIRLS]
Here you are free and you have pride

[BOYS]
Long as you stay on your own side
[GIRLS]
Free to do anything you choose

[BOYS]
Free to wait tables and shine shoes

[BERNARDO]
Everywhere grime in America
Organized crime in America
Terrible time in America

[ANITA]
You forget I’m in America

[BERNARDO]
I think I’ll go back to San Juan

[ANITA]
I know a boat you can get on (Bye Bye!)

[BERNARDO]
Everyone there will give big cheer!

[ANITA]
Everyone there will have moved here

En la versión original se decía de Puerto Rico:

Always the population growing…
And the money owing.

Pero ahora se habla de que las deudas están en América:

Buying on credit is so nice,

One look at us and they charge twice

El crimen estaba en Puerto Rico,

And the babies crying.
And the bullets flying

pero ahora está…en Nueva York:

Everywhere grime in America
Organized crime in America

La sobrepoblación era de Puerto Rico:

Hundreds of people
in each room!

Pero ahora se ha movido a Nueva York:

Twelve in a room in America

Está claro que el texto original era bastante ofensivo con Puerto Rico, pero la versión se ha modificado tanto, se le han dado tantos brochazos de buenismo que el concepto ha quedado irreconocible. Un montón de puertorriqueños quejándose sobre Nueva York, ciudad a la que a duras penas consiguen encontrar ventajas. El surrealismo alcanza tal punto que una de los pocos méritos de Nueva York es que ahí es donde vive…una de las inmigrantes que canta.

You forget I’m in America!

Intentar entender una historia del pasado, aplicando valores del presente, es una misión casi imposible. Es como ver un partido de fútbol sala creyendo que se juega con las reglas del balonmano: pasa a ser un pésimo espectáculo de balonmano, cuando quizás fuera uno decente del deporte original.

El ejercicio de traducción, de una canción racista, hacia una empoderadora, recuerda a las alteraciones de guión que se producían con la censura. El protagonista iba a besar a una chica, pero esa escena se quitaba y se cambiaban un par de frases del diálogo, creando una extraña sensación: ahora resulta que eran hermana y hermano, lo que desvirtuaba todo el contenido anterior. La que era una rutinaria historia de amor ahora se ha convertido en un thriller inquietante y extraño.

¿Por qué tantas personas se han marchado de Puerto Rico, hacia un país mucho más inseguro y hostil? ¿Tal vez hayan sido secuestrados o llevados allí como esclavos?

Tras esta disgresión sobre una historia tan marginal, recomendaros la película, que está muy lograda en todos los aspectos y respeta con mucho al original.

Vacaciones 2050

Según el plan “España 2050”, para conseguir un futuro más sostenible, nuestro país debe adaptarse poco a poco hacia un mundo donde los desplazamientos se realicen por medios de transporte menos contaminantes, en muchos casos sustituyendo el avión con el tren. Teniendo en cuenta que los políticos no saben ni lo que van a hacer la semana que viene, el plan no deja de ser un brindis al sol que traspasa lo surrealista.

La lucha en favor del ecologismo se ha convertido en una auténtica ficción: Coches eléctricos que contaminan menos que los de diésel, pero claro, sacando de la ecuación lo que cuesta ─en términos contaminantes─ hacer un coche nuevo; vehículos que no contaminan, porque funcionan con hidrógeno ─sin tener en cuenta que ese hidrógeno se obtiene del gas, en un proceso que además le hace perder eficiencia energética; reemplazar la carne ─por su alto consumo en agua─ con alimentos ultraprocesados, que aparentemente se obtienen de la nada.

Así, se me ocurrió la idea de salir de una distopía ─la sanitaria─ entrando en otra: la ecológica. ¿Cómo sería disfrutar las vacaciones de este año moviéndose en tren en lugar de avión?

Teniendo en cuenta que vivo en un extremo de Europa, la opción de hacer todo el viaje en tren es absolutamente inviable. Así que tuve que empezar con un vuelo, a Amsterdam.

Es sorprendente lo que ha cambiado el transporte aéreo. Antes había una sana competencia y se podía ir desde A hasta B usando diferentes compañías, precios y horarios. Ahora muchas rutas, algunas de ellas muy frecuentadas, apenas si tienen un vuelo diario. Los aviones no se llenan y los precios han aumentado más de un 50% desde antes de la pandemia. Ha subido el precio del petróleo, las empresas están arruinadas ─muchas de ellas siguen apenas vivas gracias a ayudas estatales─ y el número de usuarios ha caído en picado. Alguien tendrá que pagar los platos rotos, o una parte de la vajilla al menos.

Mientras los aviones se llenaban de polvo en aeropuertos secundarios, con costes de aparcamiento más bajos, las aerolíneas se han dedicado a una sola cosa: mejorar la experiencia de compra de sus páginas web.

Lo que ocurre en la web de reservas de una aerolínea sería intolerable o directamente ilegal, en cualquier negocio, especialmente offline. La experiencia recuerda a cuando uno entraba en Ikea y tenía que recorrer la tienda completa para poder salir. Con el añadido de tener a talibanes armados parapetados detrás de algunos muebles.

En cada paso hay un extra que pretenden cobrarte, extra que no te dejan esquivar fácilmente. Rechazarlos invoca agresivos pop-ups que te hacen dudar si será posible volar sin facturar tres tipos de maleta diferente o alquilar un coche. El engaño está ahora sustentando en que la facturación de maletas es prácticamente ineludible, junto con el miedo Covid, que permite introducir diferentes tipos de seguro.

Cuando completas la compra, habiendo pagado algún extra de más, te encuentras con la gracia de que el gobierno del país de destino te pide alguna documentación extra. En mi caso, Holanda se comportó de buen rollo, pero España me hizo rellenar un proceso tan absurdo como innecesariamente complejo.

Ha sido este un muy buen verano para viajar. Destinos masificados en verano, como Amsterdam, estaban muy despejados. Hoteles con habitaciones libres donde elegir, precios mundanos y museos que no parecían el metro en hora punta. Antes de la pandemia, algunos destinos se habían vuelto totalmente imposibles. Barcelona estaba absolutamente fuera de control: en fechas como el anual Mobile World Congress era casi imposible encontrar una habitación libre, aún pagando fortunas. En verano la visita a la Sagrada Familia implicaba colas extenuantes. París o Londres, en verano, sólo podían verse dedicando horas de espera a cualquier atracción importante, para luego disfrutarlas en pésimas condiciones. Me imagino que el Barrio Rojo de Amsterdam iría igual, teniendo que aguardar en cola junto a las ventanas, detrás de tus futuros compañeros de cama.

Las “medidas sanitarias” contra el virus, en Holanda, se limitaban a llevar mascarilla en los transportes públicos. Para un español, acostumbrado a llevar doble mascarilla hasta en exteriores, totalmente somatizado con la experiencia del confinamiento, la sensación de desnudez es más agradable que un final feliz en la calle de los neones rojos.

A diferencia de España, Países Bajos todavía no ha vivido la Sexta Ola, pero con tan poca precaución, es cuestión de tiempo que haya una catástrofe. Creo que deberíamos empezar a hacernos a la idea de una Unión Europa sin Holanda.

En Amsterdam, paseando por la calle, podían detectarse a los españoles de la misma forma que se diferencian a los islamistas más extremos: por cómo se tapan. Si una familia pasea con mascarilla por la calle en ese país, puedes afirmar con un 100% de seguridad que son españoles.

La sobredosis de seguridad a que estamos acostumbrados en nuestro país choca con el mundo real que hay ahí fuera: pasear por las calles de Holanda con mascarilla es percibido como algo grotesco. El kit clásico es el de una familia con dos hijos en que los niños llevan mascarilla ─no están vacunados, son super contagiadores─ y uno de los progenitores también ─se considera persona de riesgo, especialmente por estar en contacto con dos menores no vacunados.

Se suponía que se viajaba para aprender de otras culturas, pero cuando se dispone de una formación superior, no es necesario dejarse influir por costumbres bárbaras. Visitar una ventana del barrio rojo, tras un turco, un francés, un paraguayo y dos rumanos, pero salir con una sonrisa de oreja a oreja oculta bajo la mascarilla protectora.

De Holanda pasé a Alemania, en un trayecto de unas cuatro horas. Las webs de trenes han captado el mensaje de la agenda progresista y se están adaptando a tomar el relevo de las aerolíneas. En Alemania podías comprar un billete, pero sin tener un asiento asignado ─algo que tenía un precio extra. Pero a diferencia de los aviones, no te dan el asiento más repugnante posible, sino que te dejan a tu aire recorriendo el tren como en el juego de las sillas. ¿Está este asiento libre? De momento, el resto de extras eran fáciles de evitar.

Alemania tiene mucho parecido con España, y cada región tiene reglas propias. En la primera región que visité, había que llevar mascarilla en interiores. Pero en la segunda, habían sustituido esto con un proceso de check-in. Das tus datos personales en cada sitio que entras y así, si se detecta un caso, es fácil informarte de que quizás estás en riesgo. O al menos dar la impresión de que un proceso así va a tener lugar. Con un poco de sentido común, es casi imposible conectar una hoja de papel rellena en una cafetería con ninguna base de datos en tiempo real.

En algunas tiendas de Alemania exigían mascarillas FPP2 para entrar, un progreso bastante sorprendente, que extraña no se haya implantado en España, el país más seguro del mundo. Tengo entendido que eran requeridas para el transporte público durante algún tiempo, pero ya son cosa del pasado.

Tras cruzar todo Alemania ─un país precioso que absurdamente casi nadie considera para sus vacaciones, más allá del manido Berlín─ tocaba Austria.

El país creador del Red Bull, donde nació Arnold Schwarzenegger y otras celebridades menores como Mozart y Freud, tiene trenes más baratos ─así que supongo que más ecológicos y progresistas ─ que su vecino del norte.

En mi nuevo destino turístico pude encontrar una novedad en la lucha contra la pandemia: el carné de vacunación lo piden en todas partes, hasta en las terrazas de los bares. Pero luego van totalmente por libre, no llevan mascarilla en ningún sitio, quitando los transportes públicos. En uno de los hoteles en que me alojé, pude ver cómo algunos españoles se quejaban en las valoraciones, indicando que el personal de recepción les atendió sin mascarilla. Nada como viajar para imponer tus convicciones a los demás, aunque sea con el pataleo de las votaciones por internet.

Visitar Austria, sin apenas turistas, en verano, ha sido una experiencia extraordinaria. Moverse por sus maravillosos museos por salas totalmente vacías me ha hecho darme cuenta de que no es que no me gusten las exposiciones, lo que no me gusta es ver un cuadro dando codazos, guardando turno, esquivando selfies. Lo que es, a título personal, una vivencia muy positiva, se traduce también en un sentimiento de pena al saber que si de cada diez turistas sólo había uno este verano, hay cientos de damnificados que se han quedado sin trabajo, cadenas de producción destrozadas que jamás volverán a ser lo que eran.

En la última noche austríaca tuve la oportunidad de ir a un concierto popular ─algo que otros años hubiera costado semanas de reserva previa─ donde pude contemplar a los viajeros españoles más auténticos. Una pareja, con su inexcusable mascarilla en exteriores, que se plantó en un concierto de música clásica con dos niños que no tendrían más de 5 años. Durante toda la primera parte estuvieron hablando o llorando sin parar. En la segunda no sé si los echaron, o se fueron en un inesperado gesto de sentido común. Aunque también puede ser que se marcharan escandalizados porque en cuanto se apagó la luz y empezó a sonar la música, todo Dios entre el público se quitó la mascarilla, convirtiendo un acto cultural con el aforo al 100% en una auténtica tragedia sanitaria.

La vuelta a España tuvo que ser también en avión. Me acostumbro a la agenda del futuro poco a poco. Quedé atrapado en la trampa perfecta: el traicionero proceso de compra de billetes de aerolínea no me dejaba facturar sin pagar un extra, y gobierno de España me requería que completara un detallado informe sobre quién era, a dónde iba y de dónde venía. El proceso era un tedioso formulario, celada mortal para abuelos, donde tienes que registrarte, recibir un SMS de activación (estando en el extranjero) y luego completar un formulario en varios pasos.

Para completar el formulario tenías que indicar tu número de asiento y para poder tener número de asiento tenías que hacer check-in ─algo que no quería hacer pagando. Además la compañía decía que sin el formulario para España rellenado, no iban a dejar volar.

El paso más delirante del formulario era que había que introducir tu tarjeta de vacunación (como PDF) y de ahí podían validar que eras apto para entrar en el país. Así que básicamente el pasaporte Covid sólo sirve para rellenar un segundo pasaporte, que ese sí es imprescindible.

Ni qué decir tiene, los mostradores de check in de la aerolínea era una auténtica carnicería. La mitad de la gente llegaba, tras una larga cola, a toparse con que le faltaba algún documento. O el requerido por España, o el hecho de que ya no se puede hacer check in en el aeropuerto (hay que hacerlo antes, por Internet). Personas mayores con su pasaporte covid plastificado que no han hecho un trámite online en su vida, agobiados ante la acelerada agenda digital.

Han sido unas muy buenas vacaciones, en lo personal. Pero no deja de ser triste ver a los que no estaban viajando: los jóvenes. Muchos atrapados en su calendario de inmunización, que no les garantizaba un viaje cómodo, o simplemente en su ruina personal y económica, la generación ignorada. Más familias y personas mayores como yo, en lugar de veinteañeros dispuestos a volver a casa con un montón de historias que contar y alguna nueva ETS que ocultar.

Personalmente creo que no hay vuelta atrás a la “antigua” normalidad, en lo que a turismo se refiere. Hay gente que este año se ha quedado fuera del mercado, ya sea por problemas económicos, por miedo a la pandemia, o por el muy razonable miedo a verse atrapado en un sinsentido de PCRs positivos, contacto con algún positivo o simplemente síntomas de fiebre causados por una resaca brutal que te dejen en tierra.

Pero lo mismo volverá a pasar el que viene. Habrá nuevos pobres, nuevas personas que han empezado a trabajar y no tienen vacaciones. Nuevas olas, nuevos países en rojo. Nuevos conflictos bélicos. Y luego, las aerolíneas no van a volver a lo de antes. No van a ofertar tantos vuelos. Y recíprocamente, una parte enorme de la demanda ha desaparecido: el turista barato que se compraba un vuelo a Ibiza para un par de noches, porque era más barato que salir de fiesta en su país, el viajero de eventos masivos, como conciertos o festivales, el turismo de lujo de los congresos.

Se nos olvida lo que ha costado llegar a este ecosistema turístico. De 2009 a 2019 el turismo ha subido un 50% en España, aprovechando los problemas de otros destinos, un boom económico y una profesionalización del sector. Pretender volver a lo de antes, en un año o en dos, es demasiado optimista.

Los viajes en avión no hacen sino depreciarse en calidad y precio. Tienes que pasar más horas para realizar los trámites, te dejan volar con menos equipaje y hay todo tipo de limitaciones en lo que puedes transportar. Además de que el riesgo de cancelación o de pérdida del vuelo porque falte algún documento ha dejado de ser irrisorio. Se dice que los vuelos de larga distancia no son rentables si no se completan con pasajeros en primera clase, algo que empieza a resultar una utopía en los tiempos en que ya no se hacen desplazamientos por trabajo, así que imagina planificar todas tus vacaciones y que semanas antes la aerolínea te avise de que cancela el vuelo ─su nuevo comodín tras la pandemia, anular sin coste ni alternativa lo que no resulte rentable.

Es cuestión de tiempo que los destinos turísticos cambien, enfocándose más hacia destinos más cercanos. Es lo que ha sucedido los dos últimos años, pero no veo un motivo por el que solo sea una tendencia provisional. En ese sentido, en Europa, Francia tiene muchas ventajas al respecto, con una ubicación geográfica mucho menos periférica que España, Grecia o Turquía.

Viajar en tren es muy agradable en comparación a hacerlo en avión, no tiene ni una sola desventaja. Pero será una opción sólo para aquellos países con muchos vecinos próximos. Y España, no es uno de ellos.

Lo que nadie te cuenta sobre el Bitcoin

Siria es un país precioso y sorprendentemente poco conocido. Albergó la civilización más antigua del mundo, conserva impresionantes tesoros arqueológicos como Palmira (el enclave quizás más emblemático) y Apamea, fortalezas y castillos que evocan la época de los cruzados, y tiene una capital, Damasco, llena de palacios, mansiones y mezquitas con el refinamiento del Islam de los Omeyas.

Por ser un destino aún (sorprendentemente) no demasiado conocido para el turismo español surge a veces una especie de disyuntiva errónea: “¿Siria o Jordania?” porque son dos países muy distintos. A mi me gustaron mucho los dos.

Siria tiene cuantitativamente muchas más cosas que ver (Palmira, Alepo, Apamea, Krak de los Caballeros, Bosra etc..) y arqueológicamente es mucho rica que Jordania.

Desde luego que Siria, en su momento, era un lugar fantástico para visitar. Una persona muy depistada y con un buscador poco afortunado podría haberse topado con esa página, que tan bien describe un paraíso turístico. ¿Por qué visitar los sitios de siempre, cuando existe Siria?

Luego uno podría informarse mejor: se trata de un país barato, no está muy lejos, tiene playa, la gastronomía es propia de la dieta mediterránea. Además, la economía ha crecido vertiginosamente en los últimos años, a pesar del Coronavirus. ¿Por qué no elegirlo entonces como destino de nuestras vacaciones?

Pues por el mismo motivo por el que, tal vez, no sea buena idea invertir en Bitcoins. Preguntando a un español por las ventajas de viajar a su país, quizás te responda que el clima, la comida, las mujeres (y los hombres y personas no binarias), la bebida barata y ubicua, la alegría de su gente, las fiestas. Pero casi con toda seguridad se olvidará de la gran diferencia entre España y Siria (y muchos otros destinos): la seguridad.

Y ese es el problema con Bitcoin. No tienes que entender la arquitectura, no tienes que saber lo que son los nodos, no tienes que leerte 100 páginas antes de saber si Bitcoin es para ti o no. Por encima de cualquier perspectiva de futuro sobre esa moneda, o las otras, el aspecto que menos se menciona, y que para mi resulta más importante es el de la absoluta ausencia de seguridad en todo lo relacionado con las criptomonedas.

Imagina que tienes una modesta cantidad de dinero ahorrado y decides invertirlas en Criptomonedas. Realizas un par de búsquedas en Internet, ves algún que otro vídeo informativo. Incluso antes de que te decidas a comprar Bitcoins, ya has pasado al lado oscuro.

De repente todos los anuncios que ves en la red, en tu teléfono móvil, son sobre chiringuitos financieros que quieren ayudarte a completar tu inversión.

Tratándose de un producto que aún no ofrecen los bancos tradicionales, sólo hay dos tipos de actores que te permitan realizar la conversión: los bienintencionados y los directamente fraudulentos. Desafortunadamente, no es tan obvio distinguir unos de otros.

Hay apenas un puñado de plataformas más o menos fiables (como Binance o CoinBase) y todo el resto son directamente estafadores.

¿Hay algo más aburrido (e igualmente ruinoso) que seguir las propuestas de inversión que te sugiera tu banco? Con un poco de mala suerte puedes recibir llamadas de comerciales de otros bancos, los cuales conoces aunque sólo sea por el nombre. Con el Bitcoin y otras criptomonedas, es como si recibieras llamadas de bancos locales de Sudán del Sur. Bancos y prestamistas para ser más preciso. O peor aún, gente que afirma ser un prestamista, pero que no tiene nada de dinero, hasta que tú se lo des.

Incluso para alguien que escoja una buena plataforma de intercambio de monedas, existe el riesgo no trivial de que dicha plataforma sea hackeada. Los piratas informáticos han asaltado rutinariamente sistemas de bancos y tarjetas de crédito, pero se han podido hacer con modestas sumas de dinero. Atacando una plataforma de criptomonedas pueden llevarse todo el dinero. No estamos hablando de millones, sino de billones de euros.

Y no es algo que haya pasado una vez, sino muchas veces, hasta la fecha.

Mt. Gox was a bitcoin exchange based in Shibuya, Tokyo, Japan. Launched in July 2010, by 2013 and into 2014 it was handling over 70% of all bitcoin (BTC) transactions worldwide, as the largest bitcoin intermediary and the world’s leading bitcoin exchange.
In February 2014, Mt. Gox suspended trading, closed its website and exchange service, and filed for bankruptcy protection from creditors.[6][7] In April 2014, the company began liquidation proceedings.

https://en.wikipedia.org/wiki/Mt._Gox

Tras Mt.Gox, apareció Bitfinex:

Bitfinex was founded in December 2012 as a peer-to-peer Bitcoin exchange, offering digital asset trading services to users around the world. Bitfinex initially started as a P2P margin lending platform for Bitcoin and later added support for more cryptocurrencies.

In May 2015, 1500 bitcoins were stolen during a hack.

In 2015 the exchange’s customers were hacked, losing about $400,000, and in 2016 about $73 million more was stolen from its customers’ accounts. 

https://en.wikipedia.org/wiki/Bitfinex

Esta página tiene una lista de lugares legales que resultaron atacados. Estamos hablando de los sitios legales e importantes, los pequeños simplemente desaparecieron sin hacer ruido y sin ningún tipo de devolución a sus clientes.

En el mundo actual donde hay docenas de discriminaciones y micro agresiones, la mención continua a nuestros derechos nos hace pensar que siempre habrá alguien que velará por nuestros intereses. Se nos cae el móvil al wáter y esperamos que el seguro del hogar nos lo pague. Nos estrellamos contra columnas invisibles en los garajes y es responsabilidad del seguro del coche volver a dejarlo como nuevo. Incluso remotamente nos suena que nuestras cuentas corrientes están garantizadas, al menos hasta 100.000 euros. Y puede que sea así, pero en el momento en que el dinero abandona nuestro banco y aparece en otro lugar donde se pueden comprar criptomonedas ─estas empresas siempre están basadas en paraísos fiscales con vacíos legales que ningún abogado se plantearía desenmascarar─ nuestra economía pasa a estar regida por la legislación de Siria: te expones a riesgos y engaños que ni te imaginas. Estás participando de una actividad no regulada, moviendo tu dinero a paraísos fiscales y empresas opacas. Ya nadie estará de tu lado.

Los propios usuarios habituales de estas plataformas bromean sobre la supuesta seguridad de los fondos.

¿De qué sirve si el Bitcoin multiplica su cotización por 100 o por 1.000, si para cuando quieras materializar tu inversión, es muy probable que otro se haya quedado con lo que era tuyo?

Al mismo tiempo, al tratarse de una inversión “avanzada” es tratada con sospechas a nivel fiscal. Imagina que inviertes 30.000 euros en comprar un flamante Bitcoin. De repente, un afamado emprendedor dice que el Bitcoin es la moneda del futuro y tu Bitcoin pasa a valer 50.000 euros, luego 100.000 euros, luego tal vez 500.000 euros.

Pero desafortunadamente, en una confusión recibiendo un SMS que parecía del banco, acabas perdiendo tu Bitcoin, que acaba en manos de personas que viven en países del Tercer Mundo, donde los pobres tienen que buscarse la vida para prosperar.

¿Has perdido 30.000 euros o 500.000? Según como lo mires, podrás llorar más o menos. Aunque es posible que Hacienda, la encargada de recaudar nuestros impuestos, entienda que han sido 500.000. Y también es posible, aunque pensarás que es una macabra teoría conspiracionista por mi parte, que intente cobrarte los impuestos de esas ganancias. Porque ante los ojos de la autoridad fiscal, ese robo del que tu hablas es indemostrable.

En una economía donde la riqueza se debe redistribuir, tu inversión de 30.000 euros puede acabar desembocando en una deuda de 250.000 euros. ¿O acaso pensabas que la peor inversión posible es aquella en que pierdes el 100% de tu dinero? Las hay peores y el sistema fiscal siempre encuentra una forma de inventarlas.

Tampoco es necesario extenderse mucho más. ¿Compras Bitcoins? Te van a intentar engañar en cada parte del proceso, vas a recibir emails, SMS de engaños a cada momento. Van a intentar hackear la plataforma que tiene tus Bitcoins, y lo van a intentar los mejores piratas informáticos del planeta.

Pero tal vez lo que es peor, el Estado va a ignorarte cuando vengas llorando, o peor aún, va a preguntar “¿Qué hay de lo mío?”. Va a inspeccionarte, va a sospechar de tu dinero desde el mismo momento en que tienes una moneda que no controla. Quizás decida, de un día para otro, prohibir el uso de plataformas, o de la moneda en sí. O contar sólo tus ganancias ignorando tus posibles pérdidas intermedias.

¿De verdad quieres irte de vacaciones a Siria?

Opiniones y reviews

Voy sacando el contenido que he publicado en Twitter, que casi nadie lee y que sin embargo pueda ser intemporal. Aquellas cosas que no son copiadas/retuiteadas. Supongo que tendré que borrar mi cuenta alguna vez, de cara a mi futura candidatura al Ministerio de la Verdad.

1)

Si esta es la mejor opinión jamás escrita a un producto de Amazon se dice y no pasa nada. (Entrar al enlace para leerla entera).

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2)

Agradece cada día que no vives cerca de este psicópata de los clavos

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3)

¿Qué es lo contrario a un comentario de un vídeo de Youtube? Las opiniones de discos de música clásica en Amazon. Algunas, como esta, a veces son como pequeños ensayos.

4)

Qué diría Plinio el Viejo sobre las tartas del Mercadona.

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5)

A veces, cuando lees las opiniones negativas escritas por una misma persona, se te forma una imagen inquietante donde el único producto defectuoso es el comprador.

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6)

Los cortes más repugnantes de la carne de cerdo. Magro tercera, magro diafragma. Traducido al chino, por si acaso.

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7)

Ikea lo ha vuelto a hacer: inventar un sofá cama que es peor sofá que cama.

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8)

La influencer abanderada del veganismo a la que pillaron comiendo pescado aún mantiene millones de seguidores en Youtube Pero sólo para poder criticarla en cada vídeo que publica. Los seguidores, en muchos casos, sólo están ahí esperando a ver tu desgracia.

Esta historia es interesante (y corta para Twitter y las noticias del día que apenas duran unos minutos).

En marzo de 2019, una famosa Youtuber (o influencer, o como se llame en el futuro) que se definía como adalid del veganismo, mostró en uno de sus videos, sin darse cuenta, un plato de pescado, que se estaba comiendo. Como no podía ser de otra forma, sus seguidores, gente ante todo calmada y tolerante, se abalanzaron sobre ella, llenándola de descalificativos y acusaciones.

Un año después, su canal seguía activo, pero los vídeos estaban llenos de gente que simplemente comentaba para criticarla y, como ese enlazado más arriba, tenían más votos negativos que positivos. Su horda de seguidores resultaron no ser fans, sino manifiestos enemigos.

Pero con paciencia, el tiempo lo cura todo, dos años justos después sigue teniendo muchos seguidores, pero ya nadie se acuerda de su polémica.

9)

En la versión actual (2019) de la página de compra online de Mercadona, no sólo aparece el precio en pesetas, es que encima aparece antes que el precio en euros. El euro se introdujo en 2002, o sea, hace casi 20 años.

10)

Vale que sean grupos de rugby, pero no ves a esos equipos delante de los otros todos los días.

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11)

Reseñas con spin-off (la misma persona deja esas 3 reseñas).

11)

El almizcle es una de las sustancias más complejas y fascinantes descubiertas por el hombre, en el siglo IV. Procedente de una glándula que emite un olor insoportablemente desgradable, tiene que ser secada, luego mezclada con alcohol y finalmente diluida.

Llegar a descubrir semejante proceso, sin educación, sin ciencia, sin laboratorios y pasando hambre, tiene un mérito que no sabemos apreciar.

12)

Consejos para mujeres viajeras de Lonely Planet, London vs Moscow. Rusia es un país oprimido, pero el único riesgo es que te sientas peor vestida de la cuenta. Londres es una ciudad igualitaria, pero ten cuidado de con quién vas ah y seguramente te metan mano en el metro.

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13)

Si escuchas música clásica en Spotify no importa con qué empieces (ópera, barroco, contemporánea, música de cámara), el algoritmo de sugerencias siempre te acabará incluyendo en la lista la Gymnopédie #1 de Satie.

13)

La baja altura de Napoleón era propaganda inglesa para desprestigiarlo (fake news). En realidad medía 1.70m, posiblemente por encima de la media en la época. El Duque de Wellington medía 1.75m.

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14)

Coherencia.

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15)

Estado del piso: para entrar a morir.

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16)

En EEUU puedes saber si alguien ha estado en la cárcel no sólo por los tatuajes, sino también por las gafas. Cada año cambian el color de la montura, aunque el modelo es así de demigrante siempre.

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17)

Falta de empatía nivel Dios:

18)

Cuando preguntan a la gente ‘¿Cuál es la cosa de la que más te arrepientes?’ y llega uno que simplemente eclipsa a todos los demás comentarios.

I was 14. My mom was sick in the bathroom, seemed to have a stomach bug because she was throwing up. My dad was busy getting ready to go to work and told me to keep an eye on my mom. I brushed it off, because I had homework and wanted to get on the computer to message my friends. 20 minutes or so later, he was about to head out the door when he asked me if she was doing okay. I said I hadn’t checked yet, sighed and made my way to the bathroom. That’s where we found her dead on the floor from a heart attack.

I know it’s not my fault that she died, but if I had just gone to check on her sooner or sat with her for a while, it’s possible the paramedics could have gotten there in time to save her.

My father ended up going kinda nuts after that, became abusive, and I moved in with a foster family – my life was absolutely forever changed by her death.

19)

Lo cómodo que son los sofás de Ikea que en el catálogo 2018 muestran a una familia y uno de los hijos prefiere ver la película sentado en el suelo.

20)

El consejo más importante de todos a la hora de viajar. La gente suele olvidar que casi todas las habitaciones de un hotel son diferentes (en vistas, en tamaño, en cercanía al ruidoso ascensor). Los que vengan de un portal de reservas o con chollos tipo Groupon tendrán siempre las peores de todas.

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Youtubers en andorra

Un interesante video (o no) en que podemos ver a Ibai Llanos ─el youtuber/comunicador más famoso de hoy en día en España─ con David Broncano, presentador ganador de tres premios ondas, dos en la radio y uno en la televisión.

Al principio del mismo plantean hacer ‘Tier List’, que es encasillar de una larga lista en categorías (de mejor a peor). Ibai, que es el que dirige el programa, recibe la sugerencia de su audiencia de hacerlo con humoristas y con Comunidades Autónomas. Broncano se muestra claro: van a meterse en un jardín que prefiere evitar. Ibai le empuja a que se moje, empiezan con la lista de humoristas y Broncano dice que es incapaz de hacer eso: los humoristas que aparecen son amigos y compañeros de profesión. Apenas situa a algunos en la sección de ‘los mejores’, pero es incapaz de votar por los demás, menos aún de situarlos en las categorías de ‘humoristas que no hacen gracia’.

Luego con las Comunidades Autónomas sí que se atreven a entrar al trapo, pero de nuevo Broncano se muestra titubeante: todas son o extraordinarias o muy buenas, quizás con la excepción que permite la broma ya manida de reírse de Murcia. Ibai se atrave a dejar en el último lugar a Ceuta y Melilla, mientras que Broncano regatea posiciones para intentar subirlas a todas: ninguna merece ser menos que buena.

A mi ese video, que me interesa poco y no he visto más allá de ese punto, me ha parecido un indicativo claro de la diferencia entre la televisión ‘oficial’ y la televisión ‘actual’. La que ven abuelos como yo y la que ven, y verán ya siempre, los jóvenes.

¿Qué interés hay en un producto tan blando y deslavazado como una lista en la que todos sean excepcionales? ¿En ver a alguien incapaz de hacer una pregunta incómoda que no esté guionizada y más que premeditada?

La televisión actual polariza en política e intenta llenar de miedo con la crisis sanitaria y económica. Pero es incapaz de nada más. Los pocos programas donde hay sangre, insultos y personas que se echan al barro, son los que triunfan. La isla de las tentaciones, superando audiencias del 50%, arrasa con todo lo demás. La parrilla está llena de programas de investigación a toro pasado, de telediarios rellenados con memes y vídeos que ya todos hemos visto días antes por otros medios.

Recientemente la televisión actual encontró una especie de filón en la noticia sobre los Youtubers que se marchan a Andorra para pagar menos impuestos, o simplemente vivir mejor. Todo se llenó de supuestas mesas de discusión ─llenas de expertos en todo─ en la que el contrapunto lo daban las opiniones de Youtubers.

Una muestra clara de que estamos hablando de una batalla ya ganada en la que el vencedor se marchó a casa hace meses, está en el hecho de que a este debate se han prestado periodistas e incluso políticos de primera línea, mientras que en la contraparte apenas si han podido contar con Youtubers de segunda y tercera fila (en lo que a audiencias hablamos, muchos de los mejores creadores tienen audiencias modestas). Ellos ya saben que salir en televisión no les aporta nada positivo y están cansados del parasitismo de la gran pantalla, que nutre muchos de sus programas con corta-pegas de vídeos robados de sus plataformas.

A mi me fascina, y por eso he querido escribir este artículo, cómo han cambiado las tornas. Youtube fue creado en 2005 como una forma de poder compartir vídeos de películas y televisión (y vídeos de gatos que nadie veía). Tras conseguir sobrevivir a las continuas demandas, la plataforma consiguió facilitar el borrado del contenido con copyright.

Muchos años después, es ahora la televisión la que se nutre de contenido de Youtube. Desde los telediarios a programas de humor y parodia con resúmenes de vídeos actuales ─que antes eran de otras cadenas─ todos tienen una gran parte de su contenido robado de las redes sociales, a veces con muy sutiles atribuciones de autoría, si es que las hay.

El minuto de este vídeo, entre el 15:58 y el 17:00, es una joya. El Youtuber Roma Gallardo explica, más con sorpresa que con ánimo peyorativo, cómo han abordan las televisiones los debates a los que le han invitado: usan sus vídeos sin pedir permiso, consiguen su teléfono no se sabe muy bien cómo. Luego él sólo pide una cosa a cambio: poder subir a sus redes sociales sus intervenciones en la televisión. La mayoría de las televisiones se lo niegan, y una de ellas, activamente, le denuncia y consigue la retirada de un audio de 10 segundos de su intervención.

No extraña que Youtubers de gran renombre, con audiencias que dejan en ridículo a las de la televisión actual, no se presten a participar en sus programas. Su opinión va a ser cortada y pegada (o sea, manipulada) por otros que tienen intereses propios, entre los que no figura promocionarles o dejarles en buen lugar.

Sobre la discusión de Yotubers en Andorra, se han publicado cientos de horas de opiniones y ya no está en el centro del debate. Afortunadamente para mi, no he visto muchas de ellas, pero creo que el foco realmente interesante no se ha mencionado mucho. Era precisamente otro tema de actualidad: el de enfermeros y médicos que deciden marcharse de España a trabajar a otros países.

Todo lo que pueda decirse negativo de esos Youtubers que usan nuestras carreteras y que gracias a nuestros impuestos consiguieron estudiar la Enseñanza Secundaria, puede decirse de estos médicos y enfermeros. Peor aún, los Youtubers siguen prestando el mismo servicio a su país, mientras que los médicos que se marchen dejan una vacante que España tiene que cubrir, a veces con dificultades.

La verdadera cuestión no era si se pagan muchos impuestos o pocos, o si hay que arrimar el hombro. ¿Está mal pagar menos impuestos, pero irse a otro país donde los ingresos son mayores, eso no es ningún problema? Entonces es que es posible que no haya ningún problema en que la gente se marche a donde pueda y quiera.

Otro asunto relevante es el de la sostenibilidad de el modelo de negocio Youtuber (streamer o creador de contenido, como se prefiera llamar). En España, y tal vez en muchos otros países, cuando un negocio empieza a ser muy rentable, el gobierno suele aparecer con regulaciones e impuestos ─a veces bienintencionados─ que en muchos casos acaban destruyendo esa nueva forma de obtener ingresos.

El ejemplo más claro es el de los alquileres turísticos. Hubo un boom que duró unos cuantos años, pero apenas llegaron las normativas, restricciones e impuestos a la actividad, muchas personas fueron expulsadas totalmente de esta forma de emprendimiento. Algo parecido sucedió con los juegos como el póker online o las apuestas deportivas. Un fructífero negocio para personas talentosas que fue totalmente destruido a base de regulaciones.

A Youtuber, Twitch y las plataformas que sigan surgiendo en los próximos años, también le llegará su San Martín. De momento, lo que les ha salvado, es la dificultad para la monetización de estas plataformas. Google, el dueño de Youtube, sigue haciendo cábalas para conseguir que el negocio sea rentable para ellos mismos, máxime para que aparezcan agentes externos, en forma de gobiernos, ‘a llevarse lo suyo’ ─que se supone será lo de todos.

Cuando los gobiernos encuentren la forma de ganar dinero con eso, o de impedir que otros lo hagan, el negocio se irá al traste. Estoy seguro de que eso llegará, antes o después. Por supuesto, los primeros espadas, como El Rubius o Ibai, siempre encontrarán formas de seguir siendo relevantes. Pero como suele suceder en estos casos, las medidas que los gobiernos tomen pensando en personas como ellos, acabarán haciendo sólo daño en los influencers que tienen números interesantes pero que a duras penas llegan para pagar la hipoteca.

Y todo empezará como siempre: no está bien que un comunicador al que ven menores de edad, se atreva a decir que Melilla es peor que Galicia. Porque si esto se dijera en la televisión nacional, habría consecuencias legales. Nada como crear un observatorio de redes sociales que valide este tipo de contenidos antes de que sean visibles para la audiencia general. Y claro, lo suyo sería que el observatorio, lo pagaran de alguna manera Youtube y Twitch. Y todos sabemos cómo continua esta historia.

Vino del dia%

La actual situación geopolítica y la crisis del periodismo mundial, dominado por noticias fáciles de producir que solo buscan las reacciones viscerales, nos han hecho ignorar ciertos eventos realmente importantes, que han quedado relegados a un segundo plano ─muy probablemente influidos por los miembros del Club Bilderberg.

Me refiero, por supuesto, a la creación de una página web para la compra online por parte de nuestro amado y odiado a partes iguales Supermercado Dia% (igual el % del nombre lo abandonó hace muchos años, pero no puedo dejar de incluirlo). Esta página en sí no tendría mayor misterio de no ser porque desde ella se puede opinar sobre los productos.

Cuando combinas un supermercado de precios bajos con clientes que históricamente han pertenecido a los círculos del Infierno de Dante, las opiniones que puedan escribir en internet sólo pueden ser oro puro.

Pero para no ir a lo fácil, me voy a limitar a la sección más delirante de todas: la del vino. En el vino, todos somos unos ignorantes, pero las formas de tratar de ocultarlo sólo acentúan nuestra zafiedad.

La página empieza fuerte, anunciando la sección con un texto controvertido:

¿Eres más de Rioja o de vino de mesa? Encuentra aquí una gran variedad de vinos tintos y disfruta de los pequeños placeres.

¿Para qué calentar el manido debate entre Ribera y Rioja? La verdadera cuestión es: vino de cartón, sí o no.

Sobre un Rioja, Gabriela C. nos da la clave de maridaje, con unas indicaciones un tanto vagas:

Buen vino para disfrutar acompañado de comidas con un sabor suave.

Tal vez de forma poco sorprendente, los vinos más caros, y algunos de los más conocidos, no tienen ninguna opinión. La gente no suele arriesgarse tomando vinos de lujo. Mejor un Rioja de 4,95.

A mí me salió muy bueno. He probado vinos desde 4 euros a 20 y este se acerca más a botellas de 7-8 euros que los de su categoría. Me ha gustado bastante

¿Para qué entrar en descripciones de frutas, maderas y humos, cuando puedes calificar los vinos por su rango de precios?

Pues hasta que no llegamos a los 4,29€, la cosa no empieza a ponerse realmente interesante. Estamos ante un vino de la tierra de Extremadura. En un formato inusual, 3 litros con un pequeño barril. Todo por menos de 5€, ¿Qué puede salir mal? Aquí tenemos hasta 3 opiniones, un tanto contradictorias en los matices.

Vino muy adecuado para consumir a diario. Combina muy bien con gaseosa.

Buen vino
Vino con cuerpo, bueno para tomar a diario y combinar con gaseosa o en sangría.

Que malo
Pues eso, ni para cocinar…

Parece al menos bastante claro, que ese vino y la gaseosa no se llevan nada mal.

Berny opina sobre el vino Berberana hace pocas semanas.

Un vino equilibrado, calidad y precio
Me encanta, en mi mesa no puede faltar una copa de este afrutado vino para acompañar mis alimentos

Buenos afrutados ha disfrutado este compañero de compras. Cuando se habla de uno vino equilibrado, nunca habría pensado que ese equilibrio lo podría dictar el precio.

Salimos del lujo y llegamos por debajo de los cuatro euros, pero todavía encontramos alguna opinión ambiciosa, con una críptica valoración:

Excelente vino a precio económico

Nos ha encantado. Le doy un 8’5

El cielo no parece muy lejos para Berta.

Pero mejor bajar de 3€, que no está la economía para grandes estipendios.

Vamos a la región de Madrid, que no todo tiene que ser Rioja y Ribera. Un vino controvertido, según los críticos, con tres opiniones muy diferenciadas.

Buen vino con un buen precio.

Malo
Save a vinagre y deja muchos posos no lo recomiendo

buen vino
RELACION PRECIO MUY BUENA

Ya se empieza esto a animar. La segunda es mágica: el vino sabe a vinagre, pero me lo bebo. Aún así, me quejo de que deja posos. Esa persona se bebe no solo el agua de los floreros, sino los posos de los floreros. La tercera justifica un monumento: relación precio-precio buena. Por ese precio, la calidad no entra en la balanza.

José Luis nos habla ahora de un vino de Campo de Borja:

A quienes nos gusta el vino joven éste es muy válido, equilibrado, afrutado y con cuerpo. Nos sorprendió muy gratamente.

Todos los adjetivos estandar sobre un vino, se encuentran en este. El plural de la sorpresa hace pensar que fue degustado por un grupo de sumilleres.

Mientras sigo bajando en precios, voy descartando opiniones de personas que se quejan de que el vino es para tirar.

Un “vino”, incansable. Perder dinero. Lo he vaciado por el fregadero al primer trago. Con un Tempranillo, qué diferencias, por Alá o Dios.

La verdadera fiesta empieza con el Señorío de Ondas, a 2,29€, el primer vino con una nota media bajísima, y más valoraciones que todos los anteriores. ¿Días de vino y rosas? Mejor días de visitas al centro de salud.

No vale nada
Lo compré basándome en las opiniones de otros clientes, cuesta bastante beberlo, muy ácido en el paladar y en el estómago.

¿Que opiniones positivas alentaron a Marina a semejante experiencia gastronómica? Fueron estas:

Una lastima porque el vino para lo que costaba al principio era realmente bueno pero una subida de casi un euro por causas desconocidas para mi me ha obligado a buscar alternativas. Ya no lo compro…por el precio actual hay vinos mejores por ahí…

Muy bueno
Se nota que a la gente le gusta. Hace un mes costaba 1,49 euros y ya va por 2,49.

Se nota que las empresas juegan con los sentimientos de las personas, y suben los precios de forma brutal. Curioso país España donde una botella de vino es más barata que una coca-cola de dos litros.

Ya en el sótano de los precios y las esperanzas, la gente se anima a opinar sobre vino de cartón a 0,95€.

Nada destacable
No me gusta. Insulso. Le falta cuerpo, color, sabor.

No sé si es un troleo o broma, pero el vino más barato (0.99€!) que aún se vende en una botella de cristal, del supermercado más barato, tiene la siguiente opinión:

esta bien pero el precio a subido

En un paseo por la sección de blancos, vemos opiniones alejadas de las habituales por parte de sumilleres aclamados. Me gusta esta, que en lugar de dar adjetivos grandilocuentes, indica como positivo el hecho de que no tenga atributos negativos: el vino que no raspa.

Un gran descubrimiento. Bien fresquito sabe a gloria. No raspa y el sabor es afrutado. Un vino por muy buen precio

O esta otra:

Muy bueno
me ha gustado mucho y no es cabezón

Pero no todo son fiestas en estos vinos: un cava a 1.89€ recibe duras críticas, por no cumplir expectativas.

No me convence
Pese a su bajo precio, la calidad no es la deseada. Le doy dos estrellas por el precio.

Un artículo así no podría venir sin alguna oferta adicional, nos vamos a la bebida que no consumen otros animales adultos: la leche entera.

Ahora con nata
Desde hace un tiempo tiene nata en la mayoría de las cajas. Mis hijos ya no la quieren. Yo tomo desnatada y no tiene. Además es unos céntimos más cara que otras de marca blanca

Sobre la versión semi desnatada, ¿Baby Einstein o futura candidata a La Isla de las tentaciones?:

Leche española
No quiero ofender a la otra cliente que dice que las leches españolas le sientan fatal y compra las francesas… Pero con la leche de Galicia y Asturias que tenemos en España… Es una pena. Quizás le sientan mal porque las leches de España son leches 100% , no rebajadas con agua como las francesas. Yo, desde luego, compraré productos españoles siempre que pueda. Esta leche es muy buena y a mi hija de nueve años le encanta, la toma siempre y es una niña sana, muy alta y saca excelentes notas. Así que muy mal no le estará sentando, jejeje.

Chemtrails

De todas las teorías de la conspiración, la de los chemtrails siempre me han parecido la más fascinante de todas, por lo surrealista de la misma. Según ella, los gobiernos tienen aviones que sueltan productos químicos sobre la población con objetivos tan diversos como buscar la esterilización masiva o simplemente un envenenamiento generalizado.

Las motivaciones, dificultades técnicas, complicaciones por mantener al tanto a los nuevos gobernantes, según se van incorporando, y callados a los antiguos, son del todo oscuras. El único sustento de esa teoría es, aparentemente, la presencia de estelas en el cielo, las cuales tienen una explicación científica perfectamente definida y sencilla.

Detrás de una de las más absurdas teorías del presente ─dejando aparte las que tienen un aspecto lúdico de base, como sustentar que la tierra es plana─ está, sin embargo, la asunción de que se nos miente de forma sistemática y que los gobiernos no velan por el interés general, sino más bien por el suyo particular. Desafortunadamente, esta conjetura precisa de poca explicación y puede ser admitida por un conjunto más amplio de la población.

El mismo tipo de alma cándida que se siente gaseada se ha subido al complejo carro de la teoría del 5G, estrechamente relacionada con Bill Gates, vacunas, microchips y una serie de tecnologías que aún no han sido desarrolladas ni en las novelas de ciencia ficción.

En un punto más próximo a la racionalidad, surge la teoría que relaciona las vacunas con el autismo. Aquí la explicación empieza a ser más complicada y supongo que pasa por la vía negativa: no hay ningún estudio científico que relacione las vacunas con el autismo. Ni uno solo.

La prensa, sin embargo, empaqueta en el mismo saco a las personas que creen en el microchip de control y el riesgo de autismo: los antivacunas. Se trata de una serie de personas que se creen muchos bulos, votan al partido político contrario al que tú y evitan pasar debajo de una escalera.

La misma prensa que nos ha hecho simpatizar con las pírricas motivaciones de los chemtrails─ los medios nos mienten sistemáticamente─ se encarga de ridiculizar, sermonear y dicotomizar a la población. Sólo hay dos tipos de personas: las que creen en las vacunas, y las que no.

Preocupantemente sin embargo, una enorme proporción de la población (de España, pero también del resto de Europa) muestra sus reticencias respecto a la idea de vacunarse contra el coronavirus. En torno a un 45% de la población se define como escéptica a la hora de inmunizarse con alguna vacuna para este virus. Y son precisamente los más jóvenes los que se muestran más sospechosos, en contra de lo que cabría esperar.

Con su ausencia de frescura mental, los medios de comunicación insisten en un discurso simplista: las vacunas son muy seguras y los que no lo creen así están en el mismo grupo que los de los chemtrails. Su rotundidad y polarización les viene bien para su objetivo: vender clicks. Una noticia ridiculizando a los antivacunas es reenviada frenéticamente tanto por los que se sienten ofendidos como por los que se las toman a broma.

Y es precisamente el consenso, la repetición machacona y la existencia de una postura oficial lo que causa más sospechas en la población general. Mucha gente no tiene dudas de las vacunas, sino de un mensaje uniforme por parte de los medios de comunicación. Mientras ellos nos tratan de avisar de las fake news la población general ha desarrollado un instinto ingenioso y que acierta más que periodistas con sueldo de becario: cuando todos los políticos, o todos los medios, envían un mismo anuncio, es que de alguna forma, están mintiendo.

¿Son seguras las vacunas? Creo que es un grave error hablar de vacunas en general. De un lado están vacunas con riesgos mínimos, décadas de experiencia a sus espaldas y que enfrentan a enfermedades terribles y muy contagiosas, como el tétanos o la poliomielitis. Sobre estas no hay discusión posible: el riesgo a contraer la enfermedad debe ser enfrentado al precio que sea. Además estamos ante productos de sobrada eficacia. En esta categoría se encuentra la inmensa mayoría de las vacunas.

Pero a poco que uno empieza a leer sobre las más modernas, empieza a encontrar mensajes alarmantes. De la Wikipedia en español, sobre la vacuna de la varicela:

La vacuna frente al varicela-zóster consiste en virus vivos atenuados, lo que se desarrolló en Japón hacia los años 1970, aunque no fue autorizada hasta la siguiente década.

Entre los años 2014 y 2016, fue bloqueada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, sólo permitiéndose vacunar a los niños de más de 12 años[…]

[…]sólo se permitieron dos vacunas: Varilrix, que no es de venta legal fuera del circuito hospitalario, y Varivax, que sufrió el bloqueo por parte de la AEMPS para su venta en farmacias

Aquí vemos, de golpe y porrazo, tres de los principales motivos de sospecha ante las vacunas: que tardan décadas en estar suficientemente probadas, que a veces hay escándalos y bloqueos de vacunas y que no todas funcionan adecuadamente.

Otro aspecto interesante es que algunas vacunas no están especialmente amparadas por los sistemas de salud. La vacuna contra el virus del papiloma humano, una de las más recientemente desarrolladas, no forma parte del calendario de vacunación español y puede comprarse de forma privada. En la página informativa se indica:

Están contraindicadas en caso de:

Haber sufrido una reacción alérgica grave tras la toma de una dosis de la vacuna.

Al tratarse de una vacuna especial, requiere de varias tomas por parte del paciente, dos o tres dependiendo de la edad. El mensaje de contraindicación es bastante grotesco pero nos da una pista sobre algo que, aunque sea inusual, puede ocurrir: sufrir una reacción alérgica grave a la vacuna.

La vacuna contra el Covid-19 tendría mucha relación con la de la gripe. Este año se ha estado insistiendo en que es importante que tanta gente como sea posible se vacune contra la gripe, para evitar falsos positivos de coronavirus y los posibles colapsos de urgencias. Se recomienda que se vacunen los mayores de 60 años, el personal sanitario y ya en menor medida colectivos que prestan servicios comunitarios como policías o profesores.

Algo que nunca oirás en los monótonos medios de comunicación es que la mayoría del personal sanitario nunca se vacuna contra la gripe, a pesar de estar recomendado por ellos mismos. O de lo contrario no serían necesarias páginas como ésta del Ministerio de Sanidad, tratando de aumentar el número de sanitarios que se vacunen.

Las cifras son desmoralizantes: sólo un 35% del total de sanitarios se vacuna ─posiblemente una cifra inferior a la de sanitarios que tienen cuenta en TikTok─ o lo que es lo mismo, un 65% no se vacuna. Para más inri, las personas mayores de 65 años y mujeres (y hombres) embarazadas tienen porcentajes de vacunación superiores.

Consejos vendo que para mí no tengo. La citada página del Ministerio de Sanidad está llena de peligrosas verdades, sin la simplificación de que las vacunas son lo opuesto a los chemtrails.

¿NO ESTÁS CONVENCIDO AÚN? AL MENOS 3 MOTIVOS:

PRIMUM NON NOCERE: como profesionales sanitarios tenemos el DEBER ÉTICO de vacunarnos si con ello protegemos a nuestros pacientes.

LA VACUNA ES SEGURA Y EFECTIVA para reducir complicaciones, ingresos y mortalidad.

TAMBIÉN ES EFECTIVA PARA TI, si tienes menos síntomas y transmites menos.

La vacuna no vacuna siempre:

La efectividad de las vacunas frente a enfermedad confirmada por laboratorio varía, según diferentes estudios, entre el 69% en población infantil de 6 meses a 8 años, entre 52-70% en personas adultas de 50 a 64 años y 38-46% en las personas mayores de 65 años, siempre y cuando los antígenos contenidos en la vacuna se corresponden con los presentes en la cepa o cepas circulantes.

Y la vacuna es segura, pero tampoco inocua:

Las reacciones como fiebre, malestar o mialgias pueden aparecer tras la vacunación. Estas reacciones se inician en las primeras 6-12 horas y suelen persistir 1-2 días.

Pero el dato más claro es el indicado más arriba: sólo un 35% del total de sanitarios se vacuna.

En un conocido foro que no es de coches, un polarizado defensor de las vacunas ha intentando empatizar con el bando contrario, preguntando a los que no están convencidos de vacunarse contra el coronavirus por qué no lo harían. Una persona que intenta entender al enemigo demuestra más inteligencia de lo habitual.

Como suele ocurrir en los foros, se producen decenas de respuestas de toda índole. Y para sorpresa de muchos, hay respuestas fundamentadas e interesantes. Os recalco algunas de las que me han parecido más ilustrativas. Y con eso no me refiero a más parecidas a mi opinión:

Porque no soy conejillo de indias y lo que tarda 10 años en desarrollarse con más o menos seguridad no se puede hacer en 1 año.

Lo mismo te la pones y a los meses desarrollas un cáncer o cualquier otra enfermedad.

Porque no me fío una mierda de nada oficial, tanto es así, que si dicen que es bueno para mí parto de la base de que probablemente sea malo para mi

Muy sencillo. No soy persona de riesgo y, con la estadística en la mano, lo más probable es que fuese asintomático si me infectase. La vacuna puede ser genial pero se desconocen los efectos secundarios que pueda tener. Necesita rodaje.

– Vacuna hecha con prisas y mirando más a la Bolsa que a los pacientes
– No estoy ni de lejos en el grupo de riesgo
– No se ha probado casi, si buscas información los estudios son muy limitados y opacos.
– El tiempo de prueba ha sido tan corto, que se desconocen totalmente los efectos a medio y largo plazo

– Es una vacuna que toca el ADN … si a eso le agregas lo anterior, canta bingo.
Afirman que: “se basa en una técnica nunca antes probada”
https://www.france24.com/es/minuto-a…-antes-probada
– Los CEO aprovechan los anuncios para subir en bolsa y luego vender las acciones:
https://www.eleconomista.es/sanidad/…l-Covid19.html
¿Por qué venderlas? .. ¿creen que bajarán? .. ¿por qué iban a bajar si es la “salvación” y el gran éxito que nos venden?
– Piden inmunidad legal contra los efectos
– No se da ninguna garantía de que funcione .. se afirma que la supuesta inmunidad podría durar poco.

Pues hombre … hay que entender que uniendo los puntos, muchas ganas no dan, y que el riesgo supera ampliamente a los posibles (y no seguros) beneficios.

Porque lo dicen Símón e Illa, ¿ te parece poco para sospechar ?? Llámame loco si quieres

¿Cuántas vacunas conoces que entre el desarrollo y la distribución para su uso no haya pasado ni un año?

Yo me vacunare, x temas societarios. No infectar a otros, y olvidar esta mierda lo antes posible. No soy una persona de riesgo. No tengo antecedentes…. No obstante, no me gusta, ni a nadie debería hacerlo, tomar una vacuna que no ha pasado unos ensayos clínicos convencionales.

No tengo la mas mínima fe en nada de lo que nos cuentan.
Que se vacunen con las 2 dosis todo el congreso y luego voy yo, por si se ha olvidado nos dijeron que las mascarillas eren contraproducentes entre cientos de mentiras mas

Los puntos están claros. La gente tiene dudas razonables sobre la eficacia de las vacunas desarrolladas de prisa y corriendo. Aparentemente las vacunas de Pfizer, Johnson and Johnson y otras farmacéuticas occidentales son todas seguras, pero la rusa, ni tocarla con un palo.

El mensaje pro vacunas hasta en la sopa tiene muchos riesgos: la gente no es tonta y no comulga con ruedas de molino. Metiendo en el saco a todas las vacunas estamos arriesgando que la gente empiece a dudar hasta de las seguras, eficaces y totalmente necesarias en las que siempre había creído.

La población va a necesitar de un buen Palomares para acudir a las vacunaciones. Nos apetece ver a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Pablo Casado recibiendo un pinchanzo en prime time.

Otro aspecto importante a tener en cuenta: la eficacia de los servicios de salud. Ahora mismo todo el mundo sabe que si te partes un brazo o tienes apendicitis lo mejor que puedes hacer quedarte en casa haciendo el menor ruido posible. Si la gente no tiene la certidumbre de que unos posibles efectos adversos van a ser tratados por una sanidad de al menos 2ª división, la gente va a seguir actuando como hasta ahora: minimizando riesgos que impliquen interacciones con médicos.

Después de varios cientos de palabras, voy por fin a dar mi opinión al respecto. Creo que la vacunación de la población es a nivel sanitario una discutible decisión personal, pero incuestionable a escala social. Como pagar impuestos por tener un sistema nacional de salud u obligar a tener un seguro por el coche. Es como cuando hay una propuesta de construir un ascensor en tu comunidad de vecinos y tú vives en el primero: económicamente es bueno para el conjunto y malo para ti. Pero si sólo primaran los intereses particulares, no existiría ni un solo edificio con ascensor.

Pienso que el mensaje de los medios es totalmente equivocado. El único motivo para convencer a la gente es decirles claro: no es vuestra elección. Como con las subidas de impuestos, no hace falta dorar la píldora con excusas sostenibles. Necesito tu dinero igual que necesito tu inmunización. Vives en una sociedad y tienes que tragarte sapos cada cierto tiempo. Ese es el precio a pagar por tener calles pavimentadas, colegios y servicio de basuras. En este caso, sin embargo, los beneficios serán claros y aprovechables para todos.

Y si eso no funciona, como decía otro en el foro, simplemente promete a la gente que no tendrá que ponerse mascarillas si se vacuna. Eso garantizará niveles de vacunación superiores al 95%.

Actualización:

The Economist ha publicado un interesante vídeo en respuesta a mi artículo (o no).

El vídeo dura 20 minutos, pero la parte más interesante es en la que habla Heidi Larson (enlace aquí, minuto 5:40). Esta experta en la materia habla claro: la gente tiene dudas y preguntas al respecto, esas preguntas son legítimas y no se están respondiendo con empatía. Esas personas están totalmente dispuestas a vacunarse pero hay que informarlas de una forma adecuada.

El problema es parecido al de aquellas personas con problemas psicológicos o psiquiátricos. Tienen dudas de ir al médico o no, y cuando lo hacen, a veces se encuentran con una persona que no trata con suficientemente respeto su desconocimiento de términos técnicos expresando su enfermedad o la explicación de cómo se sienten. Esas mismas personas acaban a veces, desencantadas del frío trato científico, en manos de magufos, estafadores y todo tipo de vendedores de humo que, durante todo el tiempo que se ahorraron siguiendo unos estudios serios, al menos han desarrollado una cualidad muy útil en la vida: la empatía. Porque todo buen embaucador sabe que hacerse cercano a la víctima es fundamental.

Así, alguien que tenga dudas ─razonables o no─ ante todo debe ser tratada con respeto. Una persona con dudas puede ser convencida. Pero esa falta de conexión inicial es la que no se está trabajando de forma correcta.

Desafortunadamente el vídeo entra en la clásica deriva de las fake news, del algoritmo de Facebook, algo que tiene mucho que ver en cómo se propagan las noticias hoy en día, pero que, en mi opinión, escapa al punto principal del verdadero debate.