La extraña historia de la margarina
El origen de la margarina, como el de tantos otros productos alimenticios, proviene de un concurso. En 1869 el emperador de Francia Louis Napoleón III ofreció un premio al que fuera capaz de inventar un sustituto barato a la mantequilla, con el que poder alimentar a su ejército y a la gente más pobre del país. El químico Hippolyte Mège-Mouriés inventó la olemargarina, un repugnante subproducto que acabaría convirtiéndose en lo que hoy conocemos como margarina.
La mantequilla es un producto natural que se obtiene de la leche, normalmente de vaca, desde tiempos inmemoriales. Su origen se estima en la Mesopotamia del 9.000 u 8.000 antes de Cristo.
Para la margarina original el método es bastante artificial. Se parte de grasa de res, de la que se obtiene su parte líquida bajo presión. Este líquido se deja solidificar y se le añade butirina y agua, obteniendo el producto que tan parecido sabor tiene a la mantequilla. La margarina es mucho más barata de producir, por lo que servía a las mil maravillas al concurso propuesto por Napoleón III.
El nombre de margarina proviene de la palabra griega para perla, margarite. En 1813 el químico francés Michael Chevreul había aislado un nuevo ácido graso, al que dió el nombre de margarine porque el brillo del producto obtenido le recordó al de las perlas.
Además de por su colaboración en la margarina, Chevreul es famoso por ser una de las personas más longevas nacidas antes del siglo XX, ya que vivió entre 1786 y 1889, contando un total de 102 años.
Hippolyte Mège-Mouriés patentó la margarina en 1869. Dos años después vendió la patente al Antonius Johannes Jurgens, un empresario belga que se encargaría de luchar por su difusión dentro de Europa.
Natural de Oss, Jurgens pronto entabló una fiera competencia con otro fabricante de la región, Samuel van den Bergh. Al final acabarían uniendo sus fuerzas y fundaron la compañía Margarine Unie.
Esta compañía prosperó rápidamente. En 1930 se unió a la de los Hermanos Levers, una empresa británica especialidazada en jabones y productos de limpieza. La unión entre ambas se llamaría Unilever, y es considerada la primera multinacional del mundo, al ser una empresa anglo-holandesa. Hoy en día tiene más de 200.000 empleados y suyas son marcas tan conocidas como Frigo, Rexona o Timotei.
Por otro lado, Hippolyte Mège-Mouriés había desembarcado en Estados Unidos, intentando establecer su producto. La aceptación en el norte de Europa había sido muy buena, y teóricamente el mercado estadounidense debería ser muy similar.
