Elecciones

Cuando en España ganó las elecciones Zapatero, en todo el mundo nos llamaron cobardes, por dejarnos influir en la votación por los terroristas.
Cuando en EEUU ganó las elecciones Bush, en todo el mundo llaman a los estadounidenses idiotas, por votar a un presidente que tiene mucho de inepto.
La globalización ha llevado a que, hasta los no gobernados quieran votar. En realidad, deben ser los ciudadanos los que lo hagan, porque aunque las decisiones de Bush me afecten, yo no pago impuestos ni me sé Barras y Estrellas ni me sé el listado de anteriores presidentes. No nos metamos en gobiernos ajenos, que el país de los toreros no es de cobardes y el país de la tecnología no es de idiotas.

El SanchoPanza

El concepto que abarca al SanchoPanza siempre lo tuve muy claro, pero no fue hasta que encontré el brillante Sanchiguarro que di con un nombre adecuado. Se trata según ahí se describe de “Las mujeres españoles se buscan un sanchopanza que les sirva de perchero, portador de bolsas, chófer, rol social de novio, futuro inseminador, probable sufragador, pagador de hipotecas, hinchador de cuentas-vivienda y acompañante del Carrefour.” Lamentablemente, más del 50% de las mujeres aspiran a algo así. Un hombre que haga lo que hacía su padre, con el añadido – con moderación – de cubrir facetas sexuales. Que siga pagando las cuentas, que la acompañe a los sitios a los que hay que ir acompañada. Que esté presente cuando ellas necesiten hablar. Pensemos en la gente que conozcamos, veremos cuantas parejas están hechas de amor y cuántas de Sanchopanzas.
La pareja Sanchopancera se forja en lo material desde su origen. El chico que se compra una moto a los 16, que tiene el peor coche del mundo a los 18, que empieza a trabajar para sufragarse el mejor coche posible. Siempre acompañado de la chica que necesita alguien que la acerque a su casa en las primeras noches de salida. Que la lleve a sitios chick y la recoja de la Universidad. La atracción surge del medio de trasporte. El chico se conforma con llevarse un achuchón algún año antes que sus compañeros.

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Los buenos

Tener como primer objetivo el ganar dinero hace que la Empresa Privada esté mal vista. Se la considera como un ogro que se alimenta de dinero y que todo lo supedita a este. Sin embargo, otras grandes compañías que también se nutren de euros están muy bien vistas. La causa, que la sociedad tiene como línea de negocio principal prestar servicios sociales.
Cuando uno piensa en la ONCE se le viene a la cabeza una frasecita que no es más que un eslogán de la compañía, “hacemos un gran labor social”. Si fuera el “siempre Coca-Cola” o el “Just do it” nos sentiríamos manipulados por la publicidad, sin embargo, aquí lo estamos tanto que ni nos damos cuenta. Y sin embargo, el mecanismo que ha alterado nuestro cerebro ha sido el mismo. La imagen del cieguito que nos vende el cupón nos basta para pensar que esta empresa es de las buenas, de las que ayuda, y que con nuestro euro o fracción que cueste el cupón estamos colaborando con los ciegos de España.
Pero no nos engañemos, también estamos haciendo más cosas. Cuando llamas por teléfono, una fracción de un céntimo de euro va a parar al Fernando Alonso. Pero también otra va a ayudas al tercer mundo. Aunque claro, tenemos la idea de que estas ayudas son menores que las que pueda aportar la ONCE. Sin embargo, no es en modo alguno así. La ONCE es una compañía moderna que se preocupa de juntar un duro con otro y tratar de obtener el mayor beneficio posible. Es por eso que aporta una fracción a labores sociales, no tan grande como debiera ser. Se escudan en que dan trabajo a muchos minusválidos, pero no es oro todo lo que reluce.

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Elecciones americanas

Ahora que están tan a la vista las elecciones americanas, he decidido enterarme de por qué son tan complicadas. En realidad, la culpa la tiene el que mantengan la misma Constitución – parcheada, todo sea dicho – que desde sus orígenes. Lo cual no deja de suscitar picardías ante la necesidad que se crea Mr. Zapatero de reformarla, alegando que tras 25 años se ha quedado un tanto obsoleta.
En Estados Unidos, para votar hay que censarse, y eso no es tan fácil, bastara tan solo por el hecho de que tienes que preocuparte tú del papeleo. Un elevado porcentaje de la población no está censado y no se les viene el mundo encima por eso ni son necesariamente todos ellos de clase baja. Une eso a que votan entre semana y no te dan permiso especial en el trabajo para que lo hagas y entenderás por qué las participaciones son tan pírricas(apenas un 50%).
Lo que más me ha chocado es el sistema que utilizan para los recuentos. Al igual que en España, se divide el país en Estados y en cada estado se juegan un número determinado de escaños. Si se sumaran todos los votos a nivel nacional es claro que Izquierda Unida sería la tercera fuerza política del país y los nacionalistas tendrían poco poder. Pero esto sería un tanto injusto, pues un sistema democrático tiene que facilitar el acceso a las instituciones a los partidos pequeños y regionalistas.
En España seguimos la Ley de D’hont, que más o menos viene a ser que se reparten los escaños de forma proporcional al número de votos.
En Galicia, los resultados de las últimas elecciones fueron:
PP 812.282 46.51 %
PSdeG-PSOE 653.597 37.43 %
BNG ´ 205.613 11.77 %
Haciendo las cuentas, el reparto salió a 12,10 y 2 escaños respectivamente. A ojo de buen cubero podría decirse que por cada 4% de votos te daban un escaño.
Luego sumamos los resultados de cada autonomía y obtenemos los resultados finales. En las últimas elecciones los escaños fueron:
PSOE 164
PP 148
OTROS 38
En Estados Unidos, la cuenta por estados es distinta. Cuando un partido gana en un Estado, se lleva todos los escaños correspondientes. Así, si Galicia fuera un estado americano, los resultados habrían sido:
REPUBLICANOS 24 escaños
DEMÓCRATAS 0 escaños
BNG 0 escaños.
(Se entiende que el PP apoyaría al partido republicano, no tanto por sus antecedentes históricos sino por su filiación actual).

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El fraude de la ONCE

Publicaba hoy el semanal Época- y muchos conocíamos a través de Periodista Digital – la noticia de que “Los directivos de la ONCE ponen en el mercado entre un 40% y un 60% más de los cupones que van a vender para quedarse con una parte importante de los premios.”
El apocalíptico mensaje hace saltar todo tipo de críticas. El artículo trata de explicar con bastante profundidad el porqué de esta práctica, quienes resultan beneficiados. Los porcentajes de premios que no se reparten, las nuevas tiradas. Sin embargo, uno consulta los comentarios de los lectores y se da cuenta de que hay muchos lectores que no encuentran fraude en la práctica, es más, piensan que el autor nos presenta una falacia. Porque dado que venden más, hay más premios, y podrían verse obligados a repartir más de lo que venden. ¿Es así?
Según el artículo, la ONCE estaba obligada a repartir un mínimo del 47,5% de lo recaudado de lunes a jueves, y un 52% los viernes. La normativa cambió y simplemente forzó a que el tope máximo de premios fuera del 55%. Según esto, se permitió la posibilidad de la sobreventa de cupones.
¿Qué es la sobreventa? Las líneas aéreas y hoteles vienen explicándonoslo desde hace tiempo, aunque nosotros sólo veamos la cara amarga del viajero que espera en el aeropuerto, porque su vuelo tenía OverBooking(exceso de reserva). La sobreventa es cuando se vende más de lo que se tiene, a sabiendas de que muchos de esos potenciales compradores no llegarán y algunos se echarán atrás. Si lo hacen no es más que para aumentar la oferta, y aumentar la oferta es obtener mayor demanda, y mayores beneficios. En su caso, tienen el lado oscuro de que pueden encontrarse sin respaldo, por lo limitado del avión u hotel. Este problema no lo tiene una empresa tan rica como la ONCE. Ellos abren la hucha, te dan tu premio y nadie hace preguntas.
Aquí tenemos que pararnos para saltarnos un típico error. Según dice la gente, la ONCE, podría perder dinero, dado que ofrece muchos más premios. Teóricamente podrían vender un único cupón y que éste resultara premiado. Entonces, perderían mucho dinero. No nos engañemos. Cuando una aerolínea se encuentra con overbooking puede perder bastante dinero en el vuelo. Si la empresa tuviera overbooking en todos los vuelos iría enseguida a la quiebra. Pero precisamente permite esta práctica porque sabe que esto es una circunstancia inusual que ocurrirá en contadas ocasiones. La ONCE obtiene un margen de beneficio mucho mayor que la compañía aérea, luego está protegida ante esta eventualidad con garantías mucho mayores.
¿Dónde está la trampa?

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¿Cuántos son gays?

Incluso más difícil que la encuesta de los penes, es la de la orientación sexual. Resulta increíble que hoy en día, en que afirman tener el código genético descifrado, en que se podría ir a Marte si la población iraquí fuera más mansa y diera menos problemas, no se puede afirmar, con un porcentaje menor al 2% de error, el porcentaje de gays que hay en la población.
Uno de los primeros estudios , realizado por Alfred Kinsey cerca de 1950, reveló un alarmante 10%. Y digo alarmante porque la gente pensaba que los homosexuales eran una minoría insignificante y aplastable. En España hoy en día hay menos de un 10% de extranjeros ( un 6,2% de con papeles según el INE ), medida suficiente para hacernos una idea de cuan grande es esta cifra.
Después vinieron estudios más serios, que no fueron sino tentativas y tanteos de poca fiabilidad. Se pregunta a poca gente, a veces de unos grupos parecidos. Se entiende que haber tenido relaciones homosexuales una vez te convierte en homosexual, o no haberlas tenido en heterosexual. Estos resultados devuelven números tan dispares que hacen pensar en la invalidez de los resultados:

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Penes de pena

Hacer estadísticas es equivocarse, pero al menos hay que tratar de hacerlo en lo mínimo posible. Las electorales suelen tener resultados muy distintos a los reales, sino que hablen con ZP. Pero si hay unas estadísticas que fallan son las sexuales. Y aún mantienen un poco el tipo porque no pueden contradecirse con resultados reales. Los datos nunca se sabrán.
Cuando le preguntan a un hombre cuánto mide su pene, lo normal es que exagere. Si mide 15,5 dirá 16, o incluso 17. Muchos de los que tengan medidas aceptables no se preocuparán del tamaño y no lo sabrán. Nunca se lo habrán medido y tendrán que decir un número a ojo o entrar en un amplio No sabe, no contesta. Así, la estadística está viciada por todas partes:
a) La muestra no es válida, porque las personas han sido contactadas, normalmente, por teléfono, y para ello ya se está descartando a un amplio porcentaje de población de clase media-baja. No puedes preguntarle a un hombre cuánto le mide en la calle o visitándolo en su casa, especialmente si eres una encuestadora.
b) La gente que lo sabe miente. Porque es algo comprometido, porque no pasa nada por mentir, porque quiere creer lo que dice. Porque ellas se ven gordas y ellos se la ven pequeña.
c) La gente que la tiene grande no se la mide. Si tienes un instrumento de cuidado te da casi miedo mirarla, máxime saber el tamaño de tu barbarie. Demasiado es tan malo como insuficiente.

Educación heterosexual

La noticia del día es, sin duda, que los homosexuales, gays y maricones pueden adoptar niños y casarse. Me resulta sorprendente la cantidad de gente que va de liberal pero que encuentra una aberración que un niño se críe entre gays. En cierto modo, no se han despegado la sensación de que la homosexualidad es una enfermedad, que puede resultar contagiosa.
Lo que no consigo entender es como hay tanta gente por ahí que se cree capaz de educar a un niño, simplemente por ser heterosexual. Creo que la gente de mi generación está teniendo los peores niños de los últimos años( esta sensación de vivir el peor momento de la historia también le ocurría a Séneca en la suya). Pero yo creo tener más razón. La gente que ha nacido entre 1965 y 1980 tiene edad como para no haber conocido a Franco. Han sido lo suficientemente jóvenes para usar los videojuegos. Han disfrutado de cierta estabilidad económica y emocional. Son lo que han hecho carreras universitarias de forma desproporcionada comparada con el mercado laboral. Han tenido libertades suficientes como para cuestionar a los que les mandaban, pero sin llegar a criticarles.

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La desaparición del céntimo

Ahora surge un nuevo proceso que es el de la muerte del céntimo. Tras las primeras desconfianzas en que veías como la gente esperaba las vueltas de 1 céntimo de euro y jamás daba propina, tras volver a la situación normal, nos damos cuenta de que las monedas de un céntimo de poco sirven. Las máquinas expendedoras no las aceptan. Nada vale 1 céntimo, como antes le ocurría a la peseta. Los picos se han redondelizado, han buscado el número entero.
Personalmente tengo unos 20 céntimos en la cartera, entre monedas de 1 y 2 céntimos, desde hace tiempo, y sé que me va acostar darles salida.
Los finlandeses, que son uno de los pueblos más avanzados intelectualmente del mundo, de salida decidieron no preocuparse con esa minucia. Y no emitieron monedas de 1 y 2 céntimos. Se evitaron pasar por etapas estúpidas de evolución. Poco después los austríacos, que tienen un nivel de vida que te pasas(o al menos tienen unos precios desorbitados) hicieron por quitarse la moneda de encima. También los holandeses.
Ahora empiezan a oírse voces en el resto de la Unión Europea, España incluida. Me divierte que el principal argumento en contra ante esta simplificación del sistema monetario es el miedo al redondeo. Porque, dicen, “la población tiene la sensación de que han subido los precios”. Los políticos parecen vivir en una urna de cristal. Desconocen el precio de las cosas. No es una sensación, es una realidad. Y no han subido algo, han crecido muchísimo.
El principal problema que yo encuentro a la desaparición del céntimo es que los precios deberán ajustarse de nuevo. Algo que ocurrió ya con el cambio de moneda. Y por eso he intentado recalcar el proceso subsiguiente, de redondelización de precios. Por supuesto, dado que los precios han alcanzado números redondos en los productos que parecían exigirlo, esta nueva apreciación, posterior al redondeo, será menor con el cambio de moneda, pero a buen seguro que se producirá.
Poco después de implantar el euro en Italia, el país de la zona euro que tenía la moneda más devaluada, surgieron problemas. Pasar de pagar cientos de miles de liras a unos pocos euros desembocó en que en este país los precios subieran más que en ningún otro lugar de la Unión. Porque estos procesos de subida descritos para España han tenido distintas e interesantes evoluciones en cada uno de sus países de origen, en función de los siguientes aspectos:
-Permisividad de los gobiernos.
-Precio medio de los productos antes del cambio de moneda.
-Constante de cambio de dicha moneda.
Por ejemplo, en Alemania, el cambio euro – marco alemán era inmensamente simple. Dos marcos eran un euro. Esto fomentó que apenas se pudieran engordar precios. Aún así la gente encontró maneras, pero nunca tan provechosas como en países como el nuestro.

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La muerte de los zurdos

Un hecho aceptado por la ciencia durante años fue que los zurdos tenian una esperanza de vida de unos 10 años menos que los diestros. Afortunadamente, este hecho es rotundamente falso. El sentido común sale en defensa de la verdad, ¿Qué lógica tiene pensar que por ser zurdo se va a vivir menos? Sin embargo, un estudio realizado por prestigiosos psicólogos demostró tan paradójico resultado.
Pasarían algunos años hasta que se detectaran los errores de dicho estudio. Pero el mal ya estaba hecho. Cuando se realizó la investigación todos los medios de comunicación se hicieron eco de semejante paradoja. Era una noticia interesante para contar en las comidas, y para bromear con los infrecuentes zurdos. Después, nadie se preocupó de divulgar la refutación, pues no resultaba una noticia golosa, algo divertido y contradictorio. Así, en muchas cabezas quedó ese dato erróneo.
Aunque a cualquiera el resultado le olía a chamusquina – no tiene sentido que ser zurdo empeore nuestra esperanza de vida más que fumar cuatro cajetillas de tabaco diarias – el estudio, serio y con datos verificados, parecía irrefutable. Según él, se tomó una elevada muestra de personas fallecidas. De cada una de ellas se anotó su lateralidad y su fecha de defunción.
Calculado así, los resultados eran evidentes: las personas zurdas habían muerto mucho antes que las diestras.
Sin embargo, era difícil encontrar la falacia del argumento. Y el truco está en que la proporción entre zurdos y diestros ha ido cambiando a lo largo de la historia. De todos es conocido que antes ser zurdo era ser raro, tendencioso, malo. En las escuelas no se permitía a los niños pequeños escribir con esa mano. La religión también censuraba lo que podía. Aún así, había zurdos. La proporción actual es de 1 zurdo por cada 10 personas. Antes podía de ser de 1 por cada 20, o incluso inferior.

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