Decía un amigo mío que si repites una palabra muchas veces, acaba perdiendo el sentido, parece como si perdiera el significado. Mi amigo repetía tantas veces esta historia que él mismo acabó difuminándose. Luego he podido leer esta misma historia en periódicos y páginas webs varias veces.
Al utilizar un término con insistencia se nos vuelve cotidiano, le perdemos el miedo. Palabras como atentado, guerra y terrorista no causan el miedo que deberían porque están en los telediarios todos los días. Ni nos imaginamos el terror que debe ser vivir una guerra hoy en día, pero sin embargo, nadie se estremece al oír la palabra.
Si hay un término que en la actualidad ha perdido su significado, ante tan prolongada labor de desgaste, es la palabra burbuja.
Según define la Wikipedia:
Una burbuja económica (algunas veces denominada como “burbuja especulativa”) se refiere a una condición del mercado, donde los precios de los bienes o acciones aumentan hasta valores absurdos (que ya no se refieren a la utilidad del bien o al valor real de lo comprado). Ocurre cuando la especulación en el bien afectado causa que el precio aumente, produciendo una mayor especulación. La burbuja es seguida normalmente de una súbita caída de los precios, conocida como crash, o explosión de la burbuja.
Si consultas las noticias del día, encuentras que prácticamente todos los medios importantes de España hablan sin reparos de la burbuja inmobiliaria. A nadie causa extrañeza el término. Si a un experto constructor le preguntan si cree que explotará la burbuja, responderá que eso es metafísicamente imposible.
Sin embargo, volvamos a la definición anterior, quizás era demasiado larga.