Ajedrez a la ciega es la modalidad del ajedrez en que al menos uno de los jugadores no puede ver – ni tocar – las piezas del tablero. El jugador que no ve, en lugar de efectuar un movimiento, tiene que decir de viva voz qué movimiento hace (Caballo -a4) y su rival debe indicarle a su vez qué jugada ha efectuado.
En principio, es como si uno de los jugadores fuera ciego y tuviera que imaginarse en su cabeza en todo momento la posición de las piezas. Sin embargo, hay una notable diferencia entre el ajedrez que juegan los ciegos. Los ciegos juegan con un tablero especial, en el que tienen la posibilidad de tocar las piezas tanto como quieran antes de mover. Esto supone una ventaja sobre el ajedrez a la ciega: si se pierde la concentración o se duda de la secuencia de los movimientos realizada en cualquier momento se puede hacer una comprobación in situ.
Así, el ajedrez a la ciega es más complicado todavía que el ajedrez que practican los ciegos. Aún asín, no hay que ser un genio para poder jugar una partida a la ciega de forma más o menos aceptable. Para un jugador aficionado, a medida que va trascurriendo la partida la situación de las piezas se va haciendo menos clara y hay veces que se producen auténticos lapsus mentales en los finales de juego.
Hay una regla sobre el ajedrez a la ciega: el que no ve las piezas puede cometer tres jugadas ilegales, esto es, decir tres jugadas que luego se vea sobre el tablero que no son posibles. De todas formas, decir una jugada ilegal es muestra de que en cierto modo se ha perdido el norte por completo.
Jugar a la ciega es posible para cualquier fuerte aficionado. Pero otra cosa es ganar a la ciega. Para que esto ocurra, por lo general debe haber una notable diferencia de nivel respecto del rival, de lo contrario, la desventaja de no poder ver las piezas es demasiado grande y el jugador que esté delante del tablero lo tendrá muy fácil para ganar.
Records de partidas simultáneas a la ciega
El juego a la ciega ha existido como forma de exhibición desde los propios orígenes del juego. Hay referencias que indican que el autor árabe Sa’id bin Jubair (665-714) ya jugó alguna partida a la ciega. Mucho más tarde, en el siglo XVIII, el brillante jugador francés Philidor era capaz de jugar tres partidas simultáneas a la ciega, esto es, jugar contra tres personas tres partidas distintas y sin ver el tablero en ninguna de ellas.
François-André Danican Philidor (1726 – 1795) es un caso excepcional en la historia del ajedrez. Su supremacía sobre el resto de jugadores de su época fue tal que apenas si jugaba al ajedrez convencional. Nadie podía aspirar a ganarle ni una sola partida. Por ello fue el campeón del mundo oficioso hasta que se murió, durante más de 50 años. Philidor tuvo que idear nuevas formas de handicap con que jugar al ajedrez. Era habitual que diera a sus rivales alguna ventaja material – él comenzaba la partida con algunas piezas o peones ya fuera del tablero – así que la opción de jugar a la ciega era una forma más de perder parte de su ventaja.