Henry Ireland. El metafalsificador

William Henry Ireland (1775-1835) era el hijo de un anticuario y editor, Samuel Ireland. Desde pequeño la absoluta falta de cualidades intelectuales del pequeño hizo que su padre no esperase gran cosa de él. Consiguió un empleo como ayudante de un abogado especializado en hipotecas, a Dios gracias.
En aquella época comenzó el boom de Shakespeare. Cierto es que el insigne escritor inglés disfrutó del éxito de sus obras teatrales en vida, pero hacia el final del siglo XVIII había una verdadera locura en torno a sus trabajos. Con el problema añadido de que apenas existían objetos de culto del genial escritor. No se conservaba ni uno solo de los manuscritos originales de sus obras teatrales. No existía ni una sola carta suya, ya fuera a un editor, productor o amigo suyo. Era tiempo de que los fraudes llenaran ese vacío.
William Ireland se inicio en la falsificación desde su profesión de ayudante de abogado. En ella tuvo acceso a documentos muy antiguos, además de mucho tiempo libre. Comenzó con curiosidad con un libro viejo que compró en una librería. El libro no tenía valor alguno porque aunque era antiguo no había forma alguna de demostrar su origen. Sin embargo se le ocurrió que si falsificaba una dedicatoria a la reina Elisabeth, aquello ganaría muchos puntos de credibilidad.

De la mejor forma que pudo, consiguió realizar la dedicatoria. Luego fue a un anticuario conocido suyo y de su padre y le presentó el documento para que le dijera si era auténtico y en tal caso el valor justo para el libro. Tras examinarlo detalladamente llegó a demostrar que no sólo era una falsificación sino una muy burda. Le mostró a William Ireland una forma más refinada de hacer parecer que la tinta era antigua, usando una tinta especial y exponiendo después el papel al calor. William observó el método y en lugar de vender un libro, acabó comprando un bote de tinta.
De nuevo en la quietud de su despacho, preparó una nueva dedicatoria a la reina. El resultado de la nueva falsificación superaba con creces a la anterior. Esta vez marchó con el libro a casa de su padre, mostrándole la ganga que había encontrado en un anticuario.
Su padre observó con cuidado la dedicatoria, dándola por auténtica. Y felicitó a su hijo por haber tenido tanto ojo descubriendo un libro así. Entonces le dijo que siguiera mirando, a ver si era capaz de encontrar un libro autografiado por Shakespeare. “Daría la mitad de mis libros por conseguir algo así”.

¿Qué no es capaz de hacer un hijo por conseguir el reconocimiento de su padre? A partir de ese momento la travesura de una tarde se convertiría en una profesión de años.

El primero fue del todo inocente. Un acuerdo legal entre Shakespeare y John Heminges, editor y manager teatral. Firmado personalmente por el famoso escritor inglés.
Con él llegó a su padre que no dudó ni un instante en la veracidad del documento. Maravillado, pidió a su hijo que tomara lo que deseara de su colección, a cambio del falso contrato. William Ireland era un hombre feliz.
Poco a poco fue sirviendo a su padre un reguero de documentos, todos relacionados con Shakespeare. Todos de un valor documental extraordinario. Todos completamente falsos. Como coartada le contó que un misterioso Señor H. que quería permanecer en el absoluto anonimato le había proporcionado esos documentos que podrían ser de Shakespeare.

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Carta supuestamente escrita por Shakespeare.

Los documentos tenían una clara tendencia hacia lo que se deseaba encontrar. “Ojalá tuviera un documento firmado por Shakespeare”. Aparece un documento firmado. En aquella época se dudaba sobre la religión que profesaba el poeta. Eran malos tiempos para el catolicismo pero una referencia en Hamlet al Purgatorio hacía pensar lo peor: que la mayor pluma inglesa profesó esa religión.

Fácil para William Ireland fue descubrir una Profesión de Fe en que se desvelaba que para descanso de todos Shakespeare repudiaba el catolicismo.
El número de falsificaciones fue en continua progresión. Hasta aparecer los manuscritos originales de obras de teatro, como Hamlet, algo que hoy en día tendría un valor incalculable. En lugar de confiarse, William Ireland había ido perfeccionando sus métodos hasta la absoluta perfección.
Pero para su desesperación, el padre no se conformaba con poseer la mejor colección de documentos originales relacionados con Shakespeare. Tenía que contarlo y no dudó en mostrar sus joyas a expertos en la materia. William Ireland no dudó que el entretenimiento para agradar a su padre acabaría descubriendo su mentira. Pero para su sorpresa, los peritos dieron los documentos por auténticos.
Con el beneplácito de los expertos, las falsificaciones derivaron en una orgía creativa. William Ireland descubrió un manuscrito de El rey Lear, pero en lugar de transcribir el original decidió modificar algunos apartados, eliminando algunas bromas originales que le parecían de mal gusto. Luego apareció un Hamlet, que resultó llamarse originalmente Hamblette. La pérdida de papeles iba en aumento.
Porque aunque no había tenido oportunidad hasta entonces, William Ireland tenía inquietudes literarias propias. Maravillado con la aceptación de sus Shakespeares decidió ir un paso más lejos: ¿Por qué no escribir una obra de teatro? Dicho y hecho, William Ireland descubrió en 1795 una nueva obra del más grande escritor en lengua inglesa, una obra de teatro desconocida hasta el momento: Vortigern.
La obra había sido escrita de principio a fin por William Ireland. Desde luego no tenía la calidad de las obras mayores de Shakespeare, pero bien podría tratarse de una de sus primeras creaciones.

Hacia el final de ese año nacería un libro recopilatorio con todos los escritos acumulados hasta la fecha. Este libro fue compilado por el padre de William y recibió el título de Miscellaneous Papers and Legal Instruments under the Hand and Seal of William Shakespeare y fue publicado al comienzo de 1796.

Este libro hizo que lo que hasta el momento era una curiosidad conocida por un pequeño círculo, se divulgase por toda Inglaterra. Muchos expertos pudieron observar de primera mano los textos descubiertos del autor. Y fue entonces cuando comenzaron a surgir las primeras sospechas.
Al mismo tiempo se planteaba el reestreno triunfal de la nueva obra teatral, Vortigern, de la que William y Samuel Ireland cobrarían un suculento porcentaje de los ingresos. Sin embargo cuando se acercaba la fecha del estreno las voces que indicaban que aquello no podía ser Shakespare aumentaban. William Ireland pensaba que lo peor ya había pasado. Y presentó una nueva obra: Henry the Second, también atribuida a Shakespeare.
Cuatro días antes del estreno se publicaba un libro de más de cuatrocientas páginas, escrito por Edmond Malone, uno de los mayores expertos en la obra de Shakespare, titulado An Inquiry into the Authenticity of Certain Miscellaneous Papers and Legal Instruments. En él demostraba con cuidadoso detalle que cada uno de los documentos presentados eran falsos.
El estreno de Vortigern fue un desastre, en gran parte debido al esfuerzo de Edmond Malone por dinamitar la obra. Muchos de sus conocidos fueron allí sólo para armar bronca. Al final consiguieron su objetivo y no hubo más representaciones.

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A partir de ese momento comenzó la desgracia para los Ireland. Todo el mundo acusaba al padre de ser el autor de las falsificaciones, entendiendo que el hijo sería incapaz de conseguir algo tan logrado. El padre le pedía al hijo que le pusiera en contacto con el misterioso señor H. para desvelar la originalidad de los documentos. Y William Ireland sólo pedía que le tragase la Tierra.
Samuel Ireland moriría en 1800 arruinado y sin saber que los documentos que tanta felicidad y sufrimiento le habían causado eran falsos. En 1805 William Ireland publicaría su libro An Authentic Account of the Shakesperian Manuscript en el que detallaba cómo había falsificado la obra de Shakespeare. A pesar de todo nadie le creyó, todo el mundo lo consideraba incapaz de algo tan refinado. Pensaban que había escrito el libro no para limpiar su conciencia sino en un desesperado intento de limpiar el nombre de su padre.
A pesar de que era ampliamente conocido el alcance de las falsificaciones de los Ireland, la subasta de los bienes del padre, Samuel Ireland, en 1801 atrajo mucho interés por parte de los bibliófilos. Gran parte de las falsificaciones fue adquirida por Edmond Malone, el hombre que con su escrito había derribado la autenticidad de su obra. Y es que es posible que a pesar de atacar tan fieramente a los Ireland pensara que había algo de cierto en los documentos.

Con el paso del tiempo la falsa obra de Shakespeare creada por William Ireland fue creciendo en interés por parte del público. William Ireland tuvo que comprar una copia de pésima calidad del trabajo de su padre Miscellaneous Papers and Legal Instruments under the Hand and Seal of William Shakespeare a un precio elevadísimo.

De repente alguien le preguntó por los documentos. ¿Conservaba alguno de los originales? ¿Tal vez el original de la falsa obra de teatro Vortigern?
La respuesta correcta era que no, pero desde luego William Ireland vio una excelente oportunidad. Y fue entonces cuando ingresó con honores en la Historia Universal del Engaño al falsificar sus propias falsificaciones. A partir de ese momento su principal medio de vida sería crear falsificaciones de sus anteriores falsificaciones. Y era tan bueno en esta metafalsificación que hoy en día se conservan siete copias “originales” de Vortigern y es imposible saber cual de las siete era la “auténtica”.

Teóricamente un autor no puede hacer falsificaciones de su obra. Goya realizó varios de sus cuadros dos veces y ambos son considerados originales. Sin embargo el caso de William Ireland es bien diferente. Por cuanto sus nuevas creaciones fueron realmente falsas, tratando de engañar a los clientes y obtener algún beneficio. Y son obras diferentes porque las primeras eran falsos Shakespeares pero las nuevas eran falsos Irelands.
William Ireland murió en 1835. Observando fríamente su obra se puede decir que aparte de un extraordinario falsificador fue un buen escritor. Su obra Henry the Second, que no fue jamás representada, aunque falsamente atribuida a Shakespeare no dejaba de ser una excelente obra teatral, hasta el punto de que si la hubiera presentado en lugar de Vortigern habría alcanzado un gran y merecido éxito. Una obra que a gusto habría firmado como suya Shakespeare.

El tiempo dio una nueva vuelta de tuerca a la obra de William Ireland. El libro que publicara su padre recopilando la obra falsa de Shakespeare es una obra cotizadísima entre los libreros de antiguo. Y los “originales” de las falsificaciones son tan valiosos que se han comenzado a falsificar en la actualidad. Así, es posible que quien posea uno de los manuscritos originales de Vortigern no tenga más que una falsificación actual de una falsificación hecha por William Henry falsificando su original de 1795 de una supuesta obra teatral que Shakespeare no escribió jamás.

Esta historia y doce más figuran en el libro “Banvard’s Folly”, de Paul Collins. Uno de los libros más interesantes que he leído en mi vida. Trata sobre trece personas que en su tiempo fueron enormemente conocidas, de las más famosas de su época, pero que el tiempo y las desgracias han hecho caer en el mayor de los olvidos. A ese libro llegué recomendado por Amazon. Es la primera vez que un robot me recomienda un libro maravilloso. Ese libro merecería ser mucho más famoso de lo que ha llegado a ser. Está traducido al español como “Gloriosos fracasos“. Y no soy de halago fácil.

Auténtico

Una figura literaria original, con cierto parecido al oxímoron y la antítesis se produce en ciertos usos de la palabra auténtica.
Si pensamos en el IRA Auténtico, una organización paramilitar escindida del IRA irlandés en 1997, o la Falange Auténtica, un partido político español separado de la Mesa Nacional Falangista, la palabra auténtico trata de dar veracidad a la agrupación. “Ellos son los genuinos”. Pero precisamente al tener que incluir la palabra auténtico demuestran que no están en disposición de usar las señas originales, lo que los convierte automáticamente en los “no auténticos”.

Cronología

I

En 1972 se reunieron los miembros de la Royal Society of London, la Academia Británica de las Ciencias. El objetivo de la reunión era debatir las inconsistencias obtenidas en el cálculo de la aceleración del movimiento lunar. Según los datos con que se contaba, la aceleración de la Luna había experimentado un salto en algún momento de la Historia próximo al siglo X. El aumento de la aceleración era de tal magnitud que no había parámetros o excepciones posibles capaces de encuadrar la aceleración de la Luna dentro de una fórmula razonable. A pesar de que se propusieron diversas opciones, no se llegó a ningún resultado definitivo.
En 1973 Robert Newton, uno de los investigadores del problema, se puso en contacto con Anatoly T. Fomenko.
Miembro de la Academia de las Ciencias, profesor de la Universidad Statal de Moscú, Anatoly Fomenko era uno de los más prestigiosos matemáticos de la época.
Tras oír la detallada exposición de Robert Newton, Anatoly Fomenko se enteró de que la forma de datar la aceleración de la Luna en la antigüedad se basaba en el cálculo de los eclipses. Los eclipses siempre han sido fechas fundamentales para la Ciencia por cuanto permiten datar casi al segundo acontecimientos históricos muy distantes en el tiempo.
En este caso, sabiendo que hubo un eclipse en una fecha determinada podemos precisar la situación donde se encontraba la Luna respecto de la Tierra. Comparando los registros históricos sobre distintos eclipses es posible determinar la aceleración del movimiento lunar desde la antigüedad hasta hoy.

II

Tucídides fue un general ateniense que participó en la Guerra del Peloponeso. A su vez dejó una narración de la misma en un libro clásico – Historia de la Guerra del Peloponeso – que está considerado uno de los primeros escritos de calidad que existen sobre Historia. La guerra se extendió por más de 20 años. En la crónica de la misma, Tucídides va detallando los distintos altibajos que sufrían a lo largo del prolongado combate.
En un relato tan extenso en el tiempo, pudo llegar a detallar tres eclipses que sucedieron durante la confrontación entre Esparta y Atenas.
El primero fue un eclipse de Sol total. El segundo también de Sol, pero parcial. El tercero, un eclipse lunar. Merced a esta información, unida al recuento de años transcurridos entre unos y otros sucesos, es posible datar perfectamente la época en que se celebró esta batalla: del año 431 al 404 antes de Cristo.
Esta tarea se realizó hace muchos siglos, siendo el mismísimo Kepler uno de los encargados del cálculo. Fascinante es saber que se puede llegar a saber hasta el día del año en que ocurrió cada uno de los eclipses. El primero, el eclipse solar total, ocurrió el 3 de agosto del año 431 antes de Cristo. Incluso se podría precisar la hora del suceso.

III

Anatoly Fomenko recordaba vagamente haber leído alguna vez algún artículo sobre N. A. Morozov en que proponía unas nuevas fechas para la cronología de los eclipses ocurridos en la antigüedad. Anatoly Fomenko era muy escéptico ante los trabajos de Morozov pero dada la dificultad del problema de la aceleración de la Luna, imposible de cuadrar por métodos matemáticos convencionales, optó por localizar esos trabajos de Morozov.
Usando la tabla de fechas propuesta por Nikolai Alexandrovich Morozov el comportamiento de la aceleración de la Luna quedaba totalmente explicado. La gráfica que antes tenía un gran salto se convertía en prácticamente lineal.

IV

Robert Newton pudo solucionar su problema y dar carpetazo a la problemática sobre la aceleración lunar.
Pero Antatoly Fomenko no pudo dejar de pensar en los trabajos de Morozov a pesar de que lo que había oído sobre él, en charlas informales de pasillo con otros profesores de Universidad, no había sido muy positivo.

N. A. Morozov
(1854-1946) fue un astrónomo ruso al que por sus trabajos se le honró dando nombre a un meteorito. Morozov además se había encontrado con la problemática de los eclipses y había publicado los resultados de sus investigaciones en el libro Christ (1924-1936). En ellos cuestionaba la forma en que se habían datado los hechos históricos con anterioridad al siglo VI. Reuniendo las máximas evidencias científicas posibles, había sugerido una serie de fechas que en algunos casos movían conocidos sucesos históricos varias decenas de años hacia delante o hacia atrás.
La curiosidad inicial llevó a Anatoly Fomenko a sumergirse de lleno en los problemas de la ciencia de la cronología. Esta ciencia que se nos antoja tan antigua como el fuego apenas si tiene cinco siglos.
Joseph Scaliger (1540-1609) y Dionysius Petavius (1583–1652) fueron los que fundaron la concepción cronológica que perdura en nuestros días. Fueron ellos los que se encargaron de trazar el camino a seguir para situar acontecimientos distantes en el espacio pero que ocurrían en un mismo periodo de tiempo. Y en calcular las fechas, empleando números concretos en torno al año 0 (del nacimiento de Cristo) y no referencias temporales a otros sucesos (treinta años después de la Fundación de Roma, diez años después de la muerte de Alejandro Magno).

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La frase: Si no fuera Alejandro

Si no fuera Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes. (Alejandro Magno.)
Origen:
Cuenta la leyenda que el grandísimo Alejandro Magno quiso conocer a Diógenes Sinope, el conocido filósofo cínico al que se le atribuyen casi todas las frases ácidas de la antigüedad. Era una especie de doctor House que se dedicaba a la filosofía. Carecía de bienes materiales por considerarlos innecesarios para conseguir la felicidad.
Estaba Alejandro en Corinto, tras acordar la colaboración de los griegos en su lucha contra Persia. Allí recibió numerosas visitas de Jefes de Estado y de importantes filósofos que le alababan por su grandeza. Se extrañó sin embargo de que Diógenes, que por aquel entonces vivía en Corinto, no fuese a verle. Al final, tuvo que ser Alejandro Magno el que lo buscase para tener un encuentro con él.
Así, marchó con su habitual séquito a una plaza en la que se encontraba Diógenes. Cuenta Plutarco en sus Vidas Paralelas:

Hallábase Diógenes casualmente tendido al sol, y habiéndose incorporado un poco a la llegada de tantos personajes, fijó la vista en Alejandro. Saludóle éste, y preguntándole en seguida si se le ofrecía alguna cosa, “Muy poco- le respondió-; que te quites del sol”. Dícese que Alejandro, con aquella especie de menosprecio, quedó tan admirado de semejante elevación y grandeza de ánimo, que cuando retirados de allí empezaron los que le acompañaban a reírse y burlarse, él les dijo: “Pues yo, a no ser Alejandro, de buena gana fuera Diógenes”.

Las anécdotas que se recuerdan de Alejandro Magno serán inventadas en su mayoría, como tal vez esta. Pero entre todas ellas, para cada relato de sus supuestas biografías, siempre queda una misma impresión: la de que Alejandro era, en vida, consciente de que era el hombre más importante de la Historia.
Hoy en día las respuestas de Diógenes y Alejandro nos parecen agudas pero fuera de lugar y faltas de educación. El trato que el macedonio diera a algunas ciudades que no se rindieron a sus asedios sería tachado de genocida. Sus conquistas sin límite, tildadas de megalómanas e irracionales. Su forma de gobernar, sin pensar qué ocurriría a su muerte y sin plantearse pacificar las regiones, de absoluta irresponsabilidad.
Alejandro Magno fue quizás el hombre más grande de la Historia porque tuvo una personalidad arrebatadora en una época en que esto se consideraba la mayor de las virtudes. Y porque desde muy joven tuvo esa consciencia de ser el Magno.
Como curiosidad, tanto Diógenes como Alejandro murieron el mismo año: el 323 a.C.
Frase aplicable a:
De esta anécdota sí que podemos aprovechar una lección para los tiempos actuales. Intentemos ser como él, capaces de reconocer la grandeza en los demás pero esforcémonos en conseguir ser lo suficientemente felices como para no querer jamás cambiarnos por nadie.

Comentario que era spam

Un comentario me había llegado directamente a la carpeta de Spam sólo porque contenía la palabra “teens”.
Lo curioso es que está escrito en español de Cervantes pero me veo obligado a dejarlo en la carpeta de no publicados porque es demasiado bárbaro. Aunque no me voy a quedar sin sacar una frase descontextualizada de dicho comentario, que no era malo sólo que un poco bestia:

niña bien de casa bien podrida por dentro y sometida al riesgo de cáncer de útero por exceso mal-follada multipenetrada antes de la existencia de la vacuna y después de la invención de la zona de Levante veraneante e Ibiza pastilleante

En otra entrada ha habido alguna polémica por comentarios que he borrado. Al final es blog es mío y yo soy el responsable tanto de lo que yo escriba como de los comentarios que mantenga. Si dejo cualquier cosa que alguien escriba y hay quejas, las reclamaciones y las citaciones judiciales irán contra mí.
Tengo una política de comentarios dentro de lo razonable: podéis insultarme pero sin faltas de ortografía. Ceñiros al tema. Criticad e indicad faltas de ortografía. Dejad cualquier opinión. Pedid cuentas de Gmail gratuitas.
En cualquier caso no quiero ir de más íntegro que nadie. Soy una persona que no se levanta para dejar el asiento a los mayores y que no avisa a los camareros cuando me dan de más en las vueltas.
También aviso de que he quitado uno de los filtros anti-spam porque era tan restrictivo que incluso no me dejaba comentar a mí. Espero que se pierdan menos comentarios en el camino.
Y de paso pregunto. ¿Qué os parece este ritmo de publicación? ¿A cuatro o cinco entradas diarias?
A mi me gustan los blogs pausados que escriben como mucho una entrada al día. Me he borrado de algunos por exceso de empalago y de otros he establecido filtros para que me lleguen sólo algunas entradas. Cuando tengo muchas cosas que contar al final me quedo con las ganas o las pongo en un blog que tengo off-line.

Valor añadido

Refiriéndose a la desastrosa economía comunista de Rusia, la Wikipedia nos muestra un ejemplo extraño de hasta qué punto el control del gobierno sobre los precios puede llevar a anomalías del mercado:

Por ejemplo, el precio del pan, un pilar en la dieta tradicional de los rusos, estaba por debajo del coste del trigo empleado para fabricarlo. En algunos casos, los granjeros alimentaban al ganado con pan en lugar de con grano porque les resultaba más barato.

Este ejemplo recuerda al también sacado por los pelos de las situaciones de hiperinflación en que una divisa pierde casi todo su valor. La gente tiene que moverse con cifras multimillonarias para realizar sus compras y en algún caso el papel físico con que está fabricado el billete costaba menos que el papel que podía comprarse con los billetes, por lo que la gente prefería quemar billetes antes que comprar cualquier otro tipo de mercancía para emplear en la calefacción.
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Siempre he creído que esta fotografía está sacada de contexto. Aunque afirman en el pie que es:

Una alemana alimentando el horno con billetes, que arderán más tiempo que la cantidad de leña que puede comprarse con ellos.

Me resulta más lógico pensar que son billetes que han quedado fuera del curso legal, algo frecuente en estas situaciones de hiperinflación. También el hecho de tener dinero para hacerse una fotografía quemando billetes pero no tener dinero para leña me resulta muy sospechoso.

La muerte de Atkins

Probablemente la dieta más importante a la vez que controvertida de la Historia es la ideada por el doctor Atkins. Esta dieta defiende que la obesidad se debe principalmente al consumo de hidratos de carbono. Según las hipótesis del doctor Atkins es el exceso de calorías en forma de hidratos de carbono el que hace que el organismo aumente de peso. La dieta alternativa que propuso: baja en hidratos de carbono, sin apenas vegetales, sin fruta. Alta en carnes, huevo y grasas en general. Puedes comer hamburguesas pero sin pan, sin lechuga y sin tomate. Puedes beberte todo el aceite de las patatas fritas, pero nada de probar los hidratos de carbono de las patatas.
La dieta de Atkins es paradójica no porque se salte alguno de los principios de la nutrición, sino porque se los salta casi todos. Es lo opuesto a lo que uno esperaría de una dieta. Pero lo sorprendente es que es una de las dietas con mejores resultados que existen y que ha tenido una aceptación extraordinaria. El doctor Atkins vendió y sigue vendiendo millones de libros sobre los principios de su dieta.
Tras tantos años de escepticismo los médicos acabaron reconociendo que su dieta no tenía por qué resultar mala para la salud. En el corto plazo. Pero a medio y largo plazo los efectos no podrían resultar saludables. La dieta castiga a todo el sistema digestivo que se ve obligado a trabajar mucho más duro. Una persona vegetariana tiene un estómago que hace tres digestiones diarias de poco más de una hora. Un seguidor de Atkins tiene tres digestiones de dos horas largas. Lo mismo le ocurren al intestino, el hígado, el corazón o los riñones. Más trabajo no significa más problemas. Hasta que uno envejece.
Está claro que la conexión entre la dieta de Atkins y los efectos a largo plazo nunca podrá demostrarse de forma científica. Exigiría el seguimiento de cientos de pacientes durante toda su vida, resultaría un experimento demasiado costoso sólo para desacreditar una dieta.
Robert Atkins era médico y estaba especializado en cardiología. Había nacido en 1930 y en el año 2000, cuando contaba con 70 años de edad, contrajo una afección cardíaca: miocardiopatía.
De inmediato comenzó a recalcarse la ironía de que un especialista en ese tipo de afecciones sufriera una de ellas. Pero sobre todo se mencionó que tal vez la enfermedad fuera debida a su propia dieta. Debía resultar sumamente molesto para el doctor Atkins tener que justificar ante los medios la posible causa de una enfermedad que al fin y al cabo era él quien la estaba sufriendo.
Tres años después aumentaría el calvario para Robert Atkins. Un desgraciado resbalón en la calle, por el hielo, cuando estaba a punto de entrar en el edificio de oficinas donde tenía la consulta, obligó a que lo ingresaran en el hospital de gravedad, quedando en coma. De inmediato surgieron rumores: Atkins había sufrido un infarto por seguir su propia dieta. Nueve días después de ingresar en el hospital, Atkins murió de insuficiencia renal.
Saltándose toda la legislación vigente, el expediente médico de Atkins se hizo público. Una asociación defensora de la dieta vegetariana se encargó de hacerlo. Atkins medía un metro y ochenta centímetros. Cuando murió pesaba 116 kilos. De acuerdo a los estándares nutricionales, era un hombre obeso. Una absurda lucha en torno al peso de Atkins hizo que su cadáver se revolviera en la tumba. Los miembros de la asociación creada por Atkins salieron en su defensa: Atkins pesaba 89 kilos cuando ingresó en el hospital, pero una inusual retención de líquidos, consecuencia de la precariedad de su salud, provocó ese brusco aumento de peso.
Tanto la fanática postura de los pro-vegetarianos como la de la compañía que dirigiera Atkins levantaban sospechas. La realidad era que Atkins estaba constantemente en los medios de comunicación. Intervenciones suyas en televisión eran frecuentes y en una entrevista dada pocos meses antes de su muerte podía apreciarse que no estaba gordo. Tampoco delgado, estaba en un peso razonable para una persona de su edad y altura.
Fuente: Wikipedia. La muerte de Atkins (inglés).

¿Tan valiosos son los links?

Vaya por delante que es un honor que Alvy de Microsiervos haya citado el anterior artículo sobre los diccionarios inusuales.
Ese mismo artículo me servirá para exponer algo que quería decir pero que necesitaba de un ejemplo claro.
diccionarios-inusuales.png
Que quede claro que no es más que un ejemplo. Partamos de una página que tenga muchos visitantes (como Microsiervos o Meneame) y una más modesta, como la mía.
Alguien ha enviado el anterior artículo a Meneame con lo que tenemos una muestra perfecta. Una noticia en Meneame se refiere a un blog modesto. Un blog importante se refiere a ese mismo blog. En ambos casos aportan links claros e impecables sobre las palabras clave.
Sin embargo, una búsqueda en Google sobre las palabras “Diccionarios inusuales” arroja en primer lugar a la página del blog principal. En cuestión de tiempo Microsiervos perderá su segunda posición y yo la cuarta. Quedaremos entonces:
1º Microsiervos
2º Pons Asinorum
4º Meneame
Y ahora viene el punto. Es indudable que desde el punto de vista humano el aparecer en Microsiervos o Meneame favorece el conseguir nuevos lectores, obtener aún más referencias y un boom de visitantes temporal. Y eso es beneficioso.
Pero a largo plazo, todas las visitas que lleguen a través de Google irán primero a la página de Microsiervos (en este caso no es un problema porque si quieren ampliar información tendrán que pasar por la mía, pero no siempre es asín).
La combinación de palabras del ejemplo es un poco inusual y quizás reciba diez visitantes a través de Google en lo que me queda de vida. Pero está claro que aunque los links de páginas de calidad benefician mucho en el corto plazo, en el largo pueden incluso perjudicar.
Y es que aunque no sea un link en sí mismo, el posicionarse en el primer lugar de Google para un combinación de palabras es lo que da de comer en el largo plazo. Ese es el referred más valioso que existe.
Imaginad por ejemplo que la entrada que ha sido tan bien referenciada tratara sobre la consola de Nintendo y yo tuviera publicidad en mi página. En este caso apenas recibiría visitantes de Google, que son los que dan dinero porque son proclives a pinchar en la publicidad. Y podría estar perdiendo mucho dinero (bueno, mucho es mucho decir).
Cierto es que para combinaciones de palabras “interesantes” yo no podría soñar con aparecer en las primeras posiciones del buscador si no fuera porque he tenido buenos links. Pero también es curioso que el concepto inicial de Google de “autoridad basada en el número de links” esté desvirtuado por completo.
En este caso, a bulto, yo tendría dos links más que Microsiervos y Meneame, pero ambos tienen otro tipo de autoridad que hace que aunque el artículo sea mío, la primera posición sea para otro.
Otro punto interesante es el famoso “Via”. Si la gente que vea la página de Microsiervos entiende que el artículo es bueno, podría ponerles links desde sus respectivas páginas. Pero si citan la fuente desde donde han llegado a la información estarán dando un link al blog grande y otro al pequeño con lo que en casos de muchas referencias el primer puesto dentro de las búsquedas seguirá siendo para el blog principal.
Cierto es que aportar un link con las palabras “importantes” es más valioso que un link con el texto “Via”, pero al final Google no es tan impecable haciendo sus cuentas.
El concepto de autoridad de una página es tan importante que la idea de links queda en segundo lugar. Probablemente habría obtenido más visitas sobre ese artículo si no me hubieran referenciado.
Afortunadamente la autoridad tampoco se mide en el número de visitantes, asín que gracias por vuestros links.

Diccionarios inusuales

Si hay un trabajo árido e ingrato a la vez que necesario es la escritura de un diccionario. Maria Moliner, una funcionaria en la España franquista, trabajó durante 15 años para terminar su Diccionario del uso del español.
Maria Moliner tuvo suerte y consiguió una obra famosa y reconocida. Otras obras no menos esforzadas han muerto en el mayor de los olvidos. Estamos acostumbrados a los diccionarios español-inglés, español-francés pero hay muchas otras combinaciones singulares que merecen mayor consideración de la que tienen. Sirva este artículo para recuperarlas.
Manuale di conversazione italiano-groenlandese (Manual de conversación esquimal-italiano) (62 páginas)
Todos conocemos el estrecho vínculo existente entre italianos y esquimales. Así, una obra que facilitara el intercambio cultural y turístico entre dos naciones tan hermanadas resultaba imprescindible. Este libro de 1962 está considerado uno de los diccionarios más extraños del mundo.
Vía: The Book of Lists.
Diccionario de palabras formadas por una sola letra.
232 páginas con letra apretada que se dedican a dar cada una de las definiciones posibles de las letras del abecedario. Por ejemplo, “X” es el símbolo para las películas pornográficas, pero también es el símbolo de la multiplicación, o la incógnita desconocida, o el cromosoma que caracteriza a las mujeres, o el lugar donde se señala algo en un mapa. O un beso, cuando se escribe al final de una carta. O el símbolo de un científico loco (Dr.X), o los famosos rayos que sirven para las radiografías.
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Un extraño e ingenioso libro que se dedica a repasar todas las posibilidades que una sola letra ofrece.
También de este autor son los Diccionario de palabras formadas sólo por vocales y Diccionario de palabras formadas sólo por consonantes.
Diccionario Tiruray-Español
Escrito en 1892 por Guillermo Bennásar, esta obra no puede faltar en la estantería del que se considere hombre de mundo. En sus 201 páginas nos acerca en detalle al siempre interesante lenguaje Tiruray, hablado por una tribu próxima a la extinción de Malasia.
Si unimos el declive del lenguaje Tiruray (con 28.000 hablantes), el paso del tiempo que habrá dejado al libro algo obsoleto y las inexistentes relaciones entre España y Malasia, este libro es una compra obligada en Amazon.
Diccionario de símbolos
Extraña página donde se agrupan todo tipo de símbolos. En lugar de buscar palabras y los símbolos que corresponden a ellas, el buscador nos acerca a la novedosa experiencia de encontrar un símbolo por su aspecto físico. Sirve también para localizar símbolos con cierto parecido y origen muy diferente. Una página muy interesante e inusual.
diccionario-simbolos.jpg
Hobson-Jobson
Inglaterra conquistó India a comienzos del siglo XIX y mantuvo una estrecha relación durante más de un siglo. Los ingleses destinados en la región pronto comenzaron a formar nuevas expresiones y palabras, mezcla de términos anglosajones con sonidos propios de la India.
Uno de esos términos sería Hobson-Jobson, usado para designar a cualquier tipo de festival o entretenimiento. Y en 1886 Hobson-Jobson sirvió como nombre a un diccionario que acogería esta extraña terminología.
Hobson-Jobson: A Glossary of Colloquial Anglo-Indian Words and Phrases, and of Kindred Terms, Etymological, Historical, Geographical and Discursive es posiblemente el primer libro que nos inicia en los mestizajes entre lenguas. Hoy nos sonreímos ante los diccionarios de Spanglish y similares. Todos ellos tienen como predecesor al Hobson-Jobson.
Ni que decir tiene que este diccionario es del todo inútil hoy en día. Los indios hablan inglés tan bien como los propios estadounidenses, copando todos los puestos en empleos de teleoperador.
Fjalori i naftës: anglisht-shqip : 25.000 fjalë
Publicado en 1995 este fascinante libro es un glosario de términos propios de la industria petrolera, traducidos del inglés al albanés. El libro es extensísimo con más de 25.000 términos. Dada su utilidad, mantengo siempre dos ejemplares en mi mesita de noche.
Vía.
Volviendo a terrenos más conocidos, los diccionarios bilingües son los más conocidos por todos. A veces se tropieza uno con mezclas realmente extrañas e improbables. Tomadas de esta interesante página que contiene cientos de parejas más.
Islandés-Catalán
La probabilidad de que un catalán necesite una vez en su vida de un término en islandés es muy remota. Pero la probabilidad de que un islandés se plantee aprender catalán se nos antoja aún más lejana. En cualquier caso, aquellos que encuentren pareja y decidan emigrar, disponen en este diccionario de un recurso fundamental.
Noruego-Ucraniano
Combinación altamente improbable. Noruega es muy restrictiva admitiendo inmigrantes y es dudoso que un noruego quisiera emigrar a Ucrania. Pero de nuevo gracias a un diccionario se eliminan barreras culturales.
Español-Bamwe
Según dice la propia página:

La lengua bamwe es hablada por unas 26.000 personas en la Región de Equateur, en la Rep. Democrática del Congo.

No digo que uno la estudie en vez del inglés, pero como tercer idioma es una opción.
Húngaro-Japonés
Mi favorito. El idioma más complicado de todo Europa con uno de los más complicados idiomas orientales. La página web es tan extraña que llega un momento en que no distingues lo que está escrito en húngaro y lo que está en japonés. Eso sí, entender no entiendes nada, si acaso las banderas de los países.