La simultánea

La idea de dar una partida simultánea de ajedrez (simultánea, para mayor brevedad) en el colegio de mi sobrino no fue, desde luego mía. Sus padres insistían, y aunque me negué en varias ocasiones, acabé cediendo. Sabía que lo hacían por presumir. En un mundo en que cualquier niño normal tiene todos los juguetes de la televisión, y en un tiempo en que esforzarse para conseguir algo está hasta mal visto, la única forma de mostrar que se es más que los demás es mediante muestras de estatus, tan taimadas como sea posible.

Mi idea de ser el tío austero que en lugar de avasallar con regalos lo hace con enseñanzas, había fracasado hacía años. Realmente no creo que fuera una idea, sino más un deseo. Con el tiempo, abandoné toda esperanza hasta de que mi nombre fuera recordado. La simultánea era una buena oportunidad de hacer algo bueno por mi sobrino de una vez por todas.

Se suponía que estaría todo organizado y yo sólo tendría que jugar contra algunos niños. Perder un par de horas de trabajo, poco más. Sin embargo me acabé complicando un poco mediando para que el colegio consiguiera los tableros de ajedrez de la Federación. Pero he de reconocer que la dirección del colegio era bastante competente.

Para los hombres que no tenemos hijos, el mundo de los niños es un territorio totalmente vedado. A priori somos violadores y pederastas. Estuve saliendo unos meses con una chica que tenía una hija. Cuando la niña quería invitar a alguna amiga suya, tenía que pedir permiso a los padres, y la habitual respuesta era la negativa. Al fin y al cabo, no me conocían lo suficiente, y no podían dejar a su hija con un desconocido.

No era algo que me importara lo más mínimo, pero siempre me hacía sonreír conseguir una nueva negativa. El proceso era complejo y protocolario. La niña quería que su amiga viniera a algún sitio. Se lo preguntaba a la madre y ésta a mi. Tras conseguir el primer aprobado, la cuestión era elevada a la familia de la amiga.

La amiguita hablaba con su madre, que teóricamente lo consultaba con el padre. Luego llegaba la madre y explicaba que por ella no era problema, pero no así por el padre, que era algo desconfiado. La moción no pasaba la segunda cámara y la amiguita se quedaba llorando, mientras que nosotros nos podíamos marchar con un problema menos del que ocuparnos.

La situación era aún peor para el padre de la niña. Cuando era él quien tenía a su hija, ninguna de sus amigas iba tan siquiera a su casa. Un hombre solo, aunque sea un buen padre, siempre es peligroso.

Supongo que si se hubiera cumplido la ley al 100%, tendría que haber solicitado algún tipo de documento policial para dar la simultánea en el colegio. Nunca se sabe si alguien está, o ha estado en el registro de delincuentes sexuales. Pero me imagino que con lo complicado que resultó conseguir todos los tableros de ajedrez, la dirección no prestó mucha atención.

Así, llegué el día indicado y me encontré que la biblioteca estaba totalmente preparada. Las sillas, las mesas, el espacio para pasar, sólo hacía falta poner las piezas, sentar a los niños, y empezar a jugar. Me presentaron a la plana mayor del colegio, directores, jefe de estudios, la responsable de la biblioteca. La escuela estaba llena de mujeres. Dos tercios del profesorado en España son mujeres y un 95% de los estudiantes de magisterio son también mujeres. Una forma más de opresión por parte de los hombres, que por el contrario se aglomeran en los consejos de dirección de empresas del IBEX35.

Cuando llegaron los niños, me sorprendió su comportamiento ejemplar. Nunca olvidaré una simultánea que di en mi barrio, hacía décadas. Muchos de los niños eran de familias desestructuradas y tenían el típico comportamiento agresivo e incontrolado de los hijos de delincuentes, que tan bien retratan en The Wire. Casi ninguno fue capaz de terminar las partidas sin lanzar las piezas o directamente pelear con los compañeros de mesa. Aquello acabó mal.

Pero en el colegio de mi sobrino, todos los niños tenían unos modales británicos. Los profesores preguntaron quiénes querían jugar. Se apuntaron unos cuantos, suficientes como para llenar las mesas y que quedaran algunos a la espera. Luego llegaría otra clase más, lo que aumentaría la cola de espera. Mi sobrino y sus compañeros aparecían en ese segundo turno. La directora me explicó que entregarían tres premios a los mejores jugadores, aquellos que yo seleccionara.

Tras explicar el proceso de la simultánea a los niños, comenzaron las partidas. Para mi sorpresa, uno de los chicos, tan desorientado como los demás, desató la tormenta perfecta, hizo las dos peores jugadas posibles y se dejó el jaque mate del loco. Como no conozco a los niños de ahora, me guié por los criterios pandilleros, de mis tiempos de escolar. Para salvar de semejante ridículo a ese chico, le expliqué que perdía y que pusiera rápida y discretamente las piezas de nuevo, para empezar otra partida.

Estaba claro que en esa tanda de chicos no había ni uno solo que tuviera la más mínima idea. Vencerles a todos era trivial, mi única preocupación era cómo elegir a los tres ganadores de las medallas. Conforme los niños iban perdiendo, se iban marchando y sentando otros. Quizás uno había empezado muy mal, pero luego demostraba unas habilidades defensivas bastante dignas. En una partida de ajedrez, no juega mejor el que aguanta más tiempo, sino el que supone un desafío mayor.

Ya casi había terminado con todos los chicos de la primera ronda y elegí a uno de ellos un tanto por descarte. No era el tuerto en el país de los ciegos, era el ciego con mejores gafas de sol. Como curiosidad, el chico del mate del loco, que había tenido una segunda oportunidad, fue uno de los que más tiempo estuvo jugando. Lo cual no quiere decir que fuera de los mejores, ni mucho menos.

Llegaban los chicos del segundo turno y me quedaba la duda, ¿Entregar un segundo premio entre estos, o guardarlo para los siguientes? Había una chica que jugaba tan mal como los demás, pero que al menos mostró una cualidad que no tuvo ningún otro, ni de ese turno ni del siguiente: tener un par de huevos. Mientras todos los chicos se dedicaban a mover las piezas casi al azar, esa chica tuvo la osadía de plantar un par de amenazas. Triviales, pero intentos de hacer daño al fin y al cabo.

Ninguno de los niños sabía algo más que mover las piezas, así que a través de su forma de jugar, trasmitían un poco de su personalidad. Estaban los nerviosos, que se comportaban como si estuviesen ante una celebridad. Había otros que pensaban muchísimo, sin conseguir nada de tan aparente esfuerzo. Otros se dedicaban a dar consejos a los tableros de los lados, para luego jugar cualquier cosa en su partida. Muchos niños optan, por instinto, por jugar posiciones simétricas, casi siempre empezando con los peones de las esquinas (la peor estrategia posible). Pero algunos sorprendían con ideas relativamente potables. Sólo la chica mencionada antes intentó algún tipo de agresión y por ello se ganó todo mi respeto. Traté de recordarla como posible candidata a premio, pero en cuanto perdió, se marchó sin que pudiera indicársela a la directora del colegio.

Luego llegaron los niños mayores, entre los que estaba mi sobrino. Eran todos igual de malos, incluido él, que sin embargo sí había tenido alguna lección mía en el pasado. Su juego fue nefasto, lo cual me evitó cualquier atisbo de duda sobre si darle un premio a él o no. Uno de sus compañeros sabía jugar aperturas, lo cual fue toda una sorpresa, pero tras unas pocas jugadas, una vez se acabó lo que sabía de memoria, se desmoronó como un castillo de naipes.

Poco a poco se fueron marchando todos los niños. Me quedaban dos premios por repartir y sólo uno de ellos estaba claro. La simultánea comenzó con 15 niños, e iba moviéndome de tablero en tablero, para volver al inicial tras haber jugado en los otros 14. Conforme se iban eliminado tableros, mi vuelta era cada vez más pequeña, hasta que llega el momento mágico, muy fotogénico, en que el simultaneador se enfrenta a un único niño. Se acabó el pasear por la sala. Se toma una silla, y pasa a ser un encuentro de verdad, uno contra uno.

De pequeño fui ese niño que se quedó en la rueda final de la simultánea. Jugaba contra un tipo con aspecto de profesor de colegio de curas. Era una competición que organizaba El Corte Inglés. Al comenzar las partidas, el maestro sabía que yo era el hueso a roer y dedicó el tiempo suficiente a reflexionar contra mi como para llegar a ese final con una posición ganada. Me molestó mucho perder esa partida y lo tome como un aliciente para que no volviera a ocurrir en el futuro. Pocos años después, ganaría a ese maestro – que no era maestro de ajedrez, sino profesor de universidad – en una partida de torneo. Y también acabaría probando la satisfacción de estar del otro lado en esa misma competición del Corte Inglés, siendo ahora yo uno de los simultaneadores.

Así, en esta simultánea del colegio de mi sobrino, sólo quedaba un chico. Estaba totalmente perdido, con una pieza de menos, pero le permití disfrutar de la experiencia. Él sería uno de los ganadores de los tres premios, y el tercer premio acabaría en manos del chico que al menos sabía jugar las aperturas. Por instinto, me hubiera gustado más habérselo concedido a la chica, pero había desaparecido y estaba claro que mostró más actitud que capacidad de jugar bien.

Tras liquidar al último chico, que pudo presentar la imagen de último superviviente a todos sus compañeros, tuve una conversación de café con la directora. Era una profesora de raza, no sé si tenía tres o cuatro hijos. Disfrutaba con su trabajo y había demostrado una total competencia en la organización.

Le expliqué que para mi había sido un alivio que mi sobrino jugara tan mal, pues ni de lejos había aspirado a alguno de los premios. No le expliqué lo de la chica que se quedó sin medalla, porque con tanto niño, ya ni recordaba si era rubia o morena y mi criterio de selección podía parecer un poco irracional – que lo era. La directora me comentó que el chico que llegó hasta el final, el único ganador incuestionable de una de las medallas, era el hijo del subdirector. Por ser su hijo, y para evitar suspicacias, nunca podía ganar nada en el colegio. Era uno de los mejore estudiantes, pero estaba vetado de todas las competiciones escolares. El premio al experimento de ciencia, que había ganado mi sobrino y que se entregaría en la misma gala, quizás tuvo que haber sido para el hijo del subdirector, que vivía en una continua frustración. Tuvo que venir una persona de fuera, aparentemente imparcial, para que ese pobre genio tuviera su primer reconocimiento público.

Mis libros recomendados

A lo largo de los años he recomendado unos cuantos libros, casi todos en la misma categoría de ‘Libros‘. Como he mencionado a veces, solo suelo mencionar lo que me ha gustado mucho, ni hago resúmenes de todo lo que he leído ni tan siquiera de todo lo que me ha gustado.

No obstante, no estaría de más tener un resumen con mis principales recomendaciones, como referencia y para aquellos que no quieran pasar el suplicio de tener que leer artículos antiguos. Voy a evitar un ranking de peor a mejor, o por categorías. Deliberadamente la lista será tan caótica como sea posible: un decálogo de doce puntos.

La lista es tan personal que no se parece a ningún ranking de los mejores libros que hayáis visto jamás.


Trampa 22, de Joseph Heller.
Año de publicación: 1961.
Temática: Humor.
Artículo sobre el libro.
Qué hace especial a ese libro: En su momento me pareció super divertido, algo que rara vez se consigue en una novela americana. Es muy entretenido e ingenioso. Además tiene mensaje anti belicista, lo cual siempre es un factor progresista a tener en cuenta.
Es un libro sencillo: sólo tienes que leer los dos primeros capítulos y el resto del libro es todo igual. Si te encanta de salida bien, si no, no te va a gustar más conforme evolucione la trama.


Ishmael, de Daniel Quinn.
Año de publicación: 1992.
Temática: Novela filosófica.
Artículo sobre el libro.
Qué hace especial a ese libro:

Aunque admite numerosas críticas se trata de una obra extraordinaria por lo pulido del material, la originalidad de principio a fin – tanto de la temática como de la forma de desarrollarla – y sobre todo porque es un libro que se atreve a entrar donde otros se limitan a merodear.


Ensayos, de Michel de Montaigne.
Año de publicación: 1533.
Temática: Es como un blog personal, pero del siglo XVI, filosofía, vida privada y ética expresada en términos sencillos.
Artículo sobre el libro, este por ejemplo (la parte final).
Qué hace especial a ese libro: Es el libro que me llevaría a una isla desierta. Se puede leer una y otra vez, de principio a fin o por capítulos salteados. Tiene la profundidad de un libro clásico, el ingenio de un superdotado con la frescura de un aficionado. El estilo recuerda mucho al de Cervantes en El Quijote. El contenido de los Ensayos de Montaigne me parece mucho más profundo y ameno, pero claro, es que El Quijote, solo por la estructura de la novela, ya es insuperable. Montaigne es el típico genio que deliberadamente trata de pasar desapercibido, y aún así, no lo consigue.
El lema de este blog está extraído de los Ensayos.


Manual del Aventurero, de Rüdiger Nehberg.
Año de publicación: 1984.
Temática: Manual de supervivencia.
Artículo sobre el libro.
Qué hace especial a ese libro: Es uno de los primeros libros de supervivencia que se publicaron. Tiene un cierto encanto retro. Ahora que la supervivencia está tan de moda, este libro la trata de una forma totalmente diferente: menos tecnológica y preparacionista y más centrada en los problemas a que te puedes enfrentar en la naturaleza y cómo resolverlos sin apenas recursos. Es muy divertido y tiene algunas frases míticas.
Es un libro de mi generación, popular hace muchísimos años pero ahora totalmente superado por otros autores con más medios, no obstante este libro tiene la magia del que escribe sobre algo de lo que no se había escrito antes, basándose en experiencias propias, sin apenas bibliografía.


Padre rico, padre pobre, de Robert T. Kiyosaki
Año de publicación: 1997.
Temática: Autoayuda, temática económica.
Qué hace especial a ese libro: Los libros de autoayuda suelen ser infames, te hacen sentir bien mientras los lees, como si estuvieras experimentando los beneficios que prometen, pero al terminarlos, te sientes vacío y no se produce ninguno de los cambios prometidos. En ese sentido, este libro quizás no sea muy diferente. Para mi sin embargo, por haberlo leído en un momento específico de mi vida, y en una situación económica determinada, me sirvió para aclarar conceptos que estaban en mi cabeza pero a los que no había conseguido dar forma. Gracias a ese libro me he salvado de ser una víctima más de la burbuja inmobiliaria – lo cual no deja de ser curioso teniendo en cuenta que el libro sugiere las inversiones inmobiliarias como el camino hacia la riqueza.

Lo que me quedó grabado de este libro es que la lectura generalizada de cómo debe gestionar uno su economía – y por extensión su vida – no solo es equivocada, sino que resulta en la mayoría de los casos nociva. En muchas ocasiones lo que es bueno para el bien común, no lo es para ti. Por ejemplo, que te hagas emprendedor, des de alta una empresa, alquiles un local, contrates a empleados, compres mobiliario, y publicidad, para luego perderlo todo una vez la empresa quiebre (lo cual sucede en más de las tres cuartas partes de los casos), es muy bueno para la sociedad, que se habrá quedado con gran parte de todo tu dinero, pues los impuestos se cobran primero, y podrá construir escuelas y hospitales con tu dinero. Pero algo me dice que no es bueno para ti.


Ficciones, de Jorge Luis Borges.
Año de publicación: 1944.
Temática: Cuentos.
Artículo sobre el libro, este por ejemplo.
Qué hace especial a ese libro: Algunos de los relatos de Borges son quizás las únicas obras de arte hechas por el hombre que son absolutamente perfectas. Tlön, Uqbar, Orbis Tertius es un relato tan fascinante, original y complejo, que parece escrito por alguien de otro planeta. Al terminarlo, sientes como si estuvieras drogado. Toda la ciencia ficción de los siglos XX y XXI está en eterna deuda con el camino que abrió Borges.
Nota: La poesía de Borges es un mundo totalmente diferente al de sus relatos, tiene un público devoto pero yo no figuro entre ellos.


Vidas Paralelas, de Plutarco
Año de publicación: 117.
Temática: Biografía.
Artículo sobre el libro, este por ejemplo.
Qué hace especial a ese libro: Las biografías de Plutarco son quizás el libro más influyente de la Historia, sólo después de la Biblia. Shakespeare lo copió (y mejoró) hasta la nausea. Gran parte del interés por la antigua Grecia y Roma se sostiene en lo contado por Plutarco y es una referencia histórica fundamental. Sus libros son los pilares sobre los que se ha construido todo después.
A veces son aburridos, a veces intrascendentes. Están plagados de datos erróneos, a veces deliberadamente inventados, pero en muchas ocasiones mostrando que los antiguos tenían un muy interesante concepto de la realidad que incluía sucesos fantásticos.

En el mundo actual, que ensalza a personajes como Steve Jobs o Elon Musk, es muy saludable leer la vida de Julio César para poner cada cosa en su sitio y darse cuenta de cómo la gente de hace 20 siglos estaba hecha de otra pasta. Con los años, y tantas películas de viajes en el tiempo, he llegado a la teoría de que si hoy Julio César viajara al siglo XXI, se adaptaría hasta el punto de convertirse en una persona notable. Mientras que si Steve Jobs viajara al siglo I a.C., posiblemente moriría en menos de 24 horas.

Las historias de Grecia y Roma, contadas de primera mano, muestran un mundo brutal y trastornado pero también con una energía y vida que hacen de nuestro tiempo una época aburrida. ¿El mayor espectáculo del siglo XXI? Quizás las películas de “El señor de los Anillos” en un cine con 3D. ¿En la Antigua Roma? En el 46 a.C, en el circo Romano, con un aforo similar al del Santiago Bernabeu, mostrar una jirafa, que era un animal jamás visto por los romanos. Sólo traer la jirafa desde África habría costado tanto como construir el Santiago Bernabeu hoy en día. Y a pesar de ello Julio César permitió que fuera destrozada por los leones en una batalla perdida, como muestra de máximo poder: me puedo permitir traer al animal más fascinante del mundo y aún así matarla en unos minutos. Y que esa solo fuera una parte del espectáculo, lleno de combates, muerte y sorpresas.


Corrección, de Thomas Bernhard.
Año de publicación: 1975.
Temática: Novela.
Qué hace especial a ese libro: Es un a priori libro aridísimo. No sólo tiene un único capítulo, sino que sólo está compuesto de un párrafo y en la primera página sólo hay un punto y seguido. El libro no tiene ni un sólo punto y aparte. Lo que podría tratarse de un experimento estilístico de un autor pretencioso, en el caso de Bernhard se trata de su estructura mental. Considerando que el libro está escrito en alemán, donde los verbos no se mencionan hasta el final de las frases, los españoles debemos sentirnos agraciados.

Pero como digo, es un libro árido sólo en apariencia. La continua repetición, las frases larguísimas, recuerdan mucho a la forma obsesiva en que a veces pensamos. Si se conecta con la forma de escribir del autor, su estilo resulta hipnótico y adictivo. En la novela no pasa nada: te introduce en la trastornada visión del mundo del protagonista, y sus obsesiones enfermizas. La desquiciada primera frase, de más de 300 palabras – y que no lo es más que las siguientes – te muestra que no estás ante un libro habitual. Personalmente me he leído casi todos sus libros y algunos, como este, más de una vez.

Bernhard es un autor que provoca asco o admiración. Y nada en medio. Algunos me maldeciréis por la sugerencia, otros me ofreceréis la mano de vuestra primogénita por el consejo.


Trópico de Capricornio, de Henry Miller.
Año de publicación: 1938.
Temática: Novela.
Artículo sobre el libro, el nombre del blog es un homenaje a este libro.
Qué hace especial a ese libro: Puede decirse que es mi libro favorito, lo he leído más de siete veces, aunque la última hace más de 10 años. El libro es una secuela del más famoso, Trópico de Cáncer, libro prohibido por su alto contenido sexual durante muchos años. Objetivamente es un libro que no tiene nada especial, no pasará a la Historia, no ha tenido nunca mucho éxito. Pero con el tiempo, el libro ha pasado a ser una parte importante de mi.

Para mi es contradictorio decir que es mi libro favorito y, al mismo tiempo, no creo que lo disfrutara volviéndolo a leer – cosa que no diría, por ejemplo de El Quijote o los Ensayos de Montaigne. Eso sí, lo he leído tantas veces que he conseguido saltar la barrera de mi pésima memoria y tenerlo siempre presente.


Empresas Y Tribulaciones De Maqroll El Gaviero, de Álvaro Mutis.
Año de publicación: 1993.
Temática: Novela.
Artículo sobre el libro.
Qué hace especial a ese libro: Al contrario que “Trópico de Capricornio”, que podría decirse que es una novela para post adolescentes que tratan de entender un mundo lleno de contradicciones, siempre mirando hacia adelante, las novelas sobre Maqroll tienen un aire de “libro para viejos” que hacen una reflexión sobre lo vivido. Sus libros están llenos de nostalgia, serenidad y búsqueda de la magia en un mundo del que uno ya está irrecuperablemente desengañado.


Early Retirement Extreme, de Jacob Lund Fisker.
Año de publicación: 2010.
Temática: Autoayuda financiera.
Artículo sobre el libro.
Qué hace especial a ese libro: Aunque el libro se supone que es una guía para conseguir jubilarse antes de los 40-50 años, en realidad es un libro que aborda la cultura financiera desde un punto de vista inusual. Si bien el libro antes señalado de “Padre Rico, Padre Pobre”, trata de ilustrarnos en el camino hacia el enriquecimiento, este realiza una aproximación más modesta, hacia la subsistencia con pocos medios. El primero podría ser un libro “de derechas” y este uno “de izquierdas” pero liberado de las obsesiones progresistas.

El libro trata de orientar sobre cómo podemos simplificar nuestra vida para ser más felices. Cómo muchos de los costes necesarios para ser felices son en realidad puro consumismo (el coche nuevo, la casa grande, el Netflix, comer en el restaurante Michelin). El autor se hace grande eligiendo su propio camino mental, alejado de sectarismos. No busca un mundo más primitivo, ni propone cambios que sólo funcionan si los toma la sociedad en su conjunto. Te da una serie de ideas para que tengas una vida más sencilla y para que pongas el foco en lo realmente interesante. Podría decirse que es como una economía con buena relación calidad/precio.

Personalmente creo que si adoptamos un modo de vida de persona acomodada en los años 70, podemos ser felices, aún teniendo ingresos de pobre del siglo XXI. En aquella época la gente tenía casa propia, pero no dos cuartos de baño, hidromasaje, trastero y plaza de garaje. Tenían coche pero no uno que aparca solo y que no emite gases contaminantes. La gente comía fuera, pero no a diario.


Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez.
Año de publicación: 1981.
Temática: Novela.
Qué hace especial a ese libro: Es un libro recomendado hasta la nausea, del mismo modo que Cien años de soledad, del mismo autor. Este es mucho más intenso y maduro, en apenas 100 páginas crea una historia, cuyo desenlace está ya desvelado hasta en el título, pero que crea una sensación de intriga continua.

Si bien muchos de los libros arriba mencionados pueden ser controvertidos, amados por algunos y odiados por otros, García Márquez es como un Ángel de Victoria Secret: puedes adorarlo o envidiarlo, pero nada más.

Petróleo en Noruega

De todos es conocido que Noruega es uno de los países más ricos del mundo porque tiene unas enormes reservas de petróleo que, además, administra sabiamente con mentalidad de pobre.

Lo que no es tan conocida es la cronología de cómo se descubrió ese petróleo.

Noruega y Suecia fueron, de 1814 a 1905 una unión de dos países, que entre otras denominaciones tuvo la de United Kingdoms (Reinos Unidos, que no Reino Unido). La unión, que en realidad fue una especie de OPA hostil por parte de Suecia, se había producido de una forma bastante trapera.

Noruega, al comienzo del siglo XIX, era un territorio danés. Dinamarca no se planteaba tomar partido en las Guerras Napoleónicas, pero los ingleses, por si acaso se les pasaba por la cabeza, les atacaron para mermar su flota. Los daneses, como buenos nórdicos, se enfadaron, dijeron que aquello estaba mal. Pero no hicieron nada…hasta que los ingleses les volvieron a atacar. No les quedó más remedio que unirse a las tropas francesas.

Suecia aprovechó el rio revuelto para atacar a Noruega, pero no lo hizo con mucha pericia. Además, se encontró con que Rusia, envuelta en el conflicto, decidió invadir Finlandia, contra lo que poco pudieron hacer los suecos.

Así, al terminar las guerras, Dinamarca, como perdedor, se quedó sin Noruega. Suecia, como derrotado en su guerra particular contra Rusia, se quedó sin Finlandia. Pero como ganador parcial, se sentó a exigir Noruega como compensación. Un extraño intercambio de estampitas en el que Noruega no fue un mero convidado de piedra, pues pasó de ser un territorio danés a un casi igual de Suecia, en una coalición similar a la que ahora une – de momento – a Escocia con Inglaterra.

Estos Reinos Unidos tuvieron unas diferencias en 1905, diferencias que Suecia decidió solucionar proponiendo un referéndum a la Independencia de Noruega, en una historia que recuerda bastante a la del Brexit británico. Quizás no fuera una total sorpresa, pero los noruegos votaron masivamente por la disolución de la Únión, el 99,95% de la gente votó a favor de la independencia (¡Sólo 184 personas votaron en contra!). Un resultado de referéndum más propio de la reelección en una dictadura africana.

¿Por qué contar estas batallitas de la independencia de Noruega? En parte para mostrar que Noruega no deja de ser un país que aún huele a recién pintado. En parte para mostrar que nunca se les ha tenido en serio en los Acuerdos Internacionales.

Pero volvamos al petróleo. El petróleo era conocido desde tiempos inmemoriales, pero no se le consideró un producto valiosísimo hasta mediado el siglo XIX, siendo ya un objetivo buscando en algunas de las conquistas durante las Guerras Mundiales.

Las reservas de Arabia Saudí, las más grandes y conocidas del mundo, no se encontrarían hasta 1938. Puede decirse que gran parte del petróleo estaba por descubrir.

La cronología del petróleo en Noruega es extrañísima.

En 1959 se encuentra un enorme depósito de gas natural en Groningen, Holanda. Hasta entonces se pensaba que en el Mar del Norte no había nada de nada. De ahí nacería la monstruosa (por tamaño) Shell, la empresa más grande del mundo por capitalización bursátil en 2013.

Visto que podía haber más gas en el Mar del Norte, de inmediato se ofrece una empresa a Noruega, para explorar una zona de sus fondos marinos. Los nórdicos tienen dos ideas geniales de inmediato: la primera, que no es bueno que toda la extracción de tu petróleo caiga en las manos de una única empresa – y además, extranjera. Así, en 1963 proclaman una ley que especifica que los recursos en el territorio noruego pertenecen exclusivamente al gobierno (bueno, lo típico de la época, al Rey) y que además sólo el gobierno puede emitir licencias de explotación.

La segunda idea genial que tuvieron desde el gobierno de Oslo, era que había que poner orden en definir cuáles eran sus aguas territoriales. Hasta entonces, las aguas territoriales sólo habían servido para pescar bacalaos. Basta mirar el mapa para darse cuenta de que el vértice inferior de Noruega, está bastante pegado a Dinamarca, pero incluso no muy distante de Inglaterra.

En 1965 se firma un acuerdo que define exactamente dónde están las aguas territoriales de cada país, especialmente entre Dinamarca y Noruega. El trazado, según las páginas oficiales noruegas “estuvo bastado en el principio de equidistancia“. Aunque en el mapa, no se ven las líneas tan rectas como ellos afirman. Pero como se trataba de los noruegos, al igual que con el referéndum de 1905, nadie los tomó muy en serio, o pensaron que pudieran ir con algún tipo de suspicacia.

El caso es que una vez estuvo todo el papeleo firmado, comenzaron las prospecciones en busca de petróleo o gas.
Marzo de 1965: se firma el acuerdo que establece las aguas territoriales al milímetro.
Abril de 1965: se concede la primera licencia para la prospección.
Verano de 1966: se hace la primera perforación.
Navidad de 1967: se descubre el yacimiento Ekofisk, uno de los más grandes del mundo por aquel entonces.

Y sí, todos hemos oído hablar del petróleo noruego pero, ¿Habéis pensado alguna vez dónde está Ekofisk, el origen de la riqueza noruega?

Pues sí, resulta que está justo en la zona que podía haber peleado con uñas y dientes Dinamarca, o hasta el Reino Unido, de haber sabido que era tan valiosa.

Para colmo de recochineo, apenas 4 años después, Dinamarca se encuentra con la crisis del petróleo de 1973, que les convertiría en uno de los mayores perjudicados. Eso sí, en lugar de dedicarse a llorar o publicar chorradas en Facebook, los daneses hicieron lo que mejor saben hacer: mirar hacia adelante y empezaron a prepararse para un mundo con poco petróleo para ellos. De aquellos barros estas bicicletas por todas partes que ahora disfrutan y su apuesta hasta la supremacía mundial en energía eólica.

Mucho tiempo después Noruega encontraría petróleo por muchas otras partes, más al norte y sin ningún tipo de discusión, con reservas que no parecen tener fin. Ahora se encuentra con problemas similares a los del inicio: delimitar sus fronteras en el Ártico, con vecinos no tan amigables. Dinamarca encontró petróleo, no en tanta cantidad pero sí suficiente para ser un país auto sostenible durante muchos años.

Y lo mejor de todo, los noruegos salieron de la Navidad de 1967 no solo ricos sino que además, su imagen internacional de buenazos sigue totalmente intacta.