Muchos españoles están obsesionados con recuperar Gibraltar. Un pequeño lugar en la costa de Cádiz que, tanto histórica como geográficamente, debería pertenecer a España. Estando ambos países en la Unión Europea, es triste ver como, los que debieran ser dos amigos, no son capaces de ponerse de acuerdo al respecto.
Para los gibraltareños, la situación es clara: están ubicados en una de las zonas más pobres de todo España. La frágil economía de la zona apenas se sustenta en el tráfico de drogas, de tabaco y en el intercambio turístico y comercial que se establezca con Marruecos, a través del puerto de Algeciras. Andalucía es una región pobre en general y el Campo de Gibraltar es una región pobre dentro de Andalucía.
Para los que no se convenzan de ello, pueden leer este artículo en que se cuenta como:
Cádiz es, junto a Badajoz, la provincia española con una menor renta familiar disponible. O, lo que es lo mismo, la provincia más pobre de España. La Línea, Sanlúcar y San Fernando, las tres ciudades más pobres de España.
Sin embargo, Gibraltar es una ciudad próspera, con un buen nivel de vida. Si dejaran de ser una colonia británica todo eso desaparecería.
En un Referendum extraoficial, se llegó al resultado de que el 99% de la población quería seguir siendo inglés. Sobran las palabras.
El punto de vista español es claro: los ingleses se aferran a unos derechos un tanto precarios, obtenidos en una batalla hace varios siglos. La época del colonialismo pasó hace mucho tiempo y resulta anacrónico que existan lugares como Gibraltar.
Sin embargo, cada uno de los argumentos que España reprocha a Inglaterra, en la búsqueda de justificación sobre su soberanía en Gibraltar, se pueden aplicar en su contra. Pero en este caso se trata de un conflicto mucho menos conocido. En él, los españoles somos los que tenemos “algo” de otro país. No es Ceuta ni Melilla: se trata de Olivenza, una región de unos 750 km² en la provincia de Badajoz.