Entrevista a Tim Cook

El nuevo presidente de Apple, Tim Cook, es un excelente profesional nada mediático. Hace bien su trabajo, y por lo tanto tiene una vida bastante aburrida. No es tan excéntrico como su predecesor, motivo por el cual algunos lo tachan de falto de talento.

Una larga entrevista bastante interesante, estos son los párrafos que he resaltado:

Podrías poner todos los productos que fabricamos sobre esta mesa. Si lo piensas, es que hay cuatro tipos de iPods, dos iPhones diferentes. Tenemos luego dos iPads y unos pocos Macs. Eso es todo.

El ochenta por ciento de nuestros ingresos proviene de productos que no existían hace dos meses. ¿Hay alguna otra compañía que pueda hacer eso?

Queremos escuchar las ideas que vengan de nuestros 80.000 empleados, no de cuatro o cinco. Un grupo mucho más pequeño tiene que decidir, puntualizar y llevar a cabo los progresos, pero las ideas las tomas de cualquiera. Quieres que la gente explore.

¿Has usado el Surface o el Galaxy? [Las tabletas de Microsoft y Samsumg respectivamente] Sí, claro. Con ambas, y alguna que otra más. Lo que veo, desde mi punto de vista, es que algunas de estas son confusas, tienes diferentes sistemas operativos con interfaces también diferentes. Ellos se alejan de la simplicidad. Pero nosotros pensamos que todo ese desorden tiene que ser eliminado.

Si entras en nuestra página, estamos publicando las horas que trabaja casi un millón de empleados a lo largo de nuestra cadena de suministros. Nadie hace nada parecido.

Puede que el aspecto más infravalorado de Steve Jobs era que tenía el coraje de cambiar de ideas. Y eso, es un talento.

Cambio madmaxista

Hay anuncios que pueden verse como una metáfora del tiempo que estamos viviendo:

CAMBIO PORTATIL POR ESCOPETA DE PLOMOS

cambio portatil modelo acer aspire one d250. el portatil es de 10. 1 pulgadas. dentro de los ordenadores pequeños es de los mas altos de gama. las fotos son reales. el portatil tiene 250gb de disco duro, 1gb de ram, window 7, webcam, bluetooth. funciona perfectamente. se entrega con su cargador, bateria, funda, raton, lector de cd-dvd. cambio por escopeta de plomos ( whisper x vampir, maxima, cometa, norica. . . ) no escopetas malas . contexto todos los correos. EL PORTATIL SE PUEDE PROBAR CUANDO QUIERA.

Sinpa

No sé si se pueden patentar los juegos de palabras -las esquinas redondeadas sí – pero igual que The Economist jugó con el paralelismo Spain-pain (España-dolor) me atrevo a apuntar que Spain es un anagrama de Sinpa (una palabra con las mismas letras, pero escritas en otro orden).

Sinpa no significa nada, pero Simpa sí, coloquialmente significa irse de un sitio sin pagar (de ahí el nombre) la cuenta.

La clave de un buen simpa está en que no puedes volver al sitio donde no quisiste pagar. Y claro está, si lo haces de un bar no hay problema, porque “será por bares”. Pero imagina que haces un simpa en la Seguridad Social. O de la empresa de aguas. O de Azucarera Española. No tienes alternativas y son servicios casi imprescindibles.

A nivel mundial, cuando un país deja de pagar, se tiene que buscar nuevos socios. Es lo que hiciera Islandia en su crisis bancaria. Y claro está, son amistades extrañas, países que estaban ahí desde siempre y con los que nunca hubo verdadero contacto comercial.

Para un país como España, los posibles nuevos aliados serían China, Rusia (el amigo que se buscó Islandia). Hay mucho riesgo en elegir semejantes amistades.

Cuando comenzó la crisis griega, se oyeron comentarios del tipo “que vendan las islas”. Según la Wikipedia, Grecia tiene unas 6.000 islas. Está claro que perder unas pocas no tiene por qué ser un problema mayor al que ahora tienen. Lo que sí que es un problema es perderlas para capear el temporal durante unos meses, seguir con una deuda atroz. La venta de las islas sería una acción brutal, aunque perfectamente posible. No deja de ser una medida realizada ocasionalmente, desde que el mundo es mundo.

En realidad sería algo similar a las ocupaciones militares. Alemania se deja ocupar el Ruhr porque es un perdedor de la I Guerra Mundial, lo asume y se resigna. Pero cuando pasan unos años, cuando se deja de sentir así, quiere recuperarla y toma las medidas que considera pertinentes. Seguramente esa pérdida de las islas sería algo temporal.

Cuando se habla de vender islas siempre se piensa en hacerlo a los acreedores. Pero esa actitud es tan equivocada como dejarse embargar un piso. El acreedor es el peor pagador que puedas encontrar. Alemania no estaría nada interesada en comprar una isla griega. Ahora bien, no puede decirse lo mismo de otros países. China estaría encantadísima y seguramente pagaría sin muchos regateos. ¿Os imagináis una colonia china en medio del Mediterráneo? A principios del siglo XV China realizó ambiciosos viajes de exploración por todo el mundo. No eran el cutrerío de los Reyes Católicos, tres barcos raquíticos, sino que se embarcaron en misiones masivas, con cientos de barcos a la conquista del mundo. Luego se aburrieron del mundo exterior, olvidaron su flota y se encerraron en sí mismos. Sólo a finales del siglo XX comenzaron a enmendar ese error.

Pero una forma mucho más constructiva de hundirse es intentar vender las islas a compradores particulares. Nada de gobiernos, personas físicas que no comprarían una isla, sino un nuevo país. Petalas es tuya, pero no quiere decir que puedes edificar un rascacielos, tras pagar los impuestos correspondientes, quiere decir que en esa isla, no respondes ante nadie. Te vendo la soberanía de Petalas.

Ante una opción así, no serían muchos los particulares capacitados para semejante compra, pero desde luego, se despertaría un enorme interés. No es lo mismo que tener tu propio avión privado. Ni que tener un rancho de dimensiones obscenas. Es ser rey, es dar el nombre a un trozo del mapa de la tierra, es poder participar en las competiciones de todos los deportes. Tener sillón en la ONU. Lady Gaga o Tom Cruise pedirían autógrafos al dueño de un sitio así.

Vender territorio es una buena forma de desestabilizar un mundo que se tambalea bajo tus pies. Puede conseguirse mucho dinero, tal vez el suficiente, si se organiza con mucha mano izquierda. Además, dejarías a los socios con bastante mal cuerpo. Podrías negociar con amenazas de venta a países hostiles. Podrías dejar una Europa con 200 nuevos países. Las opciones son inquietantes pero no causan ese dolor de cabeza del no saber qué hacer para resolver el problema.

Si España se viera en una situación similar, y quisiera vender territorio, Ceuta y Melilla aparecen como las candidatas perfectas. Perfectas para deshacerse de ellas, no para encontrar un buen comprador. Igual que no sería nada realista intentar vender una región con pretensiones independentistas. Reino Unido mataría por ampliar el territorio que rodea Gibraltar. Podría venderse una de las regiones más pobres de España con el metro cuadrado a precio de Moraleja. Estados Unidos estaría encantado de comprar alguna islita buena en el Mediterráneo. China, quizás también. O Rusia. Paradójicamente, Alemania no ganaría tanto con un buen pedazo de Mallorca.

Se habla mucho de “el ejemplo de Islandia”, cuando en realidad se trata de un país de casa de muñecas. Para ellos las deudas eran una parte inasumible de su capacidad económica, pero para los acreedores no significaba su ruina, caso de no cobrarla. Islandia quedó un poco mal con algunos países, nada más. Los problemas para el país vendrían a la hora de realizar importaciones de productos extranjeros. Su moneda pasó a valer mucho menos de lo que solía valer.

En España nos costaría mucho ese brutal cambio de precio. Todavía son muchos los que no se han recuperado de la entrada del euro, del café que pasó de las 100 pesetas a un euro (166 pesetas). Y de eso hace ya una década. Pensar que el iphone libre costaría 1.000 euros, o tal vez 2.000, daría escalofríos a más de uno. Y con él, un montón de cosas en las que no piensas. Las máquinas de café, todas importadas, también multiplicarían su precio, y con él, el de tus cafés. El azúcar, afortunadamente, no cambiaría de precio.

No tengo ni idea de si sería bueno o no para España realizar un simpa. Lo que sí que tengo claro es que el juego de palabras lo habrá inventado otro antes que yo.

La crisis


La tienda FNAC de Madrid vende tantos libros sobre la crisis, que ya superan en cantidad a muchas secciones consolidadas, como economía o ciencia. La crisis se ha convertido en un nuevo género narrativo.

Los libros sobre la crisis se dividen en tres categorías principales. Están los que la explican, a toro pasado. Y los que se atreven a vaticinar sobre el futuro u otras formas de futuro posibles. El tercer grupo son los libros de economía de guerrilla, de ahorro de pobres, cultura lonchafinista.

Entre los libros que explican la crisis, casi todo lo que superficialmente hojeo lo veo sesgado, engañoso. Y es que exponer por qué algo sucede es muy fácil. Lo complicado es prever lo que puede ocurrir de acuerdo a lo que ahora está pasando. Pero estos libros de la crisisología ni siquiera aciertan en lo fácil. Porque la verdadera historia de la crisis avergüenza a todas las clases sociales, a hombres y a mujeres, a pobres y ricos.

Y nadie paga por leer una historia en la que él es uno de los culpables. Explicar la crisis, para poder vender libros, se ha convertido en una caza de brujas. Intentar descubrir a los culpables de la crisis. Llegándose a una simplificación tras otra, hasta empezar a caer en dislates como que la crisis es culpa de una única persona. O de un partido político.

La crisis simplemente se debe a que vivimos en el pasado con dinero del futuro. Casi todos. Y ahora, es el futuro.

Si tú viviste con dinero del futuro porque todo el mundo lo hacía, porque la televisión te lo decía, porque nadie te dio una formación económica, da igual. Tú cometiste el mismo error que el banco que dio los préstamos, que el empresario que aceptaba encargos que cobraría muchos meses después.

Y ahora empiezo a ver que se forman dos grupos, vencedores y vencidos. El vencido es al que le embargan la casa. El vencedor el que te explica la crisis o te cuenta un mundo mejor basado en la economía del trueque. Los vencedores se ríen de los que vivieron por encima de sus posibilidades, y aconsejan un modo de vida tan espartano como incoherente.

Muchos de los que en su momento se libraron de la burbuja inmobiliaria ahora abogan por el madmaxismo. Una visión de un futuro apocalíptico que está a la vuelta de la esquina, una especie de vuelta a la Edad Media, con un drástico retroceso en la calidad de vida.

Y es que veo que a pesar de que hemos sufrido una tremenda crisis por no darnos cuenta de la realidad, inmersos en ella, volvemos a crear una nueva realidad que no tiene apenas sustento. La misma gente que se hipotecaba porque lo hacía su vecino, es la que está cansada de oír, hasta el punto de asimilar como verdad absoluta, que la crisis es culpa de los bancos. Esta es la nueva verdad indiscutible, como en su momento lo era que los pisos nunca bajan de precio.

Igual que un vendedor de pisos debe reconocer y aceptar que éstos han bajado de precio, todos nosotros deberíamos reconocer que tenemos parte de culpa por la crisis. Está claro que mucho más mal hacen los que tienen más poder. Pero lo triste es que cuando estamos errados hacemos tanto mal como está al alcance de nuestra mano. Si somos de clase media baja, ni queriendo podemos causar una crisis económica. Todo lo más arrastrar a gran parte de nuestra familia a un pozo. Un banquero – que no un pobre empleado de banca – tiene más opciones. O un presidente de Gobierno. Pero eso no quiere decir que sea más malo; tal vez sí más culpable.

Entre todo este disperso mensaje, la idea que me gustaría trasmitir es que a pesar de todo lo que ha sucedido, la inmensa mayoría de la gente no se ha enterado de casi nada. No va a aprender nada. Y lo peor es que los que sí entendieron lo que pasaba en su momento, ahora están sembrando un mensaje extraño, que pinta un futuro de armas de fuego, y economía autosuficiente. O una postura psicótica que les aleja de cualquier forma de inversión, salvo los bienes tangibles, como la plata.

Mi visión de la situación actual es que no hay terreno firme, pero precisamente ahora es cuando se puede conseguir más por menos. Si llegamos a tiempos de guerra, de vida en el campo, un escenario muy poco probable, de nada serviría estar preparado. Todos estaremos muy mal, de poco sirve tener un puñado de gallinas o poseer un terreno rústico si campea la ley de la selva.

Para el que no tiene dinero, ni trabajo, la pregunta diaria es “¿Qué voy a comer hoy?”. Pero todavía queda mucha gente con una vida medianamente normal, que ha sufrido recortes, que tiene que hacer más por menos, pero que trabaja, que puede ahorrar, que puede consumir. Aún con un 49% de desempleo, la mayoría de la gente tendría trabajo. Y aunque de ese porcentaje, muchos están en una economía de subsistencia, hay muchos millones de personas a las que no les va tan mal. Para estas personas la pregunta es, “¿Qué hago con mi dinero?”.

Porque hay una enorme inestabilidad. El dinero puede emplearse en unas pocas formas: se puede consumir, comprar cosas, normalmente inútiles. Se pueden comprar viviendas (bueno, normalmente sólo una y una parte de ella). Está la opción de dejar el dinero en el banco. O debajo del colchón, que se ha convertido en algo totalmente diferente. Se puede invertir en un negocio, propio o ajeno. Se puede invertir en bolsa, o en bonos, o en preferentes y otros productos financieros. También existe la opción de los bienes tangibles, en la forma física (tener bidones de gasolina en el trastero) o en la virtual, comprando futuros de Brent.

Lo ideal, y que te diría un periodista que quiera salir del paso, es que hay que diversificar. Tener un poco de todo. Pero, claro está, si puedes diversificar de esa forma, es porque te va estupendamente, tienes mucho que invertir. Y sí, en tal caso hay que diversificar necesariamente y puedes permitirte pagar por el consejo de un profesional (¡Pero jamás pagar porque un profesional invierta por ti!).

Ahora bien, supongamos que tenemos 10.000 euros ahorrados, que es todo lo que tenemos. Están en una cuenta de ING que da unos intereses mensuales de 10-15€. Ese dinero poco se puede diversificar. ¿Qué hacemos con 10.000 euros?

Como siempre, hay que empezar excusándose: no soy experto en nada. Esto es lo que le contaría a mis amigos, si los tuviera, no es ninguna recomendación. Es una opinión para empezar a pensar.

¿Qué riesgos nos plantea el futuro? Unos son más probables que otros, nunca olvidemos eso. Hay riesgos individuales (enfermedad, paro, robo, divorcio) y riesgos colectivos (salida del euro, quiebra bancaria).

Empecemos con una visión genérica de cada forma de inversión, hoy en día y en España:

Consumo
Pros: Precios bajos, ofertas atractivas, satisfacción inmediata.
Contra: La mayoría de lo que se consume es innecesario y produce una satisfacción que solo dura en el corto plazo.

Inmobiliaria
Pros: Precios en descenso, favorables condiciones fiscales, todo el mundo necesita vivir en alguna parte. Vivir es caro.
Contras: Dificultad para conseguir una hipoteca, riesgo de deber mucho dinero al banco, riesgo de embargo (ruina personal), inversión no diversificada. Inversión ilíquida (imposible de vender con facilidad). Riesgo elevado para hombres con hijos (el 50% de los matrimonios acaba en divorcio, es mucho más probable que acabes divorciado que en el paro, así que imagina si es probable). Los precios no han tocado fondo. Vivir en una casa te ata a vivir en un lugar concreto.

Dinero en el banco
Pros: A salvo de un posible robo (robo por parte de delincuentes comunes). Es una actitud sencilla, la que se suele aplicar por defecto.
Contras: Riesgo de quiebra bancaria, de corralito (intervención del dinero por parte del Estado), de pesetificación (convertir los euros en otro tipo de moneda interna, que no valdrá para nada).

Dinero debajo del colchón
Pros: Los billetes de euro tienen pinta de que serán aceptados por mucho tiempo y en muchos países. No se convertirán automáticamente en monedas de pacotilla.
Contras: Riesgo de robo. Puede ser ilegal atesorar efectivo o realizar movimientos internacionales con dinero en efectivo.

Negocios
Pros: Inversión sostenible a largo plazo, que crea riqueza y empleo.
Contras: La mayoría de los negocios son una ruina, montar un negocio ahora es una temeridad. Dificultades con los socios, facilidad para ser engañado.

Bolsa (en el sentido amplio)
Pros: Los precios de algunas acciones son muy bajos. Se puede evitar el “riesgo moneda”, el riesgo a que una moneda (el euro, el dólar, la peseta) se vaya al garete y su valor caiga en picado. Condiciones de tributación favorables.
Contras: Riesgo a “quedarse pillado” en una inversión. La bolsa puede subir, bajar y también quedarse sin liquidez. Que tengas unas acciones que valen 1 euro pero que nadie quiere comprar. Una inversión en bolsa se apoya sobre una empresa, o país, que está en condiciones de mucho riesgo.

Bienes tangibles
Pros: Son como los pisos y los sellos, una inversión que puedes tocar y llevarte en el maletero del coche. En tiempos de incertidumbre, se espera que sean valores que suban de precio.
Contras: A ver dónde vendes un lingote de plata. Sablazos en las comisiones de compra y venta. Riesgo a comprar algo que no vale lo que cuesta. Inversión “de flipado”, socialmente mal vista.

Y ahora voy a decir lo que pienso sobre cada forma de inversión, a día de hoy.

Consumo

Si a uno le va bien, ahora es cuando puede consumir más a gusto. Viajes baratos a buenos destinos. La mejor mesa en el mejor restaurante, al mejor precio. Tecnología de calidad a precios de saldo. Cuando a todo el mundo le va bien, consumir es más caro y luce menos. Eso sí, es importante entender qué placer se satisface con cada forma de consumo.

Una experiencia única o soñada es una gran inversión. Si tu ilusión siempre fue ver a Juan y Medio en persona, el hacerlo es dinero bien gastado, no importa lo ridículo que sea tu sueño.

El consumo como huida hacia adelante, como necesidad de satisfacción a corto plazo, solo produce infelicidad.

Inmobiliaria

Tras la debacle inmobiliaria el comprar casa ya está considerado un gravísimo error. Pero precisamente ahora empiezan a surgir muy buenas oportunidades de compra, para el que tenga dinero en el banco. Con 10.000€ no estamos en condiciones de comprar ninguna vivienda, salvo algún saldo (un bajo en un barrio modesto, proveniente de un embargo).

Estoy totalmente a favor de la idea de comprar una vivienda, a los precios que se pueden conseguir ahora y en la coyuntura económica actual. Pero siempre que se cumpla el siguiente dodecálogo, en su totalidad:

  1. Sólo comprar residencia habitual. Ni casas en la playa, ni casas para alquilar, ni casas de campo. Y si ya tienes casa, no te cambies.
  2. No comprar pensando que en el futuro se podrá pasar a algo mejor. Comprar una vivienda pensando que puede ser para toda la vida. No comprar pensando en vender.
  3. No comprar con gran endeudamiento. Si la única forma de comprar es con avalistas, con meses de carencia, hipotecas a muchos años, aportando hasta el último euro ahorrado, dependiendo de cada euro de nuestro sueldo actual, es porque no estamos en condiciones de comprar. Y entonces, no hacerlo.
  4. No comprar en ciudades con economía del Monopoly. Da igual que te guste mucho tu pueblo o ciudad, si apenas hay trabajo, algún día te puede tocar a ti. No comprar en poblaciones de menos de 100.000 habitantes (por decir un número).
  5. No comprar basura. Evitar los bajos, los malos barrios, las zonas alejadas del centro de las ciudades, los edificios muy viejos, las paredes de papel. No comprar casas que no existen, huir del VPO, las cooperativas, los pisos a medio construir. Ahorros de pobre que pueden salir muy caros.
  6. Olvidarse de la casa de los sueños. Porque además soñamos muy mal. La casa de los sueños tiene terraza (que acabaremos cerrando y creando un habitáculo inútil). O con una piscina que no usaremos, por estar gordos, y que encarecerá la comunidad en 100€ mensuales. Hay que empezar a soñar con casas prácticas, por ejemplo una casa con comunidad baja (lo que nadie sueña).
  7. Una casa que funcione con y sin coche. Y es que en el futuro igual no lo usamos. Pero viviendo en el presente, que si ahora tenemos coche, lo podamos aparcar.
  8. Una casa modesta. Un lugar enorme acaba generando gastos directos (mayores impuestos, pues van por metro cuadrado de vivienda, cuesta más calentarla o enfriarla, tiene más puertas que se pueden romper) e indirectos (tendencia a llenar espacios vacíos con tonterías que no regalan). Una casa muy pequeña provoca tensiones e incomodidades para los que viven en ella.
  9. No comprar lo mejor que puedas. Uno de los errores más comunes de la anterior burbuja. Establece unos mínimos, y dentro de ellos, lo más barato que consigas, no lo mejor que encuentres.
  10. Lucha por el mejor precio. Ahora existen ofertas a la baja, pero con cabeza y olvidando los complejos, uno puede pelear por rebajas muy interesantes. Nos vamos a una gasolinera a 20 kilómetros porque la gasolina es un céntimo más barata, pero en algo que cuesta decenas de miles de euros nos da vergüenza regatear. Si un piso que te gusta cuesta 100.000 y tú no quieres gastar más de 80.000, no dejes de proponer una oferta a 75.000 euros. Te puedes llevar una buena sorpresa.
  11. No escuches a tus amigos. Recuerda que estamos donde estamos porque todo el mundo escuchaba a los que no tenían ni idea. Tu novia puede tener dos carreras, aparte de un señor polvo, pero a lo mejor la economía no es lo suyo. Y los consejos de tu padre, muchas veces se basan en una coyuntura económica diferente, o en un riesgo que salió bien, riesgo que tú no te puedes permitir. Infórmate bien, por ti mismo. Contrasta opiniones.
  12. No pagar en negro.Malos tiempos para pasarse de listo y robarnos a todos. El marco legal es más inestable que nunca. Pagar bajo cuerda tiene muchos más riesgos que nunca.

La coyuntura actual es tan mala, que diversos escenarios apoyan la compra de vivienda (siempre a un buen precio): la salida del euro destroza los ahorros, convirtiendo el dinero en simples papelitos. Se volvería a una economía con elevada inflación donde el tipo de interés de la hipoteca se mantiene bajo (pagar cada vez menos). El riesgo es que las hipotecas “en euros” no se convirtieran en hipotecas “en pesetas”. Pero si esto ocurriera, estaríamos en escenario de desastre. Una escenario de catástrofe no es imposible, pero para esos casos uno nunca puede estar totalmente preparado.

Dinero en el banco

Tener dinero en el banco nunca puede ser una mala idea. Ahora mismo no lo movería pensando en cuberterías, milésimas de mejor interés. Intentar tenerlo en un banco que no pueda quebrar, porque por muy garantizados que estén los depósitos, si hay que recurrir al fondo de garantía, uno puede tardar meses en conseguir su dinero, y vete tú a saber en qué condiciones. Da igual la inflación, lo que puedas conseguir con otras inversiones. Para alguien conservador, perder poco dinero es una actitud recomendable.

Dinero en efectivo.

Pues si eres joven, sin hijos y no eres funcionario, no descartaría tener el suficiente dinero en efectivo para por lo menos poder salir del país. Si el billete de tren Madrid-Burdeos más caro que puedas encontrar cuesta 300€, ten 500€ en efectivo, y tal vez algo más para comprar un vuelo, fuera de España, a donde quieras emigrar. No es mucho dinero en caso de que lo perdieras y te da la tranquilidad de pensar “si el país se va a la mierda, podré al menos salir de él”. Porque el problema para muchos de los que no han emigrado a España ha estado siempre en eso: en no tener ni para dejar su propio país.

Negocios

Aunque ahora se diga mucho que el montar tu propio negocio es la forma a la crisis, todo esto lo veo como consejos irresponsables de gente que gana dinero, o una parte de su dinero, por dar consejos a otros y proyectando la imagen de emprendedor optimista. La señal de que ahora montar un negocio es una mala idea está en que muchos de los que han funcionado siempre, de los que tienen experiencia, han tenido que cerrar. Pero no, vas a llegar tú y lo vas a hacer mejor que nadie. Si cierran bares, es porque sobran bares. No montes un bar. Y no olvides la regla número uno de los negocios: Cualquier negocio relacionado con perros, fracasará siempre.

Ahora bien, si sabes de un amigo que tiene un bar, que ha sido capaz de pasar lo peor, y que necesitaría una inversión de 10.000 euros, seguramente sea una excelente forma de emplear el dinero, una de las mejores. Eso sí, dejándolo todo muy bien atado, ni acuerdos verbales ni repartos de beneficios inciertos. Si es una empresa familiar con la gente comprometida, siempre hay que arrimar el hombro, aunque sea posible que las cosas salgan mal. No es lo mismo avalar el piso de tu hermano (error) que invertir en el negocio de tus suegros (acierto).

La bolsa

La bolsa está en mínimos históricos, precisamente por eso es cuando puede ser más interesante invertir en ella. Y puestos a invertir, los valores estrella serán los más castigados: constructoras y bancos. Estoy pensando en comprar acciones de Bankia, pero es imposible encontrar información racional en Internet. Todo es parodia y ridículo de la empresa caída. A mi el logotipo de Bankia me parece horroroso, igual que Playboy es una empresa que me encanta. Pero lo que cuenta no es lo bonito de la compañía o de su producto, sino cuánto cuesta el kilo de empresa. Y Bankia está casi regalada.

Tal vez sea un mal ejemplo, pero sirve para muestra de qué se puede buscar en la bolsa. Otra forma de inversión mucho menos arriesgada es hacerlo en empresas consolidadas, que coticen fuera de la Bolsa Española. Como por ejemplo Nestlé, Toyota o McDonalds. Estas inversiones alejan nuestros euros de ser meros papelitos o apuntes en una libreta, convirtiéndolos en algo diferente. Volviendo a lo de siempre, si desaparece el euro, ahí está nuestra inversión en 27 ruedas de coche fabricadas por Toyota. Pueden desaparecer las monedas, pero de alguna forma podré recuperar mi dinero, librándome (tal vez) de devaluaciones o conversiones draconinanas.

Bienes tangibles

El oro está a precios máximos, por eso se habla mucho de la plata. El oro (en forma de cadenón con el símbolo del dólar, para colgar al cuello) es una inversión que da pérdidas garantizadas. Eso sí, siempre tiene algún valor residual y es fácil de transportar, incluso dentro de una cárcel.

La plata física no hay donde venderla, es en sí misma un quebradero de cabeza, como lo son los sellos o los árboles. Sólo por eso no me convence. La plata física tendría valor en escenarios de catástrofe, de desaparición del euro, etc. En tales casos el venderla iba a resultar dificilísimo y sólo se podría hacer con grandes descuentos.

Ahora bien, tener un lingotazo de plata es algo que no puedo desaconsejar, porque tiene cierto encanto retro y macarra.

Lo que me preocupa es que alguna de la gente que se dio cuenta de que los pisos “eran un timo” y los sellos, más, se deja llevar por el canto de sirena de una forma de inversión compleja, insegura y arriesgada.

La otra inversión

De entre todas las inversiones propuestas, hay una que brilla por encima de todas las demás. No se devalúa apenas y es muy fácil de transportar. A prueba de robos. No importa lo que ocurra, tenemos que invertir en nosotros mismos. Citius altius fortius. El que esté en la Universidad, que la termine, porque cada año será más cara y por lo tanto, más valioso el título que se pueda conseguir. Hacer másteres que tengan sentido y salidas. Hay másteres que no valen ni para limpiarse el culo con ellos. No es tiempo de hacer carreras vocacionales, sino de carreras con expectativas de trabajo para cuando las termines.

En los estudios universitarios hay mucha paja, mucho estudio que no sirve para nada. Estudiar oposiciones hoy en día es una quimera, aunque igual pienso que a medio plazo (3-4 años) es una excelente opción para el que se la pueda permitir. Los recortes y despidos de ahora vaticinan años de elevadas necesidades de funcionarios en el futuro.

Uno debe formarse en cosas que le gusten, que le llenen y que sean prácticas. Si tienes poco dinero ahorrado, elige una de las anteriores opciones, pero mientras tanto, no dejes de aprender cosas nuevas. Porque el futuro es muy incierto, y no será de los que tengan un corral con gallinas, sino de los que aún sean capaces de aprender habilidades nuevas. Es triste que uno no esté dispuesto a gastarse ni un céntimo en formación, con el cuento de que todo está en la red, gratis. Aprender a dibujar mejor, a bailar, dar clases de capoeira, aprovechando que están a precios de saldo. Sí, bailar tango no es práctico con un 100% de seguridad, pero con menos de 1.000 euros y pocas semanas de tu tiempo, puedes llegar a no hacer el ridículo. Mientras que una Filología inútil al 90% puede suponer cinco años de tu vida y 10.000 euros largos en gastos.

La formación a gran nivel es muy incierta. Pero los cursos cortos, a precios fijos, suelen ser siempre interesantes y nunca son dinero tirado. Comprar un coche (error), sacarse el carné de conducir (acierto).

Si no sabes inglés, o tienes un nivel burdo, gasta todo lo que sea necesario en aprenderlo.

Eso sí, el inglés no es para emigrar, sino para tener la opción de hacerlo. Por mucho que se vendan vidas de fantasía “en Europa” la realidad es que un extranjero es, para muchas cosas, un ciudadano de segunda categoría, en cualquier país del mundo. Y eso es a veces muy duro. En muy pocos trabajos aceptan a gente que no conoce el idioma. Una delirante realidad simplificada, que algunos asumen como cierta: en Finlandia aceptan españoles para casi cualquier puesto, siempre que sepan inglés. Se cobran 2.000 euros netos en cualquier trabajo y si te quedas embarazada tienes 2-3 años de baja de maternidad. No importa si trabajando en Nokia o en una carnicería, con que sepas inglés, ya puedes trabajar con total normalidad, eres uno más.

En resumen, que si tuviera que invertir 10.000 euros, lo que haría sería:

5.500 euros en el banco.
2.000 euros en efectivo, mejor en billetes pequeños.
1.000/0 euros en 10 lingotes de 100 gramos de plata. Dependiendo de lo macarra que se sea o lo preocupado por el futuro que uno esté.
1.000/2.000 euros en acciones de alto riesgo y peor imagen (bankias).
500 euros en aprender cosas nuevas.

Y mientras tanto, seguir ahorrando.

El billete más caro del mundo

Cuando el delincuente más buscado del mundo, Osama bin Laden, fue capturado por los Estados Unidos, llevaba encima 500 euros en billetes. Una ironía verdaderamente macabra. Los billetes de 500 euros se han acabado llamando “bin Ladens“, por aquello de que son billetes que todo el mundo reconoce, ha oído hablar de ellos pero pocos han visto en la realidad. Es incierto el origen de ese sobrenombre, aunque no cabe duda que español.

Al principio no se emitieron billetes de 500 euros en España, pero poco tiempo después, se acabaron atesorando a un ritmo que preocupaba: la cuarta parte de todos los billetes acababan en España, una cantidad desproporcionada por el tamaño de nuestra economía. Tal vez baja, sin embargo, si se tiene en cuenta que es un billete empleado principalmente para operaciones económicas fraudulentas o entre criminales.

Tras la captura de Osama bin Laden, el sobrenombre para estos billetes pierde su sentido. Está claro que con el paso de los años, los que sepan de ese nombre quedarán fascinados por tan extraña relación.

El billete de 500 euros es perfecto para llevar una pequeña fortuna en el bolsillo. Es un billete valioso, en una moneda muy común. Osama bin Laden vivía en Pakistán, pero aún así tenía billetes de euro (no uno único de 500 sino una combinación de varios).

El dólar no tiene un equivalente a este billete tan valioso. Hay billetes exóticos, como el de 100.000 dólares, impreso en 1934 con la imagen del presidente Woodrow Wilson. Pero no deja de ser una rareza y un billete empleado para operaciones interbancarias. Estados Unidos tiene la curiosa situación de que el billete más valioso de todos es el de 100 dólares, aunque existen unos pocos billetes de 500 y 1.000 dólares. Estos fueron emitidos en los años 30 y son perfectamente legales, aunque de tal rareza, que el intentar pagar con ellos causa verdadera conmoción. A diferencia de los billetes de 500 euros, despreciados y rechazados en muchos comercios, estos grandes billetes tienen un valor superior al de mercado, y se pueden vender fácilmente a coleccionistas por cantidades por lo menos un 50% superior a su valor impreso. Existen billetes de 5.000 o 10.000 dólares pero esos no tienen circulación ni tan siquiera testimonial.

Los coleccionistas se pasean por las cajas de los grandes casinos, por si algún despistado ha canjeado uno de esos billetes. Pero la suerte de estos billetes no admite términos medios. O son rechazados, como no válidos, o aceptados por conocedores que automáticamente se los guardan para sí. Nadie acepta un billete de estos valores sin saber lo que vale realmente.

No hay que ir muy lejos para encontrar billetes más valiosos a los de 500 euros. Rodeada por la Eurozona, Suiza emite billetes de 1.000 francos suizos, más de 800 euros. Curioso es el nombre de franco suizo, pues la distinción “suizo” ya es casi innecesaria. No existen ya francos franceses o belgas. Hay francos en países de África, pero el franco suizo debería ser como el dólar estadounidense, que prescinde del gentilicio. Aunque también muy adecuado para el lavado de dinero, este billete es mucho menos común que el de 500 euros, y tiene el riesgo añadido de que la cotización del franco suizo es más impredecible (lo que no quiere decir que sea menor).

El rey de los billetes, sin embargo, se encuentra en Singapur: los 10.000 dólares de Singapur, que a día de hoy son unos 6.000 euros. La economía de Singapur, país de servicios bancarios, tecnología, comercio internacional y enorme mercado del juego, exalta en este billete su peculiarmente privilegiada economía. Orgulloso de ser puntero en nuevas tecnologías, es un billete que hasta muestra un ordenador. Además es un billete elegante, con colores dorados.


Una verdadera rareza es que este billete tiene justo un competidor que justo le iguala en valor: el billete de 10.000 dólares de Brunei. Este pequeño país, comercialmente muy ligado a Singapur, tiene un tipo de cambio de uno a uno con el dólar de Singapur, algo verdaderamente infrecuente entre monedas relativamente modestas; los tipos de cambio fijos respecto al dólar o el euro son muy comunes.

Incluyendo las imágenes de los billetes, es llamativo ver que en la red hay pocas imágenes de calidad del billetón suizo, mientras que los billetes de Brunei se muestran a gran calidad y sin ningún tipo de “Facsímil” sobreimpreso.

En resumen, contrariamente a lo que se pudiera esperar, no hay un único billete que sea el más caro del mundo, sino que hay un empate entre dos países del Este de Asia.

Relacionado: Billetes grandes.

Hacerse puta

Hace pocos días salía la noticia del aumento de estudiantes universitarias en Reino Unido que ejercían la prostitución. La noticia daba mucho de sí. Partía de un estudio que mostraba una progresión en el número de estudiantes que decían conocer a otro estudiante que ejercía la prostitución. Se había pasado de un 4% en el 2000 a un 6% en el 2006 hasta cerca de un 10% en el 2011.

Todo con enormes grados de incertidumbre, hasta el redondeo del porcentaje final. Aunque las conclusiones eran muy atrevidas, pues pasaba del hecho del número de personas que conocen a alguien, a suponer que el número de prostitutas iba en un crecimiento proporcional.

A mi la estadística me pareció ridícula e insostenible. Hoy es más fácil que nunca saber sobre la vida privada del resto de tus compañeros de estudio. Así, con la aparición de Facebook, saber si una antigua compañera de clase fue prostituta, es más fácil que en 2000 o en 2006. Pero es que en realidad bastaría con que hubiera una sola estudiante prostituta en toda la universidad, y que se anunciara abiertamente, para que todo el mundo la conociera. En tal caso, la estadística sería grotesca: el 100% de las estudiantes son putas.

El estudio se ha estirado en tanto en cuanto son números inasibles. Mi principio que dice que nadie se quejará de cualquier estadística que muestre porcentajes por debajo del 10%.

Sobre la prostitución creo que hay un error enorme de base y es pensar que la demanda para esta profesión tan antigua es infinita. Cuando era joven, a un estudiante descarriado siempre le quedaba el camino del ejército – y hacen pruebas que no todo el mundo pasa, especialmente con el consumo de drogas. Era una especie de consuelo, saber que por muy mal que te fuera, ahí quedaba algo, por poco que gustara.

Para las mujeres, quedaba la vía de fregar escaleras o la prostitución. Hoy en día está claro que no hay apenas trabajo de mujer de la limpieza. Y lamento informaros de que tampoco hay tanto trabajo de prostituta, o que cualquiera pueda dedicarse a eso sin más. Bueno, por poder, todas y todos podrían. El problema es que encuentres clientes como para que te compense económicamente. Puede que hacer el amor con un borracho de aspecto miserable no esté pagado. Pero pasarse ocho horas en una esquina, pasando miedo, frío y sin uno solo cliente, eso sí que no está pagado. Y literalmente hablando.

Dando por bueno el primer estudio que he encontrado sobre España, el 32% de los hombres ha recurrido alguna vez a la prostitución. Ahora bien, eso no quiere decir que el 32% de los hombres sólo se acueste con prostitutas. Por sentido común, una gran mayoría de esos hombres sólo habrá accedido ocasionalmente, y no es por salvar al género, aunque sólo sea porque no andan sobrados de dinero. Sin base científica alguna, voy a suponer una de esas reglas de que el 10% de los clientes usa el 90% de los servicios. De ser eso cierto, prácticamente el 30% de los hombres tendría encuentros muy ocasionales, mientras que hay un 3% que es que no para.

Ahora bien, no parar ¿Cuánto puede ser? ¿Contratarlas diariamente? Al final da igual. A lo que quiero llegar es que no no hay, que yo sepa, una demanda no satisfecha de hombres que no se van de putas porque no haya suficientes. Es una profesión, hay las que hay, y por cada nueva aspirante al trabajo, alguien va a acabar perdiendo dinero.

En estos tiempos de crisis muchas mujeres han vivido la triste experiencia de darse cuenta de que ni siquiera con la prostitución se puede conseguir mucho dinero, o suficiente dinero. Y no es por aquella brutalidad de “no valer ni para puta”, sino simplemente porque no se mueve tantísimo dinero. Sí, se mueve muchísimo, pero no es algo infinito, no es un llegar y topar. Ya hay cientos de miles de mujeres dedicadas a eso, 360.000 según dicen aquí, mucho más razonable pensar una cantidad sensiblemente menor, unas 100.000. Y para hacerse una idea de lo grande que es ese número, hay que pensar que hay el doble de prostitutas que de taxistas.

Una profesión que a nadie atrae, pero además donde no atan a los perros con longaniza y que para colmo tiene una demanda totalmente contraída. Los clientes de estos servicios, que siguen saliendo en la estadística de más arriba, los que han recurrido alguna vez, están tan mal de dinero que ya no son ni posibles clientes.

Así, esta profesión que se suponía que era una última opción, para nada es así. Seguramente no sea una opción para casi nadie que la pruebe.

Sobre las verdaderas dificultades para ganar dinero con este trabajo, escribe Marta Elisa de León:

En cuanto al mito de la escort, lo podéis ir olvidando. No se paga tanto y ninguna chica trabaja sola “Yo intenté trabajar sola una temporada. Y no es rentable. Por supuesto, nunca vas a recibir en casa, sería una locura. Así que quedas con el cliente en un bar. Muchas veces no se presentan, o van pero te ven y te dejan plantada porque no les gustas. Y tú has perdido el tiempo y el dinero del taxi, ya que no podías viajar en metro en tacones, bustier y minifalda. Trabajar en hoteles es muy arriesgado, te pueden agredir o violar, lo hacen incluso con las chicas de las agencias. Lo único seguro es trabajar en casas. Trabajar como escort independiente es suicida. Y una escort de agencia no gana tanto. Alguna habrá, pero se trata de la excepción ,no de la regla”.

Ahora, gracias a Internet, se han creado muchas ideas, que son muchas veces erróneas. Gracias a la polémica publicidad de Ashley Madison mucha gente ha llegado a creer que hay un enorme mercado de mujeres que están casadas, interesadas en tener una relación extra matrimonial, pero que no han encontrado a ese hombre adecuado. En esto, como en todo, el negocio lo dan los hombres que se creen que esas mujeres existen. Casados y solteros están interesados en ese tipo de medias naranjas. ¿Una mujer que quiere tener una infidelidad, sin visitas a la suegra, sin tener que verla sin pintar por la mañana? ¿Sólo pasarlo bien? ¿Dónde hay que firmar?

Igual que existe la idea de que ser prostituta es una forma dura pero válida para obtener dinero fácil, están los hombres que se creen que hay un mercado de mujeres que requieren de prostitución masculina. Haberlas las habrá, pero será un mercado minúsculo, que, gracias a la televisión, muchos creen perfectamente abordable y en auge. Los engaños a hombres que se han informado de trabajos sobre prostitución son constantes en las noticias. Y no son timos, por cuanto estos candidatos han sido defraudados, sin que ellos trataran de embaucar a nadie.

En conclusión, muchas noticias van en la línea de magnificar el fenómeno de la prostitución. No tengo ni idea de hasta qué punto es grande ese mercado, lo que sí que veo que engaña a mucha gente es el llegar a pensar que hay una demanda enorme de hombres, que no tienen a sus chicas habituales, dispuestos a irse con una nueva prostituta que se ha sentido obligada a practicar esa profesión. Seguramente lo que más sorprenda a las neófitas no sea la profundidad de la miseria de algunos hombres, sino el poco dinero que se puede llegar a ganar gracias a ella.

Lambrusco

Una forma de galantería precocinada es la idea de que cenar en un restaurante italiano es algo romántico. Y como todo lo que tiene que ver con el amor, los hombres suelen tener la idea de convertir un gesto del corazón en una posterior transacción de los bajos instintos. Así, surge el plan perfecto, carente de toda sutileza a poco que se rasque en la superficie. Consiste en invitar a la novia o al ligue a un restaurante italiano y, con el conjuro del alcohol, culminar en casa en una proeza digna del olvido. Si se realiza en un sábado, sirve para justificar el refranero español.

La pieza que falta en este puzzle de Casanova es un vino italiano. Aunque en España tenemos muy claro que disfrutamos de los mejores vinos, sin necesidad de dejar opinar siquiera a los franceses, muchos desconocen que los vinos italianos merecen un lugar de excepción. Algunos de sus vinos son de una singularidad única. De entre todas las regiones vinícolas italianas, una de las más burdas es la de Lambrusco, sobre todo si tenemos en cuenta que el vino que se exporta a muchos países, entre ellos España, es el de la peor calidad de entre casi todos los que se fabrican. Es un vino para tomar frío, que entra fácil y que emborracha de una forma alegre, desenfadada.

Ahora bien, es bueno que sepas, y esto puede servirte tanto para amargarte una de esas supuestamente cenas románticas, como para aportar un barniz cultural que siempre tiene algo de atractivo, que el sobreprecio al que se venden estas botellas es delirante.

No te digo que ocurra como con todos los vinos del mundo, que en el supermercado valen una cantidad y en un restaurante ese precio se puede ver multiplicado fácilmente hasta por ocho. Lo que te estoy hablando en primer lugar es que estos vinos se suelen vender con uno de los múltiplos de beneficio más exagerados posibles. Mercadona vende una botella de Lambrusco, que no es peor que la del restaurante italiano, a 1.5 euros. Y llegamos al punto crucial. No importa que el restaurante lo venda a 20 euros, a 15 o a 10. Lo que quiero es que entiendas ese euro y medio cómo está repartido.

Lo más caro de toda la botella de Lambrusco es el tapón. Al final es un tipo de corcho resistente a varias atmósferas. No existen opciones baratuzas. Sólo ese tapón de corcho vale cerca de un euro, cincuenta céntimos si se realiza una tirada de millones de botellas. Lo siguiente más caro es la etiqueta del vino. Los dos trozos de papel, el de delante y detrás, donde se cuentan las virtudes embriagadoras del bebedizo. Lo tercero es el cuello de la botella, la parte superior, que de nuevo es de un vidrio reforzado, al tratarse de un vino a presión. Fuera del podio, no está claro si lo más costoso sería el resto de la botella de cristal o la cápsula de plástico que hay en torno al cuello de la botella. Sólo al final, sin lugar a dudas, llega el vino, cuyo precio está entre los 5 y los 20 céntimos de euro. Hay que entender que este vino es, es decir, el líquido, no la botella o la presentación, el más barato que se vende en el mercado, muy por debajo del vino de cartón de marcas blancas.

Más información: Foro de especialistas.
Fuente: Tradición oral.

Deuda alemana

Siempre se pone a Alemania como ejemplo de país a la hora de pagar su deuda. Alemania es el paradigma de AAA en las escalas de deuda.

¿Por qué es ejemplar este país? Pues porque ha perdido dos guerras mundiales y aún asín ha conseguido pagar toda su deuda siempre. Nadie pone como ejemplo a Luxemburgo porque, aunque tenga – o tuviera – la misma nota crediticia que Alemania, no ha demostrado su intención de pagarla bajo una situación de grave crisis.

De las dos crisis superadas por Alemania, en la de la I Guerra Mundial siempre se ha considerado que las sanciones impuestas por Francia fueron excesivas e impagables. Aunque Alemania hizo todo lo que pudo por pagar, ya sea mediante argucias de devaluación de moneda o apretándose el cinturón, al final siempre queda una parte de esa deuda no pagada que se asumió como que no tenía sentido ser pagada. La irrupción de la II Guerra Mundial complica cualquier tipo de cálculo sobre estas deudas. Aunque es sabido que hasta hace bien poco, Alemania seguía pagando parte de reparaciones por la I Guerra Mundial, aunque unas cantidades testimoniales y anecdóticas.

Tras perder la II Guerra Mundial, los vencedores tuvieron muy claro que una sanción gravosísima no era solución y en todo momento se trató de paliar la situación alemana tanto como fuera posible. Un hecho poco conocido es que se recurrió a una argucia, aceptada o incluso alentada por los vencedores.

Tras terminar la guerra, Alemania se separaría en dos países: Alemania Federal (RFA) y Alemania Democrática (RDA). La Alemania Federal, la Occidental y heredera de la gran potencia mundial, sería la encargada de atender a esas deudas. Pero se usó el argumento de que no era justo que Alemania pagara por todas las deudas cuando era algo que correspondía a los dos países. En lugar de ponderar las deudas a la parte proporcional del país resultante, lo que se hizo fue anular la deuda(!) porque no correspondía con ese país al 100%. Así, una gran parte de la fama alemana de buenos pagadores es totalmente errónea. Como no se podía pagar y todo el mundo quería una Alemania libre de deudas, se hizo la vista gorda y se obviaron esas deudas, con el beneplácito de todos los países afectados. Pasadas varias décadas, nadie repara en ese dato que no deja de ser importante: el paradigma de pagador no pagó y a nadie le importó.

Finalmente todo quedó en un acuerdo de pago surrealista: Alemania dijo que pagaría “cuando el país volviera a estar unido”. Algo que sorpendentemente acabaría ocurriendo. Y ¿Qué pasó con los títulos de deuda para aquel entonces? Pues que la Alemania unida y perfecta deudora los pagó religiosamente. Ahora bien, una deuda de cuarenta años, sin tal vez aplicaciones del IPC que proporcionaran la deuda, pues sería muy llevaderas. Aparte el principal problema de que la mayoría de estos títulos se habían estado negociando a la baja durante décadas, hasta perder toda liquidez y potenciales compradores. Cuando Alemania anunció que estaba dispuesta a pagar ya no había casi nadie preparado para cobrar esos bonos.

Estos bonos de la Alemania reunificada son uno de los pocos ejemplos que existen de producto financiero cuyo valor ha caído hasta prácticamente cero y que pasadas varias décadas se han revalorizado de forma extraordinaria.

Vía: Un comentario a un artículo del blog de Freakonomics.
Fuentes: London Debt Agreement de 1953.

Jubilación anticipadísima

Una lectura bastante interesante, por lo inusual de la temática, es el libro de Early Retirement Extreme (jubilación anticipada extrema). En él, el autor trata de crear una guía de los pasos necesarios para poder jubilarse a una edad muy temprana. Pero ante todo lo que acaba mostrando es su inusual forma de vida, cómo llego hasta ella y la justificación filosófica que la sustenta.

Normalmente las personas que viven al margen del sistema, salvo cuando lo están porque este no les ha dado ninguna facilidad, ofrecen una imagen muy diferente a la de este escritor. Suelen defender una cultura de “lo alternativo”. Uno piensa en fumadores de porros, aspirantes a comuneros, trenzadores, artesanos de baratijas y percusionistas. Naturista, ecologista y vegetariano.

Está claro que esto no es más que un estereotipo y que por lo tanto es de por si fallido. Pero cuando uno ve esas congregaciones de personas que se muestran “al margen del sistema”, los que llaman la atención son los que llevan ese aspecto. Entre los que nunca te fijarías, se encuentra Jacob, el autor de este libro.

Otrora un físico que trabajo en puestos de razonable responsabilidad e importancia, el autor decidió jubilarse lo antes posible, nada de 65, 67 o una generosa jubilación a la Telefónica, con 50 años. Él se planteo la jubilación cuando tenia menos de 30 años y su objetivo era conseguirla en apenas cinco.

La lógica matemática dice que para conseguir esto, si quieres mantener tu nivel de vida, tienes que tener ahorrados cerca de un millón de euros que, invertidos a un tipo de interés razonable, y con un riesgo mínimo, dan el equivalente al sueldo medio. Hay ya algunos libros y artículos al respecto. Si quieres jubilarte, sólo tienes que conseguir esa cantidad de dinero y mantener tu tren de vida actual (nada de comprar ostentosos Ferraris o tendrás que trabajar tarde o temprano).

Jacob le da una vuelta de tuerca al tema: si bajas tu nivel de vida, las necesidades de ahorro descienden drásticamente. Es decir, que si ahora vives con un sueldo de 20.000 euros al mes – que no se enfaden los millones de parados o los extranjeros que vean esa cantidad desorbitada – y mas o menos tu nivel de gasto se corresponde con esos ingresos, si consiguieras acostumbrarte a vivir con la mitad de esos ingresos, algo que mucha gente se ha visto obligada a hacer por la crisis, tus necesidades de ahorro para conseguir esa jubilación no serian ahora de 500.000 euros, sino de mucho menos. Y en cuanto mas austero sea tu modo de vida, menos dinero necesitas tener en el banco para poder vivir el resto de tu vida sin tener que trabajar.

En su blog, el autor del libro cuenta que el es capaz de vivir por unos 5.000 euros al año, sin vivir de lo que encuentra en las basuras, depender de un piso de protección social o de ningún tipo de ayuda social. Una vida muy modesta pero parecida a la que tenemos todos.

Mejor que el libro, tal vez, sea leer su blog, que abunda en artículos muy interesantes sobre su forma de pensar en numerosos aspectos de la vida cotidiana. Un detalle importante de la filosofía del autor es que no se opone al dinero, ni es un radical en ningún aspecto. Tiene una visión pragmática admirable. Seguramente mantendría el mismo modo de vida que todos nosotros si pudiera permitírselo, salvo algunas modificaciones inexcusables. Pero como quiere no trabajar, porque trabajar es normalmente algo muy desagradable y que nos consume a todos, pues ha optado por todos esos recortes.

Para entender su modo de vida, basta con fijarse en su propio libro. Lo ha editado él mismo, tanto en formato físico como en digital. El libro digital lo vende en Amazon a unos 10 dólares y yo lo he comprado. El libro físico cuesta unos 20 dólares. Aunque Jacob es un defensor del trueque, del dar cosas a cambio de nada y de vivir de forma barata, no regala su libro. Y el precio de 10 dólares esta lejos del precio “recomendado” por los defensores del todo gratis, en torno a los dos-tres euros (mejor dólares, ¿No?).

A pesar de tener una pagina de bastante éxito, su libro ha vendido unos 4.000 ejemplares, que le habrán reportado un beneficio de unos 10.000 dólares como mucho. Puede parecer que es mucho dinero, sobre todo para alguien que puede vivir con ese dinero durante más de un año. Si lo hubiera vendido mas barato, tal vez habría conseguido mas ventas, pero no mas ingresos. Si lo hubiera regalado, quizás hubiera tenido 50.000 descargas o 100.000 o 1.000.000.000. Ahora bien, en un mundo de todo gratis, eso no significa nada. No se traduce en lectores reales, en potenciales simpatizantes de su forma de pensar. Esa cifra de descargas es un numero indeterminado, infladísimo, de significado incierto. Pero tener a 4.000 personas que han pagado 10 dolares es algo real y concreto. El autor no busca enriquecerse – no podría, con un libro así – pero tampoco quiere inflar su ego creyendo que tiene a un numero de simpatizantes que no es real. Jacob se ha movido en un terreno deslizante: su libro es barato pero no esta regalado. Ha intentado evitar los intermediarios para maximizar su beneficio. Pero al mismo tiempo, consigue algo de dinero que se supone que no necesita.

Y es que uno de los pilares de la forma de vida propuesta por el autor, es que uno debe cambiar la mentalidad, pasar de ser un “asalariado” a pensar en forma mas emprendedora. El libro es una forma de obtener ingresos, por tiempo idefinido. Muy modestos, pero continuados en el tiempo. Trabajando, trabajas hoy para cobrar el sueldo de hoy. Lo que hagas en el día no tendrá ninguna transcendencia en el futuro para tu bolsillo.

Al mismo tiempo, el autor no trata de defender una cultura de la inactividad. Aunque dispone y disfruta de muchas horas de ocio, también se esfuerza en tareas productivas que le resultan gratificantes, como ha sido la escritura de ese libro, o el mantener su blog y foro. Que yo sepa no tiene conocimientos ni interés en la fabricación de pulseras o en desarrollar el virtuosismo tocando el tam-tam.

Mucha gente se encuentra con un modo de vida similar al defendido por el autor por pura necesidad. Los parados, tarde o temprano, empiezan a adaptar sus patrones de comportamiento a la existencia de un sueldo pírrico. Los becarios y dudosos beneficiarios de un primer empleo, tratan de integrarse en una vida normal con una economía de guerrilla. La vida da muchos palos y siempre es bueno estar preparado para recibir otro, saber ponerse en una situación así: como vivir si no tienes ingresos o apenas si los va a tener.

Gran parte del esfuerzo del libro trata de demostrar el absurdo que supone vivir de trabajar para otros. Aunque algo exagerado, en muchos puntos acierta por completo, sobre todo cuando uno reflexiona sobre hasta que punto el hecho de trabajar tantas horas condiciona el resto de nuestro vida. ¿Quién no se ha comprado el coche pensado en el trabajo, en si es fácil o no aparcar o si tiene que hacer muchos kilómetros? ¿Quién no elige los colegios, los gimnasios y hasta los amigos en función del trabajo? Se corre por la noche no porque sea lo idóneo, sino porque es cuando se vuelve de trabajar. El numero de hijos que una pareja tiene depende ante todo del trabajo de cada uno de ellos, y no de que sea mejor o peor, sino de las horas de ocio que facilite. Se come y se duerme en función del trabajo.

Muchos llegamos a un momento de hartazgo de ese sonar del despertador. La mayoría opta por jugárselo todo a la carta de la lotería, sin verdaderas esperanzas pero con la resignación del que al menos lo ha intentado. Jacob plantea una forma alternativa e interesante de vivir. Lo interesante de su sistema es la conjunción de ideas “alternativas” sin entrar en el kit de ser un antisistema, anti-higiene, vegano, defensor del comercio justo y fanático de las energías limpias.

Precisamente la forma de vida de Jacob es perfectamente posible en tanto en cuanto sea minoritaria. Si todos hiciéramos lo que él, el sistema se vendría abajo. Su forma de vida recuerda a los que subsisten de ayudas sociales. Son pocos, tienen casa, algo de comida, sin tener que esforzarse. Teniendo resuelto el problema del techo, vivir es la cosa mas barata del mundo, ni siquiera hace falta recoger cobre abandonado o robar teléfonos móviles.

Porque el modo de vida propuesto es razonable: no intentes ser clase media en un mundo en el que para serlo se te exigen unos niveles de consumo determinado (ropas de marca, coches, ipads, móviles) sino teniendo necesidades y lujos cubiertos. Una casa donde vivir, luz eléctrica, agua corriente, comida caliente y sana. Lo que hace 20 anñs se llamaría clase acomodada.

De entre todos los gastos a controlar, el mas importante de todos es la vivienda. No importa si compras o alquilas, tus gastos mensuales mínimos van a estar condicionados casi en su totalidad por lo que gastes en vivienda. Así, promueve que uno sea lo mas morigerado posible en la compra o alquiler de la casa. Eso si, evitando vivir en lugares ruinosos o penosamente comunicados. Porque vivir en el quinto pino es trasladar los gastos de la casa hacia el coche. Desvestir a un muerto para vestir a otro.

Jacob vive en una autocaravana, que esta aparcada en un camping y sin intención de moverse. Lo hace porque vive en San Francisco – ciudad idónea para estos tipos de vida alternativos – pero que también es una ciudad bastante cara. Pero para el lo ideal es tener una casa de un solo dormitorio. El tener varias, para posibles invitados, o tener varios baños para situaciones hipotéticas que se dan cada mucho tiempo, es un gasto que, haciendo la cuenta, nunca compensa.

Dependiendo de donde se vida, puede ser totalmente innecesario el tener un coche. Y si se tiene, procurar que sea uno pequeño, barato y robusto.

De los siguientes gastos a tener bajo control, el mas alarmante son las salidas a comer fuera. Algo muy común en España, la muestra principal de que ese es el pozo sin fondo del dinero “extra” o los lujos que merecemos, es ver como la gente que se compra una casa se ve obligada a dejar de salir y sufre duramente los primeros meses de tener que comer siempre en casa. Lo cierto es que casi todo el mundo gasta en comer fuera “todo lo que puede”. Si uno se resigna a limitar extremadamente las salidas, los gastos se minimizan en forma dramática. En la misma linea de gasto se pueden incluir los viajes, algo en lo que se puede llegar a gastar todo el dinero que se ahorra durante el año.

Finalmente Jacob lanza la alerta ante el modo de vida consumista. Muchos cambiamos de móvil cada año, el vestuario se renueva continuamente. Un abrigo por temporada, un café aquí y allí. El mundo nos ha condicionado a una forma de vida en que continuamente estamos gastando en comprar, lo que se nos ha roto, se nos ha quedado obsoleto o nos aburre seguir viendo. Si quieres seguir su modo de vida, tienes que orientar tu vida hacia un mundo donde comprar no es mas que una necesidad puntual. Para ello apunta a dos posibles vías: tener las menos posesiones posibles, para desvincularnos de los objetos que nos atan mas que darnos libertad, y evitar comprar barato pensando en comprar dos veces.

Aunque tratándose de una personalidad alternativa, lo que uno esperaría seria que viviera con taparrabos o camisetas del Che Guevara, el escritor promueve la compra de ropa de calidad – que no de marca – pensada para que dure muchos años. Resulta grotesca e interesante su defensa de los trajes de lana, que pueden durar toda la vida. Hoy en día se piensa que solo hay que llevar traje en bodas, funerales, o por cuestiones laborales. Justo un defensor de la vida sin trabajar, aboga por una prenda que suele durar décadas. Pero en la misma linea sugiere comprar un buen abrigo, aunque sea caro, o buenos zapatos. Si no te preocupan las modas, intenta que la ropa te dure mucho tiempo.

Y para que sirve tener tanto tiempo libre? Muchos de los que mas amargamente se quejan de tener que trabajar, suelen afirmar que se aburrían estando en casa en los periodos de baja por enfermedad. Si no echas en falta tiempo libre, esta claro que este modo de vida, o algunas muy buenas ideas que se pueden aprovechar de el, no es para ti. Pero si te gustaría hacer tantas cosas, que no tienes tiempo para ellas, por que no reflexionar un poco sobre todo esto? En el tiempo libre, las horas y horas que a menudo perdemos, se puede:

  • Aprender muchas cosas que siempre se quisieron saber
  • Leer
  • Cocinar todo lo que se coma, abandonado las comidas preparadas que ahorran tiempo
  • Hacer ejercicio con mas libertad
  • Vivir de una forma mas natural y cumplir el mitico sueno de comer tus propios tomates
  • Trabajar para ti: ser tu ninera, el profesor particular de tus hijos, tu limpiadora. Todos esos trabajos que nos obligan a gastar dinero en poder ganar dinero, mientras estamos trabajando.

En cualquier caso, es fundamental tener una actitud activa ante el dinero. Parece que trabajando mucho se preocupa uno mas por el dinero, cuando es todo lo contrario. El trabajar tanto no lleva sino a tener una actitud algo irresponsable: todos los meses hay un ingreso en la cuenta, y siempre por la misma cantidad. La vida puede ser maravillosa. Sin embargo, si tienes un puñado de dinero ahorrado, y te toca invertirlo, tienes que tener mas cuidado, tienes que pensar qué haces, qué no haces, y sobre todo, si lo inviertes de una forma u otra.

Muchos dirán “esto no es para mi”. Pero la verdad es que el mundo en el que vivimos pone a muchos en situaciones “que no son para ellos” y ante ellas hay que estar mínimamente preparados. Es este una especie de libro de supervivencia, orientado a la vida urbana. Un libro en el que el autor ha explicado su forma de vida, lo que el es. Mucho mejor que tantos otros donde se trata de parecer lo que no se es.

Si pagan los ricos


No es mi crisis. Dicho de muchas formas diferentes, el mensaje es que ante los problemas a los que se enfrenta el mundo actual, hay vencedores y vencidos, pero también tiene que haber inocentes y culpables.

Lo bonito de que la culpa de la crisis la tengan los bancos es que no tengo que gastar mis energías en tratar de entenderla. No tengo que corregir ningún comportamiento. Lo tienen que hacer ellos. Y se les debe castigar por sus excesos.

Que paguen los bancos y los más ricos. ¿Pero cuánto tienen que pagar ellos?

Amancio Ortega, el español más rico y uno de los diez más ricos del mundo, tiene ahora 21.000 millones de euros. La segunda persona más rica de España está a años luz de su fortuna. Si desposeyéramos a este rico, probable culpable de la crisis, de todo lo que tiene, se podrían pagar muchas ayudas sociales. Al mismo tiempo, España tiene unos cinco millones de parados. Con el dinero de Ortega se le podría dar 4.200 euros a cada uno de estos parados. La famosa ayuda de los 400 euros durante diez meses.

Si vamos a por el segundo más rico, Isak Andic, tenemos otros 6.100 millones de euros. Da para pagar la ayuda otros tres meses. Con la fortuna personal del décimo español más rico, Emilio Botín – la imagen demonizada de la crisis – se podría pagar 200 euros a todos los parados de España. Una vez.

Cifras superficiales, seguramente erradas, pero que dan un alcance de hasta qué punto el argumento “que paguen los ricos y se mantengan las medidas sociales” sólo queda perfecto en pancartas.