Call Center indio

Hace una semanas estaba circulando por Internet un artículo narrando la vida de los que trabajan en los centros de atención telefónica de la India.

Alejado de la romántica visión del mundo plano que daba posibilidades para todos, la realidad es que estas aparentemente benévolas profesiones del primer mundo para trabajadores del segundo son una ratonera para todo el que trabaja en ellas.

Atrayendo a los alumnos más brillantes de las universidades, que encima tienen la opción de terminar sus estudios mientras ganan un buen sueldo, la realidad es que cuando llega el momento de abandonar ese trabajo, no hay alternativas reales suficientes. Muchos tienen que elegir entre pasar a cobrar menos, por un empleo supuestamente mejor, o aceptar que ese será su trabajo para siempre, independientemente de para lo que se hayan preparado.

Los servicios de atención al cliente deslocalizados han caído en total desgracia. La mayoría de las compañías empiezan a anunciar que sus servicios de atención al cliente están en el propio país, como forma de mostrar mayor calidad. Sólo quedan las empresas que miran las cuentas al céntimo o las que no tienen dinero para volver a montar una estructura tan costosa y compleja.

De ese artículo hubo una cosa que me llamó mucho la atención. Los trabajadores indios son continuamente insultados y despreciados por los clientes ¡No quiero hablar con un paki (de pakistaní)! Forma parte de la rutina de trabajo. Es atroz que un gañán de Dakota del Sur hable con un ingeniero, economista o médico indio y el gañán se sienta despreciado por el acento y aparente miseria humana de su interlocutor.

Y así, los trabajos que se realizan en un call center son muy diferentes. Como un guarda de seguridad, que nada tiene que ver estar en un polígono industrial, en un museo, en el Zara o en una discoteca. Para estos trabajadores los más desagradables puestos son los de atención al cliente y soporte técnico. Y los mejores, los de fraudes y engaños (phishing). Y es que el mejor trabajo, no siempre es el más digno. Una jornada de ocho horas, tratando con molestos clientes de ADSL, destroza la autoestima. Pero pasarte el día llamando a la gente para decirles que le ha tocado un premio, que el gobierno les va a conceder una subvención, sólo a cambio de que te den sus datos personales, es como sentirte Papá Noel.

El repugnante phishing genera alguno de los mejores puestos de trabajo que se están externalizando a otros países. Brutal.

Bankero

En televisiones españoles sale una publicidad de un banco que sale a bolsa, Bankia, que dice “Desde 1.000 euros, puedes hacerte banquero”.

Eso quiere decir que, a partir de esa cantidad, se pueden solicitar acciones de esa empresa, antes de que salga a bolsa.

El anuncio es excelente y apunta a personas de un perfil inversor que evoca los estudios de Darwin y los derechos fundamentales de los simios.

Si quieres ser banquero, puedes serlo comprando 1 acción del banco Santander, a 7.86 euros. O 1 acción de ING a 8.57 euros. O 1 acción de Citybank a 42.63 dólares.

Pero si eres tan venado que hasta que no has visto ese anuncio en televisión no has pensado que podías ser banquero, y luego has pensado que ser banquero no estaría mal, mereces comprar esas acciones.

Aclaración: No tengo acciones ni pienso tenerlas, ni aún bajo los efectos de las drogas o de fuertes coacciones, de Bankia.

No tengo acciones

Sé que me repito criticando el mundillo de la bolsa, pero es que me parece que aunque aparenta ser muy técnico y científico, es más informal que las noticias del corazón.

Leía un artículo de un tipo que estaba escribiendo sobre las acciones de Google. Va y dice:

Hace dos años y medio, escribí sobre Google (GOOG) y Apple (AAPL) como dos de las acciones a comprar más obvias que existían. En este momento tengo que decir que antes compraría acciones de Google que de Amazon (AMZN), Apple o Baidu (BIDU).

El autor en cuestión recomendó comprar acciones de Google en el momento en que se encontraban en el punto señalado (octubre de 2008). Con las acciones a 340$, su comentario de entonces fue:

[Apple y Google] están ridículamente baratas, tienen una capacidad de recuperación impresionante, que viene del reconocimiento de su marca y del rango de precios de las últimas 52 semanas, que ofrece unas perspectivas de rebote con un potencial extraordinario.

Google ha sido mi buscador favorito desde que puedo recordar. La siguiente parada: en los 500$. Y probablemente antes de final de año. Y eso siendo conservador.

Todos nos podemos equivocar, pero que el autor de esa nota saque pecho ahora con lo que entonces dijo, sin ningún rubor, es extraordinario.
Entonces las acciones estaban a unos 340$. Habían caído en picado y está claro que en algún momento se recuperarían. Pero no, no fue antes de final de año, porque entonces valían menos que cuando el periodista hizo su recomendación. Su predicción se cumpliría un año después, en que Google llegaría a los 500$.

Ahora bien, si un lector de cartas te dice que vas a conocer a la mujer de tu vida antes de dos meses. Y luego resulta que la conoces un año después. ¿Qué credibilidad tiene ese adivino? En bolsa se dice, se deja dicho por escrito. Y luego te vanaglorias de haber acertado algo que no dijiste.

Pero lo que quería recalcar es la coletilla legal que tienen muchos artículos de bolsa escritos en Estados Unidos. Este individuo en particular firma:

Advertencia: No tengo acciones de ninguna de las acciones mencionadas y no tengo planes de comprar ninguna de ellas en los próximos tres días.

Así que tiene un artículo lleno de artículos grandilocuentes con expresiones como “una absoluta ganga”, “está regalada” pero ¿No crees lo que predicas? Porque yo lo tengo claro, si yo veo una ganga, pido un préstamo en el banco para comprar acciones. Porque voy a ganar mucho más que escribiendo artículos.

No me inspira ninguna confianza el que propone que compre una determinada acción que él ni tiene ni piensa comprar.

Poco después de leer este artículo me llega al trabajo un fax de spam. Los faxes de spam son para escribir un artículo bien extenso y entretenido. El fax hablaba de que comprara acciones de una determinada acción, pues tenía un potencial de revaloración del 200%. Los típicos titulares grandilocuentes y grotescos que hacen de estas lecturas un placer prohibido.

Aunque no hay que hacer caso de estos avisos, que normalmente lo que pretenden es que compres acciones de una empresa quebrada, lo cierto es que da que pensar. Al menos el que envía el spam, o el que contrata al emisario, lo suele hacer porque tiene acciones de esa penosa empresa y sí que querría encontrar a un primo como tú que le alivie de la carga. Este caso es totalmente el opuesto a estos periodistas. Ellos te proponen que compres una acción con enormes potenciales, pero aviso: yo estoy hasta las trancas con acciones, me creo (o en estos casos me creí) lo que te estoy contando. Y mi dinero va en ello.

Son dos formas de desinformación, pero es triste que casi inspire más confianza un mensaje de spam que el artículo de una revista de bolsa. Porque no inspira ninguna confianza el que recomienda comprar lo que él no compra.

Advertencia: Tengo acciones de Google e intenciones de comprar algunas. Pero con estas recomendaciones del diablo, menos firmes que antes.

Análisis técnico

Recientemente se han publicado varias noticias que alertan de los riesgos o la falta de rigor científico por que en algunas universidades se dan cursos de homeopatía o acupuntura.

En pos de estas disciplinas hay que decir que tienen un porcentaje de eficacia estadísticamente demostrado. Probablemente sea a causa del efecto placebo: pero el hecho es que funcionan, tal vez por ser métodos que sacan todo el partido posible a la sugestión del paciente.

A mi me parece mucho más grave que en las universidades españolas se den cursos de análisis técnico de inversiones. Incluso es materia de Master. El análisis técnico es chamanismo disimulado con gráficas y supuesta estadística. Sus desmanes son mucho más demenciales y perniciosos que los de la acupuntura, que al fin y al cabo se limita a pinchar agujas en lugares inocuos.

Los títulos de ZZZ llevan un año de resistencia en el nivel de 8 euros, que ya ha roto al alza, hasta alcanzar los 8,13%. Por tanto, los analistas técnicos de XXX aseguran que “las correcciones tienen ahora primer nivel de soporte en esa zona” y recomiendan comprar, ya que el valor tiene campo abierto hasta el objetivo de 9,8 euros, alcanzados en octubre de 2009.

Una empresa especializada dice esto el 14 de octubre. Dos semanas después los títulos de ZZZ están por debajo de los 8 euros, y esa “rotura al alza” fue flor de un día.

Los desaciertos del análisis técnico son continuos, enormes y verificables. Pero aún así sigue siendo una materia de enorme complejidad que se oculta bajo una supuesta estadística de alto nivel.

El análisis técnico arruina a más personas que la acupuntura. Estadísticamente está demostrado que nunca funciona. Pero los supuestos defensores de la ciencia tienen conocimientos científicos tan pobres que eligen rivales obvios y débiles como blanco de sus iras.

Trabajos en fábricas chinas

En su libro Country Driving, Peter Hessler da una imagen de primera mano del trabajo en las fábricas de China, las fábricas del mundo. No se centra en las que trabajan para grandes multinacionales extranjeras, buscando el morbo, ni en las megafactorías con decenas de miles de empleados, sino en algunas de las muchas fábricas convencionales con una plantilla moderada.

El autor tiene una visión de primera mano pues no se limita a realizar una visita y dar opiniones sobre lo visto. Acude durante varias semanas, a lo largo de muchos meses, a un polígono industrial y va hablando con los empresarios y los trabajadores, viendo la evolución del negocio y la condiciones laborales.

Lo primero que llama la atención es el descaro con el que se anuncian puestos de trabajo con condiciones no igualitarias. En casi cualquier país occidental las mujeres acaban ganando menos dinero que los hombres pero en las ofertas de estas fábricas se expresa sin tapujos:

Se necesitan hombres para trabajar por 35 Yuan/día, mujeres para trabajar por 25 Yuan/día.

También se vetan regiones que no acaban de gustar sin contemplaciones:

Se busca gente normal para trabajar. Abstenerse gente de Jiangxi o Sichuan.

De esa oferta destaca que no dicen nada de lo que quieren u ofrecen aunque sí tienen muy claro lo que no quieren.

Está claro que estas no son formas a imitar pero por lo menos evitan la hipocresía de tantas ofertas que tienen un perfil de empleado en la cabeza pero que por las convenciones no pueden plasmarlo tal cual en el anuncio, haciendo malgastar las ilusiones y el tiempo de muchos candidatos.

Aunque las mujeres cobran menos en los trabajos que tienen algo que ver con la fuerza y resistencia, no están mal consideradas. Al final para un empresario es mejor tener a una mujer por poco dinero que a un hombre que tampoco hace un trabajo muy superior. Incluso las mujeres tienen sus opciones de prosperar en la compañía, a veces más incluso que los propios hombres:

Wei Ziqi tenía inteligencia natural, pero había dejado muy pronto los estudios oficiales, y hay muy pocas opciones para un hombre de pueblo con ese curriculum. Si hubiera sido una mujer, podría haber encontrado mejores oportunidades [que las de trabajar en una cadena de montaje] – las mujeres chinas con pocos estudios pero que son inteligentes a menudo se convierten en contables o secretarias y desde esos puestos pueden ir ascendiendo en el entorno empresarial de las fábricas.

Una característica sorprendente en las ofertas de trabajo es la continua referencia a alturas mínimas para realizar determinado trabajos, a veces sin que haya un motivo claro para ello. La obsesión por la altura parece ser una constante en la sociedad china y para muchas mujeres este aspecto físico puede resultar decisivo en su carrera profesional:

Se necesita cajera para supermercado. Mujer, estudios de secundaria o formación profesional empresarial. 1,58 de altura o superior. Piel clara y bonita, de buen aspecto físico.

Las preferencias de los empresarios por mujeres para ciertos trabajos se ven claramente en la opinión de uno de los empresarios entrevistados por Peter Hessler (la cita no es textual):

Como muchos otros gerentes de fábricas, Boss Wang mostraba una fuerte preferencia a la hora de contratar a mujeres jóvenes:
Las chicas tienen más paciencia y son más fáciles de tratar. Los hombres son problemáticos, discuten, pelean y causan otros problemas.
Cuando le pregunté por el trabajador ideal, Boss Wang dijo:
Joven y sin experiencia. Si ha trabajado anteriormente entonces tendría que pagarle más. Prefiero alguien con pocos estudios. Una mala señal es si va bien vestida o tiene un corte de pelo estiloso. Las mujeres guapas son un riesgo. Quiero una mujer que se vea del montón. No quiero alguien que sea demasiado complicado. No quiero a nadie que piense, nadie que tenga su forma propia de hacer las cosas, eso no es bueno para mi.
Una de las preguntas de Boss Wang en las entrevistas de trabajo era respecto a los hobbies:
Si alguien dice que le gusta jugar a las cartas o pasar su tiempo libre con los amigos eso es negativo, demasiado frívolo. Si le gusta leer libros es una persona vaga. Lo peor de todo es cuando un candidato dice que le gusta pasar su tiempo libre en Internet. Si le gusta pasar su tiempo con la familia, o cuidar de su madre, algo así es lo que quiero oír. Así es como debe ser una persona sencilla del campo. Quiero a alguien que sepa soportar las dificultades.

Otro punto que llama la atención son las condiciones de trabajo. Normalmente se piensa en las fábricas chinas como en sitios esclavistas donde se exige a los empleados trabajar en jornadas sobrehumanas. Pero en las fábricas visitadas por Hessler, se muestra que esto no es del todo así. Muchos trabajadores son de fuera y van a las fábricas con la única idea de ganar lo máximo posible en el menor tiempo. De ahí que las horas extras son un aliciente y atractivo para un puesto de trabajo. El empresario tuvo que prometer que sólo tendrían un día de vacaciones al mes y al menos jornadas de 10 horas diarias para que el puesto de trabajo resultara atractivo a los potenciales trabajadores, que cobrando por hora trabajada prefieren jornadas lo más largas posibles.

La visión que consigue Peter Hessler es realmente privilegiada. Asistiendo durante varios meses a esta región acaba siendo un buen amigo de muchos empleados y de jefes intermedios además de los empresarios que dirigen la fábrica, consiguiendo dibujar una escena del entorno laboral que ninguno de los presentes es capaz de percibir.

Las triquiñuelas de los empleados tampoco están a la zaga. Idealmente se solicitan empleados sin personalidad pero Hessler ve como una chica de diecisiete años, tras ser rechazada por haberse completado el cupo de empleados, se niega a su destino e insiste en que sea contratada. Ante su persuasión, el empresario sugiere incluirla como primera suplente. Pero la chica no se conforma con eso e insiste para que la incluya en la lista de trabajadores garantizados. Insiste tanto que al final lo consigue y no sólo moverse al último puesto de la lista sino en la zona intermedia. Pasado unos días vuelve la chica con su hermana: resulta que la chica tenía 15 años y había realizado la entrevista de trabajo con el carné de su hermana de 17. Esta tiburona de fábrica, sin edad legal para trabajar en la fábrica, es capaz de convencer al empresario para que contrate a su hermana (pues su nombre figura en la lista) y a ella (pues ella fue aceptada para el trabajo). Todo esto después de haber conseguido desplazar a dos trabajadores que estaban virtualmente contratados. Y a los pocos días estas chicas consiguen que contraten en la fábrica también a su padre.

El coste de BP

Hoy en día se habla de que el derrame de petróleo en el Golfo de México de British Petroleum (BP) es la mayor tragedia ecológica del norte de América o de todo América de los últimos años o de la historia. Sin embargo, a pesar de las típicas fotos de patos hasta las orejas de petróleo y de raspas de peces muertos y de analizar los costes de limpiar la zona o lo que dejarán de ganar los pescadores de gambas de Miami, a pesar de la fotos dramáticas, terribles, estremecedoras hay una que no se está mostrando y que tal vez lo sea aún más:

bp-stocks

La cotización de BP, tras haber transcurrido casi dos meses del suceso, tras una bajada del 15% en el día de hoy, está a niveles similares a los de marzo de 2009, donde se produjo una brusca pero justificada corrección de la cotización.

Es decir, que una empresa tiene un accidente (no olvidemos que no ha sido sino eso) de consecuencias catastróficas para el Planeta Azul y esto afecta a la empresa no mucho más que las fluctuaciones habituales de la bolsa. Ese mínimo en marzo de 2009, donde no sucedió nada, aún más bajo que la cotización actual, me parece infinitamente más dramático que un pelícano lleno de pringue.

Extra: Para las personas libres de prejuicios, la opción de comprar acciones de BP a precio de saldo, ¿Es éticamente correcta o no? Normalmente se habla de que ético es comprar acciones de empresas que hacen molinos de viento y no lo es hacerlo con petroleras y fabricante de armas. Pero si te aprovechas de la desgracia de las compañías que odias para ganar dinero, ¿Estás obrando de forma ética o la ética se limita a no operar con empresas negativas? Hay que entender que cuando compras unas acciones de BP a precio de saldo le estás dando a un desalmado 35 dólares por algo que a él le costó 55, luego él no está ganando dinero gracias a ti, sino perdiéndolo. Al comprar las acciones le estás ayudando a que se produzca esa pérdida.

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Petrochina
Los riesgos de la energía eólica

La tragedia del programa Padre

En España hace muchos años se inventó un software que permitía realizar la declaración de los impuestos sobre la renta de forma mucho más sencilla. Ese programa se llama PADRE (Programa Ayuda Declaración Renta ¿España?).

Las primeras versiones del programa se vendían en estancos, en forma de cederrón que instalabas en tu ordenador. Luego llegó Internet y ya se podía descargar por Internet. Como el programa era bastante grande para las conexiones de la época te lo descargabas en varias partes, a lo largo de horas, y luego las unías en un único programa.

Desde la primera versión que utilicé me llevé una impresión muy buena. He hecho algunos programas de ordenador y he trabajado con cientos de ellos pero con el programa PADRE siempre tenía en la cabeza la frase “esto está muy bien hecho”. Cada detalle era excelente, se había cuidado cada tabulación, el diseño de los menús, la forma de mostrar la información era muy clara. Comparado con el software cutre y trapero que estamos acostumbrados a emplear, salvo contadas excepciones de programas que llevan muchas versiones en el mercado, era una maravilla que algo así se hubiera hecho en España y por funcionarios.

Tenía toda la pinta de estar programado en Visual Basic y la instalación y desinstalación eran muy sencillas y limpias. Era un programa ante el que no tenía ni una sola queja, lo habría votado entre los diez mejores programas que había usado jamás. Es cierto que no sirve para diseñar casas ni para retocar fotografías, pero lo que hace lo hace de forma sencilla, clara y eficaz.

Este año sin embargo me he encontrado – y seguramente algunos de vosotros también – con un programa totalmente diferente. Lo han reescrito desde cero, usando Java, para que sea también compatible con otros sistemas operativos (Linux y Mac). El resultado de este cambio ha sido triste, pues se han dado muchos pasos hacia atrás.

La estabilidad ha desaparecido. La aplicación se ha quedado colgada un par de veces, han fallado cosas triviales por presuponer rutas de instalación, hay problemas con los permisos de acceso. Sigue permitiendo realizar la Declaración de la Renta, pero causa cierta pena ver cómo se ha destrozado un programa tan bueno, con un resultado tan poco logrado.

Estos pasos hacia atrás son a veces necesarios. Un porcentaje tan pequeño como ruidoso de usuarios utiliza principalmente el sistema operativo Linux y se quejaban de que algo hecho “con el dinero público” no fuera compatible con el software de su elección. Desde luego, su queja es legítima. Aunque recuerda los absurdos de un país en crisis que tiene que gastar fortunas en reformas para que cualquiera pueda hablar en el idioma regional que guste y todo el mundo pueda enterarse de lo que dice, aún cuando casi siempre esa persona conocerá el idioma común.

El esfuerzo en hacer compatible el programa con otros sistemas ha llevado a que el programa que antes funcionaba de forma impecable ahora falle con cierta frecuencia. Si a mi me ha costado realizar la presentación telemática, me imagino que a un buen porcentaje de usuarios les habrá supuesto la renuncia al proceso y la vuelta al sistema clásico de que te la hagan en las oficinas del Ministerio de Economía y Hacienda.

Se supone que el año que viene la mayoría de los errores estarán subsanados y tanto unos usuarios como otros podrán disponer de un programa que funcione en todos los casos. Personalmente echaré de menos esos cuadros de entrada de texto tan majos y logrados, esos avisos de que no había marcado el indicativo de colaborar con la Cruz Roja.

Aparte: Estoy totalmente en contra del penoso sistema de ahorro presupuestario consistente en recortar los sueldos de los funcionarios que más ganan. Me consta que en Hacienda tienen un departamento informático excelente y siempre tratan de captar a los mejores nuevos funcionarios. Si se quiere poner orden en la economía española hay que meterle la tijera a las pensiones, la gran ficción que no puede durar eternamente.

Standard & Poor’s

La noticia del día de ayer fue la rebaja de calificación de la agencia Standard & Poor’s a la deuda española, haciéndola pasar de AA+ a AA con perspectiva AA-.

Me ha llamado la atención el pésimo ejemplo utilizado por parte de algunas personas – periodistas o miembros del Gobierno – para intentar justificar que esta rebaja por parte de la Standard & Poor’s ha sido equivocada.

Se refieren al caso de Lehman Brothers, que acabó quebrando en septiembre de 2008, y dicen que “Standard & Poor’s daba la máxima nota a Lehman Brothers el día antes de su quiebra, así que su capacidad de juzgar la solvencia de una empresa o gobierno es muy limitada”.

Sin embargo con esto no hacen sino tirar piedras en el tejado que pretenden proteger. No están diciendo sino que son generosos dando calificaciones y sin embargo a España se la han bajado. Es como una asignatura muy fácil, que todo el mundo aprueba. Pero que España no lo hace y sin embargo se argumenta que “otros que no tenían mucha idea han aprobado”. Pues sí, pero el que ha suspendido has sido tú y eso sólo demuestra que tienes que estar realmente mal para que te hayas quedado entre los suspensos.

El sistema de calificación de la agencia Standard & Poor’s es realmente recalcitrante y puede resultar ofensivo para aquellos que tengan algún conocimiento científico. Con decenas de letras y números y un amplio abanico de sistemas métricos interesantes, no se les ocurre otra cosa que usar apenas tres letras y un modificador (“+” ó “-“) para juzgar la solvencia de un país o una empresa y seguir un orden cuanto menos extraño. De mejor a peor calificación:

AAA (Bonos de Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Isla de Man(!), Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Holanda, Suecia, Suiza, Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Singapur (fuente)).
AA (Bonos de España)
A (Bonos de Italia)
BBB (Bonos de Rusia)
BBB- (Bonos de India)
BB+ (Bonos de Grecia)
BB (Bonos de El Salvador)
B (Bonos de Argentina)
CCC (Bonos de Pakistan)
CC (Notas inferiores a CCC son ya propias de empresas al borde de la quiebra o incluso dentro de ella)
D (En suspensión de pagos)

Dentro de estos grados, se pueden ponderar las medidas con valores como el español de AA+ (que es mejor que AA y este mejor que AA-). Lo que sí que es cierto es que cuando ves escalas de gradación tan poco científicas sospechas que el sistema dista mucho de ser riguroso y que los matices como los + y – se consiguen con palmaditas en los hombros adecuados.

Y la situación española de “AA con tendencia a AA-” es más propia del hombre del tiempo que de una agencia de tan supuesto prestigio.

Ray Kroc

La verdad es que la página lleva un año bastante aburrido, casi todo son mini-entradas o reseñas de libros. Unido a la publicidad, casi parece un blog de una red “profesional”.

Un libro que tenía muchas ganas de leer era la autobiografía de Ray Kroc, el fundador de McDonald’s. Lo tenía en la lista de pendientes de Amazon pero por una razón o por otra nunca lo acababa de comprar. Al final acabé comprándolo hace pocos días (que una persona con Kindle compre libros de papel en Amazon es una señal a tener en cuenta).

Hay quienes tienen un retrato de los fundadores de Google en la mesita de noche. Creo que está bien para los jóvenes que aún tienen el mundo por delante. Pero cuando uno ya tiene cierta edad y esa historia es inalcanzable, tiene que renovar el armario de héroes de ficción. Y creo que Ray Kroc es un modelo a conocer y seguir.

Su historia, que había leído en varias partes, era demasiado ilógica y necesitaba una un poco más sustanciosa (su libro tiene apenas 200 páginas y se lee en pocas horas).

La versión resumida cuenta que Ray Kroc tenía 52 años cuando entró en el McDonald’s original, fundado por los hermanos Richard y Maurice McDonald. Inmediatamente Kroc se dio cuenta del potencial que tenía ese tipo de restaurante y se lo imaginó como algo que podría extenderse por todos los Estados Unidos.

mcdonalds

Lo impresionante de la historia es que Kroc no era más que un vendedor de batidoras industriales y tenía una edad a la que hoy en día la gente ya está pensando en la prejubilación y en las multipropiedades en Gandía.

Es por eso que su historia de éxito es una de las más impresionantes de la historia de los negocios. Hay muchas personas que no la valoran porque asocian McDonald’s con cutrerío y clientela obesa, a diferencia de las estilizadas clientas de Margaret Astor o Apple.

Pero la realidad es que como empresa McDonald’s rompe muchos récords, sobre todo de los que gustan a los accionistas mientras que muchas empresas de productos glamurosos son más repugnantes que los restos de la peor hamburguesa.

De Ray Kroc lo que me llamaba la atención era eso, ¿Cómo una persona tan mayor había sido capaz de crear un imperio tan grande, además tomando la idea de otros?

En su biografía Kroc ofrece un concepto personal que merece la pena conocer. Como él mismo dice, a pesar de sus 52 años, él se sentía verde, vivo, en crecimiento. No se consideraba una persona que había cumplido su misión en la vida, sino que estaba en condiciones de ofrecer muchas más cosas al mundo y se sentía fuerte para nuevos retos.

Sus inicios son curiosos. Sus abuelos eran checos y él se consideraba en cierto modo una especie de checo, país de idiosincrasia difícil de definir para los que no los tenemos por vecinos.

La madre de Kroc era pianista y le dio clases de piano desde pequeño. Gracias a su habilidad, Kroc conseguiría buenos trabajos de pianista en los locales de copas y también en la radio. Desde pequeño era muy trabajador, desempeñando dos trabajos simultáneos, que le tenían ocupado de ocho de la mañana a altas horas de la madrugada, con dos medios días libres a la semana como toda forma de descanso.

Aquí hay que indicar que su forma de vida es totalmente incompatible con nuestra forma de entender el trabajo. Era un tiempo en que se trabajaban muchas horas y nadie se quejaba. Hoy en día el tiempo libre es casi lo que más se valora en una profesión. Kroc se casó con 21 años y ya llevaba muchos años de actividad profesional. No había terminado los estudios, pues eran algo que le aburría. Fue una persona muy práctica, como le sucede a muchos buenos vendedores. La profesión de vendedor es otra que se menosprecia injustamente, en un mundo en el que sobran físicos nucleares (que acaban trabajando en las cajas de los McDonald’s).

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Una curiosidad de su juventud es que cuando hizo el servicio militar (con intención de marcharse a la I Guerra Mundial) coincidió en la misma unidad con Walt Disney, que era un tipo muy raro por aquel entonces. En un futuro trataría de aprovechar este contacto para incluir un McDonalds en Disneyworld, sin conseguirlo.

El punto que me ha gustado de su biografía es que conforme va narrando su vida te vas dando cuenta de que no era un vendedor de batidoras industriales de 52 años cuando llegó al McDonald’s de San Bernardino, en el interior de California. Era una persona que durante toda su vida se había estado formando para formar una franquicia de comida rápida como McDonald’s.

Durante muchos años trabajó como representante de una fábrica de vasos de papel (los mismos vasos en que se sirven las bebidas de McDonald’s). Se recorrió los Estados Unidos vendiendo sus vasos a todo tipo de bares y restaurantes. Durante muchos años fue conociendo el negocio, a los otros proveedores, tratando de entender las necesidades de los clientes y trabajar de acuerdo con ellos, no en su contra.

Aun en un trabajo que suena de perdedor – pero que no lo era, sólo que resulta falto de encanto – se nota que no se trataba de un vendedor cualquiera. Cuando llegó la Gran Depresión todas las empresas lo estaban pasando fatal, entre ellas la suya, pero sus ventas no desfallecían. En un momento dado su jefe le convocó y le dijo que tendrían que bajarle el sueldo un 10% porque era una orden que había llegado desde la alta dirección: bajarle el sueldo a todos los empleados.

El caso es que de inmediato Kroc se enfadó y se indignó con su jefe y le dijo que dimitía, que él no estaba dispuesto a eso. Tras una acalorada discusión al final la situación quedó en que Kroc mantuvo su sueldo, siendo el único empleado de toda la empresa que no se bajó el sueldo. Hoy en día esto se asocia con una especie de falta de solidaridad pero su argumento es sólido: él era el que más negocio estaba llevando a la empresa. Sus ventas mejoraban sin importar la nefasta coyuntura económica. Él no tenía que sufrir la crisis porque la empresa estaba ganando mucho dinero gracias a él.

Hay que ser muy valiente para dimitir sin más porque no te da la gana de bajarte el sueldo un 10% en una época en que el paro era del 25% (el equivalente español sería del 50%) y en la que muchos de los que trabajaban lo hacían por salarios que no garantizaban la subsistencia.

Pero la dimisión no tuvo lugar y todo siguió igual. En un momento dado Kroc vio el negocio de otra empresa que se dedicaba a fabricar batidoras industriales (para hacer batidos). Era una gente que iba a los mismos clientes que él con sus vasos de papel y se conocían de coincidir en muchos lugares. A Kroc le pareció que era un buen negocio que podría implementar su empresa, como complemento al de papel. Las sinergias eran triviales, pues había que venderlas en los mismos lugares donde estaban los clientes de los vasos de papel.

La empresa aceptó al principio pero luego cambió de opinión (el clásico de empresa que primero diversifica y luego se repliega al “núcleo del negocio”) con lo que el acuerdo quedó en nada. Kroc se enfadó mucho con todo esto, más alguna que tenía guardada como el intento de bajada de sueldo, y acabó despidiéndose y quedándose con el negocio de la venta de las batidoras, a cambio de dar un porcentaje enorme de los beneficios a su antigua empresa (por hacer nada, simplemente por tener su firma estampada en el contrato inicial).

Kroc había truncado su prometedora carrera con 36 años para iniciar un negocio incierto con unos socios poco confiables y con grandes deudas. Pero como buen profesional que era, consiguió salir adelante y acabó pagando lo necesario para quedarse con el porcentaje de su antigua empresa. Tuvo que pasar por muchas estrecheces pero terminó yéndole estupendamente con el negocio de las batidoras, siendo su propio jefe y participando de los beneficios directamente.

Kroc pasó muchos más años en la venta de batidoras industriales, era una época boyante por la proliferación de los helados y todo tipo de bebidas en que su máquina aportaba una ayuda muy importante a los dueños de los bares. Pero con el paso del tiempo llegó también el lento declive, nada terrible pero se notaba que la época dorada había pasado.

Kroc vivía en Chicago (al norte de Estados Unidos) y tenía como cliente destacado a un pequeño restaurante de carretera de San Bernardino llamado McDonald’s. Para Kroc ese restaurante era un misterio. Su batidora industrial (la Multimixer) era capaz de procesar seis bebidas a la vez. La gente de San Bernardino tenía ocho máquinas. Eso quería decir que tenían la necesidad de procesar al menos 43 batidos a la vez.

Siempre le había llamado la curiosidad ese dato, pero no había forma de entender la causa del éxito de ese lugar. Kroc viajó allí un día en una especie de vacaciones, para desconectar del día a día en Chicago.

Cuando llegó al local, antes de que abriera, le pareció aún más inexplicable, pues era un lugar remoto y por fuera no era nada atractivo. Pero a poco que empezó el horario comercial se dio cuenta de que aquello era una verdadera máquina de hacer dinero. Se reunió ese mismo día con los hermanos McDonald’s y estos le explicaron encantados todos los detalles del restaurante y cómo se habían preocupado de que todo funcionara a la máxima perfección.

Kroc simplemente se dio cuenta del potencial del local y le sugirió a los hermanos, como hacía con todos los clientes que tenía, que trataran de explotarlo, tal vez en forma de franquicia. Pero los hermanos no tenían ganas de todo ese ajetreo. Tenían un negocio muy próspero y eran felices con eso. Trabajaban mucho pero no querían aún mayores preocupaciones.

Entonces Kroc les propuso que buscaran a alguien que hiciera todo ese trabajo por ellos, que ellos sólo tendrían que cobrar su parte del negocio, sin tener que esforzarse ni arriesgar lo más mínimo. Kroc veía toda una cadena de restaurantes, cada uno con ocho de sus batidoras. Pero cuando los hermanos le preguntaron quién podría ser ese alguien Kroc se ofreció. No era algo meditado, pero tampoco una oportunidad que se permitiera rechazar.

A partir de ahí surge la historia de McDonald’s y uno se da cuenta de que todas las piezas encajan y de que aunque hubo un montón de momentos en que las cosas podrían haber ido mal, la creación de McDonald’s fue relativamente sencilla pues como ya he dicho Kroc se había formado para algo así durante toda su vida, aunque no lo hiciera jamás con un propósito específico. Conocía todas las piezas del engranaje: alquiler de locales, contratos de franquicia, relaciones con los distribuidores. Y traía la magistral forma de trabajo en cadena y costes mínimos creada por los brillantes hermanos McDonald.

En muy poco tiempo la cadena empezó a funcionar y pronto se hizo un negocio grande, luego enorme y finalmente gigantesco.

La actitud de Kroc es envidiable y merece aprenderse mucho de ella. Su forma de entender el trabajo como algo que debe ser progresivo y ante lo que uno tenga un control, no depender exclusivamente de lo que otros esperen de nosotros, o de agradar a los demás.

Kroc era exigente pero al mismo tiempo generoso con sus trabajadores. Muchos de los que empezaron con él se hicieron millonarios. Su secretaria, con la que empezó en el negocio de las batidoras, era dueña de un 10% de McDonald’s. Si no hubiera muerto y no hubiera vendido parte de las acciones hoy sería la persona más rica del mundo.

Mención especial merece Harry J. Sonneborn al que Ray Kroc no niega un puesto de privilegio en la historia de éxito de McDonald’s. El negocio llegó tan lejos por la inusual conexión de los hermanos McDonald, Kroc pero también Sonneborn que era el genio de las finanzas y el que consiguió maravillas en la obtención de préstamos, hipotecas, contratos e incluso la salida a bolsa. Kroc lo defiende como coautor de la idea y recuerda con tristeza el momento en que se pelearon y ante el que Sonneborn acabó marchándose de la empresa y vendiendo todas sus acciones por tres millones de dólares. A su muerte, las acciones que vendió a tan buen precio se hubieran vendido por 1.000 millones de dólares. Como muy bien dice la Wikipedia, sus ingeniosas operaciones financieras terminaron en cuanto abandonó la compañía. Es triste que una persona tan importante no tenga ni una sola mención en el artículo de la Wikipedia sobre la historia de McDonald’s.

Como el libro está escrito en 1977 es curioso leer a Kroc hablando del futuro de la compañía. Se pasa todo el tiempo hablando de McDonald’s y contando secretos que desconocíamos pero cuando llega el momento de las predicciones es un punto extraño en el que entiendes que tú sabes más sobre eso de lo que él mismo podía imaginar y lo lees con tierna condescendencia.

Hay algunas anécdotas interesantes y divertidas. En esto de las predicciones, Kroc dice algo como que “tal vez en un futuro McDonald’s venda pizzas. Es algo que no sé. Lo que estoy seguro es de que nunca venderá perritos calientes. Todo el mundo sabe que el contenido de la carne de las salchichas de esos perritos es tan misterioso como inquietante y McDonald’s nunca venderá algo así.” Queda por ver si su pronóstico se cumplirá o no. El tiempo lo dirá.

La más curiosa y llamativa de todas es la lucha que tuvo Kroc para conseguir fabricar las patatas fritas. En el primer instante se dio cuenta de que lo mejor del restaurante de los hermanos McDonald era que las patatas fritas eran baratísimas y las más deliciosas que había comido nunca. Pero cuando él trató de producirlas en su primer restaurante en Chicago fue incapaz. Sabía que gran parte del éxito potencial de la franquicia estaba en que las patatas salieran tan buenas como las de San Bernardino.

Hay que imaginar a Kroc llamando por teléfono a los hermanos y cada uno contándole al otro lo que había hecho para que salieran tan buenas. Al final la solución pasó por contratar a unos consultores de patatas que llegaron a la acertada conclusión de que las patatas sabían mucho mejor en California porque estaban sometidas a una especie de curación por el calor del aire del desierto (Chicago es una región muy fría de los Estados Unidos). Cuando pudieron replicar ese proceso en Chicago consiguieron igualar el sabor, y aún mejorarlo por la mezcla de obsesión y desesperación que había llevado a Kroc a controlar cada paso del proceso de fabricación de una patata frita.