Cena de Navidad

Las navidades son patéticas. Creo que pocos blogs se librarán de hacer este comentario. Personalmente resaltaré una cosa que me pone el alma en los pies: el ver como personas de clase media/baja plantean sus compras para la cena de Nochebuena.
Dos son las opciones. Por un lado están los que derrochan más allá de sus posibilidades, los que, cansados de la rutina de la mortadela con aceitunas y el salchichón de batalla, optan por probar esos productos que les están vetados por el ahorro diario. Realizan una compra majestuosa, gastando en una noche lo que en un mes normal. Su mesa no desmerece a la de la Casa Real, la premisa es comer hasta reventar.
Más interesante, sin embargo, es el otro grupo. Son aquellos que, por su mezquindad, su pobreza, su desinterés por la Navidad, su necesidad de apretarse el cinturón, apenas entran en una compra especial. Algunos dulces de serie B, un pollo troceado, gambas congeladas. Palitos de merluza y croquetas de jamón. La lata de piña y la de melocotón. Las cajeras de supermercado no pueden contener una media sonrisa irónica. Esto es el capitalismo.
[Este post fue publicado originalmente el 24 de diciembre de 2004]

Viajar en el tiempo

La muy extraña película Primer establece una situación muy interesante. Se han realizado cientos de películas sobre viajes en el tiempo. Siempre me ha llamado la atención la soltura con que se desenvuelven los viajeros en el pasado y las facilidades con que cuentan dado que “saben el futuro”. Hablaré sobre ello en otro post, pero ahora quiero centrarme una cuestión: Si pudieras viajar en el tiempo, ¿Cómo te aprovecharías de la situación?

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A 35 minutos de Madrid

Con la construcción de la línea de alta velocidad entre Madrid y Toledo, ahora puede hacerse el recorrido Madrid-Toledo en 35 minutos.
Para muchos, esto significa que Madrid está a 35 minutos de Toledo. Eso es, en mi opinión, incorrecto.
Hay gente que está planeando comprarse casa en Toledo, aprovechando que ahora tardarían menos en llegar a Atocha desde allí que si vivieran en el barrio de Hortaleza. Los 35 minutos son una situación ideal, que, la verdad, siempre se traducirán en bastante más.
a) Llegar a la estación de Toledo. Por muy cerca que esté un edificio de la estación de trenes, los cinco minutos hasta llegar a la estación no te los quita nadie. Aún cinco minutos es una cifra demasiado optimista. Si estás a cinco minutos de la estación, es más que posible que desde tu casa se oiga el ruido de los trenes, al salir o al llegar. Muy romántico pero muy molesto.
b) El check-in en Toledo. Aun cuando se entienda que si tomas el AVE a Madrid a las siete de la mañana es porque vas a trabajar, tras el triste precedente del 11-M las medidas de seguridad han aumentado en las estaciones de trenes, especialmente en las cool como esta. Así, tendrás que pasar tus pertenencias por un detector de metales. Entre el tiempo que tienes que caminar dentro de la misma estación hasta que te sientas en el tren, deben pasar al menos otros cinco minutos. De nuevo, con grandes dosis de optimismo.

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La crisis del socialismo en España

Cuando era joven, mis padres se llevaban todas las ayudas sociales. El gobierno me pagó la carrera universitaria, me pagó un piso de protección oficial, me pagó comida de la Cruz Roja para los más pobres. Le pagó impuestos a mis padres. Ahora yo pertenezco a la clase media gracias a todo eso. Gracias a las ayudas sociales del gobierno no me vi forzado ni a acercarme al mundo de las drogas, ni a trabajar en la construcción (respetable profesión). Gracias a las ayudas sociales tengo un buen trabajo por el que el gobierno cobra sus impuestos. Compro productos con un iva del 16%, que se lleva el Estado. Estoy devolviendo lo que me pagaron.

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5 medidas personales para luchar contra la globalización.

Me preguntaba El Hombre máquina qué podemos hacer contra la globalización. Podemos hacer mucho, y a diferencia de las utopías que defienden boicots a las gasolineras para bajar precios, los resultados se pueden notar. Trataré de decir algo más que cosas evidentes:
a) Vive cerca de tu trabajo. Si te desplazas en trasporte privado, contaminas. Si usas el público, contribuyes a la masificación y a que, por esos motivos, otras muchas personas tomen el transporte privado. Si vas a trabajar caminando, luchas contra la Globalización. Eso puede suponer que elijas trabajos que estén cerca de tu casa, o que vivas de alquiler y te mudes a la zona en la que trabajes. Si pasas dos horas en el trasporte público pierdes tiempo, calidad de vida y te deshumanizas. Dime si eso compensa la pérdida que supone el alquilar en vez de comprar.
b)Compra productos con envases mínimos. Uno de los principales problemas que pueden achacarse a McDonald’s es la cantidad de residuos que generan. Cuando pides un menú infantil te dan un juguete, una hamburguesa, la bebida, las patatas y quizás un postre.

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El IVA de los inmigrantes

Desde que un ciudadano de Burkina-Faso abandona su país hasta que llega a España, ha sufrido gran cantidad de engaños e injusticias. Estas injusticias pueden equipararse con el IVA de los productos que consumimos.
El vendedor de tomates al mayorista lo hace cobrándole un determinado IVA. Este mayorista, lejos de asumir el gasto, se lo vende a Orlando, con el IVA correpondiente más la parte de IVA que antes le tocó pagar a él (repercute el IVA). Orlando, tras envasarlo, lo vende a un supermercado, con el IVA del mayorista y el propio de su transacción. Finalmente, al consumidor le toca pagar el IVA del supermercado, el de Orlando, el del mayorista y el del agricultor.
El inmigrante abandona su país, engañado por cantos de sirena de compatriotas que “viven muy bien” en Europa, por el cine y por las redes que trafican personas.

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¿Qué es lo correcto?

Me encontré una cartera en un autobús. Inmediatamente, se la di al conductor. Al llegar a casa, me di cuenta de que no había hecho lo correcto.
También me di cuenta de que actué por instinto. Si ves una viejita, la ayudas a cruzar. Los bomberos rescatan gatos de los árboles y las carteras se entregan a los conductores de autobús.
No tuve que esperar mucho para obtener la confirmación. En el metro oí como un chico contaba que, justo cuando pensaba comprarse un i-pod, su tío, que es conductor, le entregó uno que alguien había perdido en el autobús.
¿Qué es lo correcto? En mi caso, me equivoqué. Me lavé las manos en la situación. Fui honrado, no quedándome con el dinero, pero la honradez era solo una parte de la corrección. Porque no solo es posible que el conductor no entregue a objetos perdidos la cartera. También puede pasar que nunca nadie pase por objetos perdidos para recogerla.

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¿Pagar por el metro?

Hay gente que piensa, no sin motivo, que el transporte público debería ser gratuito. Pensándolo fríamente, en el peor de los casos, te arriegas a que te multen por no tener billete. Y entonces, es momento de hacer cuentas.
Una persona que haga vida normal en Madrid puede gastar en transporte público unos 30 euros al mes. Si esa misma persona se colara todos los días en el metro, se ahorraría 30 euros al mes, 360 euros al año. ¿Qué probabilidad tiene esa persona de que la multen? Por mi experiencia personal, apenas me habrán revisado el billete un par de veces al año, quizás incluso menos. En este caso, si me multaran un par de veces al año (60 + 60 ) euros, me habría ahorrado 240 euros al año.

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Colarse en el metro

Antes de que comprara el abono transporte, que te permite usar los transportes públicos de Madrid de forma ilimitada durante un mes, solía saltarme los tornos de acceso al metro para así no tener que pagar.
Normalmente no había problema. Estaciones vacías en fin de semana y así. Entonces empecé a fijarme que había gente que lo hacía. No te hablo de inmigrantes, desalmados y niñatos. Te hablo de gente normal que, sólo cuando ve que no los pueden ver, se aprovecha de la situación. Ves que se hacen los remolones, hacen como que miran al mapa de metro, y en cuanto giras la esquina ya han saltado – no oyes el ruido de los tornos pero ves como se acercan.
Puede que sea ilegal, pero es obligación de metro de Madrid controlar que esto no ocurra. Y no lo hace. Y es así, porque esto implicaría generar nuevos puestos de trabajo, cosa que no están dispuestos a hacer. Su sueño sería un metro sin empleados, donde compres los billetes con máquinas, pases a traves de tornos y solo, tal vez, tengan conductores como empleados. Pero esto no puede ser así. Hacen falta guardas de seguridad, en todas las estaciones. Y controles de los billetes por parte de los revisores.

Optimismo

Siempre había pensado que ser optimista era creer que las cosas tendrán un final feliz. El diccionario me dice que optimista es “el que ve y juzga las cosas por su aspecto más favorable”.
Así, un optimista tiene que estar, por fuerza, alejado de la realidad. Por cuanto la realidad, aún siendo plural, está llena de matices negativos.
Pongamos un caso por ejemplo. Me encuentro un drogadicto en la calle que me vende un ordenador portátil – presumiblemente robado – a un precio más que razonable.
Según la definición, el optimista ve la ganga. Y quizás por ello compre. El pesimista piensa que ese ordenador puede no funcionar. Y no lo compraría. Ambas actitudes son pueriles. Habría que sopesar más aspectos, como si me compensaría perder el dinero ante la posibilidad de que el ordenador no funcionara. O sopesar cuán posible es que el ordenador funcione o no.
En cualquier caso, una actitud optimista o pesimista, según esa definición, implica actuar de forma irresponsable.

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