Revista de prensa

Este fin de semana compré El País dominical, principalmente porque necesitaba papel de periódico para limpiar cristales, y dentro del abanico de opciones es mi periódico favorito. La verdad es que hacía mucho tiempo que no lo leía y me vino bien porque me gustó leerlo y algunas noticias fueron muy interesantes. El tratamiento superficial de la edición digital a veces hace olvidar a las noticias que entran en más detalles.

Hace años perdía mi tiempo escribiéndoles cartas al director que nunca publicaban, ahora quiero aprovechar este espacio para dar puntualizaciones con manga ancha y sin miedo a tijeras:

Entrevista a Anna Cabré, especialista en demografía:
Me pareció terrible que se pudiera decir que el hecho de que la población en Europa bajara (y de forma natural, sin que haya guerras) fuera negativo. O el absurdo de su deseo de que España fuera el país con más esperanza de vida del mundo, de que se aumentaran los esfuerzos para subir desde el quinto puesto de la clasificación mundial.
Este artículo demuestra el absurdo de los deseos de un profesional, para ella cuanta más gente haya que contar y cuantos más se soliciten sus servicios es mejor para el mundo. Igual que para un epidemiólogo es positivo que haya muchas enfermedades y que se las controle.

El Íctus, un golpe a traición:
Jamás vi un esfuerzo tan desesperado por tratar de alarmar sobre una enfermedad como esta frase:

El 9,3% de los ictus lo sufren jóvenes menores de 55 años, según un estudio de la SEN.

Jóvenes de 55 años, ¿Y con 65 les dan el descuento por jubilados? Y de paso se nota que es una enorme minoría (menos del 10%) y tratan de venderlo como que son muchos.
La historia, con un único enfermo de protagonista me pareció pobrísima y de una documentación más espartana que esta penosa página.

Un informático de 35 años pero sin estudios pregunta a un experto en recursos humanos por qué camino seguir para poder aspirar a una promoción profesional. Le sugieren entre varias opciones el estudiar una carrera universitaria, si es superior tanto mejor. Proponer el estudiar una carrera de al menos 5 años a una persona que está trabajando y que probablemente estará pensando en formar o formando una familia, es un pensamiento infantil. Es como sugerir estudiar chino: pensar en el resultado olvidando que el camino de por medio es demasiado complicado.
Es como si a un cubano harto del comunismo le propusieras que se fuera a vivir a Suiza. En un mundo ideal, no estaría mal. ¿Pero no sería más pragmático pensar en huir a España o Estados Unidos?

La noticia de la semana: el secuestro de los cooperantes en Mauritania. Al margen del propio secuestro queda al descubierto el absurdo de los sistemas de ayuda humanitaria. Nadie quiere ayudar a los pobres, todo el mundo quiere ver la cara del pobre cuando recibe el paquete, si no no merece la pena. Pagar los viajes y estancias de decenas si no cientos de cooperantes hace que el monto de la propia ayuda se desvanezca. No va uno a ayudar a miles, van por cientos y sólo a ayudarse a sí mismos.

Ayer, Día Mundial del SIDA. El mensaje que se da es el de “no hay que bajar la guardia”. O lo que es lo mismo: no hay que dejar de tener miedo al SIDA. Y al mismo tiempo decir que hay mucha desinformación: para justificar los cargos de “informador sobre el SIDA” y las campañas tan necesarias de información.
De nuevo es una información interesada. ¿No es positivo que la gente le tenga miedo a la enfermedad, en gran parte porque su incidencia es mucho menor? No, no dejes de tener miedo.

No es criticar por criticar. Aprecio el trabajo de los periodistas y algunos de los artículos estaban realmente bien narrados y lo más importante y lo que no dan los blogs: con un montón de trabajo de campo.

No soy una ONG

La gestión de los burdeles se realiza a través de sociedades como Camagran Proyectos e Inversiones S. L. (cuyo fin social es el “servicio de cafés y bares”), o Dance & Music of the World S. L. (dedicada a las “empresas de espectáculos”). Miguel Arufe es administrador de ambas, que acumulan numerosas sanciones administrativas impagadas y expedientes municipales sin resolver. Arufe, aparentemente, quiso darle a su labor un barniz filantrópico. La fachada del burdel de la calle del Gasómetro lució hasta el pasado verano la placa de una ONG: Andando sin Fronteras. Nunca llegó a registrarse como asociación por defectos de forma, pero una portavoz de la Generalitat confirma que se intentó inscribir como tal. La ONG pretendía dedicarse, entre otras cosas, a “impulsar las relaciones internacionales entre miembros y asociaciones afines“. Una nómina falsa de Andando sin Fronteras sirvió de aval a Arufe para alquilar el piso que funciona como prostíbulo en la calle Gobernador González.

Impagable lo de “impulsar las relaciones internacionales”.

La fábrica de ilusiones

Aterrador me ha resultado no que Madrid no gane la elección a la sede olímpica de 2016 sino el ver en directo el cambio informativo de periódicos, radio y televisión. Dos minutos antes de la votación: Madrid es la favorita. Dos después: Todo el mundo sabía que la favorita era Río. Los informadores se trastabillan en su incoherente discurso, tenían razones para cualquier ganador y justificaciones decisivas a favor y en contra de cada sede. Madrid pierde 32 a 66 y resulta que es una derrota por la mínima.

Nos venden ilusiones, no noticias. Esta, intrascendente, las otras, las que te crees, tal vez no. Si la función de la prensa es informar, ¿Por qué tengo que recurrir a la extranjera para al menos sospechar las opciones de victoria de cada cual?

Gracias a Dios, las casas de apuestas no fallan. Unibet daba 1.85 a 1 por Chicago, 2.5 a 1 por Rio y 18 a 1 por Madrid. Así, no hay quien se crea lo de favoritos.

¿Cuál es el tamaño de esta mentira? Bastante grande, pues pagan 15 a 1 por el que se atreva a apostar que el Atlético de Madrid ganará al Real Madrid tanto en casa como en el Bernabeu. Es decir, que un periodista dice en titulares algo tan improbable como lo anterior, y encima espera que te lo creas como si su ilusión o sus corazonadas fueran un argumento irrefutable.

Planos de telefonillo

Normalmente la televisión aporta poco a las noticias comparada con la radio. Por eso mucha gente sigue oyendo la radio en el coche, no siente que sea un sustitutivo sino algo equiparable.

Lo que la televisión da, son las imágenes de Zapatero en las que puedes ver la evolución de sus ojeras, o cómo se abrocha el botón de la chaqueta cuando se acerca a saludar a alguien. O las juventudes del PP que siempre ocupan la parte de atrás de los mítines. O las imágenes de los negros desnutridos. Por todo eso, la televisión aporta un valor añadido.

Pero verdaderamente deprimente me resultan las noticias sobre asesinatos de poca monta. Si se ha celebrado el entierro, la noticia suele tener más vidilla, porque ves las imágenes de los familiares, normalmente descompuestos por el dolor.

Pero dado que las noticias tienen que ser ante todo actuales, lo frecuente es desplazar a periodistas “al lugar de los hechos”. Y como la gente tiene la mala costumbre de matar a sus semejantes de puertas para adentro, la única forma de grabar algo interesante es entrando en el lugar del crimen. Y esto normalmente es imposible.

Y como las personas ya no se conocen o viven en urbanizaciones aisladas, no hay siquiera vecinas chismosas con las que hablar.

Asín, las noticias se acaban convirtiendo en un vacío. La voz en off va narrando lo mismo que si estuviéramos en la radio, mientras que la cámara se reparte siempre en los mismos planos.

Lo que se graba es:

  • Primeros planos del telefonillo (o portero automático), a veces con zoom.
  • Planos de la puerta cerrada donde se cometió el asesinato.
  • Imágenes de manchas que haya en el suelo, sean de sangre o no y tengan o no que ver con el asesinato.
  • Un plano largo en que se ve la perspectiva de la calle.
  • Un plano agónico, desde abajo, apuntando a la hipotética ventana donde ocurrió todo. Este es el peor, porque aparte de que no aporta nada, es que en un elevado porcentaje de los casos no hay certeza de que la ventana que se enfoca sea la de la casa del crimen.

telefonillo

El plano del telefonillo es el único garantizado al 100%, me imagino que eso se enseña en las facultades de imagen y sonido.

También me hago a la idea de que para el periodista en cuestión, por muy becario que sea, tiene que ser penoso recorrer tantos kilómetros para aportar un reportaje tan vacío. Y no es porque no sepa, es porque no hay donde rascar.

Campo de trabajo

I

Una forma diferente de pasar las vacaciones de verano, cuando se es joven y se tienen ganas, son los llamados campos de trabajo. Se trata de una especie de campamento avanzado: la gente ya tiene edad como para hacer botellón abiertamente y fuerza suficiente como para hacer algo de provecho.

En un campo de trabajo lo habitual es hacer una labor por la mañana y el resto del día se pasa en diferentes formas de cachondeo social y organizado.

Las tareas matutinas no suelen ser, al menos teóricamente, picar piedra o recoger aceitunas. Antes bien son trabajos que suenan muy bien: arqueología, recuperación de monumentos, labores de mantenimiento de parques naturales, etnografía, talleres de integración.

Aunque es un lujo el poder descubrir un esqueleto de la época romana, o trabajar en las islas Cíes, lo que merece la pena de los campos de trabajo es lo que ocurre por las tardes y noches. Sólo por eso, son un lujo que no dejar pasar.

Pero claro, el nombre es horrible: campo de trabajo suena demasiado parecido a campo de concentración (en la época en que éstos se crearon, se llamaban eufemísticamente campos de trabajo).

Cuando le explicaba a mis amigos que en el verano me iba a un campo de trabajo ellos me decían, ¿Pero trabajas gratis? Y les tenía que decir la verdad: gratis no, tengo que pagar una cuota de inscripción de 60 euros.

II

Hace un par de días leía una entrevista al usuario más valorado en Digg, Andrew Sorcini. Meneame es la versión castellana de Digg. Se trata de un sitio de noticias donde en lugar de redactores, las noticias las envían y valoran los propios usuarios.

Andrew Sorcini, con el nick de MrBabyMan es una persona que bate todos los récords dentro de Digg. Muchas de sus noticias acaban en portada, recibe multitud de votos positivos y tiene muchas personas que le apoyan. En la entrevista, Andrew Sorcini menciona que pasa “entre tres y cuatro horas a enviar noticias”. Eso son muchas horas. Media jornada laboral (entre tres y cuatro suele significar “me gustaría que fueran tres pero supero siempre las cuatro”).

Andrew Sorcini está realizando una enorme labor para la comunidad de Digg. Gracias a él muchas noticias interesantes están llegando a muchas personas. Supongo que todo esto le resulta suficientemente gratificante como para hacer que se sienta bien con lo que hace.

Ocultos en la lista están el segundo usuario más popular de Digg. Y el tercero y cuarto. Y así un montón de personas que ocultos en el anonimato pasan varias horas al día cazando y votando noticias.

Es una labor altruista, como la de los editores de la Wikipedia o la de desarrolladores de software gratis (que no libre). O la de los DJs que cuelgan su sesión en internet. O los escritores que publican en sus blogs. Pero a diferencia de todos ellos, están ayudando a una empresa: Digg.com. Y en el momento en que Digg.com deja de ser una sociedad sin ánimo de lucro, Andrew Sorcini está trabajando gratis para ellos.

Aquí hay un conflicto de intereses. Por un lado, está la parte social. La labor de Andrew Sorcini no es menos valiosa que la que realiza un Wikipedista. Pero hay una parte de trabajo gratis que no se puede obviar. Digg.com no tiene editores, con lo cual no tiene que pagarles salario. Pero tiene publicidad y tiene ingresos. Con lo cual se obtiene la jeringa y los dos reales. No pago nóminas pero cobro beneficios.

Como en los campos de trabajo, es trabajo gratis, aunque no guste verlo así. Esta página por ejemplo, es trabajo gratis. Si os gusta, podríais colaborar del mismo modo que Andrew Sorcini. Me gustaría que alguno de vosotros la revisara desde el primer archivo y me indicara todos los links rotos que tengo. Y todas las imágenes con hotlinking. Que revisara las abundantes faltas de ortografía y los errores de 360º. No tiene que dedicar tres horas al día, simplemente lo que le parezca conveniente.

O aún mejor, que se venga a mi casa a limpiar las ventanas. Es una tarea ingrata, pero si la hace, dispondré de más tiempo para hacer el trabajo de mejorar mi página. Escribiré más artículos y más interesantes, pues dispondré de más tiempo libre.

III

Lo de trabajar gratis no está mal, todos lo hacemos a veces. Pero trabajar gratis para una empresa que paga dividendos a personas con gustos caros, es algo que merece ser indicado. Haz lo que quieras, pero no te engañes.

La noticia del viernes en Internet era la venta del 33% de 11870.com al grupo Vocento. 11870 es un excelente servicio con un pésimo nombre. Es un servicio impecable, difícil de mejorar. Las opiniones de los usuarios sobre servicios, casi siempre restaurantes, permiten descubrir nuevos lugares y lo que es más importante: no cometer errores.

Las felicitaciones por la venta – que hago extensivas – me recuerdan al viejo dicho de “¿Por qué nos alegramos en las bodas y nos entristecemos en los funerales?” pues porque no somos los homenajeados.

Si el Manchester United vende a Cristiano Ronaldo nadie se alegrará en Manchester. Pero si vendemos un zulo ruinoso por una millonada, nos alegraremos del vendedor. Desde luego 11870.com no es un zulo ruinoso, pero vender una patata tan caliente y tan grande, tiene mucho mérito.

Digo patata caliente porque se trata de un servicio sin perspectivas próximas de beneficio y con unos gastos de mantenimiento que no son triviales. Que el servicio es útil y ya no admite competencia posible es algo que también hay que indicar. Pero ahora las empresas cierran departamentos enteros sólo porque hay algunas pérdidas, con lo que comprar algo que genera pérdidas tiene su dificultad.

Pero bueno, a lo que iba. En el comunicado de la venta de 11870.com, además de varias palmaditas en el hombro, se dejaba caer una frase muy 2.0:

El contenido seguirá siendo propiedad de cada usuario: todo lo que que un usuario se haya guardado en 11870.com continuará en su perfil de 11870.com y seguirá siendo de su propiedad, la única diferencia a partir de hoy es que lo podrá ver más gente.

Nosotros vendemos el 33% de la empresa, pero el contenido sigue siendo tuyo. Que es, en cierto modo, una forma de decir “no estás trabajando para nosotros”.

Sobre la propiedad del contenido tuve un interesante intercambio de emails con uno de los responsables de 11870, hace algunos años. No nos pudimos poner de acuerdo pero insisto en que es una empresa con una cara amable intachable.

Las cosas como son. Si el contenido es “de los usuarios”, yo podría copiar su contenido y colgarlo de mi página, en una sección de restaurantes. No estaría mal asinorum.com/restaurantes. Quizás lo acabe abriendo.

Si yo copiara un par de opiniones, no pasaría nada. Si consiguiera salir el primero en las búsquedas de Google, algo no imposible, tampoco pasaría nada. Pero si copiase todas las opiniones de todos los restaurantes de Madrid y empezara a recibir mucho tráfico (que es quitárselo a ellos) desde buscadores, entonces ya sí pasaría algo.

Ahora bien, si el contenido es de los usuarios, los que me tienen que denunciar por apropiación indebida de contenidos, son ellos. Cada uno que denuncie lo suyo y cada caso por separado. Pero no. Hay una figura que es la de la obra conjunta.

La obra conjunta pertenece a 11870.com y si me paso copiando lo que no es mío, será un agobado del bufete Gómez-Acebo & Pombo, el de 11870, el que me denuncie.

Y volvemos al párrafo anterior. Según el acuerdo de venta de 11870.com, los contenidos seguirá siendo de la propiedad de los usuarios. Pero vamos a ver, si los contenidos son míos, ¿Es que acaso en el acuerdo de participación con Vocento, podrían de algún modo haber dejado de serlo?

Aquí ya nos pasamos de modernos. Que es trabajar gratis y punto y no pasa nada. Lo que no está bien es hacer pensar que no es trabajo gratis, tratar de crear una ilusión de que los únicos beneficiados son los miembros de la comunidad.

Se abstrae el concepto de empresa subyacente a toda historia 2.0. Comunidad y nada más. Pues no, hay negocios y gente que gana dinero. Y no es malo. Trabajas gratis.

[Gracias al comentario de Axioum veo que había dicho algo parecido sobre un servicio de Google hace cosa de un año.
Desde entonces hasta ahora, la diferencia en mi opinión está en que ahora se trata de hacer ver que no es trabajo gratis, que se hace por una comunidad. Vamos, mayor desfachatez aún.]

Miss Toronto

Hace algún tiempo escribí sobre el concurso de Miss Canadá. Fue un artículo interesante, además de ver muchas fotos de misses para la documentación estuve siguiendo la evolución del concurso. Pasó de ser marginal y dejar de celebrarse a ser uno de los que más expectación crean. Bastaba con ganar el concurso mundial.
Por eso cuando, coincidiendo con mi visita a Toronto, me encontré con la Miss Canadá del momento, no dejé pasar la oportunidad de hacerle una foto:
miss_canada_2008.jpg
Quise escribir sobre esta casualidad. Ya era raro que acabara escribiendo sobre el concurso como para que incluso pudiera coincidir con una de esas ganadoras, aunque vista en un desfile.
La rubia es Miss Canadá, la morena Miss Toronto. Luego claro, estuve buscando por Internet los nombres de las chicas. Y aunque no estaba seguro de si son las ganadoras de 2007 o 2008, a pesar de poder contrastar fácilmente quiénes pueden ser, las supuestas vencedoras no se les parecen.
Sin ánimo de entrar en teorías conspiradoras, lo que pretendo decir es que es absurdo que uno tenga una página personal y suba una foto de sus vacaciones pero luego necesite casi una hora en encontrar los nombres de las personas, dar un link a sus páginas personales y explicar sus carreras. La historia ya está contada, y precisamente lo menos importante es lo más complicado de hacer.
No estoy seguro de que fueran las misses, sólo os puedo asegurar que tenían una banda al hombro en que mostraban sus títulos y que estaban en un desfile por las calles de la ciudad. A menudo escribiendo entradas en el blog pasa eso: tienes la buena historia, te has preocupado de escribirlo dignamente y sólo te faltan un par de links que den solvencia a la historia, o pulir unos pocos detalles y ese trabajo a veces es enorme, más que el escribir la propia historia.
Ya escribí sobre esto parcialmente, en la historia titulada el hilo de plata, cuando hay historias que prácticamente se basan en una única fuente, lo que las hace tremendamente sospechosas. Y el encontrar una segunda fuente que la confirme puede ser una misión imposible.
Y es eso: esto no deja de ser una página que nadie tomará por fiable. Tengo la foto de la chica guapa y os puedo jurar que estuve allí. No hace falta más. No tengo que poner links, ni indicar fuentes y si me he equivocado no pasa nada.

Maraton

Anoche estuve viendo la primera hora de la maratón de las Olimpiadas de 2008. La maratón es la prueba más épica de toda la competición y la medalla es una de las más simbólicas de todos los Juegos.
Esta mañana me levanto para ver el resultado. Venció el keniata Sammy Wanjiru, siempre en el grupo de cabeza, hasta el final mismo de la prueba. Un resultado extraordinario para un deportista jovencísimo (sólo tiene 21 años) con una marca de récord olímpico. Un triunfo histórico para Kenia, que extraordinariamente nunca había ganado el Oro en la maratón.
Pero por lo que escribo es por el asco que me ha causado leer la noticia en el periódico. El titular del periódico es claro: Chema Martínez deslumbra y después se apaga.
O sea, ¿Que el español tuvo grandes opciones de victoria? No señores. Estuve viendo la carrera y aunque Chema Martínez se dejó el pellejo, lo que hizo en ese supuesto deslumbrar fue meterse en el grupo de cabeza, a costa de no poder tirar ni con su alma durante el resto de la carrera. El grupo de corredores africanos marcó un ritmo bestial – acabaron con un récord olimpico – del que la mayoría de los corredores se desentendieron. El español estuvo ahí durante la primera mitad de la carrera, pero a mi me recordaba a esos aficionados que se ponen a correr junto a los escaladores de las pruebas de montaña del Tour, que durante unos segundos son capaces de ir al mismo ritmo. Cierto es que Chema Martínez es un grandísimo corredor, pero se le notaba que iba con un sobreesfuerzo. Yo no noté ningún brillo y seguro que cualquier persona mínimamente neutral tampoco. Al final el corredor español acabó descolgándose de ese grupo de cabeza, cada vez más, hasta desaparecer de las clasificaciones.
Las noticias deportivas son exageradas, optimistas, pero están grotescamente centradas en la actuación de los españoles. A veces es absurdo, sobre todo en deportes en los que somos más malos que la quina. Por ejemplo en bádminton, en que parece que cuando eliminan a los españoles se ha producido una hecatombe o se deja de competir porque ya no tiene sentido. No hay españoles, lo sentimos pero no habrá medallas en bádminton este año.
La noticia de la maratón la podemos comparar con la del New York Times.
Porque sí, aunque los americanos no sean los mejores, también compiten. De hecho, si miramos los resultados, el 9º, 10º y 22º clasificados son de Estados Unidos, mientras que Chema Martínez acabó el 16º.
El titular español: Chema Martínez deslumbra y después se apaga.
El americano: Wanjiru Gives da el primero Oro en Maratón a Kenya.
El artículo español menciona a Wanjiru en cuatro ocasiones.
El artículo americano menciona a Wanjiru en trece ocasiones.
El artículo español menciona a Martínez en siete ocasiones.
El artículo americano menciona a su mejor corredor, en tres ocasiones.
A ver, que Chema Martínez no podía ni con las pestañas, que no es Fernando Alonso que acaba octavo en una carrera y escribes un artículo en que se te olvida mencionar al menos cuáles han sido los tres primeros clasificados. Que si España es buena en hockey pues se centra uno en España pero si no hemos hecho nada en un deporte, se puede hablar de los que eran buenos de verdad. Que hay gente a la que le gusta además de España, el propio deporte.

Pascal Dangin

Pascal Dangin comenzó su carrera [con catorce años] como ayudante de peluquería en un desconocido salón del XVe arrondissement en Paris. “Pasaba mucho tiempo con chicas, lo cual siempre es bueno cuando eres un adolescente.” Me contó una vez en su despacho. “Pero lo que era realmente fascinante era que tenía que aprender todo sobre la vida de una persona en un instante. Como unos quince segundos para averiguar: ¿Dónde va a comer? ¿Que le gusta vestir? ¿Está casada? Imaginarse toda sobre la vida de la gente y luego definir un estilo para esa persona.”

Tenía un amigo que tenía un Mac Quadra. Hicimos un trato: por las noches yo podría usar su ordenador. Solía ir a su estudio a las siete y media de la tarde. Desenchufaba el ordenador, lo metía en una cesta, andaba seis manzanas hasta llegar a mi apartamento. Me pasaba toda la noche trabajando, aprendiendo a programar y luego a las siete de la mañana tenía que parar para que cuando él se despertara, el ordenador estuviera en su sitio.

Del número de marzo de la revista Vogue, 144 fotografías habían sido retocadas por Dangin: 107 anuncios (Estée Lauder, Gucci, Dior, etc.), 36 fotografías de moda y la portada, una fotografía de Drew Barrymore.

Pascal Dangin: el rey del retoque fotográfico.: Interesante artículo del New Yorker.

Cambia el modelo

En las marquesinas de la ciudad de Madrid apareció una campaña de publicidad en la que los modelos eran chicos o chicas con Síndrome de Down, en un plano medio, mirando de frente. La campaña llevaba por título “Cambia el modelo”. Me llamó la atención al frescura y naturalidad de los jóvenes, y comenté con algunas personas lo buena que me había parecido la idea dada la necesidad que esta sociedad tiene de dignificar la imagen de estas personas.

Las personas con SD (Síndrome de Down) tienen mucho que ofrecer. Todo el que ha coincidido en algún trabajo con alguna persona con SD da testimonio de que esto es así. Ahora se trataba de crear una campaña publicitaria en carteles para marquesinas para que se enterara mucha más gente. Y nosotros apostamos por decirlo con valentía, sin ningún tipo de complejo. La propuesta creativa fue la siguiente: utilizar los clichés publicitarios más reconocibles, hacer falsos anuncios de productos en los que los modelos fueran personas con SD. Que ellos fueran los profesionales que nos ofrecen cosas, los modelos que nos motivan a comprar. En este caso, comprar toda la humanidad y las cualidades que tiene un colectivo deseoso de integrarse plenamente en la sociedad laboral. De ahí nuestro lema: “Cambia el modelo”. Una llamada al cambio de chip que la sociedad debe terminar de hacer.

Me sorprende sin embargo la campaña. Usan a personas con Síndrome de Down como falsos modelos publicitarios, llamándome a que los vea como cualquier otra persona. Sin embargo, en lo que no reparan es que usan de ejemplo a personas con rasgos poco pronunciados de Síndrome de Down.

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The economist

Lo primero que sorprende de la revista británica “The Economist” (oficialmente es un periódico) es lo pequeña que es comparada con tantas otras revistas. Apenas tiene 100 páginas y es bastante más compacta que el suplemento dominical de “El País”. Y cuesta 5,20 euros del ala.
Fundada el 5 de Agosto de 1843, hace más de 150 años, la revista siempre ha tratado de destacarse por un pensamiento progresista y liberal en los mejores sentidos de ambos términos. Su lema es:

Tomar parte en una dura lucha entre la inteligencia, que nos hace avanzar, y la inútil, tímida ignorancia que nos impide ese progreso.

Lejos de lo que pudiera pensarse, no es exactamente una árida revista sobre economía. También trata sobre política internacional, ciencia, literatura. Cierto es que los asuntos económicos son mayoría, pero siempre desde un punto de vista divulgativo. A pesar de que la revista busca un público de élite intelectual, no maltrata a sus lectores con términos que sólo conozcan unos pocos. Como indica la Wikipedia, da por hecho que el lector conoce lo que es la inflación, pero puede dar una explicación breve de lo que significa un término algo más avanzado. Incluso al referirse a empresas o políticos de fama mundial indica de quienes se tratan (“La empresa de telefonía móvil Vodafone”).
“The Economist” es una revista para la élite. No sorprendería encontrarla en los aseos del Palacio de la Moncloa. Los artículos se expresan con bastante imparcialidad – aunque no siempre la haya – siguiendo la línea editorial de liberalidad y cuando atacan a un determinado colectivo (ya sea una empresa o la política de un país) las respuestas en forma de cartas al director que publica el periódico no son de jubilados polémicos o de complacientes lectores, sino de altos cargos de la política, representantes de organismos internacionales y presidentes de grandes compañías.
Cuenta la Wikipedia sobre un artículo que provocó tantas iras que recibió cartas de el presidente de BP (una de las mayores petroleras del mundo), de un ex-director de Shell (otra) y de representantes de organizaciones muy conocidas. En el número que tengo en mis manos se mezclan cartas con ingeniosas respuestas de personas desconocidas, cartas de profesores universitarios, una del Embajador del Reino Unido en Colombia y otra de una mujer que incluso tiene una entrada en la Wikipedia.

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