Versiones comparadas

¿QUÉ ES P2P?
[…]
Hasta ahora, esta tecnología ha permitido a millones de usuarios de Internet de todo el mundo compartir todo tipo de archivos en la red. Si funcionaban con licencia o no, ha sido otra cuestión.
Si es indudable el éxito de dicha tecnología (más del 60 % del tráfico actual de Internet es tráfico P2P), por qué no plantearse, entonces, su uso lícitamente, como es este caso. Una de las primeras aplicaciones ha sido la telefonía (Skype), pero otras ya están tomando el relevo apuntando maneras. La distribución de vídeo y audio a través de esta tecnología permite, pues, distribuir contenidos de mejor calidad.

Radio (y Televisión) Española emite sus programas en P2P con calidad CD en Internet. Pero con los podcast (programas de radio grabados) va muy atrasada, apenas si hay programas disponibles.
Los jueves echan un programa en Radio Clásica “Versiones comparadas” que es un auténtico lujo para oír como podcast: toman una obra importante del repertorio clásico y junto con la historia de su composición van narrando las distintas versiones que se han grabado a lo largo de la Historia y cuales son las mejores.
Esto permite contar un montón de subtramas en torno a un hilo central, aderezado con música, lo cual es muy ameno. De paso te hace conocer una obra a la perfección. Ese es uno de los métodos más eficaces de aprendizaje que existen: saber mucho de poco para acabar sabiendo poco de mucho.
El programa de versiones comparadas lo radian los jueves de 13:00 a 14:00. Es un horario pésimo y por el tipo de programa es una pena perderse una edición.
El programa de hoy ha tratado sobre el Concierto para Orquesta de Bela Bartók. Bartók era un músico húngaro extraordinario de comienzos del siglo XX que tuvo que emigrar a Estados Unidos cuando la cosa se puso fea en Europa.
Estados Unidos se benefició de la fuga de cerebros masiva del periodo de las Guerras Mundiales. Muchos músicos consagrados se murieron de asco al llegar allí mientras que otros que no habían logrado nada en su país natal prosperaban en el país de las oportunidades. Bartók fue uno de los que no tuvo éxito y pasó penurias económicas en Estados Unidos.
Serguei Koussevitzky era un director de orquesta de origen ruso que había tenido mucho éxito a ambos lados del Atlántico y para hacerle un favor le solicitó un encargo a Bela Bartók. Este compuso su Concierto para orquesta y Koussevitzky tuvo la oportunidad de estrenar la obra.
Contaban en el programa que la versión que grabara Koussevitzky pocos días después del estreno (en 1944) es posiblemente la mejor versión grabada que aún existe de dicha obra. El Concierto para Orquesta es una obra majestuosa que ha sido interpretada y grabada miles de veces, pero aún la primera impresión es la mejor de todas. Esto desde luego no es nada frecuente en música.
Si lee uno la página de la Wikipedia sobre el Concierto para Orquesta uno no obtiene la información importante. No se suele decir mucho, pero la Wikipedia no es peor que la Enciclopedia Británica por la veracidad de los hechos ni por la cantidad de información, sino por la absoluta objetividad que trata de practicar, que la convierte en peor que una versión escrita por un ser humano, como el presentador de “Versiones Comparadas”.
Hay una reseña muy interesante en esta página sobre el Concierto para Orquesta de Bela Bartók y sobre su vida en general en Estados Unidos.
Para los que suelen quejarse de las Sociedades de Autor, esta perla:

El diagnóstico era sombrío: Bartók tenía leucemia. La ASCAP (Sociedad Norteamericana de Compositores, Autores y Editores), sociedad que se encarga de los derechos de autor, asumió todos los gastos de su atención médica.

En ese estado, hundido moralmente por su incapacidad para adaptarse al país y con los días contados, Bartok compuso con un adelanto de 500 dólares del director Koussevitzky la que acabaría siendo su obra más conocida (que no la mejor pero sí una de las más asequibles).

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Informator

El Informator fue durante décadas la publicación de referencia en ajedrez. Creada en 1966 por Alexander Matanovic, nació con la idea de ofrecer al resto del mundo el tipo de información sobre ajedrez de que disponían los jugadores soviéticos.
Una revista de divulgación sobre ajedrez con un mercado enorme, the rest of the world. Hasta la actualidad han vendido más de 3 millones de ejemplares en todo el mundo, a lo largo de más de 150 países. Todo un récord para un deporte o juego tan minoritario como era el ajedrez y teniendo en cuenta que la revista siempre ha sido muy costosa (hoy en día cuesta unos 25 euros pero apenas si ha subido de precio en 40 años). Acaba de lanzar su ejemplar número 100.
El objetivo de presentar la información sobre ajedrez al público que no fuera ruso tenía un enorme problema: el idioma. Si bien Rusia era el mayor mercado mundial para productos ajedrecísticos, quien quisiera acercarse a otros mercados tendría que quedarse con una parte muy pequeña de un pastel ya menguado. La aproximación del equipo del Informator fue muy ingeniosa: publicarían un libro que fuera comprensible en todos los idiomas del mundo.
Hoy en día esto resulta trivial. Cualquier aficionado que publique una página web sabe que puede recibir visitas de todo el mundo por lo que no haría mal en atender las diferentes características regionales y culturales. Pero estamos hablando de 1966, antes de que el hombre llegara a la Luna. La idea de Matanovic tenía ciertas esperanzas dado que existía una nomenclatura homogénea para la forma de escribir las partidas de ajedrez.
El problema radicaba en las iniciales de las letras que representan las piezas. En español los movimientos de alfil comienzan con la letra A, mientras que en inglés es con la B y en alemán con la L. Para resolver este problema se optó por crear una tipografía propia, en lugar de escribir la letra que representa la figura, se dibujó la figura misma. Un alfil en pequeño se entiende aquí y en Pekín.
Un problema aún mayor lo representaban los comentarios. Una partida de ajedrez sin comentarios es como un partido de fútbol sin gritos ni cervezas. Además, el objetivo de la revista Informator no era tan solo mostrar partidas importantes, sino también servir como herramienta de estudio. Los jugadores enviarían sus partidas así como sus comentarios a las mismas, lo que las convertiría en aún más interesantes.
Ante el problema de los comentarios Matanovic optó por crear un sistema de signos universal. Casi cada opinión posible dentro de una partida de ajedrez podía ser expresada mediante dichos símbolos. Ni qué decir tiene que como todo lenguaje, unos lo dominaban mejor que otros. Yudasin por ejemplo era el Cervantes del lenguaje del Informator.

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En esta imagen, la quinta línea (que comienza con un triángulo y b4) significa:
La anterior jugada la hice con idea de continuar con el movimiento (peón) b4. Luego sería interesante hacer alfil a b2 y luego mover el peón a c5 con iniciativa en el ala de dama (el lado izquierdo del tablero). Antes de mi nueva idea se había jugado 12.f4 siguiendo las negras por ejemplo con a6 y la idea de capturar exf4 y luego jugar su caballo a c5. También se había jugado 12.Ae3 a lo que sigue a6 seguido de Ag5 con posibilidades para ambos bandos.
El sistema de comentarios es mucho más críptico y condensado, pierde la elegancia del lenguaje natural pero gana en versatilidad.

informator-simbolos

En poco tiempo el Informator se convirtió en la publicación más importante de ajedrez y hasta ahora en que los ordenadores y el Emule dificultan su negocio, fue una compra imprescindible para todo fuerte aficionado al juego y una referencia obligatoria en las estanterías de los clubes de ajedrez.
La tirada era de dos ejemplares al año. Aunque se llamaba revista por la periodicidad, el volumen era gigantesco, con cerca de 500 páginas en un libro de buen tamaño. Incluso los profesionales no disponían de tiempo suficiente como para ver las más de 800 partidas con comentarios.
Al aumentar rápidamente su prestigio el simple hecho de conseguir que te publicaran una partida ahí era casi imposible aún para fuertes maestros. Para muchos jugadores el esfuerzo que perdían en comentar su partida lo mejor posible estaba compensando con el logro de lograr su publicación. Normalmente tenía que resultar una partida excelente o contener algún movimiento muy nuevo y trascendente, o una combinación brillante. Todos los campeones del mundo han mandado sus partidas al Informator y la mayoría de ellos las ha comentado personalmente.

informator-partida

Pronto se convirtió en una especie de New Yorker del juego. A pesar de los comentarios de los Grandes Maestros que las jugaron, un equipo de expertos en la redacción de la revista los repasaba en busca de errores o mejoras a las jugadas sugeridas. Preferible era que descartaran tu partida a que la publicaran con algunas de las temidas RR (Nota de la redacción, eufemismo de coRRección).
En cualquier caso sabías que durante seis meses todos los fuertes jugadores del mundo iban a posar sus ojos en tus partidas, para bien o para mal, lo que fomentaba aún más el perfeccionamiento.
Todo un éxito para una revista que se publicaba en Belgrado, capital de la antigua Yugoslavia. Para quien no lo sepa, Yugoslavia fue durante algún tiempo la segunda mayor potencia ajedrecística, tras la URSS.
Un título prestigioso dentro de cada Informator era el premio a la mejor partida de la edición anterior de la revista. Este premio se realizaba escogiendo un jurado selecto formado por fuertes Grandes Maestros las mejores partidas del volumen anterior. Como en una elección de Eurovisión, cada uno repartía sus notas y al final, la mejor tenía el privilegio de ser publicada de nuevo, a toda página.

informator-best-game

Kasparov siempre estaba entre los ganadores a este título. No solo por la brillantez de sus combinaciones, sino porque conseguía sus victorias ante rivales de enorme fuerza que se defendían extraordinariamente.
Hoy en día el empleo de los ordenadores ha restado mucho interés al Informator. Los comentarios, en su desesperado afán perfeccionador, son demasiado complejos, repletos de extensas variantes sugeridas por las máquinas.
El sistema de comentarios de la revista se acabó convirtiendo en un estándar de facto sobre cómo comentar las partidas de ajedrez.
También Informator ideó un sistema de aperturas codificado. El nombre de la apertura suele tener un valor anecdótico y también cambia según el país del que se trate. Pero al final la agrupación por aperturas es una buena forma de organizar las partidas bajo algún criterio.
Así el equipo de Matanovic había planteado un sistema independiente del idioma para clasificar las aperturas, asignando códigos que iban desde la A00 a la E99. Este sistema distaba mucho de ser perfecto, pero acabó siendo también aceptado como estándar.

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En otras áreas más difíciles de catalogar como los finales también impusieron un sistema de códigos, del que la imagen superior es una parte. Si dentro de 5.000 años los arqueólogos sólo encuentran esa página de la revista van a tener verdaderos quebraderos de cabeza para entender de lo que realmente se trataba.

La frase: Don’t be evil

Don’t be evil: No hagas el mal. Lema corporativo extraoficial de Google.
Origen:

De acuerdo con el libro de John Battelle sobre Google The Search, la frase Don’t be evil no fue acuñada ni por Sergei Brin ni por Larry Page, sino por Paul Buchheit, el ingeniero responsable de Gmail:
El 19 de Julio de 2001 cerca de una docena de empleados que llevaban muchos años en Google se juntaron con los directivos de la compañía para elucidar los valores centrales de Google…La reunión pronto determinó que los habituales lemas de las compañías seguían clichés que luego nadie podía realmente cumplir y que de poco servían: Trata a los demás con respeto, por ejemplo. O Llega a tiempo a las reuniones.
Los ingenieros en la sala no estaban conformes. Amil Patel indicó “Muchos de nosotros éramos muy anticorporativistas y no nos gustaban las ideas de esas reglas específicas. A los ingenieros en general nos gusta la eficiencia – tiene que haber una forma de decir todo eso en una sola frase, en lugar de ser tan específico”.
Entonces Paul Buchheit, otro ingeniero de Google, soltó las que serían las tres palabras más importantes de la la historia corporativa de Google. Paul dijo “Todas esas frases pueden resumirse simplemente diciendo, Don’t be Evil“. Y de inmediato la frase gustó.

Evidentemente una frase tan insulsa no pudo ser dicha por primera vez en los cuarteles generales de Google. Usando la propia herramienta de Google Books, he encontrado la primera referencia en un libro de 1946 (en vista previa limitadísima):

The Middle Kingdom continued the physical establishment but introduced a new note:
“Do not be evil, (for) kindliness is good. Make thy monument to be lasting through the love of thee…(Then) the god will be praised by way of rewarding (thee).”

Con la poca información de que se dispone sobre ese libro, The intellectual adventure of ancient man, se puede deducir que “The Middle Kingdom” es el Imperio medio de Egipto (Middle Kingdom), comprendido entre los años 2030 a.C. y el 1640 a.C. Al indicar en el texto la frase a modo de cita, queda claro que está refiriéndose a un texto antiguo. El estilo religioso junto con la necesidad de incluir palabras para dar un sentido completo a la frase, amén del tema que trata el libro (el conocimiento en la antigüedad en Egipto) llevan a pensar que tal vez cita una obra del antiguo Egipto, puede que un papiro. Así, aunque la frase se hizo famosa gracias a Google, tiene más años que Matusalen, casi en sentido literal.
Frase aplicable a:
Como detallazo fuera de programa, relacionado con el Don’t be evil y con los egipcios.

Los Faraones retenía a Moisés y a su gente cautiva y les estaban tratando realmente mal. Dios le dijo a los Faraones que dejasen marchar a su gente, pero los Faraones se negaron. Para hacerles entender con quién estaba tratando, Dios le desafió matando a miles de niños primogénitos (y a adultos que fueran primogénitos, me imagino). Dejémoslo en los niños. Supongamos que los primogénitos eran todos jóvenes. En cualquier caso ninguno de esos niños tenía nada que ver con la esclavitud y las atrocidades cometidas por los mandatarios egipcios. Es como castigar a alguien por algo que han hecho otros.
Mi pregunta sería entonces, ¿Por qué tengo que rendir culto a un Dios vengativo asesino de niños inocentes?

La respuesta es sencillamente extraordinaria, extensísimamente calculando el alcance del castigo realizado por Dios, con datos de población de la época y teniendo en cuenta el volumen de las familias. Todo para al final justificar que no fue un castigo tan severo como a primera vista parece. Os recomiendo encarecidamente su lectura.
Las conclusiones finales son:

1. El número de niños egipcios inocentes asesinados : 69.000
2. El número de niños hebreos asesinados por los programas de los Faraones (y sus sucesores) : 2.750.000.

Así, el título de esa página era:

Was God being evil when He killed all the firstborn in Egypt?

Y la respuesta es que Dios fue el primero en Don’t be evil.

De la amistad

Cuando el filósofo Diógenes tenía necesidad de dinero, decía que lo reclamaba, no que lo pedía. Y para probar cómo esto se practica en realidad, traeré a colación un singular ejemplo antiguo. Eudomidas, corintio, tenía dos, amigos: Carixeno, cioniano, y Areteo, también corintio.
Cuando murió, como estaba pobre y sus dos amigos eran ricos, hizo así su testamento: «Lego a Areteo el cuidado de alimentar a mi madre y de sostenerla en su vejez; a Carixeno le encomiendo el casamiento de mi hija, y además que la dote lo mejor que pueda. En el caso de que uno de los dos venga a morir, encomiendo su parte al que sobreviva.»
Los que vieron primero este testamento se burlaron, pero advertidos los herederos de su alcance lo aceptaron, con singular contentamiento. Habiendo muerto cinco días después Carixeno, Areteo mantuvo largamente a la madre y de su fortuna, que consistía en cinco talentos, entregó dos y medio a su hija única, y otros dos y medio a la hija de Eudomidas. Las dos bodas se efectuaron el mismo día.

Michel de Montaigne, Ensayos (XXV, De la educación de los hijos).

La frase: malo malo malo malo

Malo malo malo malo:
Preferiría estar en un manzano antes que ser una mala persona en la adversidad. (Juego de palabras latino, atribuido a Cicerón (106 a.C.-43 a.C.))
Frase aplicable a:
Esta frase nos muestra hasta qué punto el latín fue un lenguaje extraordinario: Con una enorme sencillez gramatical y un vocabulario muy limitado, tiene una capacidad para decir mucho con pocas palabras, una concreción y flexibilidad, que pocos lenguajes son capaces de alcanzar.

El primer malo es la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo malo, malle, malui. Que significa preferir.
La segunda palabra proviene de malus, -i. Que significa manzano. Está en la forma de ablativo, específicamente “ablativo que indica posición”.
El tercer malo proviene de la forma masculina del adjetivo malus, -a, -um, que significa malo. Usado sin un nombre se convierte en sustantivo, normalmente significaría una mala persona. Está en el caso ablativo, que también puede usarse para expresar la segunda parte en una oración comparativa (Prefiero esto que aquello).
La última palabra proviene de la forma neutra de ese mismo adjetivo, y al igual que el tercer malo, como sustantivo neutro, significa algo en un mal sentido o una mala situación. De nuevo está en el caso ablativo, en una situación lingüísticamente similar al ablativo que denota la situación donde se encuentra el anterior.

Origen:
Los juegos de palabras son intrínsecos a la naturaleza humana y deben haber existido ya en las primeras formas de comunicación. Los romanos por tanto no eran ajenos a ellos.
Una excelente recopilación se muestra en esta página (en inglés).
El ejemplo atribuido a Cicerón sirve para expresar los distintos posibles usos del caso ablativo, que no es sólo un complemento circunstancial sino que puede ser como aquí el segundo término de una comparación.
Cuenta la Wikipedia que para la sucesión de malos de diferente significado existe una versión aún más extensa:

“malo malo malo malo malo malo malo, quam dente vento occurrere”

Que se traduciría por:

“Prefería comerme una mala manzana con un mal diente, antes que encontrarme con un mal mástil con un mal viento”.

Esta versión desde luego está mucho más cogida por los pelos. Sobre los usos de una misma palabra, existe una curiosa entrada en la Wikipedia (que me envió amablemente David C. hace algún tiempo) con la frase:

Buffalo buffalo Buffalo buffalo buffalo buffalo Buffalo buffalo

En este caso se conjugan los significados:

  • El búfalo como animal (que también puede llamarse bisonte). La palabra en inglés tiene la cualidad de que el plural es el mismo que el singular.
  • La ciudad de Buffalo, en el estado de Nueva York.
  • El adjetivo correspondiente a los que pertenecen a la anterior ciudad. “De Buffalo”.
  • El verbo buffalo, que significa presionar, acosar, intimidar.

Con ellos se puede formar esa extraña frase que vendría a decir algo como:

El bisonte de Buffalo (Nueva York) que es intimidado por otro bisonte de la manada también intimida a otro bisonte de la manada.

Teóricamente cualquier sucesión de la palabra Buffalo (que no es la única en el idioma inglés con esta propiedad, hay muchas otras como por ejemplo fish) tendría sentido gramatical. (De acuerdo con la teoría gramatical de Chomsky).
William J. Rapaport es el padre de esta sucesión de búfalos y se hizo relativamente famoso merced a ella.
La frase atribuida a Cicerón, ni qué decir tiene, resulta infinitamente más elegante.

Cuando Fischer hizo Rey h1

Hoy ha muerto Robert “Bobby” Fischer, el que fuera campeón del mundo de ajedrez, el primero que interrumpió la interminable serie de campeones mundiales soviéticos.
Fue uno de los jugadores más carismáticos del siglo XX y por ello su defunción será recogida por numerosos medios. Como pequeño homenaje quiero recordar una posición que nadie recalcará en sus resúmenes de partidas memorables. De Fischer se conocen muchas combinaciones y sacrificios asombrosos pero para alguna gente como yo su jugada más extraordinaria es la que muestro en el siguiente diagrama.
fischer-rh1.jpg
La posición pertenece a la partida Fischer-Andersson, jugada en Sieguen en 1970. La posición blanca es propia de una defensa siciliana pero con colores cambiados. Las blancas tienen un juego sólido mientras que las negras disponen de ventaja de espacio pero no de un objetivo claro de ataque. Es lo que se llama un equilibrio dinámico. Es como si un tigre estuviera asediando a una tortuga. Mientras esta no salga de su caparazón, no tiene nada que perder. Y el tigre no puede esperar eternamente. Hoy en día esa posición se llama de erizo por haberse demostrado que la posición tranquila puede hacer mucho más daño de lo que se piensa, como si de las púas de un erizo se tratase.
En la posición del diagrama anterior, siendo el turno de Fischer, hizo la jugada 13.Rh1 (puso su rey en la esquina del tablero).
En el ajedrez, se trata de averiguar lo que tu rival planea antes de que lo lleve a cabo, evitarlo o anteponerse o dejarle hacer si creemos que tenemos mejores opciones que él. Esta técnica de anticipación está llena de sorpresas y jarros de agua fría.
Pero la jugada de Fischer 13.Rh1 forma parte de un plan. Y lo que la convierte en mágica y digna de entrar en la historia es que no tiene nada de sutil. Es como si en una partida de poker muestras una de tus cartas voluntariamente o le prestas a los ingenieros de McLaren los planos de tu coche antes de la salida. Pero en este caso el plan fue tan retorcidamente claro que muchos de los que observaban la partida no fueron capaces de percibirlo. Como un mago que practicara trucos de carta vestido con manga corta.
¿Una jugada de espera? ¿Profilaxis? ¿Quiere esperar a su rival? El propio Ulf Andersson, uno de los jugadores más astutos para los matices posicionales, dudó ante la jugada de Fischer.
La siguiente jugada de Fischer fue un bombazo. Colocó su torre en el sitio que había dejado el rey. Y de repente todo estaba claro: iba a avanzar el peón de delante de la torre e ir a por el cuello de su rival. Tres jugadas después la posición era totalmente diferente.
fischer-g4.jpg
Las blancas estaban atacando, a pesar de tener menos espacio. El ataque fue propio de un libro, cada pieza logró su objetivo llevando a una sonora victoria del americano, precisamente a través de la columna que ocupó con sus torres.
Esa partida tuvo una repercusión mayor de lo que se cree, a pesar de que permanece un tanto en la sombra. El sistema erizo se hizo enormemente popular en los años setenta, siendo difícilisimo acabar con las púas defensivas. Mucha gente evitaba la ventaja de espacio para no sufrir las humillantes derrotas del animal que se revolvía.
Andersson, quien había sido la primera víctima del erizo, pasó a convertirse en el mayor experto mundial del sistema que demostró unos matices que hasta entonces no se conocían del juego.
La maniobra de Fischer pasó a ser un procedimiento rutinario dentro de dicha apertura. Yo mismo la he empleado alguna vez. Desde luego, por mucho que lo nieguen, hay cosas que pueden ser imitadas por todo un pueblo. Pero el crear, el inventar, eso ya es otra cosa. ¿Las ideas no tienen valor? El Rey h1 de Fischer cambió la forma de entender el ajedrez.
Quien quiera ver la partida completa puede hacerlo desde el navegador en la página de ChessGames.

Efecto placebo

Para medir la fiabilidad de cualquier nuevo tratamiento médico o de un fármaco en estudio los investigadores parten de una base muestral: una serie de pacientes que acceden a intentar ese nuevo método. En algunos casos, como los cánceres más complejos, los pacientes no tienen nada que perder.

Si queremos medir cómo funciona nuestro experimento no administramos el medicamento a los pacientes y medimos sus resultados comparados con los que presentaban antes del experimento. El simple hecho de tratar a un paciente ya forma parte de la curación. Es el llamado efecto placebo. El efecto placebo tiende a ridiculizarse: las desgraciadas amas de casa que usan las pinzas antidolor Lasvi son víctimas de ese efecto.

El efecto placebo sin embargo es tan eficaz que los investigadores se ven forzados a contrastar sus métodos no contra la ausencia de tratamiento sino contra lo que se obtendría usando un placebo.

Imaginemos que tener dolor de espalda son diez puntos. Un medicamento que no haga nada aporta cero puntos. Por ejemplo una caja de pastillas que se quede en la farmacia aporta una curación de cero puntos. Los placebos tal vez puntuarían entre uno y tres, dependiendo de la capacidad de sugestión de la persona. Un investigador sabe que tiene que sacar al mercado un producto que, como poco, suponga una mejora de cuatro puntos.
Ahí nos encontramos con un punto curioso. Para conseguir una mejora de cuatro o cinco puntos necesitamos en muchos casos millones de euros en investigación. Pero para conseguir una mejora parcial pero mensurable sólo hace falta un curandero, un sacerdote, un farmacéutico, un masaje, unas pastillas inocuas, una crema natural.

La sociedad en general tiende a ridiculizar al paciente que afirma que nota una mejoría con los placebos. Como las pulseras de cuarzo, muy de moda en los años ochenta, los filtros de agua, los suplementos de vitaminas. Los que se creen que mejoran con eso son unos idiotas.
Por un lado bienaventurados los crédulos porque gastarán poco en medicinas. Aunque las pulseras de cuarzo no valían para nada no eran tan caras y durante algún tiempo la gente que las usaba afirmaba sentirse mejor.

Por otro el efecto placebo funciona hasta el punto de que el método científico lo incorpora en sus procedimientos rutinarios de test de experimentos psicológicos o médicos.

En resumen, el método placebo funciona y cuanto más bien te haga, mejor para ti. En gran medida dependerá de tu capacidad de sugestión. Aunque hay casos extremos como los de personas que caen en manos de desalmados santeros o magos, los que se dejan guiar por inocentes pamplinas acaban obteniendo una barata forma de curación parcial que tiene la ventaja añadida de que puede cambiarse con regularidad. Por ejemplo el que después de un año entierre la pulsera de cuarzo puede probar con enorme satisfacción las grandes ventajas del agua filtrada o desionizada.

El efecto placebo está tan desprestigiado que nadie se atreve a emplear ni un segundo de su tiempo en él. Podría investigarse qué hace que un método placebo sea más efectivo que otro. Las mejores formas para potenciar estas formas alternativas de curación parcial. Usando el ejemplo anterior, habría que saber al menos qué sistemas nos permitirían una puntuación de tres sobre diez, descartando los sistemas de un solo punto.

La gente se rasga las vestiduras cuando en África no hay para pagar tratamientos del Sida. Pero podría hacerse mucho bien en dolencias menores más cotidianas con ayuda de placebos de laboratorio. Cierto es que los chamanes y médicos de tribu ya hacen eso pero algunas veces podrían mejorarse sus resultados. Y sería muy barato. Parece como si las únicas enfermedades importantes fueran las mortales. Hay que erradicar la malaria porque es mortal, pero los que tengan úlcera o gastroenteritis crónica en África que se den con un canto en los dientes por su buena suerte.

II

Volvamos al comienzo. Seamos drásticos. Pensemos en un cáncer complejo, como el de páncreas. Casi nada funciona y los médicos te convocan para probar un nuevo medicamento que ha funcionado bastante bien en las pruebas clínicas pero que aún no está aprobado. Sabes que es eso o morir en un par de meses. Así que dices que sí sin pestañear. Y entonces los médicos tiran una moneda. Si sale cruz, irás al grupo de control y tomarás uno de los placebos durante varias semanas. Y por mucho que los haya defendido no nos engañemos: los placebos palían pero raramente curan. Por el bien de la medicina morirás y creerás que tu última opción no funcionó. En los casos más macabros, gracias a tu muerte se habrá demostrado que ciertos medicamentos funcionan. Y después, se habrá generalizado su uso y salvado muchas vidas. Puedes pensar que fuiste un héroe pero en este caso fuiste un conejillo de Indias por el que ni los ecologistas se preocuparon.
La idea de que los placebos están infravalorados la aprendí de Seth Roberts.

Validando emails

Nunca entenderé por qué algunos programadores se preocupa hasta el paroxismo por controlar que las cuentas de correo de los formularios estén correctas.
Luego sin embargo puedes inventarte teléfonos, colocar una misma letra mil veces en el nombre, inventarte países de residencia. Todo eso parece dar igual.
function isEmail(str)
{
var regex = /^[-_.a-z0-9]+@(([-_a-z0-9]+\.)+(ad|ae|aero|af|ag|
ai|al|am|an|ao|aq|ar|arpa|as|at|au|aw|az|ba|bb|bd|be|bf|bg|
bh|bi|biz|bj|bm|bn|bo|br|bs|bt|bv|bw|by|bz|ca|cc|cd|cf|cg|
ch|ci|ck|cl|cm|cn|co|com|coop|cr|cs|cu|cv|cx|cy|cz|de|dj|dk|
dm|do|dz|ec|edu|ee|eg|eh|er|es|et|eu|fi|fj|fk|fm|fo|fr|ga|gb|
gd|ge|gf|gh|gi|gl|gm|gn|gov|gp|gq|gr|gs|gt|gu|gw|gy|hk|hm|hn|
hr|ht|hu|id|ie|il|in|info|int|io|iq|ir|is|it|jm|jo|jp|ke|kg|
kh|ki|km|kn|kp|kr|kw|ky|kz|la|lb|lc|li|lk|lr|ls|lt|lu|lv|ly|
ma|mc|md|mg|mh|mil|mk|ml|mm|mn|mo|mp|mq|mr|ms|mt|mu|museum|
mv|mw|mx|my|mz|na|name|nc|ne|net|nf|ng|ni|nl|no|np|nr|nt|nu|
nz|om|org|pa|pe|pf|pg|ph|pk|pl|pm|pn|pr|pro|ps|pt|pw|py|qa|
re|ro|ru|rw|sa|sb|sc|sd|se|sg|sh|si|sj|sk|sl|sm|sn|so|sr|st|
su|sv|sy|sz|tc|td|tf|tg|th|tj|tk|tm|tn|to|tp|tr|tt|tv|tw|tz|
ua|ug|uk|um|us|uy|uz|va|vc|ve|vg|vi|vn|vu|wf|ws|ye|yt|yu|za|
zm|zw)|(([0-9][0-9]?|[0-1][0-9][0-9]|[2][0-4][0-9]|[2][5][0-5])\.){3}([0-9][0-9]?|[0-1][0-9][0-9]|[2][0-4][0-9]|[2][5][0-5]))$/i;
}

La frase: Panem et circenses

Panem et circenses:
Pan y circo. (Juvenal nacido el año 55 después de Cristo.)
Frase aplicable a:
Aquellas soluciones a corto plazo que tienen las siguientes características:

  • No solucionan el problema
  • Empeoran la situación en el largo plazo
  • Son aceptadas por la mayoría de la población que no piensa en las consecuencias

Hay que indicar que la frase destacaba en su origen la crítica hacia la gente que es capaz de dejarse engañar con estas medidas. Hoy en día sin embargo suele aplicarse más a las soluciones parciales de los gobiernos orientadas a hacer olvidar el problema. Y es que ya no sorprende a nadie que el pueblo sea tan fácil de contentar con actuaciones superficiales.
Origen:
La frase se ha citado miles de veces. El origen es un poema (sátira) del afamado escritor Juvenal (Decimus Iunius Iuvenalis). La sección donde indica esa frase es la siguiente:

[…]nam qui dabat olim
imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se
continet atque duas tantum res anxius optat,
panem et circenses.[…]

(Juvenal, Sátira 10.77-81)

Aquel pueblo rey que antes distribuía
el imperio, las fasces, las legiones, y todo, a la sazón
ansiaba tan solo dos cosas:
pan y juegos.

El pan al que se refiere Juvenal es la annona, el pan subvencionado por el Gobierno de Roma. Todos los ciudadanos romanos tenían derecho a la manutención gratuita.
Hacia el siglo II antes de Cristo el suministro de cereales en Roma comenzaba a sufrir problemas dada la masificación de la capital y las siempre azarosas condiciones de transporte. El trigo se negociaba en los mercados a precios elevados y la población tenía dificultades para alimentarse cada vez que había una mala cosecha o dificultades logísticas. Estos problemas se traducían en descontento generalizado de la población.
La solución de los gobernantes fue optar por subvencionar ese trigo, vendiéndolo a precio por debajo del que ofrecía el mercado libre. La idea fue del político populista Cayo Sempronio Graco y fue puesta en práctica en el año 123 a.C.
El gobierno tenía sus propios almacenes donde guardaba el grano proveniente de las provincias que pagaban así una parte de los impuestos. Ante los problemas de suministro que atravesaba la población general, el gobierno prefirió vender parte de su trigo a precios inferiores, solventando una crisis por el camino fácil.
Desde ese mismo momento para los políticos la solución más cómoda para ascender en su carrera política era ganarse el favor del pueblo llano llenando sus estómagos. De ahí que el pan subvencionado, la annona, llegase en el año 71 a.C. a ser gratuito para 40.000 ciudadanos romanos.
A partir de ahí los sucesivos gobernantes, como Julio César, aumentaban la cantidad de beneficiarios de este pan gratuito.
Fue tarea de Augusto, un auténtico gobernante, rebajar estos subsidios. El emperador se sintió orgulloso de haber conseguido disminuir el número de beneficiados desde los 200.000 hasta los 150.000.
Poco después volvió a subir el número de romanos que comían gratis, hasta los 320.000, lo que quiere decir que uno de cada tres ciudadanos del Imperio comían trigo sin tener que pagarlo.
La escalada sin fin, en que ningún gobernante – salvo el honrado Augusto – quiso perder el favor popular, llevó a que con la subida al poder de Septimio Severo (146-211) no sólo Roma se viera beneficiada con el pan gratuito, sino que su ciudad natal, Leptis Magna(situada en la actual Libia), que estaba pasando una recesión, tuviera su propio trigo gratuito.
Severo Alejandro (208-234), treinta años después que Septimio Severo, quiso que el grano que se repartía al pueblo viniera ya en forma de pan horneado, mejorando así las condiciones de los romanos.
Aureliano (214-275) aumentó la cantidad de pan hasta uno y medio por persona. Y además incluyó vino – a consecuencia de un excedente que se había producido en una cosecha, desoyendo los consejos que le avisaban de la locura que estaba haciendo – y carne de cerdo a la perpetua cesta de regalo.
A partir de ahí la situación comenzó a empeorar con la caída del Imperio. Esta caída tenía un componente ocasionado por las pérdidas de territorios y la presión de los enemigos pero otro no menos importante en el colapso del sistema económico romano.
Así, hubo que recorrer el camino inverso: primero se volvió al reparto exclusivo de pan. Luego cada vez menos. Luego hubo que volver a pagarlo rebajado. Y finalmente se volvió al precio de mercado.
La actitud política del pan y circo hace que el problema que tiene un pueblo sea trasladado a los siguientes gobernantes que se encuentran con la misma situación además de una medida parcial que habría que revocar. La imposibilidad de eliminar esa medida sin perder el favor de los ciudadanos hace que pocos gobiernos se atrevan a solucionar esta “patata caliente” y optan por seguir trasladando ese problema.
El caso del panem et circenses original es quizás el problema político más postergado de la Historia. Desde el año 123 a.C. hasta el final de la Crisis del siglo III 284 d.C., durante más de 400 años, nadie se preocupó por resolver el problema del ineficiente mercado del trigo en Roma.
Fuentes:
Food in History. Reay Tannahill
Wikipedia. Artículo sobre la annona, que a su vez cita a la Enciclopedia Britannica.
Y el resto de páginas citadas en el artículo.

Henry Ireland. El metafalsificador

William Henry Ireland (1775-1835) era el hijo de un anticuario y editor, Samuel Ireland. Desde pequeño la absoluta falta de cualidades intelectuales del pequeño hizo que su padre no esperase gran cosa de él. Consiguió un empleo como ayudante de un abogado especializado en hipotecas, a Dios gracias.
En aquella época comenzó el boom de Shakespeare. Cierto es que el insigne escritor inglés disfrutó del éxito de sus obras teatrales en vida, pero hacia el final del siglo XVIII había una verdadera locura en torno a sus trabajos. Con el problema añadido de que apenas existían objetos de culto del genial escritor. No se conservaba ni uno solo de los manuscritos originales de sus obras teatrales. No existía ni una sola carta suya, ya fuera a un editor, productor o amigo suyo. Era tiempo de que los fraudes llenaran ese vacío.
William Ireland se inicio en la falsificación desde su profesión de ayudante de abogado. En ella tuvo acceso a documentos muy antiguos, además de mucho tiempo libre. Comenzó con curiosidad con un libro viejo que compró en una librería. El libro no tenía valor alguno porque aunque era antiguo no había forma alguna de demostrar su origen. Sin embargo se le ocurrió que si falsificaba una dedicatoria a la reina Elisabeth, aquello ganaría muchos puntos de credibilidad.

De la mejor forma que pudo, consiguió realizar la dedicatoria. Luego fue a un anticuario conocido suyo y de su padre y le presentó el documento para que le dijera si era auténtico y en tal caso el valor justo para el libro. Tras examinarlo detalladamente llegó a demostrar que no sólo era una falsificación sino una muy burda. Le mostró a William Ireland una forma más refinada de hacer parecer que la tinta era antigua, usando una tinta especial y exponiendo después el papel al calor. William observó el método y en lugar de vender un libro, acabó comprando un bote de tinta.
De nuevo en la quietud de su despacho, preparó una nueva dedicatoria a la reina. El resultado de la nueva falsificación superaba con creces a la anterior. Esta vez marchó con el libro a casa de su padre, mostrándole la ganga que había encontrado en un anticuario.
Su padre observó con cuidado la dedicatoria, dándola por auténtica. Y felicitó a su hijo por haber tenido tanto ojo descubriendo un libro así. Entonces le dijo que siguiera mirando, a ver si era capaz de encontrar un libro autografiado por Shakespeare. “Daría la mitad de mis libros por conseguir algo así”.

¿Qué no es capaz de hacer un hijo por conseguir el reconocimiento de su padre? A partir de ese momento la travesura de una tarde se convertiría en una profesión de años.

El primero fue del todo inocente. Un acuerdo legal entre Shakespeare y John Heminges, editor y manager teatral. Firmado personalmente por el famoso escritor inglés.
Con él llegó a su padre que no dudó ni un instante en la veracidad del documento. Maravillado, pidió a su hijo que tomara lo que deseara de su colección, a cambio del falso contrato. William Ireland era un hombre feliz.
Poco a poco fue sirviendo a su padre un reguero de documentos, todos relacionados con Shakespeare. Todos de un valor documental extraordinario. Todos completamente falsos. Como coartada le contó que un misterioso Señor H. que quería permanecer en el absoluto anonimato le había proporcionado esos documentos que podrían ser de Shakespeare.

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Carta supuestamente escrita por Shakespeare.

Los documentos tenían una clara tendencia hacia lo que se deseaba encontrar. “Ojalá tuviera un documento firmado por Shakespeare”. Aparece un documento firmado. En aquella época se dudaba sobre la religión que profesaba el poeta. Eran malos tiempos para el catolicismo pero una referencia en Hamlet al Purgatorio hacía pensar lo peor: que la mayor pluma inglesa profesó esa religión.

Fácil para William Ireland fue descubrir una Profesión de Fe en que se desvelaba que para descanso de todos Shakespeare repudiaba el catolicismo.
El número de falsificaciones fue en continua progresión. Hasta aparecer los manuscritos originales de obras de teatro, como Hamlet, algo que hoy en día tendría un valor incalculable. En lugar de confiarse, William Ireland había ido perfeccionando sus métodos hasta la absoluta perfección.
Pero para su desesperación, el padre no se conformaba con poseer la mejor colección de documentos originales relacionados con Shakespeare. Tenía que contarlo y no dudó en mostrar sus joyas a expertos en la materia. William Ireland no dudó que el entretenimiento para agradar a su padre acabaría descubriendo su mentira. Pero para su sorpresa, los peritos dieron los documentos por auténticos.
Con el beneplácito de los expertos, las falsificaciones derivaron en una orgía creativa. William Ireland descubrió un manuscrito de El rey Lear, pero en lugar de transcribir el original decidió modificar algunos apartados, eliminando algunas bromas originales que le parecían de mal gusto. Luego apareció un Hamlet, que resultó llamarse originalmente Hamblette. La pérdida de papeles iba en aumento.
Porque aunque no había tenido oportunidad hasta entonces, William Ireland tenía inquietudes literarias propias. Maravillado con la aceptación de sus Shakespeares decidió ir un paso más lejos: ¿Por qué no escribir una obra de teatro? Dicho y hecho, William Ireland descubrió en 1795 una nueva obra del más grande escritor en lengua inglesa, una obra de teatro desconocida hasta el momento: Vortigern.
La obra había sido escrita de principio a fin por William Ireland. Desde luego no tenía la calidad de las obras mayores de Shakespeare, pero bien podría tratarse de una de sus primeras creaciones.

Hacia el final de ese año nacería un libro recopilatorio con todos los escritos acumulados hasta la fecha. Este libro fue compilado por el padre de William y recibió el título de Miscellaneous Papers and Legal Instruments under the Hand and Seal of William Shakespeare y fue publicado al comienzo de 1796.

Este libro hizo que lo que hasta el momento era una curiosidad conocida por un pequeño círculo, se divulgase por toda Inglaterra. Muchos expertos pudieron observar de primera mano los textos descubiertos del autor. Y fue entonces cuando comenzaron a surgir las primeras sospechas.
Al mismo tiempo se planteaba el reestreno triunfal de la nueva obra teatral, Vortigern, de la que William y Samuel Ireland cobrarían un suculento porcentaje de los ingresos. Sin embargo cuando se acercaba la fecha del estreno las voces que indicaban que aquello no podía ser Shakespare aumentaban. William Ireland pensaba que lo peor ya había pasado. Y presentó una nueva obra: Henry the Second, también atribuida a Shakespeare.
Cuatro días antes del estreno se publicaba un libro de más de cuatrocientas páginas, escrito por Edmond Malone, uno de los mayores expertos en la obra de Shakespare, titulado An Inquiry into the Authenticity of Certain Miscellaneous Papers and Legal Instruments. En él demostraba con cuidadoso detalle que cada uno de los documentos presentados eran falsos.
El estreno de Vortigern fue un desastre, en gran parte debido al esfuerzo de Edmond Malone por dinamitar la obra. Muchos de sus conocidos fueron allí sólo para armar bronca. Al final consiguieron su objetivo y no hubo más representaciones.

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A partir de ese momento comenzó la desgracia para los Ireland. Todo el mundo acusaba al padre de ser el autor de las falsificaciones, entendiendo que el hijo sería incapaz de conseguir algo tan logrado. El padre le pedía al hijo que le pusiera en contacto con el misterioso señor H. para desvelar la originalidad de los documentos. Y William Ireland sólo pedía que le tragase la Tierra.
Samuel Ireland moriría en 1800 arruinado y sin saber que los documentos que tanta felicidad y sufrimiento le habían causado eran falsos. En 1805 William Ireland publicaría su libro An Authentic Account of the Shakesperian Manuscript en el que detallaba cómo había falsificado la obra de Shakespeare. A pesar de todo nadie le creyó, todo el mundo lo consideraba incapaz de algo tan refinado. Pensaban que había escrito el libro no para limpiar su conciencia sino en un desesperado intento de limpiar el nombre de su padre.
A pesar de que era ampliamente conocido el alcance de las falsificaciones de los Ireland, la subasta de los bienes del padre, Samuel Ireland, en 1801 atrajo mucho interés por parte de los bibliófilos. Gran parte de las falsificaciones fue adquirida por Edmond Malone, el hombre que con su escrito había derribado la autenticidad de su obra. Y es que es posible que a pesar de atacar tan fieramente a los Ireland pensara que había algo de cierto en los documentos.

Con el paso del tiempo la falsa obra de Shakespeare creada por William Ireland fue creciendo en interés por parte del público. William Ireland tuvo que comprar una copia de pésima calidad del trabajo de su padre Miscellaneous Papers and Legal Instruments under the Hand and Seal of William Shakespeare a un precio elevadísimo.

De repente alguien le preguntó por los documentos. ¿Conservaba alguno de los originales? ¿Tal vez el original de la falsa obra de teatro Vortigern?
La respuesta correcta era que no, pero desde luego William Ireland vio una excelente oportunidad. Y fue entonces cuando ingresó con honores en la Historia Universal del Engaño al falsificar sus propias falsificaciones. A partir de ese momento su principal medio de vida sería crear falsificaciones de sus anteriores falsificaciones. Y era tan bueno en esta metafalsificación que hoy en día se conservan siete copias “originales” de Vortigern y es imposible saber cual de las siete era la “auténtica”.

Teóricamente un autor no puede hacer falsificaciones de su obra. Goya realizó varios de sus cuadros dos veces y ambos son considerados originales. Sin embargo el caso de William Ireland es bien diferente. Por cuanto sus nuevas creaciones fueron realmente falsas, tratando de engañar a los clientes y obtener algún beneficio. Y son obras diferentes porque las primeras eran falsos Shakespeares pero las nuevas eran falsos Irelands.
William Ireland murió en 1835. Observando fríamente su obra se puede decir que aparte de un extraordinario falsificador fue un buen escritor. Su obra Henry the Second, que no fue jamás representada, aunque falsamente atribuida a Shakespeare no dejaba de ser una excelente obra teatral, hasta el punto de que si la hubiera presentado en lugar de Vortigern habría alcanzado un gran y merecido éxito. Una obra que a gusto habría firmado como suya Shakespeare.

El tiempo dio una nueva vuelta de tuerca a la obra de William Ireland. El libro que publicara su padre recopilando la obra falsa de Shakespeare es una obra cotizadísima entre los libreros de antiguo. Y los “originales” de las falsificaciones son tan valiosos que se han comenzado a falsificar en la actualidad. Así, es posible que quien posea uno de los manuscritos originales de Vortigern no tenga más que una falsificación actual de una falsificación hecha por William Henry falsificando su original de 1795 de una supuesta obra teatral que Shakespeare no escribió jamás.

Esta historia y doce más figuran en el libro “Banvard’s Folly”, de Paul Collins. Uno de los libros más interesantes que he leído en mi vida. Trata sobre trece personas que en su tiempo fueron enormemente conocidas, de las más famosas de su época, pero que el tiempo y las desgracias han hecho caer en el mayor de los olvidos. A ese libro llegué recomendado por Amazon. Es la primera vez que un robot me recomienda un libro maravilloso. Ese libro merecería ser mucho más famoso de lo que ha llegado a ser. Está traducido al español como “Gloriosos fracasos“. Y no soy de halago fácil.