Becas flacas

Hace quince años rellenabas la Declaración de la Renta y si te salía a devolver podían pasar fácilmente seis meses hasta que el Gobierno te devolvía tu dinero.
Hoy en día, gracias a la excelente informatización del Ministerio de Economía, no sólo hacer la Declaración de la Renta es menos doloroso sino que la devolución es casi instantánea.
Sin embargo este avance tan claro conseguido gracias a la tecnología aún no existe en el Ministerio de Educación y Ciencia. De hecho las becas se siguen concediendo entre noviembre y diciembre, igual que hace quince años (bueno, quizás unas semanas antes) pero el dinero no se adjudica hasta entrado el año siguiente, hacia enero.
Es sencillamente inexplicable que este proceso no se haya optimizado en nada. Es más, carece de explicación racional el que te concedan un dinero y no lo recibas instantáneamente, sino que se tarde un par de meses en realizar el ingreso.
Además, el dinero de las becas nunca se usa para ayudar al estudio. Cuando te dan el dinero ya está todo el pescado vendido y pagado, en cierto modo es como un incentivo a la Zapatero, unos 400 euros para estudiantes que levantan un poco la difícil economía en los meses de enero y febrero.

G8

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En estos días en que se hablan de todo tipo de organizaciones de países ricos, que si el G8, que si el G20, que si el G22, que si el G8+5, resulta curioso investigar quién ocupa esa octava posición como potencia económica.
La gráfica de más arriba es la estimada para el 2007, según los datos del Fondo Monetario Internacional. Estos datos son aproximados, hasta el punto de que la Wikipedia muestra en paralelo otras listas no menos prestigiosas (como la del Banco Mundial) encontrando notables divergencias en las cifras para importantes países.
De todos los puestos, quizás el octavo sea el más abierto de todos. Hasta el punto de que en función de los vaivenes actuales, los países pueden turnarse cambiando de puesto incluso varias veces al día.
Por ejemplo, dada la notable apreciación del dólar respecto del euro, es de esperar que México suba muchas posiciones en ese ranking y se acerque paulatinamente al octavo puesto. Si el dólar sube un 3% respecto del euro en un día, algo nada infrecuente, Canadá estará por encima de España, ocupando el octavo puesto. Una bajada del dólar le haría retroceder.
Del mismo modo, las fluctuaciones en el precio del petróleo pueden convertir a Rusia en un octavo clasificado, al menos durante unas horas. Las posiciones están tan ajustadas que en un año cualquiera de los siguientes países podría ser el octavo:
España, Canadá, Brasil, México, Rusia, India o Corea del Sur.
En cualquier caso toda esta discusión no tiene sentido ya que el G8 es un club formado por ocho países, los ocho que eran los más ricos en el momento de la fundación. Lo que cuenta no es tanto la riqueza sino el hecho de haber estado ahí cuando se fraguó la asociación.
Por ello se podría congregar un G’8:
A este nuevo club se le podría llamar el de los países aspirantes al G8 que no están en el G8, más Canadá, menos China.
Una explicación más sencilla sería la de los ocho países que aspiran al puesto de octava economía mundial. En este selecto club estarían los antes citados y tal vez Australia.

Los veinte y uno más

Este fin de semana será la cumbre en que se tratará de encontrar soluciones a la crisis financiera mundial en que nos encontramos. El Presidente del gobierno español ha conseguido encontrar una silla en tan importante reunión. La voz de España se hará oír entre la de los principales países del mundo.
¿Y qué tiene España que decir? Eso a nadie le interesa. A lo que va España es a controlar que no se diga nada que pueda perjudicarnos. España, es decir, el equipo del gobierno de España que vaya a dicha cumbre, formado principal, necesaria y vergonzosamente por traductores de inglés, no tiene nada de que hablar. Quizás si lo tuviera, lo habría mencionado ya.
España va a hacerse la foto. Una foto más bonita que la famosa de las Azores, pero una foto al fin y al cabo. España va más que para estar ahí, para decir que ha estado. Eso no importa si lo que se debate es el invadir un país o empezar una guerra. Pero si de lo que se trata es de arreglar el mundo, porque hace falta, porque ya es un poco demasiado tarde, el que un acomplejado presidente insista en ir es más un problema que una ventaja para los españoles.
Porque en esa cumbre no se van a dar medidas que nos puedan perjudicar. Al fin y al cabo nuestros intereses son similares a los de Francia, Italia o Alemania. En muchos aspectos casi idénticos. En lo único que podríamos salir perjudicados es en que nos quitaran territorio, ahí Alemania no abriría la boca. Pero no creo que de la Cumbre saliera la idea de repartir las Islas Canarias entre los principales Bancos Mundiales.
En España se han hecho muchas cosas bien, algunas muy bien, mejor que en el extranjero. A veces las medidas decisivas las han tomado personas que nadie conoce, como la famosa que impidió la creación de extraños derivados que pudieran venderse. Los temibles paquetitos de las subprime. Pero España no puede dárselas de país ejemplar. España no puede ni siquiera pensar en ir a Washington a sacar pecho. Y seguramente lo intente hacer.
Ahora mismo nos estamos desayunando con noticias de que Gazprom, la empresa gasista rusa, está interesada en comprar el 20% de las acciones de Repsol (actualmente en propiedad de Sacyr-Vallermoso, que necesita ese dinero para pagar facturas). Y por supuesto todo el mundo está en contra de que una empresa rusa ponga un pie tan grande en una compañía tan importante. Y así lo dicen.
Lo cierto es que con todo descaro hablan de que se interviene en el hipotético libre mercado, se impide la compra de una parte de una empresa por otra, sólo porque es rusa. En este caso es comprensible que haya cierto miedo. Pero al gobierno le da igual, al gobierno lo que le preocupa es que dejen de existir media decena de sillas donde sentar a amigos, cuñados, primos, sobrinos y donde sentarse ellos mismos cuando se retiren de su mandato. No es una protección ante una empresa peligrosa, es el asegurarse la jubilación para unos cuantos a los que se les deben favores.
Porque lo mismo que pasó con Gazprom pasó hace poco con Eon, una empresa alemana – o lo que es lo mismo, a efectos legales una empresa española. Aquí no queremos empresas extranjeras, que en el Consejo de Administración de Endesa hay 100 sillas. Aquí no hay ley, ni interés público, aquí hay un intervencionismo descarado, de difícil explicación. Pero que aún así, se explica.
Cuando se produzca la Cumbre de Washington hay un enorme miedo que circula en el ambiente: que todo se quede en papel mojado. Como la famosa cumbre de Kioto, de la que se habla mucho pero se hace poco. Al principio se pensó que si iban pocos a la cumbre, los demás países no estarían dispuestos a colaborar o a aceptar decisiones unilaterales. Entonces se amplió a los tuertos en países de pobres. Y ahora también España. Cuantos más países, más difícil es que se vote una medida por unanimidad. Y si hay votos en contra, hay reticencias. Y si hay demasiadas diferencias, a lo mejor ni se llega a nada. Y si llega un retrasado mental que decide hablar de algo que no es realmente prioritario, quita tiempo a que se hable de lo decisivo. Y luego, no se hace nada, y la casa sin barrer.
Por eso casi preferiría los tiempos de Yalta en que se juntaban los cuatro más listos y decidían y aquello iba a misa. Ahora con el empalago democrático, que no se puede aplicar como si fuera una panacea gubernamental, para cualquier pequeña decisión es necesario consenso. Y entonces ocurre una de dos: se vota y lo que elige la mayoría sólo lo hacen los que han votado a favor – como en Kioto – o sencillamente no se llega a ningún acuerdo, no se arregla nada, todo se deja igual.
Y entonces cuando haya mucho paro en el 2009, le echamos la culpa a las empresas – que tendrán su parte, pero no toda. Si la cumbre fuera de Ministros de Economía, tendría alguna esperanza. Siendo de dirigentes, me espero unas estupendas fotografías. Y un Lunes Negro.
Estuve tentado de incluir esta entrada en la categoría de “La frase”, con el excelente refrán español:

El onceno: no estorbar.

Es decir, el 11º mandamiento, del que no habló Moisés, pero quizás porque se sobreentiende: no estorbar. Con los tiempos que corren, esperemos que no se transforme en un El 21º: no estorbar.

Policías y ladrones

Impresionante la historia que he leído hoy en esta página(en inglés):
Un robo de grandísima factura: el ladrón atraca al guarda de seguridad de un camión blindado. Le quita una bolsa repleta de dinero, dejando al guarda atontado por una ráfaga de spray de autodefensa. El hombre sale corriendo con el dinero.
Hay numerosos testigos que describen con detalle el atuendo del criminal: camisa azul, un chaleco amarillo de los que se usan en las obras. Gafas protectoras y una máscara para proteger del polvo.
La policía llega de inmediato pero para su sorpresa se encuentra con que la zona está repleta de gente vestida así o de forma muy similar. El delincuente se quita el disfraz y consigue huir con relativa tranquilidad.
Resulta que el ladrón había puesto un anuncio en Craigslist (la principal página de anuncios clasificados de Internet) diciendo que le daría trabajo a quien llegara a esa hora a ese sitio y vistiera con una camisa azul, chaleco amarillo y máscara de protección.
Cuando ocurren estos robos uno siente pena de que hayan atrapado al criminal. La policía encontró la mascarilla que le cubría la cara, así como parte de su disfraz. De la mascarilla obtuvieron una muestra de ADN. Y de ahí a atraparlo sólo faltó un pequeño paso.
El criminal usó la tecnología más puntera: Internet, como forma de preparar su huida. Y la policía le atrapó gracias a la no menos moderna ciencia del ADN.

Libros de cocina del siglo XIX

Una de las críticas más habituales que recibe este blog es que apenas si se ha escrito sobre la cocina del siglo XIX.
Para acallar tan insistentes voces, he aquí una lista con los nueve principales libros de recetas de cocina publicados en Europa y Estados Unidos durante el siglo XIX. Me falta alguno publicado en España. Los libros que presento son los mayores superventas de hace dos siglos.
Casi todos están totalmente disponibles en Google Books. ¿Quieres sorprender a unos amigos? Las comidas étnicas están muy vistas, pero una auténtica receta decimonónica siempre se agradece.
The modern cook
de Charles Elmé Francatelli – 1846
Vista completa en Google Books
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El libro que escribiera el cheff de la Reina Victoria de Inglaterra. Como los que triunfan hoy en día, libro de cheffs pensado para el cocinero más modesto.

Modern Cookery, in All Its Branches: Reduced to a System of Easy Practice

de Eliza Acton – Cookery – 1845 – 382 pages
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Eliza Acton era una poetisa, pero su editor le explicó que el mercado para poesía estaba saturado, que sin embargo había grandes posibilidades para los libros de cocina. Le hizo caso y el suyo fue en boom comercial de su tiempo.
The book of household management
de Isabella Mary Beeton – 1863
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Posiblemente el libro más famoso del siglo XIX, su autora era una periodista no especialmente hábil en la cocina, pero el tratamiento enciclopédico, con dedicación cuidadosa en las cantidades, tiempos de preparación y los precios de las recetas, convirtieron a este libro en una referencia fundamental.
La cuisiniere de la campagne et de la ville, ou nouvelle cuisine economique
de LE Audot – 1879
Información en la Wikipedia
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Publicado en 1818, en 1901 iba ya por su 79ª edición. Un exitazo de ventas, recetas modestas y cotidianas. Este libro escrito en francés se equipara al bombazo del siglo XX: 1080 recetas de cocina, de Simone Ortega.
Christianity in the Kitchen: A Physiological Cook-book
de Mary Tyler Peabody Mann – Cookery, American – 1858
Sin vista previa en Google Books.
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Un necesario volumen para distinguir lo que es cocina inmoral de lo que no. Por ejemplo los pasteles de boda no sólo producen indigestión, sino que causan un daño moral a los que los toman. Tampoco la tortuga es buen alimento para el alma.
Miss Beecher’s Domestic Receipt-book
de Catharine Esther Beecher – Cookery, American – 1856 – 306 pages
Vista completa en Google Books
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El éxito en las cocinas americanas. Un buen libro que tiene como novedad el desarrollo no sólo de recetas sino de técnicas culinarias que siendo versátiles pueden ser empleadas en numerosos platos.
The Boston Cooking-school Cook Book
de Fannie Merritt Farmer
Vista previa limitada en Google Books.
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La aportación americana al Sistema Métrico Decimal, pero a la hora de medir las cantidades. Tres vasos de agua, pero ¿Cómo han de ser los vasos? ¿Y una cucharadita? Con el tiempo este libro acabaría sirviendo para marcar el camino en la unificación de las medidas en la cocina. Muy mal acogido sin embargo en Inglaterra.
Juliet Corson’s Fifteen Cent Dinners for Workingmen’s Families (its second title page reads,
Fifteen Cent Dinners for Families of Six)
de Juliet Corson – 1877
Sin vista previa en Google Books.
Más información
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Se acabaron las recetas para clase media. Decididamente apostando por el mercado de los pobres. Una joya donde encontrar recetas para los que vivían con lo justo, abundante en sopas.
A shilling cookery for the people
de Alexis Benoît Soyer – 1854
Vista completa en Google Books
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De nuevo cocina para las clases más modestas. Este libro se ha vendido más que cualquier novela famosa del siglo XIX, con 250.000 ejemplares vendidos en su tiempo.
Fuente: Food in History, de Reay Tannahill.

Mobuzz

Mobuzz es una empresa que parece va a quebrar a consecuencia de la crisis crediticia. Se ha dicho mucho sobre esta quiebra.
Sólo quisiera añadir que lo peor que puede pasarles no es que quiebren, que ya de por sí es trágico, sino que se conviertan en un símbolo. Un símbolo de la burbuja 2.0. Como en la primera burbuja de Internet fueron Terra en España y Pets.com a nivel mundial.
Al convertirse en un paradigma de fracaso, Julie Wainwright, la presidenta de Pets.com, que no tuvo demasiada culpa de lo que ocurrió con su compañía, no ha podido levantar cabeza de nuevo. Tuvo la mala suerte de encontrase en el puesto de presidenta de la más cuestionable de todas las empresas en medio de la explosión de esa primera burbuja.
Su caso no era el más grave de todos ni su gestión fue especialmente mala, pero dondequiera que va le acompaña una nefasta línea de curriculum que no se puede ignorar. Nadie en su sano juicio invertiría en una apuesta de tan sonora perdedora.
Todos podemos perder, pero acabar como ejemplo de perdedor es algo de lo que nadie se recupera.

Asesinatos en Detroit

Detroit: la ciudad con el índice de asesinatos más elevado de todo Estados Unidos. En 1987 se cometieron 635 asesinatos en Detroit, una tasa de 58.2 asesinatos por cada 100.000 habitantes, u ocho veces la media nacional. Sólo entre niños, hubo 365 tiroteos en que tanto la víctima como el pistolero tenían menos de dieciséis años (de los cuales 40 murieron). Estamos hablando de una ciudad muy dura – y encima que es una de las más ricas. ¿Qué será de Detroit si la industria del automóvil se hunde? No quiero ni pensarlo. La gente tendrá que empezar a llevar bazucas para protegerse.

Lo primero señalar la extraña correcta versión del término bazooka ( palabra inglesa que proviene de la jerga bazoo, que significa boca).
Lo segundo, que efectivamente la industria automovilística de Detroit se hundió y sin embargo los asesinatos han bajado con el tiempo, ahora son apenas la mitad que hace veinte años.
Esto para los que evocan los dulces tiempos de Naranjito y Barrio Sésamo. No todo ha ido a peor ni el pasado era tan dulce como lo recordamos.
La cita inicial es de un libro de Bill Bryson, un ecléctico escritor que se ha hecho ahora muy famoso por un libro de ciencia.

Cambiazo de hora

Mientras nuestros cuerpos se recuperan aún del reciente cambio de hora, podemos sentir un enorme alivio al pensar que una hora no es nada. Y es que en la Historia han existido radicales ajustes de hora, como el cambio al Calendario Gregoriano en que hubo un salto de 11 días.
Esa modificación fue tan traumática que sólo fue asumida de forma gradual por los distintos países, tardándose siglos en llegar a un equilibrio universal.
Pero tan recientemente como el 21 de agosto de 1993, los habitantes de la isla Kwajalein, en el archipiélago de las Marshall, sufrieron uno de esos pocos cambios de hora absolutamente radicales. En este caso, se da la curiosa circunstancia de que las Islas Marshall se encuentran justo sobre la línea de cambio de día. Y el condicionante de que la isla de Kwajalein no compartía no horario sino día con el resto del archipiélago (al preferir el horario de los Estados Unidos por ser base militar de ese país).
Así, Kwajalein tenía un día de diferencia con el resto de las islas. Y ese 21 de agosto de 1993 se realizó el cambio al horario estándar del archipiélago. Con el traumático resultado de perder un ¡Sábado entero!
Como cuenta este artículo del New York Times, los habitantes de esta isla se acostaron un viernes y se levantaron un domingo.
Via: Zonas horarias, en la Wikipedia.

Libros sobre libros

Una de las cosas que menos me gusta de los escritores es que por su profesión se acaban aislando del mundo real. Y entonces sus personajes se vuelven irreales, pero por necesidad.
No creo que haya escritor contemporáneo de éxito que haya quedado libre de la tentación de escribir una novela en la que el protagonista sea un escritor, o que trate sobre la escritura de un libro, o de la pasión del personaje central por los libros.
Y luego claro está el eterno desafío, mero ejercicio estilístico, de crear una novela circular, que hable sobre otra novela o las siempre temibles cajas chinas de historias concéntricas. Cervantes escribió el inmortal Quijote para que esto no volviera ocurrir. Fue en vano.
Será cierto que uno sólo puede escribir sobre lo que vive, pero para algunos escritores parece que su existencia no fuera más allá de su propio ombligo.
Dos reglas que trato de seguir: evitar leer los libros de este tipo. Dar a los autores por difuntos tras publicar alguno de estos libros. Toda regla tiene sus excepciones.

Diez consejos para ahorrar en tiempos de crisis

Ahora que los periódicos nos bombardean con listas de obviedades para ahorrar (compra marcas blancas en vez de productos publicitados, ve en autobús en vez de ir en taxi) voy a contribuir con una de ellas, pero esta es de un periódico de 1916, del The Times londinense. La crisis en cuestión era la I Guerra Mundial. Estos son sus diez consejos:

  1. Pagarle un 25% menos a los criados
  2. No tener invitados para dormir en casa
  3. Nada de entretenimientos; Ni teatro; ni salidas; ni taxis; sólo viajar en tercera clase.
  4. No tomar ni vino, ni licores, ni fumar.
  5. No debemos comprarnos ni una sola nueva prenda de vestir, por lo menos durante un año.
  6. No comprar periódicos, salvo The Times y una revista para mujeres a la semana.
  7. Si se juega al golf, sin caddie y sólo en el campo de golf que nos pille más cerca.
  8. Nada de regalos de boda, de cumpleaños o por Navidad.
  9. Una estricta economía en los alimentos; nada de sopas, entrantes o dulces (como frutas caramelizadas) o frutas, más allá de lo estrictamente necesario para la salud de los chicos, y salvo lo que tomemos de nuestro propio jardin; piezas menores de carne, purés huérfanos y comida de lo más simple posible.
  10. Ahorro estricto en carbón, gas y luz eléctrica.

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En este caso se trata de un contrato que firmaron marido y mujer, para racanear con el visto bueno de la ley.
Fuente: The Times online.

Vía:
El blog del archivo del Times.