La efectividad del preservativo

Una de las estadísticas, a la vez más triviales y más difíciles de estimar es la de la efectividad de los preservativos como medida anticonceptiva.
Y digo trivial porque se trata de un objeto que es usado cientos de millones de veces diarias por millones de usuarios. En la mayoría de los casos, esos usuarios lo usan porque creen que evitarán el embarazo.
Y digo difícil porque es difícil medir la efectividad del preservativo. Las mediciones de laboratorio serán siempre muy alejadas de la situación real. Los científicos podrán medir la capacidad de aislamiento que proporciona el látex. Podrán medir el porcentaje de espermatozoides que escapan de un preservativo “lleno”. Pero en cualquier caso, cualquiera de estos experimentos estará muy alejado de lo que ocurrirá en la faena.

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Perder el equipaje

El pésimo sistema de gestión de los aeropuertos con el equipaje provoca fáciles engaños. Dado que perder una maleta puede entenderse como algo probable, dos personas que vayan de viaje juntas – por ejemplo una pareja, o dos amigos, pueden pactar lo siguiente:
Cada una factura sus maletas por separado y cada cual guarda la tarjeta de resguardo de la maleta. Pueden volar juntos sin ningún miedo a llamar la atención. Cuando llegan las maletas, una de ellas recoge las maletas de los dos y se marcha. Cuando ha traspasado la zona de seguridad – donde pueden llegar a registrarle el equipaje – manda un SMS a la otra, o simplemente le hace una llamada perdida. Si para ese entonces no han salido ya todas las maletas, se espera, y a continuación, pone la correspondiente reclamación.

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Infrapersonalidades

I
Zamacuco fue como un terremoto. Apareció hace algunos años en un foro sobre videojuegos. Rápidamente se hizo muy famoso. Aún hoy, más de dos años después de su última aparición, queda un rastro nítido sobre su presencia en la red.
Zamacuco escribía en un foro de videojuegos sobre lo que le daba la gana. Su estilo era como el de un niño pequeño, pero dando a entender a las claras que era una persona mayor. La combinación era hilarante. Obtenía todo tipo de respuestas, a favor y en contra, pero él seguía en su línea. Mensajes dispersos en el tiempo, sin solución de continuidad, sin venir a cuento de nada. Hasta que un día, desapareció.

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Ives, el músico aficionado

Uno de los compositores más sorprendentes de la historia de la música es el norteamericano Charles Ives ( 1874 – 1954 ).
Hoy en día se le considera uno de los compositores fundadores de la música americana y uno de sus autores más internacionales. Sin embargo, Ives no fue un compositor profesional.
Ives trabajaba en una empresa de seguros. Tuvo una formación musical en la Universidad de Yale – junto con otras disciplinas. Poco a poco fue dejando en segundo plano su interés por la música – como forma de vida – y centrándose más y más en su carrera profesional. Consiguió independizarse y crear su propia firma de seguros junto a otro socio.
La mayoría de su obra tardó muchos años en tocarse. Resultaba demasiado revolucionaria para la época. Aquello no preocupaba demasiado a Ives, que como he indicado antes, tenía otra profesión.

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El aburrimiento de Shostakovich

No todo es negativo en el comunismo. En el comunismo, un butanero y un arquitecto pueden ganar casi lo mismo. Esto es bueno y malo. Lo bueno es que hay más arquitectos vocacionales – el dinero no es un atractivo de la profesión.
Sin ser ni una cosa ni otra, la vida de Dimitri Shostakovich y su obra no habría sido la misma si hubiera nacido en un país capitalista.
Mucho se ha escrito sobre los problemas que tuvo este compositor ruso en la difícil época que le tocó vivir en Rusia. Hoy en día es, sin lugar a dudas, el mejor compositor ruso del siglo XX (y posiblemente de todos los tiempos) – Stravinsky fue un “ciudadano del mundo”. Atravesó periodos de aclamación por parte del público y el Estado, como con su famosísima Sinfonía Leningrado (la nº7) que fue erigida como un símbolo de la resistencia rusa a la invasión alemana y periodos en que su obra fue repudiada por el Estado ( sin ir más lejos, la hoy famosísima Sinfonía Stalingrado (la nº8) fue prohibida por las autoridades ).
Al margen de todas estas disputas propias de un gobierno autoritario, el hecho indudable es que Shostakovich no era un músico megalómano con aspiraciones de obtener grandes éxitos de público, aclamaciones por parte de revistas o entrevistas en televisión. En un país comunista, no era más que un compositor. Esa libertad, le llevó a realizar obras realmente excepcionales, sobre todo por la valentía que demostró encarándolas.

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La burbuja albanesa

Albania tuvo una dictadura comunista desde 1945 a 1985. En ese periodo se eliminaron casi todas las formas de propiedad privada y se aisló al país de influencias externas y de fuentes de información. Cuando comenzó la transición al libre mercado, en el 1991, Albania era un país devastado en el que la mayoría de sus habitantes vivía en la extrema pobreza.
Sin embargo, la transición de este país a la economía de mercado fue relativamente rápida y satisfactoria. A pesar de ello, el sistema financiero era un desastre. Prácticamente no había banca privada, y los tres bancos estatales tenían el 90% de los depósitos. Se ofrecía un tipo de interés positivo por los ahorros, pero aún así era muy difícil conseguir un préstamo. Ante la dificultad de satisfacer la demanda de crédito por parte de la banca, un sistema informal, basado en los lazos familiares y los avalistas, comenzó a crecer.
Al principio se entendió que las empresas que prestaban el dinero realizaban una labor positiva para la economía. Sin embargo, estas empresas, en lugar de prestar dinero, trataban de captar fondos. Prometían tipos de interés muy elevados a quienes dejasen sus ahorros en ellas.
En general, el gobierno no supo concretar a quién podría corresponder definir el marco regulatorio en que deberían operar estas compañías de “banca informal”. La que parecía que sería una competencia del Banco de Albania, al final no fue adjudicada a el mismo, quedando un vacío legal en el que operaban estas compañías.
En realidad, los integrantes del gobierno estaban implicados en el apoyo a estas compañías, incluso algún político mostró su apoyo a las mismas en su campaña electoral.
El problema de las empresas es que se regían por un sistema piramidal, típico de los fraudes. La forma de atraer a los inversores era solicitando su dinero, con la promesa de que obtendrían altos dividendos, basados en los ingresos que hicieran las siguientes personas que se apuntaran a las inversiones y estos, a su vez, de las que lo hicieran más tarde.
Los primeros en apuntarse, tendrían tipos de interés de retorno bastante elevados. Digamos que de un 5%. Los siguientes que lo hicieran, tal vez empezaran con un 3%. Sin embargo, para seguir captando clientes, el sistema tenía que ir subiendo los tipos de interés una y otra vez. Para los clientes de una tercera ronda se ofrecían tipos del 3%, haciendo que los que habían llegado antes los tuvieran ahora del 7% y el 5% respectivamente.
La subida de los tipos de interés alcanzó tintes dramáticos. Las empresas de “inversión”, en una feroz competencia, ofrecían mejores tipos que sus rivales. Muchas de esas empresas no tenían inversiones que respondieran ante esas cantidades de dinero.
Conforme el caos era más y más próximo, los intereses prometidos iban aumentando. Con una inflación del 5% en 1995 y del 17% en 1996, Albania estaba ofreciendo unos tipos de interés del 8% mensual, lo que quiere decir que se ofrecía casi el 100% anual sobre el dinero que se depositara. Después sería el 12-19% mensual. Una empresa llegó a ofrecer un 30% mensual. La competencia ofrecía duplicar el dinero en tres meses. Otra ofreció duplicarlo en dos meses.
Mientras, la gente vendía todo lo que tenía, para aportar más dinero a los fondos, los ganaderos se deshacían de sus granjas y los propietarios de sus viviendas, el Banco de Albania había estimado en el 5% del PIB los depósitos realizados y alertaba sobre la insolvencia de esas compañías. El gobierno no hizo nada, hasta que fue demasiado tarde.
Un 19 de Noviembre de 1996, Sude, una de las principales compañías implicadas, declaró suspensión de pagos. La fiesta había durado un año. Ahora tocaba purgar los excesos.
Los fondos caían, uno tras otro, en la bancarrota. Una de las medidas más aplaudidas por los economistas fue la del gobierno, de no intentar compensar las pérdidas sufridas a los estafados. El gobierno se movió contra las otras compañías, que aún sobrevivían. Se produjo un corralito ( bloqueo del dinero de los bancos para evitar el colapso del sistema bancario). En febrero de 1997 el gobierno estableció un bando que prohibía los sistemas piramidales.
En marzo de 1997, Albania era un caos. El gobierno había perdido el control del sur del país. Muchos policías habían desertado, se habían sacado un millón de armas de los arsenales militares. Se evacuaron a los extranjeros, comenzó una emigración masiva de los albaneses. El gobierno se vio obligado a dimitir.

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Año Mozart

Mucho se hablará sobre Mozart este año, la mayoría tonterías. Si el aniversario del Quijote nos venía grande – la mayoría de la gente no ha leído el libro, pocos lo han disfrutado – qué decir ante el de un músico clásico y extranjero.
La mayoría de la gente no conoce la música de Mozart. Y de los otros, a muchos no les gustará la música que compuso. Soy uno de esos y por eso me voy a permitir criticarlo un poco.
¿Quién es el mejor escritor de la historia? Goethe, Dante, Cervantes, Shakespeare. ¿Quién es el mejor músico de la historia? Mozart.
Mucho se insiste sobre la genialidad de Mozart, su capacidad para componer música de gran calidad a toda velocidad. Fue uno de los mayores prodigios de todos los tiempos. Su melodías son de las más originales que jamás se hayan compuesto. Sus óperas son las más representadas a día de hoy, y las que mejores resultados de público obtienen. Sin embargo hay algo sorprendente en la música de Mozart: es totalmente prescindible en la Historia de la Música.

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Le devolvemos su dinero

Si no está satisfecho, le devolvemos su dinero.
Bajo esta premisa se oculta una de tantas estrategias de marketing, barriobajeras e indignas. La premisa establece una especie de relación de confianza con el cliente. Si usted quiere algo, no se preocupe, cómprelo, tómese su tiempo. Mírelo, luego, si le gusta ( seguro que le gustará ) se lo queda.
Si lo pensamos, la premisa es que si A entonces B. Pero en realidad, ellos parten del hecho no A, en este caso, que usted estará satisfecho, con lo cual, ocurrirá no B ( no habrá devolución ).
Sin embargo, hace tiempo que le di la vuelta a la frase. Parto del B, que es el que me interesa. Puedo comprar algo y devolverlo después, sin problemas. Antes, los pocos libros que compro, los compraba en la Casa del Libro. Ahora los compro en la FNAC. No porque sean más baratos, sino porque son unos de esos adalides del si no está satisfecho, le devolvemos su dinero.
Compro un libro, lo leo, y lo devuelvo. Así de fácil. Los libros son para leerlos, ellos están de acuerdo con aceptar devoluciones. Todo el mundo está contento.
Con un CD no es tan fácil, porque puedes copiarlo a ordenador. Con un CD no hay devolución posible. Sin embargo, ¿Cuántos libros se leerán más de una vez? Más bien pocos. Y sin embargo te dejan leerlo. Yo los leo.

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