Cada cierto tiempo se dejan ver por los blogs artículos en los que uno se queja del trato recibido ante determinadas empresas: fraudes, engaños, timos, estafas. El que escribe eso trata con su comentario de liberar la ansiedad provocada por la situación y devolver parte del mal que ha recibido de dicha empresa. Quizás un potencial cliente lea ese artículo y acabe descartando usar los servicios de dicha compañía.
La realidad es que el que se queja por Internet las más de las veces lo hace porque no ha seguido otra vía más adecuada. Hay casos flagrantes, como los proveedores de ADSL, ante los que poco puede hacerse, salvo patalear. Pero en muchas otras situaciones, hay solución. Y desde luego, un comentario en Internet no es la mejor solución. Perro ladrador poco mordedor. Cuando nos han perjudicado, hay que intentar morder.
Arreglarlo in situ
Ante un problema con cualquier establecimiento lo primero es tratar de arreglarlo in situ, tratando con la persona que allí se encuentre. Hablando se entiende la gente aunque las más de las veces no sea asín. En muchos casos, la persona con la que estamos tratando es el último eslabón de la cadena. No tiene culpa alguna de lo que nos está ocurriendo y por ser el último mono de la compañía no tiene potestad ni para abrir la caja registradora.
Una solución pasa por gritarle al que tengamos delante. Será una persona poco cualificada acostumbrada a ese trato. Sin embargo, estaremos haciendo el perfecto gilipollas. No vamos a tener solución a nuestro problema, cargamos con las culpas a un inocente. Y las más de las veces pondremos en nuestra contra al que puede ser el único interlocutor posible.
