La tercera sinfonía del compositor polaco Henryk Gorecki es una de las piezas musicales más bellas que jamás hayan sido compuestas. Especialmente famoso es su segundo movimiento, escrito para orquesta y soprano. Esta pieza, junto con el Adagio para cuerdas, de Samuel Barber, es la compañía de todos los reportajes catastróficos que suelen emitir en televisión. Si bien la tristeza del Adagio de Barber sugiere la contemplación de la barbarie, esta pieza de Gorecki evoca más bien a la pena posterior a una enorme desgracia.
Dos de cada tres reportajes sobre los atentados suicidas tenían una u otra pieza como música de fondo, así que aunque creas que nunca has oído el segundo movimiento de la tercera sinfonía de Gorecki, te aseguro que sí lo has hecho.
Cuando conoces lo que canta la soprano te resulta aún más triste la melodía. Se trata de un mensaje, escrito en 1944 por una joven prisionera polaca durante la Segunda Gerra Mundial en una cárcel de la Gestapo, dice algo así:
No, Madre, no llores,
La muy casta Reina de los Cielos
Siempre me ayudará.
Bendita María.
Compuesta en 1976, esta sinfonía, llamada Sinfonía de Las canciones tristes, tuvo cierto éxito, pero sería en 1993 cuando pasaría a entrar en la historia con mayúsculas de la música. Se grabó una versión, dirigida por David Zinman, con la soprano Dawn Upshaw y con la London Symphonietta.