Piratear el Kindle

Veo que mucha gente estaba llegando a la página porque no sabe cómo leer libros pirateados en el Kindle. Y las páginas dan una visión muy complicada del proceso.

Una idea importante: los libros que vende Amazon no se pueden piratear. O sí se pueden, pero de momento es algo muy complicado de hacer y no ocurre como con el cine y la música que todo se encuentra en Internet a los pocos minutos de su estreno.

Otra idea importante: en el Kindle se pueden leer libros comprados en Amazon pero también libros sin protección anticopia. Si tu encuentras un libro sin protección, no es un libro pirateado. Es un libro que puedes leer en tu Kindle, en el ordenador o en tu móvil, si sabes la forma de convertirlo al formato adecuado.

Una conclusión inicial: los libros que vas a leer gratis en tu Kindle no son exactamente libros pirateados. Lo que está claro es que el autor o el editor no van a cobrar ni un céntimo por que tú los leas. Seguramente a ti eso no te importe un pimiento porque te los imaginas nadando en la abundancia.

Los libros que puedes leer en el Kindle son de diferentes formatos y cada uno tiene su truco. Vamos por orden:

Libros originales de Amazon.

Son los mejores, tienen un formato perfecto (casi siempre) se ven de lujo y además son legales al 200%. Estos libros se compran en la tienda de Amazon y casi por arte de magia aparecen en tu dispositivo, listo para ser leídos. Es tan fácil y bonito que dan ganas de comprar más.

Libros en formato PDF.

Son esos documentos bonitos en los que no se puede seleccionar texto y hacer copiar y pegar. Así que no te extrañe si luego no se pueden redimensionar fácilmente. Estos suelen ser de tamaño grande, a veces tamaño folio. Y en el Kindle te toca verlos en formato muy pequeño o pasando páginas continuamente. Estos libros sólo hay que copiarlos a la carpeta “Documents” y ya se pueden ver tal cual.

No obstante, si la visualización es muy molesta, los documentos pueden convertirse a un formato similar al de los libros. Para realizar esta conversión hay varias alternativas. Una de las más sencillas es enviar un correo a Amazon, a tu cuenta de usuario (mi-usuario-lopez-ramirez@free.kindle.com) y muy importante, incluir en el Asunto la palabra “Convertir” (o “Convert”) y Amazon entonces te convertirá el PDF al formato normal de los libros. La calidad de esta conversión dependerá de cómo sea el fichero original.

Libros Epub.

Son libros en un formato “libro electrónico”. Se ven tan bien como los que vende Amazon, pero se pueden conseguir por la patilla en el Emule, Ares, uTorrent y todos esos lugares básicos para el intercambio de información.

Estos libros se tienen que convertir a “formato Kindle”. Para eso hay un programa perfecto, que se llama Calibre. Es un programa muy bien hecho y que además tiene versión en español. Con él puedes convertir cualquier libro el-quijote.epub en un formato que el Kindle entienda. Y luego tomas ese fichero, lo copias a Documents en el Kindle y a disfrutar.

Libros Mobi.

Pues es otro formato de libros electrónicos, pero este funciona perfectamente en el Kindle. Copiarlo y del tirón.

Libros Word (.doc y .rtf).

Algunos libros están en formato Word. Para poder leerlos en el Kindle hay que convertirlos primero. Esta vez Amazon ofrece ese servicio gratuitamente. Tú le envías a tu cuenta de correo de usuario (mi-usuario-lopez-ramirez@free.kindle.com) con el documento adjunto y ellos te responden a tu cuenta de correo, ya convertido y para que lo pases a la famosa carpeta Documents.

Páginas web que molan.

Si te gustaría poder leer una página bastante larga en tu Kindle, o hacer una colección de ellas y leerlas plácidamente sentado en el WC, existe un servicio (en inglés) que se llama Instapaper. La idea es que te vas guardando las páginas que te gustan ahí y luego le dices que te genere un libro con todas esas páginas. Con esto incluso te puedes hacer un cóctel de varias páginas que te interesen (por ejemplo la página de la wikipedia sobre cada jugador del Real Madrid) y crear un libro con todos ellos.

Estas son todas las opciones que creo que te pueden llegar a interesar. Luego está el miedo: ¿Y si Amazon se entera de que tengo el Kindle hasta arriba de libros pirateados? Hay gente tan asustadiza que no quiere usar la sincronización de Amazon, para que “Amazon no vea lo que tengo”.

No tengo ninguna relación con Amazon, pero puedo decirte que:

  • Amazon pasa de tu vida como de la mierda.
  • Amazon no es la policía.
  • Amazon ha ganado dinero de ti al venderte el Kindle. Si luego consigue ganar algo más vendiéndote libros, pues mejor para ellos. Pero no están tristes porque no les compras libros.
  • Amazon no sabe lo que pirateas. No es una biblioteca donde alguien recibe un correo con tu libro presumiblemente pirata, lo mira, anota qué libro es y el autor. Ellos reciben un montón de bits de información y te devuelven otro tanto. Les da igual si es La Iliada, un libro de Dan Brown o la lista de la compra.

Algo que a veces cuesta entender: Amazon no sabe qué libros tienes, pero puede saberlo cuando quiera. Amazon puede saber si tienes Fortunata y Jacinta en tu Kindle, pero no puede crear una lista de clientes que tengan ese libro.
Imagina tu taquilla del gimnasio. Nadie sabe lo que hay dentro, pero cualquier conserje puede comprobarlo cuando quiera. Nadie va a mirar en tu taquilla si no tiene un motivo para hacerlo.

Así que vive tranquilo y no tengas miedo de enviar un Word con el título de un libro de actualidad, para que te lo conviertan.

Con esto del pirateo uno a veces se olvida de que Amazon vende algunos libros muy baratos. En la medida de sus posibilidades que cada uno haga lo que quiera, pero a veces compensa pagar un poco por conseguir el libro que quieres, de inmediato. No te obsesiones con el todo gratis, también podrías comprar libros en Amazon.

Pearls Before Breakfast

Uno de los reportajes periodísticos con mayor difusión de los últimos años, al margen de sucesos históricos o noticias muy relevantes, fue el que narraba la experiencia de un violinista de renombre, tocando un Stradivarius, en el metro de Washington.

Detrás de la noticia que todos pudimos ver en televisión y leer en la prensa, había un artículo escrito por Gene Weingarten para el Washington Post. La noticia era una simplificación y un resumen de ese artículo escrito por Weingarten y titulado “Pearls Before Breakfast” (perlas antes del desayuno).

Un resumen de un artículo dio para miles de noticias en periódicos de todo el mundo. Pero ese artículo original, al margen de tratar una historia excelente, es una joya en sí mismo. Hasta el punto de que su autor ganaría con él un Premio Pulitzer del 2008.

Pero además, ese periodista, Gene Weingarten, es el único que ha ganado dos veces el Pulitzer en la categoría de artículo. El otro premio fue por un artículo sobre padres que olvidan a sus hijos en el coche y estos se mueren, que más parece un grupo de Facebook.

Me sorprende que ese tipo de artículos no tengan traducciones al español. Lo que ha hecho todo dios es reescribir la historia en base a la información de dicho artículo. Ni aún después de ganar el premio, nadie se ha preocupado de hacerlo.

Así, si puedes leer inglés, te lo recomiendo, será quizás el mejor que leas en todo el año. Con tan funestos precedentes, intentar resumirlo es prolongar una aberración.

Lo más curioso del texto es que no tiene ningún párrafo destacable. Es algo que ya había leído, pero que he constatado de casualidad. Un texto bueno, muy bueno, pero que no tiene ninguna frase lapidaria, nada digno de ser subrayado (no tengo ni una nota sobre todo el artículo en mi Kindle, otros artículos están llenos).

Pearls Before Breakfast.

Algunas cosas leidas recientemente

Desde que inventaron esto de Instapaper cada vez leo menos libros y más artículos largos. El gran perjudicado es, como no, Amazon.

Haciendo el récord de Tetris. Muy relacionada con la historia del mítico récord de “King of Kong” (del que no puedo creer que nunca escribiera). Un tipo se pone a investigar sobre récords en juegos de Arcade y se da cuenta de que el nivel de su mujer es tan alto en Tetris, que tal vez podría conseguir uno de esos récords.

The Gray Box. Sobre “cuando te encierran en el agujero”. Cómo de brutal es la práctica del confinamiento en aislamiento dentro de las cárceles. Lo normal es que pierdas el juicio. Aparte de otros posibles efectos secundarios en casos más benignos.

The Boy Who Played With Fusion. El chaval que consiguió la fusión nuclear con 16 años y medios más o menos modestos. No tan interesante, pero desde luego una alerta del peligro de los jóvenes brillantes cuando no muestran ningún miedo al “tú no puedes conseguir eso”.

Sobre el fiasco de Netflix. Netflix es la empresa sobre la que todo el mundo se atreve a opinar desde su sofá.

Sex, Lies and Hit Men. Una de mis historias favoritas de esta selección, narra las dificultades para encontrar un asesino a sueldo (como en la película de Horrible Bosses). Pero al mismo tiempo es una historia interesante de infidelidad.

The Mark. Interesantísima historia sobre los informadores del FBI. Gente que colabora regularmente con los servicios secretos americanos, y que gracias a ello vive en un área gris, dentro del mundo del crimen para poder dar chivatazos, pero al mismo tiempo lucrándose y realizando actividades ilegales continuas, de las que el FBI siempre acaba borrando la huella.

The Urban Hunt. Intentando cazar animales en la ciudad. Interesante.

La soledad del polígamo (que no polígono). Desapasionada descripción de la vida real de un polígamo en Estados Unidos. La dificultad que conlleva sostener varias familias, y la soledad de tener varias casas pero que en cierto modo, ninguna es la tuya.

Cuando uno piensa en un polígamo, se hace a la idea de una suerte de coleccionista de esposas. Así, cuesta pensar que ese hombre pudo divorciarse.

Tras la universidad, Bill se casó, dándole a la monogamia una oportunidad, pero al final llegó a la conclusión de que la unión entre un hombre y una única mujer era “innatural y contraproducente” y que el deseo de Dios para él es que fuera polígamo. Se divorció de su primera mujer y en cuestión de un par de años, tenía dos nuevas esposas.

El toque mágico. Sobre el interesante y desconocido juego de los dados (juego que no existe en los casinos de España, pero se ve en muchas películas americanas) y los que tratan de profesionalizarse en el juego. Un repaso a las ineficaces triquiñuelas y escuelas de campeones, que se forman en torno a los juegos de los casinos.

Un punto ingenioso es el que argumenta sobre las engañifas para apostar a un número o combinación de números en la lotería. Es algo sin ninguna base, ni científica ni real, pero es uno de los escasos engaños en que el resultado propuesto por el estafador es el mejor posible. O tan malo como cualquier otro, al ser cualquier combinación equiprobable. Al fomentar la esperanza del jugador, tiene hasta un punto positivo. Tal vez no supieras que hay bastantes libros sobre métodos para ganar a la lotería.

En España no se permite jugar a los dados, por el miedo a cualquier tipo de trampa. Llama la atención de que algo tan trivial como lanzar un dado contra una pared y conseguir un determinado resultado, es algo casi imposible de conseguir. Es difícil que el lanzamiento de un dado no sea aleatorio.

A pesar de ello, los dados es uno de los juegos con menor margen para el casino.

Sobre un apostador profesional en la NBA. Este artículo me pareció bastante aburrido, salvo por un detalle brutal de su protagonista y cómo se inició en el mundo de las apuestas.

Haralabos Voulgaris fundó una modesta compañía. Al cabo de los años había ahorrado 70.000 dólares. En el año 2000, las apuestas estaban 6,5 a 1 sobre que los Lakers ganarían la NBA ese año. En año anterior habían caído en segunda ronda de los playoff contra los Spurs. Voulgaris se jugó los 70.000 dólares a que ganarían la liga, una apuesta de la que tardaría seis meses en conocerse el resultado.

Animals. Desquiciante historia sobre un pirado de la América profunda que monta un zoo privado en su granja. Una granja con casi 20 tigres. Y qué pasa, si decide soltar a todos los animales de golpe.

Partidos de fútbol amañados

Uno de los artículos más impresionantes que he leído en los últimos meses es este de ESPN, “todo el mundo está actuando” sobre los amaños en partidos de fútbol.

El artículo pasa por encima sobre los escándalos más conocidos, como los amaños en la liga italiana con equipos conocidos. Se centra en escándalos mucho menos famosos, pero no por ello menos rentables. Destaca que detrás de gran parte de los principales chanchullos que se han realizado recientemente están mafias chinas, organizadas desde Singapur (en China tienen tantos problemas para interferir directamente en los asuntos occidentales como los occidentales para entender el chino).

Y es que en las apuestas deportivas, lo importante no es que el encuentro sea conocido, sino que se pueda apostar por algo muy rentable. Y es mucho más fácil arreglar un partido menor, que tergiversar un partido que ven millones de personas con jugadores que ganan fortunas.

La historia es muy interesante, pues narra los casos más llamativos de esta organización criminal. Destaca el caso del Rovaniemen Palloseura, un equipo de la primera división finlandesa. Tratándose de un país de primer orden, de un equipo modesto, dentro de una liga semiprofesional, los amaños eran totalmente invisibles y podían prolongarse en el tiempo. Llegó a ser algo tan rentable para la organización que decidieron comprar el club, algo que no consiguieron llevar a cabo por desarreglos con los intermediarios.

Sorprendentemente, los partidos más fáciles de amañar son los que implican a equipos nacionales. Obviamente comprar a la selección de Brasil, o la inglesa, puede ser muy complicado o imposible. Pero el mundo está lleno de países, muchos de ellos menores. La mayoría de las federaciones nacionales están quebradas y dispuestas a jugar cualquier partido por una pequeña cantidad de dinero. Estos partidos son totalmente independientes de la Federación Internacional de Fútbol, por mucho que sorprenda. Y en algunos casos, están organizados directamente por los que se proponen amañar los partidos.

Así, se dan casos sorprendentes, como el de Bulgaria vs Estonia y Letonia vs Bolivia. Dos partidos amistosos celebrados en Turquía, sin apenas público. Organizados por esta asociación criminal, ellos se encargaban de todo, hasta de seleccionar a los árbitros. Pasan desapercibidos entre un extenso calendario mundial. Las apuestas llevan a ganar dinero, nunca fortunas. En este caso el amaño fue demasiado burdo. Bulgaria y Estonia empataron a dos, con los cuatro goles de penalti. En uno de ellos, el jugador falló el penalti y el árbitro ordenó repetirlo. El otro partido, celebrado el mismo día y también en Turquía, Bolivia venció a Letonia por 2-1, siendo todos los goles de nuevo de penalti.

Tuvo que ser demasiado obvio para que alguien se diera cuenta. Decenas de manipulaciones más sutiles ocurren continuamente. Pero lo maravilloso del asunto es que la modificación de la realidad llega a niveles inauditos. Hasta el punto de que se celebran amistosos a los que van actores. Como en el caso de Bahreim-Togo, en el que los jugadores de Togo no tenían forma física suficiente como para terminar el partido.

Es un punto de manipulación extraordinario, fruto amargo de la globalización. Las casas de apuestas se enteran de que se celebra un amistoso, ponen sus cuotas, y esperan a ver los resultados. Lo que ellos nunca pueden saber es el transfondo de ese partido, quién lo organiza, por qué lo hace. Quién paga a las federaciones. Quien contrata a los actores.

El espectáculo más increíble, casi novelístico, lo supuso el amistoso sub 21 entre Turkmenistan y Maldivas. Dos selecciones ignotas, y encima en categoría sub21. La maravilla de las maravillas fue que en este caso el partido fue una ficción, ni siquiera tuvo lugar. Las federaciones se enteraron muy a posteriori y, claro está, hicieron preguntas. La sutileza en el delito, en el engaño, es excepcional. Crear la expectativa de un partido, sobornar a periodistas locales, enviar los resultados a donde hay que enviarlos para que las casas de apuestas incluyan el partido. Y luego apostar modestamente, con muchos usuarios diferentes.

El año de la cebolla

Tras el desastroso intento de conquista de Argel, por las tropas españolas de Carlos V en el año 1541:

Perdieron 140 barcos, 15 galeras, 8.000 hombres, 300 aristócratas españoles. El mar había devuelto una humillación total. Era tal la abundancia de esclavos en Argel, tantos llegaron a ser, que 1541 se recordó como el año en que cada cristiano se vendía por una simple cebolla.

Sobre las pérdidas, dice la Wikipedia:

Las pérdidas fueron muchas, pero no se contabilizaron, ni al parecer hubo voluntad de hacerlo.

Desde que leí esto, no veo esas mallas de tres o cuatro cebollas de la misma manera. Y lo que es peor, nunca me atrevo a mirar lo que cuestan.

El libro de la cita, Empires of the Sea, es de los mejores libros de historia que puedes leer. 75 opiniones de 5 estrellas y 22 de 4 estrellas en Amazon. Nadie lo ha valorado en menos de cuatro.

Donaciones

Internet es gratis y sus contenidos deben serlo. Nadie pagaría por leer a un escritor online. O casi nadie pagaría más que casi nada. Es un privilegio que te lean, que usen tus productos, que oigan tus canciones.

Las formas de ganar dinero deben ser alternativas y secundarias al producto principal. Lo ideal es la publicidad. Pero esta no funciona en todos los casos. Se sugieren como formas alternativas la venta de merchandising, el pago por productos especiales o las donaciones.

Las donaciones son un verdadero misterio. Si incluyera un botón para que donarais nunca podríais saber si se está donando mucho o poco. Igual ocurre con la publicidad, pero a veces uno se imagina lo bien o mal que le puede ir a una página en función de los anuncios que en ella se encuentra. Si ves pornografía, anuncios de tarot o de medicamentos, sabes que ese sitio está en las últimas.

Mucha gente que se queja de que no le compensa lo que hace en Internet recibe la recomendación de que ponga un botón para donaciones. Si no pones el botón, nunca sabrás lo que podrías ganar. Si lo pones y no lo quitas, la gente asume que eso está, en mayor o medida, funcionando.

Hay un caso muy interesante de servicio que trata de mantenerse con donaciones: The Eclipse Foundation. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro que realiza productos informáticos, el más importante de todos es el programa Eclipse.

Eclipse es un programa que cambió el paradigma de software que usaban los programadores. Muy versátil pero sobre todo gratis. Antes se hacía mucho dinero vendiendo ese tipo de programas, con licencias muy costosas para las empresas. Pero no había alternativa y se pagaba. Eclipse es un programa empleado por millones de programadores en todo el mundo, muchos de los cuales viven gracias a los programas que construyen usando Eclipse. Pagan sus facturas, se hipotecan y realizan viajes horterísimos, en parte gracias a Eclipse. Así, no se trata de un programa para estudiantes, empobrecidos que no se pueden permitir ir al cine o amas de casa en el tercer mundo. Ayuda a dar de comer a decenas de miles de personas.

Así, este programa es gratis y la página sugiere muy modestamente que se realicen donaciones para sostener algunos de los gastos. Gracias a Dios, muestran las donaciones que han recibido en orden cronológico. Y el dato es espeluznante. En el último mes (del 19 de marzo de 2012 al 20 de abril de 2012, ambos inclusive) han recibido un total de 95 donaciones, 1.719 dólares al mes. La inmensa mayoría de las donaciones han sido de 5 dólares, el mínimo aceptado (si donas 1 dólar usando Paypal, los gastos de comisiones pueden superar incluso a la propia cantidad donada). Con ese dinero no daría ni para pagar a la recepcionista de la Eclipse Foundation.

Además, tengo la impresión de que el sistema de donaciones se entiende como de pago único. Si una vez donas a una página, psicológicamente lo asocias con el pago de una cuota de asociado de por vida, que además te convierte en usuario premium. Peor aún, al ser una cantidad libre, se entiende que todo suma, que si para ti pagar 5 euros es adecuado, nadie tiene derecho a criticar tu donación o a sugerir que debas hacer varias donaciones.

En resumen, creo que el sistema de donaciones se suele esgrimir por personas interesadas, aprovechando la oscuridad sobre los ingresos que se pueden llegar a generar. Viendo un ejemplo concreto, uno se da cuenta de hasta qué punto las cantidades a esperar serán descorazonadoras.

El billete más caro del mundo

Cuando el delincuente más buscado del mundo, Osama bin Laden, fue capturado por los Estados Unidos, llevaba encima 500 euros en billetes. Una ironía verdaderamente macabra. Los billetes de 500 euros se han acabado llamando “bin Ladens“, por aquello de que son billetes que todo el mundo reconoce, ha oído hablar de ellos pero pocos han visto en la realidad. Es incierto el origen de ese sobrenombre, aunque no cabe duda que español.

Al principio no se emitieron billetes de 500 euros en España, pero poco tiempo después, se acabaron atesorando a un ritmo que preocupaba: la cuarta parte de todos los billetes acababan en España, una cantidad desproporcionada por el tamaño de nuestra economía. Tal vez baja, sin embargo, si se tiene en cuenta que es un billete empleado principalmente para operaciones económicas fraudulentas o entre criminales.

Tras la captura de Osama bin Laden, el sobrenombre para estos billetes pierde su sentido. Está claro que con el paso de los años, los que sepan de ese nombre quedarán fascinados por tan extraña relación.

El billete de 500 euros es perfecto para llevar una pequeña fortuna en el bolsillo. Es un billete valioso, en una moneda muy común. Osama bin Laden vivía en Pakistán, pero aún así tenía billetes de euro (no uno único de 500 sino una combinación de varios).

El dólar no tiene un equivalente a este billete tan valioso. Hay billetes exóticos, como el de 100.000 dólares, impreso en 1934 con la imagen del presidente Woodrow Wilson. Pero no deja de ser una rareza y un billete empleado para operaciones interbancarias. Estados Unidos tiene la curiosa situación de que el billete más valioso de todos es el de 100 dólares, aunque existen unos pocos billetes de 500 y 1.000 dólares. Estos fueron emitidos en los años 30 y son perfectamente legales, aunque de tal rareza, que el intentar pagar con ellos causa verdadera conmoción. A diferencia de los billetes de 500 euros, despreciados y rechazados en muchos comercios, estos grandes billetes tienen un valor superior al de mercado, y se pueden vender fácilmente a coleccionistas por cantidades por lo menos un 50% superior a su valor impreso. Existen billetes de 5.000 o 10.000 dólares pero esos no tienen circulación ni tan siquiera testimonial.

Los coleccionistas se pasean por las cajas de los grandes casinos, por si algún despistado ha canjeado uno de esos billetes. Pero la suerte de estos billetes no admite términos medios. O son rechazados, como no válidos, o aceptados por conocedores que automáticamente se los guardan para sí. Nadie acepta un billete de estos valores sin saber lo que vale realmente.

No hay que ir muy lejos para encontrar billetes más valiosos a los de 500 euros. Rodeada por la Eurozona, Suiza emite billetes de 1.000 francos suizos, más de 800 euros. Curioso es el nombre de franco suizo, pues la distinción “suizo” ya es casi innecesaria. No existen ya francos franceses o belgas. Hay francos en países de África, pero el franco suizo debería ser como el dólar estadounidense, que prescinde del gentilicio. Aunque también muy adecuado para el lavado de dinero, este billete es mucho menos común que el de 500 euros, y tiene el riesgo añadido de que la cotización del franco suizo es más impredecible (lo que no quiere decir que sea menor).

El rey de los billetes, sin embargo, se encuentra en Singapur: los 10.000 dólares de Singapur, que a día de hoy son unos 6.000 euros. La economía de Singapur, país de servicios bancarios, tecnología, comercio internacional y enorme mercado del juego, exalta en este billete su peculiarmente privilegiada economía. Orgulloso de ser puntero en nuevas tecnologías, es un billete que hasta muestra un ordenador. Además es un billete elegante, con colores dorados.


Una verdadera rareza es que este billete tiene justo un competidor que justo le iguala en valor: el billete de 10.000 dólares de Brunei. Este pequeño país, comercialmente muy ligado a Singapur, tiene un tipo de cambio de uno a uno con el dólar de Singapur, algo verdaderamente infrecuente entre monedas relativamente modestas; los tipos de cambio fijos respecto al dólar o el euro son muy comunes.

Incluyendo las imágenes de los billetes, es llamativo ver que en la red hay pocas imágenes de calidad del billetón suizo, mientras que los billetes de Brunei se muestran a gran calidad y sin ningún tipo de “Facsímil” sobreimpreso.

En resumen, contrariamente a lo que se pudiera esperar, no hay un único billete que sea el más caro del mundo, sino que hay un empate entre dos países del Este de Asia.

Relacionado: Billetes grandes.

España: Una potencia en ajedrez

A todos los españoles nos gusta criticar a España. Total, España son todos menos mi familia, mis amigos y yo. Cada vez lo hago menos porque me parece fácil. Y porque normalmente es injusto.

Hace unos días vi una estadística de esas que se hacen con Excel y mucho aburrimiento, que mostraba información sobre los jugadores de ajedrez de la lista de la Federación Internacional. Sin mucho ruido, sin salir en ninguna parte porque el ajedrez ya no interesa a nadie, destacaba un tremendo absurdo: España es una potencia mundial en ajedrez.

Y no digo potencia como en Formula 1, que corren dos, o en gimnasia artística que coincida que tengamos al mejor del mundo…y luego nada. Los ajedrecistas españoles son buenos, pero a nivel mundial nunca han sido nada. O nada como para estar en la superélite (Paco Vallejo que me perdone).

En lo que es España una potencia, y de las más difíciles de conseguir, es en la masa. Sin tener al Campeón del Mundo, sin haber ganado nunca nada, a fuerza de esfuerzos pequeños de gente que han ido creando un ecosistema de escuelas de pacotilla, de torneos de medio pelo que siempre ganan rusos – con o sin papeles. Poco a poco, sin que nadie se entere, España se ha consolidado y convertido en un país donde juega al ajedrez mucha gente.

Obviamente hay mucha más gente interesada en los toros, el fútbol o el balonmano. Pero aún así son muchos.

Las dos primeras estadísticas muestran que España tiene muchos jugadores:

Número de jugadores con puntos del ranking internacional

La siguiente indica que la tendencia reciente es de mucho crecimiento en España, somos el país donde más aumenta el número de jugadores. De todo el mundo.

Aumento en el número de jugadores con puntuación internacional

Y luego una muestra de la modestia de nuestra élite ajedrecista, a nivel mundial y tras ver que en volumen hay muchos jugadores:

Jugadores con Título Internacional (en los años se indican Grandes Maestros)

Puede decirse que la antítesis de España es Inglaterra, que tiene poquísimos jugadores pero está cansada de tener a maestros de altísimo nivel.

¿Qué es mejor, tener a dos gatos, a ser posible extranjeros nacionalizados, que sean muy buenos, o tener a un montón de gente que echa las mañanas de los domingos en eso?

Con la salvedad de que hay países muy poderosos que no tienen puntuación internacional, porque para eso hay que pagar unas cantidades de dinero, aún siendo modestas, España es la tercera potencia mundial después de Rusia. Te pasas.

Fuente: Chessbase, que cita a esta fuente original.

Ganar al casino con el Black Jack

Un tema recurrente en la página es el juego. Me gustan las historias de los que consiguen ser más listos que todos los demás y ganar dinero donde todos el resto lo pierde.

Una historia muy interesante, bien narrada y bastante inusual es la de Don Johnson, un jugador que consiguió ganar unos cinco millones de dólares de media a tres casinos de Atlantic City jugando al Black Jack.

Uno espera la típica historia de matemáticos y contadores de cartas, o de un estafador con un programa para Iphone, pero no, su historia es la mucho más simple e interesante.

La forma en que este jugador consiguió romper la banca a estos tres casinos requiere conocer el negocio de los casinos de Atlantic City, que, a pesar de mover mucho dinero, se encuentran en una continua pérdida de ingresos y beneficios. En gran parte no es más que por la liberalización del juego. Cada vez hay más alternativas para jugar. No solo internet, sino más estados que crean interesantes complejos de casinos. Aumenta la oferta, todo el mundo gana un poco menos.

Así, los casinos están peleando de forma muy agresiva por los clientes. Y una de las principales fuentes de ingresos no es la típica ama de casa con sobrepeso y un cubo de palomitas lleno de monedas que echar en la tragaperras. Bueno, la verdad es que sí, esa es la principal fuente de ingresos y beneficios de los casinos, pero es una vía en la que poco más se puede hacer. A los gurús del marketing les gusta más apuntar a otro grupo de clientes que mueve mucho dinero: los grandes jugadores (high rollers). Y digo grandes no porque jueguen muy bien, sino porque tienen alto poder adquisitivo, apuestan grandes cantidades de dinero. Y cuando pierden, pierden mucho.

Estos casinos compiten entre sí por atraer a este tipo de clientes de élite, capaces de perder cientos de miles de dólares en una noche sin que sea ningún drama para sus vidas. Y aquí aparece un mundo totalmente diferente, donde se intenta atraer a los clientes con beneficios de todo tipo: suites de lujo, vuelos privados de ida y vuelta al casino, limusinas, champán, mujeres. Todo gratis para estos clientes privilegiados.

Como en toda escalada de lujos, como con las ofertas de móviles, llega un momento en que se está regalando tanto, que casi no se está compensando lo ganado con el juego. Pero en los casinos se tira mucho de matemáticas, y las cuentas salen.

Así, Don Johnson es uno de estos grandes jugadores. No es un matemático frustrado y muerto de hambre. Es el presidente de una compañía bastante grande, relacionada con el juego. Un tipo con mucho dinero y aficionado a estas lides, alguien que ha perdido mucho dinero en ocasiones anteriores, viajando invitado por el casino.

Pero a diferencia de muchos de los que disfrutan jugando, sin importar el resultado, Don Johnson es un gran jugador. En el black jack no basta con serlo, porque las reglas del juego son tales que, aún contando cartas y con un ordenador y tiempo por delante, la banca tiene cierta ventaja, aunque solo sea de un 51% contra un 49%, suficiente para que, en el largo plazo, siempre acabe ganando más partidas y más dinero. Este avispado jugador no cae en la miseria estadística de rapiñar decimales gracias a contar cartas .En el black jack de Estados Unidos se suelen usar seis barajas y se pueden aproximar estadísticamente las probabilidades considerando las cartas que ya han salido. Con tantas cartas, los cálculos mejoran los aciertos mínimamente. Don Johnson no cae en eso, él simplemente conoce la mejor estrategia ante cada situación. No es tan difícil, basta con memorizar una serie de cartas.

Por ejemplo, si tú tienes 12 puntos y la banca muestra un 10, tu estrategia óptima siempre va a ser pedir otra carta. Si tú tienes 20 puntos y la banca muestra un 9, lo mejor es que te plantes. Hay unas pocas docenas de combinaciones y es cuestión de recordarlas y aplicarlas a rajatabla. No hay corazonadas, ni hay emoción de ludópata. Es tan mecánico como el juego de la oca.

Así, Don Johnson conoce esta tabla de secuencias y las aplica en el juego normal. Con ellas sabe que, en el largo plazo, siempre acabará perdiendo dinero. Pero como gran jugador, los casinos no se limitan a ofrecerle champán y comida gratis. Las ofertas llegan a ser mucho más complejas e interesantes, por ejemplo uno de los casinos le ofrecía, igual que a tantos otros clientes, un 20% de descuento sobre pérdidas a partir del medio millón de dólares. La típica oferta trampa que sólo se produce cuando pierdes, es decir, que si pierdes 400.000 dólares, pues los has perdido y te vas a casa. Pero si pierdes 500.000, el casino te devuelve 100.000, un 20% de lo perdido. Si es que son así de majos.

El caso es que este inteligente jugador notaba la tensión y las ofertas agresivas entre los distintos casinos. Y llegó a un punto aún más interesante: negoció las reglas del juego.

Tanto el casino como él realizaron sus simulaciones y cálculos. Las reglas que propuso Don Johnson, hasta donde el artículo llega, fueron las siguientes:

  • Jugar con seis barajas, mezcladas manualmente.
  • El derecho a doblar la jugada hasta cuatro veces de una vez (cuando salen dos cartas iguales seguidas).
  • “Soft 17” (17 suave). El derecho del jugador a que ante un as y un seis, el as pueda contar tanto como 1 como 11. Mientras que para el casino el as siempre contara como 11.

Esta última regla demuestra hasta qué punto se estaba negociando con tiralíneas. Según los cálculos, la situación quedaba ajustada a un 50,125% a favor del casino frente a un 49,875% para el jugador.

Don Johnson lo tuvo todo en cuenta. La limusina, las reglas favorables (lo que más) pero también el 20% de descuento en caso de pérdidas superiores a 500.000 dólares. No es un cálculo fácil de establecer, pero parece que las condiciones finales eran favorables al jugador, porque en el largo plazo el casino había perdido parte de su ínfima ventaja, dando al jugador ese 20% de margen inferior.

Así, se tenía que sentar sobre la mesa con un millón de dólares, jugando manos de hasta 100.000 dólares por apuesta (números delirantes comparados con los máximos habituales de los casinos). En el peor de los casos, arriesgaba 800.000 dólares. Para los beneficios, no había límite, más allá del tamaño de la banca.

Jugando bien, en la sala VIP, sin trampas, ni grupos de amigos conchabados, simplemente negociando las matemáticas antes de empezar, Don Johnson ganó en una noche unos seis millones de dólares del casino Tropicana. Días después marchó al Casino Borgata, con quien había negociado condiciones de juego similares, ganando unos cinco millones. Finalmente se llevó unos cuatro millones del Casino Caesars.

Y no hubo revuelo ni prohibiciones para que volviera al casino. Simplemente la gente del departamento de marketing se había excedido en sus funciones. Don Johnson volvió a casa con mucho más dinero del que suele ganar por su trabajo y pasó automáticamente a ser conocido como “el mejor jugador de black jack del mundo”. Recibiendo invitaciones de todo tipo por parte de celebridades, que querían sentarse a jugar al black jack con él.

En resumen, una interesante forma de ganar en los casinos, sin trampas, sin genios. Como lo habría hecho Steve Jobs.