Netflix es una empresa estadounidense cuyo negocio consiste en el alquiler de películas. A diferencia de un videoclub tradicional, Netflix se aprovecha de las nuevas tecnologías y un volumen muy importante de sus alquileres se produce por streaming: el usuario se descarga la película desde Internet y puede verla en su casa casi inmediatamente.
Se suele asociar el éxito de Netflix – con 20 millones de usuarios – al fracaso de Blockbuster – el gigante de los videoclubs tradicionales, en suspensión de pagos desde septiembre del 2010.
En Internet se suele realizar una lectura increíblemente sencilla del negocio del alquiler de películas. Netflix ha triunfado porque se ha sabido aprovechar de las nuevas tecnologías. Blockbuster ha fracasado porque no. Enviar esta reflexión a Meneame.
Y la realidad normalmente no suele ser tan rectilínea. En primer lugar inquieta una frase del primer párrafo de la Wikipedia hablando sobre Blockbuster:
En su cenit, en el 2009, Blockbuster tenía más de 60.000 empleados.
Ahí subrayaría y aumentaría el tipo de letra de la palabra “2009”. O sea, que la empresa quebró un año después de estar en su mejor momento económico. La lectura del artículo muestra que la situación para la empresa ha sido y sigue siendo muy compleja desde el punto de vista económico debido a sus dificultades para reestructurar su deuda. Se han cometido muchos errores consecutivos que han llevado a Blockbuster a la situación actual. Pero la empresa no está terminada, se encuentra en un proceso de reestructuración que será muy duro, pero que no parece que implique su cierre. General Motors suspendió pagos y la gente sigue comprando coches de Opel.
En la quiebra de Blockbuster apenas si aparece las palabras “piratería” o “streaming” o “Netflix”. Obviamente han sido rivales que han mermado su negocio, pero la empresa marchaba “mejor que nunca”. Hasta hace casi nada.
Es cierto que en muchos países, como España o Portugal, no vendían ni un colín y tuvieron que echar el cierre precipitado. En España siempre nos justificaremos diciendo que la exigencia de la empresa de rebobinar las cintas era abusiva. O que tener que devolver una película, existiendo Internet, es absurdo.
Si Blockbuster tenía un negocio que iba viendo en popa, ¿Por qué tendría que cambiar su modelo de negocio? ¿Por qué si cada vez tenían más clientes, tenían que dejar de hacer lo que sabían hacer mejor que los demás? No les iría tan bien si han quebrado. Tenían que haber cambiado porque es obvio. Todo tan sencillo.
Otro punto que se cita a menudo es ¿Por qué no abre Netflix en España? A mi me me molestan mucho las comparaciones que se hacen con los negocios en Estados Unidos, aún cuando lo haga gente con conocimiento. Se suelen incurrir en el error de simplificar. Si funciona en Estados Unidos, ¿Por qué no va a funcionar en España?
Se suele argumentar con motivos de tipo cultural, que si aquí se piratea más, que si allí toman más Pepsi. Estados Unidos es incomparable sólo por su volumen de población. Si tienes 20 millones de usuarios, parece que todo el mundo está suscrito a Netflix. Pero Estados Unidos tiene 308 millones de habitantes. En España tenemos 47 millones de habitantes.
Por la regla de tres, si Netflix tuviera exactamente el mismo éxito en España que en Estados Unidos, tendría millón y medio de usuarios. Si el margen de beneficio por usuario fuera de 1 euro al mes, en Estados Unidos puedes ganar 20 millones de euros mensuales, en España tres millones. La misma empresa que en un sitio es muy rentable, en el otro lo es mucho menos. Y demos gracia a que en España otra cosa no tenemos, pero habitantes, muchos. En países más pequeños, el modelo es incomparable. No puede funcionar.
Y esto no canta tanto en el momento en que comparamos un Netflix “de éxito”. Pero Netflix tardó cuatro años en empezar a ganar dinero. En el año 2002, tres años después de su fundación y cuando ya se perfilaba como un buen negocio, tenía 670.000 clientes. Traducidos a “clientes de España” serían 100.000 clientes.
Al mismo tiempo las perspectivas de futuro para una empresa así son muy malas. Las televisiones han luchado durante dos décadas para conseguir clientes de pago, pero en España sólo hay 4,23 millones de clientes de televisión de pago. Pero sería tan fácil como hacer un Netflix y ya tendrías fácilmente millón y medio de clientes.

El dato más interesante lo dejo para el final. El éxito de Netflix se suele razonar de la parte de los ingresos, cuando en realidad es una empresa que destaca por su habilidad (y suerte) controlando los gastos. Se dice “han conseguido hacer pagar poco a mucha gente”. Pero la realidad es que su éxito radica en que han conseguido las mismas películas por las que otros han pagado mucho más.
Si el streaming, la emisión en directo desde Internet, es el futuro, ¿Por qué Netflix continúa con su negocio de alquiler postal? El primer éxito de Netflix fue con una tarifa plana de alquiler por correo postal, donde no había prisas para devolver las películas: si querías una nueva, bastaba con que devolvieras una de las antiguas. Podías tenerla en casa el tiempo que quisieras, sin tener que pagar más por ello.
Pero la realidad es que este negocio tiene una argucia legal dentro del sistema americano. Un videoclub tradicional necesita una copia especial de la película, especial para videoclubs, que tiene un precio especial – y que ninguno de nosotros querría pagar. Sin embargo Netflix se aprovecha de una laguna jurídica para comprar sus películas en los centros comerciales, al mismo precio que un particular y a veces recurriendo a ofertas irrisorias que le permiten incluir en su stock películas por las que no tiene que pagar más que el precio de la copia. Mientras, un videoclub tendría que pagar un precio fijo por cada uno de sus alquileres.
Con el sistema de compra de películas baratas Netflix se está ahorrando una fortuna en gastos. Casi gasta más en sellos de correos para enviar las películas que en lo que tiene que pagar a las productoras de las películas. Y esto no es lo que le ocurre al resto de rivales. Cierto que todos podrían hacer lo mismo, si es que este modelo de negocio es jauja.
El sistema de streaming ha sido otro golpe de suerte para Netflix. Al saber le llaman suerte que dicen algunos. Netflix negoció unos acuerdos de emisión de películas a precios irrisorios hace tres años con las principales productoras de cine. Éstas accedieron a permitirles la distribución de sus películas a un precio muy bajo porque simplemente era un mercado insignificante. Igual que no pagan lo mismo en la República Checa por ver CSI Miami que en Reino Unido o Alemania. Los mercados más pequeños casi las ven gratis, pero algo pagan y eso ayuda a aumentar los ingresos de estas empresas “tan ancladas en el pasado” pero que tanto dinero ganan. Estas empresas obsoletas son las que están dispuestas a cobrar diez veces menos a una empresa que dice que emitirá las películas por Internet.
La jugada le salió redonda a Netflix, que se ha convertido en uno de los reyes del streaming y que ha llegado en el momento justo al negocio. Se especula que una cuarta parte de sus clientes sólo requieren de películas por Internet. En esos años han conseguido popularizar el formato, ahorrándose ahora la fortuna de los sellos de correos.
Pero Netflix ya no es una startup de Internet. Ya es una empresa consolidada e importante que tiene diez millones de clientes. Y se acabaron los contratos de favor con novatos. Ahora incluso los nuevos competidores de Netflix, como son las empresas de televisión por cable, exigen que haya unos precios similares para todos. Y así va a ser. El chollo de Netflix se está acabando. En octubre del 2011 toca renovar el que tiene con Starz Entertainment, la gestora de las películas de Disney o Sony, dos de las principales productoras de cine. Y los otros contratos importantes vencen durante el 2012.
Al mismo tiempo, varios gigantes están empezando a luchar por el negocio del streaming, con buenas posibilidades en el momento en que se iguales las posiciones de salida para todos – el precio a pagar por emitir las películas.
Resulta además paradójico que Netflix no siempre gana más dinero al emitir una película por Internet que al enviarla por correo a casa del cliente. La argucia de “compra una película y ahí ya has pagado derechos de autor” no sirve para la emisión por Internet, donde hay que pagar derechos por cada alquiler que se realice. Según el volumen de alquileres de las películas, este precio puede ser superior al precio de un sobre y un sello de correos. Cuesta digerir que Netflix ha decidido evolucionar a un modelo de negocio con menores márgenes de beneficio.
Con la negociación de los nuevos acuerdos, Netflix necesitará conseguir 5 millones de clientes nuevos para conseguir aumentar sus ingresos en unos 500 millones de dólares.
En resumen, a pesar de ser una empresa puntera, moderna, inteligente y ejemplar, de tener diez años a sus espaldas, Netflix goza de peor salud de lo que parece.

Fuentes: Todo lo que he dicho sobre el modelo de negocio de Netflix es lo que cuenta Edward Jay Epstein en varios artículos de su blog. Pero él no es un blogger, es un periodista de investigación que ha escrito un par de libros sobre el negocio del cine en Estados Unidos.
Puede estar equivocado, y yo con él, pero aporta información interesante, no simplificaciones de la realidad y una economía de cuento de hadas.