En el fútbol, para decidir quien comienza el partido, se lanza una moneda. El bando que acierta el resultado, elige entre sacar la pelota, o elegir el campo donde comenzar a jugar.
Esta parte del juego suele ser intrascendente, un mero trámite al que ninguno de los capitanes presta la menor atención.
Sin embargo, en el cricket, el sorteo adquiere una relevancia que merece ser explicada.
I
Los partidos de cricket antiguos duraban hasta seis días. La presión televisiva ha hecho cada vez más cortos los partidos, pero aún así suelen durar muchas horas, unas seis, y tienen paradas para tomar el té o para comer. El cricket es un juego sin apenas tensión. Es, quizás, el deporte más opuesto que existe al fútbol. Un partido de fútbol puede decidirse en un segundo, en una genialidad de un jugador. En el cricket puedes ignorar la mayoría del partido sin que suponga una gran pérdida.
Me ha parecido fascinante el cricket. Tiene una elegancia formal impropia de un deporte de masas. El fútbol, o el rugby, o el hockey, son deportes que pueden identificarse con una batalla. El cricket, por contra, lo equipararía a una guerra. Numerosas batallas, paradas, descansos para planear la estrategia, ponerla en práctica, cambiarla. Y un resultado final. Salvo que una batalla resultara decisiva – algo inusual entre equipos de fuerzas similares – el final de un partido de cricket es trepidante.
La forma de puntuar ya ha sido indicada: un equipo va sumando puntos, tantos como pueda. Esta parte puede durar varias horas, en las versiones actuales del deporte. En la segunda fase, es el equipo rival el que suma puntos, hasta llegar al final. Es como si en un partido de baloncesto un equipo se limitara a defender durante la primera parte y luego, en la segunda, a intentar anotar.
Muchas virtudes se han asociado al deporte: la fuerza, la resistencia, el trabajo en equipo, la puntería, la velocidad. El cricket es, en mi opinión, el deporte de la paciencia.
El lanzador suelta la pelota unas veinte o treinta veces, pelota que indefectiblemente es bateada por el rival. Cada vez que batea, suma algún punto. El lanzador tiene que perseverar intercalando estrategias de todo tipo, hasta lograr su objetivo, y es que el bateador no consiga darle a la pelota. Del mismo modo, el bateador tiene ante sí una tarea fácil, casi repetitiva, pero ante la que no debe confiarse. Siempre hay un momento en que el bateador comete algún error, y es eliminado.
Por ello, no debe sorprender que sea en el país inventor del yoga y la meditación donde durante mucho tiempo se haya jugado el mejor cricket: la India (y Pakistán).
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