La compra de Alaska

El 30 de marzo de 1867 Rusia vendió el territorio de Alaska a los Estados Unidos por la irrisoria cantidad de 7.200.000 $.
Esta cantidad, actualizada con la inflación, quedaría en 91 millones de dólares de 2005. Si los convertimos a euros actuales, estamos hablando de unos 60 millones de euros. Lo que cuesta la clausula de rescisión del jugador del Sevilla Luis Fabiano, o la cifra que estuvo dispuesto a pagar el Milán por Ronaldinho.
Hoy en día se suele usar como uno de los mayores ejemplos de estupidez en la Historia de la Humanidad, muy por encima de la compra de Nueva York a los indios de la región por 24 dólares.
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¿Pero por qué Rusia vendió Alaska?
Es evidente que cualquier transacción inmobiliaria que se realizara hace doscientos años fue, económicamente hablando, un error para el vendedor. Porque todos los terrenos se han revalorizado considerablemente desde entonces. Está claro que aunque Rusia hubiera vendido Alaska por una cantidad diez o cien veces superior se habría equivocado. ¿No vale hoy en día Alaska mucho más que un jugador de fútbol? ¿Y que toda la Liga de Fútbol española?
El punto es el siguiente: Rusia hizo un buen negocio con la venta de Alaska. Porque a falta de una bola de cristal, Rusia veía a Alaska en 1867 como lo que era: un enorme terreno improductivo, imposible de colonizar. Y sobre todo una fuente de problemas.
Porque para Rusia el defender la soberanía de Alaska era misión imposible. La difícil ubicación geográfica, el clima, la dificultad para justificar un gasto militar en la defensa de un terreno baldío. Todo ello llevaba a una conclusión clara: Alaska sería para quien se esforzara lo más mínimo por poseerla.
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Rusia tenía a pocos kilómetros la frontera canadiense, la Columbia británica al oeste del continente. La expansión hacia el norte era cuestión de tiempo y ante la invasión de Inglaterra, Rusia poco podría hacer. Defender por cuestión de honor un terreno sin ningún interés era desde el punto de vista económico una locura para un país que siempre ha estado en crisis.

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Idiota 2.0

Un nuevo servicio de Google que me resulta sumamente interesante: Google Image Labeler.
Dada la dificultad para asociar a imágenes el nombre de lo que representan, a pesar de las continuas promesas de que “en breve” habrá una tecnología de reconocimiento de imágenes perfecta, Google necesita ayuda humana para este trabajo.
En el siglo XIX, cuando necesitabas ayuda tenías dos opciones: tirar de amigos y familiares o contratar a gente. En el siglo XXI me imagino que se hace lo mismo. Sólo que no entiendo qué tiene Google para considerarme su amigo. ¿Que ofrecen un excelente servicio de búsquedas? ¿Que sus oficinas parecen diseñadas más para jugar que para trabajar?
Porque lo que Google quiere es que ese trabajo de identificación de palabras con imágenes se haga gratis. Quizás a cambio de alguna palmadita en el hombro o una camiseta de esas que cuestan 1€ en origen. A priori es a cambio de nada.
Lo increíble es que Amazon lleva años dando el mismo servicio. Eso sí, te pagan un poco por hacerlo. El Turco de Amazon, uno de los desarrollos más ingeniosos de todo Internet, consiste en eso: defines una tarea rutinaria que precise de sencilla intervención humana (como escribir el texto de un podcast en Chino, distinguir los caracteres de un captcha o asignar palabras clave a imágenes) y Amazon se encarga de encontrar pringados que estén dispuestos a hacer ese trabajo por poco dinero, obteniendo Amazon una comisión.
El hecho de que Google no haya querido hacer un servicio similar, o incluso emplear el ya muy maduro de Amazon, demuestra la desvergüenza con que se trata al usuario de Internet. Si en el Internet 1.0 se engañaba a empresarios con cantos de sirena para que invirtieran sus ingresos en Internet, en el Internet 2.0 se ha pasado a engañar a los ciudadanos de a pie para que trabajen gratis “para mejorar Internet”.
Porque es cierto que con todas estas aplicaciones sociales se mejoran los contenidos de la red. Pero sobre todo hay gente que gana dinero con eso. Cuando tú escribes una reseña de un software ayudas al potencial comprador, pero también al dueño del dominio donde se publica esa información, que está por todas partes rodeada de publicidad.
Y me parece muy bien que esas páginas estén llenas de publicidad, pero que la gente trabaje con desvelo gratuitamente, para ayudar “a la comunidad” que en el fondo no es más que una empresa, o como en el descarado caso de Google, una de las empresas de tecnología más grande de todo el mundo, es abochornante. La lista de los mayores contribuyentes al servicio de Google Image Labeler, es una lista de Idiotas 2.0.
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Gracias al pardillo que encabeza ese listado, Google -con el dinero que se ha ahorrado -acaba de instalar un nuevo tobogán en sus oficinas de Dublín. ¡Con tu contribución estás haciendo un Internet mejor!

Clase media

El concepto de clase media suele malinterpretarse. El término se creó en su momento para indicar lo que hay entre la clase de los ricos y la de los pobres.
Con el tiempo y los cambios sociales más y más personas se han ido incorporando a la clase media. Hasta el punto de que la mayoría de la población de los países occidentales es clase media.
Esto nos ha llevado a la idea de clase media no como lo que está entre dos cosas (en inglés middle ) sino como la clase promedio (en inglés average ). El sueldo medio en España es 1.500 euros mensuales, lo que a menudo se trata de equiparar con el sueldo de una persona media o de clase media, lo que lleva a agrias protestas.
Si nos trasladáramos en el tiempo, dos siglos, no deberíamos compararnos con los licenciados de la época. Ni con los médicos de entonces. Tendríamos que situarnos en la posición donde se encontraba la inmensa mayoría de la gente: los pobres.
Ahora nos parece que nuestra calidad de vida se empobrece a marchas forzadas. Vamos a ver cómo le iba a una persona media (que no de clase media) en el siglo XIX en el Reino Unido. ¿Cuál era el presupuesto de un obrero cualificado en plena Revolución Industrial?
Los obreros ganaban 15 shillings semanales, que son 0,75 libras de la época. Un obrero repartía su sueldo en los siguientes gastos, de acuerdo con el libro The Rights of the poor and the Christian Almsgiving Vindicated (1841), pág. 91 (Google books, vista completa).
Richard Goodwin, con mujer y cinco hijos (dan hasta su dirección, lo de las encuestas anónimas es invento moderno):
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Para suavizar los datos vamos a hacer lo siguiente. Vamos a convertir los inverosímiles shillings y peniques en euros, con la siguiente regla de tres: convirtamos el sueldo de ese obrero cualificado de 0,75 libras a la semana en 1.000 euros al mes. Y actualicemos en proporción todos los importes. Obtenemos entonces:
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Y ahora agrupemos los gastos por categorías. Nótese que en el pasado el agua era normalmente insalubre por lo que la cerveza y el té aparte de bebidas agradables eran casi una necesidad.
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¿Vivimos mejor o peor que antes?

Devil’s face

En 1952 el Banco de Canadá encargó al artista George Gundersen, que trabajaba para la British American Bank Note Company que diseñara la emisión de sus nuevos billetes, prevista para 1954. En el diseño, Gundersen se basó en una fotografía de la reina Isabel II. La fotografía había sido tomada por Peter-Dirk Uys, uno de los fotógrafos oficiales de la Reina.
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La foto formaba parte de una sesión realizada en 1951, un año antes de que la reina subiera al trono de Inglaterra. En la mayoría de las fotos de dicha sesión la Reina aparecía con una tiara. Pero justo la fotografía que recibió Gundersen fue una en las que no aparecía. El collar de diamantes que muestra Isabel II fue un regalo de bodas de Nizam de Hyderabad y Berar.
La emisión de billetes salió a la calle sin ningún problema. El grabado realizado por Gundersen es de gran calidad según podemos apreciar por las fotografías de esos billetes canadienses.
Poco tiempo después, una persona cualquiera, aunque muy observadora, levantó las alarmas. Dibujado en el pelo de Isabel II, detrás de su oreja, podía percibirse la que indudablemente debía ser la cara del mismísimo diablo.
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George Gundersen, el grabador, tuvo que rendir cuentas por su trabajo. Negó cualquier acusación, indicando que había trabajado sobre una fotografía que había recibido. Pero no fue capaz de mostrar la fotografía en cuestión. Se barajaron hipótesis alternativas: El IRA irlandés. Los nacionalistas franceses de Canadá. O incluso un simple bromista que trabajase en el Banco canadiense.
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Para solucionar el problema hubo que preparar una nueva emisión de billetes, cancelando la anterior, la llamada Devil’s Face (el rostro del diablo). Gundersen se limitó a retocar el peinado de la Reina en esa sección del retrato. El Estado se hizo cargo de los billetes malditos, retirando de circulación los antiguos y reemplazándolos con los nuevos.
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Nunca libre de dudas, aunque sin pruebas que lo acusaran o condenaran, George Gundersen tuvo que vivir el resto de su vida con esa sospecha. Nadie en su sano juicio le propondría para dibujar nuevas emisiones de billetes.
En 1984, 30 años después de este incidente, moría Peter-Dirk Uys, fotógrafo oficial de la Reina Isabel II. Peter-Dirk Uys publicó sus memorias, bastante controvertidas. Junto con ellas, aparecieron los negativos de aquella sesión de fotografías realizada en 1951 y sobre las que había trabajado el grabador de los billetes. Solo entonces pudo conocerse la verdad.
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Estos billetes canadienses son bastantes conocidos por los coleccionistas de papel moneda. El hecho de que un billete sea retirado de circulación siempre restringe la cantidad disponible de los mismos, lo que aumenta los precios. En este caso además, tienen una historia interesante. George Gundersen había sido castigado por el más ciego de los azares. Una coincidencia en los rizos del pelo, fruto de la tiara que justo antes había lucido la Reina, una fotografía mal seleccionada entre tantas. Un grabador demasiado fiel al original. Y unos canadienses con mucho tiempo libre. George Gundersen, ¡Siento mucho lo que te pasó!
En Ebay siempre hay alguno de estos billetes para comprar.
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Fuentes:
Devil’s face
Devil’s face

Playboy

Una clásica broma de Internet es la que comienza revisando las páginas más visitadas de Internet en cualquier puesto de trabajo y termina con la respuesta ¿Playboy? ¡Ni siquiera sabía que tenían página web!
Desde luego, hay que ser muy pardillo para ni siquiera sospechar que la empresa con más imagen de marca del mercado del sexo no va a tener dominio propio en la red.
Lo que seguramente no sabías es que Playboy cotiza en bolsa desde hace muchos años (con el ticker PLA).

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El eterno sambenito de las inversiones éticas puede resolverse con una compañía así. Casi ninguna empresa cotizada en bolsa es trigo limpio. Enormes contaminantes como las eléctricas y las petroleras. Monopolios explotadores como Ikea o Coca-cola. Las siempre cuestionables constructoras. Empresas de productos químicos y papeleras. Playboy es una empresa más, dentro de los medios de comunicación, cuya actividad tal vez pueda gustarnos.
Las acciones de papel de Playboy tienen una característica especial: representan al desaparecido World Trade Center de Nueva York que desaparecieró el 11 de Septiembre de 2001 (siempre hay algún ex presidiario al que esto le pilla de nuevas).
Sólo seis acciones (Con Edison, Glenborough Realty, Grunthal Financial, Merril Lynch, Penn Central y Playboy) de las decenas de miles diferentes impresas en Estados Unidos representan este monumento.

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Si poseer una revista de Playboy parece que fuera algo propio de un perdedor, comprar acciones de esta compañía siempre debe suponer un plus de vergüenza. Sólo si el futuro se ve muy esperanzador, algún importante inversor considerará comprar acciones de este controvertido holding.
El problema con la bolsa es que – a diferencia de lo que ocurre con las revistas – cuando compras una participación significativa de una empresa, esa información queda disponible al público. Si miramos los principales fondos propietarios de acciones de Playboy, alguno sorprende:

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El fondo de inversión FIDELITY PURITAN FUND INC posee casi un 2% de la compañía. Por si alguien duda de lo que significa PURITAN, la definición del diccionario:

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La frase: En el principio creó Dios los cielos y la tierra

Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes tercero, que es Siván, a los veintitrés días de ese mes; y se escribió conforme a todo lo que mandó Mardoqueo, a los judíos, y a los sátrapas, los capitanes y los príncipes de las provincias que había desde la India hasta Etiopía, ciento veintisiete provincias; a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo conforme a su lengua, a los judíos también conforme a su escritura y lengua.

El versículo 9 del libro 8 de Ester, es el más largo de toda la Biblia.

Jesús lloró.

El versículo 35 del libro 11 del Evangelio según San Juan es el más corto.
Hay muchas páginas con curiosidades y récords sobre la Biblia. La palabra más usada, las veces que se menciona a Dios o dónde no se le menciona, el verso central del libro y un larguísimo etcétera.
Las cuestiones realmente importantes suelen estar más dispersas. Cierto es que la Biblia está llena de errores, barrabasadas y hasta asuntos sin interés. Pero también es verdad que hay mucha información interesante, capítulos extraordinarios y brillantes reflexiones.

¿Cuál es el versículo más importante de la Biblia?
Una interesante reflexión en inglés, defendiendo algo sorprendente: El primero.
En ese texto fundamentan que Génesis, 1,1 es ni más ni menos la frase más relevante de todas. Si hubiera que resumir la Biblia entera en un versículo, serviría ese.

1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Me gusta la argumentación que emplea Henry M. Morris (uno de esos temibles evolucionistas). Asumiendo la veracidad del versículo, es impecable:

  1. Refuta el ateísmo porque el universo fue creado por Dios.
  2. Refuta el panteísmo (la creencia de que Dios es todo y todo es Dios), porque Dios es trascendente (fuera e independiente del universo material) a aquello que Él ha creado.
  3. Refuta el politeísmo, porque un sólo Dios ha creado todas las cosas.
  4. Refuta el materialismo, la materia tiene un comienzo.
  5. Refuta el dualismo, porque Dios estaba solo cuando Él creó el mundo.
  6. Refuta el humanismo, porque Dios, y no el hombre, es la última de las realidades.
  7. Refuta el evolucionismo, porque Dios creó todas las cosas.

Sobre el primer versículo de la Biblia, cuentan los mormones que era uno de los más citados por Joseph Smith, el fundador de esta religión. (El libro del mormón es uno de los más extraños libros de la Historia de la Humanidad, obra de Joseph Smith, alguien capaz de fundar con éxito una nueva religión en pleno siglo XIX.)
Joseph Smith, además de casarse – lo hizo veinticuatro veces – solía criticar la redacción del versículo Génesis 1:1.
Y es que una de sus grandes aportaciones fueron sus correcciones a la Biblia, para muchos una obra de más valor incluso que su libro del mormón. Según Joseph Smith el versículo quedaría más correctamente expresado como:

En el principio Yo creé el Cielo y la Tierra.

Según el moderno profeta, Dios enunció ese versículo hablándole directamente a Moisés.

A pesar de que Génesis 1,1 es relativamente sencillo, dada su trascendencia cada traductor ha matizado al detalle el posible significado de la frase. La Wikipedia da una lista de diferentes traducciones, dependiendo de la versión inglesa de la Biblia con la que tratemos:
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La más extraña es la mención a Elohim, en forma pasiva, de la Concordant Version. Es curioso señalar que algunos terminan la primera frase de la Biblia con un punto y otros con una coma.

A pesar de su mencionada relevancia, este versículo no es el más citado o buscado comúnmente.
En una página bíblica hicieron una sencilla estadística sobre las búsquedas de versículos realizadas. Así, pudieron llegar a formar una Biblia ordenada por popularidad de los versículos, una página muy interesante.
Con mucha diferencia, el versículo más buscado de todos resultó ser Juan 3:16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

En el segundo puesto, con la mitad de las búsquedas que el anterior, Juan 1:1:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

El el séptimo lugar por orden de popularidad, encontramos este Génesis 1,1: En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

American Revolutionary War

La obsesión española por su propia Guerra Civil, aunque perfectamente comprensible, nos aleja del conocimiento de otras batallas interesantes que no nos afectaron en nada. Por cada libro que se ha escrito en España sobre alguna guerra se han escrito diez sobre la Guerra Civil española.
Nos resulta especialmente ridícula la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Los americanos y sus celebraciones con bandera, pavo, escopeta y desfiles con majorettes.
Pero no sería aventurado indicar que aquella fue posiblemente la Guerra más interesante de la Historia de la Humanidad.
Han existido muchas guerras colosales, algunas de estrategia ajedrecística, victorias pírricas y auténticas masacres. Enormes revanchas y victorias sorprendentes. Pero la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos es de una complejidad y sutilezas sin parangón.
Podría habérsela calificado de Guerra Mundial, por cuanto combatieron americanos, ingleses, franceses, españoles y alemanes. Se luchó en Estados Unidos y Canadá, pero también en Centroamérica, Europa y hasta la India. Aunque muchos lo desconozcan, España recuperó Menorca en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Y no fue capaz de conseguir lo mismo con Gibraltar.
Un aspecto interesante de la Guerra es su propio nombre. En el mundo entero se la conoce como la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Sin embargo los americanos rechazan ese nombre. Para ellos es la Guerra de la Revolución Americana (American Revolutionary War).
Esta distinción semántica habla mucho sobre el propio sentido que ese país da al conflicto. Para ellos no fue tanto una Guerra contra los ingleses, sino una especie de Guerra Civil, entre americanos a favor de la independencia y americanos a favor del gobierno británico. En Gran Bretaña sin embargo lo tienen claro: fue una Guerra de Independencia con todas las letras.
Y es que en esta Guerra falta hasta consenso sobre quién era el enemigo. Los independentistas americanos veían a los ingleses como aliados de sus rivales, mientras que los ingleses se entendían a sí mismos como el enemigo.
La definición de Guerra de la Revolución Americana es quizás la más exacta. Los ingleses sabían desde el día uno de la batalla que necesitaban de apoyos en el país, o estarían acabados. Y la verdad es que tenían grandes sectores de la población a su favor. Pero su grupo era demasiado heterogéneo.
De un lado, los americanos leales. Pero también los indios americanos. Para ellos era lógico: mejor ser una colonia de un país invasor a que un nuevo país se forme en tu territorio. Mejor una especie de Afganistán antes que un Israel. La mayoría de los esclavos lucharon del lado de Inglaterra. Con la eterna promesa de la libertad. Eso sí, una promesa con la boca pequeña si no se quería perder el favor de los americanos afines al régimen. Porque a estos americanos se les prometerían grandes tierras que necesitarían de mano de obra esclava. Con los indios ocurría algo parecido. Ofrecerles algo a ellos era quitárselo a los americanos leales y además provocar recelos.
Para complicar aún más la situación, los ingleses contrataron algunos regimientos de mercenarios alemanes. Algo que hizo poca gracia a los americanos. No sin motivo pues luego muchos de esos alemanes se acabaron quedando en el país.
La guerra, al margen de las numerosas batallas, tuvo una gran vertiente psicológica. Convertir a los pro-británicos en nacionalistas y a los nacionalistas en conservadores seguidores del Rey. Murió poca gente en comparación con cualquier guerra tan larga, pero cada batalla a favor de un bando u otro significaba ganar o perder seguidores a la causa.
Tras convencerse de que una victoria inmediata sería imposible, los ingleses, bajo recomendación del rey Jorge III, aplicaron una táctica a la iraquí:

Jamás reconocer la independencia de los Estados Unidos y castigar su contumacia mediante una guerra indefinida, que parezca eterna. Castigar a los americanos destruyendo el comercio marítimo, bombardeando sus puertos; asaltando y quemando las ciudades costeras y dando libertad a los indios americanos para atacar a los civiles en las poblaciones fronterizas. Así la población se volverá adepta a la causa británica. El Congreso se dividirá. Los rebeldes estarán en un permanente estado de preocupación, ansiedad y pobreza, hasta el día en que, de forma natural e inevitable, el descontento se convertirá en penitencia y remordimiento. Y rezarán por volver a la situación anterior, gobernados por nosotros.

No funcionó.

Consejos para viajeros

Una de las cosas más lamentables de los viajes es la gente que te da consejos. Dices por ejemplo “en verano quiero irme de vacaciones a Praga” y entonces resulta que la persona con la que hablas ya ha estado allí. Es muy bonito esto de la buena voluntad, pero el caso es que ese amigo tuyo o simple conocido al que acabas de indicarle tus pretensiones de visitar Praga te responde “pues yo estuve hace dos años asín que si quieres te puedo aconsejar”.
Centrémonos: tú estuviste en Praga, pero fuiste un güiri con todas las letras. Ibas a todas partes en taxi porque no te fiabas del transporte público. Pagaste religiosamente cada entrada. Asististe a cada cervecería famosa. Fuiste con una compañía aérea porque era la más barata. Te metiste en un hotel cualquiera.
Tú no tienes ni idea de Praga así que cierra la boca. Sabes lo mismo que pone en las páginas principales de una guía de viajes, quizás algo más actualizado, pero también matizado con tus gustos personales. Lo peor es el sesgo: si fuiste a un restaurante, pediste algo y no te gustó o no sabía bien ya generalizas “ese restaurante es una mierda aunque lo recomienden en cada guía”. Si la azafata no te dio la marca de cerveza que le pediste “esa aerolínea es malísima”. Si cuando visitaste cierto monumento había unas colas de espanto porque coincidió que era el único día del año que sacan las reliquias de algún muerto “no vayas a X, siempre hay que esperar mucho”.
En general cuando visitamos cualquier sitio como turistas obtenemos una visión tan limitada de la realidad que debemos ser lo suficientemente humildes como para no sentar cátedra al respecto.
Aunque claro, si luego no vas de gurú de los viajes, recalcando y censurando sitios, la gente se hace una idea de que eres un perdedor: “este seguro que se quedó en la habitación del hotel viendo la tele”.

Miserere de Allegri

Con la caída del Imperio Romano cambiaron mucho las cosas en el mundo. Uno de los grandes afectados fue el Teatro. El teatro romano no tenía tanta calidad como el griego pero era un espectáculo en el sentido moderno de la palabra.
El circo romano era algo tan maravilloso que si hoy en día se reabriera, y nos olvidáramos por un momento de nuestro moderno concepto de la ética, produciría unas taquillas más suculentas que cualquiera de los musicales de éxito. No habría que cambiar ni modernizar nada.
Las naumaquias o batallas navales, no tan conocidas por nosotros, han sido posiblemente el mayor espectáculo de la Historia de la Humanidad con unos presupuestos que dejarían en ridículo a cualquier superproducción de Hollywood. En las naumaquias se reproducían batallas navales famosas. En algunos casos las reproducciones eran versiones ampliadas de la batalla: si allí lucharon 100 barcos la naumaquia era de 200 y un volumen de actores colosal, muchos de los cuales morían en la fidedigna representación.
Con el fin del Imperio el Teatro (occidental se entiende) cayó en las manos de la Iglesia Católica. Por supuesto que siguieron existiendo gañanes que se disfrazaban y hacían reír a la gente con sus comedias aficionadas e itinerantes. Pero no dejaba de ser un Teatro de segunda categoría. Durante la Edad Media y el Renacimiento las mejores representaciones teatrales eran organizadas por la iglesia. La misma Misa Católica no deja de ser una obra teatral que se tenía lugar con periodicidad conocida y a la que el público llenaba casi todas las sesiones.
La Semana Santa siempre ha sido tiempo de grandes actos religiosos. Uno de los mayores eventos del año era el que ocurría en Roma, en la Capilla Sixtina. El Jueves y el Viernes Santo se celebraban unos oficios tenebrosos de enorme impacto emocional. El oficio se iniciaba a las tres de la mañana. La iglesia estaba iluminada con 27 velas que iban siendo apagadas sucesivamente.
Para tan importante celebración era fundamental una música de fondo. Ya en 1518 bajo el reinado del Papa León X (1513-1521) el compositor Constanzo Festa compuso en 1514 un canto que acompañase a la liturgia. La obra, llamada Miserere por el comienzo del texto cantado, era una obra para doble coro, de cuatro y cinco voces respectivamente, usando como letra el Salmo LI de la Biblia en latín (el L de acuerdo a la griega).
Dicho salmo reza así:

Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dēlē iniquitatem meam.
Amplius lavā me ab iniquitate mea: et a peccato meo mundā me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognōscō: et peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccāvī, et malum coram te fēcī: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincās cum judicaris.
Ecce enim in inquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.
Asperges me, Domine, hyssopo, et mundābor: lavābis me, et super nivem dēalbābor.
Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitates meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne projicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur.
Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae: et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum, et humiliatum, Deus, non despicies.
Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion: ut aedificentur muri Jerusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes, et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos.

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La obra a cantar en el servicio de Semana Santa fue cambiando con el tiempo. Pero los sucesivos autores decidieron respetar la letra y el estilo originales de Constanzo Festa. Hasta diez compositores prestaron su música a la mágica celebración. Sin embargo en 1638 Gregorio Allegri realizó una versión musical del texto bíblico que tuvo tanto éxito que el entonces Papa Urbano VIII decidió que perdurara en el tiempo. Hasta hoy en día.
En la actualidad enciendes el televisor y tienes varias decenas de espectáculos a tu disposición. Internet es casi infinito. En el siglo XVII apenas si había sucesos más interesantes que ver como el caballo montaba a la yegua. Una obra musical que sólo se interpretaba dos veces al año, en la sala más majestuosa de la Cristiandad, con las mejores voces de Italia – o sea del mundo – asistiendo a la misa el propio Papa. Celebrándose a las tres de la mañana. Con el terrorífico juego de luces. Ni qué decir tiene que pasó a ser uno de los actos culturales más importantes del mundo.
Lo que en el pasado no era sino marketing es hoy recordado como censura. Ante el éxito del Miserere de Allegri el Papa dio un paso adelante para aumentar dramáticamente la fama de estas Misas de Semana Santa: prohibió la copia de las partituras de Allegri. Nadie podría salir de la Capilla Sixtina con alguna de ellas. So pena del castigo eterno: la temible excomunión.
El objetivo no era prohibir por prohibir. La idea era aumentar la mística que envolvía esta obra. Y desde luego que el Papa lo consiguió.
El Emperador de Austria Leopoldo I de Habsburgo (1640-1705) había oído hablar de la obra a algunos de sus dignatarios que habían estado en alguna visita a Roma. Le contaron maravillas del Miserere de Allegri. Hasta el punto de que el monarca solicitó al Papa una copia de la partitura para que pudiera ser representada en su capilla real.
El Papa no tuvo sino que aceptar, llegando por primera vez una copia legítima del Miserere fuera de Roma con dirección a la Librería Imperial de Viena. Pero tras la representación el Emperador quedó muy decepcionado con la pieza, hasta el punto de creer que el Papa le había engañado, enviándole una obra menor en lugar del auténtico Miserere del que tantas maravillas había escuchado. El Papa pidió explicaciones a su Maestro di Cappella y lo destituyó.
Este pobre hombre sin embargo solicitó dar una explicación al Papa en una audiencia. Y consiguió convencerle hasta el punto de recuperar su puesto: la partitura era lo de menos. La música de Allegri no tenía nada de extraordinario. Era el conjunto simbólico que conseguían formar en un día y un lugar tan especiales. Pero el Maestro de Capilla le habló al Papa de las improvisaciones. Porque a pesar de tener una partitura que cantar, el coro de la Capilla Sixtina disponía de unas técnicas especiales de improvisación basadas en el original que convertían la pieza en algo único cada vez que era representado y más allá de la mera partitura musical. Como director del coro, él sería capaz de trasmitir al menos esa música al Emperador de Viena. Tras dirigir al coro austríaco el Papa y el Emperador recuperaron la confianza mutua y el músico su puesto de trabajo.
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Esta historia no serviría sino para aumentar el prestigio del Miserere de la Semana Santa de Roma. Hacia 1770 se conocía que existían tres copias de la partitura de Allegri: la copia de la Librería Imperial de Viena, otra que tenía el rey de Portugal y una tercera en manos del renombrado pedagogo y compositor italiano Giovanni Battista Martini (1706-1784).
Y entonces apareció Mozart. Con trece años y acompañado de su padre Leopold, también compositor, el pequeño Mozart visitó durante 15 meses Italia, aprendiendo música de algunos de los mayores expertos de su tiempo y conociendo las bellas ciudades italianas. De tal suerte que el 11 de abril de 1770, jueves, Mozart tuvo la oportunidad de asistir a una de las interpretaciones del Miserere de Allegri en la Capilla Sixtina.
Al volver a su alojamiento el joven Mozart puso en práctica una de sus habilidades tan bien retratadas en la película Amadeus: recordar la música con sólo oírla una vez. Y se dispuso a trascribir la partitura completa del Miserere. Esta facultad extraordinaria no tenía sin embargo ninguna utilidad, salvo para ocasiones tan excepcionales como el Miserere de Allegri. Al día siguiente Mozart volvió a oír la pieza, para sólo realizar algunas correcciones menores a su texto inicial.
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Este es un punto delicado. La única información fiable de que se dispone es la que el propio padre de Mozart contó, en una carta que envió a Salzburgo, donde ambos vivían. En ella decía:

“Habrás oído hablar del famoso Miserere en Roma, que es tan apreciado que hasta los intérpretes tienen prohibido bajo pena de excomunión el llevarse aunque sólo sea una parte de él, copiarla o dejársela a nadie. ¡Pero nosotros ya lo tenemos! Wolfgang lo ha trascrito y lo enviaríamos a Salzburgo con esta carta si no fuera porque es totalmente imprescindible que nosotros estemos allí para la representación. La forma de interpretarlo contribuye mucho al efecto que produce la música más que la pieza en sí. En cualquier caso, siendo uno de los secretos de Roma, no queremos dejarlos caer en otras manos.”

Este texto es fundamental para entender lo que estaba a punto de ocurrir. Porque tras dejar Roma, los Mozart viajaron a Bolonia, a encontrarse con el compositor Martini, antes citado. Quiso el destino que en ese momento y en ese lugar coincidieran las dos (tres contando a Leopold Mozart) únicas personas del mundo que tenían la partitura, fuera de Roma y de las bibliotecas de dos reyes. Allí había ido Mozart a aprender del maestro italiano.
Por otro lado, el musicólogo inglés Charles Burney había dejado Londres hacía varios meses. Su objetivo era escribir un libro sobre la música de Francia e Italia. Quiso el destino que llegase a Bolonia justo en el momento en que los Mozart estaban visitando a Martini. Y entonces hay una parte que nadie conoce ni probablemente conocerá jamás. Se sabe el resultado: que Burney volvió a Inglaterra y publicó la partitura del Miserere de Allegri. Y es que los ingleses hacía algunos años que no tenían ningún respeto o miedo a la Iglesia Católica.
La versión más extendida por Internet, Wikipedia inclusive, es la simple: Wolfgang Amadeus Mozart liberó la pieza musical y la puso al alcance de todo el mundo. Se convirtió así en un príncipe de los hackers del siglo XVIII. Esta historia sin embargo es quizás la menos probable de todas.
Por un lado, Mozart no era más que un niño. Genial y un músico de talla adulta pero a fin de cuentas un niño que jamás habría hecho algo así sin el consentimiento de su padre. Más sospechosos resultan Martini y Leopold Mozart. Mozart padre parecía dispuesto a distribuir la pieza si esta podía aportarle algún beneficio económico, pero siempre con el respeto máximo a la Iglesia y al Papa. Giovanni Battista Martini tenía también una copia de la partitura, obtenida por métodos desconocidos. Quizás todos se aprovecharon de la triple coincidencia. Burney desde luego, pues fue capaz de publicar la obra y ponerla al alcance de todo el mundo, hasta hacerla una de las piezas de música religiosa más populares de la actualidad. Quizás Martini obtuvo un beneficio económico y trató de aprovecharse de la oportunidad de culpar a los Mozart. Leopold disponía de una buena forma de congraciarse con el público inglés y de aumentar la popularidad de su hijo pero cuesta creer que eso valiera más que el presentarse en Salzburgo con la partitura.
Pudiera darse incluso el caso de que Burney robara la obra o la copiara aprovechando algún descuido del equipaje de los Mozart. Incluso se cree que Burney la pudo obtener algunos días antes en la misma Roma, del Maestro de Capilla Santarelli. No podemos saberlo. Lo que sí que es cierto es que nunca mencionó el nombre de Mozart. Aunque puede que tan sólo para protegerle de las iras de la Iglesia Católica y para salvar su alma.
Pero casi exculpa por completo a los Mozart la versión publicada por Burney. Si hubiera incluido las improvisaciones ajenas a la partitura original la hipótesis mozartiana ganaría mucho peso. Pero al haber ocurrido justo lo contrario todo apunta a que aún disponiendo de la partitura obtenida por Mozart no habría sido capaz de obtener “la original”, sin las improvisaciones.
Lo cierto es que no se armó ningún alboroto con la publicación del Miserere. El Papa sabía que la música era lo de menos. Jueves Santo. Capilla Sixtina. Un coro a nueve voces. Tres de la mañana. ¿Quién necesita una partitura?
Fuentes:

Reparto:

Pretty Woman


El gobernador de Nueva York, el demócrata Eliot Spitzer, ha presentado este miércoles su dimisión, dos días después de descubrirse su vinculación a una red de prostitución de lujo y tras negociar su salida con la fiscalía general del estado. Lo sustituirá en el cargo as partir de 17 de marzo David Alexander Paterson, de 53 años y hasta ahora vicegobernador.
Los remordimientos me acompañarán siempre
“Los remordimientos me acompañarán siempre”, ha dicho Spitzer en su comparecencia ante la prensa en Nueva York, en donde también dijo que no le quedaba más remedio que “aplicarse a sí mismo” los mismos criterios “de rectitud” y de “asunción de responsabilidad” que siempre pidió a los demás en su carrera política.
Spitzer, de 48 años, casado desde hace 21 años y padre de tres hijas, se hizo famoso por su trabajo como fiscal general del Estado, cargo desde el que prometió llevar a cabo “una reforma ética” y combatir la la prostitución.
Considerado la imagen de la rectitud moral y de los valores familiares, ha visto como en horas su carrera política caía en picado y su nombre se unía a la lista de los políticos estadounidenses forzados a dimitir por haberse visto involucrados en líos sexuales.
“Un cliente habitual”
El diario The New York Times fue el que reveló, el pasado lunes, que Spitzer había sido identificado en una grabación de una investigación federal haciendo los arreglos para encontrarse con una prostituta que cobra 1.000 dólares la hora en un hotel de Washington el mes pasado.
Según los investigadores citados por la prensa estadounidense, el gobernador “era un cliente habitual que llegó a gastar 51.600 euros a lo largo de varios años en el pago de servicios de prostitución de lujo”.
La cadena de televisión ABC ha entrevistado a una de las prostitutas, “Sienna”, de 22 años, que dijo haberse acostado con Spitzer hace dos años, cuando todavía era fiscal general del estado. “Daba buenas propinas y no hacía nada que fuera sucio”, afirmó.

Si tratamos de analizar fríamente la información, hay muchas cosas que no cuadran.

era un cliente habitual que llegó a gastar 51.600 euros a lo largo de varios años

para encontrarse con una prostituta que cobra 1.000 dólares la hora

Las prostitutas que cobran 1.000 dólares la hora no trabajan por múltiplos de veinte minutos, como las normales. Supongamos que “varios años” es simplemente dos. Y que el ex-gobernador sólo pagaba 500 dólares por sesión con prostitutas. Esto arroja la friolera de 100 encuentros sexuales con prostitutas a lo largo de dos años. O sea, una vez a la semana. Si hacemos la estimación de forma más optimista y razonable, con pagos de 1.000 dólares durante cuatro años, apenas si nos da para una vez al mes. Aunque puede que fuera un “cliente habitual”, no era ni mucho menos un fanático de las prostitutas.
Pero centrándonos en lo importante. ¿Qué es lo que ha hecho mal este hombre? Según veo, hay cuatro puntos:

  • Ser infiel a su mujer.
  • Pregonar una lucha contra la prostitución y sin embargo aprovecharse de ella.
  • Pagar a prostitutas.
  • Acostarse con prostitutas.

Ser infiel a su mujer no es un delito, ese tipo de faltas se deben arreglar de puertas para adentro. Y una infidelidad no te convierte en un monstruo o un mal político. Algunos presidentes de gobierno vigentes han sido infieles a sus esposas, su infidelidad descubierta y su puesto de trabajo no se ha resentido.
La doble moral respecto de la prostitución no es más que hipocresía. Como la famosa de Al Gore y su hipercontaminante casa. A pesar de haberse destapado que su gasto de energía es desenfrenado ni le han quitado el premio Nobel ni ha desenchufado ningún aparato eléctrico de su casa. La hipocresía está a la orden del día en política, como algunos políticos catalanes que tienen a sus hijos en escuelas bilingües y promueven la obligatoriedad de estudiar en catalán.
Pagar a prostitutas es un delito en Estados Unidos. En la mayoría de los países no lo es. Eso sí que ha estado mal pero no deja de ser un delito relativo, algo que dependiendo del país puede entenderse como legal o no ilegal. Es decir, que aún siendo un delito, es de aquellos que pueden entenderse como cuestionables.
Acostarse con prostitutas no está mal. Es absurdo que hoy en día se diga que los homosexuales tienen todo el derecho del mundo a tener sexo con personas de su sexo y sin embargo pagar a otra persona, de mutuo acuerdo, por tener sexo está mal. Porque si ridículo es decir que el sexo debe realizarse con determinadas personas (de sexo opuesto al tuyo) mucho más lo es sugerir que debe ser realizado bajo determinadas circunstancias (con el consentimiento de ambos pero sin que medien intereses económicos).
La verdad es que esta noticia me ha sorprendido mucho. Al final creo que a este pobre hombre se le ha castigado demasiado severamente. El juicio mediático no es delito, es derecho a la información.