Standard & Poor’s

La noticia del día de ayer fue la rebaja de calificación de la agencia Standard & Poor’s a la deuda española, haciéndola pasar de AA+ a AA con perspectiva AA-.

Me ha llamado la atención el pésimo ejemplo utilizado por parte de algunas personas – periodistas o miembros del Gobierno – para intentar justificar que esta rebaja por parte de la Standard & Poor’s ha sido equivocada.

Se refieren al caso de Lehman Brothers, que acabó quebrando en septiembre de 2008, y dicen que “Standard & Poor’s daba la máxima nota a Lehman Brothers el día antes de su quiebra, así que su capacidad de juzgar la solvencia de una empresa o gobierno es muy limitada”.

Sin embargo con esto no hacen sino tirar piedras en el tejado que pretenden proteger. No están diciendo sino que son generosos dando calificaciones y sin embargo a España se la han bajado. Es como una asignatura muy fácil, que todo el mundo aprueba. Pero que España no lo hace y sin embargo se argumenta que “otros que no tenían mucha idea han aprobado”. Pues sí, pero el que ha suspendido has sido tú y eso sólo demuestra que tienes que estar realmente mal para que te hayas quedado entre los suspensos.

El sistema de calificación de la agencia Standard & Poor’s es realmente recalcitrante y puede resultar ofensivo para aquellos que tengan algún conocimiento científico. Con decenas de letras y números y un amplio abanico de sistemas métricos interesantes, no se les ocurre otra cosa que usar apenas tres letras y un modificador (“+” ó “-“) para juzgar la solvencia de un país o una empresa y seguir un orden cuanto menos extraño. De mejor a peor calificación:

AAA (Bonos de Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Isla de Man(!), Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Holanda, Suecia, Suiza, Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Singapur (fuente)).
AA (Bonos de España)
A (Bonos de Italia)
BBB (Bonos de Rusia)
BBB- (Bonos de India)
BB+ (Bonos de Grecia)
BB (Bonos de El Salvador)
B (Bonos de Argentina)
CCC (Bonos de Pakistan)
CC (Notas inferiores a CCC son ya propias de empresas al borde de la quiebra o incluso dentro de ella)
D (En suspensión de pagos)

Dentro de estos grados, se pueden ponderar las medidas con valores como el español de AA+ (que es mejor que AA y este mejor que AA-). Lo que sí que es cierto es que cuando ves escalas de gradación tan poco científicas sospechas que el sistema dista mucho de ser riguroso y que los matices como los + y – se consiguen con palmaditas en los hombros adecuados.

Y la situación española de “AA con tendencia a AA-” es más propia del hombre del tiempo que de una agencia de tan supuesto prestigio.

Contando más cadáveres

El número oficial de víctimas en la tragedia del 11 de Septiembre de 2001 no es un número cerrado. La última víctima oficial del atentado terrorista sobre las Torres Gemelas de Nueva York es Leon Heyward que murió en octubre de 2008.

En realidad Leon no sufrió daños inmediatos en el atentado. Simplemente estaba en la zona próxima a las Torres y estuvo ayudando en las labores de rescate de las personas que salían de los edificios. La inhalación de ese polvo altamente tóxico le acabó provocando serias enfermedades pulmonares que finalmente le han ocasionado la muerte.

Su caso no es único, hay muchas personas enfermas a causa de haber colaborado en los rescates del 11 de Septiembre. Puede sin embargo que el sea la última víctima oficial del atentado, pues conseguir el certificado de que la causa directa de la muerte ha sido ese hecho no es fácil… siete años después del mismo.

Ray Kroc

La verdad es que la página lleva un año bastante aburrido, casi todo son mini-entradas o reseñas de libros. Unido a la publicidad, casi parece un blog de una red “profesional”.

Un libro que tenía muchas ganas de leer era la autobiografía de Ray Kroc, el fundador de McDonald’s. Lo tenía en la lista de pendientes de Amazon pero por una razón o por otra nunca lo acababa de comprar. Al final acabé comprándolo hace pocos días (que una persona con Kindle compre libros de papel en Amazon es una señal a tener en cuenta).

Hay quienes tienen un retrato de los fundadores de Google en la mesita de noche. Creo que está bien para los jóvenes que aún tienen el mundo por delante. Pero cuando uno ya tiene cierta edad y esa historia es inalcanzable, tiene que renovar el armario de héroes de ficción. Y creo que Ray Kroc es un modelo a conocer y seguir.

Su historia, que había leído en varias partes, era demasiado ilógica y necesitaba una un poco más sustanciosa (su libro tiene apenas 200 páginas y se lee en pocas horas).

La versión resumida cuenta que Ray Kroc tenía 52 años cuando entró en el McDonald’s original, fundado por los hermanos Richard y Maurice McDonald. Inmediatamente Kroc se dio cuenta del potencial que tenía ese tipo de restaurante y se lo imaginó como algo que podría extenderse por todos los Estados Unidos.

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Lo impresionante de la historia es que Kroc no era más que un vendedor de batidoras industriales y tenía una edad a la que hoy en día la gente ya está pensando en la prejubilación y en las multipropiedades en Gandía.

Es por eso que su historia de éxito es una de las más impresionantes de la historia de los negocios. Hay muchas personas que no la valoran porque asocian McDonald’s con cutrerío y clientela obesa, a diferencia de las estilizadas clientas de Margaret Astor o Apple.

Pero la realidad es que como empresa McDonald’s rompe muchos récords, sobre todo de los que gustan a los accionistas mientras que muchas empresas de productos glamurosos son más repugnantes que los restos de la peor hamburguesa.

De Ray Kroc lo que me llamaba la atención era eso, ¿Cómo una persona tan mayor había sido capaz de crear un imperio tan grande, además tomando la idea de otros?

En su biografía Kroc ofrece un concepto personal que merece la pena conocer. Como él mismo dice, a pesar de sus 52 años, él se sentía verde, vivo, en crecimiento. No se consideraba una persona que había cumplido su misión en la vida, sino que estaba en condiciones de ofrecer muchas más cosas al mundo y se sentía fuerte para nuevos retos.

Sus inicios son curiosos. Sus abuelos eran checos y él se consideraba en cierto modo una especie de checo, país de idiosincrasia difícil de definir para los que no los tenemos por vecinos.

La madre de Kroc era pianista y le dio clases de piano desde pequeño. Gracias a su habilidad, Kroc conseguiría buenos trabajos de pianista en los locales de copas y también en la radio. Desde pequeño era muy trabajador, desempeñando dos trabajos simultáneos, que le tenían ocupado de ocho de la mañana a altas horas de la madrugada, con dos medios días libres a la semana como toda forma de descanso.

Aquí hay que indicar que su forma de vida es totalmente incompatible con nuestra forma de entender el trabajo. Era un tiempo en que se trabajaban muchas horas y nadie se quejaba. Hoy en día el tiempo libre es casi lo que más se valora en una profesión. Kroc se casó con 21 años y ya llevaba muchos años de actividad profesional. No había terminado los estudios, pues eran algo que le aburría. Fue una persona muy práctica, como le sucede a muchos buenos vendedores. La profesión de vendedor es otra que se menosprecia injustamente, en un mundo en el que sobran físicos nucleares (que acaban trabajando en las cajas de los McDonald’s).

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Una curiosidad de su juventud es que cuando hizo el servicio militar (con intención de marcharse a la I Guerra Mundial) coincidió en la misma unidad con Walt Disney, que era un tipo muy raro por aquel entonces. En un futuro trataría de aprovechar este contacto para incluir un McDonalds en Disneyworld, sin conseguirlo.

El punto que me ha gustado de su biografía es que conforme va narrando su vida te vas dando cuenta de que no era un vendedor de batidoras industriales de 52 años cuando llegó al McDonald’s de San Bernardino, en el interior de California. Era una persona que durante toda su vida se había estado formando para formar una franquicia de comida rápida como McDonald’s.

Durante muchos años trabajó como representante de una fábrica de vasos de papel (los mismos vasos en que se sirven las bebidas de McDonald’s). Se recorrió los Estados Unidos vendiendo sus vasos a todo tipo de bares y restaurantes. Durante muchos años fue conociendo el negocio, a los otros proveedores, tratando de entender las necesidades de los clientes y trabajar de acuerdo con ellos, no en su contra.

Aun en un trabajo que suena de perdedor – pero que no lo era, sólo que resulta falto de encanto – se nota que no se trataba de un vendedor cualquiera. Cuando llegó la Gran Depresión todas las empresas lo estaban pasando fatal, entre ellas la suya, pero sus ventas no desfallecían. En un momento dado su jefe le convocó y le dijo que tendrían que bajarle el sueldo un 10% porque era una orden que había llegado desde la alta dirección: bajarle el sueldo a todos los empleados.

El caso es que de inmediato Kroc se enfadó y se indignó con su jefe y le dijo que dimitía, que él no estaba dispuesto a eso. Tras una acalorada discusión al final la situación quedó en que Kroc mantuvo su sueldo, siendo el único empleado de toda la empresa que no se bajó el sueldo. Hoy en día esto se asocia con una especie de falta de solidaridad pero su argumento es sólido: él era el que más negocio estaba llevando a la empresa. Sus ventas mejoraban sin importar la nefasta coyuntura económica. Él no tenía que sufrir la crisis porque la empresa estaba ganando mucho dinero gracias a él.

Hay que ser muy valiente para dimitir sin más porque no te da la gana de bajarte el sueldo un 10% en una época en que el paro era del 25% (el equivalente español sería del 50%) y en la que muchos de los que trabajaban lo hacían por salarios que no garantizaban la subsistencia.

Pero la dimisión no tuvo lugar y todo siguió igual. En un momento dado Kroc vio el negocio de otra empresa que se dedicaba a fabricar batidoras industriales (para hacer batidos). Era una gente que iba a los mismos clientes que él con sus vasos de papel y se conocían de coincidir en muchos lugares. A Kroc le pareció que era un buen negocio que podría implementar su empresa, como complemento al de papel. Las sinergias eran triviales, pues había que venderlas en los mismos lugares donde estaban los clientes de los vasos de papel.

La empresa aceptó al principio pero luego cambió de opinión (el clásico de empresa que primero diversifica y luego se repliega al “núcleo del negocio”) con lo que el acuerdo quedó en nada. Kroc se enfadó mucho con todo esto, más alguna que tenía guardada como el intento de bajada de sueldo, y acabó despidiéndose y quedándose con el negocio de la venta de las batidoras, a cambio de dar un porcentaje enorme de los beneficios a su antigua empresa (por hacer nada, simplemente por tener su firma estampada en el contrato inicial).

Kroc había truncado su prometedora carrera con 36 años para iniciar un negocio incierto con unos socios poco confiables y con grandes deudas. Pero como buen profesional que era, consiguió salir adelante y acabó pagando lo necesario para quedarse con el porcentaje de su antigua empresa. Tuvo que pasar por muchas estrecheces pero terminó yéndole estupendamente con el negocio de las batidoras, siendo su propio jefe y participando de los beneficios directamente.

Kroc pasó muchos más años en la venta de batidoras industriales, era una época boyante por la proliferación de los helados y todo tipo de bebidas en que su máquina aportaba una ayuda muy importante a los dueños de los bares. Pero con el paso del tiempo llegó también el lento declive, nada terrible pero se notaba que la época dorada había pasado.

Kroc vivía en Chicago (al norte de Estados Unidos) y tenía como cliente destacado a un pequeño restaurante de carretera de San Bernardino llamado McDonald’s. Para Kroc ese restaurante era un misterio. Su batidora industrial (la Multimixer) era capaz de procesar seis bebidas a la vez. La gente de San Bernardino tenía ocho máquinas. Eso quería decir que tenían la necesidad de procesar al menos 43 batidos a la vez.

Siempre le había llamado la curiosidad ese dato, pero no había forma de entender la causa del éxito de ese lugar. Kroc viajó allí un día en una especie de vacaciones, para desconectar del día a día en Chicago.

Cuando llegó al local, antes de que abriera, le pareció aún más inexplicable, pues era un lugar remoto y por fuera no era nada atractivo. Pero a poco que empezó el horario comercial se dio cuenta de que aquello era una verdadera máquina de hacer dinero. Se reunió ese mismo día con los hermanos McDonald’s y estos le explicaron encantados todos los detalles del restaurante y cómo se habían preocupado de que todo funcionara a la máxima perfección.

Kroc simplemente se dio cuenta del potencial del local y le sugirió a los hermanos, como hacía con todos los clientes que tenía, que trataran de explotarlo, tal vez en forma de franquicia. Pero los hermanos no tenían ganas de todo ese ajetreo. Tenían un negocio muy próspero y eran felices con eso. Trabajaban mucho pero no querían aún mayores preocupaciones.

Entonces Kroc les propuso que buscaran a alguien que hiciera todo ese trabajo por ellos, que ellos sólo tendrían que cobrar su parte del negocio, sin tener que esforzarse ni arriesgar lo más mínimo. Kroc veía toda una cadena de restaurantes, cada uno con ocho de sus batidoras. Pero cuando los hermanos le preguntaron quién podría ser ese alguien Kroc se ofreció. No era algo meditado, pero tampoco una oportunidad que se permitiera rechazar.

A partir de ahí surge la historia de McDonald’s y uno se da cuenta de que todas las piezas encajan y de que aunque hubo un montón de momentos en que las cosas podrían haber ido mal, la creación de McDonald’s fue relativamente sencilla pues como ya he dicho Kroc se había formado para algo así durante toda su vida, aunque no lo hiciera jamás con un propósito específico. Conocía todas las piezas del engranaje: alquiler de locales, contratos de franquicia, relaciones con los distribuidores. Y traía la magistral forma de trabajo en cadena y costes mínimos creada por los brillantes hermanos McDonald.

En muy poco tiempo la cadena empezó a funcionar y pronto se hizo un negocio grande, luego enorme y finalmente gigantesco.

La actitud de Kroc es envidiable y merece aprenderse mucho de ella. Su forma de entender el trabajo como algo que debe ser progresivo y ante lo que uno tenga un control, no depender exclusivamente de lo que otros esperen de nosotros, o de agradar a los demás.

Kroc era exigente pero al mismo tiempo generoso con sus trabajadores. Muchos de los que empezaron con él se hicieron millonarios. Su secretaria, con la que empezó en el negocio de las batidoras, era dueña de un 10% de McDonald’s. Si no hubiera muerto y no hubiera vendido parte de las acciones hoy sería la persona más rica del mundo.

Mención especial merece Harry J. Sonneborn al que Ray Kroc no niega un puesto de privilegio en la historia de éxito de McDonald’s. El negocio llegó tan lejos por la inusual conexión de los hermanos McDonald, Kroc pero también Sonneborn que era el genio de las finanzas y el que consiguió maravillas en la obtención de préstamos, hipotecas, contratos e incluso la salida a bolsa. Kroc lo defiende como coautor de la idea y recuerda con tristeza el momento en que se pelearon y ante el que Sonneborn acabó marchándose de la empresa y vendiendo todas sus acciones por tres millones de dólares. A su muerte, las acciones que vendió a tan buen precio se hubieran vendido por 1.000 millones de dólares. Como muy bien dice la Wikipedia, sus ingeniosas operaciones financieras terminaron en cuanto abandonó la compañía. Es triste que una persona tan importante no tenga ni una sola mención en el artículo de la Wikipedia sobre la historia de McDonald’s.

Como el libro está escrito en 1977 es curioso leer a Kroc hablando del futuro de la compañía. Se pasa todo el tiempo hablando de McDonald’s y contando secretos que desconocíamos pero cuando llega el momento de las predicciones es un punto extraño en el que entiendes que tú sabes más sobre eso de lo que él mismo podía imaginar y lo lees con tierna condescendencia.

Hay algunas anécdotas interesantes y divertidas. En esto de las predicciones, Kroc dice algo como que “tal vez en un futuro McDonald’s venda pizzas. Es algo que no sé. Lo que estoy seguro es de que nunca venderá perritos calientes. Todo el mundo sabe que el contenido de la carne de las salchichas de esos perritos es tan misterioso como inquietante y McDonald’s nunca venderá algo así.” Queda por ver si su pronóstico se cumplirá o no. El tiempo lo dirá.

La más curiosa y llamativa de todas es la lucha que tuvo Kroc para conseguir fabricar las patatas fritas. En el primer instante se dio cuenta de que lo mejor del restaurante de los hermanos McDonald era que las patatas fritas eran baratísimas y las más deliciosas que había comido nunca. Pero cuando él trató de producirlas en su primer restaurante en Chicago fue incapaz. Sabía que gran parte del éxito potencial de la franquicia estaba en que las patatas salieran tan buenas como las de San Bernardino.

Hay que imaginar a Kroc llamando por teléfono a los hermanos y cada uno contándole al otro lo que había hecho para que salieran tan buenas. Al final la solución pasó por contratar a unos consultores de patatas que llegaron a la acertada conclusión de que las patatas sabían mucho mejor en California porque estaban sometidas a una especie de curación por el calor del aire del desierto (Chicago es una región muy fría de los Estados Unidos). Cuando pudieron replicar ese proceso en Chicago consiguieron igualar el sabor, y aún mejorarlo por la mezcla de obsesión y desesperación que había llevado a Kroc a controlar cada paso del proceso de fabricación de una patata frita.

No piqui

Hace unos días me vino de repente a la cabeza el recuerdo de que cuando estaba en el colegio se decía una cosa que era no piqui.

La grafía no es clara pues es una de esas cosas que se dicen de palabra pero jamás antes han sido escritas. Bien pudo ser no piki o incluso no picky.

Supongo que es un localismo y aún una expresión atada a una generación concreta. Sin ser algo extraído de la televisión es desde luego una expresión extraña.

No piqui se pronunciaba en el contexto de que tenías algún tipo de chuchería y no estabas dispuesto a compartirla con tus amigos. Antes de que tu amigo viera lo que tenías – o a ser posible al mismo instante – el decir no piqui te libraba de la ingrata tarea de tener que compartir lo que tenías.

Era una especie de sortilegio, similar a expresiones como “todo lo que me digas rebota” para evitar que los insultos de los otros te afectaran o repetir con las manos en los oídos “no te oigo” para evitar oír algo que no te apetece.

Lo que recuerdo extrañamente del “no piqui” es que uno lo respetaba a rajatabla, como si fuera una norma del reglamento del golf. Si querías evitar que un amigo avaricioso se quedara sin compartir sus caramelos tenías que estar siempre ojo avizor y si atisbabas alguna chuchería en su bolsillo te lanzabas a identificarla e impedir el bloqueo a cualquier petición mediante la expresión inversa: piqui.

Lo recuerdo como conversaciones de pájaros en la que uno decía “no piqui” y el otro “piqui” y el primero saltaba, “no, que era no piqui” y el otro respondía “que sí, que es piqui”.

Y es que casi siempre el conseguir llevarte algo dependía de segundos y había que recurrir a la foto finish. Uno no podía decir tranquilamente “no piqui” y luego sacar un repugnante revuelto de frutos secos. En la candidez infantil se sacaba el revuelto al tiempo que se gritaba “no piqui” y el otro estaba siempre a la que salta intentando decir un “piqui” para evitar quedarse sin comer.

Me parece extraña la expresión, pues recuerda mucho al no picky inglés que podría interpretarse en sentido literal como “no picotear”. Pero no creo que las expresiones de niños tengan orígenes tan elaborados.

Algo que ahora va con los modales, el ofrecer a todo el que tengas a mano cuando tienes algo susceptible de ser compartido, estaba totalmente en contra de la forma de pensar infantil. Aún así, el hecho de compartir venía condicionado, no a una convención social, sino a una sencilla invocación.

Supongo que es un paso intermedio en la formación de una persona, en que siente que tiene que hacer algo, de acuerdo a un acuerdo que observa en otros (hacer piqui) pero que su instinto egoísta no le ofrece ningún motivo para hacerlo. Esta suerte de juego se interpone entre una cosa y otra, permitiendo una transición hacia una convención social sin que resulte traumática.

Hay un grupo del Facebook: Yo tambien decia no piqui!!!! cuando me compraba algo en el kiosko.

Restaurantes sin dentistas, películas sin oftalmólogos

El número de páginas que hay en Internet que se dedican a las mismas cosas siempre no deja de crecer. Si quieres dejar tu opinión sobre un restaurante tienes decenas de páginas y todas funcionan bastante bien y luego ocupan los primeros lugares en las búsquedas de Google.

Si quieres rellenar tu valoración y el resumen de la película que viste en el fin de semana tienes una oferta aún mayor. El contenido gratis es muy agradecido y todo el mundo está encantado de brindarte los medios para que rellenes páginas en las que se pueda colgar publicidad.

Sin embargo se echa en falta alarmantemente sitios donde opinar sobre servicios mucho más interesantes e importantes: servicios médicos.

Es ridículo que haya miles de páginas que se afanan en mostrar los mejores restaurantes japoneses de Madrid y sin embargo no hay ni una sola en que se muestren a médicos de distintas especialidades y lo que los pacientes opinan sobre ellos.

La decisión de en qué garito dejarse caer para apaciguar el estómago, o con qué película matar la tarde es de gran ayuda, pero mucho más lo es saber qué servicio me espera en un determinado lugar.

Aquí surgirá la clásica queja de Internet y los médicos: que la medicina es una ciencia que no está al alcance de cualquiera, que en Internet hay mucha mala información, que no se puede valorar a un médico por la opinión del paciente, que tienen que ser sus compañeros los que en todo caso le valoren.

Creo que esto ya lo he escrito tal cual en alguna otra entrada. Sé que existen proyectos por el estilo en Estados Unidos. Incluso se ha llegado al punto de que algunos médicos, antes de un tratamiento, hagan firmar a sus pacientes una hoja donde se comprometen a no opinar en Internet sobre las facultades del doctor que les trató.

Los problemas legales seguro que son enormes y es por eso que ni me planteo iniciar algo así. Pero es una prueba fehaciente del tratamiento a veces incomprensible que se le da a la medicina, de ser un mundo donde no se puede ni elegir ni opinar, porque no se tiene conocimiento para hacerlo.

¿Dónde podría encontrar un buen dentista en Madrid? Sólo dispongo de páginas comerciales donde cada cual ilustra de sus supuestas virtudes.
¿Dónde existe una comparativa de opiniones de centros que hagan operaciones de miopía? Una operación simple y que vale bastante dinero, pero ante la que la única opción es seguir con el concepto clásico de obtener la recomendación de un amigo de un amigo, depender de una sola opinión, que ojalá sea acertada.

Founders at work

Un libro que me ha gustado mucho ha sido Founders at Work.

Trata sobre personas que de alguna forma estuvieron envueltas en el inicio de empresas del mundo de la informática, más o menos durante el periodo que va de 1980 al 2005. Muchos fueron fundadores de empresas, otros sólo estuvieron trabajando en esos tumultuosos comienzos, en que todo puede salir bien o mal. La figura del emprendedor es risible y admirable al mismo tiempo. Risible cuando se trata de proyectos que van directos al fracaso y admirable en el resto de casos – acaben o no funcionando estas empresas.

Los emprendedores son como los grafiteros. Unos hacen arte, otros muchos el ridículo y el vandalismo. Pero a la mayoría le gusta el abanico amplio del término, sentirse en la misma categoría que los artistas. Pero está claro que no todos están haciendo lo mismo y que un vándalo es un vándalo y que el que empieza escribiendo tres letras mal puestas nunca acabará dibujando una obra de arte.

El libro Founders at Work trata sobre algunas de estas personas que pueden considerarse artistas. Muchos de sus proyectos son inmensamente conocidos y grandes ejemplos de éxito, como Apple o Hotmail. Otros han acabado en fracaso, tras un triunfo temporal, como Ars Digita o Lycos.

El libro está organizado en forma de entrevistas, cada una de ellas trata sobre una persona y las empresas en que participó, casi siempre una sola aunque hay casos de emprendedores en serie, personas que tras conseguir que un proyecto funcione saltan a otro. Para ellos el conseguir que algo funcione es el objetivo, pero una vez esto ocurre sienten que su labor ha terminado y tratan de dedicarse a otra cosa. Son como los Don Juanes que sólo quieren la conquista, no casarse con la chica y vivir toda la vida con ella.

Como el libro es bastante extenso se obtiene una visión general muy buena de la informática en aquella época (1980-2005), casi todos los proyectos principales aparecen en las páginas de estas entrevistas. Muchas empresas de las que no se habla aparecen tímidamente como referencias, por ejemplo Terra como compradora de Lycos. Es triste que la más importante presencia empresarial española en el mundo de Internet haya sido esa.

En Internet hay dos capítulos completos que se pueden leer gratis para hacerse una idea del libro. Indico estos dos capítulos con el correspondiente enlace, junto al resto de entrevistas:

  • MAX LEVCHIN, PayPal
  • SABEER BHATIA Hotmail
  • STEVE WOZNIAK, Apple Computer
  • JOE KRAUS, Excite
  • DAN BRICKLIN, Software Arts
  • MITCHELL KAPOR, Lotus Development
  • RAY OZZIE, Iris Associates, Groove Networks.
  • EVAN WILLIAMS, Pyra Labs (Blogger.com)
  • TIM BRADY, Yahoo
  • MIKE LAZARIDIS, Research In Motion
  • ARTHUR VAN HOFF, Marimba
  • PAUL BUCHHEIT, Gmail
  • STEVE PERLMAN, WebTV
  • MIKE RAMSAY, TiVo
  • PAUL GRAHAM, Viaweb
  • JOSHUA SCHACHTER, del.icio.us
  • MARK FLETCHER, ONElist, Bloglines
  • CRAIG NEWMARK, craigslist
  • CATERINA FAKE, Flickr
  • BREWSTER KAHLE, WAIS, Internet Archive, Alexa Internet
  • CHARLES GESCHKE, Adobe Systems
  • ANN WINBLAD, Open Systems, Hummer Winblad
  • DAVID HEINEMEIER HANSSON, 37signals
  • PHILIP GREENSPUN, ArsDigita
  • JOEL SPOLSKY, Fog Creek Software
  • STEPHEN KAUFER, TripAdvisor
  • JAMES HONG, HOT or NOT
  • JAMES CURRIER, Tickle
  • BLAKE ROSS, Firefox
  • MENA TROTT, Six Apart
  • BOB DAVIS, Lycos
  • RON GRUNER, Alliant Computer Systems, Shareholder.com

Prácticamente todas las entrevistas merecen la pena, cada proyecto tiene su aquel. La que más me impresionó de todas fue la de Joshua Schachter, creador de delicious.com (originalmente del.icio.us).

Lejos de otras historia de éxito más o menos merecido, su caso es casi único en muchos aspectos. Desarrollo su famosa página de marcadores a ratos muertos desde su casa. Sin garaje ni nada, estuvo trabajando durante mucho tiempo en algo relativamente modesto, optimizando el tiempo empleado de forma magistral. Según cuenta, trataba de trabajar en bloques de quince minutos. De esa forma pudo construir uno de los servicios más útiles (y desaprovechados) de la red.

Esa forma de trabajar me ha llamado tanto la impresión que trato de llevarla a cabo. Si empiezas algo que no sabes si vas a terminar, o si tienes que retomar algo que está a medias y que sabes que tampoco podrás terminar te entra el desánimo. Pero si eres capaz de dividir una tarea dada en otras mucho más pequeñas, al final siempre estarás haciendo cosas concretas con un principio y un fin. La labor de división del trabajo es la que tiene realmente mérito, la idea de sintetizar cualquier cosa en pequeñas partes. Y no tanto la idea como el ser capaz de llevarla a cabo. Si piensas que delicious fue hecho por una sola persona (casi todo) que nunca trabajó más de una hora seguida en nada concreto, y raramente más de una hora al día, te das cuenta del alcance y brillantez de Schachter.

Magistral resulta la forma en que narra su experiencia con la gente de Google. Le trataron de vender la moto de que se fuera a California – Schachter trabajaba en Nueva York en el banco de inversión Morgan Stanley – con la excusa de que todos los buenos programadores vivían allí, que podría trabajar con doctores en informática. Schachter les replicó que de eso nada, que en Nueva York hay muchos programadores y muy buenos, que no tienen nada que envidiar.

Y épica es la respuesta a la pregunta de por qué Google no le quiso contratar. Uno está cansado de ver leyendas urbanas sobre pruebas de inteligencia y agudeza en las entrevistas de trabajo de Google, pero Schachter responde con parquedad: no me aceptaron porque no sabía programar en el lenguaje C ++ (uno de los más empleados por la gente de Google).

Lejos de la megalomanía o el mito del genio (como el caso de Apple con Steve Wozniak), el caso de Schachter es el de una persona normal, en un proyecto bastante normal y con un trabajo que a pocos llama la atención por la espectacularidad. Pero algo útil y que funciona. Bien hecho y con pocos gastos.

En resumen, un muy buen libro que para los irredentos amantes del todo gratis está en el Emule en un pdf de máxima calidad.

Eyjafjallajökull

Desde luego que hay sitios mucho más raros que el glaciar islandés Eyjafjallajökull. Pero normalmente no salen en las noticias. En este caso, el glaciar es de actualidad porque el volcán que se encuentra en él ha entrado en erupción, mostrando unas imágenes de enorme espectacularidad y belleza.

Me llama la atención que ante el nombre de difícil grafía en los medios de comunicación suelen optar por no nombrar al glaciar, simplemente se refieren a “un glaciar en Islandia”. En algún caso he visto a una presentadora indicando que era de nombre impronunciable y a otra que lo pronunciaba con cierta soltura.

No sorprende que en algunos casos se esté incluso escribiendo mal el nombre del glaciar, pero sí que me parece digno de resaltar que se trata de uno de esos inusuales lugares innombrables y que efectivamente no se están nombrando. Los circunloquios que se emplean para evitar el referirse a él son llamativos.

Entra en erupción un volcán en Islandia

Good Calories, Bad Calories

En resumen he leído el libro Good Calories, Bad Calories de Gary Taubes y recomiendo encarecidamente su lectura a quien pueda estar interesado en la ciencia detrás de los conceptos que hay sobre la alimentación sana y el estilo de vida saludable.

Es un libro que puede resultar destructivo sobre los conceptos que tenemos muy asumidos y que hay que saber leer con cautela.

Taubes resumen los principios que defiende en su libro en los siguientes puntos (perdón por la cita en inglés):

1. Dietary fat, whether saturated or not, is not a cause of obesity, heart disease, or any other chronic disease of civilization.
2. The problem is the carbohydrates in the diet, their effect on insulin secretion, and thus the hormonal regulation of homeostasis—the entire harmonic ensemble of the human body. The more easily digestible and refined the carbohydrates, the greater the effect on our health, weight, and well-being.
3. Sugars—sucrose and high-fructose corn syrup specifically—are particularly harmful, probably because the combination of fructose and glucose simultaneously elevates insulin levels while overloading the liver with carbohydrates.
4. Through their direct effect on insulin and blood sugar, refined carbohydrates, starches, and sugars are the dietary cause of coronary heart disease and diabetes. They are the most likely dietary causes of cancer, Alzheimer’s disease, and the other chronic diseases of civilization.
5. Obesity is a disorder of excess fat accumulation, not overeating, and not sedentary behavior.
6. Consuming excess calories does not cause us to grow fatter, any more than it causes a child to grow taller. Expending more energy than we consume does not lead to long-term weight loss; it leads to hunger.
7. Fattening and obesity are caused by an imbalance—a disequilibrium—in the hormonal regulation of adipose tissue and fat metabolism. Fat synthesis and storage exceed the mobilization of fat from the adipose tissue and its subsequent oxidation. We become leaner when the hormonal regulation of the fat tissue reverses this balance.
8. Insulin is the primary regulator of fat storage. When insulin levels are elevated—either chronically or after a meal—we accumulate fat in our fat tissue. When insulin levels fall, we release fat from our fat tissue and use it for fuel.
9. By stimulating insulin secretion, carbohydrates make us fat and ultimately cause obesity. The fewer carbohydrates we consume, the leaner we will be. 10. By driving fat accumulation, carbohydrates also increase hunger and decrease the amount of energy we expend in metabolism and physical activity.

[Los comentarios siguientes son interesantes y se refieren a una versión extensa y tal vez desacertada en que se resumía lo más llamativo y sensacionalista de un libro que me ha parecido muy mesado y siempre tratando de encontrar lo correcto. Es por eso que pueden quedar un tanto descontextualizados.]

Lecturas interesantes, de Facebook a cómo hacer deporte

Algunas lecturas interesantes:

  • Cómo se fundó Facebook. La historia es bastante sórdida pues demuestra muy malas artes por parte del ahora aclamado Mark Zuckerberg. Básicamente acordó con otra gente hacer una aplicación parecida y al final hizo Facebook mientras a los otros los tenía parados y engañados diciendo que estaba muy liado y no le estaba dando tiempo a avanzar. Fue como si Pepsi le hubiera encargado a Coca-cola que fabricara su producto. Sólo que Pepsi no sabía que Coca-cola estaba a punto de sacar un refresco similar.
  • Una extensa entrevista a Javier Marias donde habla de todo un poco, un extracto:

    -¿Usted sigue sin email ni móvil?
    -Sí. Me niego a utilizar móvil, tengo uno solamente para los viajes, pero el número lo tienen mis hermanos y tres personas más. Me parece una forma de esclavismo: estar localizable permanentemente, que no haya ratos de silencio, en los que nadie sepa dónde está uno, caminando por la calle, mirando las musarañas, en el cine. No ser localizable me parece normal, una manera de descansar. La prueba de que el móvil es una herramienta de esclavización es que son las empresas los que se los ponen a sus trabajadores.

  • Matamoras, en Pennsylvania, Estados Unidos. La pesadilla de un pueblo planificado donde todas las calles tienen como nombre letras o números, salvo por la Delaware Drive y la Pennsylvania Avenue. Ver en Google Maps donde parece que hay más calles con nombre que esas dos.

    Demasiada planificación y tecnificación no lleva necesariamente al progreso. Vivir en la esquina de la avenida L con la calle 9 es demasiado abstracto para la mente humana. El artículo anterior detalla la brillantez con la que sin embargo se planificó la estructura de las calles de Nueva York (otra ciudad planificada pero bien).

  • Google Buzz, algo de lo que todo el mundo ya habló y ya nadie habla, plantea que la privacidad está dejando de ser una opción en Internet. Si en Internet tratas de mantener tus elecciones, tu nombre y tus datos de incógnito empieza a verse como algo raro y se está tratando de vender que es casi negativo.

    Las empresas no quieren privacidad porque esas páginas no pueden tener publicidad y ellas viven de eso. Pero lo triste es ver como en más y más sitios los gurús comulgan con eso y tratan de avisar: si no me das tu nombre y apellidos no eres de fiar.

  • Cómo hacer deporte. La forma en que lo entiende Nassim Nicholas Taleb. Una lectura muy buena y reveladora, ¿Tiene sentido hacer deporte de la forma planificada en que lo hacemos hoy en día?

    Es curioso que lo que él dice es lo mismo que defendía el “pirado” de Rüdiger Nehberg hace ya casi 30 años.