El libro más caro del mundo

Hace unos días se supo que habían robado el Codex Calixtinus, un libro del siglo XII muy relacionado con el Camino de Santiago.

Qué duda cabe que es una pérdida de valor incalculable, pero los periódicos españoles, azuzados por los responsables de no haberlo cuidado, han llegado a enunciar que se trataba del libro más valioso del mundo.

Matemáticamente, tiene lógica. Un libro de valor incalculable, vale infinito. Y no hay nada más grande que infinito. Pero cierto es que, dentro de esas infinitudes, las hay mucho mayores y el dato que frívolamente se publica en la prensa es una exageración intolerable.

Si uno se atiene a transacciones, uno de los manucritos más valiosos que existen es el códice comprado por Bill Gates. El Codex Leicester, obra de Leonardo Da Vinci, que se compró en una subasta por 30.8 millones de dólares.

Ahora bien, si uno se limita al sentido común, ¿Cuál es el libro más valioso del mundo? De entre tanto libro de valor incalculable, ¿Cuál es el más incalculable de todos?

En mi opinión, ha de ser uno de los manuscritos más antiguos de la Biblia, el Codex Sinaiticus. Es un libro tan valioso, que se conserva en cuatro trozos, repartidos entre la British Library de Londres, el monasterio St. Catherine’s de Sinai, La biblioteca de la Universidad de Leipzig, y la Biblioteca Nacional Rusa.

Ahora bien, estamos hablando de los libros conocidos y que aún se conservan. Si tratamos de encontrar al libro más valioso que jamás ha existido, una mención de honor ha de hacerse a la obra del dramaturgo griego Esquilo.

A su muerte, aproximadamente en el año 456 antes de Cristo, la República de Atenas ordenó que se editara un volumen con su obra completa.

Dos siglos después, Ptolomeo III (282 – 222 a. C) rey de Egipto, encargó la mejora de la Biblioteca de Alejandría. Al catalogar los contenidos, los bibliotecarios se dieron cuenta de que había una notable laguna: Esquilo. Por una coincidencia inexplicable, no había ni una sola obra de tan importante autor.

Ptolomeo III mandó embajadores a Grecia, que descubrieron que sólo había una copia de la obra completa de Esquilo, copia guardada con celo en Atenas. Los embajadores negociaron que Atenas entregara en préstamo la obra única, para que se pudiera realizar una copia, que sería depositada en Alejandría.

Los griegos aceptaron el acuerdo, tras solicitar una fianza de quince talentos de plata, una cantidad indeterminable de dinero. Para estimarla, se ha de saber que el impuesto anual que tenía que pagar el Reino de Judea a Egipto era de veinte talentos y que esta cantidad les pareció tan excesiva que provocó el desafío de Onias II, que se negó a pagarlo, arriesgándose a la declaración de guerra.

Atenas era entonces una República de tamaño insignificante comparada con el reino de Egipto y aceptó el préstamo con fianza. Pero una vez el libro llegó a territorio egipcio, se ordenó que no sería devuelto jamás, quedando la única copia en la biblioteca de Alejandría. Además, el rey exigió que estuviera terminantemente prohibida su copia.

La pérdida del libro fue tan dolorosa para Atenas, que incluso estuvo pensando en declarar la guerra a Egipto – hubiera resultado en un suicidio peor que el de los 300. Al final, la fuerza se impuso a la razón y el libro permaneció durante siglos en Alejandría, con la prohibición siempre vigente. Personalidades de todo el mundo tuvieron que desplazarse a dicha ciudad sólo para poder leer la obra de Esquilo.

El libro pereció con la Biblioteca, en el siglo VII después de Cristo. Aunque con la calculadora, costaba 15 talentos de plata, que a 26 kilos el talento, son menos de 500.000 euros, ese era un libro de valor incalculable de verdad.

Fuente: Esquilo, perdido para siempre.
Relacionados: El cuadro más caro del mundo.

Bankero

En televisiones españoles sale una publicidad de un banco que sale a bolsa, Bankia, que dice “Desde 1.000 euros, puedes hacerte banquero”.

Eso quiere decir que, a partir de esa cantidad, se pueden solicitar acciones de esa empresa, antes de que salga a bolsa.

El anuncio es excelente y apunta a personas de un perfil inversor que evoca los estudios de Darwin y los derechos fundamentales de los simios.

Si quieres ser banquero, puedes serlo comprando 1 acción del banco Santander, a 7.86 euros. O 1 acción de ING a 8.57 euros. O 1 acción de Citybank a 42.63 dólares.

Pero si eres tan venado que hasta que no has visto ese anuncio en televisión no has pensado que podías ser banquero, y luego has pensado que ser banquero no estaría mal, mereces comprar esas acciones.

Aclaración: No tengo acciones ni pienso tenerlas, ni aún bajo los efectos de las drogas o de fuertes coacciones, de Bankia.

Buffet

Cuando era un adolescente tuve la suerte de viajar mucho de gorra gracias a las competiciones deportivas. Ganabas el campeonato provincial y te clasificabas para el regional. Quedabas de los primeros del regional e ibas al nacional. Cada competición era un viaje con todos los gastos pagados.

Tenía menos dinero que el que se estaba bañando y no había ido de vacaciones nunca, por lo que en perspectiva me veo como esos niños del tercer mundo que tienen una oportunidad de acercarse al lujo de la sociedad occidental. Las habitaciones de hotel me parecían enormes, los baños impecables. Las piscinas un lujo obsceno. Que te cambiaran las sábanas del hotel y las toallas a diario exigía la comprobación rutinaria de que semejante maravilla sucedía una y otra vez. La competición era absolutamente lo de menos.

Pero si todo esto era digno de recuerdo y vivir en continuo estado de felicidad, el lugar donde uno perdía la cabeza era el restaurante. Ahí tuve la oportunidad de conocer los buffets. Come todo lo que puedas.

Cuando me acercaba a la puerta de entrada me invadía un hormigueo en el estómago, despertado por ese olor, mezcla de tomate pegado, platos calientes del lavavajillas, verdura cocida y carne asada. Ese olor lo captabas poco antes de entrar y te entraba una turbación excitante, un placer desconocido para los adultos.

La rutina cambiaba cada día. Había veces que iba llenando caprichosamente el plato, conforme veía cosas que me gustaban. Cuando ya estaba lleno, me sentaba a comer. Otras veces hacía una ronda de reconocimiento, tratando de calibrar de entre todas las posibilidades cuáles serían las mejores. Estos paseos los daba con el plato ya en la mano, como queriendo confirmar que todo estaba al alcance de la mano, como cuando jugueteas con las llaves antes de llegar a casa.

Solía tomar tres platos, llenos hasta arriba, sin hablar del postre. Ni que decir tiene que eso tenía luego consecuencias, y no hablo de sobrepeso sino de desagradables visitas al cuarto de baño. Pero no eran tiempos de previsión, sino de disfrute. Era comer sin pensar si eso formaba parte de lo razonable, de lo saludable.

La verdura, ni tocarla. Normalmente tomaba mezclas exóticas, propias de niños pequeños, como huevos fritos con filetes y de guarnición…albóndigas. O tortilla, carne de cocido y lasaña. Nadie te controlaba, la única preocupación de los monitores era que las chicas que también viajaban no se quedaran embarazadas.

Mención especial merece el tema de las bebidas. Hoy en día entiendo que el negocio de los buffets es tener una cuota razonable y luego resarcirse con la bebida. Pero en aquel entonces no pensaba tanto. Era un australopithecus. La comida era gratis y la bebida no, luego no pedía bebida, por muy extraña y violenta que fuera la cara del camarero.

Eran otros tiempos, la gente joven no tenía apenas dinero y muchos estaban igual que yo. Hoy en día la gente que hace eso es de una miseria tercermundista. O tal vez yo también lo fui entonces, qué importa.

Ahora bien, tomarte esos platazos sin agua era una experiencia compleja. Igual los platos están más condimentados a propósito para que tengas más sed y consumas más. Lo normal era no pedir nada y mendigar agua del pardillo – persona normal – que sí la hubiera pedido. Además que se aprovechaba cuando estas personas se levantaban a por más comida para robar unos sorbos de líquido. Miro en perspectiva y tendría que ser como compartir mesa con unos demonios de tasmania.

La evolución natural hacia algo parecido a la ética fue tomar productos que calmen la sed, pero que estén dentro del menú. Recorrer el restaurante mirando los platos en la forma “¿Qué podría usar para calmar la sed, por supuesto sin pagar nada?”. Con el tiempo la rutina fue pillar unas bolas de helado. Te tomas unos bocados de ensaladilla rusa con codillo y cuando la garganta escuece, bocado de helado.

De nuevo he de indicar que ese helado no se consideraba tampoco postre. Era un accesorio. Lo más demencial del asunto es que después de haber comido una cosa así, tres platos pantagruélicos, a lo mejor apetecía tomar tarta con bolas de helado. El helado, tomado en condiciones infames, no desinhibía el deseo de tomar más helado.

Los postres se escogían en platos normales, unas composiciones extravagantes, dos o tres trozacos de tarta, con chorretones de chocolate, bolas de helado a cascoporro y nata. Si no era suficiente, más tarta. Inexplicablemente a veces apetecía tomar varios yogures.

Los horarios estaban analizados previamente. Si entrabas a desayunar a las ocho, y te quedabas hasta el cierre, te daba hambre para hacer dos desayunos. Ni los romanos comían de forma tan bulímica.

Evoco esta época y no recuerdo que durante las comidas se hablara de nada, era comer y disfrutar de la comida. Todos íbamos a comer y era comer. Ni siquiera se hablaba de la comida porque todo sabía delicioso. No hay cocinero ni restaurante lo suficientemente buenos como para conseguir evocar esas sensaciones culinarias. Luego leería a Montesquieu y coincidiría con él:

Se ha de huir de la exquisitez y de la cuidadosa selección del vino. Si basáis el placer en beberlo agradable, os obligáis al dolor de beberlo a veces desagradable. Se ha de tener el gusto más relajado y libre. Para ser buen bebedor no se ha de tener paladar tan delicado. Los alemanes beben indistintamente cualquier vino con placer. Su objetivo es tragarlo más que degustarlo. Sacan mayor provecho. Está su voluptuosidad mucho más rozagante y a mano.

No era comer, era tragar. El placer de tragar es infinitamente superior al de comer. No es sutil, no es elegante. Es rudimentario, pero insuperable.

Relacionados: Comedor de empresa.

Sólo hay 193 países

Hace poco se publicitó bastante un estudio de la agencia de viajes Edreams con estadísticas curiosas sobre los productos que vendieron en el 2010.

Vuelos Edreams 2010

La presentación es impecable, pero comete un clásico error del que ya se ha escrito aquí: afirman que el año pasado sus clientes volaron a 202 países diferentes.

Lo digo de nuevo. Hay 193 países en el mundo, de acuerdo a las Naciones Unidas – es cierto que según otros criterios puede establecerse un número de países mucho más amplio – luego es imposible viajar a más países de los que hay. El número total de países del mundo es limitado, se mire como se mire, y aunque uno pueda exagerar con las mujeres, los peces o los goles que ha marcado, en países no hay lugar a tanta exageración. Es un número acotado y finito, que en el caso más generoso puede estar en torno a los 250 países. Nunca más.

Como cosa curiosa, en la página de la Wikipedia puede leerse que sólo ha habido un país en la historia de las Naciones Unidas que haya salido de la lista de miembros: Indonesia (hay países que salen de la lista pero por desaparecer como tales, por ejemplo la URSS o Checoslovaquia).

Indonesia no fue expulsado por crímenes, ni por ningún motivo atroz. Simplemente en 1965 el presidente indonesio Sukarno, enfadado con el comportamiento de este organismo internacional en el enfrentamiento entre Indonesia y Malasia por la isla de Borneo (Borneo: una isla ocupada por tres países diferentes, ojito al tema), mandó una carta a la ONU diciendo que se borraban. Pasado un año y medio escribiría un telegrama diciendo que querían volver y aquí no ha pasado nada.

El reparto de Adsense

El libro In the Plex revela el secreto más controvertido de Google Adsense: ¿Por qué Google no desvelaba el porcentaje de reparto al que llegaba con los dueños de las páginas? (Google Adsense es un programa compartido entre Google y los dueños de páginas; Google muestra los anuncios y los webmasters obtienen parte de los ingresos de publicidad).

Desde Mayo de 2010 se conoce que el porcentaje era de un 68% para los dueños de la página y un 32% para Google. De impuestos, mejor ni hablar.

Según Gokul Rajaram, la idea inicial era realizar un reparto a partes iguales- Google se quedaría con la mitad y quien mostraba los anuncios con el resto. Pero Sergey Brin pensó que un reparto así era demasiado beneficioso para Google. La idea era que el programa durase mucho tiempo, y si Google mostraba a las claras que estaba quedándose con la mitad del dinero, un competidor podría abaratar los precios ofreciendo un 80 o incluso un 90 por ciento del dinero al editor.[…]Entonces Susan Wojcicki tuvo la idea que podría parecer extraña: ¿Qué pasa si no revelamos el porcentaje de reparto al que llegamos con los editores? De esa forma Google nunca tendría que preocuparse de un competidor que anunciara mejores repartos.

El libro narra posteriormente cómo mucha gente en Google, desde sus fundadores a Gokul Rajaram, estaban muy incómodos con la idea de no mostrar claramente el acuerdo al que llegaban con los editores. Pero la idea fue puesta en práctica, con notable éxito y controversia. Durante toda la duración del programa Google Adsense el reparto se ha mantenido constante.

Susan Wojcicki es la cuñada de Sergey Brin, empleada en Google y la que originalmente alquiló su garaje para que se establecieran las oficinas de esta compañía.

No tengo acciones

Sé que me repito criticando el mundillo de la bolsa, pero es que me parece que aunque aparenta ser muy técnico y científico, es más informal que las noticias del corazón.

Leía un artículo de un tipo que estaba escribiendo sobre las acciones de Google. Va y dice:

Hace dos años y medio, escribí sobre Google (GOOG) y Apple (AAPL) como dos de las acciones a comprar más obvias que existían. En este momento tengo que decir que antes compraría acciones de Google que de Amazon (AMZN), Apple o Baidu (BIDU).

El autor en cuestión recomendó comprar acciones de Google en el momento en que se encontraban en el punto señalado (octubre de 2008). Con las acciones a 340$, su comentario de entonces fue:

[Apple y Google] están ridículamente baratas, tienen una capacidad de recuperación impresionante, que viene del reconocimiento de su marca y del rango de precios de las últimas 52 semanas, que ofrece unas perspectivas de rebote con un potencial extraordinario.

Google ha sido mi buscador favorito desde que puedo recordar. La siguiente parada: en los 500$. Y probablemente antes de final de año. Y eso siendo conservador.

Todos nos podemos equivocar, pero que el autor de esa nota saque pecho ahora con lo que entonces dijo, sin ningún rubor, es extraordinario.
Entonces las acciones estaban a unos 340$. Habían caído en picado y está claro que en algún momento se recuperarían. Pero no, no fue antes de final de año, porque entonces valían menos que cuando el periodista hizo su recomendación. Su predicción se cumpliría un año después, en que Google llegaría a los 500$.

Ahora bien, si un lector de cartas te dice que vas a conocer a la mujer de tu vida antes de dos meses. Y luego resulta que la conoces un año después. ¿Qué credibilidad tiene ese adivino? En bolsa se dice, se deja dicho por escrito. Y luego te vanaglorias de haber acertado algo que no dijiste.

Pero lo que quería recalcar es la coletilla legal que tienen muchos artículos de bolsa escritos en Estados Unidos. Este individuo en particular firma:

Advertencia: No tengo acciones de ninguna de las acciones mencionadas y no tengo planes de comprar ninguna de ellas en los próximos tres días.

Así que tiene un artículo lleno de artículos grandilocuentes con expresiones como “una absoluta ganga”, “está regalada” pero ¿No crees lo que predicas? Porque yo lo tengo claro, si yo veo una ganga, pido un préstamo en el banco para comprar acciones. Porque voy a ganar mucho más que escribiendo artículos.

No me inspira ninguna confianza el que propone que compre una determinada acción que él ni tiene ni piensa comprar.

Poco después de leer este artículo me llega al trabajo un fax de spam. Los faxes de spam son para escribir un artículo bien extenso y entretenido. El fax hablaba de que comprara acciones de una determinada acción, pues tenía un potencial de revaloración del 200%. Los típicos titulares grandilocuentes y grotescos que hacen de estas lecturas un placer prohibido.

Aunque no hay que hacer caso de estos avisos, que normalmente lo que pretenden es que compres acciones de una empresa quebrada, lo cierto es que da que pensar. Al menos el que envía el spam, o el que contrata al emisario, lo suele hacer porque tiene acciones de esa penosa empresa y sí que querría encontrar a un primo como tú que le alivie de la carga. Este caso es totalmente el opuesto a estos periodistas. Ellos te proponen que compres una acción con enormes potenciales, pero aviso: yo estoy hasta las trancas con acciones, me creo (o en estos casos me creí) lo que te estoy contando. Y mi dinero va en ello.

Son dos formas de desinformación, pero es triste que casi inspire más confianza un mensaje de spam que el artículo de una revista de bolsa. Porque no inspira ninguna confianza el que recomienda comprar lo que él no compra.

Advertencia: Tengo acciones de Google e intenciones de comprar algunas. Pero con estas recomendaciones del diablo, menos firmes que antes.

Persiana veneciana

Una persiana veneciana es como la de la imagen superior.
Las persianas venecianas deben ser uno de los pocos objetos nombrados en el mundo por dos gentilicios.
El objeto genérico, persiana, obtuvo su nombre en el siglo XVIII acuñando primeramente su nombre en el francés persienne. Las del tipo venecianas se inventaron en Italia también en una fecha indeterminada de dicho siglo.

Redes sociales

Hace un par de días leí un artículo que trataba sobre la venta de drogas a través de anuncios clasificados en Internet, principalmente en el todopoderoso portal Craigslist.

Craigslist es la única empresa importante de Internet que no tiene ánimo de lucro, que dona la mayor parte del dinero que gana a fines sociales. Sin embargo se dedica a exponer un medio de comunicación entre cualesquiera dos personas para llegar a cualquier tipo de transacción. Y claro está, aparte de alquileres de pisos y donación de mascotas, hay muchos anuncios que escapan de lo políticamente correcto.

En Craigslist han sufrido durante años la presión de numerosos colectivos que pedían que acabaran con su sección de anuncios de contactos. Los anuncios de contactos acaban inevitablemente convirtiéndose en un escaparate de ofertas de prostitución. Craigslist no tiene la culpa de que se anuncien, pero el caso es que entre todos esos anuncios, miles cada día, bien podía haber decenas que fueran de menores, de mujeres explotadas, o vaya usted a saber qué.

Los anuncios de prostitución han provocado alguna campaña penosa en los medios de comunicación españoles, a los que aparentemente les ha salido un vena ética notable. Cuando empezaron a cerrar las secciones en los periódicos, la gente que publica estos anuncios se volcó hacia Internet.

Sin embargo los portales no se frotaban las manos con el negocio gratuito que les estaba regalando la competencia. Me imagino que si los periódicos dejaron de publicar estos anuncios fue, en gran parte, porque ya no ganaban tanto dinero para compensar el publicar toda esa porquería. Yo pondría toda la barra de la derecha de esta página llena de anuncios de prostitución si me pagaran por ello 50 euros al día. Y tal vez también si sólo 5. Pero jamás lo haría por 50 céntimos. No es cuestión de ética, ni de luchar contra la explotación de las mujeres. Es cuestión de dinero e imagen, pero del equilibrio entre ambos factores.

Luego sorprendió ver que una de las principales páginas de anuncios en Internet, Loquo, propiedad del grupo Ebay, cerraba esa sección. Este movimiento tuvo lugar casi al mismo tiempo que lo hiciera Craigslist. La mala imagen al final pudo más que el dinero.

Pero Craigslist llevaba más de una década sufriendo críticas, a pesar de haber puesto todos los medios técnicamente posibles para bloquear anuncios inadecuados. ¿Por qué de repente ya no pudo contra ellas? Al parecer, la causa fue un estudio científico destapado por la Women’s Funding Network. Según dicho estudio, los niveles de crecimiento de prostitución de menores en los Estados Unidos estaban subiendo de forma alarmante. Y en gran parte potenciados por los sitios de anuncios clasificados, como los de Craigslist. Este estudio acabó desatando ríos de tinta en los periódicos y hasta se nombró una comisión de investigación en el Congreso de los Estados Unidos. Esa fue la gota que colmó el vaso. Craigslist cerró definitivamente su sección de contactos y con él, la gente de Ebay (Loquo en España).

Luego se vio que el estudio tenía muy poco de de científico. Lo que los autores del estudio habían hecho no era más que pasarse tiempo viendo fotografías de anuncios de Craigslist (de entre aquellos que tuvieran fotos) y dando una edad a las chicas que aparecían en dichas fotos (mayores o menores de 18 años). La edad se estimaba a ojo, como no podía ser de otra forma. Se había detectado que el porcentaje de error estaba en torno al 38%. A bulto podemos decir que una de cada tres veces, esta valoración era equivocada. En base a esos datos se hizo una valoración de la prostitución de menores, y su evolución a lo largo del tiempo. El resto del estudio podía considerarse hasta cierto punto válido, pero las bases eran tan endebles que las conclusiones carecen de interés. Si partes de que 1+1 es 3, lo que acabes demostrando luego, no importa lo más mínimo.

Pero el daño estaba hecho, Craigslist tuvo que cerrar la sección, como tantos otros. Las organizaciones que promocionaron la investigación han conseguido mucho dinero para subvenciones que no van a tener que devolver. Ya no hay anuncios en los periódicos, ni en Internet, que es lo importante. O no tantos, porque obviamente si hay un mercado, siempre habrá quien esté dispuesto a ganar dinero con él.

Volviendo al principio, este artículo sobre la venta de drogas por anuncios clasificados, que lo publica la misma revista que destapó el fraude del estudio sobre la prostitución de menores, y que a su vez es dueña de una importante página de anuncios clasificados, demuestra el ingenio a pequeña escala de los que se adaptan a las nuevas tecnologías sin hacer mucho ruido y consiguiendo ganar dinero de ellas. No es una startup ni el nuevo Twitter. Es un drogadicto que se está buscando la vida vendiendo su mierda en Craigslist y que gracias a eso está pasando muchas menos dificultades que muchos otros vendedores.

Publicar anuncios de venta de drogas, en una página que no tiene una sección al respecto y que tiene los sistemas automatizados más eficaces de detección de contenido inadecuado, tiene mucho mérito. Hay que tener la paciencia de Job y una habilidad de poeta a la hora de encontrar palabras que signifiquen una cosa sólo para los ojos del que ande buscándola.

Las referencias al número 420 significan marihuana. Una asociación demencial que parte de un grupo de adolescentes, consumidores de marihuana, que se citaban junto a una estatua a las 4:20 de la tarde. El caso es que la relación entre el 420 y la marihuana está más o menos establecida. Ahora bien, no puedes bloquear cualquier anuncio con el número 420. Realizando una búsqueda en Craigslist uno se encuentra con este anuncio:

Looking to buy a LG G2x.
If it still in the box (not opened) I will pay you 420
Thank you
Paulo

Quiero comprar un (teléfono) LG G2x. Si está todavía en la caja y sin abrir. Pago 420. Gracias.

Incluso con la intervención humana, no está claro si el anuncio es una referencia sutil de un potencial comprador (o vendedor) de drogas. Es raro querer comprar algo así a un precio fijo y tan inexacto. Pero es posible.

Este es menos claro aún:

Anyone with 2 easy star all stars tickets (Union Square)
looking to go to the 4-20 show tonight at the highline if you have tickets and cant go give em to me

En este caso parece que es un anuncio real y que el 4-20 se refiere al 20 de Abril.

420 kid cudi ticket, roseland ballroom. Call or text 954.465.1610 for ticket info.

Aquí estamos ante algo tan críptico, que puede ser cualquier cosa. Pero sí, parece que hay un concierto de Kid Cudi el 20 de abril.

Con anuncios de esta calaña, de creación casi artística, un puñado de ingeniosos traficantes a pequeña escala están consiguiendo ganar lo suficiente para mantener sus gastos ocasionados por la adicción.

El artículo, bastante interesante, señala que la forma más adecuada de conseguir encontrar estos anuncios es buscando la expresión “law enforcement” (orden público). En lugar de hablar de drogas de todo tipo, cualquier anuncio en el que vendedor especifique que no es policía es señal de que se trata de algo que no es trigo limpio. Una verdadera vuelta de tuerca. Veamos alguno de esos anuncios:

180 P*E*R*C*O*C*E*T YELLOW 10/325
IF YOU LIKE THE 7/325 AND THE 5/325 YOU’LL LOVE THE 10/325 OF PERCOCETS ONE MAKES YOU FEEL NICER THAN THE OTHERS

HEY IM JOHNNY I HAVE PERCS ON DECK HIT ME UP AT 347-666-7114 PRICES ARE AS FOLLOWED
IM NOT A COP OR ANY LAW ENFORCEMENT IMA ASK YOU THE SAME QUESTION IF YOU COULD TEXT ME FIRST GREAT IF YOU CANT CALL ME I TAKE MY FREEDOM VERY SERIOUSLY SO I WILL CHOOSE THE MEET UP PLACE AND IF FIRST BUSSINESS GOES GOOD YOU HAVE BUSSINESS EVERY MONTH
PERCS;
150 OF THEM FOR $1250
120 OF THEM FOR $1150
100 OF THEM FOR $950
90 OF THEM FOR $850
70 OF THEM FOR $650
50 OF THEM FOR $500
JUST IGNORE THE FOLLOWING IT JUST MAKES IT EASIER FOR YOU TO FIND MY AD
PERCOCET,ENDOCET,PAIN,PAIN MEDS MEDICATION FOR PAIN

Percocet es un medicamento o droga. El uso de P*E*R*C*O*C*E*T demuestra que el autor está tratando con filtros automatizados y sabe a lo que se enfrenta. El fin de fiesta final, incluyendo todo tipo de términos de búsqueda, haría las delicias de un experto en SEO (optimización de textos para buscadores). Y detrás de ese anuncio está un simple desgraciado adicto a las drogas.

Lo que de verdad da pena es ver como gente que entiende tan bien Internet está arruinando su vida. Saben más de la red que muchos aprendices de gurús de empredimiento y coaching. Ellos están ganando dinero, no hablando de ganarlo. La pena es que no saben más que gastarlo en su adicción.

Andrew afima vender unos 8.000 dólares al mes de Adderall (una forma de anfetamina), obteniendo un beneficio neto de apenas 2.000 dólares. Dice que su clientela son mujeres en un 60 por ciento, compuesta en su mayor parte por estudiantes y mujeres trabajadoras con edades entre los 23 y los 45. Sospecha que muchas de ellas usarán las anfetaminas para eliminar el apetito.

Pero sobre todo me ha parecido brutal el comentario de Kai, uno de estos vendedores por Internet. Totalmente adicto a las drogas, todo el dinero que gana vendiendo lo gasta comprando para su propio consumo y se pasa la mayor parte del día publicando anuncios o tratando de quedar con potenciales clientes, siempre pegado a su smartphone de última generación. No obstante, no tiene aspecto de drogadicto y nadie de su entorno conoce su doble vida. Su opinión sobre las redes sociales rompe con la idea de powerpoint de la red social:

Aparte de Craigslist, Kai se define a sí mismo como experto en Internet y mantiene una presencia activa en Facebook y Twitter. “Para la familia y los amigos”, dice, pero advierte. “De lo que hago la mayor parte del tiempo, ellos no tienen que enterarse de nada.